Partida Rol por web

Con el Oso fuera de su mente de nuevo, Thorgrim observo el cadáver de la bestia con el ceño fruncido, ¿bestia del infierno?, por las tetas de Freya, si con un par de estocadas de un Ulfhednar había bastada para despacharla, un par de estocadas de buen acero Nordmanni. ¿Que clase de broma era esta?.

Escupiendo sobre el frio suelo, se dio cuenta de que Joren había vuelto a abrir la boca, algo que ya se iba volviendo cada vez mas habitual pero esta vez, el lobo estaba cerca y al ver como se había arrojado sobre el guerrero como un lobo sobre carne fresca, el Berserkr sonrío abiertamente por la promesa de violencia.
El Oso nunca esta demasiado lejos y siempre era bienvenido a la batalla.

El fuego ya esta encendido comento Thorgrim con una sonrisa escalofriante añadir un leño mas miro directamente a Juren es una tarea bien sencilla.

Ver a la bestia ardiendo calmó mis nervios de la misma forma que lo hubiera hecho un buen trago de un licor potente, y no pude menos que paladear el sabor del orgullo por tener guerreros tan insignes dentro de nuestro Clan: - Padre estará orgulloso cuando Yngwe cante la gesta en la Fiesta de Recepción... pensaba, cuando, de pronto, como un bofetón, me llegó el comentario, fuera de lugar de nuevo, del condenado juto, Juren. Enseguida, el orgullo herido del poblado de piratas hizo que los hombres nos rodearan, ante la pulla del enorme guerrero. El calor volvió a aparecer en mis entrañas, un calor que iba tomando cada fibra de mi ser y que me impelía a, si no enterrar la Lanza de los Cuervos, en sus tripa, sí a darle un buen puñetazo. Apreté los puños hasta que los nudillos se volvieron completamente blancos, mientras trataba de mantener el control, pero, esta vez, mientras Hrapp me susurraba una opción para trabajar juntos, Sigurd, cubierto de la sangre del oso, se encaró con el juto, exigiendole una rectificación, o si no, arreglarlo entre ambos.

Con el frente del juto controlado, lancé una mirada intensa a Ligurd, su compañero, y me giré hacia Hrapp, diciendole:

- Tranquilo, Jarl Hrapp, el problema con el juto se solucionará de una vez y para siempre. Despues, como invitados, volvamos al Salón, tenemos una conversación pendiente..., le dije, poniendo una mano sobre su hombro, mientras le miraba con agradecimiento, pero también con determinacion:

- Los Dioses de hecho, deben estar de nuestro lado. Este golpe de fuerza por nuestra parte puede suponer la diferencia para conseguir la liberación de nuestros principes.

Despues me giré de nuevo a observar la respuesta del juto a las palabras del Ulfhednar, aderezadas por la amenaza, nada velada de Thorgrim, y la dosis de realidad de Hild. 

Después de permanecer en silencio y observar los acontecimientos me acerco despacio donde se encuentran Sigurd, Thorgrim y Juren, al pasar al lado de nuestros dos guerreros les doy un manotazo en el hombro para hacerles saber de lo orgullosos que estábamos de contar con ellos en el clan, luego me pongo de puntillas mientras me caliento las manos cerca del fuego del Oso, observo como bailan las llamas mientras lo van devorando intentando ver en ellas los que los Dioses nos tienen preparado, Juren...tienes tres opciones...cual eligira tu bravo corazón...puedes hacerle caso a Thorgrim y unirte al fuego como buen leño que pareces...o puedes compensar las palabras que has dirigido a Sigurd y a Jorunn, aunque debes pensar una buena compensación y no es que eso sea tu mayor virtud...y tienes una tercera que supongo que no hace falta que te diga cual es...

El hombre se giró enfurecido.

-¿No me digas que estas de acuerdo con estos cobardes?-preguntó el guerrero juto a Sigurd ignorando deliveradamente al resto- Aunque pensándolo bien, que va a decir un guerrero a las ordenes de una muchacha-le insultó abiertamente- Compensación... la tendrás... ¡el precio de la sangre!-gritó aceptando el reto de Sigurd ante todos.

