Partida Rol por web

Tancredo desenvaina su espada, la clava en el suelo con mano sana y comienza a rezar por la salvación del alma del valiente y apuesto Arturo.

El joven escudero se acerca hasta la orilla, donde la hermosa Amelia observa la escena. Tiago se coloca a su lado, mirando los círculos cada vez más débiles en la superficie, y pregunta con un hilo de voz:

-- ¿No deberíamos tratar de sacarlo? ¿Al menos el cuerpo?

—No sé si podemos... Tienen que sacarle los demonios de dentro —contestó sin dejar de mirar al agua. Tras unos segundos de silencio acabó por murmurar unas palabras—. ¿Madre?

Cuando ayude a tirar a Arturo al agua, no pense que pudiera ahogarse. Veo como la dama del agua lo arrastra hacia abajo y no puedo quedarme mirando.

Oigo como Tiago habla con Amelia y le pregunto - ¿Es esta la dama que decias podia sacarnos de la cueva? - ,mientras hablo veo que el lobo de las cicatrices se acerca a la dama sin entrar en el lago y sigo intentando recordar porque me es familiar - ¿va a matarlo para sacarle los demonios? -

Sin saber muy bien si voy a conseguirlo me empiezo a quitar el manto, esperando la respuesta de Amelia para decidir si debo entrar en el agua o no a intentar rescatar a Arturo

–Sí... No creo que lo mate. –se dio cuenta de que no estaba segura–. No lo sé

Tras dar unos pasos en el borde del río, sientes como si el lecho del río cediera bajo tus pies, y te sumerges hasta el pecho de repente, ya no tocas el suelo. Notas como los andrajos molestan una vez más el movimiento ondular de la cola escamada que tenías en el pozo, y que sustituye las piernas.

La dama del lago consigue hacer desaparecer la cabeza de Arturo bajo el agua. Parece que apoya todo su peso sobre su coronilla, porque sus brazos desnudos se tensan levantándola por encima del agua hasta la cintura.

Amelia parece tropezar en el borde del río (otra vez) y de repente se hunde hasta los hombros.
Mientras, al fondo, el lobo de las cicatrices, empieza a sufrir unos estertores violentos, como si lo estuviera despedazando una fuerza invisible. Tras varias sacudidas, se encoge en una bola de pelo.

Todos tus compañeros miran el meandro del río más cercano. Nuño y don Tancredo están cerca de la orilla. El marino parece disponerse a quitarse la ropa para lanzarse al río, mientras que el caballero ahora manco ha hincado su espada en el suelo y ha comenzado a rezar. Amelia está sumergida en el río hasta los hombros.
En el río una mujer desnuda chapotea violentamente, como si intentara ahogar a alquien.

Amelia flotaba en el agua, en aquel momento sentía las sensaciones en sus piernas como si aquella fuese la primera vez que lo facía, sin embargo, la preocupaba Don Arturo. Fue la primera persona con la que se topó en Ucero et quién satisfizo el importe de su entrada... En su fuero interno se sentía en deuda con él et quería ver que estaba bien.

Se zambulló en la laguna et empezó a sumergirse buscando lo que estaba faciendo la dama del lago. En ese momento los que estaban siendo testigos de tal acontecimiento, se fijaron en cómo lo que parecía un pez, estaba persiguiéndola, o tal vez se había adherido a ella.

- ¡Debemos liberar los huesos del lobo! ¡Es en el averno donde debe estar su espíritu, mas esa dama atesora sus huesos y los ancla a este lugar! Arturo escuchó mi advertencia y ahora lo trata de ahogar. Pues aquí estoy, Dama del Lago. Los lobos son mi familia y sus espíritus merecen descanso, más cuando su vigilia perturba a las buenas gentes de este lugar. Mi señor Tancredo, creedme en esto, esa Dama es cruel y prueba de ello es lo que hace. 

Orosia agarra el arco y dispone una flecha, tensándolo hasta donde le dan las fuerzas, entrecerrando los ojos para afinar bien a su objetivo. Con un suspiro, esperando que el viento esté de su parte, deja volar la flecha.

