Partida Rol por web

Estados Unidos, Kansas, Cerca de Topeka y Lawrence en la I-70, Bowling Paradise

20 de Agosto, Año 2019 — 22:00

El caluroso día había terminado al fin y había dado paso a la noche. El calor aún no quería abandonar pero todo el mundo apreciaba la ligera bajada de temperatura así como la intermitente y leve brisa que de vez en cuando se dejaba sentir.

Los que habíais llegado ahora, encontrasteis las carreteras casi vacías, apenas algún solitario coche que os habíais cruzado en la Interestatal 70. Llegasteis por una carretera recta y monótona, apenas iluminada de una de las salidas de la I-70.

El Bowling Paradise era un gran edificio de hormigón con luces de neón, que era de las pocas cosas iluminadas aquella noche, aparte de alguna granja a lo lejos o casa aislada de que se funden con una oscuridad cada vez mas profunda.

En medio de los campos de cereales amarillentos, que ahora formaba una gran masa de oscuridad, se encontraba este complejo de cristal y cemento rodeado por un inmenso parking que puede albergar a mas de doscientos vehículos, aunque ahora podíais ver tan solo una docena de ellos repartidos en las filas cercanas al edificio.

Al Bowling Paradise se entra por un largo corredor central que discurre a lo largo del edificio. Se articula en torno a una gran sala principal donde se encuentran las pistas de bolos. El bar está situado sobre una plataforma, un poco retirado, y las mesas semicirculares permiten observar las partidas mientras.

El ala derecha corresponde al restaurante, que podría acoger más o menos a sesenta personas, las cocinas son adyacentes a esta y dan al exterior. Aunque el edificio ya es un tanto viejo, el Bowling Paradise sigue siendo un lugar confortable y particular, el orgullo de su gerente. Desde el restaurante, hay unos grandes ventanales de cristal que dan visión al parking.

Cuando entráis una mujer bien vestida que se llama Carla os atiende y os busca en un listado que tiene para ir tachando los nombres, echando un vistazo rápido parece que puedan haber una veintena de nombres, aunque sois los primeros en llegar al parecer. Os hace esperar en la Entrada justo a las puertas del restaurante donde tenéis visión a la bolera y a las mesas.

Cuando llegáis, parece que bajan unos puntos la intensidad de la luz, como para crear un ambiente mas intimo en el restaurante, tras las indicaciones de Carla. Veis como hay una decena de mesas altas decoradas con manteles, flores y copas de vino y de champán. En general, el sitio no deja de ser algo cutre, pero al menos se han esforzado en crear un entorno agradable para las citas.

La mujer que os ha atendido, se aparta levemente de la entrada donde os encontráis, pues parece que otro tipo le ha llamado la atención, de malas maneras. Parece que aquel tipo está algo enfadado y le está pidiendo explicaciones. Se señala varias veces su reloj y de vez en cuando dedica algunas miradas hacia vuestra posición.

El tipo parece algo mayor y va vestido de manera muy estrafalaria, con un traje de colores muy vivos así como unos extraños pañuelos. Parece que tiene tanto bigote como pelo tintados de un color rubio anaranjado.

Carla parece algo amedrentada y asiente a manera de disculpa ante sus exclamaciones. Finalmente el tipo se va como maldiciendo y alzando la mano en pose dictatorial.

Ella se acerca de nuevo a vosotros.

— Disculpad, estamos terminando algunos preparativos de última hora — dice, parece algo apurada. — Sino les importa podéis esperar un ratito más aquí, ahora les serviremos unas copas de champán cortesía de la casa. Enseguida les haremos pasar y explicaremos el funcionamiento de la noche.

Dicho esto se retira corriendo todo lo de puede con los tacones que lleva puestos y empieza a dar ordenes a un par de camareros y gente de sala para que la ayuden. Veis como empiezan a mover algunas mesas y a reorganizar la sala.

Poco a poco, la mayoría de gente ha ido terminando sus partidas y se ha ido marchando. La noche ha caído finalmente y os encontráis en el bar, terminando de cenar o de tomar algo.

