Partida Rol por web

¿Acaso soy yo el guardian de mi hermano?

Prologo: El pueblo de la plaga

Cargando editor
08/05/2011, 23:10
El Astuto Hidalgo Don Íñigo de Martínez

Haciendo como que no he oído a Rodrigo, ya que una cosa así en mis tierras se paga con la pica, miro al extraño hombre que ha hecho aparición. Sin duda, es un tipo cuanto menos extraño. Ya no sólo por su aspecto, eso es lo de menos; y más en un lugar como este, donde todo el mundo parece haber sido deformado y mutilado por la enfermedad. No, lo que me llama la atención es como le temen los guardias, como si fuese alguien importante, alguien con suficiente poder como para que sus palabras sean ley. Fuese quien fuese, tendría que andar con mis de plomo.

Permitid que me presente, señor. Mi nombre es Don Íñigo de Martínez, y esta es mi "guardia personal". —Al decir esto hago un gesto cortés a modo de saludo. Después miro al hombre fijamente. Esto es bastante extraño, sin duda alguna— Por lo que veo, sabéis más de mí que yo de vos. Decidme, buen hombre ¿Quién sois vos? —Por supuesto, había oído que era el capitán, pero seguro que el podía darme más datos de los que yo era capaz de presuponer— Pero, por favor, subid a vuestra montura mientras me contestáis y me guiáis por este lugar hacia el hogar del joven conde...

Cargando editor
09/05/2011, 22:28
Martín Rodríguez

Suspiro y me relajo al ver aparecer al capitan de la guardia. Teniendo en cuenta la actitud claramente agresiva de algunos la cosa podría haber ido a mal, pero, por suerte para todos, parece que no va a suceder. 

No puedo evitar mirar de reojo a la mujer del caballo tras las alabanzas lanzadadas a su persona. Nunca he oído hablar de una tal Rosa Sangrienta, pero me apuesto el cuello a que hay más mentira que verdad en esas historias. En cualquier caso, yo no veo más que a una mujer jugando a ser hombre. Es cuestión de tiempo que alguién le recuerde su lugar… 

Mi señor, ¿qué hay de la enfermedad? ¿Cómo de contagiosa es?  —pregunto al recién llegado.

Cargando editor
10/05/2011, 12:30
Director

El hombre que os acaba de hablar y que parece estar a cargo del pueblo vuelve al caballo y se presenta:- Me llamo Esteban y soy el jefe de los guardias de la zona, si teneis algún problema comentadmelo que no me perdona este pequeño desastre, si en seguida os llevo a los aposentos de nuestro señor- el tono del hombre es solicito, parece que está bastante capacitado para dorar la pildora a cualquiera. Mira un momento al arguacil calibrandolo, y con gesto algo serio le dice:- Es una plaga preocupante, que se ha cebado en los aldeanos, por lo que están muy nerviosos, por eso di la orden de que se requisaran las armas al entrar en la villa, pero se han dejado llevar, los impuestos son para ahuyentar a la gente que no necesite imperiosamente entrar en la villa, aunque por ahora pocos extranjeros se han infectado, prefiero que lo que sea quede en la villa-

Blanca, la hermosa mujer que os acompaña y hasta ahora ha hablado poco comenta al noble, algo palida:- Señor, se que tiene asuntos muy importantes y jamás le pediria un favor, pero tengo que ir con el señor del castillo, y no puedo estar vestida de esta guisa..., ¿No podriamos esperar y asearnos un poco antes de marchar hacía el castillo?-  Su tono es suplicante y sus hermosos ojos podrían conmover hasta a las piedras. En eso, escuchais como un carro tirado por dos mulas, llevado por un hombre con una extraña mascara que pasa al otro lado de la puerta en el interior del pueblo, trás un bache ocasionado por la lluvia, parte de su equipaje se mueve y un cuerpo desnudo de una mujer que en otro tiempo fue muy hermosa cae al suelo, tiene multiples ronchas de la enfermedad parecidas a las del condenado que visteis en la carretera, además de varios hematomas por todo el cuerpo,  Mártin la reconoce como la mujer del hombre que estaba en la picota.

