Partida Rol por web

El parque era un buen lugar para pasear a los perros.

Era uno de los mejores lugares por que la gente lo había querido así. En él se podían ver paseadores de perros varios, gente con un sólo animal que iba allí a que gaste energía y que haga sus cositas ( Sobre todo la gente que vivía en apartamentos y que no tenía la posibilidad de tener un jardín. )

Además, se respiraba un aire bastante puro, y la gente también aprovechaba para hacer deporte, correr por los caminos y las madres petaban la zona de juegos infantiles a la hora que los niños salían de clase.

Este era un día normal, como cualquier otro.

Un día más en la vida de Allie.

Después de dejar todas las cosas, guardar bien la bicicleta y comer algo, Allie se dispone a hacer su recorrido entre las casas del barrio para recoger a los que serían sus verdaderos clientes.

No tarda en llegar caminando a la primera parada: La casa de los Norris.

La verdad es que apenas conocía a gente del barrio, sólo a sus vecinos y de vista. Estaba cansada de ver cómo la gente intentaba disimular sus miradas despectivas provocadas por su situación familiar. No le molestaba, no... por el contrario. Allie entiende que hay gente que necesita despreciar los problemas de los demás y gastar toda su energía odiandolos para no centrarse en los suyos propios. Así que no culpaba a nadie, simplemente prefería evitar hostilidades.

Así que tampoco conocía bien a las famílias de los animales que iba a pasear. Para encontrar el trabajo había colgado algunos carteles en tiendas del barrio y al final, había conseguido cuatro llamadas. Quizá con el boca a boca consiguiera más clientes si hacía bien su trabajo... De momento, conseguiría 8 euros por día y por persona. Es decir, 4 euros por paseo. Contando que debía sacar a sus nuevos amigos 2 veces al día... eso hacían 32 euros diarios. Lo cual, no estaba nada mal.

Así pues, se presenta a la hora convenida en la puerta de la primera casa, la más cercana a la suya.

La puerta de abrió de golpe y un perro salió a tu encuentro, posando sus patas delanteras sobre tu pecho. Era un perro enorme y tú lo sabías, y también sabías que siempre te recibía de esa manera. Pero era un perro limpio, siempre estaba bañadito y perfumado, por lo que no te molestaba que se te subiera encima, por lo menos justo antes de sacarlo. Después era otro cantar.

El perrazo, un pastor alemán más bueno que lassie atada y con bozal, se llamaba Jolteon y tenía en el collar, en vez de una medalla, una pokeball con su nombre.

El dueño, un freaks de los ordenadores que trabajaba desde su casa, salió detrás de él sin la correa, ya que esta estaba siendo arrastrada por el perro por el suelo. Siempre se le escapaba, pero tu no juzgabas a los dueños si el perro estaba contento y este al parecer era un buen dueño.

- Has llegado dos minutos antes y te ha olido desde lejos. - Dijo con una sonrisa mientras intentaba coger la correa del suelo para después dártela en la mano. - Hoy está muy jugetón y tengo que entregar un trabajo para mañana muy importante. ¿Te molestaría tenerlo un par de horas más? Está claro que te pagaré el triple de la tarifa habitual por ser algo así tan repentino. - Continuó metiéndose la mano en el bolsillo y sacando un billete de cincuenta euros.

Alberto frunció el ceño mientras miraba el billete y después de unos segundos te lo entregó.

- Mira, quédate con todo y comprale algo para que juegue o no sé... tú verás que eres la experta. -

El tío te saludo con un ademán de su cabeza y cerró la puerta mientras se iba murmurando no sé que cosa de un edificio nuevo.

Allie saluda a Alberto con una sonrisa al verlo, procurando no perder el equilibrio por tener encima a su perro.

¡Ey! Hola, hola, grandullón... -Acaricia al perro para intentar calmarlo y luego coge la correa que su dueño ofrecía.

¡Gracias! Vaya... ¿Me pagas por adelantado? Debes estar ocupado... No te preocupes, yo te lo entretengo lo que haga falta.

