Partida Rol por web

A Partir de Ahora.

Capítulo V

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28/01/2010, 13:35
Francis P. Spencer

El modo en que quedaron distribuidos para el viaje, del todo espontáneo, no fue tan del gusto de Sir Francis como pudiera. Él esperaba dedicar el trayecto a hablar de negocios con Edmund o simplemente dejar algo de paz al peculiar grupo. Quedó con Patrick y Susanne, los recién prometidos que aún no habían tenido ni un instante de intimidad, y con Elizabeth, con quien la relación no haía sido, desgraciadamente, del todo cordial. Tenía además una expresión poco esperable ante el compromiso de su hermana.

-Bueno...

Se decidió a tratar de iniciar algún tipo de conversación como distracción. Pero no saía muy bien qué decir.

-Confío en que el viaje no se nos haga muy largo.

Un comentario simple, neutral y del todo insustancial. Sólo pretendía romper el hielo.

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28/01/2010, 16:41
Elizabeth Cornwell

Callada, y para nada conforme con la situación, Elizabeth se queda junto a una de las ventanas del carruaje, para no molestar ni a unos ni a otro.

Por suerte todos estaban bien, aunque lamentaba no haber podido decirle ni un escueto adiós a Varsatof... Y le daba la impresión de que no volvería...
En cuanto a Avon también se había ido casi sin palabras...

La poca gente con la que había congeniado se alejaba, y ahora ella se quedaba en una casa donde se encontraba el mayor de sus problemas...
Y para peor, el "mayor de sus problemas" había resultado, de un día para el otro, una persona más distante de lo que había esperado... Y eso que no habían pasado tantas noches desde el baile...

Debía centrarse en... En... En algo...
Pero ahora mismo no encontraba en qué...

Ante el comentario del Lord, simplemente asintió, sin saber muy bien qué más decir...

Se sentía del todo incómoda, y era la primera vez que se quedaba sin palabras...
Quizás todo lo sucedido había influido en ella, y no de forma positiva...

Odiaba tener que dejar su hogar, con toda su alma...

Ahora no sería más que una extraña, encerrada dentro de los barrotes imaginarios que eran inspirados por las normas de "etiqueta" y "educación social"...

"Patético... Del todo..."

Notas de juego

Cita:

y con Elizabeth, con quien la relación no haía sido, desgraciadamente, del todo cordial.

Eiinng????

U__u

Si el que habla/piensa mal de Liz es Collins, no Spencer...

-_-

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28/01/2010, 18:04
Francis P. Spencer

Elizabeth, tal como Spencer sospechaba, no se encontraba cómoda con la decisión del traslado. Su actitud no dejaba lugar a dudas. Probablemente tampoco con él mismo, ¿tal vez lo hubiera malinterpretado? Probablemente se encontraría en la misma situación que él, viendo cómo la situación se su hermana la hace verse, de repente, preguntándose acerca de su propio destino.

La miró durante unos segundos, en silencio y tratando de no llamar la atención. Le desconcertaba. No parecía haber ninguna entrada secreta a su alma. Volvió su atención a la pareja, hablando en un tono calmado y familiar. Después de todo, para ellos debían ser momentos felices.

-Supongo que todo esto ha sido un poco precipitado. Una vez lleguemos se hará lo posible para que tengáis intimidad.

Notas de juego

No, si yo pienso muy bien de Elizabeth. Me refería más bien a lo que piensa la propia Elizabeth sobre "el mayor de sus problemas".

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28/01/2010, 18:55
Mary Ann Windsor-Hancock

Mary Ann no pudo sino reír a carcajadas cuando Jean preguntó si le habían invitado a él también. Aquel hombre fuera de todo protocolo la hacía sentir viva en aquel mundo de reglas y refinados modales.

Pero al ver la exaltación de su hermana, calló para demostrar su respeto a la pequeña, sintió su frío, su dolor y no quiso molestar. De verdad Claire merecía una respuesta, aquel hombre no era la primera vez que la hiciera sufrir, a mí me divertía, pero ella sufría. Apreté su mano y esperé seria, sorprendida por el latido de mi corazón que de repente se había acelerado... quizás... quizás aquel hombre estaba celoso y la deseaba a ella... Claire era hermosa, aun más con el pelo alborotado, el sudor acariciando su cuello, las mejillas sonrosadas, los labios dulces suaves... cielos santo!!! qué aspecto debía tener yo!!!!

