Partida Rol por web

Eriüm caminaba lo más sigilosamente posible para no alertar a la tropa Skaerling sabía que no podía fallar si querían tener una clara ventaja, se ocultó un poco a la espera del ataque de su capitana, momento que vio claramente que el humo salía directamente de Dalabor.

Unos segundos después comprendió de donde podía venir, los hombres lagartos llevaban arcos y junto a ellos había una pequeña hoguera. Seguramente ellos son los responsables de ese humo, habrán lanzado flechas de fuego hacia el interior, lo que no quiere decir que hayan penetrado la muralla, pero a que están esperando?

Comenzaba a pensar que estaban esperando refuerzos y eso le inquietaba un poco así que se concentró en el Skaerling que tenía más cercano (5) no quería errores así que apuntó directamente a la cabeza teniendo en cuenta su factor de regeneración debía dañarlo el máximo para que la muerte fuese instantánea.

Tensó su arco todo lo que pudo, agarrando con fuerza la flecha y la dirigió hacia el enemigo, de reojo miraba la posición de Beyit a la espera de que realizara el ataque. Podía estar tranquilo ya que la retaguardia estaba bien cubierta por los hombres de Lord Kerem así que se centró solo en su objetivo, apuntó y se mantuvo a la espera. Después de este disparo voy a tener que ocultarme con rapidez para no delatar mi posición.

La flecha de la capitana salió disparada cortando el viento y emitiendo un fino sonido lo suficiente para Eriüm que tras escucharlo sonrió sabiendo que era su turno. No tenía más que soltar la cuerda de su arco ya que tenía localizado el blanco desde hacía ya un rato (enemigo nº5) así que la soltó y no esperor a ver si daba en el blanco, rápidamente se ocultó tras un árbol (1,D) para no delatar su posición y poder optar a un segundo ataque por sorpresa.

Sueltas tus dedos de la cuerda que flexiona a madera de tu arco. La flechas vuelan por el aire silbando con rabia. Te escondes, pero justo antes de quedar tras el árbol, ves de reojo como impacta la flecha de tu capitana en la nuca del lagarto. Como si se hubiese clavado en un tronco se quedo ahí de pie durante un segundo antes de desplomarse con todo su peso. Por desgracia ya estabas escondido para ver si habías acertado. A los pocos segundos, los skaerling se dan cuenta de lo sucedido y comienzan a gritar.

Empiezas a oír como empiezan a correr. En ese momento te asomas con otra fecha cargada en tu arco y lista para ser disparada. Tu campo de visión te permite ver como Beyit ya está lista para disparar otra flecha en medio de la confusión del enemigo. Te fijas en los lagartos preparándose para correr hacia los árboles. Está vez si consigues ver al que habías disparado. Tiene una flecha alojada en el lateral de la cara y sangra abundantemente. Te sorprende ver como el color de su sangre es igual de rojo que el tuyo. Intenta escapar igual que el resto, pero no por mucho tiempo...

Beyit lanza su segunda flecha que impacta en tu anterior objetivo a la altura de las costillas. No tiene escapatoria. Cae de rodillas y pierde la poca fuerza que le queda hasta caer redondo. Tu arco esta tensado. Cruzas una mirada con uno de los lagartos (el 6) que percibe tu presencia. Esta a tiro y todavía está arrancado a correr para salvar la vida...

¿Crees que esa historia que explicaban esos pobres desgraciados, que ahora yacen bajo tierra, era cierta? Nada traerá la luz a nuestro pueblo. Estamos en medio de algo que no podemos comprender. Si es cierta esa historia deberíamos averiguar de que se trata ese artefacto y donde se encuentra. Y devolverlo a su dueño antes de que muera más gente.

El sacerdote a medida que tu recuperabas la fuerza el parecía más viejo y torpe. Un hombre como el no estaba lo suficientemente preparado para afrontar algo así. Era sabio pero no podía hacer gran cosa más para solucionar el problema.

Por otro lado tu te veías capaz de enfrentarte contra lo que fuera. Pese a estar herido tu orgullo estaba intacto. Aunque nada te ligaba a esas tierras un sentido de la responsabilidad de corroía por dentro. Habías sido testigo de algo y no podías hacer caso omiso. En tus manos estaba desentrañar el misterio y ayudar a los ciudadanos de Gaihon. A demás de que una proeza así te haría entrar directo en la orden que desearas.

