Partida Rol por web

Tras unas horas de instrucción los soldados ya estaban listos y en órbita desde hace unos días. La única información que habían recibido era la de acabar con uno de los múltiples sistemas planetarios. No era un objetivo prioritario, sino que era más como un divertimento, ya que en esta época la longevidad extrema de vida en la raza humana aburría a todos. El ejército se había convertido en una especie de "deporte de riesgo", y el riesgo hoy en día estaba muy cotizado, era una forma de salir de la rutina.

Por diversas razones personales ahí estábais, sentados en la nave, en filas, unos en frente de otros, preparando vuestras armas y vuestro equipo cuando el micrófono de abordo os sobresaltó. Una voz femenina salía de él.- Atención, preparando escudo para pasar la atmósfera del planeta Kandisky, por favor, abróchense los cinturones.- De repente unas turbulencias bastante fuertes comenzaron a batir vuestros cuerpos de lado a lado, pero esto no impedía que siguiérais con vuestra animada charla, al fin y al cabo, esas sacudidas eran ya habituales entre vosotros.

Los que podían asomarse a las diminutas ventanas de la nave comenzaron a ver un paisaje bastante bonito, algo parecido a lo que era la tierra hace unos miles de años

Estos malditos descerebrados parece que estuvieran preparándose para un picnic, pensé con nerviosismo mientras veía que alguno de ellos ni se había abrochado los cinturones, mientras se mantengan vivos más carne habrá entre los alienígenas y tú.

Abróchate el cinturón, le dije a uno bromeando, No querrás que la primera baja confirmada se la lleve el piloto. Dije con una sonrisa

Magdaleno se abrochó el cinturón tras recibir la orden. Podía sentir el chute de adrenalina debido a la tensión del momento. Estaba nervioso, era su primera misión. Ya solo por este momento, había merecido la pena alistarse en la 3:16.

-Compañeros,- dijo con alegría- comienza la diversión.

El viaje se estaba haciendo largo para Rojo pese a las conversaciones con sus compañeros, por lo que de alguna manera le apetecía pisar tierra, aunque no esperaba un buen recibimiento del planeta Kandinsky. La voz de la mujer le sorprende igual que a muchos y obedece automáticamente, aferrando fuerte el cinturón.

- Vaya, parece que alguien se interesa por nuestras vidas.- Dice con su típica voz melancólica y entristecida refiriéndose a la chica, dudando si era una locución ya grabada o pertenecía al grupo de pilotos.

Después se queda absorto mirando por su ventanilla la salvaje naturaleza del nuevo planeta a destruir.

No la cagues, no la cagues, no la cagues. Era la única frase repitiéndose en mi cabeza en el momento que por los parlantes de la nave la vos de lo avisos con tono femenino me hizo dar cuenta que estaba parado aferrado con ambas manos de los apoya brazos teniendo los extremos de los cinturones sin abrochar. La emoción de ser mi primera vez con el cargo, estrenando los galones conseguidos justo antes de partir nublaron mis pensamientos.

Engancho el cinturón y escucho con una sonrisa las palabras de mis compañeros que ya están todos atados y listos para desembarcar en nuestra misión en un paraje que a todas luces parece algo sencillo.

Iba tranquilo revisando las armas, sin el casco ni el gorrito de lana y con la camisa arremangada del uniforme por debajo del chaleco del armadura, fumando un cigarro mientras viajábamos.

La voz de la chica me hizo mirar hacía el parlante, pero la broma del Sargento Bug me hizo sonreír.

Abroché los cinturones para luego comenzar a sentir un poco de turbulencia.

Mirando por la ventana pude ver el paisaje.

-Parece que esta vez tenemos un planeta hermoso, lastima que vamos a llenarlo de sangre de alienígena-

Dentro del casco protector suena en vuestros oídos una voz conocida, la del capitán Roberwolf.- Bien, mientras contempláis el hermoso paraje os voy a informar de lo que tenéis delante. Este planeta se llama Kardinsky, está infestado de muchas criaturas, pero a nosotros nos preocupa su raza más letal y numerosa, como llamamos nosotros, los Sauriones. Hay de diversas razas y formas, pero el tipo más letal es el que se parece a una mezcla del antiguo Tiranosaurio Rex pero con alas. Los hay de diferentes tamaños, aunque por la zona en la que os encontráis empezaréis con la escoria del planeta. Cuidado, no sabemos si la carne humana le gusta o le encanta, pues son carnívoros. Mucha suerte y acabad con la existencia de esos cabrones.- Un ruido seco en los cascos os informa de que la conexión con el capitán ha terminado.

