Partida Rol por web

Un caballero de mediana edad con signos de batalla en su cara comia y bebia en una de las mesas de la taberna, su reluciente armadura de placas y su presencia eran dificiles de evitar con la mirada, él parecia concentrado en su comida la cual ingeria de manera casi marcial. En su pecho tenia lacrado el simbolo del dios Herioneus sobre la armadura y apoyada junto a él una poderosa espada mandoble descansaba sobre la mesa.

Alzo la vista tras escuchar por encima al encapuchado rojo y Aerith. Su conversación me interesa, termino la comida y agarrando mi espada me aproximo a ellos. Disculpad mi intromisión, si he entendido bien unos compañeros del camino han perecido recientemente, mis más sinceras condolencias. Soy Yenros Cancionacero, paladin del dias Herioneus y miembro de la orden de la espada fulgurante. Realizo un saludo con la mano derecha golpeando mi pecho a la altura de mi corazon. Mi orden me ha enviado aqui a ayudar contra la invasión barbara que puede producirse, pero parecen no tener prisa por atacar, podeis contar con mi espada siempre que sea para ayudar a las buenas gentes de este reino. Sin más dejo unas monedas sobre la barra del tabernero y termino de colocarme la vaina de la espada a mi espalda.

El Encapuchado Rojo da un respingo

"E... esto... ¿Es usted un clérigo?" dice un tanto liado con tanto nombre celestial, y con tanta armadura y simbolo sagrado no se aclara ¡Al fin y al cabo, desde que a los clérigos les permiten llevar espadas, no hay quien distinta a un sacerdote de un cruzado!  "No será usted por un casual seguidor de El Doctor ¿No?"

Al decir este último nombre, El Doctor, un escalofrío sacude todos los huesos de El Encapuchado Rojo. Como si hubiese mentado a su peor némesis.

Esa cara.. me suena. No se de que. Me suena. Muchos encapuchados últimamente.

-Noir. Se hacía llamar Noir. Y sí, parece que somos aventureras, de las malas. De las que van de aventuras con un grupo y vuelven solas. Somos las viudas negras. ¿Te quieres unir a nosotras acaso?- Le digo al encapuchado, con cierta pena en la voz y bastante sarcasmo.

Entonces se nos acerca Yenros.

-Hola caballero. Has entendido bien. -Miro al encapuchado-Mal empezamos si no eres capaz de algo tan sencillo. Por nuestro anterior saltatrampas estamos solas.-Me vuelvo al paladín.-Solas, ahogando las penas en alcohol pensando que hacer.

"En... en ese caso, quizá os venga bien otro experto en trampas y todas esas cosas"

El Encapuchado Rojo, a quien nadie le ha preguntado su identidad secreta, agita un palo de 10 pies. "Esta es mi mejor amiga. Se llama "Seguridad 23. Y en las frias y tormentosas noches de mazmorras, es lo que se interpone entre una mala trampa y yo"

"Sep, Seguridad 23. Las 22 anteriores "Seguridad" cayeron en acto de servicio"

Miro de manera suspicaz al ¿hombre? con una capucha que también se dirige a mí y le respondo. Disculpe, pero como ya he dicho, mi fe esta con Herioneus. Y soy un paladín de su causa, sin embargo es cierto que todavía no he escuchado su nombre. ¿Señor...? Mi tono parece algo irritado, años de disciplina militar me han hecho algo irascible a los comportamientos errantes y la paciencia tampoco es uno de mis fuertes. Volviéndome a las dos damas de nuevo hago un ademán con la cabeza en forma de saludo. No me importaría brindar por vuestros compañeros caídos, pero me debo a mi código, si deseáis embriagaros me temo que tendréis que hacerlo solas. Yo os esperare aquí. Dicho esto pido una ronda de bebidas para los cuatro y alzo mi copa. Honor y justicia. Espero que los demás hagan su brindis y bebo de mi vaso.

- ¡Vaya! Y pensar que me llamaban loca a mi por ponerle nombre a Xon Maikhels. En fin, cualquiera puede ponerle nombre a un palo,si,así,está más tranquilo pero y ¿a qué nombre respondes tu, capucha roja? Os juro,que un día me pondré una chaqueta del color del oro y haré que me llamen chaqueta amarilla... - Comentó en tono de sorna la maga del grupo.

También atendió al ofrecimiento del paladin pues necesitaban músculo también, no solo se iba a llevar las tortas la pobre Helena.

- Seas bienvenido, Yenros. Mi nombre es Aerith, estudiosa de lo arcano. - Sonrió al paladin.

