Partida Rol por web

Me quedo sentada un rato bajo las raices, todavía me temblaban las manos tanto por los nervios como por el miedo. —¡Pero qué coño le pasaba a ése! ¿Por qué quería matarme?— Rodeé mis piernas con ambos brazos quedándome casi en posición fetal. La carrera me había hecho poner el cuerpo en funcionamiento y entrar en calor, pero ahora que había parado notaba de nuevo mis ropas húmedas y el frío me estaba calando hasta los huesos. Me froté con las manos las pantorrillas y parte de los gemelos y el dolor me recordó a todas las magulladuras que tenía. —Lo que daría por haber esperado una semanita más en la cabaña de Xerina.— Comencé a tiritar un poco como sistema de defensa del cuerpo para entrar en calor. —Será mejor que me mueva antes de que ese psicópata-sin-amigos me vuelva a atacar.—

Me levanté y me sacudí un poco las ropas. Me chupé un arañazo del antebrazo para que supurara un poco. Antes de elegir una dirección miré a todos los lados y volví a elegir la dirección opuesta desde la que me dispararon. —Lo que daría por un mapa de la zona, esta parte de la selva me parece toda igual...— Carraspeé con la boca molesta por haberme perdido otra vez como hace tiempo. —Concéntrate Iza, recuerda lo que Xerina te enseñó...—

No tardas mucho en reponerte del sobresalto que acabas de vivir. Te levantas de tu pequeño cobijo para retomar el camino. en ese momento te das cuenta de que ya es demasiado tarde para seguir. Esta oscureciendo muy rápido y pronto será de noche en la jungla. El frió de la noche podría dejarte grabes secuelas con la ropa así de empapada, por lo que decides seguir lo que has aprendido durante estos años.

Haces un pequeño fuego y te quitas tus ropas para que puedan secarse. Las colocas de tal manera que a la mañana siguiente puedan estar secas. De alguna manera te sientes más aliviada frente al calor de las llamas. La fogata podría alertar a aquel que te perseguía, pero sin ella podrías morir de frío.

En ese momento recuerdas que tienes la capa con capucha que te dio Xerina. No dudas en envolverte con ella. No era precisamente su función, pero estabas falta de ropa seca y envolverte en ella te reconfortó enormemente. Te aseguras de que el fuego esté bien montado para que duré el máximo de horas posible. También lo rodeas de piedras para que no salte alguna chispa y te prenda la capa. 

Enseguida se te comienzan a cerrar los ojos... y piensas que mañana pronto retomarás la marcha...

Al despertarte el día siguiente oyes ruidos muy cerca de ti. Te quedas quieta como una piedra. Justo en ese momento ves pasar unos pies muy cerca de ti. Alguien con ropajes extraños se acerca a tu fogata que parece hacerse consumido. Crees que la persona cree que todavía estas durmiendo. Pero te equivocas...

Durante un segundo se gira hacia ti y cruzáis las miradas. Sorprendentemente su mirada esta como perdida en la lejanía. No tardas en darte cuenta de que es lo que sucede. Anoche te cubriste con la capa de las sombras. Puede que de alguna forma, ante sus ojos no seas algo que llame la atención. Por si acaso de momento no mueves un solo músculo. El efecto desde una distancia tan corta puede que no sea tan efectivo como crees...

La extraña mujer comienza a buscar entre tus pertenencias. No parece interesada en nada y vuelve a dejar el hatillo en su sitio. Mete la mano en las cenizas de la fogata y se frota los dedos llenos de tizón. Se huele las manos intentando calcular el tiempo que lleva apagado. Finalmente se acerca a tus ropas y las inspecciona...

Esto la hace dudar. Crees que piensa que no puedes andar muy lejos sin tu ropa ni tus pertenencias...

Tu disparo va directo al abdomen. Sin mucho acierto pero suficiente para hacer caer a tu objetivo. Este se desploma y permanece inerte. Un pequeño reguero de sangre se abre camino bajo el cadáver que acabas de dejar. 

Lord Kerem recibe un disparo por la espalda mientras se intenta adentrar entre los árboles. Por suerte su armadura detiene el impacto. La flecha sale rebotada sin causar mayores daños que una abolladura en la hombrera. El caballero se mete por un tramo despejado y lo pierdes de vista.

