Partida Rol por web

Valeria parecía ser demasiado orgullosa como para preguntar la dirección del Laúd, así que anduvisteis dando vueltas durante casi una hora hasta que llegasteis al local. El gorila de la entrada os pidió un real de plata para entrar, pero Valeria le dijo que había venido a ver a Marb y se os permitió el acceso sin pagar nada. El Laúd de Seis Cuerdas resultó ser un viejo teatro rehabilitado como taberna. Los clientes se arracimaban en pequeñas mesas redondas. Embelesados por la voz de soprano de una mujer, nadie os prestó mucha atención mientras cruzabais la sala y os dirigisteis a la barra. El tabernero os indicó unos asientos en lo que hubiera sido la platea del teatro.

Subisteis las escaleras que daban acceso al segundo piso. Allí el hombre que buscabais disfrutaba de la música como un aficionado más. Degustaba una copa de vino y compartía la velada con una enana. Os vio venir antes de que os acercarais del todo. Sólo tu entrenamiento como guardaespaldas de Lord Hawald te hizo percibir la presencia de cuatro hombres que vigilaban discretamente de vuestro contacto.

Marb sonrió a tu compañera.

--Bienhallada, Valeria --la saludó, estrechándola formalmente la mano. Te la tendió instintivamente--. Hola amiga, ¿cómo te llamas?

Rowane caminaba por detrás de Valeria debido a la costumbre, eso sí, iba algo más cerca de ella que de Lord Hawald, el paladín le daba un bofetón si tan si quiera le rozaba la capa mientras que la humana parecía resultarle la única fuente de la que no fueran a provenir tortazos en todo aquél lugar lleno de humanos.

La drow nunca había estado en un teatro ni en un bar, o bueno, al menos no en la parte "acogedora" de un bar... Solía quedarse atada afuera como si fuese un perro vigilando al caballo cuando al amo le daba por ir en él (y si llovía, por su puesto el animal se quedaba dentro de la cuadra y ella en la puerta) de ahí que la voz de la soprano le llamó la atención poderosamente. Aunque no se detuvo siguiendo a la apóstata, sus ojos sí se desviaron para observar mientras se preguntaba el por qué de aquello.

Llegaron finalmente hasta Marb y la primera reacción por supuesto fue de inquietud, Rowane se apartó ligeramente hacia atrás cuando el humano acercó la palma, no pudo evitarlo, también era por costumbre... más que nada porque siempre que una mano humana se le acercaba, era para darle un golpe.

—.........

Se la quedó observando un momento arrebujada en la capa negra y tras varios segundos sin actividad hostil pareció reunir la voluntad suficiente como para levantar la cabeza y mirarlo a los ojos. No pasó nada.

Otro humano bueno, aquello era demencial.

Miró un momento a Valeria, la había llamado por su verdadero nombre, eso debía significar que no había peligro. Es más, le había llamado "amiga"... ¡Amiga! Volvió a mirar al hombre.

—R... Rowane—titubeó con la voz algo tensa por el ligero nerviosismo que sentía. Carraspeó y volvió a repetir con más firmeza—me llamo Rowane.

No se atrevió a estirar la mano pero sí le sostuvo la mirada, entre inquieta y curiosa.

--Encantado de conocerte, Rowane --respondió con amabilidad. Como vio que no le estrechabas la mano la retiró con elegancia --. ¿Querríais acompañarnos? Van a cantar una canción que compuso mi padre.

Marb tomó dos copas, las llenó con vino y las dejó encima de una mesita para que os sirvierais. Le acercó un asiento a Valeria y, como no quedaban más sillas te cedió el suyo, para tu espanto.

La voz de la mujer entonó entonces la canción.

Soñé una vida para mi,
Estaba llena de esperanza.
Soñé que amaba tan feliz,
Soñé que Celestar me perdonaba.

Fui una niña sin temor,
Que disfrutaba con sus sueños,
No había deudas ni dolor,
Todo era bello bajo el cielo.

