Partida Rol por web

Max busca la frase lapidaria, las palabras justas para revetir la situación, el discurso que incline la balanza a su favor. O lo que es lo mismo, algo que nunca ha tenido: con Diane, la Rubia, siempre ocurría lo mismo. Ella, una mujer madura e inteligente, le daba mil vueltas...y casi siempre se quedaba con la última palabra. Max aceptaba inferioridad manifiesta y acababa normalmente canalizando la frustración sobre la tabla de ejercicios, las mancuernas o el punching ball.

-Soy soy padre, Diane...Por favor...- implora con la voz quebrada, incapaz de hacerse valer de otra forma. El humo coge asiento en las vías respiratorias y Machete tose. Todo resultaba irratantemente patético.- No voy a joderla, Rubia. Te lo prometo. Sólo...sólo concédeme eso...

-Max...

Pero Diane no pudo seguir, su voz se quebró. Habían pasado tiempo juntos, ella lo había amado de tal manera que le había dado dos hermosos hijos pero las cosas habían cambiado tanto y la vida les había separado de tal manera que.

-No sé en cuál de sus cosas esté Mormad, le llamaré y le pediré que me los traiga al hospital. Te prometo que los chicos están bien. ¿Vendrás?

Max podía escuchar el respirar de su exmujer del otro lado, sin duda estaba llorando.

¿Qué coño contaba el tipo aquel?, ¿qué los había visto?, ¿y pedía dinero a la poli?, realmente era más imbécil de lo que aparentaba, aunque lo de los trajes negros y comunicadores sonaba creíble, esos eran todavía aún mas tontos, se pensaban que así mantenían el anonimato.

El tipo había perdido mi atención, hasta que una nueva explosión hace que me cubra rápidamente el rostro de manera instintiva con los brazos, hijos de puta, pero parece que hay más ruido que nueces, y no me duele nada, vamos bien, ya les dije que no ganamos para sustos, cualquier soplapollas puede conseguir explosivos hoy en día.

Maldita sea, las cosas empiezan a pasar rápido, siento como si despertara de un letargo, maldita sea, y el jefe me manda a por el chicano y él se queda con las chica, que aparte de estar más buena, tiene menos de pinta de volarte los huevos a las primeras de cambio. Aunque eso nunca se sabe, pero desde luego que arriesgaría los míos con mucha más entrega.

Echo a correr, perdiendo unos valiosos segundos, pero con agilidad una vez ha comenzado la carrera, esquivando a un par de agentes, otro par de bomberos, puta mierda, mejor no me preguntéis porque voy detrás de ese tipo. Sentido del deber, si, a lo mejor es eso.

¡ALTO HIJO DE PUTA! el sonido de la lluvia, el chapoteo, ¡O TE VUELO LA CABEZA! amenazas que no voy a dudar ni un ápice en cumplir, dispara primero y pregunta después, la primera regla extraoficial de la academia, un jadeo se escapa, y eso que el esfuerzo no ha hecho más que empezar. Escopeta en ristre, contundentemente disuasoria para no tener que abrirme paso a empellones.

Observo los ojos del bomberito, que pasan de mi olímpicamente, otro ejemplo más de que hoy no va a ser mi día de suerte, y que tampoco va a ser una noche fácil. Un estruendo horroroso hace que cierre los ojos con fuerza y que me encoja de hombros, por un segundo, notar un dolor en el brazo hace que se multipliquen al doble los nervios que tengo en el estómago, levanto la mirada asustada, esperando encontrar cualquier cosa, pero la voz del negro hace que entienda rápidamente que lo único que pasa es que el gilipollas me ha agarrado y me está zarandeando…

La expresión pasa a ser de mala leche mal contenida, mordiéndome el labio inferior, es un poli, todavía no estoy tan tonta como para jugármela con los que mandan, puede ser un chiflado, y encima va armado… en cualquier caso se merece un par de hostias por intentar quitarme de mi empeño.