Los caballeros se dan prisa en interceptar a los supervivientes del ataque. Pasan por detrás de ti y se adentran en el bosque. al otro lado del camino puedes ver durante un momento a uno de los lagartos, pero se esconde tras un árbol. Entonces ves aparecer a Beyit que al parecer ha soltado su arco y empuña sus dos sables. Rápidamente se cubre tras otro árbol esperando a que el enemigo delate su posición y haga algún movimiento.

(Ampilado)

—Ésta es la mía. La tengo a poca distancia y no podrá acertarme con su arco, no la puedo dejar tiempo a reaccionar.— El corazón me palpitaba con fuerza, por puro nervio, jamás me había enfrentado a nadie, como mucho a pequeñas bestias por el bosque cuando buscaba flores y raices, pero contra personas, nunca en la vida. Pensaba en qué podía hacer, lo mejor era pillarla desprevenida e intimidarla para que se rindiera y me contara todo lo que quería de mí. No serviría de nada. Se me ocurrió de inmediato una pequeña estratagema para sorprenderla, ella se pensaría que yo no estoy pero que pasa si de repente me levanto armada y apuntándola. Intenté recordar dónde dejé la lanza y anoche la apoyé junto a las raices. —Mierda, la próxima vez que me vaya a acostar será acompañada de la lanza.—

Procuro sentirla tal y como me enseñó Xerina, "sentir los cuerpos, la energía que fluye a través de ellos es esencial antes de poder mover los objetos con la mente"—decía ella—. Cerré los ojos...[Tirada] Noté mi lanza e hice que mi magia se fundiera con las energías internas del objeto. La deslicé lentamente por el tronco y la mantuve en suspensión por debajo de los treinta centímetros para que no fuera detectada. La fui moviendo alrededor del perimetro de la desconocida hasta posicionarla justo detrás de ella, en su punto ciego. Una vez alcanzado elevé la altura de la lanza para que la punta señalara su nuca. Me levanté con rapidez, señalándola con el dedo y con el ceño tremendamente fruncido.

—¡Eh, chica rara! ¿¡Qué haces inspeccionándome mis cosas!? —espeté con brusquedad—. ¡Y yo que tú no me movería!

Si se movía podía ensartarla en la lanza o si corriera en otra dirección intentar alcanzarla con una bola de fuego. Con todo ese pelaje alrededor de sus ropas, ardería con facilidad.

Soy el sacerdote Doromus ya que lo preguntas dice mientras salís a la calle.

El cielo está totalmente oscurecido, pese a que no es de noche todavía. Calculas que serán las 5 o las 6 de la tarde. Unas nubes negras, ligeramente verdosas, lo cubren todo. La lluvia es insistente pero al menos es más débil que el día anterior. Pasáis por la calle principal que está adoquinada. A los lados, las casas más grandes de la ciudad. Todos los negocios están cerrados y no hay nadie por las calles. Por contra ves la luz de las lámparas de aceite dentro de las casas, de alguna manera marcándote el camino.

A la altura de la posada donde te hospedaste al llegar a Gaihon te detienes. Era una posada para gente adinerada. Ahí tenías todas las pertenencias necesarias para tu estancia en la ciudad. En tu habitación probablemente te esperaba tu escudero. Tu armadura también debería estar allí, al igual que tu dinero. Al pararte frente a la posada el sacerdote te pregunta...

Siendo de la aristocracia seguramente te hospedabas aquí, ¿me equivoco? Bueno... si tienes algo que hacer te espero aquí abajo. Aunque me gustaría que me acompañaras antes de todo a la taberna que sufrió el incendio. Cuanto antes sepamos lo que sucedió, antes podremos abordar el problema.

En ese momento empiezas a oír truenos en la lejanía, igual que la noche anterior. Los dos miráis al cielo durante unos momentos...

Se acerca de nuevo...

Vayamos primero a la posada, quiero investigar el lugar.Como bien dice, cuando mas pronto averiguemos en parte que sucedio, mejor entenderemos a que nos enfrentamos. - decia Maris, casi ignorando el lugar -

Luego, si lo que investigemos, nos lleva a recorrer largos senderos, entonces me abasteceré para la misión que tenga en el futuro.... - decia mirando al sacerdote -

Los pasos de Maris eran rápidos y tranquilos, pero siempre andando a la par del sacerdote, tenia impaciencia de saber que habia pasado, pero tambien tenia que mantener las formas, ante todo iba a ser un caballero, sus pasos relentizaron para hacerse firmes y seguros, mientras se acercaban a la Posada.Le llamaba la atención aquella extraña tormenta, sentia verdadera curiosidad de quien la originaba y porque, tenian que encontrar una solución rápida al problema, antes de que la cosa se transformara en incontenible.