Notas de juego

:P

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28/01/2010, 20:28
Elizabeth Cornwell

Liz escuchó a Francis señalar lo de la privacidad...

No sabía si decir algo al respecto... Pero finalmente, lo hizo:

-Lo cierto es que sí ha sucedido todo muy... De prisa...-Señala en un tono suave, visiblemente intentando moderarse. Fijó la vista en Spencer:-Aún así... No he tenido ocasión de agradecerle lo que ha hecho por mis hermanas...-Se reservó para sí el "y por mí"... No se imaginaba diciendo tal cosa... No era... No era propio de ella...

Pero tampoco era propio de ella sentirse como lo hacía.
Odiaba con toda su alma tal sensación. Aunque en el fondo...

-Así que... Gracias... Pese a que echaremos de menos nuestra morada...-
se muerde el labio inferior, como intentando reprimir el comentario que hará a continuación, pero finalmente fracasa en el intento:-¿Cree usted que será conveniente volver pronto...?

Notas de juego

Vale, Vale u.u

:P

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28/01/2010, 23:52
Patrick Collins

Admiró el paisaje de la campiña, comprobando que habían salido de Winfield. No había rastro de soldados, y eso le tranquilizaba. Había obrado bien, dándose prisa. Hombre precavido, vale por dos. Eso le dijo su padre en su día, uno de los pocos consejos suyos que recordaba.

El paisaje verde le recordaba a Irlanda, a su tierra natal. Hacía muchísimos años que no la pisaba, pero se acordaba de aquellas piedras célticas en medio de la pradera, los dólmenes antiguos, la ensenadas de orillas pedregosas y los amaneceres claros y fríos cuando, haciendo el petate, marchaba con su padre a guiar el ganado a través de la dehesa.

Aquello parecía ya lejano, viejo de siglos, como si una eternidad le separara de esos momentos. Parpadeó, mirando a su amor mientras su señor hablaba con Elizabeth. Al final, parecía, estaban hablando y haciendo mejores migas. Francis estaba prendado de ella, y eso es algo que no se le había escapado, y que además le había confesado. Sonrió a Susanne un momento, sintiendo como le bajaba todo el sueño de repente.

La última pregunta de la señora Elizabeth le hizo reaccionar, tras un bostezo.

-Si envían tropas saldrá en los periódicos. Y por ellos mismos nos enteraremos de cuando finalice. Si no es así, puedo hablar con alguno de mis viejos conocidos en el ejército.

Respiró hondo, sintiendo que era buen momento para echar una cabezada.

-Si me disculpan, creo que necesito cerrar los ojos un momento. No se preocupen por el ruido, mi señor sabe que he dormido con ruido de artillería, y unas voces no me molestan.

Se quitó la levita un momento, usándola como manta. Se echó un poco sobre el asiento, apoyando el rostro en sus guantes, que dejó en la esquina del cogín tapizado donde estaba. Y trató de conciliar el sueño.

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29/01/2010, 02:02
Francis P. Spencer

-Te vendrá bien un descanso...

Esbozó una comprensiva media sonrisa mientras Collins se acomodaba. Ciertamente merecía el sueño de los justos.

Después reparó de nuevo en Elizabeth. ¿Cómo no hacerlo? Eran probalemente las palabras más amables que le había dirigido desde que la conoció.

-No tiene que agradecerme nada. Tengo mucho dinero y propiedades, lo menos que puedo hacer dadas las circunstancias es utilizar mi privilegiada posición en favor de causas beneficiosas. Cualquier otro hombre rico haría lo mismo, y si estuvieran en mi posición no me necesitarían.

Al menos era esto lo que quería pensar. No podía evitar sentir un cierto orgullo egoísta al comprobar que sus esfuerzos (que dudosamente merecían tal nombre) le habían hecho ganar cierto reconocimiento.

Aunque lo más probable era que las palabras de la joven fueran mera cortesía. Al fin y al cabo, seguía siendo un noble. ¿Conseguiría ser visto como algo más?

-En cuanto a su pregunta, como ha dicho Patrick deberíamos tener noticias pronto. Pero la realidad es que no sabemos con certeza cuánto tiempo deberemos permanecer en nuestro retiro. Por tanto, prometo que todo el tiempo que pasemos en mi propiedad haré cuanto pueda para que en la estancia sean felices.

