Partida Rol por web

El camino continuaba junto a las rocas durante un largo trecho. El grupo observaba en todas direcciones tratando de encontrar alguna señal del rostro de Ohinn tal y como, al parecer, les había indicado la poderosa señora de aquellas tierras. Aquello parecía una perdida de tiempo, no podían esperar que los dioses se apareciesen ante ellos sin más. Pero lo que ellos no sabían es que no eran personas normales y corrientes, su destino era muy diferente...

De pronto salió el sol durante unos instantes y sobre sus cabezas, en una cornisa a 50 pasos de alto, un resplandor brillante llamó su atención. Y más alto aún, en el cielo, dos cuervos volaban en círculos...

Klemet aún sentía el cosquilleo de las heridas y rasguños sufrido en la subida, pero sentía que cada vez estaban más cerca de alcanzar el objetivo que de alguna manera tenían delante.

Aquel brillo le deslumbró un segundo, pero lo que había más allá fue lo que verdaderamente captó su atención. Aquella pareja de cuervos volando en círculos...

- Quizás hoy sí sea nuestro día, al fin y al cabo. - dijo apretando el bastón y dando un paso adelante, señalando a las dos aves

El hirdman torció el gesto cuando Throgrim le recordó su tarea y sus órdenes, pues a Sigurd esas órdenes se le hacían cada vez más difíciles de cumplir. No podía proteger a Jorunn si ella no confiaba en él, pero le preocupaban las implicaciones de las palabras que dijo, o le preocupaba estar él en un error. Fuera lo que fuera, tendría que protegerla así que lo mejor sería esperar, por ahora, y dedicarse a su tarea.

El hirdman continuó caminando detrás del berserker, deseando llegar de nuevo a la playa. En realidad deseaba volver a casa, no creía que encontrasen muy pronto el rostro de Odhinn.

Algo, sin embargo llamó su atención y levantó la vista hacia la cornisa que tenían arriba, donde se fijó, había dos aves volando en círculos...

-Cuervos. Dos...- miró a Hild, los cuervos representaban al dios de la sabiduría, y los lobos al dios de la guerra y eso formaba el todo. Hugin y Munin, los dos cuervos del dios, aunque sería demasiado esperar que fueran precisamente esos cuervos... no podían dejar pasar esto así por las buenas tras las palabras de la Dama ¿sería esa la señal que esperaban?

-Tal vez...- comenzó, dejando la frase en el aire y mirando las aves.

Jorunn caminaba pensativa siguieendo a los guerreros mientras pensaba en la mala suerte que había caracterizado su primera misión. Estaba claro que la primera vez solía no ser como uno se la esperaba, pero estar al borde de la muerte no era precisamente lo que había deseado tener como anécdota. Estar a punto de perder a Hild también y a Sigurd también le había afectado, y ahora se daba cuenta de que quizás era demasiado sentimental en las pérdidas. Era inevitable, si no moría ella primero tendría que ver morir a sus seres queridos. La chica iba rumiando y sintiéndose cada vez más fuera de lugar. ¿Por qué no podía llevar algo de gloria a su familia como había hecho su hermano y hermana? En aquel momento Jurunn levantó la vista y todos aquellos pensamientos desaparecieron. ¡Mirad! dijo con los ojos muy abiertos. ¿Nos señalan algo? ¿Esa cosa brillante?Debemos ir allí

-Más fácil decirlo que hacerlo...- Comentó el hirdman, más para sí mismo, pues la escalada no parece para nada sencilla. Parecía mucho más complicada que la última, lo cual no los dejaba en muy buen lugar... pero Jorunn ha dicho una verdad obvia y tendrían que subir ahí, al menos para saber qué era lo que esos cuervos señalaban, si es que señalaban algo.

El hirdman recogió la cuerda que había enrollado en su última escalada, escalada de la que tres del grupo aún conservaban bonitas señales. El que mejor se mostró en la escalada fue el berserker, que fue capaz de hacerla sin cuerda y con algo de pericia.