-¿Sois imbéciles?

Fueron las únicas palabras que Sigurd tuvo hacia sus compañeros, Thorgrim y Klemet, cuando se acercaron al juto y a él. Por suerte Juren pareció ignorarlos, aceptando el reto del úlfheddin, no sin antes dirigir más ofensas hacia el guerrero feral y la hija de su líder.

-Una muchacha que, al contrario que tú, se ha mostrado una gran guerrera digna de mi respeto y confianza, juto.

Si Sigurd pensaba en verdad lo que decía era imposible saberlo, sobre todo con las disputas que tuvo en su momento con Jorunn. Pero era una mujer de su clan, y no iba a ponerla en evidencia frente a ese idiota.

-Si nadie más tiene nada que decir acabemos con esto cuanto antes, como es la costumbre tienes tres escudos juto, ni uno más. -Sigurd no creía necesitar más del que tenía, acabara destruido o no-. Rápido, he dejado mi cerveza a medias por culpa del puto oso.

Despues del enorme golpe de efecto de vencer al Gran Oso que había aterrorizado al poblado de Hrapp, lo que estaba por venir iba ser mucho menos productivo, pero Juren, el juto, se había pasado de la raya, pisoteando tanto el valor de los hombres del poblado, como, sobre todo el honor del Ulfhednar y el mío propio:

- Las tradiciones son claras al respecto, y el honor debe defenderse pues, que es un vikingo sin honor...??, pensaba, mientras el juto continuaba con sus bravatas e insultos, y Sigurd, manteniendo la calma, desgranaba las condiciones del combate.

El olor acre de la piel del oso quemándose flotaba en el ambiente, aunque el fuerte viento hacía su labor, llevándoselo bosque adentro. Con la mandíbula cuadrada, miraba seria a ambos contendientes, y pese a que consideraba a Sigurd un guerrero digno del Valhala, no podía evitar sentir una punzada de temor por él: - Las Normas estarán de su lado, sin duda. La leyenda de Sigurd, Ulfhednar del Clan Kjari será larga... Le imaginaba envejeciendo, con la misma fuerza, sumando gestas a su saga. No podía sentir mas orgullo por tenerle a mi lado... Solo orgullo...??, me sorprendí pensando, lo que hizo que la sangre volviera a arrebolarse en mis mejillas, esta vez por sentir vergüenza. Meneando la cabeza, deseché esa linea de pensamiento: - Él ha elegido. Y me alegro por ambos, pero no soportaría que partiese hacia Asgard antes de tiempo...

Y sonreí, segura de que Sigurd saldría victorioso.

Thorgrim enarco la ceja al comentario del Ulfhednar, apoyando su hacha sobre los hombros y sin perder la sonrisa inquietante que mostraba que aun tenia al Oso demasiado cerca de la superficie; era casi divertido y le llamaban a el Impetuoso, este Ulfhednar aun no parecía darse cuenta de que su Lobo lo estaba llevando por un camino muy peligroso.

Lobo rio Thorgrim dejando que matase al Juto como le placiese, acentuando la palabra Lobo, una palabra con muchos mas significados; Thorgrim puede que fuera sanguinario e impetuoso, pero tenia las cicatrices para probar su destreza y su experiencia en duelos semejantes, mas de uno de sus hermanos ferales no supo cuando parar y por ello solo trajo deshonor a su clan.

Poco duró la alegría por la hazaña realizada por Sigurd derrotando al oso pues el juto, como había estado haciendo durante todo el viaje, tuvo que soltar una de sus bravuconadas, esta vez en forma de insultos hacia los miembros del clan Kjari, sobre todo hacia Jorunn y hacia el úlfhedinn.

Expectante, la völva observó como el cruce de palabras entre unos y otros se transformaba en un duelo por el honor. Hild no dudaba de las capacidades de Sigurd, pero desconocía hasta qué punto Juren era buen guerrero y sólo esperaba que la única fuerza y destreza que tuviera fuera la misma que demostraba por su boca... ninguna.