Maldición, no teniamos que haberle empujado al agua. Ahora parece que Orosia ha vuelto a ser quien era antes de estar como poseida, y Amelia ha entrado en el agua tambien.

No puedo disparar a la dama como Orosia ha hecho, pero si intentar ayudar a sacar a Arturo del agua. Acabo de quitarme el manto y los zapatos y me tiro al agua para acercarme a donde estan Arturo y la dama.

La ira fanática de un guerrero de Santiago incendia el pecho de Don Tancredo. Si por él fuera, cortaría la cabeza de cuajo a las brujas Orosia y Amelia, por herejes y hechiceras. Pero lo cierto es que ellas parecen entender lo que está sucediendo y, además, con este brazo inutilizado, difícilmente podría cortar más que una zanahoria.

-- Decidme qué hemos de hacer mi escudero y yo, valiente Orosia, y salgamos de aquí lo antes posible.

La flecha silba en el aire hasta clavarse en el brazo de la dama del lago, cuyo hombro sufre una violenta sacudida hacía atrás, que le hace soltar la cabeza de Arturo. La dama del lago abre la boca, pero no emite ningún sonido. Arturo saca la cabeza del agua como el impulso de un salmón, buscando el aire.

El lobo de las cicatrices que se revolvía ya no es un lobo. Un cuerpo blancuzco y desnudo, brillante como si estuviera huntado en miel, se incorpora desde el otro lado de la laguna, tambaleandose. El hombre lleva una pelliza a los hombros, y de una sacudida se retira la cabeza del lobo hacía atrás. Benvido, el carretero, levanta un brazo entonces, y os saluda.

-Alegráme veros de una pieza a todos, compañeros- Grita levantando el brazo. No parece tener ningún pudor pese a estar desnudo, tan sólo un amuleto y un tarro cuelgan con una cadena de su cuello. Su blanca figura rivaliza en pelambre la pelliza que lleva a los hombros. Donde no tiene pelos es en la cabeza, que hasta ahora siempre habíais visto cubierta. Pero en su calvicie hay un extraño símbolo que veis cuando inclina su testa para saludar con educación, haciendo el gesto de quitarse un sombrero que no lleva. Veis un pentagrama tatuado en su coronilla.

Al introducirse al agua, Nuño se hunde como si la laguna no tuviera fondo. El agua que le rodea se ve casi negra, y ya no ve el fondo.
La dama del lago ha soltado a Arturo al retroceder.

—¡No! —gritó Amelia al ver el flechazo, un sonido que fue ahogado por las propias aguas. En ese acto Arturo fue soltado y liberado de la inmisericorde presa.

Apenas tuvo un segundo para pensar la joven, de un movimiento sacó al ferido Don Arturo a la superficie para al poco volver a sumergirse mientras buscaba entre las cada vez más oscuras aguas a la Dama del Lago intentando ayudarla, y en el proceso, descubrir la verdad. 

Su verdad...

Me sorprende ver al lobo convertirse en Benvido, ahora ya se de que me sonaba el lobo de la cicatriz, era la piel que llevaba en su carreta. No tengo tiempo para contestarle ni nada, ya que al entrar en el agua me sorprende su profundidad y me hundo.

Intento mantenerme a flote y nadar acercandome a Amelia y Arturo para poder sacarlo del lago. Ya me preocupare luego por el mercader y los lobos, ya que cada vez entiendo menos en que lio estamos metidos.

Amelia agarra el cuerpo de Arturo, que parece inerte ya mantiene la cabeza de agua hasta que Nuño está lo bastante próximo para agarrarlo.Y se dispone a soltarlo para sumergirse tras la dama del Lago. Pero entonces algo ocurre.

Como si se despegara una doble piel del trovador, Amelia queda aferrada a una carcasa humana, como un cadaver putrefacto húmedo, que agarrada a ella, intenta ponerle las manos en el cuello para asfixiarla. Pero parece semi transparente, como si no tuviera sustancia real, , y el gesto parece no afectar a Amelia, como si las huesudas manos pasaran a través de ella. De repente se sumerge, como si algo tirara de el hacia abajo.

El cuerpo de Arturo mientras, queda a merced de Nuño...