Partida Rol por web

Álex como loca ya, después de haber visto tantas cosas en pocas horas, grita histérica y se lanza a por él, aún sangrando por la pierna y ahora por la mano con la tubería. Ya no veía ni oía nada más. Tan solo acabar con esos incordios que no la dejaban seguir. Le daba igual morir. Iban a morir todos igualmente, pues mejor haciendolo cubierta de visceras de zombie.

La Dra Maã al verte forcejear con el maldito zombie dejó el frasco sin cuidado en el suelo y sacando una jeringuilla se lanzó por detrás del zombi para apuñalarle directamente en el cuello, la aguja entró y salió sin que hubiera sangre ni ningún otro efecto, al ver que aquello no servía buscó a su alrededor otra forma de hacerle daño y acercándose a una estantería cogió un enorme matraz de vidrio que se dispuso a romperle en la cabeza

El mutante coge de los pelos a Alex y la intenta morder, que envuelta en su furia da un tirón sin notar el dolor y deshaciéndose de un mechón de pelo, el zombie guardia levanta la porra en algo y grita intimidatoriamente sin notar las apuñaladas de la doctora, su boca destrozada chorrea sangre y el blanco de los ojos está completamente inyectado en hemoglobina.

Un vistazo hacia atrás de Alex y al fondo del pasillo por el que han venido llega la zombie que les perseguía, iniciando una carrera contra ellas,

¿Podría ser peor?

La puerta que hay detrás del guardia, la puerta de cristal con señales de peligro biológico tiene unas llaves enganchadas en la cerradura, estas llaves van ligadas con un cordel al cinturón del guardia. Contra el cristal de la puerta aparecen sin aviso previo un montón de manos de dedos amputados y ensangrentados golpeando frenéticamente.

Rostros con los ojos negros y rojos se lanzan contra el cristal para observarte bajo la luz del fluorescente y pugnan por salir de ahí y lanzarse contra ti.

Álex no pensaba ni veía a nadie. Ni al zombie al que estaba atacando y la estaba atacando, ni a la doctora, ni a la gorda de antes que venía directa, ni a los que estaban detrás de la puerta. A nadie. Estaba en un estado que lo único que quería era machacar y eso para bien o para mal, acabaría teniendo consecuencias.

Parecía que el estado de locura surtía efecto y sus golpes eran más certeros, pero las heridas le pasaban factura y no hacían el daño que debían.

Planta menos tres, bajamos

Recibido

Se escucha desde algún bolsillo del zombie

La doctora le pega con la botella al zombie en la cabeza, pero ni siquiera se rompe la botella con lo que no consigue hacerle absolutamente nada, ni un solo rasguño, pero tal vez éste se gire hacia ella

El zombie te vuelve a atacar, golpea con su porra dándote en un hombro, te ha debido hacer algun morado... ¿o no? Beh, no ha tenido importancia, no te ha hecho daño, no es como si se fuera a detener a invitaros a una copa por muy bellas que seais, ambas le golpeais como a un vulgar violador pero éste es duro como una piedra y parece que le guste por el alza de sus alaridos.

La zombie que os perseguía se abalanza por el pasillo contra la doctora china, pero ésta se aparta a un lado y la zombie torpemente trastabilla y no alcanza a tocarla, puede que ni siquiera tengais una oportunidad.... aunque ese walkie que ha sonado... ese walkie... ¡Hay alguien ahí!

Álex lo maldice una y otra vez. Maldito monstruo. Poco le importaba ya si antes había sido una persona normal. Desde luego que ahora no lo era, aunque tampoco habría tenido miramientos si fuese una persona normal y la estuviese atacando. Nunca le había costado sacar las uñas y enseñar los dientes.

Oye el walkie. Puede que aún tuvieran alguna posibilidad. Si tan solo pudiese alcanzarlo... Lucha feroz mente para no ser atacada de nuevo por ese ser y finalmente consigue hacerse con el cacharro.

¡Hay gente en la planta menos cinco y necesitamos ayuda ya! ¡Hay monstruos de esos por todas partes, cuidado! Grita al cogerlo y apretar el botón. ¡Hay que intentar subir para encontrarnos con ellos, o al menos acercarnos a las escaleras! Le grita a la doctora e intenta averiguar si ambas pueden salir corriendo para dejar atrás a los dos zombies. Mientras tanto, no se separa del walkie, esperando obtener respuesta.

