Partida Rol por web

Antes de sumergirse, el ánima grita de desesperación, intentando aferrarse a Amelia y a Arturo.
-NOOOOOOOO! AAAAAAAAAAAAAHHHHHHH! AN.. A.. A.. RICIS...a!
Al gritar, podéis ver el rostro de un muerto con claridad. Su boca aullante se abre sin límites, como si no tuviera articulación en la mandíbula y dos cuencas vacías y oscuras miran al cielo. Tan sólo se ve una pequeña luz blanca en el ojo de la izquierda.

Se sumerge hasta desaparecer, con los brazos implorantes extendidos hacía el cielo.

Sumerges tu cabeza bajo el agua y puedes ver a tu madre, con la flecha todavía clavada en el hombro y sangrando, acariciando una calavera con sus manos. De repente suelta para dejar caer al fondo.
Como arrastrado por una corriente Angus el Tuerto, el ánima la sigue sacudiendo sus brazos, hasta desparecer en la negrura del fondo del lago, que parece un abismo.

- Ya acabó.. Tornó a su condena... Dice tu madre.

Una vez confirmó que el ánima maldito había desaparecido en las escuridades del lago, la joven nadó aproximándose a la Dama del Lago.

–¿Madre, está bien? –inquirió Amelia mirando su herida et la flecha que habióse clavado en su hombro.

Amagó con tocarla, pero sintió cómo ella negó con la cabeza como si no la preocupase la ferida, miróla ella en silencio como si esperase algo en su lugar. La joven con cola de pez dirigió su mirada entonces a la superficie, allá donde las sombras parecían asomar con el movimiento de sus compañeros.

–No puedo regresar allá arriba, me han visto tornar en pez... –susurró dubitativa mientras estudiaba el rostro de su madre–. También me buscan en Galicia et es posible que siguieran mis pasos, así que pronto preguntarán por mí.

–Madre… ¿Puedo vivir aquí con vos? –preguntó finalmente. En ese momento creyó percibir lo que parecía el destello de una sonrisa en la faz de su progenitora.

Conseguí alcanzar la superficie del lago y nadar hasta Amelia y Arturo. Cuando llegue, Amelia soltó a Arturo y por suerte me dio tiempo a agarrarlo. Viendo que la dama parecía arreglarse bastante bien en el agua, comencé a nadar de nuevo sacando a Arturo del lago.

Pronto una mezcla de cadáver y espectro parece atacar a Amelia sin conseguirlo. Me sobresalto más no puedo ayudarla mientras sostengo a Arturo así que me apresuro a sacarlo del agua para luego intentar volver a por ella.

Nuño consigue llevar a Arturo sin problemas hasta la orilla Y arrastrarlo por el borde hasta dejarlo a salvo. Al nadar ha atravesado hasta la otra orilla, y se encuentra a poca distancia del relucientemente desnudo Benvido. Parece embadurnado de algo y luce un amuleto colgado al cuello. Le sonríe y vuelve a saludar, haciendo ademán con la mano zurda, con la que sostiene algo brillante. Parece una rara botella de cristal, algo no muy común. Inmediatamente, se agacha y la mete en el lago.

-Filla mía. Tan sólo puede morar una dama en aquestas aguas. Puedes quedarte, más yo habré de descansar por fin...

De repente la dama gira la cabeza.

Algo ocurre... Algo va mal... ¡Sal del agua¡ ¡FUYE!!

Abrió los ojos con pasmo ante tamaña revelación más no pudo facer otra cosa salvo obedecer et subir a superficie como si las ánimas la persiguieran, no sin echar una mirada de reojo de cuando en cuando.

Conseguí sacar a Arturo del agua. Se dejó arrastrar sin problemas y me hizo dudar de si solo estaba inconsciente o si se había ahogado, así que nada más llegar a la orilla lo primero que hice fue comprobar como estaba. No era la primera persona ahogada que me encontraba y esperaba poder ayudarlo.

Apenas preste atención a lo que estaba haciendo Benvido después de saludarme cubierto por la piel del lobo. Cuando todo esto acabe me va a ser complicado procesar todas las cosas extrañas que he visto ocurrir estos últimos días. Sin embargo, es la persona que se encuentra más cerca, ya que el resto del grupo está al otro lado del lago así que le llamo.

- Maese Benvido, ¿qué fas? - le digo - vostede sabe de curar. ¡Venga acá!, necesito que me axude con Arturo que debo volver al agua a buscar a Amelia -

Mire de nuevo hacia el lago mientras esperaba que Benvido me contestara intentando localizar a Amelia.