Esta última promesa la hizo alternando la mirada entre las dos hermanas.

-Cuando lleguemos, les diré lo mismo a todos los demás. Pero en su caso, deben entender que para mí son como parientes, en vista del reciente compromiso, ya que Patrick es para mí poco menos que un hermano.

Se arrepintió un poco en cuanto pronunció estas últimas palabras. ¿Por qué lo había dicho? ¿Acaso Lord Heddington se estaba ablandando?

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29/01/2010, 17:11
Elizabeth Cornwell

Elizabeth meditó sobre las palabras del Lord...

¿Lo decía acaso para jactarse de su posición...?

Frunció el ceño, pero a la vez, negó leve, no quería pensar mal... Pero acababa de sentirse como una pobretona sin futuro... Por suerte, su hermana Sue sí que tenía un buen futuro. Eso le animaba mucho, a decir verdad.

Asiente a Francis, y señala:

-Entiendo... Aún así, también podría haber sucedido que usted no hubiese deseado ayudar... Por lo que no está de más mi agradecimiento...-le regala una sonrisa cautelosa, despejando de su mente el pensamiento de que él "sólo se estaba jactando". Tenía que corregir esa manía de juzgar sin fundamento a la gente...

Acabaría con ella...

Asiente a Collins, y baja su voz la siguiente vez que vuelve a hablar:

-Parientes...
-casi susurra. Se le hacía raro... Pero entendía que sería lo mejor para su hermana... Y tenía que apoyarla... Vuelve a sonreír, pero esta vez como si estuviese obligándose a hacerlo:
-Claro... Estoy segura de que tanto Susanne como Anabel, aunque sobre todo la primera, estarán bien allí. Además... Es una propiedad realmente grande... Y muy interesante tanto en su estilo de construcción como en los jardines que la envuelven...-Esa conclusión recién sacada, la animó... Al menos podría escabullirse hacia algún rincón para pensar...

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30/01/2010, 01:58
Francis P. Spencer

-Oh, bueno... se lo agradezco de todo corazón, y me siento halagado, pero no tiene importancia, de verdad... De hecho, yo mismo debería agradecer la compañía...

Debía controlarse. Entender que tanta gratitud era sólo cortesía. A las gentes comunes se les enseña a ser agradecidos.

-En fin, intentaremos... que también usted esté "bien" allí.

Tal vez el comentario era algo indiscreto.

-Y usted, señorita Susanne, tenga por seguro que si contrae matrimonio con mi buen amigo Patrick siempre tendrán un lugar en mis posesiones, cuando deseen hacer uso de ello.

Susanne no había dicho nada aún. Probableente, se sentiría también agotada y no tuviera ánimos de hablar, pero Francis esperaba que esas palabras hicieran que se sintiera protegida.

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30/01/2010, 15:07
Susanne Cornwell

Sue observaba a través de la ventana del carruaje cómo su casa iba a quedando atrás. Sus emociones seguían siendo tanto o más contradictorias que antes, imposible que no fuera así. Cogió la mano de su hermana menor y la retuvo entre las suyas por lo que a menos que Liz hiciera algo por soltarse posiblemente permaneciera así un largo trecho inclusive todo el trayecto.

Se preguntaba si Anabel estaría cómoda en el otro carruaje. No entendía por qué las habían distribuído de ese modo; no se trataba de que le disgustase ir en el mismo carruaje que Patrick y el señor Spencer, pero habría preferido que las tres viajaran en el mismo. Imaginaba que su hermana estaría haciéndose la misma pregunta que ella, aunque conociendo a Anabel ésta sería mucho más crítica y puede que atribuyera el que viajaran separadas a algún tipo de exclusión.

-Dios quiera que así no sea -pensó-… ya suficientes reticencias tiene como para añadirle una más.

Abstraída estaba en sus pensamientos, contemplando a través de la ventana con un dejo de melancolía en su mirada y acariciando la mano de su hermana, cuando Lord Heddington rompió ese silencio que, estaba claro, resultaba incómodo incluso para ella.