Al parecer ese carro lleva los cadaveres a enterrar, pero el conductor no se ha dado cuenta de la caida del cuerpo. El jefe de guardia os dice:- Desgraciadamente esto es pan de cada dia, no os preocupeis, trás la reunión con mi señor, podeis pasaros   por el médico del pueblo, pues es persona muy reconocida, y gracias a él hay muchas menos victimas de las que habría en realidad. ¿Vamos?-

Cargando editor
10/05/2011, 23:45
Elena del Valle

El hombre se acercó y siguió con sus palabras, bastante más amables que las del hombre que nos estaba pidiendo aquellos impuestos en cuanto llegamos, aunque yo le fuera a prestar incluso menos atención, pues a fin de cuentas, aunque no me fuera a quejar, también estaba cansada y con ganas de quitarme la ropa mojada, pero si no había más remedio podría pasar así un rato.

La que no tuvo demasiada suerte fue Blanca, pues su pregunta no obtuvo ninguna respuesta, así que quizás eso venía a decir que iríamos a ver al hombre en cuestión así como habíamos llegado. Otra de las cosas que a mí me daban absolutamente igual.

- ¿ Ver al médico?

Por muy bien que hiciera su trabajo no entendía para qué debía acudir a un médico si no estaba enferma ni, por el momento, tenía ningún síntoma de estarlo. Eso sí, esperaba que la cosa siguiera así.

Seguí con mi silencio habitual incluso cuando vi como el hombre que salía con el carro perdía el cadáver de una mujer con muy mala pinta.

- No sé lo que hemos venido a hacer en un lugar como este...

Viendo que el hombre no se había percatado de que había perdido parte de su carga silbé como si estuviera haciéndolo a un caballo y luego, sin decir nada más, señalé el cuerpo cuando se paró a mirarme.

Cargando editor
11/05/2011, 01:36
Constanza - Pietro

Del hombre nuevo, además de sus modales que eran mucho mejores, me interesaba eso de que luego iríamos a ver al médico. Sobre todo porque allí podría recabar información que me sirva para entender lo que estaba pasando aquí. La escena del cuerpo de la joven que se cayó delante nuestro fue muy trágica, muy real, demasiado. Sin embargo no miré hacia otro sitio. Me concentré en su estado: sus marcas, la condición de su piel, todo; cuando sigues mi profesión tienes que ser observadora, aunque cueste hacerlo.

-Dios mio...

Dije por lo bajo haciéndome la señal de la cruz.

"Pobres almas, ¿qué está pasando en este lugar olvidado por Dios?"

Respiré hondo y callé. Ya sería el momento de averiguar, por ahora sólo debía guardar mi sitio... y las apariencias.

Cargando editor
12/05/2011, 01:32
El Astuto Hidalgo Don Íñigo de Martínez

Lo siento, pero tenemos asuntos importantes que antender como para pender el tiempo en aseos, Blanca. No obstante, sólo yo tengo que reunirme en primera instancia con el señor del lugar. Mientras, podréis hacer lo que queráis. Además, tendremos tiempo para futuras reuniones, no os apuréis —Contesto a la pregunta de la mujer. Era evidente porque nos acompañaba, a qué se dedicaba se veía a la legua. No obstante, satisfacer las necesidades del señor del lugar, y con suerte, las de su sucesor durante un tiempo; puede esperar.

Tras esto, veo como un cuerpo cae del carro. Sin preguntar nada, el capitán me da explicaciones, lo cual me deja una interrogante. ¿De verdad ese "médico" estará haciendo algo por los enfermos?. Parace que aquí todo el mundo quiere llenarse los bolsillos a costa de los demás. Ya veré qué se cuenta ese médico, y no quitaré un ojo de encima al capitán.

Sigamos, sí —digo al hombre, para continuar con la marcha. ¿Esconderá algo más este lugar?