Además, era el que menos cargas llevaba salvo por el gran hacha que siempre lo acompañaba, hacha que aún a malas alguno de nosotros podría guardar.

Le tendió la cuerda al otro guerrero del grupo, creyendo que era la solución más lógica -Tal vez deberías intentar lo que hicimos antes, te podrían seguir Yngwe y Jorunn subiendo por la cuerda. Yo me quedaré abajo, protegiendo a Hild y Klemet...- ninguno de esos dos estaba como para escalar a un saliente cincuenta metros por encima de sus cabezas, y no los podían dejar solos. El hirdman hubiera dado mucho por poder subir y ver lo que señalaban esos cuervos, sin embargo tenía claro cual era la mejor solución para el grupo.

Por otra parte y si fuera por él, Jorunn, se quedaría donde está sobre todo dado su actual estado. Pero no tenía ganas de ponerse a discutir sobre si la chica debería subir o no, además, una cosa es impedirle hacer locuras y otra muy distinta impedirle tomar los riesgos que cualquiera de ellos aceptaría de buen grado. Jorunn al fin y al cabo, era una guerrera.

-¿Qué os parece?- preguntó en general, pues estaba seguro de que Hild y Klemet, sobre todo ellos, deseaban saber qué había en el saliente... Pero desgraciadamente no creía que fuera seguro arriesgarse a que sufrieran más daños después de los que habían recibido, y esa escalada parece mucho más peligrosa que la anterior...

Aquella escalada parecía mucho más compleja que la anterior. El glaciar era tan estrecho y frágil que solo una persona fuerte y ligera podría subir allí ya que tendría que trepar por el acantilado con ayuda de las manos lo cual, debido a aquel frío sobrenatural, era complicado ya que las piedras eran afiladas y estaban cubiertas de hielo por lo que los guantes de poco o nada servirían.

Yngwe se mantuvo fijamente mirando los cuervos, las leyendas de la bruja no habían sido del todo ciertas y ahora se sentía uno de los scaldas con más suerte del mundo pues podría narrar como la fría bruja trataba de fundir las mentes para calentar su cuerpo y satisfacer sus solitarios deseos, por otro lado, normales.

Pasó la mano por el glaciar observando los cuervos, era una subida difícil, y muy peligrosa, pero iría hasta la cima y más allá, para Yngwe lo más lógico sin duda era encontrar la respuesta de los dioses si la de la bruja no les había servido, las palabras de esa mujer no salvarían al clan kjari, pero sí les daba una oportunidad de encontrar qué lo haría, y la decisión de Jorunn era la acertada por mucho que Sigurd se emperrara en volver.

Sí claro - Respondió  distraídamente a Sigurd - Tenemos que ver qué es aquello, ¿De qué nos servirían las palabras de la bruja si no?

A Jorunn no le había gustado que Sigurd tomase las decisiones ya que denotaba una total falta de confianza hacia ella. Sin embargo, la sugerencia que había dado era la que ella misma pensaba, y había terminado con una pregunta, no con una orden. Por otra parte había algo en esa idea que Sigurd no había pensado. 

No—respondió—Thorgrimm no puede subir en primer lugar. Es demasiado pesado  y podría caer...y también romper las posibilidades de subir a los demas. Los pocos asideros parecían tan frágiles que, sin dudarlo se romperían bajo el peso del berseker. Es  mejor que él suba el último. 

O tu o yo, Sigurd...necesitamos alguien fuerte, pero también ligero. Sobre todo ligero. Arriba no habrá enemigos, estoy segura..además yo debería subir en primer lugar.

Subiré yo en primer lugar. Después lo harás tú. No creo que haya nada peligroso allí arriba pero debemos asegurarnos. Yngwe, Hild y Klemet serán los siguientes, les ayudaremos con cuerdas si lo necesitan y Thorgrimm subirá en último lugar. Además del riesgo de romper los asideros, será más fácil  sujetarlo entre varios, si estos ceden.

