Partida Rol por web

Al ver los barriles de polvora Rodrigo tuvo una idea loca, pero un poco de cálculo sirvió para quitarle esa idea de la cabeza. Ya que morir hoy no estaba entre sus planes.
Los hombres de Cagliari ya estaban nerviosos, si los quitaban de la ecuación con un poco más de persuasión se quedarían solo con el jefe. Y lo mismo lo detenían antes de que hiciera nada peor.

O no.

El muy capullo había accionado la puerta. Ya no había tiempo que perder. El espadachín entró raudamente ignorando a los arcabuceros.

Marchaos de aquí mientras podéis botarates. Vuestro señor está invocando a los siervos de legión. Dad gracias a Theus de que no tengáis importancia o estarías fiambre a estas horas. Corred, corred, corred.

Su objetivo era alcanzar a Caglirari, pero sabía que no llegaría a tiempo.
 

Los dos cazadores de tesoros se miran, miran al desquiciado de su jefe, a los Compañeros y al cadaver de la bestia. A una dejan caer los arcabuces y echan a correr como almas que lleva el diablo.

Vito rie como un maniaco mientras la puertas se abre

¡Idiotas! No podeis imaginar lo que me espera tras esa puerta ¡El tesoro de siglos! ¡Poderosos artefactos rapiñados por los Falisci en los confines de la tierra! grita a pleno pulmón ¡Armas! ¡Joyas portentosas! ¡Los secretos de la vida y la ....

En ese momento se vuelve hacia atrás y podeis advertir la decepción en su rostro. Pues tras la puerta de piedra no hay montones de joyas y artefactos si no un pequeño cuartucho con lo que parece la escultura de un hombre de mediana edad sentado en un trono de piedra.

Por las pelotas de Legión, que diablos es...

Las palabras de Vito mueren en su garganta cuando la estatua sentada en su trono se levanta lentamente sacudiendose la capa de polvo acumulada durante siglos. En apariencia se trata de un hombre de mediana edad vestido con ropajes de epoca, pero algo en sus movimientos os resulta turbador. Como si hubiese pasado siglos sin moverse de ese trono. Además un aura negra parece expandirse desde su figura amortiguando la luz de las antorchas y amortajando los sonidos.

Por unos segundos quedais los cinco en silencio.

En ese momento el hombre abre la boca y un largo tentaculo de carne negra acabado en un punzón sale de sus fauces y se clava en el cuello de Vito. Este se lleva las manos al cuello mientras es arrastrado por el suelo de la caverna hasta los pies de la critaura. Con un chasquido la hoja del final del tentaculo se retira haciendo que la sangre de Vito riegue el suelo de la caverna.

El hombre se agacha a recoger su diario y posa su atención en vosotros de forma distraida. Habla un vodaccio arcaico que os cuesta entender, pero su tono rezuma desprecio.

Inclinaos antes nos plebeyos. Soy Carlo III, principe di Falisci  y he vencido a la propia muerte. Mi cautiverio ha llegado a su fin y pronto habré de devolver el terror a estas tierras. Humillaos ante mi seres insignificantes y quizás os conceda una muerte relativamente indolora. Someteos como perros o morireis como tales, abandonad toda esperanza ante mi poder.

La puerta se abrio ante nosotros, y no era para nada, lo que decía la voz en mi cabeza. Seguramente solo quería llevarme hasta su señor para que lo liberáramos, pero al final fue Vito quien lo hizo.

La estatua que se encontraba en ella tomó vida, como el señor Carlo III, dueño del castelo, y de una forma terrible acabó con la vida del jefe de los cazatesoros.

Solo quedabamos nosotros y el. Y la elección era clara, luchar contra esa abominación.

Ante sus palabras desenvainé la espada y me puse en posición defensiva, como me enseñaron en la escuela de esgrima.

Wir kämpfen für das Leben gegen das Böse!

Wir kämpfen für das Leben gegen das Böse

Mi intención no es huir ni permitir que ese bicho ande suelto por el mundo, no se como saldremos de esta, pero moriremos de monera honorable,con las armas en la mano, rodeados de amigos y defendiendo unos ideales.

Así que apunte con mis dos pistolas y sonreí

creo que no se ha dado cuenta su señoría, que su corte y sus súbditos han pasado a mejor vida o mejor dicho han mordido el polvo.

si vuelve a contratar gente empieza por las doncellas, aquí hay mucho que limpiar

Aprovechando la sorpresa de sus compañeros Alvaro se desliza hasta el zurrón que contiene el guantelete y se apropia del mismo.

Alvaro se coloca sigilosamente el extraño guantelete que encontrarais en las dependencias de Carlo III. En el momento en el que este se ha encajado sobre su mano derecha nota una punzada de atroz dolor subiendole desde la mano hasta el hombro. Pinchazos como los de un millar de agujas incandescentes se clavan en su carne haciendole ver pequeñas luces blancas a causa del dolor.