Cargando editor
13/05/2011, 11:12
Director

El carro lleno de cadaveres se detiene  unos metros más para alla y el hombre con mascara se baja del carro con parsimonia, y se quita la mascara un momento, un hombre joven de bellas facciones de no más de 20 años saluda con la mano a Elena por la ayuda, cuando se percata de la hermosura de la mujer se pone algo alborozado, no esperaba a una mujer vestida con ropa de batalla. El capitán lo mira despectivamente y  le dice:- Sigues teniendo trabajo que hacer, Pascual-. Por lo que el muchacho coge el cadaver en silencio como si fuera un fardo de patatas y lo lanza al carro, para volver a retomar su camino. 

Y empezais el camino hacía la reunión con el barón, mientrás que Blanca, se aleja, sabiendo que discutir de poco servira, aunque por como frunce la nariz, piensa otra cosa, e intenta mientrás camina asearse un poco. Las calles por las que pasais parecen estar deshabitadas, excepto por algún campesino que se marcha rapidamente, pasais por enfrente de la iglesia, donde un montón de cadaveres se reunen, viendo como el muchacho llamado Pascual deja su siniestra mercancía en el montón final, donde un parroco gordo hace los últimos rezos, por las almas allí reunidas, mientrás que otros dos hombres con las mismas mascaras entierran los cadaveres en una fosa común. En tanto oleis el olor a pudredumbre de los cadaveres más antiguos, solo podeis mirar por encima las tumbas recientes hay demasiadas...

Al pasar a su lado, el parroco se gira hacía vosotros, su cara está demacrada como si hubiese pasado una enfermedad, sus ojos cerrados, con una boca llena de dientes negros:- Bien te escucho, señor Esteban, ¿Estais dispuestos a confesar tus muchos pecados? ¿ A quien llevais con vos? Pecadores sin duda, gente que se oculta bajos disfraces- Sus ciegos ojos se posan durante un segundo en Pietro- Mujeres que no saben cual es su lugar, por culpa de eso se pierden en el camino- las mirada ciega del hombre se posa durante un instante en Blanca y Helena- Animales que se nutren de la carniceria- Posando su mirando entre los hombres de armas que os acompañan.

El capitan dice con premura:- Padre, todos somos pecadores de una forma u otra, y se que lo hace por nuestro bien, pero a quien llevamos es al que sera durante unos años el conde del lugar, por lo que tenga la lengua sujeta-.

El parroco comenta con un asentimiento:- Mis respetos, espero que sus años sean muchos, perdoneme la groseria de antes, pero es del otro mundo a lo que estoy atento, ya pague lo mio por fijarme demasiado en el mundo terrenal- Señalandose sus ojos.

El capitan se acerca a Dón iñigo y le comenta:- No le hagais mucho caso, esta como una chota, pero sino fuera por él, ahora mismo tendríamos a todos los campesinos rebelandose por la enfermedad-

 

Cargando editor
13/05/2011, 19:49
Constanza - Pietro

Sin prestarle demasiada atención al cura, al que le notaba unas ganas de pelear inmensas, me acerqué al Hidalgo que era ante quién yo debía responder.

-¿Señor? -pregunté.

-¿Puedo dejarle un momento para ir a hablar con el médico del pueblo? Estoy muy interesado en que me cuente lo que sabe sobre este mal.

Miré la pila de muertos, con las moscas rondando, como siempre que encuentran algo agradable para ellas.

Esperé la respuesta de Iñigo de Martinez y luego iría directamente a charlar con mi colega. Es verdad que cuando el párroco dijo lo de gente que se oculta bajo disfraces, me entró un sudor frío, pero mantuve la compostura. ¿Qué sabría él de lo que cuesta estudiar en este mundo, en donde por más capacidad que mi inteligencia tenga, soy menospreciada por ser mujer a tareas tan vanales que solo rodean dos áreas: casarse o volverse monja?

No, tengo una vocación y un don y lo perseguiré mientras la vida no me abandone.

Así que esperé el permiso y permanecí callada.

Cargando editor
13/05/2011, 23:08
Elena del Valle

Matar a un cura ciego no tendría demasiada dificultad por lo que ni siquiera me molesté en pensarlo, aunque lo de torturarlo y quizás cortarle también la lengua por hablar demasiado sí que pasó por mi cabeza.