Se os acerca una mujer, que os ha parecido haberla visto antes trabajando como camarera, aunque ahora se ha cambiado  y se ha puesto un vestido así como unos tacones.

Parece algo apurada y ha llegado dando pasos rápidos, todo lo veloz que le han permitido sus tacones. Notáis como la iluminación ha ido bajando como si estuvieran pasando a un modo noche. Las boleras tienen encendidos algunos neones y el hilo musical se ha detenido de repente en esa zona.

— Ho-hola, ¿cómo va? Espero que estéis teniendo una buena noche. — dijo algo apurada mientras pasaba al otro lago de la barra y se quedaba entremedio de vosotros dos.

— Vamos a cerrar esta zona del bar, pero tenemos la sala del restaurante disponible. ¿Qué les parecería pasar y tomarse una copa allá? Invita la casa.

Parecía algo nerviosa e incluso con prisa, y por un momento dudo en si decir algo mas o no.

— Veréis.. estamos haciendo un evento.. y parece que hemos tenido bastantes bajas de última hora. Es un evento de conocer gente, os gustaría participar? Será gratuito y sin ataduras, os tomáis una y si no os gusta el ambiente sois libres de marcharos..

Puso su mejor sonrisa y adoptó una actitud sugerente, rozando la suplica. Sus ojos pedían por favor.

Estoy inquieto. Al principio pienso que he llegado tarde. Luego que demasiado pronto. No hay casi nadie o no ha tenido mucho éxito la convocatoria. Esto no es una gran ciudad y encima con el calorazo que pega no apetece salir de casa, sino quedarse tumbado en el sofá con el aire acondicionado. Que me recuerdo a mí mismo que no tengo de eso. 

O tomarse una birra en un parque disfrutando de esta leve brisa que nos alivia del solazo del día. 

También la encargada parece nerviosa. No me importa esperar , si es normal que surjan cosas de última hora , la gente tiene que ser más amable y empática. No como ese tipo amargado y...Joder, a ver si es el jefe de esto. Pues casi que me da esa impresión. Hombre deja un poco a la chica...pienso, pero no lo digo en voz alta.

Pues a esperar. Con las tres chicas. Jo. No hay más chicos...En fin. Sonríe, Paul. Saluda.

-Eh...hola, Soy Paul, Paul Singleton. Menos mal que hay aire aquí, eh- bien, tío, apabullante que has sido- . Encantado. Estoy algo nervioso, nunca he venido a un evento de este tipo. En serio, no es por decirlo. ¿Y vosotras?

(Con pantalón de lino color crema).

Sam tenía una cerveza en la mano mientras miraba como empezaba el bullicio de la fiesta que le mencionaron anteriormente. Estaba sentado en la barra del bar en un taburete cuando apareció la camarera, Carla.

Escuchó atentamente lo que estaba contándole y algo le subía por la espalda al pensar en un evento de ese tipo, nunca había sido muy dado a ese tipo de fiestas pero la desesperación en los ojos de la chica lo hizo comportarse de una manera más afable.

— Puesss.. bueeeno.. yo tendría que irme pronto a casa pero puedo quedarme un rato por esa fiesta para ver como va— rascándose la nuca con una sonrisa algo incómoda. — Y si además hay copas en el restaurante pues mejor. y sonreía más afable para intentar quitarle hierro al asunto. Levantándose del taburete y metiéndose una mano en el bolsillo mientras miraba a la chica y sujetaba su cerveza en la otra mano.

Kate había llegado bastante pronto, y respiro aliviada cuando se encontró allí dentro, el incidente de la última noche, unido al pegajoso calor habían hecho que descansara fatal, notaba el cansancio en cada poro de su piel.  Había venido casi directa, después de salir del bar y su ropa parecía un poco fuera de lugar para una primera cita, pero a ella parecía no importarle mucho, lucia aquel top sin tirantes con un escote demasiado bajo y una pequeña falda roja, a juego con unas medias de rejilla negras y unos zapatos de tacón rojo a todas luces no demasiado caros.