En una zancada me recogen otros, miro incrédula, encontrando un rostro bastante atractivo, me cago en todos, ¿Por qué cojones me tenéis que agarrar todos los putos tíos hoy? El brillo peligroso no desaparece hasta que consigue calmarme cuando empieza a darme algo de información, eso no viene nada mal, aunque no tenga ni pies ni cabeza, por lo menos para mí, lo que dice. Y tratándome de usted, eso si que es sorprendente…

-¡Él estaba por aquí!- ¿Dónde narices va a estar si no? –¿Estás seguro de verdad de que no ha salido nadie?- Miro alrededor, de nuevo, mucho más preocupada –¿Dónde puede haberse metido entonces?-Una duda que es más para mi que una pregunta, si yo no lo sé, obviamente el menos. Paso las manos por el rostro, apartando el pelo de la cara de nuevo, de la pulmonía no me va a librar nadie ya hoy… porque de aquí no me voy sin saber algo de Keith, el roquero que me está crispando los nervios.

Me cago en la puta… vale, voy.- pego un tiron para ir por mi propio pié y libre, como suelo estar y sentirme.

- Iré.- dice Machete un segundo antes de colgar. Ni por todos los ciberimplantes gratis por cortesía -de Howard "Fast" Gardner -...sigue soñando, güey... - se perdería la cita. Debía ir y lo haría rápido...aunque el tipo de la escopeta, sí, ese que tiene pinta de complicarse poco la vida, parece que tiene pocas ganas de pasar la noche en casa. El niñato tiene prisa. Machete también. Incompatibilidad de caracteres.

- Luego te veo.- dice en voz alta y clara, aunque probablemente no le llegue con nitidez al poli. Da igual. Max retrocede unos pasos hasta que finalmente se dá la vuelta y echa a correr en dirección a la turba de cabrones que esperan una migaja llovida del cielo. Habrá que comprobar varias cosas:
la primera, si el imberbe es rápido.
La segunda, si realmente está decidido a dejarse el fuelle.
Y la tercera, si los dos primeros supuestos son afirmativos, si le importan tres cojones montar un cirio con la de los ojos negros.

- Ya veremos...- piensa Machete apartando gente de su camino a base de codazos.

Todo parecía tan calmo, tan lleno de gente que sólo estaba esperando el momento justo para atacar o detenerse. Yo estaba cada vez más desesperada pero no paraba de intentar abrir aquella alcantarilla, sabía que en cualquier momento llegaría Mormad y todo se iría al carajo, no tenía más opción que abrir aquello y encontrar lo que buscaba, el pequeño microchip con la información de los nuevos modelos y claro, ver si había gente dentro aún. Continuaba agachada frente a la alcantarilla, imprimiendo fuerza y mirando al cielo que no paraba de dejar caer esa lluvia ácida, esperando ver en cualquier momento en el cielo el vehículo de Mormad y sabía que no dudaría en matarme.

-¡Maldición! ¡Jefe!

Me levanté y fui directo al negro, la ropa empapada, el cabello sobre la cara. Prefería tratar con la corrupta policía que con Mormad, porque no me iba a dar tiempo de nada y se quedaría con lo inventado por mí. A mí no me engañaba, él quería quedarse con todo el crédito.

-Sé que hay gente allí, es allí donde corremos cuando sucede algo. ¡Tienen que ayudarme!

Sonreí agradecido de que me acompañara sin que tuviera que usar la fuerza o algo así. La escolté del otro lado del cordón y la observé detenidamente, parecía una chica inteligente, era bastante guapa y la verdad es que me había alegrado la noche, aún cuando seguramente estaba allí por el novio, eso debía ser.

-Escuche, le prometo que no sacamos ningún hombre como nos describe. Además, usted parece muy segura de que está vivo, ¿tuvo algún contacto con él después de la explosión?

Me recargué del auto de la policía esperando una respuesta, una más y le haría la adecuada.

-¿Es su novio? Yo creo que él está bien, esté donde esté y...