- Creo que dentro de poco tendrás que pagar también con tu lengua si no aprendes a ser más respetuoso con quien no te ha faltado al respeto.

Era la frase más larga que seguramente me habrían escuchado decir aquellos que llevaban compartiendo mi camino durante todos aquellos días, pero me daba igual, si alguien penaba que iba a amilanarme por las primeras palabras de un " medio-hombre " estaba bastante equivocado.

No dije nada más aunque en mi rostro se dibujó una expresión de asco tal como si estuviera viendo a uno de esos enfermos con rostros deformes y llenos de llagas.

Cargando editor
16/05/2011, 17:43
Martín Rodríguez

Una verdadera pena. Habría pagado bien por hacerla una visita cuando su marido estuviese en su oficio.

Los hematomas del cuerpo de la mujer — si es que no son producto de su marido y anteriores a su captura— dejan claro que los soldados del conde se toman muchas libertades con los prisioneros enfermos que toman. Dudo que esos malnacidos hayan sido más permisivos con mi familia. 

Al llegar a la Iglesia y ver la cantidad de tumbas y cadaveres amontonados el pesimismo me envuelve. Dios se esta cebando de verdad con las gentes de esta aldea. Las posibilidades de que mis padres y hermanos sigan con vida son con cada segundo más y más ínfimas. 

—Espero no importunarle mucho, Esteban, pero necesito su ayuda. Nací en esta aldea y, aunque no paro por aquí desde hace años, ahora he regresado y me gustaría ver a mi familia. Lo único que sé de ellos es que los soldados se los llevaron, como a otros muchos, pero no sé a dónde ni por qué…

Cargando editor
16/05/2011, 18:53
Rodrigo de Valmaior

 Rodrigo siguió con su mueca de asco hacia todo lo que le rodeaba "y esto va ser mi próximo hogar... " pensó.

El carromato, el cuerpo de la mujer muerta y las palabras del sacerdote lo quitaron de sus pensamientos. " Si Dios existe, es un auténtico cabrón", pensó para sus adentros, hilando todas las imágenes rápidamente en su cabeza, componiendo un irónico mosaico.

Sin prestar mucha atención a casi nada de lo que se decía, Rodrigo hablaba consigo mismo, esperando que todo este parloteo burocrático terminara cuanto antes, y poder comer caliente y darse un buen baño. No obstante, seguía sin soltar el pomo de su cimitarra.

Cargando editor
17/05/2011, 01:37
El Astuto Hidalgo Don Íñigo de Martínez

Observo al párroco del lugar. Sin duda, es otra figura inquietante. ¿Qué tendrá que ver este pobre hombre con lo que sucede en el pueblo?. Espero que nada, desde luego. Es un pobre hombre de Dios, no obstante, parece saber demasiado para ser ciego. Tal vez tenga algo interesante que decir llegado el momento.

El joven tras la capucha me pide permiso para marcharse, a lo que le digo— Tendrás tiempo para eso más tarde, Pietro. Dime una cosa. Si os vais ahora mismo, y os da el alto la guardia durante vuestro recorrido... ¿Qué haréis? ¿Cómo podéis identificaros para que nos consideren un delincuente o alguien que está perpretando algún engaño? —No espero respuesta, así que continúo hablando— Me temo que no será posible. No obstante, cuando lleguemos, seguro que nuestro amable guía tiene por bien conduciros hasta la casa del médico, y de paso avisar a la guardia.

Tras decir esto, miro hacia Elena con un gesto severo. Después me giro, miro al cura, y le digo— Perdonadla, padre. Es evidente que no sabe lo que dice. —Al decir esto vuelvo a mirar a la mujer salvaje, para decirla— Recordad que no estáis en vuestras tierras. No me abochornéis en las mías, señorita. Nadie pagará hoy con su lengua.

Ya hablaremos otro día, Padre —Digo a modo de despedida. Haría un gesto con la mano como saludo, pero como no verá, me encojo de hombros al no saber que hacer. Tras despedirme del padre, le comento al capitán— Muy bien, prosigamos la marcha.

