Partida Rol por web

Os acercáis a la linde del bosque que sobrevuela el halcón, donde los pinos forman una barrera, y al principio no lo véis. Un poco después algo os salta a la vista. Alrededor de uno de los troncos de la segunda fila, hay una figura humana. De un color intermedio entre la tierra y la corteza de los pinos, parece abrazar el tronco, apoyada en él, dando la impresión de no ser más que una raiz del árbol que hubiera salido de la tierra por accidente. La habríais distinguido antes a simple vista si no le faltara la cabeza. 

Flora busca la mano de Zacarías inquieta, mientras los caballeros y el escudero se alejan hacía el borde opuesto del claro,  Pablo abre la puerta de la cabaña y Amelia y Orosia se acercan al río. Nadie dice nada. No se ve nada raro en el borde que vigila Nuño.

Bien, vayamos Arturo... se acercó al lugar donde el hábil plumífero volaba. - He aquí una persona humana que se entremezcla con el color marrón del árbol. ¡Sin cabeza!, es una brujería, pecados mayores se han posado en esta zona, más ahora hemos de rendir cuentas al altísimo por nuestros actos. Qué dice vos de todo esto, ¿no es brujería blasfema?, ¿pactos con el diablo? Magia que no comprendemos y que va más allá de nuestro conocimiento, sin embargo, ¿cómo ha llegado esta gente a tal grado de insensatez para caer en tal paganismo? Alguien ha tenido que oscurecer el corazón y la mente de este pueblo. 

Después de conversar con el hijo del Conde el caballero se giró hacia su escudero, - mi buen Tiago acércate a esta figura y comprueba si su piel es humana o de corteza, pues el diablo también engaña a los siervos de Dios mediante los sentidos haciendo creer aquello que no es. Toca pues con cuidado mi escudero y cerciórate que es humana.  

Mientras la joven se alejaba dedicó una mirada en derredor como si reconociese cada punto del entorno en el que se encontraba. Entonces devolvió su atención al río al que le llevaban sus pies.

-¿Quién me llama? ¿Dónde estás?- Preguntó más con curiosidad que asustada. Aunque sus pies ya se estaban mojando en la orilla no parecía molestarle y dio otro paso más.

Vayamos pues et veamos de que se trata.

​Debo decirvos que non credo en brujerías et que si algo o alguien ha cortado la cabeza de aqueste omne temo mas que haya sido otro omne et non una criatura de la magia o un hechizo. Mas.....¿qué motivos podían tener para matarlo? Non parece que sea por dineros, visto lo visto. Et la forma en la que le han dado muerte es extraña.

​Et dicho aquesto me acerco con paso resuelto et siempre con la blanca delante a ver el cadáver.

Pablo, curioso como el solo non puede evitar acercarse al puchero, coger el cazo et probar un poco a ver cómo sabe aqueste potingue. Lo paladea para ver si está bueno o malo y......

Al acercaros, comprendéis el porqué del tono pardo del cuerpo decapitado. El torso ha sido desnudado tanto de sus ropajes, como de su piel. Y está cubierto de la sangre reseca que ha salido de las laceraciones y de tierra. No el cuerpo está sentado al pie del tronco, con los brazos atados detrás del mismo. 

Sacas el cucharón de la olla, que estaba atascado o pegado a algo, para probar la sopa. El sabor es repugnante, pero el regusto es a un cocido de carne de cerdo. Reparas entonces en un gran trozo de carne dentro del puchero, de gran tamaño, tiene forma de cabeza. Y al removerlo con el cucharón gira hasta darse la vuelta y mostrar pelos y la cuenca vacía de un ojo. Es una cabeza. 
 

Ya no oyes más que la corriente del río. Ninguna voz. Quizás algún croar de ranas. Pero te das cuenta de que te has metido hasta las rodillas en el agua, y no sientes ningún tipo de frio. Es más el agua te parece cálida. 

Se oye otro aullido de lobo. Tras unos instantes se oyen dos seguidos. Después, un cuarto. Todos provienen de direcciones diferentes.