¿Nos ayudarás, joven caballero? En cierta manera estas en deuda con nuestro pueblo. Fueron los aldeanos los que te sacaron de las llamas. Y tu fuiste el único que presenció lo sucedido en esa taberna antes de que echara a arder. Te ayudaremos en todo lo posible...

Les ayudaré, os lo debo a su pueblo y a usted.No tengo problema alguno en ayudaros y enfrentarme a lo que sea necesario. -decia mariscal al anciano hombre -

Mariscal intenta ponerse de pie, más o menos se empezaba a encontrar mejor, esa ya era muy buena señal.

¿puede hablarme mas por que de sus palabras al decir lo de que estamos enmedio de algo que no podemos comprender? , cuando me recupere me gustaria ver de nuevo la posada, tal vez entre los escombros logre encontrar algo... -decía meditativo al anciano -

Jungla de Yangjing

Los pocos años en la jungla junto a Xerina habían mucho más agradables que toda tu vida en la ciudad. Desde que saliste del orfanato no habías vuelto a pasar calamidades. Nadie te señalaba con el dedo, la gente no se apartaba de ti. Simplemente no había nadie más que esa anciana como compañía. El tiempo se había vuelto ligeramente distinto, los días pasaban más rápido y también las estaciones. Pronto comenzaría la estación de las lluvias y con está ya eran tres las que habías vivido con la vieja bruja.

Tus habilidades se habían despertado, según Xerina a una velocidad increíble. En poco más de un año ya podías canalizar la energía que había a tu alrededor. Podías sentir el fluido de lo incorpóreo y su poder. Eras una alumna aventajada, pues tenías entendido que la mayoría de la gente que poseía ese don tardaba muchísimos años en dominarlo. Tu tenías un poder innato en tu interior...

La época de sequía estaba acabando ya, y con ella el frío. Era el mejor momento para emprender tu viaje. Un viaje que te llevaría a lugares desconocidos. Un viaje para entender el mundo que te rodea y para descubrirte a ti misma. 

El día estaba bastante nublado pero todavía no se habían dado las primeras lluvias. Parecía como si estuviera esperando a que marcharas de la casa de la anciana para darte la bienvenida con un buen chaparrón. La anciana te mira desde el umbral de su hogar, el hogar que hasta hora también había sido tuyo. Fuma de una pequeña pipa de cáñamo y sonríe entre dientes. Sabes que de alguna manera tu momento ha llegado. El momento de partir y vivir tu propia vida. 

Echas un vistazo rápido a las ruinas que hasta ahora te habían hecho de casa. Las mismas que te calentaban en las noches lluviosas y que antaño habían sido parte de una antigua ciudad. El pequeño riachuelo que cruzaba justo por delante... los troncos de la hoguera de la noche anterior, todo lo echarías de menos. Sobretodo las cercanía de alguien como Xerina que te había acogido casi como a una hija...

Vamos, no te quedes ahí pasmada niña. Los pies te echarán raíces y al final no te podrás marchar. dice entre risas, dejando escapar el humo de su pipa de entre los muchos huecos de su dentadura. 

Ah, se me olvidaba. Llévate mi vieja capa y mi hatillo, seguro que a ti te hará mucho más servicio que a mi. 

Se mete dentro de la casa y tras un buen rato removiendo entre los arcones saca una bolsa. Parece estar bien conservada y tener espacio para bastantes cosas en su interior. Te la abre y dentro ves un paquete negro bien doblado. Lo tocas y la tela es muy suave, nunca habías tocado algo así.

Es una capa de las sombras. Si te la pones pasarás desapercibida como si estuvieses entre una multitud de gente. Espero que te ayude en los momentos difíciles. Pero ten mucho cuidado, está capa no te hace invisible. Así que no te metas en líos... bueno intenta meterte en los menos que puedas, jajaja!

Te entrega esos dos objetos...

Eriüm se hallaba tras el gran árbol que le ocultaba de los hombres lagartos a la espera de un segundo ataque. Si mi disparo a sido certero y los de Beyit también querrá decir que solo quedan tres. El elfo intenta recordar la posición de los enemigos para realizar mejor su disparo. Tendré que moverme si quiero ver con claridad el objetivo.