Cargando editor
17/05/2011, 02:29
Constanza - Pietro

-Sí señor.

Le contesto al Hidalgo y retrocedo.

"Luego ya habrá tiempo de ir a charlar con el doctor local y averiguar mejor sobre lo que se trata ésto".

Pienso y me quedo parada esperando continuar con la marcha, por lo pronto no puedo hacer otra cosa.

Cargando editor
17/05/2011, 09:28
Director

El siniestro parroco con sus ojos ciegos dirigidos hacía Elena sonrie y dice:- Puedes considerarlo un insulto, cuando solo intento llevarte al buen camino, pero tus amenazas y menos a un hombre de dios como yo, llegan a saco roto...- Mientrás que el parraco diserta, Estebán se gira para hablar con el arguacil y le dice con cara de preocupación:- A los enfermos no los llevamos a una zona de reclusión a cargo del médico del pueblo y unos cuantos voluntarios. Es mejor que dejarlos pudrirse en sus casas por lo menos. Pero de todas maneras, es muy extraño que sepas que tus padres están enfermos ¿Alguien te lo comento?- Te sonrie con afabilidad de una manera que te da a entender que quiere ayudarte a encontrarlos.

Pero la pregunta queda en el aire cuando don Iñigo decide zanjar la escena y proseguir el paso hacía la casa condal, el parroco se despide con un "Que os guarde Dios", mientrás que sigue con su trabajo de dar los últimos sacramentos a los cadaveres hacinados. Antes de marcharse, Pascual se acerca un momento donde Helena y le dice  sin que le oiga el parroco:- Disculpe a mi tio, por favor, que no lo ha dicho a mala fé- Uno de los soldados comenta:- Su "tio", que bien sabemos de quien es hijo- y el resto de soldados se rien de buena gana, el chico hace oidos sordos y vuelve a su trabajo.

Trás un momento de deambular entre las callejuelas, veis el gran edificio de piedra rodeado de una pequeña muralla y patrullado por hombres mal encarados como el lugar donde os dirigís. Estebán despide a sus hombres, y llama a los guardias para que abran la puerta. Pronto los encontrais en la entrada de la mansión, aunque la zona exterior parece más un barracón que otra cosa llena de soldados, que juegan a los dados, que afilan sus armas, y que miran con lujuria a Helena y a Blanca.  Estebán os lleva directamente hacía la puerta y llama con fuerza, pasados unos minutos os abre un hombre maduro, de buena planta con ojos azules y cabellos rubios, algo muy raro por la zona, sus vestidos indican su condición de consejero, por lo que os extrañais que no haya venido algún criado a abriros.

Esteban le indica:- Ha llegado el nuevo señor Don iñigo , ahora tengo que volver a mis quehaceres- A vosotros os dice:- Un placer haberles conocido, me placera volver a veros en otra ocasión- Y el capitan se aleja con la misma sonrisilla que ha tenido desde el principio, como si hubiese escuchado un buen chiste. El nuevo hombre os saluda con una reverencia pronunciada y con una voz calmada os indica:- Estareis cansados del viaje, os indicare vuestras habitaciones, tanto para el nuevo conde como para su sequito, después en la comida os encontrareis con mi señor, y el nuevo conde hablara de la regencia del lugar. Por lo demás, podreis descansar o hacer como veais hasta la hora de la comida-

Cargando editor
18/05/2011, 16:42
Elena del Valle

Había una cosa cierta en las palabras de aquel odioso cura y era que sin duda, sería demasiado fácil acabar con él como para molestarse en hacerlo, su vida ya debía de ser triste hablando como hablaba como para perder más el tiempo con él y cuando aquel hombre me dirigió aquellas palabras asentí sin responderle nada más, pues con eso quería decir que no le haría nada, al menos, por el momento, aunque no sabía si la próxima vez que me topara con él tendría tan bien talante.