El hombre torció el gesto al escuchar las palabras de Jorunn, alzando la cabeza con orgullo. - No soy un anciano ni un tullido. Podré subir por mi cuenta, no es tan difícil como la primera vez. Además, apenas estoy magullado, estuve mucho peor el otro día. - dijo con determinación - Decidid rápido quien subirá primero o seré yo mismo quien lo haga. -

Hild escuchó a todos sin decir palabra, pues ya había dicho suficiente y comprobaba que sus palabras no servían para nada.

- Yo me quedo.

Mira como te respetan Jorunn, esa es la prueba de lo "bien" que has dirigido la misión. 

De acuerdo, Entonces Thorgrimm se quedará abajo para protegerte. Jorunn ya había posado la mano sobre el glaciar para comenzar la escalada. Pese al miedo que le daba caer, casi prefería que aquello ocurriese a seguir sintiendo tanta humillación. La chica era consciente del peligro, pero habían visto una señal y estaba dispuesta a seguirla. No conviene dejar a nadie solo. Si alguno más quiere quedarse abajo que lo diga.  Antes de subir miró a Sigurd, sabiendo que estaría en contra de que ella fuese primero. Le comprendía, pero él no la comprendía a ella. La joven necesitaba hacer algo útil. Con la mala suerte que había acompañado a cada uno de sus actos era algo que necesitaba hacer.

Sigurd frunció el ceño, en la anterior escalada llevada acabo con una cuerda Jorunn no había sido precisamente la mejor. Y ahora quería arriesgarse ¿para qué? Jorunn no aceptaba su protección y encima para protegerla debía de rebelarse contra ella. Hiciera lo que hiciera desobedecía al jarl directa o indirectamente, Sigurd no albergaba esperanzas de que su honor en el clan Kjari se mantuviera, pues Jorunn y sus decisiones habían condenado su posición.

Sigurd se había visto obligado a dejar que se lanzara a las heladas aguas, después a abandonarla en mitad de un combate, y ahora a dejar que ella subiera arriesgando su vida cuando habían otras cinco personas que podrían hacerlo... incluido él mismo.

No tomaré parte en esto.

El jarl se iba a enterar de lo que había pasado ¿acaso no dirían la verdad cuando preguntara? ¿Incumplirían sus juramentos y se deshonrarían por un hirdman? No, y Sigurd tampoco lo permitiría. Lo mejor que puede hacer es probar suerte en otro clan, es un buen guerrero... y ya tenía pensado donde acudir, no muy lejos de casa. Pero ese clan se sentiría contento de que un miembro del clan Kjari prefiriera estar con ellos.

Se llevó la mano a su muñeca y cogió su brazalete, arrojándolo a los pies de Jorunn.

Sin decir media palabra siquiera, continuó el camino, con intención de dejar atrás la cornisa y a sus compañeros. Junto a ellos no estaba su destino, no lo creía.

- ¿Acaso deseas nuestra muerte, Sigurd Ivarsson? - exclamó al ver como el hirdman se comenzaba a alejar, sin inmutarse por su gesto enfadado - Si ahora mismo los salvajes nos atacaran, superándonos en número, ¿ibas a dejar solo en manos de Thorgrím nuestra supervivencia? ¿Y si el berserk pierde el control, quien estará para pararle? ¿Mi bastón? No seas un crío estúpido y haznos el favor de quedarte. -

- ¿O es que acaso vas a volver a ver a la Dama antes de irte? -

El hirdman se giró enfadado, con la mano en la empuñadura de su arma sin saber si contestar con ésta o con el puño a los insultos.

-¿Yo la vuestra? No.- Respondió, intentando no gritar para no llamar la atención sobre ellos -Pero tal vez Jorunn si desee la mía, poniéndose en peligro sin sentido y obligándome a pararle los pies y así, desobedecer a mi propio jarl. El cual recuerdo que me ordenó protegerla, ella en cambio está asegurándome la muerte, o algo peor, el destierro.