Parecía que había movimiento, no paré de mirar a la peliblanca que se dirigía al capitán.

Estaba hasta los mismos cojones de tratar con gente imbécil, la negra de pelo blanco se creía que él era uno de esos a los que les ordena pero luego, cuando lo miró a los ojos, el capitán perdió toda resolución. Si lo viera su esposa, se olvidaría del dolor en las partes bajas porque se los cortaría allí mismo y delante de la compañía, pero no estaba y la mujer parecía muy convincente.

-Tranquila... Dejemos que los bomberos terminen y...

Pero no, no era una buena excusa. Ella ni siquiera hubiera tenido que estar allí pero lo estaba. Buscó con la mirada a dos de sus mejores hombres pero a uno lo había enviado con la joven histérica y a otro lo había enviado en busca del chicano, movió la cabeza negativamente y llamó a dos bomberos que sólo miraban y les ordenó ayudar a la mujer.

-Eso sí, nosotros entramos primero...-y le habría gustado agregar que luego le aceptaría un trago pero era viejo y ya no estaba para eso, en su lugar, buscó a Winter con la mirada, a él le quería dentro primero que a nadie.

Ni puto caso, ni puto caso, joder, ¿por qué todos presuponen que los polis queremos joderlos?, ¿no sé dan cuenta de lo que lo único que queremos es vivir?, siempre poniendo las cosas complicadas, maldita sea.

Sólo los hijos de puta se esconden detrás de inocentes, bueno, por llamarlos de alguna manera, no me miren mal, eso de la presunción de inocencia murió en el dos mil diez, ya lo sé. Desde aquí podría darle, sin duda, aún tengo algunos trucos, no dilapidé mi escaso capital sin antes no invertir en mi protección personal. Pero tampoco es cuestión de cargarse a más de los estrictamente necesarios.

Entonces sucede rápido, familiar, esa sensación de adrenalina directa al corazón, y mis músculos responden como nunca parece que pudieran hacerlo sin ayuda, veloces como el viento, detrás de ese cabrón que quiere ganarse una buena ración de plomo para cenar.

Tengo que alcanzarlo rápido, antes de que esto se vaya a la mierda, ! APÁRTENSE, JODER! grito, tentando de disparar al aire, pero no esta la cosa como para desperdiciar balas, y además podría armarse gorda, PARA CABRÓN, JODER, ¡SÓLO QUIERO QUE HABLEMOS! porque como me toques muchos los huevos…

Resoplo cuando me voy alejando del edificio, mierda de todo, ¿Qué narices hago si no?... Tirarme por un puente no es una opción.

Levanto la vista, extrañada, cuando habla el poli. No me convence nada lo que me está preguntando. Ojos inquisidores y confusos, pero serenos, recorren al tipo, calibrando si se trata de un simple ligón o por el contrario un policía queriendo pillarme por algún lado. Obviamente no hay que fiarse de ninguno de los dos. Y menos darles datos.

Creía que andaba por aquí...- La calma en mi rostro se ha recuperado, provocado por la desconfianza y la cautela. Sin él estoy sola, tengo que mantenerme a flote hasta que lo encuentre. Así que escenitas, ninguna. Lo único que sí, mucho cuidado. –Gracias por la ayuda, colega...- Es mejor que me largue ya, pasar desapercibida. Esbozo una sonrisa medianamente convincente. -Nos vemos… y me giró para desaparecer entre la multitud…

…. Cuando el sonido del murmullo molesto de la peña y las voces del buenorro me hacen levantar la mirada a lo que viene, una persecución que se está produciendo a apenas un metro de lejanía. Vaya tela, tela marinera. Los voy viendo llegar y me aparto de un salto, hacia el poli con el que charlaba “amigablemente” hace nada, haciendo sitio para no llevarme ni un puñetazo de uno ni un disparo del otro.

¿Qué cojones le pasa al personal?. ¿A dónde coño miran?. Están absortos..., ¿nunca han visto un jodido edificio en llamas?. ¿Por qué carajo no se apartan?...Yo lo haría de ver a un mexicano de 1.70 y 90 kilos con los codos por delante. Y con muy mala sangre. Más mala que la puta carne de pescuezo...