Con rapidez y con su arma cargada y preparada salió de su cobertura (1,A) Se quedó parado unos segundos analizando la situación y viendo que su primer ataque no había sido del todo mortífero, pero de eso ya se había encargado Beyit a la cual le lanzó una furtiva mirada de agradecimiento. Sin perder más tiempo preparó su disparo hacia uno de los skaerlings (enemigo 6) y disparó esta vez sin perder de vista la trayectoria de su flecha.

Deberíamos darle la orden a los humanos para que ataquen o acabarán huyendo. Pero el elfo sabía que si alguien tenia que ordenar algo, esa era su capitana y no el así que sacó una flecha de su carcaj y volvió a preparar el siguiente ataque tensando su arco.

Respiré hondo nada más salir del que he podido llamar mi hogar durante un tiempo, dejaba atrás a la mejor persona que había conocido en mi vida y muchas historias que había aprendido de ella. Me giré para despedirme, ésta vez no iba a ser una simple exploración por los alrededores para recoger hierbas; hoy me marcharía finalmente a recorrer mi propio sendero a vivir mis propias historias para tal vez contárselas a otra niña que se perdiera por el bosque. Esbocé una pequeña sonrisa tras sus palabras y observé como se daba media vuelta para meterse dentro de la casa.

—Xerina no hace falta que... —intente impedir mientras ella se giraba—.

Cuando me entregó la pequeña bolsa con el regalo en el interior mi sonrisa se ensanchó un poco más y se me hizo un nudo en la garganta, era como si unas lágrimas quisieran asomarse por mis ojos. Avancé unos pasos y estreché a Xerina entre mis brazos en un afectuoso abrazo.

—No sé como podré agradacértelo —susurré tras unos segundos junto a ella, di dos pasos hacia atrás.—. Adiós, y, nunca olvidaré lo que has hecho por mí y lo que sigues haciendo.

Se hace tan difícil el despedirse de una persona que te importa... Saqué la capa del envoltorio y la acoplé a mis ropas por la espalda. Cogí la lanza que estaba apoyada sobre la pared de unas ruinas y agité la mano como última seña de despido. Espero que no me vuelva a perder por la selva; ha pasado tanto tiempo y al mismo tiempo se me ha hecho tan rápido que lo recuerdo como si fuera ayer...

El deseo de los señores de la tierra siempre ha sido desconocido para los hombres. Aquellos a los que llamamos Eliduh, siervos de los señores durmientes todavía vagan por la tierra. Nadie sabe si aún siguen las ordenes de sus amos o si por otro lado han roto todos los lazos que los encadenan a servirles.

Pero algo está claro, despertar su furia no trae nada bueno al mundo... -dice mientras camina hacia el umbral de la puerta.

Si quieres esta tarde, si te encuentras mejor podemos acercarnos a la posada. Aunque no creo que hallemos nada de valor entre ruinas y cenizas. 

Finalmente se marcha dejándote solo en la sala. El otro hombre que había también desaparece del lugar seguido de su mascota. Vuelves a sentarte en la cama pues aunque no lo creas has gastado mucha de tu fuerza solo quedandote en pie.

Te echas en la cama y te quedas dormido al poco rato...

Cuando te despiertas vuelves a encontrarte en tu cama. Te sientes algo más recuperado y un cuenco de estofado te espera cerca del cabecero, sobre el arcón. Hay una cuchara algo vieja, el metal ha perdido todo su brillo pero sigue siendo útil. El olor te despierta un hambre voraz que ya no recordabas. Llevas desde la cena de anoche sin comer y necesitas meter algo en el estómago. 

De reojo ves la puerta abierta de la habitación. A su lado una ventana salpicada por el agua de la lluvia que parece no cesar. Vuelven a oírse truenos a los lejos. La tormenta parece que toma fuerza de nuevo. Crees que es pasado mediodía aunque no podrías asegurarlo, ya que no entra ni un solo rayo de luz.

Disparas tu flecha que desgraciadamente se clava a los pies de tu enemigo. El grupo de skaerling se dispersa rápidamente hacia los arboles. El único que queda a tiro cruza una mirada contigo y te devuelve una flecha. El tiro no es muy acertado y por suerte solo te hace un corte cerca de la rodilla. 

El grupo de los humanos se abre hacia los flancos intentando impedir que los lagartos escapen. Lord Kerem encabeza a otro grupo por el centro del camino, intentando acabar con alguno de los que queden en pie.