Hild se colocó al lado de Jorunn para asistir a la pelea, sin dejar de pensar en que se encontraban rodeados de piratas y con una misión que aún no habían conseguido realizar. Con timidez, la völva colocó su mano en el brazo de su amiga, hacía tiempo que ni el contacto ni las palabras existían con fluidez entre las dos.

—Tranquila... todo saldrá bien y nos iremos con los que hemos venido a buscar.

Un repentino golpe de viento trajo hasta ella el olor de la carne y la piel del oso quemándose, lo que consiguió despertar en ella recuerdos de un sueño, de una visión que hacía muy poco había tenido. El peligro que había visto, el monstruo de sus visiones, ¿sería ese enorme animal que ahora era pasto de las llamas? ¿O aún había más peligros?

El juto y el danés se lanzaron el uno contra el otro tan solo a unos metros de donde yacía la criatura. El ruido del choque de los escudos y el metal resonaron entre las casas del poblado como si de un trueno se tratase. Juren golpeó fuertemente con su hacha haciendo que el escudo de Sigurd estuviera a punto de partirse. Estaba claro que el corpulento juto era el mas fuerte de los dos. Pero aquello no le sirvió de nada. Habiendo recibido el golpe en el escudo el danés clavó su espada por debajo de este, directo en las tripas del juto que dio un grito y se retiró con pasos tambaleantes hacia atrás.

Un nudo en la garganta me impedía tragar, aunque la bilis pugnaba por saltarse ese nudo, y hacerme echar la cena por el suelo impregnado de barro y sangre de la bestia. Aunque Juren había demostrado con creces merecerse un final lento y doloroso, no pude evitar sentir un malestar enorme, pues la victoria sobre la Bestia, se había visto empañada por su absoluta falta de respeto para con todos nosotros. Y se había pasado de la raya, poniendo en cuestion nuestro honor. Y el honor lo es todo.

Pero, pese a eso, ahora me daba cuenta que nunca habia deseado realmente esta situación, en la que Sigurd se iba a exponer a la muerte por las bravuconadas del juto.

En esas estaba cuando note la mano de Hild sobre la mía, y sus palabras reconfortantes fueron como un bálsamo para mi agitada alma. Esbozando una sonrisa cansada, posé la otra mia sobre su mano, y simplemente asentí. Me valía con ver que, poco a poco, la complicidad entre nosotras se descongelaba, volvía a ser como solía ser, cuando todo era mas fácil, cuando las responsabilidades no enturbiaban mi mente.

- Gracias, amiga..., dije, en un hilo de voz, para que solo para que ella pudiera escucharlo. Despues, con las manos bajo y sobre la de la völva, me giré sin apenas poder respirar.

Pero, alabados sean los Dioses, la pelea no duró mas que un segundo, en que el juto trató de vencer por la fuerza bruta, pero lo hizo la experiencia y la eficacia del ulfhednar. Cuando el juto cayó, deje salir el aire aprisionado en mis pulmones, y, haciendo acopio de una fuerza de voluntad increible, contuve el deseo de ir a abrazar a Sigurd: - Si hubieses muerto, el peso de la culpa me hubiese oprimido el pecho hasta hacerlo insoportable!!! En vez de eso, asentí a mi compañero, tratando de permanecer impasible, y, poniendome en movimiento, solté las mano de Hild, y di un paso adelante. Primero miré a Hrapp, como juez neutral del enfrentamiento, y después a Ligurd, el compañero del caido, y recité, con voz profunda, las tradiciones que seguían a un duelo como aquel:

- Ante los Dioses y los Hombres, se ha cobrado, según reza la tradición, una afrenta al honor del Clan Kjari, en duelo de igual a igual, y como dicha tradición contempla, se debe cerrar dicha afrenta, con el mismo honor que se dilucidó. Muda muestra a Ligurd de que nada tendría que cambiar en nuestra relación con él, pues la afrenta a nuestro honor se habia cobrado con la sangre de su compañero, y por nuestra parte se debía considerar cerrada. Esperaba que por su parte, también.

Tras eso, también siguiendo la tradición, dije: - Jarl Hrapp, espero permitas que el juto despida a su compañero como manda su tradición.