Cuando entraron aquellas dos mujeres, Kate centro su atención en el pequeño espectáculo que estaban formando la anfitriona y aquel hombre estrafalario. Algunos jefes eran un suplicio.

Aquel chico de pelo rizado se presentó, así que ella decidió lo mismo, la verdad en estos momentos prefería estar tranquila en un rincón apartado charlando con alguien, asi que respiro profundamente y se acercó a aquel chico.

Hola, soy Kate dijo escuetamente Ufff si el calor es horrible fuera contesto mientras se abanicaba con la mano Vaya escenita que nos se han montado susurro en voz baja refiriéndose claramente a los dos anfitriones No se que pasa, pero esta muy vacío esto aun concluyo intrigada dirigiendo su mirada al local medio vacío.

Ronald había cenado en el diner del Bowling Paradise un delicioso bistec con salsa de pimienta, antes de irse a su rancho, paso por la sala de juegos a ver si se encontraba con algún viejo conocido para echarse una partida de billar pero no parecía ser el caso.

Mientras terminaba su cerveza, una rubia que habría jurado que había visto antes en algún lado le propuso una invitación a un evento de citas.

Ohhh, con que esos adornos que ví no eran para un cumpleaños.

Ronald ojeó sutilmente a la mujer y no pudo evitar apoyar su mirada en el escote que llevaba despertando un poco de deseo sexual, aún así, esa clase de eventos no eran lo suyo.

-Lo siento señorita, hoy he tenido un día demasiado largo, y la única cita que quiero tener ahora mismo es con mi cama.- Dijo exagerando un poco su cansancio y dirigiéndose a la salida.

Hoy es martes después de todo. Pensó, los martes eran los días dónde frecuentaba a Beatrice, una prostituta local a la que estaba comenzado a tomarle cariño.

Ring, ring, riiiiiiinnng. Ring, ring, Riiiiiiiinnnng.

La alarma del celular comenzó a sonar, eran las 22:00hs, tenía que tomar su medicación, Charlie había estado particularmente inquieto ese día. Buscó en sus bolsillos el frasquito de medicina pero no lo encontró.

¿Lo habré perdido en el restaurante? Se lamentó, no creía que le dejarían pasar ahora que el evento había comenzado. Volvió sobre sus pasos.

-Pensándolo mejor, creo que me gustaría participar.- Dijo con una sonrisa a la rubia y la saludó, y luego le ofreció un apretón de manos al hombre. -Soy Ronald, Ronald McCarthy, un placer.-

-¿QUE HACES, RONALD? ¡Ya te lo dije hoy cuando lo vimos! Tendríamos que estar ayudando a deportar a este maldito saltamuros, ¡No mostrándole nuestro respeto!- Dijo Charlie.

Samuel sacó la mano de su bolsillo para estrechar la mano de Ronald cuando se la ofreció, con una sonrisa leve.

- Samuel, Samuel Rodriguez. Pero, puedes llamarme Sam, para acelerar las cosas. luego miró en dirección a lo que iba a ser la zona de la fiesta, dispuesto a empezar a caminar dado que tenían que salir del bar.

- Yo no he sido nunca de este tipo de eventos. decía Sam dejando escapar una risilla en dirección a Ronald y de soslayo a la propia clara, por añadir algo más. Igualmente se le veía fuera de lugar, ya fuera porque sabía que era bastante tarde y debía de estar volviendo a casa antes de que alguna patrulla nocturna malinterpretara el estar a tan altas horas de la noche fuera o bien porque el evento lo dejaba fuera de lugar.

Ronald enarcó una ceja cuando Samuel le instó a que lo tuteara, dedicándole una sonrisa. "¿Para... "Acelerar las cosas"? ¿Que cosas? Oh...

-¡Ves! Te lo dije, Ronald, este tipo es un desviado, un maricón a toda regla.