Por otro lado, ves como Beyit se dirige a buscar a alguno de los que se escapan. No podéis permitir que traigan refuerzos. Vuestra prioridad es acabar con todos sin excepción.

Mariscal sigue el clamor de su estomago, comiendo despacio aquel plato de estofado, mientras que come, una y otra vez le pasan en su cabeza la imagen del incendio, los jóvenes, la verdad que no entendía bien que tenían aquellos jóvenes, ni tan siquiera sabia exactamente que forma tiene, sin percatarse ya sea por el hambre o el insismicamiento de sus pensamientos, el plato ahora esta vacio, intenta ponerse de pie, intenta hacer algunos ejercicios, para asi analizarse a si mismo si esta del todo bien.

Luego ira a buscar al anciano, la verdad que la tormenta no lleva nada bueno.

El camino por la jungla no fue tan fácil como te esperabas. Al cabo de un par de horas de haber partido, una tormenta comenzó a sonar cada vez más cerca. Los vientos no tardaron en traer las nubes de lluvia. En esa situación sabías que no era muy seguro para viajar, pero por otro lado acababas de emprender la marcha. No podías dejar de unas cuantas nubes arruinaran tu salida.

Al mediodía empezaste a encontrar pequeños arroyos que bajaban cargados de barro de las montañas. La tormenta cada vez se estaba haciendo más fuerte y el viento silbaba entre las ramas. Tenías que detenerte para comer algo. Con suerte y siguiendo tus instintos adquiridos durante estos años en la jungla encuentras un pequeño lugar donde refugiarte.

Entras en una cueva que parece no estar habitada por ningún animal. Enciendes una pequeña fogata con las pocas ramas secas que consigues encontrar. La lluvia no es bienvenida en la jungla. Todo se vuelve más peligroso. No solo los animales vuelven a sus madrigueras sino que también están más alerta. En todo el primer día no te aventuras a salir d la cueva. Aguardas al día siguiente y reanudas la marcha por la mañana.

Parece que tienes más suerte y el cielo te da un respiro. Pero comienzas a tener una sensación extraña desde que saliste del refugio. Te sientes observada desde los arboles. A veces oyes algún ruido que no resulta ser más que una serpiente o un roedor. A lo largo del segundo y el tercer día no paras de sentirte así. Incluso a la mañana del tercer día encuentras que tu bolsa ha sido manipulada.

Rápidamente buscas en ella pero todo está en el mismo sitio. Ni siquiera te han robado la poca comida que habías ido guardando para los días de poca suerte en la caza. Y de nuevo te encuentras con un día de lluvias. el problema es que esta vez son más fuertes y no hay refugio alguno donde cobijarse.

Al bajar una ladera te encuentras con un gran río de agua y barro que arrastra ramas del tamaño de tu brazo. Parece ser el único camino para poder cruzar al otro lado. Te encuentras con un salto de unos tres o cuatro metros de altura hasta llegar al agua. Al menos bajar no será problema, pues el agua amortiguaría la caída. El problema es la corriente que parece bastante fuerte. 

El factor sorpresa ya se había desvanecido y los hombre lagartos se habían dispersado para buscar refuerzos o simplemente para salvar la vida. No podemos dejar que den la voz de alarma. Cerca de el pudo comprobar como Lord Kerem comenzaba su ofensiva sobre el grupo de Skaerlings arrinconando al enemigo para no dejarles escapar.

Frente a el quedaba uno de ellos el cual no dudó en atacarle, por suerte para el elfo esa flecha solo pasó rozando por su rodilla causando poco daño, pero no podía arriesgarse tanto. Miró su rodilla donde un fino reguero de sangre brotaba por el agujero que la flecha le había echo en el pantalón. La mirada fría de Eriüm atravesó al hombre lagarto causante de su herida. Agarró una de sus flechas y se dispuso a cargar su arco. Aguantó la respiración mientras localizaba su blanco (1), estaba sereno y tranquilo para no cometer ningún error en su lanzamiento. Cuando se cercioró de su disparo soltó la cuerda impulsando la flecha a gran velocidad. Se quedó unos segundos observando pero rápido se ocultó tras un árbol donde estaría a salvo del contraataque enemigo. (1 D)No nos conviene alargar esto mucho tiempo.

