Día 2: Fase 25

Los quehaceres del servicio de la Hacienda se ven abruptamente interrumpidos cuando suena el sonido de la alarma de servicio.

¡Alguien les ha convocado a todos en el Comedor!

Todos dejan lo que estaban haciendo inmediatamente para reunirse allí y, al llegar, comprueban dos cosas.

La primera es que no todos siguen con vida. Faltan Claire Verte y Mary Reilly.

La segunda es que la que les ha hecho llamar a todos no es otra que Elisabeth de Gaulle

Al llegar todos, Armand reparte candelabros a todos. Esto os permitirá ir encendiendo las luces de la Hacienda según avancéis cuando la deliberación termine.

Un grito femenino se escuchó en la zona noroeste de la hacienda, los pasos apresurados que vinieron a continuación se notaron a través de los cimientos. Quien estuviese en el Comedor vería a Elisabeth (o a alguien, si el entorno estaba a oscuras) dirigirse directamente hasta la Campana del Servicio. Poco después, el resto de vasallos y señoríos acudieron a la llamada, exceptuando por las dos almas a las que habían arrebatado su vida. Elisabeth todavía respiraba hondo, recuperándose del susto, hasta que por fin pudo mediar palabra.

—¡En la sala de intendencia se halla un cadáver! No sé de quién era, solo sé que era una moza tirada en el suelo. Al principio pensé que se cayó su pluma con la que escribir en la lista de la compra. ¡Incluso la saludé! Después, cuando cumplí mi tarea, me fijé que de su cuerpo chorreaba un líquido oscuro y que no respondía. —Su voz sonaba inquieta y hablaba rápido, después se tranquilizó y dio más detalles.
>>Con la oscuridad, no pude ver cuál de las dos era. Tampoco vi a nadie más cercano, yo misma crucé toda la zona norte de principio a fin y no, no vi a nadie. Bien el señor Urguhart puede confirmarlo, lo encontré en la Galería Cubierta viniendo en la zona este y también el herrero, que nos vio la Biblioteca. No encontré a nadie más por aquellos pasillos, considerando que me paré a colocar los espejos y echar leña al fuego. ¿Ustedes vieron alguno venir desde arriba?

Ver a aquellos dos muertos claramente es una sorpresa para Bermejo Russus, puesto que el jamás se hubiera imaginado que el asesino o asesinos continuaran matando. 

-Yo me encontré a la Señora Patamas bajando del centro del jardín hacia la zona del palomar pero sin entrar en ella y luego dirigirse hacia la zona de carruajes. Pero eso fue hace mucho tiempo, antes de que las luces se apagaran. -Trató de recordar el bardo- Y luego todo se volvió oscuro y en la zona exterior cerca de la capilla me encontré con Rudeus Greyrat... que no sé a donde fue pero no creo que le diera tiempo a llegar hasta Intendencia, yo me escabullí hacia la Biblioteca en donde no había nadie y hacer una cosa en el Oeste en la Galería Cubierta, que fue cuando escuché el aviso y vine corriendo hasta aquí.

El esclavo termina de repartir luz entre los presentes y, al escuchar mencionar a Rudeus Greyrat, levanta la mano tímidamente y temblando dice:

- Yo... en las cocinas calentando la cena cuando se han apagado las luces. Ido a por candelabros. Taba muy negro, pero alguien se fue del pasillo G sin saludá. Luego me he cruzao con el señor Greyrat que entraba en Luces cuando yo salgo.

Armand está un poco triste por las dos personas asesinadas. Se siente mal por haber pensado que la señorita Mary Relly era una bruja. Y la señorita Claire Verte nunca le trataba mal.

¿Quién se encargará de darles sepultura?

Arne tenia claro que el apagón seria aprovechado para el asesinato pero no esperaba que fueran dos personas a la vez, sin duda era una dura noticia todo aquello.

-Decir con quien nos cruzamos sera de utilidad ciertamente... Yo estuve en el Oeste del caserón, confirmo que me encontré o al menos vi tanto a Angus como a la señora Elisabeth en las zonas de Galería y/o Biblioteca. Angus se fue por las terrazas y la señora hacia la zona este de la galería, mas haya de eso se hizo la oscuridad y creo haberme cruzado con Madame Bavard mientras limpiaba las armaduras y de allí, salí a las terrazas en busca de leña cuando dieron la alarma. -Miro la luz en su mano, eso le hubiera sido útil mientras buscaba leña, así su mano no estaría astillada.