Bajó la cabeza y observó primero su regazo, luego el de su hermana y en medio las manos de ambas que continuaban tomadas. Alzó entonces la mirada encontrándose con el delicado perfil de Liz quien, bien que la conocía, estaba haciendo lo posible por controlar su mordacidad, mas la tenía difícil porque incluso para ella algunos de los dichos de Lord Heddington estaban resultando pedantes. Por suerte, y dentro de lo que cabe, había llegado a comprender que Francis no lo hacía de mala fe.

-Claro... Estoy segura de que tanto Susanne como Anabel, aunque sobre todo la primera, estarán bien allí. Además... Es una propiedad realmente grande... Y muy interesante tanto en su estilo de construcción como en los jardines que la envuelven...

-Mientras ustedes estén cerca de mí -dijo tras el comentario de su hermana y en clara referencia a ella y Anabel- estaré bien en el lugar que sea.

No supo bien por qué fue que respondió eso, o quizás sí. No le gustaba sentir que sus hermanas la apartaban y lo cierto es que desde que comenzara toda su historia con Patrick era así como se sentía. Comprendía, o al menos intentaba comprender, que las reticencias de la mayor se debían a confusión, si es que realmente así podía llamársele, que surgió al inicio, si inclusive ella entendió que las atenciones de Patrick tenían como destinataria a Anabel y puede que, aún cuando ésta no lo admitiera, el que las cosas cambiaran generara en ella una suerte de rechazo. Rechazo que tenía claro se había acentuado tras todo lo ocurrido el día de la fiesta.

¿Cuánto había pasado desde entonces? Tenía la impresión que mucho y, sin embargo, al contar el paso de los días podía darse cuenta que apenas y habían sido eso, días. Miró entonces a Patrick que, tras acomodarse, no había tardado en dormirse.

-¿Cómo es posible que sienta algo tan fuerte por una persona a la que, debo admitirlo, apenas conozco? ¿Será realmente amor o simplemente me he ilusionado?...

Su meditar se vio interrumpido cuando Francis le habló. Había cerrado los ojos, apretándolos en un intento por despejar su cabeza. Abrió los ojos y parpadeó repetidas veces centrándose en las palabras de su interlocutor.

-Muchas gracias, milord -respondió con voz suave y esforzándose por ser amable-, es usted muy amable… -se estaba mordiendo la lengua, por Dios que lo estaba haciendo, no podía, no debía responder y decir lo que realmente estaba pensando. ¿Pero cómo no hacerlo? El acababa de decir, entre líneas o no, que lo que evitaba que las puertas de su casa les fueran cerradas en la cara era única y exclusivamente el compromiso de matrimonio que existía entre ella y Patrick.

-Quiero aprovechar de pedirle disculpas por el modo en que le recriminé el que permitiera al señor Collins marcharse, la verdad es que, ahora que lo pienso bien, dudo mucho que aún cuando usted se lo prohibiera él le obedeciera.

El agradecimiento de Susanne era sincero, pero lo cierto es que también fue la excusa perfecta para evitar decir lo que había estado pensando.

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30/01/2010, 23:39

La situación era mezcla de tragedia y comedia; los roces evidentes entre Byron y Jean así como el temor de Claire a que las cosas se descontrolacen y la pregunta implícita de Mary Anne sobre cuáles eran las verdaderas intenciones del caballero francés sólo le agregaban un poco de nervios extra al momento.

Entonces, cuando Byron se disponía a partir, y Claire estaba diciéndole unas palabras de aliento; en el momento en el que la mayor de las Hancock dudaba de Jean y éste a su vez se daba cuenta que el barón se había ofendido por su comentario sintieron unos pasos dirigirse hacia ellos. Los mismos se detuvieron a la entrada del comedor, en donde un hombre de mirada inteligente, ojos claros y vivaces y cabello cano, preguntó:

- ¿Se puede saber que hacen estos caballeros en mi propiedad y por qué vosotras dos estáis aquí sin las chaperonas?

Nadie tenía ese tono y derecho en esa casa, nadie estaba por encima de las Hancock, excepto su padre.

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30/01/2010, 23:44
Mr. Windsor-Hancock

 -Bueno, bueno- dando una breve risotada -que no he querido asustar a nadie. Caballeros- haciendo un gesto de cabeza. -¡Queridas niñas vengan con su padre a darme un gran abrazo! El cochero pudo hacer que los caballos se apuraran lo suficiente para que llegara unos momentos antes a casa.