El agua de la laguna, tan inmóvil hasta ahora que parecía aire turbio, se transforma en una violenta corriente que te golpea como una ráfaga de viento. Dejas de saber dónde está arriba y dónde abajo. El río se ha convertido en una gigantesco remolino que te arrastra hacía algún punto sin que puedas hacer nada por evitarlo, pues te pilla de improvisto, y todavía no controlas tu cola de pez. Unas manos aparecen frente a tí te aferran por las muñecas de repente. Reconoces el tacto de tu madre antes de que diga -Filla... y dan un violento tirón.

-Non vos preocupéis, bravo Nuño, ca es posible que yo mesmo saque a la doncella de la laguna et non essea necesario que volváis al agua.- Dice Benvido con una enigmática sonrisa mientras mantiene su mano metida en el agua. El agua estancada e inmóvil de la laguna, encrespada por la lluvia, comienza a revolverse, y moverse en círculo alrededor de la muñeca del carretero, en torno a la cual empieza también a burbujear.

No consigo distinguir a Amelia y no quiero dejar sólo a Arturo, que aún no se como se encuentra. Es extraña la respuesta de Benvido y más extraño que el agua parezca empezar a hervir a su alrededor. Me santiguo y vuelvo mi atención a Arturo, sino veo donde esta Amelia al menos intentare ayudarle todo lo posible a él.

Záfose la joven de la violenta sacudida de sus muñecos

–¿Madre? –pensó mientras sentía el dolor de ferida que había ejercido la presión de la mano que había reconocido como la de su madre. Nadaba o eso creía propinando violentos coletazos que agitaban el agua mientras pugnaba por alcanzar la superficie.

No tenía tiempo para pensar, no tenía tiempo para dudar, no sabía si había hecho el bien, si Orosía tenía razón o estaba poseída. Ignoraba todo y en nadie creía, su madre la abandonó primero para dejarla en manos de su padre quién por amor, prefirió mandarla a Galicia donde fue mancillada como si de una manceba se tratase. Y ahora, su padre muerto y su madre tratando de asesinarla.

Ves los contornos oscuros de una mujer y de un pez gigantesco bajo el agua bajo la superficie del agua.

Las manos de tu madre te aferran por las muñecas con fuerza mientras das fuertes coletazos contra la corriente circular en la laguna. Notas como la fuerza del agua disminuye, y de repente tu madre te suelta, para ser arrastrada. se aleja retorciéndose dando vueltas y algo extraño ocurre: Su silueta se empequeñece como si se alejara a un centenar de varas en una laguna que tiene decenas. Dejas de verla, y tras varios latidos de corazón, las turbulencias se detienenen bruscamente, y laguna queda en calma. Apenas ves ahora pues el agua está turbia por los lodos levantados por el torbellino. No hay rastro de tu madre.

Benvido está metido hasta las rodillas en el agua y agachado, con una mano dentro del agua, parece un pescador. Observa su mano sumergida como un artesano concentrado en una labor delicada, y no parece tener miedo al torbellino que se ha formado. Tras unos instantes, su expresión se torna risueña. Saca la mano del agua. y la eleva hacía el cielo, y la mira, excudriñándola como si sostuviera una piedra preciosa. En su mano, tiene una botella de cristal.. Tras unos instantes donde la concentración había vuelto a su rostro, sonríe abiertamente.

Justo en ese momento un fogonazo os sorprende, y un estruendo os envuelve. Un rayo ha caído en los montes que os rodean, muy cerca. Sigue lloviendo, y las gotas se vuelven a dibujar en la superficie de la laguna, pues el torbellino y el burbujeo han cesado en cuanto Benvido ha sacado su extremidad de las aguas.

Aunque la curiosidad la empujaba a tratar de ver qué había acaecido, la sensatez acabó por imponerse et con varios coletazos se encaminó la joven sirena a la superficie saliendo con una exhalación, casi como si el oxígeno la faltase. Se aproximó a una roca cercana et procuró salir mientras trataba de recuperar el resuello, no por saberse incapaz de respirar en el agua, si no por la certeza de saberse casi muerta instantes atrás.

La lluvia impide que nos sequemos. Veo en el auga el contorno de una silueta de mujer y de un gran pez. Espero que sea Amelia.

Poco más puedo hacer por Arturo que aún no recupera la consciencia y vuelvo a insistirle a Benvido para no dejarle solo. Más aún que parece que ya finalizase lo que estaba haciendo.

- Maese Benvido, venga - le digo - necesito su axuda con Arturo -

Y me dirijo al agua en la dirección que vi la silueta esperando ser capaz de encontrar a Amelia