Partida Rol por web

Se antoja un esfuerzo titánico desplazarme por la playa. El escozor me muerde y se ve reflejado en la forma en que tuerzo el rostro como consecuencia. Me daba auténtico pánico sacarme la flecha y desangrarme, o algo peor. Siento que me va a dar algo por momento, de nervios y tensión. Decido ante eso volver a sentarme en la arena, inmovilizando la pierna.

Si bien no era buena idea sacarla, no era buena idea tampoco dejarla. ¿Acaso no acabaría también infectándose?

- ¿Estás sola? ¿No hay nadie mas? - pregunto, porque comenzaba a pensar que estaba en un sitio diferente. 

Ella te sigue ligeramente por la playa, aunque no parece sentirse muy cómoda fuera del agua. Mira a todas partes, con movimientos rápidos y nerviosos.

-No- dice a lo de estar sola y señala el agua. Tú no ves nada en el agua, pero supones que los suyos están vigilando. -Puedo traerte algo para eso- señala tu pierna, la cual no podía curar pero parece que quería ayudar igualmente.

Mis ojos miran con inquietud el agua hacia la que señala, cayendo yo lo que significa. Claro que no estaba sola, había más cosas de esas en el agua. Ella no parecía hostil, pero no se el resto y eso me pone un poco nerviosa. Casi siento ya el sabor de la ansiedad en mi boca y me cuesta respirar en consecuencia.

- Vale, vale... - trago saliva, no sin dificultad y asiento a su ofrecimiento de traerme algo para la pierna. Funcionara o no, al menos se iría un poco y yo pondría en orden mis ideas- Te lo agradecería...

Nük no parece hostil, pero no sabes que hay bajo el agua. No sabes mucho de los profundos, en realidad es raro verlos asomar por la playa si hay alguien. De hecho a veces asomaban a coger conchas o restos de objetos humanos de la playa, pero solo si los otros seres estaban muy lejos de la playa.

Como sea, Nük va con su caminar extraño hacia el agua. Cualquiera diría que era la mezcla de un mono y un cangrejo al caminar. Así se interna en el agua, bajo el profundo y basto mar. Quedas sola. Te sientes observada, claro que sí. Seguramente por los coetáneos de Nük, quizás por alguien más.

Al rato, no sabes cuánto, vuelve Nük con una especie de bola de lo que parecen algas en la mano. Huelen muy fuerte, a mar y ligeramente a putrefacción.

La sensación de paso del tiempo es confusa y no sé realmente cuando tiempo gasta Nuk bajo el agua. Porque mientras ella está ausente, yo estoy lidiando con mi situación y con el temor de que en cualquier momento sus amiguitos decidieran salir a "saludarme". En ese caso estaba vendida, pues la herida no me dejaría tregua como para intentar huir.

Pero no, la única que parecer salir del agua es ella, portando algo que huele realmente mal. Al menos así lo percibo, desde mi olfato de bastet. No puedo evitar hacer un pequeño gesto de desagrado con la cara. 

- ¿Eso son algas?  - le pregunto, porque era lo que aparentaban. Pero a juzgar por el olor, quizá era peor el remedio que la maldita enfermedad. 

-Algas- confirma y las frota contra tu herida. La sal del mar hace que te pique bastante aquel gesto. Rabias por el dolor, no crees que eso en realidad pueda ayudarte. Nük parece bastante convencido de eso, que ahí te deja las algas y frota un poco.

Antes de que pueda hacer nada, me está untando aquella mugre en la herida donde sigue la flecha ensartada. Antes de que pueda hacer nada, la salitre me muerde y tengo que apretar los dientes para no emitir un sonoro y desgarrador grito. 

- Quema, joder, quema... - digo en tono lastimero - No, no creo que esto funcione... se me va a infectar o algo peor... - seguía pensando que tendría que quitarme la flecha en algún momento. - El problema es la flecha, hay... - vuelvo a apretar los dientes acerrando los ojos por el color - ... hay que sacarla, como sea. 

-No quema, cura- dice Nük, que sigue untando quieras o no. Llega un momento que aquello deja de escocer por la sal. -Sacar no, es malo- insiste. -Sacarla es mal.

La quemazón cesa, pero tengo lágrimas remanentes en mis ojos, por el dolor. Nuk insistía que esa bola de algas era curativa, vale, pero yo seguía en mis trece porque había algo que era de cajón:

-  Si no la saco se va a infectar, no la puedo dejar ahí para siempre... No me voy a desangrar pero se va a infectar...-niego, algo más serena a esas alturas. - ¿Seguro que no hay nadie más en esa isla?

Nük no parece decir mucho más sobre tu lógica de sacar la flecha, él no lo veía buena idea desde luego pero era tu pierna. Pero cuando preguntas por una isla te mira con extrañeza y mira hacia el mar, donde no hay ningún trozo de tierra a la vista.

-¿Isla?

Estaba diciendo idioteces, soy consciente en el momento en que ese flash barre en mi memoria y me hace ver con nitidez hechos anteriores. La flor, la flecha, tras la cual no caí por ningún acantilado, sino que me petrifiqué entre intenso dolor. Sin duda me han tirado por el precipicio para que me ahogue o para que los amiguitos de Nuk se lo pasaran bien a mi salud. Con todo eso, caigo en la cuenta de que alguien me debió sacar, y con eso tengo que mirar a mi acompañante.

Niego, recobrando poco a poco mi estado mental y dejando atrás la turbación. 