Yendo hacia Mary Anne:

-Hija, ¿vas a presentarme a estos dos jóvenes?

Sentándose y sirviendose algo de comer.

-No se retiren aún mis compañeros, ya saben "mi casa es su casa", o algo así.

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30/01/2010, 23:55
Mary Ann Windsor-Hancock

- Padre... ahogó un grito de alegría y salió corriendo para recibirle con el abrazo que había deseado darle desde hacía horas. Intentó contener las lágrimas pero sus palabras se emborronaron con ellas, saladas, aliviadas...

- Son... son... miró asustada a Claire, ¿qué debía decir? No podía decirle que habían estado en peligro de muerte. Son... son...

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31/01/2010, 00:20

El criado preparó el caballo para el viaje de su señor. Mientras él se acercaba al mismo y subía en su córcel amarronado, de cola blanca, el hombre le preguntó:

- ¿Mi señor, he de prepararle equipaje, se irá sólo a cabalgar por la campiña como suele hacerlo?

Evidentemente el cambio de estilo de Avon había llamado la atención de sus serviciales empleados y ellos querían actuar de acuerdo a las necesidades de su señor. Por ahora el joven sólo tenía preparada la montura para ir a pasear, por decirlo así. Si iba a hacer un viaje un poco más largo era aconsejable algo de equipaje así como o un carruaje, aunque fuese uno pequeño, o bien otro caballo llevador por un sirviente y con algo de ropa, objeto y demás para utilizar en el viaje.

Notas de juego

El cielo es el límite, o sea no pongo parámetros a lo que hagan mis personajes. Si querés ir a Londres es menos de medio día de viaje, pero si poné que llevas y eso, antes de salir.

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31/01/2010, 00:30

En los coches, en cada uno de ellos, se suscitaban diferentes conversaciones, ideas y gestos. Cada uno tenía su idea particular sobre la travesia: algunos estaban más de acuerdo con ella, otros dudaban, otros añoraban el hogar y para algunos era la posibilidad de una vida nueva. Sin embargo, lo bueno de tanto debate es que las horas transcurrieron con facilidad y en menos de lo que los presentes pensaron, el grito de Alan los llevó a la realidad.

- ¡Hemos llegado!- clamaba el muchacho lleno de euforia.

-¡Señor es impresionante!- agregaba a gritos, seguramente dirigiéndolos al dueño de dicha mansión, el señor Francis P. Spencer.

Todos miraron hacia adelante y la vieron allí, en medio de verdes terrenos. Lo cierto es que la casa tenía dos partes. La primera era la casa principal y la segunda era para los visitantes y el servicio. La principal tenía 100 habitaciones y la otra poseía unas 59. Ambas estaban muy cómodamente amuebladas y varias chimeneas hacían que durante el invierno el frío prácticamente no se sintiera. En verano, se podía salir a cabalgar y tomar el aire fresco de los jardines, algunos con bellas fuentes en ellos.

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31/01/2010, 02:53
Patrick Collins
Sólo para el director

Cuando cerró los ojos, estaba de nuevo allí.

El rostro del sargento, tiznado de pólvora y con los ojos desorbitados, cogiéndole del cuello de la casaca. El terraplén estaba oscuro como la boca del lobo, y hacía frío. Parecía que la cuesta era interminable, y levaba a la misma boca del infierno. Disparos y destellos desde arriba, cañonazos disparados a quemarropa por los franceses, en un intento desesperado de contenerles.

-¡Señor, hay que seguir avanzando!

El mayor Warren estaba muerto, y por mucho que Patrick tiraba de él hacia arriba, ese hecho no dejaba de ser más evidente. Ahora él estaba al mando, al mando de aquel caos.

-¡Él ya está muerto, señor!

Tiró de él hacia arriba, y Patrick se incorporó apoyándose en su sable, subiendo hacia el ruido de la fusilería y los cañones. Sus hombres estaban desperdigados y asustados, pero debían avanzar, porque más tropas estaban en camino. Respiró fuerte, hiperventilándose, y señaló los restos derruidos de la forticación enemiga.

-¡Soldados, conmigo! -bramó.

