Partida Rol por web

Dispuesto a acabar con vuestra insufrible insolencia Carlo III redobla su ataque esta vez contra Alvaro. Pero sorprendido quizás por el valor, la entereza y la dignidad con la que estos valientes lo desafían en su mismo cubil infernal no atina a lograr alcanzarles mientras agiles y resueltos estos danzan a su alrededor. Tomando posiciones para lo que probablemente sea su asalto final

Rodrigo estaba estudiando a la criatura. ÉSta era dura, muy dura. Y peligrosa, como podían atestiguar las heridas de Mallory y la suya propia. Por lo que cuando veía cómo se lanzaba a por Pierre decidió llamarle la atención, pues era el único que podía curar sus heridas, y el resto no podría hacer lo mismo por él.
Además, la eisena había cogido el diario, por lo que si no le hacia caso a ella podrían salir sin problemas de allí con el mismo.

e je, toro, eje.

La hoja de Rodrigo no lograba atravesar la dura piel del antaño señor del castillo. Pero sí que fue suficiente como para arañar la superficie y dejar unas siglas grabadas en la cara. Una T, de Toisón.

Así, si alguien descubre tú cuerpo, sabrá que fué la compañia del Toisón quien arrebató tú horripilante y tenebrosa vida. Pues no vas a poder escapar de aquí. Vivo, me refiero. Y espero que tú alma se pudra en el infierno de Legión.

Rodrigo echó unos pasos para atrás, alejandole de la puerta. Pues así sus compañeros lo tendrían más fácil para salir si se centraba en él. Como era su plan.

Aunque me parece que no es un plan demasiado bueno.

Furioso por el insulto del castellano la criatura salta sobre el. Convertido ya en más bestia que engendro con apariencia de hombre. Pero la furia es mala consejera y los estudiados y minusculos del de Gallegos logran mantenerlo siempre al filo de los zarpazos, dentelladas y demás ataques de Carlo III.

Como el torero que mira de frente a la bestia y flirtea con la muerte parecería que Rodrigo casi disfruta de exponerse a una muerte horrible como excusa para exhibir su dominio de la espada.

Las heridas infligidas por la Bestia han hecho mella en el Soldano que no logra acertar con sus ataques a la furibunda criatura.

Acosado como un oso por una jauría de perros Carlo III recibe los ataques de los aceros de los compañeros que laceran su carne. Y lo que es peor sus afilados insultos destrozan, si es que aun esa criatura concibe tales sentimientos, su orgullo.

Así pues sangra ya más profusamente y os parecería que por un momento su rodilla se dobla. Os aprestais a redoblar vuestro ataque para aprovechar la ventaja.

Había sido paciente en el combate, solo su primer golpe superó mi defensa, y luego herido trató de atacar al resto, dándome tiempo a ver como se movía, como golpeaba, que puntos dejaba abiertos.

En cuanto lo comprendí cambié mi posición defensiva a una más agresiva y por fin, clavé mi espada en su costado, haciendo un feo corte al sacarla, un movimiento de mi pie y acabé en su espalda, de nuevo rasgando su mugrienta piel y carne, y por ultimo, una estocada en uno de sus brazos, dejándolo gravemente herido.

Los brutales golpes de Mallory llegaron a doblar la rodilla de Carlo III. Sangrando por sus muchas heridas trató de levantar el brazo de nuevo recibiendo otro brutal ataque de la eisena que pareció poner punto y final a sus fuerzas. Como si pareciese revertir a su petreo estado anterior fué anquilosandose en su postura de derrota mientras su carne, hace unos momentos blanca se marchitaba y tornaba gris ante vuestros ojos.

¿Como es posible? os parece oir que murmura Abandonan mis oscuros poderes este cuerpo...Pero si esta ruina ha de ser mi mausoleo también será vuestra cripta dice con la voz rota y como si le obedeciese diriais que el castelo tiembla y cruje, su precaria estabilidad desvaneciendose por momentos.