-Si os matan en combate al menos tendréis una digna muerte ¿pero qué pasará conmigo si me quedo aquí? Que alguien me de una sola razón para arriesgar mi vida, mi honor y alma por esto.

Era un reto que Sigurd dudaba que ninguno fuera capaz de superar.

El plan de Sigurd era bueno, el guerrero oso subiría la pared vertical y luego lanzaría la cuerda para ayudar a subir a Jorunn e Yngwe. Thorgrim miró hacia arriba, buscando un lugar por el que pudiera utilizar su fuerza para ascender con mayor facilidad cuando Jorunn contradijo al hirdman y dio nuevas órdenes.

Lo que decía podía tener su lógica, el peso del guerrero podía romper los asideros y dificultaría la tarea al resto del grupo, así que se esperaría para cubrir el ascenso de los demás. Aunque tras el deseo de Hild de no ascender, las órdenes cambiaron y ahora le tocaba quedarse bajo cuidando de ella.

Lo que sucedió a continuación le sorprendió. Sigurd acababa de tirar a los pies de Jorunn el brazalete que le había dado el Jarl durante el Jöll del año pasado y a Klemet no se le había ocurrido otra cosa que insultarle- Sí el espíritu del oso me posee la espada de Sigurd tampoco podrá pararme.- Dio mientras se interponía en el camino del hirdman e intentaba detener su avance hacia el thurl.

En difícil situación te encuentras.- Le dijo el berserk al estar a su lado mientras intentaba parar su avance hacía Klemet.- Thorgrím no querría estar en tu posición.

Es complicado proteger la vida de quien no quiere que ser protegido.- razonó el guerrero.- Pero aunque ella quisiera hay momentos en los sigue siendo imposible protegerla. Aunque tú subieras primero, la cuerda podría partirse. Aunque no subiera, y se quedara aquí conmigo podría pisar un trozo de hielo y resbalar durante el descenso. Solo las Normas saben cuando se cortará nuestro hilo.

Nuestro Jarl lo sabe, sabe que aunque nos hubiese ordenado a todos los hombres del clan protegerla hay una posibilidad de que su hija no regrese.

Jorunn es joven e inexperta, está insegura, aún no se cree que puede liderar un grupo de hombres y hace cosas ... cosas que otro con más experiencia y responsabilidades no haría. Pero piensa esto. ¿Qué opinarías de un líder que no ayuda a un compañero que ha caído al mar? ¿O que cuando nos atacan unos salvajes prefiere esconderse a participar en la batalla? ¿O que rechaza cumplir una misión por miedo a resbalarse al trepar? - El espíritu fanfarrón y alocado que siempre cubría a Thorgrím había desaparecido por completo. ¿Sería una máscara que usaba el guerrero para protegerse?

¿De verdad te estás planteando irte? ¿Abandonarás tu misión a medias? ¿Dónde está el honor en eso?- El guerrero negó con la cabeza.- No, Sigurd, no lo vas ha hacer. Vas a subir un metro por detrás de ella, asegurándote que no pierda un pie en el asenso y que si lo hace tu brazo estará allí para frenar su caída. Comprobarás con tus propios ojos si eso que brilla es el rostro de Odhin y nos marcharemos para contarle al Jarl lo que nos ha dicho la Dama del Lago. En ese momento, con nuestras misiones cumplidas, podrás dejar el clan si es tu deseo, pero no antes.

Sigurd negó con la cabeza, si las cosas fueran así de sencillas no hubiera lanzado ese brazalete. Agradeció, sin embargo, las palabras del berserkr pues demostraba con ellas ser un compañero fiel y leal. Pero...