Luego, la neblina del sueño le confundió. Vió al rostro del doctor, esgrimiendo la orden de cuarentena de la reina. Recordó al lobo, los gritos de las señoritas Hancock, la mano temblorosa del criado, la mirada franca de la señora Spooner, el rugir de la bestia herida y el rostro del doctor al transformarse y morir. Luego, las llamas de la caldera, cremando su cuerpo con fuerte olor.

La recordó a ella, a la chica. Siempre la miraba en el campamento, cuando no tenía nada que hacer. Cuando su señor entraba a la tienda del coronel, él se mantenía firme y la veía allí, llevando el canasto de la ropa. Nunca supo su nombre, solo que era portuguesa. Ella fue la primera, y una de las pocas, que estuvo con él una noche en la intimidad del lecho. Después, cuando tuvieron que marcharse de allí, jamás volvió a verla. ¿Que fue de ella? ¿Había conseguido formar una familia en su país, con un hombre local? ¿Se había casado con un soldado para poder sobrevivir? ¿Habría muerto acompañando a los soldados en alguna batalla? ¿Estaría en Inglaterra?

De nuevo, las imágenes se mezclaban con escenas de muerte y tensión. Hombres con caras desencajadas, recibiendo una carga de bayonetas francesas, surgida de una humadera de pólvora consumida. Expresiones de horror, otras serenas, cuerpos desmembrados. Todo eso se mezclaba con las personas de Winfield. Los soldados que se habían enfrentado a la bestia, los rostros de las señoritas Hancock al huir del hombre lobo... todo era tan parecido, y a la vez diferente.

La dama española le despedía acariciando su rostro, y dándole un último beso desde la ventana del carruaje, en una plaza de Salamanca. Ella, que le había preferido a él sobre a su señor, demasiado borracho aquella noche como para seducir a nadie, le dijo unas palabras que jamás olvidaría.

-Hay alguien, teniente, alguien en alguna parte que le espera. Quizá no llegue a conocerla nunca, pero ella existe. Cuando la vea a los ojos, no habrá siquiera necesidad de hablar con ella. Al final, entenderá que es ella, la mujer que estaba esperando. La mujer de su vida. La mujer que usted se merece.

El carruaje hecho a andar, y la cortinilla se corrió, dejando a Patrick de pie en aquella concurrida plaza, con la mano apoyada en el sable, viendola partir, inmóvil.

Notas de juego

Escribo esto porque me apetece. Es lo que mi personaje sueña. Si quieres lo pongo para los demás.

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31/01/2010, 03:14
Claire Windsor-Hancock

No me di cuenta en qué momento entre que despedí a Byron creyendo que ya se habría ido y me volví a discutir con Jean, llegó nuestro padre pero todo cansancio, malestar y dolor se me pasó al ver su sonriente y bromista cara. Tras el efusivo saludo de mi hermana yo no podía quedarme atrás, sobre todo porque el amor que sentíamos ambas por nuestro padre, no conocía de límites. Corrí hasta él a abrazarle y besarle, dos, tres, cuatro y cinco besos sonoros mientras lo abrazaba con fuerza luego de que viera que mi hermana no sabía qué decir.

-¡Por Dios! ¡Habéis llegado y con bien! ¡Gracias a Nuestro Señor!

Me había casi olvidado de que no estábamos solos pero por suerte de reojo la imagen de Jean me recordó. Así que solté a mi padre, aunque no del todo pues sostenía su mano, miré a sus espaldas, no parecía que la esposa viniera con él y eso me alegró y quizás también me dio el valor de decir lo que iba a decir a continuación. Sin embargo no podía hacerlo todo de un solo golpe.

-Los señores son Lord Byron y Lord Lésdiguièrs... Han tenido la bondad de acompañarnos, algunos sucesos en el pueblo pusieron en peligro las vidas de algunos pero estamos bien como podéis ver padre y...-lo acerqué a Byron y lo miré a los ojos, embelesada de los suyos, pensando en todas las posibilidades y en que a padre le pareciera bien, fuera lo que fuera que aquel joven fuera a hacer.-Venid, él es Lord Byron, no los vayáis a confundir, no es el momento quizás pero dado que habéis llegado ahora justamente aprovecho para deciros que ha pedido una audiencia con vos, señor padre.

Mi padre no era tonto y debía entender algunas cosas. La presentación del profesor de francés, se la cedía a mi hermana, especialmente porque tendría que explicarle que le habíamos ofrecido cobijo en nuestra casa.