Y con un guiño de ojo, Allie abre la reja dando un tirón de la correa al perro para situarlo detrás de ella y saliendo ella primero. Había empezado a leer un libro de el famoso "Dog Whisperer", y tenía una pauta más o menos clara... aunque no sabía si podría cumplirla y seguirla durante mucho tiempo.

Enseguida se pone en marcha para ir a buscar al siguiente perro de la lista. De nuevo una dirección de alguien que apenas conocía.

Jolteon saltaba de un lado hacía otro hasta que le has cogido la correa. En ese momento, se colocó a tu lado y te miraba con carita tristona. Pero por lo menos te hacía caso y no se alborotaba.

Caminaste un par de calles más hasta que llegaste a un piso de apartamentos.

Sabías que el sitio era en el 5º B, sin embargo, la puerta estaba cerrada.

El telefonillo estaba a tu derecha y Jolteon parecía estar acostumbrado a que lo saquen a pasear y a portarse bien.

Le das al botón y una voz de mujer te atiende, la cual, al decirle quién eres, te abre la puerta y te dice que cuando llegues golpees fuerte que no funciona su timbre, que mientras va a preparar a su hija para el paseo.

Allie sonríe a Jolteon y se permite acariciarle la cabeza con cuidado por haberse portado tan bien. Alberto lo tenía bien educado.

Buen chico, Jolteon... Cuando nos quedemos solos iremos a una tienda y te compraré lo que quieras, ¿vale?

Cuando se abre la puerta, empieza a caminar al interior con Jolteon tras de ella cogido por la correa. ¿Qué tipo de perro tiene que prepararse antes de salir? No puede evitar preguntarse mientras espera delante de la puerta y empieza a golpearla un par de veces con la mano izquierda.

La puerta resonó en el pasillo cuando llegaste hasta ella y la aporreaste.

- ¡YA VOY! ¡YA VOY! - Gritó una señora desde dentro.

A los pocos segundos, una anciana salió del piso, con una rosa en la mano.

- ¡ME HAS PILLADO ARREGLANDO EL JARDÍN! ¿QUIERES UNA ROSA? - Dijo mientras te ofrecía la que tenía en la mano.

En la otra mano tenía una correa, al final de la cual, se encontraba Lucy, una perra bastante bonita y super arregladita.

- AQUÍ TE DEJO A MI HIJA. - Seguramente estaba como una tápia, hablaba normalmente a los gritos. - CUÍDAMELA BIEN, ¿SI? -

Y te pasó la correa con Lucy.

Allie coge la rosa con una mano, agradecida, y la correa de la pequeña Lucy con la otra, la misma con la que lleva a Jolteon.

NO SE PREOCUPE, SEÑORA. LUCY ESTARÁ EN MUY BUENA COMPAÑÍA.

Alza también la voz por si su nueva clienta no la escuchaba bien. Enseguida se pone en marcha, dando media vuelta, y vigilando a los dos perros de reojo. Intenta mantener una postura firme pero relajada, y en parte, el llevar la rosa en la mano, ayuda.

Vaya, vaya... Lucy es toda una damita, ¿verdad, Jolteon? No puedes quejarte...

Bromea murmurando hacia ambos mientras baja las escaleras del edificio. Siempre había preferido las escaleras al ascensor, aunque reconocía que para personas mayores o cuando llevas mucha carga, era una buena opción.

Al llegar a la siguiente casa, no puede evitar dirigirse de nuevo a sus compañeros de paseo.

A ver quién nos espera ahora... ya sólo tenemos un par de paradas más e iremos al parque.

Caminabas tranquilamente por la calle con tus perros, los cuales se portaban bastante bien.

La verdad es que, seguramente, estaban acostumbrados a pasear junto a otros perros, pero tampoco ibas a quitarte mérito tú, que era tu primera vez con ellos y todo estaba saliendo a las mil maravillas.

Cruzaste un par de calles, dejando atrás a los edificios y llegasta a tu tercer parada.