Conté hasta cinco antes de tirarme al agua. No sólo era el peligro de ser arrastrada o que una rama me golpeara en la cabeza lo que me importaba, el agua estaba turbia y apenas se veía el fondo, al saber qué se podía esconder bajo el río; y no sólo éso, lo fría que pudiera estar el agua también me echaba para atrás aunque tras haber soportado tanta lluvia peor no me iba a poner. Puse el culo en el borde mientras agarraba la lanza con la mano izquierda puesto que con la derecha nadaría mucho mejor. "Cinco"—me dije en la cabeza mientras me empujaba con la mano derecha—.

Salté y en efecto, el agua estaba fría y también el río tiraba con fuerza hacia abajo. No había porque demorarse más comencé a nadar con todas mis fuerzas. El agua golpeaba con fuerza contra mi cara y apenas me dejaba respirar, el caso es que ya no me importaba el frío sino el llegar al otro lado. Tras unos últimos esfuerzos por fin me acerque lo suficiente a la orilla como para apoyar los pies y no seguir siendo arrastrada hasta que ya pude salir completamente del agua.

Miré al otro lado del a orilla y justo por donde bajé la ladera. "Sea lo que sea lo que me estaba siguiendo, tendrá que cruzar el río, aunque sea vadearlo por algún sitio." Me escurrí el pelo que ahora estaba lleno de gravilla y demás porquerías. "Tardaré años en volverlo a tener limpio". Tomé aire y suspiré, no tenía mucha idea de dónde dirigirme ahora. Si seguía en linea recta probablemente encuentre un claro...

Te encuentras con el sacerdote en la parte principal de la iglesia. Se encuentra hablando con una de las monjas que la regentan y parece algo atareado. Ves como le da algunas instrucciones sobre lo que tiene que hacer en el día de hoy. De mientras tu te sientas en uno de los bancos, admirando la sencilla belleza del lugar. No se trata de una gran catedral como las que hay en la capital, pero si es un bonito lugar donde rezar. Hay varios mosaicos y relieves que recuerdan escenas del pasado, leyendas que se pierden en los albores de la noche. Cristaleras teñidas de colores vivos que decoran las ventanas superiores, que por desgracia no dan todo su arte a relucir por culpa del mal tiempo.

Embelesado con las pocas pero cuidadas obras de arte del recinto sacro no te das cuenta de que el sacerdote ya a acabado de hablar y esta observándote desde una distancia prudencial, para no molestarte. Una vez nota que has dado con su presencia se acerca y se sienta a tu lado...

¿No sería una desgracia que todo esto fuera pasto de las llamas, al igual que lo fue la posada?

Durante unos segundos os quedáis los dos en silencio...

Vamos, acompañame... dice ofreciéndote una capa con capucha que hasta ahora no te habías percatado que llevaba bajo el brazo. Tenemos que averiguar como apaciguar al demonio causante de esta terrible tormenta.

Finalmente se levanta del banco y se encamina al pasillo abrochándose su propia capa.

Tu flecha sale disparada con acierto de tu arco. Esperas un segundo para asegurarte de atino en este intento de acabar con el enemigo. El proyectil impacta con fuerza en el lagarto a la altura de su clavícula izquierda y parte de las costillas. La sangre salpica todo el suelo dejandolo teñido de rojo. La flecha, detenida seguramente por el omóplato se aloja en su cuerpo sin atravesarle por completo. El gruñido de la bestia es estremecedor cuando lo oyes una vez oculto en tu cobertura de corteza y musgo.

Oyes como los contendientes de ambos bandos toman posiciones por el sonido de sus pisadas. Ves pasar al caballero montado a gran velocidad directo a donde se encontraba tu objetivo. Te imaginas la expresión de sorpresa de estos al darse cuenta de que contabais con caballería y todo. Varios de los hombres de Lord Kerem se acercan para ofrecerte cobertura con sus escudos. 

Por otro lado ves como Beyit intenta acabar con uno de los skaerling que hay al otro lado del camino pero sin éxito. 

Sales del arroyo empapada de arriba a abajo. Calada de frío intentas refugiarte bajo un árbol y escurrir ahí tu cabello y tu ropa. De ellos sale un buen chorro de agua. Al volver a vestirte notas como la ropa se te queda pegada al cuerpo y dudas que te sirva de mucho. No sabes si dejártela puesta o no por ahora. Lo ideal sería encontrar un refugio para la noche y secar las ropas al fuego. Por desgracia no tienes ninguna de las dos cosas a mano...