Por lo demás, aquella visita a la " aldea de los enfermos " ya me había aburrido y tan sólo me apetecía quitarme la ropa mojada y poder ponerme una seca, quizás un baño si es que alguien se dignaba en aquel lugar a calentar agua, pues ya no recordaba la última vez que había tenido ese placer y menos, después de un viaje con tan mal tiempo.

- Creo que llevo la ropa pegada al culo!

De nuevo, en el más absoluto de los silencios, esperé a quien fuera el noble al que acompañábamos el que nos dijera que podíamos descansar, pues así se quedaría feliz por mandar y yo feliz por poder hacer lo que me apeteciera.

- ¿ Habrá algún hombre aquí que esté sano y sea apuesto?

Sólo pensaba en cinco cosas en la vida: baños calientes, comida, sangre, hombres y dormir en una cama mullida siempre que pudiera. El resto, era secundario. La sexta que en ese momento llevaba en la cabeza tendría que esperar a su debido tiempo.

Cargando editor
18/05/2011, 19:53
Constanza - Pietro

Mi atención se centra en la zona de reclusión a la cual llevan a los enfermos. Debería intentar acercarme allí luego de que vea al médico local, pero claro, primero cumplir con mis deberes con el Hidalgo.

Seguimos camino. Luego de deambular por unas callejuelas por un buen rato encontramos un edificio bordeado por una muralla y vigilado por guardias. Nos dejan pasar. Las miradas de los soldados se clavan en las dos mujeres, por fortuna mi disfraz me sirve bien pero no tendría problema en patearles el trasero si la situación lo amerita. Aunque la chica que se llama Elena tiene pinta de no necesitar a nadie que la ayude.

Viene el consejero y nos dice que nos indicará las habitaciones.

-Muchas gracias, buen señor.

Contesto, como es costumbre. Sigo mirando alrededor, mi cabeza no deja de volver a ese lugar en donde ví la mujer que cayó del carro, al cura, a sus palabras y a esta enfermedad.

"No veo la hora de descubrir más sobre todo... pero no puedo, ¿qué más da esperar un poco más? Aunque obviamente para los enfermos quizás unos momentos significarían la vida entre vivir o perecer..."

Cargando editor
20/05/2011, 01:47
El Astuto Hidalgo Don Íñigo de Martínez

Nos volveremos a ver, capitán. Que la Virgen esté con vos —digo a modo de despedida cuando Esteban se marcha. Sin duda, le volveré a ver...

Miro al extraño hombre que nos habla. De por aquí, desde luego, que no es. No obstante, eso importa poco. Ya iba siendo hora de descasar del camino, estoy demasiado cansado. Cuando nos dice que nos guiará, le digo— Adelante entonces, muéstrenos nuestros aposentos. Por cierto, no nos han presentado. ¿Vos sois...?

Mientras nos conducen a las habitaciones, miro al grupo, para decirles— Nos veremos en la comida. Mientras, haced lo que queráis por aquí, pero no os metáis en problemas. Si queréis salir de aquí, hacédmelo saber. —Dicho esto, sólo me queda pensar en relajarme un poco antes de la comida. Al menos, quitarme la ropa mojada del viaje. Lo único bueno del viaje, es que el agua nos ha lavado un poco, por lo que no tendremos que bañarnos. Bañarse es casi herético, y hace llorar al niñito Jesús.