-Ahora que Armand a nombrado a Rudeus Greyrat, a él le vi junto a Angus cruzándose en la Terraza cerca de la capilla antes del apagón. Creo que han sido todas las personas con quien me cruce, si alguien se me ha olvidado háganlo saber. -Dicho sus movimientos llego el momento de preguntar.

-¿Una de las victimas decís que estaba en la sala de incidencias? ¿Y donde esta la otra?

Ingreso a la sala un tanto nervioso pues la oscuridad no me permitía ver nada, por fortuna Armand me facilitó un candelabro.

A la última persona que yo vi, fue al señor Greyrat en la terraza antes de que las luces se apagasen y poco antes de ello a la señorita Elisabeth quien se encontraba en los jardines mientras yo atendía mis labores en el palomar.

Luego ingresé al claustro y allí todo se fue a negro, a tientas me dirigí a la cocina pues aún tenía labores que atender en aquel lugar y luego salí a la terraza cuando escuché la alarma. - digo con seriedad mientras observo a unos y otros bastante confundido.

Eso es importante, señor Windsbraut, conocer donde han aparecido los cadáveres. Uno, según dice la señorita de Gaulle, apareció en Intendencia pero, ¿quién? ¿la señorita Reilly? Que dios la tenga en su gloria, ¿o la señorita Verte? Descanse en paz...

Aun no sabemos, además, quien encontró el otro cuerpo, y eso también es importante. Luego ya vendrá el quien estaba donde o haciendo que... Los hechos, amigos, centrémonos en los hechos, o estaremos perdidos.

El viejo franciscano cerró los ojos, concentrado, intentando recordar lo que se había dicho hasta ahora.

Si puedo confirmar que me encontré con usted en la galería, señorita de Gaulle, ya que iba camino de la capilla. Antes de eso, bastante antes, estuve en la sala de luces, donde me encontré con la malograda Claire y el joven Armand. De haber sabido que la señorita Verte era objetivo... no me habría separado de ella...

Pero de nada sirve lamentarse por ahora. Están en el Reino del Todopoderoso, él los acoge en su gloria, debemos continuar...

Angus, volvió a concentrarse, haciendo un recorrido mental de los pasos que dio desde que salió del comedor hasta que se llamó a deliberación tras la muerte de las dos muchachas.

Como iba diciendo, del cuarto de luces salí hacia el ala oeste de la hacienda. En la galería vi a Arne, confirmando sus palabras. Salí a la terraza camino de la capilla, tal como dice Arne donde me crucé, aunque no llegamos a cruzar palabra.

Luego vino el apagón. Terminé de realizar mis tareas y me encaminé hacia la sala de Luces nuevamente cuando se nos convocó al salón Comedor. Y aquí estamos.

Entonces, el rostro del franciscano se ensombreció, igual que su voz, tornándose más dura, alejada de ese tono cordial y amable que le caracterizaba.

Tengo una pregunta para usted, señor Armand, y que conste que no estoy diciendo que desconfíe de usted. Si yo le vi en Luces recién salidos del comedor, y luego estuvo en el Claustro, mas luego volvió a las cocinas, como usted dice, y fue el primero en llegar a Luces nuevamente... ¿podría decirnos que tareas estaba llevando a cabo de las encomendadas por nuestro señor senescal? 

Para la escasa memoria del esclavo es como si los eventos pasaran hace semanas. Así que se ayuda de los dedos para ordenar los borrosos recuerdos, con la frente arrugada por el esfuerzo y lo va soltando tal y como se le aparece la imagen en la cabeza:

- Luces a por velas para la gran lámpara. -un dedo. - Limpiar fuente. -dos dedos. - Auch, ventana, por aquí no. Muchos espejos y gran lámpara rota. -tres dedos. - ¡Ah! ¡La comida! -cuatro dedos. - Apagón. -y el quinto.

Armand está orgulloso, es un buen esclavo.

- Yo no veo a nadie nunca, hasta tomar los cande... cabrela... luces.

El estridente y metálico sonido de la campana de servicio siendo percutido reiteradas veces alertó a Rudeus Greyrat, justo en el preciso instante en que accedía a la Sala de Luces encontrándose de frente con el esclavo Armand, quién sostenía entre sus dedos un buen puñado de velas para alumbrar de nuevo la hacienda tras el repentino apagón. Ambos llegarían prestos hasta el gran comedor, donde sería la abrumada sirvienta Elisabeth De Gaulle quien les informaría del recién descubrimiento del cadáver de una de los vasallos, y que a la postre se confirmaría que serían dos las víctimas asesinadas, Mary Really y Claire Verte. Ya no había duda alguna de que entre ellos pululaban infiltrados asesinos al servicio del vil Impostuh, y que sus vidas estaban en extremo riesgo si no hallaban pronto a los culpables. ¿Cómo deberían proceder para solventar el grandísimo problema en el que se encontraban? ¿Deberían deliberar seriamente y juzgar quién o quienes podían ser los asesinos para tomar medidas drásticas?

