Partida Rol por web

Me refería a que decorases esto. Abro los brazos para que vea que me refiero a su mirada, la que comparte con ella. Tal vez unas horas al día rodeado de colores pastel y flores te haga apreciar mas lo que tienes ahí fuera.

Cuando explica lo que hace el caso dejo que la sonrisa pase a mejor vida y le miro con disgusto.

Así que convierte a cualquier muerto de hambre en un guerrero formado?. Permiteme expresarte lo mucho que me disgusta esa idea...simplemente aberrante.

De nuevo sonrío cuando trata de enterarse de donde se encuentran Xena y sus amigas.

Perdóname tío, pero aun no estoy convencido de tu inocencia en todo esto, así que por si acaso dejare que te enteres por otras fuentes de donde se encuentran.

De nuevo te lo pregunto tío...hay forma de anular los poderes de ese casco?.

-Mmm bien intentaré que Perséfone me asesore por decirlo de alguna manera.

Hades entonces se dá cuenta de que su sobrino no confía en él totalmente. Ríe con una risa sonora.

-Me parece bien que no confíes en nadie plenamente. Además supongo que Xena es una preciada posesión, ¿verdad? Bien, bien no me digas nada.

Luego contesta tu pregunta sobre la manera de anular el casco.

-La forma de anular su poder del todo es traerlo aquí y colocarlo donde se encontraba. Pero igualmente debes saber que quitando de la cabeza el casco, la persona que lo poseía pierde el control de su poder. Y si se lo pones a otro pues el otro lo adquiere. Si el casco no tiene una cabeza en la que apoyarse, sus efectos se anulan. Sólo hasta que alguien más lo tome, por supuesto.

El dios bebe un poco más de ambrosía y dice:

-Por eso te digo que para anularlo totalmente habría que traerlo aquí y colocarlo exactamente en donde estaba.

Asiento con gesto huraño a las palabras de mi tío. Parece que desde hace un tiempo Xena es un gran motivo de burla para todos ellos. O mas bien mi incapacidad para lidiar con ella. Es un punto débil que por fortuna nadie a aprovechado contra mi.

Dices bien tío, Xena y sus amigas son asunto mio y un día no muy lejano lo pagaran de la forma mas conveniente para mi.

Dejo el tema por el momento y vuelvo mi atención a lo que verdaderamente merece la pena, al menos aparentemente. El maldito casco.

Supongo que aun necesitaran armar a esos cadáveres...no creo que aparte de hacerlos mas fuertes, también les ponga encima un arma y una armadura, así que alguien tiene que estar moviendo grandes cargamentos de armas. Por cierto tío, aparte de lo que me has contado, el casco otorga algún otro poder a el portador?.

Gabrielle cabalga unos pasos más, hasta que finalmente baja de su caballo.

Asiente.

Calisto tiene razón, Xena. Esto me da muy mala espina. Dice cogiendo con cuidado las riendas de Nívea sin dar más pasos. Al menos algun habitante había, pero que estaban asustados por algo o alguien, eso era seguro.

Veo como la mujer retira al niño y me gusta menos que al resto. En cierta forma es normal, somos tres desconocidas armadas pero Calisto tiene razon, algo no huele bien y en este caso no es el fruto de ir a caballo durante dias.

Asiento a Gabriel.- A mi tampoco me gusta, no bajeis la guardia hasta que sepamos que pasa. Vamos a la taberna, seguro que alli alguien tiene a bien informarnos.

Las tres chicas entran a la taberna. Hay unas diez mesas redondas y de madera burda. De las diez mesas sólo dos tienen ocupantes. Una tiene a una mujer canosa de mirada perdida en una jarra de cerveza, la otra tiene a un chaval de unos doce años. El chico se levanta ni las vé entrar y corre hacia donde está la tabernera, una mujer un poco gordita de ojos pequeños.

La mujer canosa entonces levanta la vista. Al momento la baja nuevamente y sigue tomando su jarra.

La tabernera, en cambio, mira a las jóvenes con mirada desafiante.

-Ya no nos quedan hombres, ¿acaso también os vaís a llevar a los niños?

La mujer albina dice.

-Elizabeth, calla, dales lo que quieran.

-No voy a dar a mi hijo, vosotras y ese horrible sacerdote y sus huestes no me dan miedo. Me matarán primero...

La canosa no sigue hablando y simplemente se levanta y saca una espada.

-Bien, de todos modos no pensaba vivir tanto... no vamos a entregar al niño.

-Vé adentro Mathew... mamá tiene asuntos que hacer.

Dice la tabernera y el chico obedece. Ella saca también una espada y se pone al lado de la mujer canosa.

-Moriremos pero os llevaremos de camino al Hades... ya no tenemos nada que perder.

-No. No los arma. Simplemente los hace guerreros, después podrán usar prácticamente cualquier arma con bastante maestría pero las tendrán que conseguir primero.

Hades comienza a caminar, pensando.

-No entiendo a quién le convendría semejante arma, realmente es tan incontrolable. El Casco tiene un efecto secundario, no otorga ningún poder a quien lo posea, pero lo va... ¿cómo decirlo apropiadamente? No, no hay manera apropiada.

El dios mira a su sobrino.

-Lo vuelve loco. Ese es el efecto, claro que para que la locura sea total pasarán meses, pero un líder loco con un ejército inmortal, creéme ni a mí me conviene sobrino, ni a mí.

Elevo una ceja al escuchar la palabra inmortal. Eso es nuevo. Hasta ahora se suponia que eran muertos que retornaban como carcasas dotadas de destreza marcial. Nadie dijo nada de que no se pudieran matar.

Loco ha de estar para robarte el casco, no crees?. Aunque eso de inmortales me tiene fascinado. Quieres decir que no hay forma de matarlos de nuevo?.