-Thorgrím, creéme que deseo creer tus palabras. Pero piensa que mi misión la he incumplido, fuesen cuales fuesen las circunstancias las acciones de Jorunn me han condenado casi con toda seguridad. No tendria que haberle permitido saltar, había otras maneras más seguras de ayudar a Hild, en la playa no luchamos como hombres del norte, no quiero que se esconda bajo mi escudo, pero sí que use la cabeza. Y ahora... ¿Por qué no ha podido dejar que suba cualquier otro antes? Jorunn intenta demostrar que es una buena guerrera o tal vez que es una buena escaladora, pero no demuestra ser una líder Thorgrím. Un líder escucha consejos cuando sabe que estos se pronuncian con el fin de beneficiarle, un líder no es tan egoísta como para esperar hacerlo todo él sólo.

Sigurd suspiró, intentando calmarse:

-Si volviera el jarl preguntaría, y vosotros tendríais que decir la verdad por vuestro honor. No podría permitir que os comprometieséis de esa forma... Si tal como me pides, me quedase hasta que volviésemos, no volvería a ser hirdman. Eso con suerte... No volveré ante el jarl, le he fallado por permitir que Jorunn hiciese tales locuras y sé el castigo que me puede esperar Thorgrím.

Miró a los ojos al berserker -Si vuelvo puede que me ejecuten en público y entonces la vergüenza sería casi peor que no sentarse en la mesa de Odhin, por eso quiero buscar una forma de enderezar mis errores, buscar esa oportunidad. Si no me quieres dejar ir, entonces ejecutadme aquí mismo por traición y ahorradme tal vergüenza en el seno del clan.

A Sigurd tampoco le pasaba desapercibido el hecho de que a Jorunn, poco le importaba esa decisión del hirdman.

La discusión se iba de madre, Hild se cruzaba de brazos, Sigurd arrojaba su brazalete y Klemet y Thorgrimm trataban de detenerle mientras Jorunn trataba de encontrar un acto que le exculpase, pero se había ido de madre, ni las siempre amables palabras del scalda arreglarían la situación, recogiendo la cuerda si aún estaba a su alcance se la echó al hombro y comenzó a escalar tras Jorunn, enojado con sus absurdos compañeros cuyas riñas eran el auténtico mal que llevaría esta campaña a la perdición.

La ascensión no era fácil, el hielo cortaba, y los guantes de hielo calentaban el hielo y cada vez que tardaba en buscar un nuevo asidero una fina superficie de líquido empapaba la piel de la palma de las manos volviendo más resbalosa la ascensión, esperaba llegar arriba pronto, y que sus compañeros ni siquiera tuvieran necesidad de subir.

Y si no vuelves deshonrarás a toda tu familia.- La decisión que acababa de tomar el hirdman era realmente dura, tanto que el bersek pensaba que el no podría tomarla nunca en su vida. Jamás podría volver y sería un proscrito para todos sus amigos durante el resto de su vida.

Sigurd estaba completamente decidido y aunque no lo estuviese, no iba a ser fácil volverse atrás. Todos le habían visto ofender al Jarl lanzando el brazalete que le diera al suelo. En esos momentos, el deber de Thorgrím como guerrero del clan era vengar esa afrenta, pero el bersek sabía que no había ningún honor que ganar atacando a alguien que seguro no se iba a defender. - Suerte.- le dijo soltándolo, dando un paso hacía atrás y apoyando su enorme mano en el hombro del hirdman.

-Gracias...- Respondió al berserker, y aun el estado de melancolía del vikingo no le impidió dibujar una sonrisa ante la comprensión y amabilidad mostrada por Thorgrím.

Echó un vistazo, mirando como Yngwe decidió subir sin preocuparse por lo que pasaba, por otra parte no creía que Hild, amiga de la infancia de Jorunn hiciese algo distinto. El hirdman no creía que encontrase más impedimentos, al fin y al cabo Thorgrím era un gran guerrero y Jorunn, con algo más de experiencia podría cubrir su papel: Sigurd era prescindible. Así pues, se dispuso a seguir su camino esperando que las nornas hubieran sido más compasivas con su futuro.