- Nada... es... - niego - No me caí, me han tirado. Un elfo me ha tirado... Tengo que volver a casa - le digo, examinando bien mis bolsillos y verificando que la flor no está allí. Me la quitaron, eso está claro, y no estaba en las mejores condiciones para subir allí y luchar por ella. Devian me echaría el sermón y estaría pesado unos días, pero estoy herida y los elfos están en alerta.

Hago una prueba para verificar que todo está en orden, pese a la flecha: doy ordenes  a mi cuerpo para que retome su mullida, peluda y felina forma.

Claramente no llevas la flor encima, el elfo la debió coger y tratar de deshacerse de ti posteriormente. Aquel maldito te había tirado por el acantilado seguro.

-Tirado… Es peligroso, puedes llegar a ahog- comienza a decir Tük hasta que te ve cambiar. Tus huesos chasquean con tu cambio de forma, un sonido característico al que estabas acostumbrada, pero no el profundo. Sus ojos se abren con una expresión que va del miedo al asombro al oír como tus huesos se recolocan. Así pasas a tener de nuevo tu forma felina. Tük te mira con verdadera confusión.

Para mi forma parte del día a día, ni siquiera recordaba la primera vez en que se había producido la transformación, pero Nuk parece parece debatirse entre sentimientos encontrados. Por momentos parecería que está a punto de huir, aunque luego parece que le gana la curiosidad.

La miro, ya en estado gatuno, tentando ahora la herida de mi pata. Incapaz de hablar ahora*, le dedico una asentimiento a Nuk con intenciones de que sea un mudo "gracias". Si no es por ella seguramente me hubiera ahogado. No tenía la flor pero así no iba a volver a bosque a recuperar nada, era suicida, y estimaba mi vida de momento. 

Tras eso simplemente trato de volver a casa poco a poco, si es que puedo. 

Sales de la playa y te marchas, en tu forma de gato moverte es más fácil. Cojeas de una de las patas, pero tienes otras tres para moverte a buena velocidad. Dejas atrás el olor a salitre, le brisa del mar y la humedad y tratas de subir hacia donde peinsas que estabas hace no tanto.

Subir a la zona boscosa donde el elfo te alcanzó con la flecha no es tan complicado. Esa flecha que sigue clavada en tu pierna y que al correr es una molestia evidente.

Si soy capaz de llegar a la zona boscosa, según piso en lugar me muevo con más cautela y atención. Los elfos bien podían estar en pie de guerra y encontrarme con otro en esas condiciones no podía ser bueno. Volvía a casa con el rabo entre las piernas, sin la flor que me habían encomendado, pero herida no me iba a aventurar mucho más. La flecha era una molestia que me tendría que quitar tarde o temprano, pero hacerlo aquí en mitad de todo esto, no era la mejor de las ideas. Podría desangrarme por el camino. 

Trato de orientarme y de ir volviendo poco a poco a casa, si no puedo correr, no corro. A malas podría hacer un poco de fuego para cauterizar la herida si veía que no podía mas o el camino es demasiado largo, pero eso lo iría viendo por el camino. 

Llegas hasta allá, aunque no ves ningún elfo alrededor. La flecha te molesta y pierdes algo de sangre, lo que puede ser peligroso para los predadores de alrededor. Pero eso lo hueles en el aire y lo sientes sobre tu pelaje: te observan.

Vuelves a casa, no la tuya, pero la de Devian que es quien te acoge. Es tu hogar ahora pues es quien te enseña lo necesario de magia. Nadie más te enseñaría. Al entrar al hogar ves que Devian no está, debe haber salido.

Casi agradezco que no esté, seguramente me regalaría toda un perorata de incursión inútil. No le faltaría razón, pero con una flecha clavaba en la pierna era lo ultimo que deseaba nada mas llegar. Olfateo un poco el aire al llegar, como había hecho durante todo el camino, permitiéndome darme cuenta que estaba atrayendo la atención de posibles predadores. Lo hago por inercia, es mi forma de reconocer el terreno y de saber cosas. Como de cuanto hace que se fue, por la cantidad de olor remanente que aun permanece en la estancia. Como quien se tumba en una cama caliente y sabes que acaban de salir de ella. 

Miro si tiene fuego encendido, en el hogar, en la chimenea. Porque tendría que sacarme las castañas del fuego sola.  

La cabaña por dentro era digno de ver, quitando los útiles, cacharros y libros para hacer magia, era una cabaña bastante peculiar y bonita. Alrededor no has olido nada extraño por lo que no te sientes en peligro, aunque el olfato de un gato no era el mejor, te ayudaba a saber cuándo estabas en peligro o no.

En la chimenea hay algunos rescoldos de lo que una vez fue una hoguera, unas ascuas que están luchando por no apagarse con escaso resultado si no son avivadas.

Me acerco a avivar un poco las llamas con un fuelle, no lo hago porque vaya a cautrizar de primeras, sino por si necesitaba el juego para la curación. El fuego era eficaz pero bastante violento, así pues lo dejaría como última opción. Me muevo con cuidado de no empeorar la herida y, cuando consiga volver a dar vida a las brasas, me acerco a donde tiene los utensilios, materiales y libros de magia, a ver que puedo encontrar que me sirva a arreglar el tema de mi herida, sin desangrarme. 

Puedes encontrar un libro de heridas varias por armas y usarlo para sacar la flecha sin desangrarte, junto con un conjuro. Devian tenía todo el material necesario para que hagas el hechizo.