-Sí, si hay forma. Pero es bien difícil comparado con matar a un guerrero, claro está. Debes prácticamente partirlos en pedacitos y prenderles fuego. Pues mientras no lo hagas cada trozo seguirá peleando, sobrino.

El dios mira a su interlocutor y agrega.

-¿Entiendes cuando digo que eso ni a mí me conviene? ¿Verdad?

Le miro en silencio ante lo que dice. Menudo panorama me esta planteando. Quizás sea mejor quemarlos y dejar para otra vez lo de cortarlos en trocitos.

Trato de no sonreír cuando me dice si entiendo que no le conviene.

De veras?...un dios como tu aburrido de su dominio y que tal vez haya decidido por fin que en el reparto se quedo la peor parte?. Si fuera un mal pensado diría que le has dado el casco a alguien de confianza para que te haga un pequeño trabajito en el mundo y que tal vez...cuando solo lo pueblen los muertos lo puedas reclamar para ti como un nuevo dominio. Dejo pasar unos segundos sin que la sonrisa llegue a mis ojos antes de añadir. Si fuera un mal pensado, claro...

Miro a mis compañeras y levanto las cejas tras un sonoro resoplido.- Se termino la paz.- le susurro.

Doy un paso adelante dejando mis manos a la vista.-Señoras, les aseguro que no es nuestra intencion llebarnos a nadie. Somos viajeras, solo queriamos una cama y una comida caliente. No tenemos ni idea de lo que estan hablando. ¿Porque no se calman y nos lo cuentan?

Otra sonora risa partió del dios del inframundo mas luego se acalló. Por unos segundos hubo un silencio incómodo hasta que Hades volvió a hablar.

-No entiendes sobrino, esos muertos, esas almas incluso cuando quemes sus cuerpos le pertenecerán al dueño del Casco. Con ese Casco él es el nuevo dios del inframundo, incluso aunque esté totalmente loco los muertos le obedecerán a él. No a mí.

Golpean la puerta.

-Es Perséfone, creo que debes irte.

Un aroma a rosas llena la estancia, seguramente es la diosa de la primavera como bien Hades ha dicho.

Como he dicho, si fuera mal pensado diría que te alegraría que otro ocupase tu puesto como Dios de los muertos. Conoces a alguien de nuestra familia que sea mal pensado?. Me río por lo bajo y le hago un gesto de despedida. Saluda a tu encantadora esposa de mi parte.

Luego, me teletransporto a Fracia, directamente a la posada.

- No te creo... tienes toda la pinta de esos guerreros, convénceme de que puedo confiar en tí... -dice Elizabeth. Entonces, con una llamarada blanca, aparece Ares en la posada. La mujer de cabello cano suelta la espada y hecha a correr. Elizabeth se queda. Está totalmente pálida y sendas lágrimas caen por sus ojos.

-¡Moriré antes de daros a mi hijo!! ¡¡Moriré...!!

Toso con educación y me sacudo un poco la ropa mientras miro a mi alrededor para ver lo que sucede. Al ver a Xena y sus amigas una enorme sonrisa acude a mi rostro y me acerco con paso tranquilo a ellas, aunque en un rumbo paralelo que me hará pasar a un par de metros de ellas.

Vaya...si son mis tres mortales favoritas...por que sera que no me sorprende veros aquí. Con un gesto lánguido me siento en una silla y cruzo las piernas cómodamente. Posadera, su mejor vino para mi y lo que deseen las señoritas.

Gabrielle, que había bajado su bo, y que se encontraba en posición totalmente defensiva y para nada ofensiva, pierde dicha posición al ver aparecer a Ares.

Se pone recta y baja los brazos con cansancio. Luego los pone en forma de jarra.

Genial, Ares... ¿no tenías otro momento peor en el que aparecer? Ahora ya era imposible intentar convencer a esas señoras de que tanto ella como Calisto y Xena eran inofensivas.

Me hago el ofendido y apoyo una mano en mi pecho mientras adopto una expresión dolorida.

Mi querida Gabrielle...como me puedes decir algo así cuando yo solo he venido a ayudaros.Y en cuanto a aparecer en peores momentos ya lo he echo, solo que me he ido discretamente para no causaros bochornos innecesarios. Ahora mi expresión es maliciosa cuando me río por lo bajo. Sois muy aficionadas a bañaros en las pozas junto al camino...las tres.

Gabrielle sí se siente ofendida realmente.

Eres un... ¡cerdo repugnante! Exclama con rencor.

¿Qué bicho te ha picado ahora? ¿Cómo podrías tú ayudarnos? Pregunta con incredulidad y levantando las cejas. Pierde un momento la compostura para susurrarles a la señora presente.

Que conste que nunca nos ha traído nada bueno, señora. Le odiamos. Dijo y volvió a su pose sacando pecho.

De nuevo tomo mi pose de persona afligida por las puyas injustamente lanzadas en su contra.

Cuanta hostilidad mas canalizada hacia mi persona. Si toda esa energía la gastases en componer tus canciones y relatar las...hazañas de Xena seriáis mas conocidas y nos os amenazarían en las posadas cutres de los pueblos pequeños.

Observo entretenido la pose retadora de Gabrielle...francamente encantadora cuando se enfada. En cuanto a ayudaros...vamos pequeña. Soy un Dios, la gente me reza, jura por mi...de veras crees que hay algo que no pueda hacer, comenzando por ser una ayuda para vosotros. Les sonrío de forma bonachona mientras cruzo las manos sobre el regazo. Cual es el problema. No tenéis dinero para las habitaciones?. No hay problema, yo lo soluciono. Posadera, exclamo elevando la voz. Dos habitaciones con camas grandes. Yo pago la cuenta.