Machete siente que le acortan distancia. Las voces del tipo se escuchan más cerca, y por el rabillo del ojo, unos metros más atrás, el poli avanza por camino abierto. Sólo quiere hablar. Por los cojones. Eso mismo le dijo Frankie Ramirez, aquel pinche cabrón de la DEA, al pobre Javiercito Sandoval antes de agarrarlo para que se le comiese enterito la sosa caústica. Fíate de la pasma: "Hijoputa mentiroso" es asignatura obligatoria en la academia.

¿Qué pasa, güey?. ¿Te estás haciendo viejo?. No llevas ni cuarenta pasos y ya asoma medio metro de lengua. Si te paras, la chingaste: interrogatorio, cuartelillo, una noche perdida. No puedes dejar que suceda, Machete.

La ciudad es grande y tiene esquinas para doblar, recovecos. Además está llena de gilipollas, de yonkis, de putas, de pandilleros, de buscavidas,...y todos parecen haberse puesto de acuerdo para venir aquí esta noche. No debe ser difícil desaparecer. ¿No?. ¿Seguro?. A la mierda, probemos al gringo.

Max corre como un endemoniado, su corazón late con fuerza pero tras él, Winter sigue con el mismo paso casi y aunque muchos reparan en ellos, la cosa da igual, lo interesante está donde la del pelo blanco. La única que repara en ellos es Zoe pues Viktor está mirando a otra parte de la anatomía de Zoe cuando los otros vienen a pesar de los gritos; parece que Max va a salirse con la suya, si logra escabullirse entre la gente, se perderá entre las calles de aquel barrio que él conoce demasiado bien pero para su mala suerte, la joven mujer se hace a un lado y Max la pasa a traer cual mole sin control, ambos caen al suelo entre quejidos de dolor, parece ser el peor día de la vida de ambos. El joven Viktor corrió a levantar a la joven pero tardó unos segundos, estaba idiotizado mirando el desmadre en que se había convertido aquello.

Nada más empezar la persecución acude a mi mente esa estúpida canción que no para de sonar en todas las malditas emisoras “independientes”. Puta basura, no se lo creen ni ellos, ejecutivos que se aprovechan de la música de unos capullos que van de inconformistas, me gustaría que por lo menos uno solo se creyera la mierda que escribe.

Todo sucede rápido, aquel tipo se había confiado, seguramente no esperaba que me moviera tan deprisa, bueno, que le jodan, mejor así, me acercó al lugar donde ha caído, escopeta en la mano derecha, dedo en el gatillo, claramente recortada para poder ser manejada con facilidad con una única mano, y el cañón saludando al escurridizo mejicano, de frente, seguro que no es la primera vez que se ven, o por lo menos con una de su especie.

Si te mueves te la cargas capullo me costaba no apartar la mirada de aquel tipo para echar un vistazo a la tía con la que acababa de estrellarse, ya me había fijado en ella, es curioso, a mi me cuesta creer en las coincidencias, no hacerlo te hace mejor poli. Lo mismo para ti, ojos verdes era difícil no verlos a pesar de las circunstancias, un bajón cuando la velocidad de mis movimientos se normaliza, ya dije que no duraba en exceso, y se estropea con más facilidad de la que me gustaría, no la miré, toda mi atención la tenía el chicano.

¿De qué coño vas?, habla mamón, y ten presente que todos hemos tenido un puto mal día, el cansancio es lo más destacado de mi tono de voz, me estaba perdiendo lo bueno, necesitaba toda la pasta posible, y estaba aquí, seguramente perdiendo el tiempo.