-Yo tampoco... yo tampoco.- Era su primera vez en un evento así, y sospechaba que sería el último. El conservador Ronald se rascó el mentón mientras seguía a la anfitriona. -Señorita, disculpe que pregunte pero en estos tiempos.. - Se tardó un segundo en encontrar la palabra correcta. -...alocados, diría, nunca se sabe. Se tratan de citas entre personas heterosexuales.- Se paró en seco para aguardar la respuesta. -¿Verdad?-

Carla parecía afanada apuntando un par de nombres mas en la lista que tenía pegada a su carpeta. Escuchó la pregunta mientras estaba distraída con sus anotaciones, aunque tardó un rato en reaccionar.

Frunció el ceño divertida y luego se apoyó en la barra para arrimarse a vosotros. Seguramente era consciente de su escote y de lo que pasaba en esa postura.

— Está abierto a todo tipo de orientaciones señor.. — miró su listado — .. Ronald McCarthy, le emparejaremos solo con gente compatible con usted.

Luego volvió a lo suyo, parecía tener un pequeño plano de las mesas dibujadas en el papel y estaba como reconfigurando y tachando todo tipo de cosas. Parecía en un pequeño apuro y estaba actuando a toda prisa casi sin prestaros atención.

— Dadme un momento y enseguida os haré pasar.. — concluyó y siguió murmurando consigo misma.

Sam miró extrañado a Ronald pensando que quizá había supuesto algo que no era. Poniendo una cara de confusión mientras miraba como Carla apuntaba cosas en su libreta.

- Ehm.. bueno, si, yo imagino que también habrá gente de todos los tipos, al fin y al cabo los tiempos que corren. luego se rascó un poco la parte del bigote alzando un poco las cejas en forma de expresión.

- ¿La fiesta tiene horario de cierre? ¿O es hasta que sea de día? Ya cuando se terminó su cerveza metió ambas manos en sus bolsillos y se apoyó en la barra a mirar a Carla y sus apuntes.

Una media sonrisa se dibujó en el rostro de Ronald cuando Carla se apoyó sobre la barra, haciendo notar lo bien dotada que era y diciendo de que lo emparejarían con gente compatible a él.

Entonces Ronald también se apoyó sobre la barra y se acercó a ella. -Pues en ese caso, déjeme decirle que siempre me he sentido especialmente atraído hacia las mujeres rubias y de buen... porte.- Dijo con un aire gallardo.

Luego Samuel preguntó si la fiesta sería hasta que se hiciera de día.

-Sam, algo me dice que si la fiesta durara hasta que se hiciera de día sería un desperdicio.- Dijo Ronald mientras miraba a Carla trabajar sobre su libreta. -Hay muchas otras cosas realmente divertidas que se pueden hacer durante la noche, pero que no pueden hacerse en este establecimiento, ¿No lo cree usted, señorita?-

Carla miró por un ventanal que daba al gran pasillo de la entrada y se levantó de golpe. Se estiró las arrugas que se le habían hecho al estar sentada y se puso a andar.

A los dos pasos se giró hacia vosotros.

— Vamos, acompañadme, los chicos van a cerrar esta parte del bar para limpiarlo, nos podemos esperar en la entrada hasta que podáis pasar. Y no.. el evento durará hasta las 2 máximo que se va todo el personal.

Con una mano os indico que la siguierais, como si fuera una líder de un tour de jubilados.

Las puertas de la bolera, ahora vacía, se abren y aparece Carla acompañada por dos hombres. Con una mano les indica que se esperen junto al resto y ella se va desfilando con prisa de nuevo hacia la zona del restaurante.

Justo antes de cerrar, se gira hacia los asistentes y dice..

— Ahora mismito os vengo a buscar a todos y pasamos.

Se fue estresada.