Pero cuando el sol se va,
Y entran fieras en tus sueños,
Te avergüenzas de vivir,
Se apoderan de tu ser...

Pasó un verano junto a mi,
llenó mis días con su magia,
yo le ofrecí mi juventud,
pero al final le vi partir.

Y sueño aún que vuelve a mi,
y estoy con él toda la vida,
no puede ser un sueño así,
es una calle sin salida.

Soñé una vida para mi,
soñé que huía de este infierno,
he despertado: ya lo sé,
hoy muere el sueño que soñé.

Marb esbozó una sonrisa melancólica y te observó unos momentos mientras el público rompía en aplausos.

--¿Sabes de lo que habla la canción?

Rowane alucinaba.

Un humano le preguntaba su nombre, la llamaba "amiga" y estaba encantado de conocerla, es mas... ¡le cedía su asiento! Por un momento sintió la tentación de pellizcarse para comprobar que no estaba soñando.

Asintió ligeramente y no se demoró en ocupar su asiento no fuera que alguien se ofendiera o algo... aquella gente rompía todos los esquemas que hasta ahora conocía. Apoyó las manos en el borde de la mesa y se inclinó ligeramente hacia adelante cuando comenzó la canción pero a mitad se echó un poco la capucha hacia atrás como si con eso quisiera escucharla mejor ya que llegó a destapar las picudas orejas.

"Dor'felas missana...".

Los ojos de la joven drow estaban tan abiertos que parecían dos cerezas rojas en medio de un plato cada una. Por supuesto nunca había estado en un lugar así, ni que decir la habían dejado escuchar actuación alguna. Aquello era bonito y la impresionaba, tanto que cuando Marb se dirigió a ella, parpadeó y giró la cabeza hacia él. La inquietud había dejado paso a la curiosidad.

—No...

Negó ligeramente con la cabeza pero siguió mirándolo, intrigada y a la espera.

--Mucha gente piensa que habla una joven doncella revraina que perdió a su marido en la guerra contra el Puño del Destructor y que se vio obligada a sobrevivir en la miseria de un país en guerra. Pero en realidad habla de una joven drow y su amante no es otro que su vida pacífica en Revraine antes de la guerra. Esa canción es una protesta contra los abusos que hemos cometido a tu pueblo, aunque los idiotas de la Basílica no se den cuenta --Marb sonrió--. Pero no habéis venido aquí a escucharme divagar sobre las canciones de mi padre ¿no es así?

Rowane se quedó boquiabierta (literalmente) y parpadeó de una forma que hasta resultó graciosa de la estupefacción que le había provocado aquello. ¿Alguien había compuesto una canción inspirándose en un drow? no... ¡Un humano había compuesto una canción inspirándose en un drow! no le cabía en la cabeza.

"Esto es de locos. ¿Toda la suerte que no he tenido en veinte años me ha venido de golpe?".

Miró un momento el escenario, luego lo volvió a mirar a él. Estaba perdiendo un poco el miedo a hablarle.

—Es... —contestó aún de lo más sorprendida, como si le fuera terriblemente difícil concebir que pudieran dedicarle a su pueblo algo que no fuesen insultos o maltratos—muy bonita.

Y para colmo Marb reconocía aquello, ¡y hasta sonreía!, era la primera vez que un humano le decía algo positivo, aquello la hizo sentir por un momento como si se hubiese tragado una mariposa y esta revolotease por su estómago.

Rowane no conocía lo que era estar animado.

—¡Ah! sí. Vinimos a... —contestó al caer en la cuenta de la última frase. Aunque como la verdad es que no sabía por qué habían ido a ver a aquél hombre (quitando lo de "conocer a los demás que pensaban como ella") desvió la vista con timidez, luego miró de reojo a Valeria—... que me presentaran a alguien, creo.

Supuso que quien sabría el motivo con pelos y señales sería la humana. Eso sí, no se le había olvidado el asunto de Balaena, lo preguntaría después.

--Seguro que habrás oído lo de la fuga de los drows que se abrieron paso a espadazos --comentó Valeria--. Bueno, pues ella es la que se escapó. Me la encontré tirada fuera de la ciudad medio muerta.