Pero al cabo de apenas unos segundos el dolor remite y Alvaro logra calmar la respiración, el guantelete se ha encajado perfectamente a su diestra y no ha reducido apenas sus sensibilidad o su fuerza. Es más diría que las ha aumentado.

Los Compañeros miraron de frente al horror que se erguía ante ellos. Hombres más debiles habrían salido corriendo, hombres más viles se hubiesen arrodillado y jurado lealtad al monstruo, pero los hombres de la Compañía del Toisón no entienden de cobardía, mezquindad o rendición.

Los Compañeros del Toisón vencen o mueren de pie. Y así se presentaron ante Carlo III, de pié, con la cabeza alta, una replica ingeniosa en los labios y los aceros en la mano.

Si había que morir defendiendo a la humanidad de un mal inmortal que así fuera.

¿Rechazais inclinaros ante mi? ¿Acaso no os dais cuenta de que soy practicamente un dios? Carlo III arroja a un lado el diario y abre sus brazos, poderosas garras surgen de debajo su piel y sus dientes parecen afilarse, la apariencia de humanidad se desvanece y ante vosotros se yergue una criatura más terrible que aquellas que derrotasteis anteriormente.

Con un rugido preternatural Carlo III se arroja hacia vosotros tratando de mellar vuestra carne. Salta contra una pared de la caverna y de ahi al techo por donde corre a cuatro patas como una alimaña antes de arrojarse primero contra Mallory y luego contra Rodrigo con las garras y finalmente contra Alvaro tratando de clavarle sus mandibulas.

Arrojandose con los brazos abiertos su rápido ataque supera la defensa de Mallory y de Rodrigo, pero estando sobre aviso Alvaro logra esquivar su brutal mordisco

Álvaro flexiona levemente la mano comprobando algo asombrado que el guantelete no le causa mayor incomodidad para manejar la espada una vez ha superado el dolor inicial.

“¿Tanto para esto?” Piensa un poco decepcionado, quizás esperando algún efecto mucho más espectacular.

Carlo III se transforma en una criatura incluso más terrible que las anteriormente derrotadas ante la impertérrita mirada de Álvaro, quien incluso parece sonreír con cierta sorna.

Se lanza al ataque y logra alcanzar a Mallory y Rodrigo, pero el Bachiller es más rápido que aquel y con un hábil giro sobre sí mismo se echa a un lado, apoya los pies en la pared de la caverna y acaba tras la criatura. Une el movimiento de la caída en cuclillas con un barrido de su espada de diestra a siniestra en las corvas de la criatura y otro raudo movimiento de siniestra a diestra una vez más en las corvas causándole profusas heridas.

Ni corto ni perezoso da un pequeño salto, apoya su pie derecho en la espalda de la criatura y se separa de esta dando un salto mortal hacia atrás cayendo cerca del diario.

- ¡Inclinaos vos, engendro, ante la Compañía del Toisón! - le grita con arrojo y un claro sentimiento de superioridad en su voz.

La velocidad de esa cosa fue brutal. No me dio tiempo apenas a reaccionar y ya me habia golpeado, si no fuera por la armadura el golpe habría sido terrible.

Y ahora era nuestro contraataque, pero mi espada falló su objetivo, dejandome expuesta a otro golpe.

La horrible criatura pega un grito de dolor cuando las espadas del Bachiller cortan su carne. El castellano se ha cobrado la primera sangre en este duelo mortal. Aún así la herida está lejos de ser incapacitante y la horrible criatura se vuelve hacia su agresor.

De su boca surge de nuevo ese horrible tentáculo que trata de enrroscarse alrededor del cuello y el torso de Alvaro para inmovilizarlo y asfixiarlo. El tacto del apendice es frio, humedo y repugnante, materia de pesadillas. La fuerza de tan inmundo miembro es eso si terrible y Alvaro nota como sus pies empiezan a ponerse de puntillas y a no tocar el suelo mientras boquea tratando de llevar aire a sus pulmones.

La rápidez del ser impide que Rodrigo pueda detener su embestida, fue capaz de preveerla y casi consigue pararla. Pero le faltó unos centímetros. Y en una pelea eso puede ser mortal. De hecho la sangre que manaba de su pecho así lo indicada.

Theus. Que dolor.

No obstante, en esta ocasión se había logrado sobreponer al miedo. Y era capaz de pelear normalmente. Su hoja así lo demostró alcanzando a la criatura en un costado y hacíendola sangrar, al igual que Alvaro que había logrado dar buenas estocadas.
No obstante el bachiller había sido atrapado con el tentáculo de aquella cosa. Y en ese estado no podía hacer mucho contra la criatura, por lo que Rodrigo trató de liberarle. Sin mucho éxito, ya que se movía deprisa, demasiado deprisa.

De nuevo el infame ser gritó cuando un nuevo acero castellano se le clavó. Aún así el dolor no fue suficiente para vencerle o para obligarle a liberar al pobre Alvaro.

El terrible ser se revolvió a la espera de nuevos ataques mientras la presa del horrendo tentaculo iba cerrandose alrededor del castellano cautivo.