Segun los calculos del elfo aún quedaban tres hombres lagartos y al menos uno de ellos estaba herido. Lord Keren estaba siendo atacada pero Eriüm no podía hacer nada desde su posición para ayudarle. Lo siento humano, tendrás que demostrar tu valía si no quieres morir a manos de estos seres.

A su derecha pudo ver por un segundo en la otra parte del bosque como un skarling se escondía tras un árbol para desaparecer de si vista. Pocos segundos después apareció la hermosa elfa blandiendo sus dos espadas gemelas en busca de su enemigo. Ese hombre lagarto no parece haberme visto y espero que siga siendo así...

Hizo una seña a los humanos para que se apresuraran en ayudar a su jefe ya que estaba siendo atacado y se agachó caminando lentamente hasta poder ver al enemigo (4F) y esperando que ese ser estuviese demasiado ocupado escondiéndose de la capitana.

Te mueves hasta dar con el ángulo correcto. Y ahí estaba, el skaerling que se escondía detrás del árbol queda en tu linea de visión. Puedes ver como se asoma y mira hacia donde debe estar Beyit pero no la ve. Entonces te encuentra en su rango de tiro y sin dudarlo dispara la flecha que en un principio iba destinada a tu capitana.

Por suerte el proyectil pasa silbando cerca pero no lo suficiente como para impactarte. Un objetivo en movimiento siempre era más difícil de acertar. Tu herida en el muslo parecía impedirte correr como normalmente. 

Los paladines se acercaban al objetivo al otro lado del camino. Y en el tuyo veías como se alejaban para dar caza a los supervivientes. Finalmente ves un movimiento bastante rápido y silencioso. La capitana se colocaba cerca el lagarto que acababa de dispararte. El enemigo de momento no se había percatado, estaba demasiado pendiente en recargar su arco para volver a dispararte. Apenas miró un momento a su izquierda para asegurarse que la elfa todavía estaba tras su parapeto.

(Ampliada)

Concentras tus energías para localizar la lanza. Sabes que tiene que estar ahí. Comienzas a hacerla deslizar por el tronco, notas su esencia, estas segura que la has encontrado. No tardas mucho en tenerla a la vista. Pero necesitas hacer un arco alrededor de la exploradora sin que esta te vea. Poco a poco la llevas hasta su espalda y finalmente la consigues poner a la altura de su nuca. En ese momento te levantas y la señalas con el dedo...

La cara de tu perseguidora es de sorpresa al ver que le has tendido una trampa. Pero en unos segundos su expresión cambia a la de risa. Se le escapa una carcajada entre dientes antes de soltarla a mandíbula batiente. Estando con una rodilla apoyada en el suelo cae de culo y se parte de risa.

Mmmpfff.... Jajajaja

Ves como hasta se le salta una lagrima de la risa. En ese justo momento te das cuenta de a que viene tal carcajada...

Jajaja... ¿y me dices a mi chica rara?... jajajeje... aixx...

Acabas de darte cuenta de que estas de pie, desnuda totalmente frente a ella. En ese momento de vergüenza pierdes la concentración sobre la lanza que estás manipulando, y esta cae al suelo rodando un poco antes de pararse contra una piedra. Entonces la joven desconocida se gira al oír el ruido de tu arma al caer. Se da cuenta de que no eras tan ridícula al fin y al cabo y cambia su semblante a una expresión más seria de nuevo.

¡Sabía que no me equivocaba, eres una bruja! te señala esta vez a ti apuntándote con el dedo.

Os encontráis mutuamente acusándoos una a la otra. Mantenéis una mirada amenazadora pese a lo cómico de la situación. Cuando un pequeño zorro entra en escena paseándose como si tal cosa por mitad del "campamento". Se acerca a su ama y le da un par de vueltas mientras os miráis impasivas a lo que haga, con cara de pocos amigos. Finalmente comienza a acercarse a ti con toda naturalidad para poder olisquearte, pese a que lo hace con precaución.

A todo esto ninguna de las dos mueve un solo músculo. Simplemente os miráis con el ceño fruncido mientras os señaláis mutuamente acusándoos de ladrona y de bruja respectivamente.  