Esto retrasaría la conversación pendiente, y mi corazón galopaba ante la cercanía del momento en que podríamos liberar, por fin a los dos principes cautivos, pero bueno, nadie dijo que aquello fuera a ser fácil...

Vaya enarco una ceja Thorgirm ante el duelo, por llamarlo de algún modo, que había presenciado eso ha sido rápido, era de esperar pero que tremenda decepción ha sido el Juto, pensé que iba a dar mas guerra medito el berserkr, que no podía sino sentirse decepcionado, el duelo hubiera sido una forma entretenida de pasar el tiempo antes del festin por la muerte de la bestia pero bueno.

Jorunn proclamo la victoria del Ulfhednar y Thorgrim dejo que la chica tuviera su momento, era la líder de la expedición por orden del Jarl y con eso bastaba para Thorgrim, volviendo a mirar a los restos del "horrendo" monstruo que había atormentado a todos los habitantes de este pueblo, el berserkr se encogió de hombros y volvió a centrar su atención en el discurso de Jorunn, al final, era irónico como los obstáculos venían del interior y no del exterior.

-Bien, ahora que ya habeis resuelto vuestras disputas creo que podremos celebrar el fin de la bestia y-dijo respondiendo a Jorunn mientras miraba al Juto- por supuesto despedir con honor al guerrero Juto. Espero también que podamos hablar de los que os ha traido aquí y del... enemigo común que al parecer tenemos-sentención mientras le daba su hacha a uno de sus hombres

El juto por su parte se limitó a asentir con la cabeza y no dijo nada. Quizás eso fuera lo mejor y lo más sensato y al fin y al cabo su misión de rescatara a la princesa todavía no se había completado y de nada serviría seguir dañando la relación con sus compañeros daneses.

Asintiendo a las palabras Hrapp, giro la cabeza hacia Ligurd, y con mirada seria, vuelvo a asentir: - Debe ser él el que elija como despedirse de su compañero. Solo espero que no quiera cobrar venganza...

Tras eso, e iluminada por las llamas que consumían en tremendo corpachón del oso, me dirigí de nuevo al jefe del poblado: - Sea, procedamos con las celebraciones..., y con la conversación pendiente..., acabé, preparándome para volver a la Casa Comunal. Tras el incidente con la bestia, esperaba, fervientemente, que el tono de la conversación fuera de un modo muy diferente a como empezó, pero, sobre todo, esperaba que Hrapp accediese a liberar a los principes. Necesitaba volver a casa y descansar, y eso solo podría hacerlo si no fallaba de nuevo la confianza de mi padre.

Con el hacha sobre los hombros, el berserkr sencillamente enarco una ceja y se volvio de nuevo a la sala comunal, habia estado bien el entretenimiento, pero entre lo rapido que habia caido la bestia y el duelo o mas bien ejecucion programada del Juto, la verdad es que a lo mejor se hubiera quedado con el hidromiel en la sala comunal...

Pero era hora de volver a los negocios, todo esto no habia sido mas que un entreteminiento de la mision principal, algo que aun podia poner aun mas cuesta arriba.

Después de la adrenalina de vencer a la bestia y de la victoria de Sigurd sobre el Juto volvíamos al asunto que nos había traído hasta estas tierras, era el momento de exigir mas que pedir, nos debían el haberles librado de la bestia y su jefe de sobra sabia como pagar la ayuda prestada, en breve íbamos a salir de dudas.
Así es, que corra la cerveza como corre el hidromel en los salones de Odin, hoy le hemos brindado un gran espectáculo con la muerte de la bestia, es hora de brindar por eso...y por cosas que aun están por llegar...

A Hild no le quedaba ninguna duda de que el vencedor del enfrentamiento sería Sigurd, pero aún así no pudo más que lamentar la muerte del juto ya que perdían un miembro de la tripulación que, en caso de necesidad, se haría notar, por mucho que el hombre hubiera puesto constantes piedras en su camino.

Felicitó al úlfhédnar antes de entrar con el resto de nuevo al salón. Aún había muchas cosas de las que hablar y la más importante era la liberación de los príncipes. Pero ese era el trabajo de Jorunn y Hild no se iba a meter en medio.