Marb te miró de arriba abajo como si te viera por primera vez.

--Vaya --fue todo lo que consiguió decir--. Después de todo lo que he oído esperaba que midieras dos metros y exhalaras fuego por la boca.

El hombre rió de su propia ocurrencia.

--¿Y qué quieres de mi, exactamente?

Rowane levantó una ceja, extrañada en un principio.

—¿Exhalar fue... ?—sacudió la cabeza al caer en la cuenta de que era una exageración a propósito—bueno, no... aunque fuego hubo.

"Dioses... ¿qué barbaridades habrán contado por ahí de mí?".

Tragó saliva imperceptiblemente, sabía que aquel humano no iba a hacerle daño pero costaba borrar veinte años de costumbre. La verdad es que era la primera vez que le preguntaban qué quería.

—Pues... dos cosas—contestó yendo a empezar por la primera—Va... leria dijo que había más gente como yo, gente que quiere acabar con esta tiranía. Quiero... —hablaba un poco bajo y hasta miró de soslayo a ambos lados, la sola idea de poder mencionar aquello en voz alta le resultaba chocante pero ya no le temblaba la voz ni parecía que tuviese miedo, era más bien la ligera contrariedad que le causaba el poder hablar abiertamente si que le pegaran—quiero unirme a ellos, yo también estoy harta de quedarme de brazos cruzados.

--Sí, esa mi parte favorita --te interrumpió Marb--. Cuando apelas a tus poderes infernales para escupir fuego pero sólo consigues quemar el rostro de ... ¿cómo era, Lord Hawald?

Hizo una pausa, para comprobar el efecto que tenía ese nombre en tu expresión.

--Dicen que aún tiene la marca. Y la gente es tan idiota como para pensar que una cosa implica que la otra es verdad --desvió la mirada a Valeria--. De hecho, la gente es tan estúpida como parecerle horrible morir abrasado por un fuego infernal... o por la magia. Como si estuvieras más muerto que si te matan con un pedazo de acero afilado.

Luego escuchó con atención lo que tenías que decirle.

--Muy bien. No negaré la ayuda que se me ofrece. Necesitamos hasta el última alma que quiera poner fin a esta situación. ¿Qué sabes hacer?

En efecto Rowane se estremeció al oír aquél nombre y tragó saliva imperceptiblemente haciendo un esfuerzo por apartar la imagen de aquel paladín furioso enarbolando la espada directo hacia ella que tanto la había atormentado en sus febriles pesadillas. Lo que no pudo evitar fue paliceder un poco.

—P-Pero si yo no...

Suspiró y negó con la cabeza, no tenía sentido explicar lo que había pasado en realidad, algo le decía que ni Marb ni Valeria se creían una palabra de lo que fuese que hubiera contado Hawald por ahí. Ella por su parte, estaba totalmente segura de que si era cierto que le había dejado la marca... el paladín debía estar deseando como mínimo arrancarle la piel de los huesos a carne viva.

—Soy... bueno, era gladiadora—respondió a la pregunta de Marb—llevo manejando un mandoble en las arenas desde que recuerdo. No he hecho otra cosa...

Marb pareció decepcionado.

--Ojala hubiera llegado el momento de las espadas, amiga mía --dijo con pesar--. Pero ni siquiera tenemos armas y armaduras para todos.

--No hará falta que le des una espada, o una armadura --interrumpió Valeria--. Conserva el equipo que utilizaba en la arena. Está escondido en el carro de lana que hemos traído. Lo dejé al cargo del mozo de cuadra.

Marb asintió pensativo.

--Bien, te podremos encontrar algún uso entonces. Pero procura no llamar demasiado la atención sobre ti misma. Una drow acorazada y con un espadón inmenso no se ve todos los días en las calles de Port Coeur. Caraquemada irá detrás de ti, no me cabe duda --el hombre se golpeó el labio inferior con el dedo índice--. ¿Tienes algún sitio a dónde ir?