Vuestra nave aterriza, y cuando salís al exterior os encontráis con decenas de naves aparcadas en el mismo cañón. Estáis muy alto, distraídos mientras vuestro pelotón espera recibir órdenes del Sargento Bug.

La vista es formidable, es un planeta totalmente verde, con una cantidad de plantas que nunca habíais visto. Así debía ser la antigua era en la tierra, según los libros de historia. Habíais vuelto al pasado.

De repente algo os tapa el sol que da en el planeta, miráis hacia arriba y un grupo de dinosaurios voladores cae en picado contra todos los escuadrones, agarrando a algunos y tirándolos por el precipicio... Comienzan a escucharse disparos y gritos. ¡Menuda forma de comenzar una batalla!

Tras recibir las instrucciones por parte del Capitán, unas muy concisas y simples que seguro llevarlas adelante no serían atan sencillas y en eso estaba el gusto. El descenso se hizo sin novedad alguna hasta que las tropas comenzaron a tomar posiciones, en ese comienzo es que nos reciben las criaturas objetivos casi al instante forzando a tener que tomar posiciones defensivas. Una de las criaturas desciende con una velocidad endemoniada y cuando quiero lanzarme a un costado para esquivarla no llego y me golpea con mucha fuerza en la pierna. Me alejo hasta debajo de las alas del vehículo de transporte y apunto con mi ametralladora pesada. - ¡Todos a cubierto! - Les indico a mis compañeros viendo que somos blanco fácil de os ataques en picado de estas criaturas.

Magdaleno escuchó con atención las órdenes del capitán y la descripción que daba sobre los enemigos que pueblan Kardinsky. Se intentó imaginar como sería un T-rex con alas, sin mucho éxito.

-¿Cómo serán de verdad?- comentó a sus compañeros mientras desembarcaban de la nave de descenso. Se sentía bastante nervioso por entablar combate. -¿Creéis que combatiremos pronto o tendremos que esperar días hasta que empiece la emoción?

Su deseo se concedió ipso facto. Contemplo brevemente las criaturas que descendían de los cielos antes de que procedieran a devorar a algunos compañeros suyos. Magdaleno, parcialmente afortunado, recibió un coletazo de un enemigo que le lanzó por los aires. Al aterrizar sintió un crujido; algo se le había roto por dentro.

Sentía como el pulso se le aceleraba y la sangre le golpeaba en las sienes. Le dolía todo el cuerpo. Esbozó una sonrisa. Esta sensación no la había sentido nunca; le gustaba. Se puso en pie, no era grave, aún podría luchar. Corrió a cubierto para buscar una posición defensiva adecuada para freír a esos bastardos con su rifle de postas.

Una vez que pisamos tierra me quedé observando un instante el paisaje e iba a responderle a Magdaleno pero en ese instante escuché un sonido estridente y recibí un fuerte golpe en la espalda.

Salí disparado hacía delante y si bien puse los brazos no pude evitar sentir el latigazo de la caída y el golpe en la cabeza.

Al levantarme sentí el rostro caliente y tras pasarme los dedos note la sangre.

Debería de haberme puesto el casco...

Al ver los dinosaurios que nos rodeaban apunté el rifle hacía arriba y comencé a disparar, aunque las criaturas se movían tan rápido que era difícil impactarlas.

El recibimiento era el esperado. Muchos de estos extraterrestres atacan nada más hacer acto de presencia el 3:16, como si supiesen que son escuadrones de la muerte, dispuestos a exterminar toda la vida del planeta. El soldado Rojo aprieta fuerte su fusil mientras observa como alguno de sus compañeros vuelan sin alas por el precipicio, gritando desesperados al sentir el final de su vida.

Sin mediar palabra gira e intenta retroceder alejándose de los bichos voladores.

Al llegar al planeta me entretuve en la nave, por si se despistaba y volvía conmigo dentro... al cabo de un rato me quedó claro que no tendría esa suerte, así que salí con el resto del pelotón mientras comprobaba mi arma. Una voz sonaba de fondo pero no llegué a tiempo de entender qué decía... Parece que el día iba a ser nublado, por que de ponto unas sombras taparon el sol. La gente corría a mi alrededor chillando y eso me preocupaba, normalmente suelo ser el primero en hacer eso, y si hay alguien haciéndolo antes que yo seguro que es por que hay algo que no se...