Esa casa era una casa de dos pisos, pintada de blanco y con tejas rojas. Una pequeña balustrada de escayola le daba un aire chic, y un gran jardín delantero con muchos rosales se interponía entre la entrada y la casa. A un lado de la casa, pudiste ver una reja que permitía entrar al patio interior, y allí, con las patas delanteras sobre las rejas y ladrando como un descosido estaba tu tercer cliente. Un enorme cliente.

Entraste y tocaste el timbre, que sonó con un"ding dong" algo raro.

- ¡YA VOY! - Gritó una voz grave desde dentro, la cual hizo que el perro ladrara más alto.

Allie no puede evitar sorprenderse y frenar en seco al ver al enorme chucho apoyado en la reja.

Uou... Quietos aquí vosotros...

Ordena dando un suave tirón de las correas de los perros que ya lleva consigo para mantenerlos a una distancia prudencial de la reja. Mientras espera al dueño del perro, hace acopio de fuerzas y recordando que no debe tener miedo se acerca al "pequeño" animal.

Ey, hola... Esa debe ser tu forma de saludar, ¿verdad?

Murmurando, tantea la agresividad del perro antes de acercar la mano para que la olisquée. No era plan de llevarse un bocado el primer día.

- ¡YA VA! ¡DEJA DE LADRAR! - Gritó el hombre de dentro de la casa. - ¡Me estoy cambiando, ya salgo, joder! -

El perro, dejó de ladrar automaticamente ante el grito del hombre, por lo cual, cuando te acercaste a él estaba bastante tranquilo. El chucho comenzó a olisquearte la mano, sintiendo el aroma de los otros dos perros que llevabas, y no parecía agresivo. Es más, se sentó sobre sus patas traseras de manera extraña sólo para olfatearte más cómodo.

Después, simplemente soltó un "Guau".

Al mismo tiempo, escuchaste el cerrojo de la puerta principal abrirse.

- ¿Sí? ¿Dónde estás, chiquilla? -

Allie sonríe al ver que había hecho bien en no asustarse. Al parecer, el perro es un bonachón.

¡Hola! ¡Estoy aquí! ¡En la reja!

Exclama cuando escucha que alguien la llama. Podría haberse tomado la decencia de aprenderse su nombre, al menos... Pero tampoco iba a reprochar nada cuando ni ella misma conocía el suyo.

Un hombre vestido de militar y con una gata entre los brazos salió a tu encuentro con rostro serio.

- No se lo decía a usted, señorita Ávila, hablaba con Madam Wiskers. - Dijo mientras acariciaba la espalda de la gata persa que al parecer, estaba recién peinada. - Entonces, usted será la encargada de hacer que HMMWV... - Lo dijo con todas las siglas, una a una. - salga a un reconocimiento del terreno, ¿no es así, señorita? -

El coronel se acercó al perro y lo miró a los ojos.

Este pareció casi cuadrarse como un soldado cuando se le acercó y se puso duro como una estatua, mientras el coronel le abría la reja. Y allí se quedó quieto, esperando una órden.

- Puede usted romper filas, soldado. Tiempo de esparcimiento. Lo quiero aquí a las diecinueve mil treinta horas. -

Después se giró a ti. No tenía correa puesta, sólo un collar de camuflaje. El coronel tampoco tenía correa en la mano.

- Sea dura con él, señorita Ávila, las órdenes seguras y precisas. Y si el soldado se comporta mal, espero un informe detallado al regreso, ¿copiado? - Miró al perro. - HMMWV puede partir. -

Allie no puede evitar casi cuadrarse también cuando el coronel se dirige a ella. Por un instante puede incluso entender que el perro se comporte así.

Claro... señor. -Añade la última palabra casi a última hora.

Ni siquiera se atreve a preguntar el significado de las siglas, y aunque no está muy segura de sacar a un perro que no conoce sin correa, tampoco se ve capaz de replicar. Así que carraspeando primero y luego mirando al perro, le da su primera orden.

Andando.

Y empieza a caminar junto a los tres perros, mirando de reojo al coronel... ¿Debería haber pedido permiso para romper filas ella también?