Rowane estaba acostumbrada a que la gente no la mirase con euforia precisamente así que irónicamente no cambió de gesto a la primera reacción de Marb.

Lo de "Caraquemada" sin embargo la hizo levantar ligeramente las cejas con un parpadeo, en verdad le resultaba tan chocante que alguien hablase sin trapujos ni respeto de un paladín hasta el punto de ponerle motes que estaba sorprendida.

—Pues no, la verdad es que no... —contestó un poco avergonzada con la última pregunta. Tenía la sensación de que estaba causando más molestias que ofreciendo ayuda.

En ese momento recordó algo.

—Ah, sí... la otra pregunta—dijo—cuando veníamos hacia aquí nos interceptó un grupo de drows. No los conozco... pero no son ni esclavos ni mendigos porque estaban demasiado bien armados como para eso. Han oído lo que he hecho y me están buscando aunque creo que no saben quien soy...

Se rascó una mejilla con el índice y miró de reojo a otro lado, aún le costaba bastante mantener demasiado la vista en un humano sin sentir que estaba haciendo algo muy mal, volvió a mirarle tras unos segundos.

—Una de ellos se llamaba Balaena—añadió—¿Te... suena de algo?

Marb se quedó inexpresivo.

--Podrías llamar a Balaena "contrabandista". --dijo Marb--. Está metida en todos los negocios turbios de El Nidal, pero nunca le han echado el guante: es escurridiza como una anguila de río. No es porque la Basílica no tenga ganas. Con el paso de los años ella y su banda se ha cargado a tantos Hijos de Luz que cualquiera hubiera perdido la cuenta. Pero no ella: se dice que guarda trofeos de las víctimas que se cobra. Y se dicen otras muchas cosas aún más escalofriantes, aunque dudo que todo lo que dicen sea verdad. Balaena nunca se ha molestado en desmentir esos rumores, su fama le sirve bien.

El hombre se encogió de hombros.

--Tenemos objetivos comunes con esa mujer. Pero sus métodos dan, a veces, un poco de miedo. Si te buscaban y han oído lo que cuentan sobre ti... probablemente era para ofrecerte un lugar en su banda.

Rowane asintió al escuchar aquello, era más o menos lo que se había imaginado: ni esclavos ni matones de nadie. Elfos rebeldes, pero unos rebeldes... muy extremistas. Por otra parte... ¿acaso no eran extremistas también los Hijos de la Luz con su pueblo?

Aun con todo, había algo que la hacía declinarse más por Marb y Valeria, ya no sólo por el hecho de que esta última le hubiera salvado la vida si no porque había algo más cálido en aquellos humanos, ellos luchaban por una  meta, el tener que matar o no a alguien en el proceso era un añadido, no un objetivo. La joven drow no podía decir lo mismo de Balaena... porque había sentido la misma sensación de frialdad y odio ardiente que consumía a Hawald cuando había mirado a los ojos de su congénere, no la culpaba de ello pero simplemente Rowane era demasiado inocente de corazón como para actuar así.

No quería perder la capacidad de tener piedad como habían hecho los Hijos de la Luz, piedad que durante tanto tiempo le había sido negada. No quería ser como ellos, se ganaría la libertad a su manera.

—Pues... que siga buscando —contestó al final—n-no me importa que tengamos objetivos comunes, pero yo me quedo con vosotros.

--¡Bien dicho! --contestó Marb--. Bien, me ocuparé de ti.

Se volvió hacia la enana que veía el espectáculo con él.

--¿Aranys? Lleva a nuestra nueva al piso donde tenemos a Aimée, ¿de acuerdo? Debería haber sitio para ella y para Valeria --Marb esperó a que la enana asintiese antes de volverse a Valeria--. Aimée es la apóstata de la que te hablé. La que tiene a sus hijos en la Torre de Marfil.

Valeria asintió lenta y reticentemente, sin dejar de mirar a Marb.

--Está bien. Hablaré con ella --dijo al fin--. ¿Nos vamos, Rowane?