No es hasta que algo me muerde por el brazo y me zarandea por los aires que me doy cuenta de qué es lo que estaba pasando por alto

Aaaarggg. ¡Quitádmelo! ¡Quitádmelo! grito mientras golpeo con la culata del arma la cara del... bicho.

Sorprendido por la resistencia el ser me suelta, y sin esperara a comprobar si mi pelotón ha venido en mi auxilio corro en busca de la cobertura más lejana que encuentre del combate.

Rendor sale corriendo para ponerse a cubierto, retrocediendo hasta una distancia media, mientras ordena lo mismo a sus soldados. Cuando encuentra una zona de cobertura comienza a encañonar rezando por que no se echen encima estos jodidos pájaros.

Magdaleno imitó a su superior, pero cayó al tropezar con otro soldado, o lo que quedaba de él. Los "dinosaurios" no hacían más que coger a los soldados y lanzarlos desde el aire, por lo que estaban atrapados hasta que acabaran con esa amenaza.

Frank corre y recula, para ponerse a cubierto en una zona un poco más segura, mientras sus compañeros servían de carnaza en primera fila. Acaba tropezándose con Tomas, que también estaba yendo hacia atrás.

Los dinosaurios voladores vuelven a la carga. Todo se llena de alas y golpes, pues atacan muy coordinadamente todos a la vez. Pillan en el ajo a Magdaleno, que en ese momento estaba tirado en el suelo. Uno lo agarra de la pierna y lo tira contra una roca, intentando despeñarlo

Gerard coge su rifle y comienza a disparar desde la cintura, para ver si pilla a algún dinosaurio despistado. Pero éstos parecen ver las balas y las esquivan a una velocidad asombrosa. Acto seguido dos de los dinosaurios se posan encima suya, mordiendo donde pueden para hacerle heridas.

Veo a mis compañeros que no pudieron ponerse a cubierto ser presa de los ataques de los saurios. - ¡Cubramos a Gerard y a García! - Digo mientras levanto mi Cañón de Energía y barro a varios bichos voladores de una sola ráfaga. Me siento poderoso cuando veo caer a varias de las criaturas y pienso por un momento que quizás podamos salir enteros de este desembarco o por lo menos no con los pies por delante.

Una vez me hube alejado a una distancia prudencial del combate, decidí que era seguro girarme a ver como iba la cosa

Maldición, pensé, ¡Están cayendo como moscas! ¡Tengo que hacer algo o no quedarán soldados para cubrirme el culo!

¡Concentrad el fuego en los que están atacando a Magdaleno y Gerard! Grito a los soldados. ¡Vamos, que esta es vuestra oportunidad de gloria! 

Y vosotros les grito a los que se encuentran en el revoltijo de alas y dientes aprovechad el fuego de cobertura para cubriros

Dolor. Era lo único que sentía Magdaleno tras el último ataque de los dinosaurios. Veía borroso y le costaba caminar. Pero escuchó una ráfaga de un rifle que aniquiló a eso asquerosos bichos. Era el cabo Rendor, que desde una posición segura, había empezado a acribillar a esos mal nacidos. También pudo ver como su sargento estaba allí dando órdenes para que nos reagrupásemos.

En un último esfuerzo, se levantó y corrió hacia allí. Las fuerzas le fallaban y no pudo llegar hasta la posición de sus compañeros.

En su interior se sentía contento, nunca se había visto tan cerca de la muerte y, a juzgar por como iba transcurriendo el combate, no tardaría en mirarla a la cara.

Los enemigos se mueven velozmente por encima de las cabezas del pelotón, por lo que Tomás también tenía que poner la vista en el cielo, cegándose muchas veces con el sol y disparando casi por intuición. El soldado atiende las indicaciones del cabo Rendor y dispara en la dirección indicada.

Después escucha a Bug con la misma orden, por lo que afina su puntería para que caigan varios de esos bichos.

Las criaturas se abalanzan sobre mi y comienzan a buscar picotearme, me resisto y siento como sus picos y garras comienzan a golpear contra mi armadura.

Aprovechando eso comienzo a disparar a fin de alejarlas o mejor matarlas, aunque las malditas son demasiado rápidas por lo que al escuchar que el Sargento ordena que nos cubran busco acercarme a ellos sin dejar de disparar.