De paso, miró su taza de té de hierbas, cuando Helena comentó que bebían alcohol, aunque la ella solo usaba el alcohol para desinfectar y pocas cosas mas.

Tras oir el acertado comentario del clérigo de Heironeus, El Encapuchado Rojo respira tranquilo. Desde hace meses le tiene pavor a los seguidores de cierta fe, tras la catastrofe de su gremio. Pero no no es al buen Heironeus a quien uno deba de temer.

"Tiene razón, noble Yenros, mi nombre es Jo. Y..."

Y en eso que le interrumpe, con su noble discurso clerical. El Encapuchado Rojo se encoge de hombros

"Esto... si, muy cierto"

Sonrío al paladín.

-Únete a nosotros. Era sólo una forma de hablar, no tenemos intención de caer ebrias. -Me encojo de hombros.-Parecéis interesados. Tal vez...- Miro a mi compañera inquisitivamente.- Tal vez podríamos trabajar juntos. ¿Qué te parece Aerith? Nosotras solas no podemos seguir.

Segun fluye la conversacion, parecian interesados, pero faltaba un dato relevante y es adonde se tendrian que dirigir ahora que eran 4 , asi que Aerith se pone el anillo y a medida que deslizas el anillo hacia tu dedo, sientes un tirón en el fondo de tu mente. La sensación no es desagradable. pero es insistente. Definitivamente te está tirando ... al norte. Por alguna razón, el anillo está decidido a ir hacia el norte, lo que implica que hay alguien allí que necesitas encontrar.

Kaylin se presenta para saber las nuevas y viendo las bajas que han sufrido , no puede sino proporcionar a las PJ cualquier suministro razonable que necesiten (sacándolo de su sueldo, por supuesto), como provisiones, o un mapa del área. El anillo guía a los heroes al norte, a la Montañas Aelier y el pico de la espada de Dios. Kaylin sugiere fuertemente que lleven suministros de escalada, la montaña está a solo tres días del castillo, pero hay varios accidentes (geograficos y no geograficos) que pueden sufrir durante ese tiempo.

"¡El norte! ¡Que miedo, pueden ocurrir cosas muy peligrosas alli!"

El encapuchado rojo, un hombre que fue maestro de ladroes, lider del sindicato del crimen, y un chico malo al que considerar... y al que no le dejan decir su nombre, tiembla.

"NecesitaremOs ropa de abrigo, cuerdas, mas cuerdas, Cafe calentito... y algo para escondernos" Declara el valiente encapuchado rojo. Que deberia de ser llamado amarillo ¹

"Pero si... mejor ir al Norte. Me da miedo, pero o tanto como lo que hay en el sur. Por cierto, mi nombre, yo decia que soy..."

- Maldita sea, que anillo tan impaciente. Solo con ponérmelo ardo en deseos de moverme a las montañas. - Comenta la maga al sentir la magia de la sortija en su dedo.

- Creo que deberíamos hacernos con ropa de abrigo y suministros de escalada, como bien dice... Ejem, sigo sin oír tu nombre, hombre carbón. - Comentó mirando al encapuchado rojo.

Asiento ante las ideas de mis compañeros.

-Bien, hagámonos nos prendas de abrigo y partamos. No quiero prolongar la estancia aquí.-Digo apartando el vaso de delante y poniéndome en pie.-Creo que algunas de las cosas de los fallecidos podrían servirnos. De hecho, no me cabe duda.

Manteniéndose con los brazos cruzados, mientras observa como Helena recoge materiales de los caídos y el encapuchado rojo con la piel oscura hace lo propio con los carteles que tenía Noir. Su nerviosismo se expande hasta su pie, que golpetea el suelo impaciente.

- ¡¿Pero era necesario quemar eso?! ¡Vamos daos prisa y salgamos ya de aquí! - Espetó.

"C... creeme. Era MUY necesario. Hay alguien que queria que esos papelotes desapareciesen para siempre de la faz de la tierra"

- ¿Alguien, además del tal John Swift? - Preguntó extrañadísima.

"Anda" dice el encapuchado rojo, tras asegurarse de que esos panfletos se convierten en cenizas. Y luego quema las cenizas otra vez. Por si acaso

"¿Es que conoceis su excelencia al señor John Swift?" Dice con un tono casi de reverencia.

- Pues, no le conozco, la verdad. Al parecer era alguna especie de ladronzuelo de tres al cuarto y que buscaba nuestro anterior clérigo, junto con el encapuchado negro, Noir. Hablaban de el como su némesis, la verdad... - Comentó pensativa al encapuchado rojo.