Tras arrastrar a la doctora, Alex bajó a la planta menos cinco, tras el presidiario Baltasar, en busca de un lugar en el que estar a salvo. Frente a un pequeño segundo laboratorio se empezó a enfrentar a un guardia de seguridad del que consiguió un talkie-walkie que le dió una nueva esperanza. Había una puerta más, que daba a algun pequeño almacén secundario, pero estaba cerrado y no había tiempo ni herramientas para forzar la cerradura.

El walkie no da respuesta, quizá no han oído el mensaje. Quizá ya es tarde.

Alex recibe un golpe con la porra del zombie en toda la cabeza, la sangre tarda en cubrir su cara y esquiva a duras penas el segundo golpe del zombie echando el brazo de la porra a un lado. El guardia de seguridad zombie lleva su nombre en una etiqueta del uniforme, pero está cubierto de sangre.

Por un lado del pasillo, al fondo a la derecha, se asoma una figura alta, está en sombras así que es difícil saber quién es.

La doctora está forcejeando con la zombie gorda, salir de ahí ambas va a ser una tarea epopéyica.

Cuatro manos aparecen desesperadamente en el cristal de la puerta que hay tras el guardia, la de peligro biológico. Ahí dentro, cuatro de esos putos zombies en batas blancas manosean la puerta y la golpean, uno de ellos comprueba que no puede y pronto se marcha, pero los otros tres siguen golpeándola añadiendo más ruido a los gritos de los zombies que os están atacando.
 

Álex grita de dolor. Ese hijo de puta estaba acabando con ella, y la doctora no estaba en una posición mucho mejor. Observa con rabia el objeto causante de su dolor e intenta arrebatárselo como puede, pero lo único que consigue es otro golpe en las costillas, doloroso sí, pero se había llevado cosas peores.

La doctora también se lleva lo suyo con la gorda y por si eso fuera poco alguien se acerca. Al principio no se sabe quien es, lo que aún la pone más nerviosa. Pero cuando la figura se situa cercana a un foco de luz lo reconoce. Es el preso de antes: Baltasar. Ahora quedaba la duda... ¿venía como enemigo o como amigo? Porque ya Álex no se fiaba de nada ni de nadie. Bueno, qué narices, siempre había sido así.

Impotente y aún con el walkie en la mano, no se le ocurre otra cosa que intentar acabar con él con todo lo que tenía, así que cogió el walkie con fuerza y dirigió su rabia hacia él. Parecía surtir efecto pues el golpe le fue directo a la boca y pequeñas perlas que provenían de esa parte del cuerpo saltaron para acabar esparcidas por el suelo.

~ Desbloqueo conseguido. Reactivad la energía en la menos 5 y subid. El ascensor debe funcionar ~

Todo ocurre despacio, todo ocurre lento, como en una película que ya has visto pero que no eres capaz de adelantar las escenas, el walkie-talkie suena en interferencia, entrecortado, algo se ha perdido y entonces suena un mensaje, alguien sigue ahí pero no parecen oír a Alex. Alex mantiene al tipo de la porra a una distancia considerable intentando dilucidar quien se acerca por los pasillos... es Baltasar, y entonces, aunque le ve venir queda pensando en el significado del mensaje.

Baltasar le agarra del pelo. Alex intenta echarle hacia atrás, y el guardia de la porra le lanza un porrazo que insintivamente Alex detiene con sus propias manos, es dura, es fuerte, y quiere vivir. Error, deja ir a Baltasar, solo ha sido un reflejo, no quería hacerlo. Ese presidiario flacucho al que ahora le falta un ojo y mediacara acerca la cara de Alex desollándole el cuello entero de un mordisco.

La piel se desprende como cinta adhesiva quedando al límite por el apretado cuello de la camisa por el que termina de desgarrarse la piel que el presidiario se afana en coger con una mano y meter al fondo de su garganta. Horror.