A medida que avanzáis por la calle principal, ves las ruinas de lo que tan solo hace unas horas era una taberna. Todo había quedado calcinado. Apenas unas pocas vigas de madera medio quemadas sobresalían de entre los escombros. Todo lo demás era irreconocible. Las casas que había a los lados por suerte no estaban pegadas a la taberna y apenas habían sufrido daños en las fachadas. La pintura había saltado del calor y estaban algo negras del humo pero todavía estaban en pie.

La lluvia seguía repicando en la calle. Cada vez la tormenta estaba más cerca. Una vez llegáis a la altura de donde antes se encontraba la entrada te viene un recuerdo a la mente. Estabas saltando por encima de una mesa que estaba en llamas y caías al otro lado del umbral. Pero no recuerdas nada más a partir de ese momento...

No ha quedado ni un solo listón en pie... es una pena, la verdad. dice tristemente el sacerdote.

Deberíamos empezar averiguando de quienes eran esos jóvenes de los que me hablaste. Puede que el tabernero sepa quienes eran esos chicos.

Veis que hay varios hombres retirando los escombros y apilándolos en una carreta. Entre ellos está el tabernero y la chica que te atendió la noche anterior, además de unos cuantos jóvenes. Al parecer crees que se trata de la familia del dueño del local...

Todos parecen bastante apenados por lo sucedido. Durante un segundo te preguntas si es un buen momento para preguntarles sobre el accidente de anoche.

Perdonen las molestias... - dice ayudando a la gente a quitar los escombros, hablando con el posadero -

Me gustaría saber quienes eran esos jóvenes a los que quise intentar ayudar, sin mucho éxito, para dar el pésame a sus familias... - decia con una voz entre tristeza y nostalgica -

De paso que ayudaba a retirar los escombros, se fijaa por si veía algo de lo que los jóvenes hablaban.

Entrecierro los ojos formando casi una linea con ellos y frunzo el ceño casi como si las cejas se juntaran en una. Agarré un extremo de la capa y la giré para que cubriera la parte de adelante.

—Empiezo a pensar que te gusta lo que ves... —añadí algo molesta por sus carcajadas—. Y qué si soy una bruja, una ladrona es mucho más sucio y rastrero. Robar a alguien que está durmiendo. —negué con la cabeza—. Chs. Muy triste —murmuré por lo bajo para luego volverla a señalar—. Así que más vale que me des más de una razón para que no te queme a ti y ni a tu mascota.—

Hice un amago con el pie pisando la tierra para que el zorro se achantara un poco.

Oh! No, no! a mi no me vas a engañar con esa palabrería! Cierra la boca maldita bruja y ni se te ocurra intentar ningún "truco" de esos.  Lentamente con la mano que no te señala saca un cuchillo para poder defenderse.

Y no te pienses que voy a distraerme con unos pechos así de feos, bruja plana! El zorro se acerca a ti por otro lado para que no puedas apartarlo con el pie. Parece más curioso que en alerta. Y de alguna manera te hace pensar que su ama sigue el mismo patrón. 

¡Vamos dime que hacías cerca de nuestro poblado! Seguro que querías envenenar la comida o algo así ¿verdad? Pues te pillé! Ya no vas a llevarte a más niños por las noches ni vas a poder echar más maldiciones a los pobres aldeanos. Te vendrás conmigo y se acabó. ¡Ríndete!

Ella parece totalmente convencida de que eres un ser maquiavélico. Seguramente debido a las leyendas que se cuentan sobre las brujas que a veces son más superstición que realidad. Pero pese a todo su convicción es inquebrantable.

Cada vez que aquella ladrona abría la boca sólo lo hacía para insultarme. Pero no podía ceder ante sus provocaciones, tenía que ser más inteligente que ella y no mostrar enfado.

—Uy, la niñita quiere jugar con el cuchillo de la mantequilla —me burlé de forma sarcástica para herir su orgullo—. ¿Te lo regalaron con el set de cocina por tu cumple? —inquirí desafiante—.

Lo único que me pilló por sorpresa fue su última acusación, ni siquiera sabía que había un poblado cerca de donde me movía, por eso quizás me atacaron, se pensarían que iba de forma hostil cuando en realidad estoy semi-perdida en la selva. Qué típico sería decir: "no, no, no sabía que había un poblado." No me creerían nunca. Sin embargo me eché a reír por su última frase.