Qué cerca estaba la esquina con Raven Rock. De haberla podido doblar, Machete habría seguido calle abajo unos quince metros. A la derecha, las escaleras bajas al callejón comercial. Ahí empezaban a verse los graffitis: buena cosa, el murete de piedra con aquel agujero era refugio de los pocos yonkis que le ponían huevos a (mal)vivir cerquita de la gente bien. Pasillo ancho, contenedores ardiendo y un puto laberinto de escombros, depósitos vacíos de Nuke y mierda humana arrastrándose en el subsuelo de la Big Cool City. Allí, Max se habría esfumado.

Qué cerca.

- Todos no, jefe.- dice el magullado Aguirre con el culo y las palmas de las manos reposando en el piso. Se lame las muelas: ha debido darse de boca contra alguna parte dura de la tipa ésta.- Hoy era buen día para mí, y la lluvia no me amilana: los lunes, miécoles y jueves salgo a correr. Un poco de ejercicio, ¿sabe?...Training, vida sana, usted ya me entiende. Aunque de unos años a esta parte sólo salgo los meses sin R...

La de los ojos negros mira fijamente. No es la primera vez y a buen seguro no será la última : aquel pendejo aún se cagaba en los pañales cuando Machete ya estaba harto de mear sangre. El mexicano no mueve un músculo, no mira a la chica ni al follón que parece haberse montado en los aledaños del edificio. Ni siquiera al cañón recortado. La insana lluvia no perturba, el ruido de las sirenas, de la muchedumbre ha dejado de sonar. Hasta el tiempo se para: Max focaliza en el agente sin que el pobre gilipollas sepa lo cerca que está de morir joven.

-Dame un motivo, gringo.

-Ahorita mismo me levanto y aquí no ha pasado nada, ¿si?.- pero Machete, de momento, no mueve ni una ceja.

Lo típico. Los problemas con los tíos vienen cuando más los intentas evitar.

Los ojos se abren más y más cuando la mole se va acercando, pero no para pasar, que sería lo lógico, sino como si fuésemos dos putos imanes. La leche, el colega que parecía un armario empotrado con la luz de la moto se ha evaporado, sólo queda un tipo incluso más bajito que yo, pero que pesa de la hostia… se ve que no se puede ser fuerte y tener equilibrio a la vez, y esté eligió mal. El saco de patatas que me llega con la fuerza de un tractor me estampa en el suelo, lo que me faltaba, barro para adornar un poco más mi estupendo aspecto. Suerte que estoy acostumbrada… y que me es indiferente.

¡Cojones!- Se escucha mientras noto el asfalto en el lado derecho de la cara. Con un dolor considerable en el hombro izquierdo 8que se ha llevado lo peor) y hasta las narices de todo, me giro para volver a incorporarme, frotándolo mientras recibo las vaciladas del rubito, claro, que valiente, soy una amenaza andante... O tú eres un chulo. Eso sí, con un careto que para qué…

Lo miro seria, mosqueada, dolorida y nerviosa. Fijamente y con ceño fruncido, deseando que otro pringao le aplaste como acaba de hacer conmigo el que habla sin que parece que tenga ni un poquito de sentido o de apego a su vida. Y sin miedo, es una redada más. La putada es que es la primera sin Keith.

-Ya me dirás el peligro que tengo con éste en lo alto...- Doy un tirón brusco de las piernas para sacarlas de debajo del tipo. Y me quedo quietecita en el suelo, esperando a que se maten o se adoren y me dejen en paz.

Max y Zoe están hechos un nudo, aunque bastante desatable, Viktor ha sacado ya una estúpida pistola que casi da risa pero Winter sigue fijo en su propósito, así como Machete que parece no querer ceder, la chica está impaciente y mientras todo ello sucede, a lo lejos se ve un montón de autos, todos dorados, parece ser que alguien de los grandes va a asomar las narices pero mientras están en ello, vuelven a la charla por llamarlo de algún modo. Poco dura el silencio, la lluvia arrecia y los autos pasan por encima de ellos lanzando algo, ruido, caos, algunos bomberos alcanzan al correr, Viktor se echa encima de Zoe para evitar que algo la golpeé; suerte que tenemos un héroe entre nosotros.