Cargando editor
22/05/2011, 09:32
Director

El hombre que os está guiando se vuelve un momento y dice:- Mis disculpas, yo no soy nadie importante y por eso no quería molestaros con las confianzas de daros mi nombre, Me llamo Nuño,  soy el consejero y tutór del conde hasta que llegue a la mayoria de edad, como fui consejero y amigo de su padre que este en la gloria del señor.- Vuelve a darse la vuelta y a moverse con rapidez entre los pasillos frios de la mansión fortificada, no os podeis dejar de fijaros en la dejadez en la limpieza del lugar, y tambien en la falta de más servicio, parece que estais solos en los pasillos y salones del lugar, solo acompañados de Nuño, que os lleva a los aposentos de los criados, unas cuantas salas bastante amplias con camas de apariencia dura, y con pequeñas arcas para guardar la ropa y vuestros enseres.- Aquí dormira el sequito, sino quiere hacer algún hincapie en que alguno de ellos necesite una sala más acondicionada...  Por supuesto sus hombres de armas tendrán derecho a acercarse a la armeria del pueblo, pero tendra que hacerles algún tipo de documento por que los hombres de Estebán son cuanto menos un poco... suspicaces- Blanca, la hermosa mujer sabe que es el momento para conseguir algo mejor que una sala fria en compañia de los demás extraños y dice:- Mi señor, he sido requerida por el señor para utilizar mis servicios y mi compañia, pero si estoy en esas salas tan desapacibles, quedare indispuesta para servir al señor con la dedicación necesaria, he visto la soledad del lugar, estoy segura de que alguna sala por pequeña que sea, podría ser mejor lugar para el reposo que necesito-

El hombre mira escutadoramente a la mujer y sonrie:- Ahora me acuerdo, usted debe ser Blanca, yo mismo pedí sus servicios para mi amo, por supuesto, le dare un lugar mejor para dormir, su trabajo le hara pasar muchas noches al lado de mí amo, necesita recuperar animos y usted, sera quien se los levante- Por la sonrisa que pone, imaginais de que tipos de animos habla- Ahora iremos a sus aposentos, señor Iñigo, pero si me lo permite me gustaria conocer a su sequito, en especial a esa dama que está tan armada, en verdad nunca he visto una mujer que llevando un arma tan mortal a la vez parezca tan cautivadora-

- Tiradas (1)

Tirada: 1d100
Motivo: elocuencia
Dificultad: 60-
Resultado: 33 (Exito)

Notas de juego

Por cierto el noble os ha dispensado, por lo que después de presentaros, podreis iros a donde querais (aunque según sus palabras sin hacer estropicio XD)

Cargando editor
22/05/2011, 19:23
Constanza - Pietro

No me preocupa mucho lo de dormir en cualquier sitio. Hemos sido dispensados y es mi oportunidad de deambular y averiguar más sobre el mal que aqueja a este pueblo. Me excuso con mis compañeros.

-Volveré en unos momentos, quiero preguntar sobre esta situación.

Saludo a los demás y comienzo a caminar por la estancia a la espera de encontrar alguien con quien hablar.

Mis intenciones son claras:

Primero, encontrar alguna información más sobre la plaga que se haya aquí.

Segundo, de ser posible averiguar en dónde puedo encontrar al médico local.

Más tarde, cuando hayamos cumplido con todos los compromisos, volver a pedir el permiso del Hidalgo para estar a solas con el hombre y que me dijese todo lo posible sobre ésto.

Y también conseguir ciertas hierbas, que esa al fin de cuentas, es la razón principal por la cual he venido hasta aquí.

 

Cargando editor
22/05/2011, 21:08
Elena del Valle

Seguí en silencio como siempre, como si la cosa no fuera conmigo, total, casi era mejor que no dijera nada que así evitaba tener problemas con nadie. Al llegar a aquella sala miré alrededor y bueno, teniendo en cuenta que había dormido en sitios peores tampoco iba a hacerle ascos, por mucho coñazo que fuera a escuchar los ronquidos de aquellos hombres, pero como siempre, eso se solucionaba si yo me dormía primero.

Cuando Blanca pidió un sitio más cómodo para dormir y se lo dieron estuve tentada de hacer algún comentario muy poco bonito en alto, pero volví a contener mi lengua. Estaba claro que si no servías en la cama de nadie te tocaba joderte en vez de que te jodieran.

Después de lo que acababa de ver no tenía ganas de demasiadas florituras así que cuando escuché su alabanza simplemente respondí mi nombre.

- Elena. - Y me di la vuelta comenzando a sacar de entre mis pertenencias ropa seca y a quitarme la mojada. No hice muchos remilgos a que me pudieran ver sin ropa mientras me quitaba toda el agua que me calaba completamente con tanta lluvia por el camino, a fin de cuentas, había quedado claro cual era mi sitio y en él pensaba quedarme.