Pese a la tensión del último combate la aldea estaba de júbilo. La gente reia, gritaba, y clamaba a los dioses por aquel golpe de suerte. Varios hombres cogieron el cuerpo de Juren y se lo llevaron junto con sus armas para prepararlo para la pira. Ligurd los siguió. No estaba enfadado. Su compañero, aunque por el terrible error de tener una boca demasiado grande, había encontrado una buena muerte y había caído portando su arma. Los dioses le acogerían en el salón de los caídos.

Los daneses siguieron a Hrapp y sus hombres de vuelta al salón. Los esclavos y las mujeres se apresuraban de un lado a otro corriendo para decorar y preparar todo. El salón había quedado echo un desastre debido a la "fiesta" organizada para los visitantes pero se apresuraban en sacar las largas mesas y los bancos de madera al extrerior en la plaza de la aldea mientras encendían varios fuegos. Varios hombres preparaban una pira con enormes troncos de madera donde, una vez terminada, colocaron el cuerpo de Juren con sus armas y objetos de valor.

La comida apena era suficiente para llamar a aquello un banquete pero la bebida no escaseaba ni mucho menos. Aquella noche era una noche de celebración. El mismo Hrapp mandó clavar la cabeza del oso en una estaca y colocarla junto a su asiento que presidía la mesa central. 

Pronto el centro de la aldea se iluminó y la fiesta se reemprendió a las puertas de la gran casa. En la mesa central estaban los daneses junto a hrapp que sonreia ante el júbilo de sus hombres.

El hombre bebía copiosamente de un cuerno adornado con toques de oro que sin duda no parecían propios de un pirata. Seguramente fuera uno de sus premios por algún saqueo pero poco importaba. Era un trofeo como cualquier otro. El hombre iba a levantarse para hablar a la aldea pero antes se dirigió a los daneses.

-En seguida os daré aquello que buscais y por quién habeis venido-aseguró-. También he mandado llamar a vuestros hombres del barco para que se unan a nosotros en esta celebración. Pero debo pediros una cosa si teneis a bien concedernosla por vuestro compañero juto y por el bien de esta gente. No tenemos a nadie capaz de hablar con los dioses... nadie a quien agradecer que por fín se haya terminado la maldición de Ann y desde luego nadie capaz de llamar a las valkyrias para que vengan a por vuestro amigo así que si alguno de vosotros es capaz de ello le pido que se levante y haga lo que tenga que hacer- sus maneras no eran las mejores ya que mas que pedir parecía una orden, pero al fin y al cabo era el segundo al mando de Hirsk y no debía estar acostumbrado a pedir por nada.

Al volver a la tienda, el ambiente general había mejorado ostensiblemente y la propia actitud del jefe así parecía refrendarlo. Pese a no poder estar convencida del todo hasta no verlo con mis propios ojos, sí creia cada vez mas posible que la liberación de los principes estaba cerca. En efecto parecía que la gente de Ann se había quitado un peso de encima con la muerte de aquel oso que decoraría la tienda del jefe Hrapp.

Se que debo dejar que sea él el que vuelva a sacar el tema que nos ocupa, y así lo hago, bebiendo de mi cuerno, y comiendo porciones de pescado de tanto en cuanto. Conversaciones triviales sobre el enorme oso llenan los espacios entre risas y brindis, hasta que el pirata vuelve a tocar el tema. Asintiendo en señal de agradecimiento, digo:

- El Capitan y sus hombres agradecerán tu hospitalidad tanto como nosotros, Jarl Hrapp...

Miro a Hild y a Klemet de forma expectante. Tanto la Völva como el Turl son cercanos a los Dioses, así que asumo que podrían acercar su toque a esta aldea. No las tengo todas conmigo en que Hild acceda. Es bastante discreta con sus poderes, aunque, al fin y al cabo, tras la muerte de su madre, es la Völva del Clan, y lleva estos asuntos allá en Rohald, pero claro, no es lo mismo hacerlo para unos extraños... Pero es su decisión, si ellos deciden no hacerlo, respetaré su decisión.