Un estruendo enorme se escucha, provocando que los pocos que no han volado en mil pedazos, se tapen los oídos y agachen las caras. Por suerte para Winter y compañía, estaban justo detrás de un auto que ha parado la mayor parte de los cascos de asfalto y de otro edificio cercano, el asunto de la explosión primera, ya no sólo era contra Mormad, aquí hay algo contra la policía. Cuando Winter, Max y Viktor levantan la mirada, todo en un radio de 5 calles está destruido, sólo quedó una salida, el capitán Wayne está junto a ella, casi moribundo y la del pelo blanco, lo observa horrorizada pero ahora sabe que sólo hay una manera de salir. La tapa que intentaba levantar, ha salido con ayuda de un bombero que ahora yace muerto al lado del capitán, gracias a un pedazo de vidrio que voló con la explosión.

No hay modo de salir, los escombros forman barreras en todo los ángulos, de los 13 bomberos, se ha salvado uno solo de los 8 policías, sólo Winter, Viktor y esperemos que el capitán, los otros sobrevivientes son las dos mujeres y Machete. La cosa no está equilibrada pero ahora lo importante debería ser salir de allí. No hay luz y el frío empieza a hacerse sentir.

¿Qué hostias decía el tipo aquel?, ¿iba de droga hasta arriba?, eso parecía, pero había algo en su mirada, no sé, demasiadas distracciones a mi alrededor, y encima ojos verdes nos ha salido respondona, una mirada fugaz, sin saber bien que hacer, no quiero disparar a nadie.

¿Pero qué hablas? interpele al del acento del otro lado de la frontera, aunque estas queden ya difusas, hay cosas que no cambian, y una era la forma de hablar de los mexicanos. Saliste corriendo justo después… pero ninguna palabras más salió de mi boca.

La onda expansiva en mi espalda, el ruido después, o por lo menos eso me parece, de rodillas, aferrado como puedo a la escopeta, apoyadas ahora ambas manos en el asfalto, y la devastación a mí alrededor. El espectáculo no deja indiferente, he olvidado lo que estaba haciendo, empieza a carecer de importancia.

Busco con la mirada a la chica, ella y el otro poli están bien, mis ojos se encuentran entonces con la placa que ha salido despedida de mi cuello, caída en el suelo, proteger y servir, el mismo lema de toda la vida, ese que perdió todo su significado hace muchos años, por lo menos para casi todos, y antes de recogerla me cruzo con el tipo al que apuntaba hace unos instantes, que diablos, joder, no creo que nadie sea tan idiota como para inmolarse de esa manera.

¡POR ALLÍ! demasiado alto, aún algo sordo por la explosión, y señalo con el cañón de la escopeta el único lugar por el que parece posible escapar, el lugar donde el capitán está bien jodido, maldita sea. Me incorporo, esperando a que echen a correr hacia donde indico.

Pendiente del rubito y de la perorata que prometía iba a darnos, planeando volver a llamar en cuanto desaparezcan estos tíos para echarle una buena bronca al desaparecido, en esas estaba cuando empiezan a caer coches del cielo….

El encogimiento como acto reflejo dura lo indecible, percibiendo al momento que estoy engullida en una oscuridad, y contra el asfalto de nuevo, pero bastante a salvo, joder. Incluso ha amortiguado un poco el ruidazo que ha llegado después. No me atrevo a mover ni un músculo hasta que el poli jovencito no se quita de encima de mí, aprovechando entonces para comenzar a mirar alrededor poco a poco, abriendo los ojos como platos al ver el estado de TODO. Hostia puta ¿Qué mierda ha pasado? He visto muertos, pero no así… no tantos. Y yo podría ser uno más. Perfectamente. Un profundo agradecimiento me inunda unos instantes, pero la garganta está cerrada a cal y canto.

Con un dolor de cabeza que no tiene nada que envidiarle al de las resacas más tochas que puedo recordar, me levanto despacio, bastante atontada, frotándome los ojos que están llorosos debido al polvo que hay levantado. Puta locura de noche. Me dispongo a seguirlos, claro que sí, y calladita…

…. Me he quedado sin palabras.