En ese momento algo, como una intuición interna te hace mirar hacia la ladera, al otro lado del río de barro. Distingues una silueta humana, pero a oscuridad y la lejanía te impide reconocerlo. Hay algo de neblina y eso hace que todo parezca inquietante. La figura no se mueve, solo te observa. Un escalofrío te recorre por la espalda y en ese momento un silbido pasa cerca de ti. Tras el un sonido peculiar, el de una flecha clavándose en un tronco. 

Aterrorizada sales disparada en dirección opuesta. Durante unos segundos tu corazón palpita como si fuera a salirse de su sitio. Tropiezas con varias raíces pero te levantas rápido para seguir tu huida. Esperas ser ensartada en cualquier momento por uno de esos proyectiles. Pero nada sucede durante la carrera...

Sigues corriendo durante un tiempo que no sabrías calcular. Acabas extenuada del esfuerzo bajo un gran árbol que te cubre de la lluvia. Te sientas entre sus raíces que salen del suelo y dejan un hueco bastante acogedor. Tu respiración se apacigua y empiezas a mirarte los brazos y las piernas, te escuecen. Estas llena de arañados que supones te has hecho mientras escapabas con ramas y espinas. Por desgracia no te llevaste ningún ungüento contigo...

Sacerdote, mi único fin ahora, mi misión en esta zona, es ayudar a usted, a aquellas damas con atuendos religiosos y todos los aldeanos de esta aldea, por lo que han hecho por mi como gratitud por haberme salvado de las llamas, se los debo, ante todo soy un Cab..., Paladin, sin señor pero con causa, de momento no pertenezco a ninguna orden, pero soy seguidor  de nuestra majestad. Pero mis metas personales es otra historia.... - dice con tono de corregirse para proseguir hablando -

Sacerdote....¿puede repetirme su nombre señor y el nombre de la Congregación Religiosa a la que sirve?, quiero recordar sus nombres.... , ya sea por las heridas o el estado a como me encontraba antes, no recuerdo si me lo mencionó o no..... -decía con todo cordial y amable -

Al escuchar las palabras del sacerdote sobre lo del demonio y pasto de las llamas, se paró de golpe mientras se ajustaba la capa y capucha, miraba alrededor de toda la iglesia, miraba al sacerdote...

No quiero que nadie destruya ni este sitio ni ninguno más, tal ves los designios de su Dios hizo que llegara a esta zona y ayudara con el problema que ha surgido, los caminos del señor son inescrutables...- decia Maris al Sacerdote -

Lo que sea haya provocado esta sobrenatural tormenta lo descubriré y le pondré fin, pero ando seguro que todo se solucionará si encuentro el objeto de lo que hablaban aquellos difuntos jóvenes, parando la situación actual de esta extraña tormenta, al devolver a su respectivo sitio el objeto, si mayores fuerzas son el culpable de este extraño fenómeno , movidos por los hilos del tiritero del maligno o del mal, mi misión es acabar con él, tanto si es una cosa como otra, os ayudaré a resolver esto. - decia con ese tono de seguridad y confianza que todo Paladin tiene -

No permitiré que esto sea pasto de las llamas, la Voz del señor me dará fuerza en esta cruzada que me va a poner a prueba. - ultimaba de decir Maris -

Por el estridente chillido del hombre lagarto al ensartarlo la flecha Eriüm pudo deducir que aún seguía con vida, pero que sin duda su rastro de sangre le delataría hasta su escondite. Si de verdad esos seres pueden regenerarse no debemos dejarles tiempo para hacerlo.

A su lado Lord Keren cabalgaba veloz hasta los Skaerling dispuesto a acabar con ellos con su gran espada y justo tras el un par de sus hombres ofrecían al elfo cobertura, un gesto que sin ninguna duda agradeció. Salió de su cobertura (B1) y se tomó unos segundos para analizar la situación, Beyit no debe de tener problemas ya que es un solo rival y le llegan refuerzos desde la retaguardia, nuestra prioridad es acabar con el que e herido antes de que recupere. Buscó al enemigo sin éxito aunque delante suyo había uno de los rezagados también mal herido.

Tensó su arco con una nueva flecha y apuntó al hombre lagarto que tenía delante (6) esta vez apuntó a la zona del cuello y soltó con un gesto suave la cuerda liberando el proyectil y dirigiéndose a gran velocidad hacia su objetivo. Si logro abatir a ese, el humano acabará con el que se esconde...