Oyes un grito, en el almacén. UAAAAAAAAAAA - Más zombies con toda seguridad

A tu lado, la doctora Maa es empotrada contra la pared por la zombie que le golpea con el puño cerrado mientras le muerde directamente en la coronilla de la cabeza. La botella de ácido cae a un lado pero no se rompe. La doctora Maa está casi indefensa y grita desesperada

IAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGH

~ Desbloqueo conseguido. Reactivad la energía en la menos 5 y subid. El ascensor debe funcionar ~

El walkie habla en la mano de Stan, en su derecha continua llevando la porra. Gerard se derrumba al final de las escaleras, no puede más, ha recibido muchas heridas y se recuesta a un lado. Stan os observa a todos y cada uno de vosotros.

Os encontrais en una sala de almacén. Las luces funcionan medianamente bien, y todo está bien iluminado. Largas estanterías recorren el lugar llenas de cajas de material de laboratorio: jeringas, agujas, sueros, botiquines, gasas, cápsulas, matraces.... Se alarga bastante. Elsa baja como una exhalación y no se detiene en su carrera.

Justo al lado de las escaleras, frente a Gerard, la puerta del ascensor, siempre junto a las escaleras de cada planta. Hay rastros de sangre y al final de los pasillos de estanterías se oye el horrible grito de dolor de una mujer IAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGH

¡Qué bien! ¡Gasas! Justo lo que el inútil de Gerard necesita para sus heridas. Pero eso no ayuda a Johnny a salvar su culo, ni nada de lo que hay en esta inmensa rebotica.

Quiciás haber una... ¿Quiomo se dicie? Muuuuuurrrrrr-dijo, agachando la cabeza y poniendo los dos índices de cuernos-¡Carrietilla! ¡Eso es! ¡Biuscar carrietilla! No... no haber tiempo...-pulsó el botón del ascensor, y se alejó de allí-meteirle en asiensior. Restio a botón runrún garaje.

Johnny siguió por los pasillos sin restos de sangre, y se ocultó entre las estanterías mientras avanzaba a lo largo de la nave lo más sigilosamente posible para evitar a la zombi que aullaba como una loba herida. Si de verdad era una mujer, que recitase a Shakespeare. Mientras no vocalizase como una persona normal, Johnny no se iba a preocupar en ver. Por otro lado, avanzaba por la nave en su dirección, sin haber encontrado una puerta. Era muy probable que se encontrara con ella en la pared del fondo de todas formas.

Elsa corrió y corrió y de entre las filas y columnas de estanterias. Se detuvo a medio camino y agachándose gateó al hueco que proporcionaba dos cajas de almacenamiento o armarios, qué mas daba. Rodeada por botellas de alcohol y gasas, la adolescente se acurrucó en sí misma rodeándose las rodillas con sus manos y balanceándose con nerviosismo. Agarró un mechón de pelo de su coleta izquierda y comenzó a estirarlo una y otra vez mientras gimoteaba bajito.

-Ayuda, ayuda.- repetía una y otra vez.- Morir, morir.- seguía.

Asomó la cabeza, y miró de un lado a otro y volvió al amparo de la oscuridad que le proporcionaba aquel hueco, de entre sus cosas sacó un cigarro y lo encendió con mano temblorosa y dió una gran calada. Con la manga de su bata se limpió las lágrimas que no dejaban de caer y se sorbió los mocos.

-Ayuda, ayuda.- seguía repitiendo murmurando. - Elsa está bien, Elsa no va a morir...- se rió bajito. Dio otra calada y volvió a gatear para asomar la cabeza mirando a un lado y a otro.- Ayuda, ayuda...- murmuró antes de volver a meterse en su hueco.

Álex vio pasar toda la vida ante sus ojos. Su dura infancia y sobretodo a su hermano. Solo esperaba que esta mierda no llegase hasta él. Se la estaban comiendo viva y ella no podía hacer mucho más. Su única oportunidad era llegar al ascensor, pero eso significaba dejarlo ahí todo, incluida a la doctora, y aunque llegase sana y salva al ascensor, probablemente moriría desangrada. Su futuro estaba decidido pero aún así lo intentó.