Cuando te giras, el coronel está cuadrado en la puerta con la mano sobre la frente a modo de saludo militar. Sigues caminando, te giras otra vez y allí sigue, saludándote mientras te alejas. Al girar la esquina, lo haces mirando hacia atrás, y sólo en ese momento, el hombre sale hacia la entrada de su casa y un coche que parece ser oficial lo recoge y sale en dirección contraria a la que has tomado.

El perro del coronel, camina a tu lado mirando al frente, como si nada a su alrededor existiera. Los otros lo olfatean pero este, se mantiene impreterrito en su andar, como buen soldado. Es un perro joven y bueno, y además, no puedes negar que está completamente bien entrenado para obedecer las órdenes que se le dan. Es un buen soldado, diría el coronel y la verdad es que tenías razon.

Te queda sólo uno, el último de la jauría algo variopinta de perros que llevas a tu lado.

Giras otra vez la esquina hasta que llegas a un pequeño claro en dónde puedes ver varias caravanas aparcadas en fila. La gente va y viene por ellas, y también puedes ver perros que corren sin correa entre las mismas. Uno de ellos, parece olfatear el aire y se gira hacia ti, ladrándo una vez para avisar a sus compañeros perrunos, que se colocan junto a él para observar que sucede. Algunos de esos perros llevan correa, otros, simplemente parecen perros callejeros que encontraron en ese lugar una familia que los acepte.

Allie parece más confiada ahora que ha comprobado la fidelidad del perro más grande de su "manada", ya que mientras estuviera con ellos, debía considerarla como algo así... Y es esa misma confianza la que hace que al ver tantos perros sueltos, sonríe en vez de preocuparse.

Junto.

Ordena a HMMWV (algún día tendría que preguntar el significado de cada sigla a su dueño... pero quizá cuando cogiera más confianza), para que no se despegue de su lado mientras sujeta más cortas las correas de Lucy y Jolteon. Tampoco estaba mal tomar precauciones, ¿no? Su compañía era encantadora, pero quizá al resto de perros allí presentes no les hiciera gracia la entrada de otros animales en su "territorio". Y teniendo en cuenta que algunos de ellos iban sin correa, sería mejor tener cuidado.

Enseguida empieza a buscar la dirección que tiene apuntada en un papel. ¿Era aquella la dirección de una caravana?

Pues sí.

La dirección ponía ese parking, y un número de caravana.

Más precisamente, esa que tenías delante.

Los perros no se movieron hasta que uno de ellos, comenzó a avanzar hacia ti y los otros tres. Los demás los siguieron tranquilamente, hasta que te rodearon ( eran más de ocho ) y comenzaron a olfatearse entre ellos, pero siempre con tranquilidad. No parecían hostiles y el único perro que tenías sin correa, estaba firme como un rizo de estatua a tu lado.

Se olfatearon un par de veces, unos a otros hasta que una voz resonó en una de las caravanas, o por allí.

- ¿Fido? ¿Ónde te há metido? ¡Ven que tengo que ponerte la cuerda pa´que te saquen a paseá! -

Uno de los perros que tenías de delante, comenzó a mover la cola y salió hacia la caravana, con los demás siguiéndolo de cerca y dejándote en paz.

La voz volvió a hablar.

- Aquí tás, maldito chucho. ¿Qué? ¿Quería hacé esperá a la chica no? Anda, ven... ¿tus amigos tambié van a ir? No sé si etá bien eso... ven ven... -

Allie carraspea y finalmente alza la voz para saludar, observando la curiosa situación.

¿Hola?

Pregunta en dirección a la caravana para llamar la atención de algún humano. En parte, tenía curiosidad por ver cómo sería alguien capaz de acoger a tantos animales sin techo, pues parecía que sólo era dueño de uno de ellos.

Da un respingo al escuchar que los amigos de Fito iban a acompañarlo... quizá serían demasiados. Baja su mirada a sus tres pequeños y éstos se la devuelven, como si estuvieran esperando algo.

Bueno... vosotros no vais a dar problemas, ¿verdad?

Se agacha, acuclillada, para acariciarlos a los tres en la cabeza con suavidad mientras espera con una sonrisa en los labios.