Kate había llegado bastante pronto, y respiro aliviada cuando se encontró allí dentro, el incidente de la última noche, unido al pegajoso calor habían hecho que descansara fatal, notaba el cansancio en cada poro de su piel.  Había venido casi directa, después de salir del bar y su ropa parecía un poco fuera de lugar para una primera cita, pero a ella parecía no importarle mucho, lucia aquel top sin tirantes con un escote demasiado bajo y una pequeña falda roja, a juego con unas medias de rejilla negras y unos zapatos de tacón rojo a todas luces no demasiado caros.

(con pantalón lino color crema)

Sam siguió a Carla mientras Ronald se la comía con los ojos y luego miró a los nuevos dos participantes del evento que tenía delante.

Se podía ver a un hombre ya maduro, de cuarenta y pocos y claramente de rasgos latinos. No iba bien vestido para una fiesta, más bien parecía ir de la forma más cómoda para trabajar posible.

Sacando las manos de sus bolsillos, se cruzó de brazos mirando a los demás al ver que Carla se marchaba a seguir reuniendo a los invitados.

- Buenas noches, un placer. Soy Samuel Rodríguez.Dijo con una leve sonrisa, totalmente como pez fuera del agua. Ya después de lo vivido con Ronald prefirió dejar a elección de los demás el que lo llamaran Samuel o Sam.

Ronald había pasado el día en Topeka vendiendo cueros, huevos, lana y otras mercancías de su rancho. Había sido un día largo y agotador, y a pesar de que las ventas no habían sido buenas, de camino a su rancho en la Interestatal 70 decidió parar en el Bowling Paradise para ordenar un buen bistec americano con la famosa salsa de pimienta que preparaban allí.

Mientras lo degustaba, charló un poco con Jerry, el mesero; prestó atención a las noticias de una vieja TV a raíz del movimiento militar que había observado en la ruta; llevó un bistec a Bobby, su perro guardian y único afecto que aguardaba en la caja trasera de su camioneta custodiando las mercancías no vendidas; y antes de irse, decidió pasarse por el billar a ver si se encontraba con algún viejo conocido para hacer alguna partida, pero no fue el caso.

Fue entonces cuando estaba de salida y Carla Southbee le instó a él y a un tal Samuel a unirse a un evento de citas. Desde luego, Ronald McCarthy rechazó la oferta, esas cosas no eran lo suyo y además, esa noche era martes, y como era ya habitual, las noches de los martes Ronald visitaba a Beatrice, una prostituta local a la que había comenzado a tomar cariño.

Antes de llegar a la puerta de salida, el sonido de la alarma en su celular sonó a las 22:00hs clavadas, era hora de su medicación para apaciguar a "Charlie", la voz en su cabeza. Buscó en sus bolsillos el pequeño frasco que contenía los comprimidos pero no estaba allí, lo había perdido probablemente en el restaurant, pero con el evento ya iniciado no podría volver a entrar a no ser que aceptase la invitación de la rubia.

Tras unas sospechas de tendencias homosexuales del tal Samuel y un breve coqueteo con la anfitriona, Ronald estaba de vuelta en el restaurante, vestido con una chaqueta de cuero, unos vaqueros, borcegos y su característico sombrero texano.

Miró a los presentes e hizo un gesto con su sombrero a modo de saludo.

-¡Mira, Ronnie! Es esa perra de la clínica, ahh... si me cedieras el control un poco de tiempo... ¿Sabes las cosas que le haría a esa maldita, verdad?- Bramó Charlie en su mente.

Ronald lo ignoró y se acercó a saludar a Allison Cameron.

-Doctora, ¿Cómo está? ¿Me recuerda? Soy Ronald, Ronald McCarthy. Jamás hubiera pensado que me la encontraría en un contexto como este.- Dijo con una sonrisa. -A decir verdad, ¿No está usted casada?- Preguntó enarcando una ceja mientras sutilmente miraba en los alrededores a ver si encontraba el frasco con su medicación. Era curioso, pues, buscaba la medicación mientras hablaba con la persona que se la había recetado cuando volvió de Irak.

— Psssttt ¡eh! Ronnie, tu quitame el seguro, solo por si a caso, jeee