—¿Llevarme niños? Jajajaja —rompí a reír, éso sólo ocurría en los cuentos y en los mitos, que yo supiese—. Pero si... buurrg-jajaja... —apenas podía articular más de una palabra, simplemente me entró la risa floja y no podía explicar mi situación. Tomé aire poco a poco.—. No, ahora en serio, ¿me ves pinta de querer envenenar comida? ¿Y de querer llevarme niños? Si ni siquiera sé donde está vuestro poblado, llevo andando por la selva un par de días sin saber a dónde me dirijo...—

¡No te escaparás! dice lanzando un grito amenazador cuchillo en mano.

Finalmente se cansa de hablar contigo y salta rápidamente hacia ti tirandándote al suelo. En ese momento te ves estorbada por la capa que hace más torpes tus movimientos al intentar zafarte. Comenzáis a revolcaros por el suelo intentando ganar una a la otra. 

Acabáis rodando hacia el hueco que se hacía bajo las raíces del árbol, justo donde habías dormido la noche anterior. Ella consigue agarrarte un brazo y ponértelo a la espalda, dejándote bastante indefensa. Pese a las apariencias la chica parece algo más resistente que tu. Y tras insistir en el forcejeo consigue que te quedes quieta.

Ya te tengo hechicera del tres al cuarto. Cuando te lleve al poblado van a estar muy orgullosos de mi. Jeje, capturar a una bruja no se hace todos los días.

Comienzas a ayudar a transportar trozos de las ruinas que habían quedado. Al principio no recibes mucha información, pero al rato, al ver que les estás echando una mano comienzan a explicarte. La tormenta cada vez se acrecienta más y más.

Si sigue así tendremos que dejarlo y continuar mañana dice el antiguo tabernero.

Los que murieron fueron los chicos de la familia Rocafuerte. Son familias mineras y desde hace años sus antepasados se han ocupado de extraer hierro de la montaña. Gaihon es uno de los mayores explotadores de hierro de todo el reino de Saburunda. Nuestras minas son ricas en hierro y en ocasiones también pueden encontrarse cristales de zafiro.

Es una pena que los espíritus de la montaña se llevarán a esos dos chicos. Su familia estará destrozada por la pérdida. 

Finalmente tenéis que dejar el trabajo por que llueve demasiado. De las calles empieza a bajar agua casi hasta los tobillos. El hombre te indica por donde seguir en dirección a las casas que pertenecen a la familia Rocafuerte. Pero antes de marcharte la chica a la que habías ayudado la noche anterior te da las gracias.

Señor, fue muy amable de su parte. Siento que todo esto esté sucediendo. El sacerdote nos ha dicho que intentará ayudarnos. Le deseo mucha suerte...

Se marchan todos a su casa para continuar, si pueden, con la reconstrucción en otro momento. Te quedas solo frente a las ruinas carbonizadas. Algo te dice tienes que hacer algo y pronto. Doromus te espera para ir a visitar a los Rocafuerte. Comenzáis entonces a recorrer la calle que os lleva a la parte más alejada de la ciudad, cerca de la puerta Este.

Mariscal estaba pensativo, si fuera por él, aun estaría mirando entre los escombros carbonizados de la posada, pero la lluvia solo le haría enpeorar desalud, maris empieza a intentar atar cabos...

Asi que los jóvenes eran hijos de mineros, en unas minas de hierro que tal vez, hayan zafiros en la misma mina, esta claro que lo que sea sacaron de esa mina, ha hecho que la montaña se enoje, acabando con los jóvenes y ahora culpando a esta ciudad.... - pensaba para si mismo Maris -

Sacerdote, ¿ qué objeto sagrado puede haber en una mina de hierro y záfiros?, tal vez, si tenemos alguna pequeña idea de lo que buscamos, localicemos enseguida que ocasiona esta extraña tormenta... - decia Maris al Sacerdote -

Los rayos y el fuego de la posada, que arrebato la vida de esos jóvenes, no apaciguó a los espíritus...¿y si no tenían el objeto los jóvenes, o tuvieran una parte?, tal vez eso explicaria que esta extraña tormenta aun este volviéndose mas oscura y peligrosa..., deberíamos volver a los escombros de la posada y encontrar esa pieza de lo que sea, para luego proseguir nuestra búsqueda en el hogar de los jóvenes, además de dar el pésame a los padres de esto, preguntar si vieron algo raro que portaban los jóvenes, si vamos primero a casa de los padres de los chicos, tal vez el agua de lluvia arrastre lo que busquemos, dejando aun con esta maldicion esta aldea - decía pensativo Maris al sacerdote que lo acompaña -