Las rodillas protestan cuando Machete se incorpora. Las rodillas y los oídos, emitiendo un tono en La Mayor quince octavas más agudo que la jodida trompeta Mex- XXII de Antonio, el Techno-Mariachi de Night City.

El guardapolvos de cuero imitado pide un recambio que la cuenta corriente de Max no puede permitir; "guardapolvos" es un buen nombre para dicha prenda, pues por su aspecto parece haber actuado como imán para todas las partículas de piedra pulverizada presentes en las cinco calles que acaban de irse a tomar por culo.
ESTO, justo esto, es lo que pasa cuando la puta pasma mete las narices y se posiciona en una guerra intercorporativa: el mexicano ha visto cantidad de mierda en su vida, pero ésta olía especialmente mal...sobre todo cuando trocitos de carne civil - muchos, vive Dios... - se mezclan con trocitos de carne policial y funcionarial, con cristales, con escombros, con pedazos de lo que antes eran autos bien chidos y con fuego.

Sin embargo, ya bien incorporado y palpándose los miembros esperando encontrar algo incrustado, Machete observa el panorama en todo su esplendor y trata de buscar lo bueno de todo aquello: el tercer pepinazo tiene pinta de ser el final de traca, sus hijos están lejos y este repugnante barrio de beautiful people ha reventado junto con -está totalmente convencido- un buen puñado de mala hierba. ¿Inocentes muertos? Quizá, pero una cosa no quita la otra...y en esta vida hay que ser positivo.

-Si me disculpan...- contesta al mando de Shotgun Kid, con la voz aún más áspera y grave de lo habitual en él. Ni por todos los seguros médicos del mundo iba Machete a desaprovechar esta oportunidad: él iría por otro lado. Que la chica y el poli tiren por el suyo, faltaría más.
Lo malo es que, por mucho que mira, no hay más salida que la que hay. Chévere.
Aguirre mira ahora al cielo poniendo la mano entre los ojos y la basura ácida. Chasquea la lengua y se detiene un segundo para mentar al destino...

Pinche cabrón...

...antes de ver de cerca lo que carajo sea que está levantando el jefe negro del gringo.

Toda la confusión, los gritos, las explosiones han quedado atrás, ahora hay un silencio que sólo es roto por los quejidos del capitán y por los propios pensamientos de cada uno. Un silencio mortal, el olor en el ambiente es aquel que solía ver en los barrios privados cuando algún pudiente celebraba un cumpleaños con amigos y asaba carne en el jardín. Quizás un buen recuerdo, de no ser por las circunstancias en las que estaban y que además, algunos de ellos ni siquiera habían vivido aquello.

Machete pudo observar con claridad que los explosivos habían sido lanzados desde el cielo, sin duda querían acabar con ellos y eso no era lo peor, lo peor era que quizás habría más pero el tema es que no sabían cuándo. De pronto, un sonido conocido les llama la atención desde el cielo, parece ser otro auto pero este no tiene control, no saben dónde pueda caer pero lo mejor es moverse a lugares menos peligrosos si es que acaso los había. Justo lo que el poli rubio estaba ordenando, sin pensar, simplemente a voz en grito, como él sabía hacer las cosas. A ver si de una puta vez alguien le hacía caso.

El móvil de Zoe sonó en aquel momento, mientras se confundía con un grito del capitán y de la mujer del pelo blanco pidiendo que alguien ayudara a aquel hombre. Al menos el móvil de Zoe funcionaba y a lo lejos podía verse su moto, solamente mancillada por el polvillo de los materiales de construcción, una suerte que no estuviera destruida, en realidad era una suerte que todos estuvieran con vida. La lluvia seguía cayendo con insistencia, seguramente nadie se acercaría aquella noche de nuevo al edificio de Marmod, por temor a que sucediera algo más. Ya ayudarían cuando la mañana llegase.