Veo como cada cual toma posiciones. La cabaña parece estar desierta; abandonada, o no, dependerá del tiempo que lleve el tal Vermudo sin aparecer.

El misterioso silencio parece el tranquilidad que precede a la tempestad. La joven Flora busca mi mano como gesto de protección ante cualquier amenaza que pueda aparecer inesperadamente.

Con suavidad, eludo su mano y me acerco a la puerta de la cabaña para inspeccionar su interior, hacha en mano.

Alguien está convocando a una manada de lobos, pues se aúllan para orientarse hacía el lugar donde les llaman...

Volvamos a la cabaña, ¡he aquí los lobos!, *Ser rápido e rápido o meu bo Tiago, el caballero dio media vuelta con las armas sacadas para volver sobre sus pasos hasta la cabaña. Miró alrededor por si veía alguna de esas bestias avalanzarse desde la espesura hacia ellos. Su movimiento era pesado pero aún así firme y acostumbrado a moverse con tal peso en hierro. 

El escudero llevaba el escudo en mano, con menos metal que su señor se arropaba de cueros ropajes y una capa que al muchacho siempre le dio porte. Cuando su señor le dijo que se acercara a aquella mujer para ver si era piel o corteza... los nervios se le pusieron a flor de piel, et hizo la señal de la cruz por lo que le mandaba su señor. - Non parece ser corteza mi señor, le dijo con nerviosas palabras cuando ya empezaba a sudar sobre todo por la frente. El aullido de lobos hizo que su señor, el caballero de Fuenfría no se acordara de la tarea tan mezquina que le había mandado. El escudero sin tocar el cuerpo volvió sobre los pasos llevando al caballo de su señor hasta el caballero. Non sin antes dedicarle unas palabras al noble trovador, - vamos señor venga con nos, que este paraje no pinta nada bien. - Le dijo al hijo del conde en breves palabras, et con una mirada nerviosa intentando buscar con rapidez la localización de los aullidos en los alrededores.

Volvamos pues et busquemos cobijo en la cabaña- Digo a la par que vuelvo sobre los mios pasos et me dirijo a la cabaña

El aullido de los lobos terminó por sacar a Amelia de su letargo, fue entonces cuando descubrió que se encontraba con el agua a la altura de los tobillos. 

A su alrededor los ánimos parecían alterados y la gente parecía ir moviéndose de un lado a otro. No sabía qué hacer, no tenía experiencia real en aquello, únicamente en sobrevivir. Así que sin nada mejor que hacer volvió a tomar su daga como si fuese un talismán y empezó a tornar de un lado a otro, casi sin poder prever de dónde podría llegar el peligro...

Mientras tanto sus pies iban cada vez metiéndose más en el agua. ¿Inconsciencia? ¿Pánico? ¿Instinto de supervivencia creyéndose superior a las bestias de menor estatura?... Si alguien hubiera podido preguntarla, no habría sabido qué responder.

Veo como mis compañeros se dispersan en grupos pequeños, me parece una inconsciencia estando tan cerca los lobos.

Los que entran en la cabaña no me preocupan demasiado, creo que serán los que estén más a salvo, pero los que se adentran en el bosque, me estremezco cuando oigo los aullidos. Sin embargo, anteayer vi luchar a Tancredo, es el que más probabilidades tiene de vencerlos si se los encuentra de nuevo.

Me fijo en el rio, las dos mujeres avanzan hacia él y veo a Amelia entrar en el agua, tal como están las corrientes, tampoco parece muy sensato, no sé si sabrá nadar, así que me dirijo hacía ellas, es en el agua donde más ayuda puedo prestar.

- Amelia - le digo mientras me acerco a ellas - sal del agua, el rio va crecido et las corrientes son traicioneras -

Me acerco a Amelia mientras escucho el aullar de los lobos a nuestro alrededor. Sin dudarlo meto mis pies en el agua et agarro el brazo de Amelia

Amelia, que faceis? Salid de ahi!! Andais loca acaso!! Non veis que podeis caer en el rio y que este os lleve ahogada. Volved con el resto de los hombres. Parece que hay lobos cerca en el bosque et ya sabeis de lo que son capaces. Regresad! Os lo ruego