Partida Rol por web

Conseguí echarme el ungüento en las manos, no se si lo había aplicado correctamente, pero rezaba porque eso fuera lo único que tenia que hacerse para que funcionara.

El guardia me había agarrado e intentaba hacer que me levantara pero al ver a Zacarias huir y tropezar con el brasero, me soltó para ir contra él. En ese momento miré a mi alrededor a ver si había oportunidad de esconderme entre la multitud, pero habiendome señalado Froilan como salutador no estaba seguro de que la gente me dejará marchar tranquilamente.

De repente se hizo el silencio y vi a Godosteo recoger las brasas al rojo. No me extraña que estuviera tan tranquilo cuando llego la guardia a la posada. Esperaba que ahora que había demostrado ser un verdadero salutador se olvidaran de mi, así que permanecí en el suelo intentando no llamar la atención y esperando a ver que decía el obispo ahora que alguien había pasado la prueba.

Me quedo sorprendida ante la reacción del hombre pues por su forma de actuar solo parecía que iba a cortarnos el cuello de parte a parte. Si hubiera acercandose de forma algo menos agresiva nos hubiéramos ahorrado todos el susto et la carrera, mas bien est lo que bien acaba et parece que este nombre solo es emisario de su señor et nos da parte de la paga por adelantado. Buen negocio parece esto, pienso mientras miro de soslayo a Diego que al igual que yo parece relajarse.

-Habéis una carta sellada para mi señor, mendiga...-

Asi est señor, aqui la tiene. El señor de mis tierras sabía de la necesidad del señor de Ucero por buenos monteros et cazadores et me ha enviado para que le sirva en todo lo que pueda, et aqui estoy, dispuesta a servir en lo mejor que pueda. Le pido disculpas por haber tenido que salir tras de nos. el espectaculo en la plaza comenzaba a ponerse muy caldeado et non era del todo de mi agrado. De saber que vos queria hablar con non nos habriamos movido de allí

—¡AAAAHHH!

Me doy de bruces con el brasero en mitad del pecho y ambos caemos rodando por el suelo. Todas las brasas salen disparadas y quedan esparcidas por el empedrado. Yo me quedo gimoteando y me miro el pecho por el hueco del cuello y veo una gruesa línea al rojo vivo que lo recorre de punta a punta.

Y encima de mí ese guardia que por bien ha tenido de detenerse en golpearme, porque con la furia que tengo por la quemadura no sabría cómo reaccionar si me pone una mano encima.

Los salutadores ya no están sólos entre la multitud. Campesinos, burgueses y niños han ido apareciendo entre los soldados y los rodean, intentando atraer su atención para hablar con ellos. Especialmente numeroso es el grupo que rodea a Godesteo, al cual rodean tres de los soldados, y que agarra el aguacil por el hombro, que luce media sonrisa y tiene la mirada perdida. Tras unos instantes os encontráis en medio de una multitud, sin posibilidad de moveros, a Zacarías sólo le ha dado tiempo a levantarse. Se han juntado ahora los canónigos que estaban en la puerta de la catedral, más burgueses, ancianos y mujeres e incluso algún noble. 

La algarabía se transforma en un estruendo que aturde. Cuando levantan ya a Godesteo en volandas, los mozos del pueblo, gritos y empujones empiezan a llegar desde uno de los lados. La guardia del obispo tira y empuja a cuantos se encuentran en el camino. Podéis ver el capelo rojo del obispo sobresaliendo,  que camina decidido detrás.

Al llegar a donde estáis, el obispo hace a un lado a sus guardas, y se hace un silencio. Empuña un puñal. Señalando con un puñal a los porteadores de Godesteo, y les hace una señal para que lo bajen al suelo.  Después mira a Zacarías. 

- Dijo Gonzalo de Berceo: ¡Oíd christianos, una estraña cosa: la gent de judaísmo, sorda e cegajosa, nunca contra don Christo non fo más porfidiosa!- Declama mirando alrededor, mientras señala a Zacarías con un puñal. - ¡Más en aqueste caso, non podéis haber sido de más ayuda! - Dice con sarcasmo. Y estallan risas alrededor. 

Sin formalidades, se abraza a Godesteo, sin que éste se lo espere. Y puñal en mano lo coge por los hombros. -Hermano, aqueste torpe golfín os va a conducir de inmediato a Ucero, dónde vos alojará el señor de Ucero.- Lo señala también.

El conde no se ha movido del podio del norte. Parece atento a lo que pasa, sin embargo, puesto que se ha puesto en pie. 

-Mi señor, excelencia reverendísima. Mis compañeros, son tan conjuradores como yo, et si yo non hubiérame aprestado a coger los yerros, sin duda ellos habríanse lanzado a fazerlo. Yo conozco ensalmos, más non los conjuros que fagan asistirnos los santos contra las fieras. Mis compañeros los conocen, et yo los asistiré et aprenderé. Aqueste peregrino...- Señala a Nuño - También quería venir con nosotros, puesto que pareciera tan piadoso como nosotros.-

-Sea.-  Y se da la vuelta para dirigirse a la catedral. Es la hora de la misa. El diácono que le seguía, parece hablar con Fray Tomás. Pareciera que negocia. 

El soldado de negro te mira de arriba abajo, y coge el rollo de piel. Mira a Diego y dice: 

- Quiere el señor de Ucero que partamos de vuelta ayna. El conde os alojará, más allá vosotros que fazéis para llegar.-

Os da la espalda y se va. 