La criatura parecia tambalearse, no era para menos después de las estocadas de Mallory, por lo que Rodrigo reaccionó rápido y aprovechó sus lamentaciones para tratar de rematar la faena.
El ataque fue preciso, pues la criatura ya apenas se defendía. Aunque eso no quería decir que no pudiera resistirse a morir. De hecho ya debería haberlo hecho hace años si no fuese por su ímpio trato con Legión. Aún así el acero castellano se hundió con fuerza en el antiguo noble.

Vuelve a los infiernos de donde no deberías haber salido, engendro de Legión.

El castillo se tambaleaba, por lo que tampoco es que tuvieran mucho tiempo para perder allí.
 

La espada de Rodrigo se hundió con fuerza en el pecho de Carlo III, justo en el lugar en el que antaño debió estar su corazón. La estocada cruzó de parte a parte el pecho del engendro y cuando el castellano extrajo la espada Carlo III, derrotado de rodillas, cayó lentamente sobre su costado. Ahí, en clara señal de las llamas infernales que le esperaban, su cadaver empezó a consumirse y a deshacerse en pavesas, la impí anigromancia que lo mantuviera vivo abandonando el receptáculo de la infamia.

Pero el castelo parece querer morir con su impío señor. Las paredes tiemblan y cascadas de polvo y detritus caen del techo mientras toda la estructura cruje como si fueran los lamentos de un leviatán moribundo. Si no saliis rápido de aquí estas paredes serán también vuestra tumba.

Álvaro aún incrédulo por su falta de pericia para ayudar a acabar con Carlo III salió de su ensimismamiento al notar los temblores y ver como su cuerpo volvía a ser polvo…

- Polvo al polvo… - musitó antes de mirar a sus compañeros.

Con un leve asentimiento se dispuso a correr por el Castelo con ellos esquivando cascotes, saltando por encima de los cadáveres que poblaban las estancias donde habían visto las peores carnicerías que podía recordar, y evitando los charcos de sangre coagulada para no resbalar en ellos.

Las escaleras parecían empinarse más y más a medida que subían y el Castelo se hundía. Al fin alcanzaron el nivel superior y su largo pasillo con la luz al fondo, una luz llena de promesas de una mundo sin monstruos blancos y dientes afilados. Estuvo tentado de pararse a cortar una de aquellas cabezas horribles para llevarlas como muestra de que no mentían, pero al diablo con quien les creyese. Él sabría siempre por lo que él y sus compañeros habían pasado. Ahora sólo importaba que los cuatro alcanzaran la luz. Allí aún les quedaría correr por la piedra o las cuerdas para evitar ser engullidos por el Castelo, y llegar al barco y alejarse antes de que la roca los arrastrase con ellos al fondo del mar.

Por fin cae el monstruo y ya todo lo que nos hace falta, en ese momento el tiempo, la única fuerza contra la que no se puede luchar, viene a reclamar lo que le ha sido robado y Carlo se deshace delante de nuestros ojos

Que asco, es que aquí nadie se muere de una manera normal

Y en ese momento el terreno empieza a temblar y comienza a suceder lo que todos temíamos, esto empieza a desmoronarse.

Correr insensatos empiezo a mover mis pies como alma que leva el diablo, no sin pasa antes por los restos de los desgraciados que acompañaban al italiano y requisarles un arcabuz, siempre quise tener uno.
Mis pies empiezan a volar y dirigirse como alma que lleva el diablo.

Por fin empiezo a ver la luz y me dirijo hacia ella. Cuanto antes salgamos de aquí mejor

Tras mi cantidad de golpes, veo como Carlo cae de rodillas, totalmente exhausto, y justo en ese instante, Rodrigo da lo que parece el golpe definitivo, haciendo que el "hombre" tome una posición similar a cuando no era más que un montón de piedra.

Pero sus ultimas palabras sonaron como una maldición y el castelo empezó a temblar, cayendo trozos de estructura junto a nosotros, solo nos quedaba correr y huir de allí.

Todos empezamos a correr y a esquivar las rocas que caían del techo y los muros, y en unos instantes conseguimos salir fuera de esta, estando por un momento a salvo, y además, con todos los objetos que nos habían encargado.