Shadowtown es una ciudad oscura que, en cierto modo, parece haberse ido al infierno desde hace tiempo. Violentas bandas criminales compiten por el predominio en las calles. Las corruptas autoridades, políticas y policiales, a menudo parecen tan sólo una banda más.
El mundo de Shadowtown no es la Tierra, sino un mundo vagamente similar. La tecnología imperante es equivalente a la de la segunda mitad del siglo XX (años 80).
La gente suele aceptar que lo mágico y lo sobrenatural fue real, pero que es algo que pertenece a un pasado histórico, casi mitológico. No es algo en lo que las personas normales quieran pensar o creer por lo general en su día a día.
Salir de Shadowtown no es fácil, como tampoco lo es tener sueños y aspiraciones más allá de la vida cotidiana, pues la ciudad tiende a asfixiar y aplastar a los soñadores.
En ausencia del Duque de Transilvania, el Caballero Durius quedó al cargo de la Corte, del castillo, de la capital, y, en cierta medida, de toda Transilvania.
Lo que tenía que haber sido una doble boda de alianzas y festejos que sirvieran para cimentar buenas y sólidas relaciones se acabó convirtiendo en un desastre de proporciones catastróficas. Se produjeron muchas muertes, mucha confusión, y al final la Casa Basarab al completo acabó exiliándose a Polonia.
A su regreso al país, el Duque Gyula Kadar no estaba contento, no confiaba en ninguno de sus fieles seguidores, por lo que los exilió a todos al devastado feudo de Slobozia con la excusa de repoblarlo y hacerlo próspero.
Hay lugares donde el tiempo parece estar estancado. Todos los días son iguales, no hay cambios, nada se mueve. Sin embargo la gente es feliz. En este suburbio del Midwest americano, la calma es moneda corriente, enroque de ambición y progreso por una estabilidad tranquila que brinda el exclusivo lujo de dormir a la noche sin trabar cerraduras. Pero cuando algo quiebra ese sosiego, el ruido retumba por cada rincón de la ciudad y, lo peor de todo, es que nadie sabe que es lo que está pasando.