Escucho tranquilamente al obispo mientras me levanto lo más silenciosamente posible. No creo que sea buena idea seguir en el suelo con tanta gente alrededor.

De repente oigo a Godosteo referirse a mi para que los acompañe.

¡Maldito sea!, ¿como que quiero acompañarlos?, en menudos lios me estan metiendo estos frailes, debiera haber continuado el viaje sólo en cuanto dejarón la posada, pienso para mí.

Cuando el obispo afirma se acabaron todas mis opciones de continuar tranquilo el camino de Santiago.

Voy a tener unas palabras con estos frailes cuando quedemos a solas...

- Quiere el señor de Ucero que partamos de vuelta ayna. El conde os alojará, más allá vosotros que fazéis para llegar.-

 -Pues a Ucero debemo de partir, amigo Diego. Parece que confundimos las intenciones de este soldado que mas que palos nos queria dar dineros. Habremos de comprar algo de pan et queso para el camino. Non preciso mula ni medio de transporte pues nada tengo que cargar, pocas pertenencias tengo. La verdad, ando mas ligera a pie et con facilidad para moverme por el monte si fuera menester

A lo lejos veo la marabunta de gente alrededor del espectáculo milagrero que están dando los mojes y aquel hombre que concocimos en la posada. 

esperemos que se tranquilice la plaza et compremos lo que nos haga falta para ir al castillo del señor de Ucero

Diego, tras el mal rato pasado con la persecución, no acaba de comprender del todo a que viene el dinero recibido ni las escuetas palabras del lúgubre gigantón. No obstante, la visión del áureo metal lo tranquiliza mejor que cualquier palabra de calma y su puño se cierra ferreo alrededor de la saca donde reposa el botín.

- Bien parece -discurre el almogávar, de nuevo sonrisa tranquila en sus labios curtidos- que nos pasamos veinte pueblos con este amable caballero. Son cuatro centenares de buenos maravedíes, mi buena dama -añadió, con tono algo más bajo y acercándose a la mujer a fin de que pocos pudieran oírles-. Si esto es la mitad del negocio, quedan aún otros buenos cientos a repartir entre nosotros como buenos compañeros. 

No obstante, muchos dineros son esos para llevarlos encima de malas maneras. Un mal lance y algún canalla va a acabar rico sin jugarse los cojones, y eso ninguna gracia me hace. Os propongo esto, doña Orosia: Compremos provisiones para el camino y lo que sobre, lo gastamos en telas o especias que no se vengan a mal. Así, no vamos cargando oro, que pesa más que un muerto, y lo podemos cambiar en donde vayamos e incluso ganar algún dinero al cambio. ¿Que decís, compañera? Es práctica al uso de los que mucho han de caminar, el no cargar oro sino mercaderías.

Nunca me había parecido buena persona el Obispo este y cuando, sin haberlo querido, escuché la conversación que tuvo anoche con aquel misterioso, menos. Y encima ahora va y se ríe de mí delante de todo el pueblo. Maldito sea, no se le cayese la daga en mitad del ojo y lo perdiese. Más que obispo parece un diablo, y estoy seguro de que trama algo. Más me vale andarme con cuidado, que seguro me encasquetan ir a Ucero a llevar los tipos estos a coger yerros ardiendo.

¿Que decís, compañera? 

Sea!. No soy yo experta en esos menesteres de trueques y cambios mas pareceme buen negocio. Et entonces sera necesario un borrico que cargue dicha mercancia 

Más me vale andarme con cuidado, que seguro me encasquetan ir a Ucero a llevar los tipos estos a coger yerros ardiendo.

Efectivamente, cuando te levantas dolorido, se te acerca don Matías, y en lugar de recibir una reprimenda por tu torpeza, te apremia a tener el carro listo para llevar a los salutadores a Ucero. 

-¡Vais a partir de viaje, mi buen Zacarías, vais a partir de viaje!- 

Recuerdas las palabras de Matías. Y cómo si fuera capaz de adivinar lo que piensas. - ¿Mi buen Zacarías, creíste acaso que éste era todo el viaje que habías de fazer?- 

-Recuerda mis palabras et libera la paloma al punto, que así yo recibíere las nuevas primo- Susurra Matías Ben Job.- Zacarías. ¡Que nadie la vea! -

- Zacarías, dudo aquestos gentiles fagan fuera a los lobos rezando a la madre de su profeta, más si los lobos desaparecieren, la paloma has de liberal al punto..Es muy importante para nuestras familias- ¡Ves ayna!- 

 Y te da una bolsita con 50 maravedíes para que compres lo que necesites.

Después de discutir con el diácono, Fray Tomás se acerca a vosotros. Falta Godosteo que sigue rodeado por una multitud.

- Compañeros.. -Si tú también, amigo Nuño.- Su reverendísima excelencia ha dispuesto que vayamos a Uceroel judío que encargábase de repartir los tizones. Pareciérame que non vamos sólos con él, et que dos otros acompañantes nos escoltarán.- 

-¿Et la paga?- Pregunta Pere, que enseña una sonrisa de oreja a oreja dese que los yerros calientes rodaron por el suelo.

- Paciencia, hermano Pere. Ayna somos cinco, más la paga también aumentóse...- 

¿Entiendo Máster que compras y demás debemos hacerlas en este mismo capítulo?

Respecto a las compras, van a ir 5 a Lanzas y 1 a Sigilo. Si das el aprobado, lo cambio ya