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31/01/2010, 03:14
Patrick Collins

Al contrario que en su sueño, el carruaje se detuvo.

Parpadeó, sintiendo las piernas adormecidas por el viaje. Soltó un poco de aire caliente por la nariz, como suspirando, y se frotó los ojos. No sabía cuanto había dormido, pero si sabía que se habían detenido. No hizo falta más que mirar en dirección a la ventanilla para darse cuenta de que estaban en la mansión de su señor. Parpadeó, respirando un momento como para despejarse la nariz, y cogió los guantes que había usado de almohada, y metiéndolos en la chaqueta.

Ya estaban allí de vuelta, y como solía decirse, "nobleza obliga". Después de todo, no dejaba de ser el criado de su señor, allí presente, y debía guardar cierta formalidad en el protocolo. Carraspeó, mirando a los presentes.

-Bienvenidas a Heddington Mannor, señoritas Cornwell.

Miró a Susanne con una sonrisa, durante un instante. Ella era la mujer que había estado esperándole, la mujer que él había esperado. Lo había tenido claro desde el mismo momento en que estuvo con ella a solas, durante el baile, enseñándole el cuadro y el sable de su señor, contándole la historia.

-Si me permiten... -dijo.

Bajó del carruaje, abriendo la portezuela. Se puso la chaqueta con gesto seguro, moviendo las piernas para desentumecerlas. Dejó que su señor bajara luego, y después ofreció la mano a Susanne para que bajara. Imaginaba que Francis haría lo propio con la señorita Elizabeth.

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31/01/2010, 12:26
Anabel Cornwell

-Ustedes sólo vinieron para ayudarnos, incluso sin conocernos, eso les alaba, al menos bajo mi punto de vista- al mencionar aquello un escalofrío le recorrió la espalda pero enseguida pasó a ser alivio al recordar que Collins había mencionado que todos los envueltos en aquella situación estaban bien y la bestia abatida.

La siguiente pregunta la cogió un poco más por sorpresa e inmediatamente pareció ponerse un poco más nerviosa.
-¿Yo? No, me temo que ya empiezo a estar un poco mayor para pretendientes, creo que es el turno de mis hermanas- se ruborizó un poco así que optó por desviar la mirada en otra dirección hasta que pasó. No le gustaba demasiado hablar del tema porque estaba claro que había tenido malas experiencias al respecto y además la gente acostumbraba a mirarla de forma extraña si admitía lo desafortunada que era en ese tema.

La conversación prosiguió después por temas más triviales y banales hasta que ambos empezaron a estar demasiado cansados para ello y la cabeza de Anabel acabó apoyada en el hombro de Edmund completamente rendida y dormida.
Despertó algo sobresaltada cuando las voces empezaron a elevarse y los movimientos a sucederse. Habían llegado a la villa de Heddignton.

-Impresionante... Me pregunto para qué necesita una villa tan grande si sólo es una persona...- en este caso les suponía una ventaja para poder convivir todos juntos sin problemas pero siempre le había chocado esa necesidad de tener mansiones en las perderse.

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31/01/2010, 17:03
Francis P. Spencer

Sir Francis pasó casi todo el resto del camino en silencio. Al fin y al cabo, ¿para qué esforzarse? Parecía que cada vez que abría la boca cometía algún error y era evidente que no caería en gracia a esas mujeres por sus palabras. Definitivamente, ya en la primera visita a la casa de las hermanas empezó con mal pie, y no parecía haber opción de mejorar.

Por eso, cuando llegaron a su destino, ofreció la mano a Elizabeth para ayudarla a bajar del carruaje, tal como anteriormente hiciera Patrick. Pero se trataba sólo de mantener los modales. Sir Francis entendió que, teniendo en cuenta cuánta atención prestaba la muchacha a cada detalle, seguramente se sentiría incómoda ante un ofrecimiento tan insignificante como ese por parte de quien no desea que la ayude...

En todo caso, una vez estuvieran todos listos, tendría que dirigirse al grupo. Era el dueño de la casa, y todos debían saber de su hospitalidad. No debían olvidar que habían venido a refugiarse.

Mientras se mantenía junto a la puerta, levantó la vista y contempló la casa. Se sintió presa de un acceso de nostalgia especialmente melancólica. Hacía muchos años que no veía este lugar.