Intentó forcejear, a pesar de que estaba cogida de todas partes y tenía a dos hombres obcecados con matarla y lo estaban consiguiendo, vaya si lo estaban consiguiendo. Estaba sangrando como nunca en su vida había sangrado, y sus fuerzas la abandonaban con cada gota de sangre que salía de ella. Era el fin, le fue imposible escapar, no quería rendirse, pero no podía hacer nada más.

Cuando sales corriendo ninguno de los zombies puede detenerte. Simplemente sales de allí como alma que lleva el diablo, un momento mirando atrás ves como se abalanzan sobre la doctora tirándola contra el suelo, reventando el frasco de ácido. Vistes la bata de sujeto de pruebas, debajo tu ropa de calle y en tu mano el walkie-talkie. Cruzas el almacén hacia la otra punta, ya puedes ver el ascensor.

Te deslizas como una sabandija, pareces encontrar una carretilla, pero solo son orinales y barreños de plástico gigantes, te mueves agachado hacia el final del almacén. Los gritos de dolor se sofocan y los pasos a la carrera te hacen agacharte alerta a tu alrededor. Justo por el pasillo en el que estabas una joven morena (Alex) cruza hacia la dirección por la que vienes. Corre más que poseída y desesperada, viste una bata sobre la ropa de calle.

No parece haberte visto. Al final del almacén, como suponías, había una puerta con un símbolo de peligro biológico. Y justo en la puerta, tres figuras parecían darse un banquete con una cuarta, cuyos gritos no oirías ya más. Uno de ellos coge simplemente un pedacito de carne colgante que tarda en desprenderse del cuerpo y se aleja de ellos.

Alex corre hacia el ascensor, conforme llega, un hombre gordo y uniformado como el tipo de antes se prepara para recibirla con la porra en la mano bien levantada. Tras él hay un hombre ensangrentado tirado en el suelo, con los pelos rizados y una camisa de leñador. La escena para Alex es terriblemente hostil.

Elsa no atiende a su alrededor, solo ve una chica con bata, cubierta de sangre, muchísima sangre, con heridas por todas partes y el cuello medio-arrancado, su respiración es agitada y está sopesando a los dos hombres que hay al pie de la escalera, aunque su vista, está fija en un ascensor cuyo botón ya está pulsado pero cuya luz indica que está abierto en otra planta, por lo que no se está moviendo.

Álex se para en seco. No se fiaba ya ni de su sombra. Coge el walkie a modo de arma, ya lo había usado antes, así que... ¿por qué no? ¿Amigo o enemigo? Parecía ser la pregunta que se repetía continuamente. Se dio el lujo de dedicarle unos segundos para analizarlo.

Parecía amigo y tan asustado o más que ella, al igual que la otra chica escondida. Álex se apresura a destapar su humanidad levantando las manos y hablando tranquilamente.

Eh, eh... calma... baja eso... no como carne humana ni pego berridos. Hay que salir de aquí cagando leches... Dijo aún dolida por sus heridas.

La morena no pintaba muy bien. Vestía una bata de sujeto de pruebas y por debajo se le podía ver algo de ropa de calle no en muy buen estado tampoco. Varias heridas sangrantes, entre ellas golpes en la cabeza causados por objeto contundente y mordisco en el cuello con piel arrancada y todo y por último en la pierna, otra herida no tan reciente, adornaban su cuerpo.

Stan baja la porra y mira detrás al inmóvil Gerard - Yo...yo... ¿Johnny? Demonios, ¿Donde está ese indio? ¿Eres una de los sujetos de prueba verdad? - Él también mira el botón del ascensor. Está parado en algún lugar, la puerta se habrá quedado abierta. - Me parece que no podemos salir maja. Hay que hacer no se qué cochambres de la corriente aquí abajo o no podemos abrir la puerta de arriba, y mejor que no subas esas escaleras.

Stan echó otro vistazo a Gerard pero no se atrevió a tomarle el pulso. Pasó junto a Alex mirándole directamente y con precaución. Stan era grande en todos los sentidos, se agachó frente a la animadora y le tocó un tobillo - Eh... eh... Venga va, que el indio nos deja atrás. Venga bonita déjame ayudarte - La enorme mano de Stan se presenta cálida y protectora a Elsa

Por allí- Stan señala de nuevo a Alex el lugar del que acaba de venir