- Primero fue el senescal Deadfate y ahora dos miembros inocentes de nuestro servicio, la joven Mary Really y la señorita Claire Verte. ¿A alguno de los que la acusaron falsamente con anterioridad y pedían su cabeza, le cabe la menor duda de que la joven Really era la favorecida de nuestro Lord Amoins Gueuse? - reprochó en tono acusatorio, clavando una dura mirada a los rostros de aquellos vasallos que en la deliberación anterior poca o nada consideración habían tenido para con la susodicha, y que ellos mismos eran conscientes de su craso error. Cabeza, por Dios. No vayamos ahora a mandar a quemar a la hoguera a la señorita De Gaulle sin tratar de reconstruir la escena y tratar de esclarecer toda la verdad. ¿Os parece? 

Rudeus carraspeó un par de veces, manteniendo un rostro serio y reflexivo, antes de tratar de aportar su granito de arena en la resolución del conflicto.

- Primero, comparto la opinión generalizada de que debemos aportar cuanta más información recordemos de nuestras acciones en el día de hoy, y especialmente todas aquellas que nos ayuden a situar a varios de nuestros compañeros en un momento y lugar determinados. Solo así seremos capaces de aproximarnos a la realidad acontecida y ser justos a la hora de tomar una decisión. - mencionó lo obvio, pero que era necesario aclarar. En mi caso, decir que inicialmente me encaminé y coincidí con Mary Really y Arne Windsbraut en Intendencia, justo después de desayunar. Aunque la joven ya no esté con nosotros para reafirmar mis palabras, el señor Windsbraut puede dar cuenta de ello...

Una pregunta señor Windsbraut, ¿se demoró mucho la joven Really en abandonar la sala de Intendencia después de que me despidiese previamente de ambos? ¿Recuerda hacia donde se dirigió la joven tras mi partida? - mencionó con cierta curiosidad, aguardando una respuesta antes de proseguir.

- Yo me encaminé posteriormente hacia el lavadero donde me encontré con una atareada señorita Merygold, con quién intercambié algunas palabras, pero he de mencionar que justo antes de cruzar la puerta y acceder a los lavaderos, vi a la joven Claire Verte encaminándose hacia el pasillo que conduce hacia la alcoba del mago o los carruajes. Esa fue la única y última vez que vi a la señorita Verte. ¿Alguno de los presentes la vio antes del apagón?

Desde el lavadero ingresé a las cocinas por las despensas, dejando atrás a la joven Merygold en el lavadero, y tras calentar la comida, fui directamente a las terrazas donde intercambié unas palabras con Jack O'Lantern antes de que este accediese al castillo por la entrada que conduce al recibidor. También vi durante mi trayecto por las terrazas a la señora Patamás, a madame Bavard y posteriormente a Angus Urquhart, quién sería el último al que vi antes del apagón.

Desde que se produjo el apagón, regresé sobre mis pasos con cautela a través de las terrazas en la más completa oscuridad, coincidiendo brevemente con Russus Bermejo. Intuyo por sus palabras que con Jack O'Lantern en cocinas pese a que no llegué a verificar su identidad, y finalmente sonaría la campana al llegar a la sala de Luces donde vi a Armand.

-HMm... -Debía hacer memoria ante la pregunta de Rudeus pues eso fue hace muchas jornadas atrás, poco después de terminar la primera reunión.

-Me temo que no. Mientras estuve en la intendencia, eche mano del mapa y solo supe que abandonaban la estancia pero no quien, por su pregunta entiendo que usted salio antes y después ella. Pero lo que si puedo decir que no me cruce con nadie mas hasta llegar al salón de los espejos y en ningún momento me cruce con Mary. -Jamas tuvo que pensar tanto en sus actos pasados antes.

La Señora Patamás entró cojeando a la sala. Tenía mala cara, más mala cara de la que acostumbraba, y ser llamada con urgencia no había hecho sino agravar su mal humor.

- ¿¡Qué diantres pasa ahora!? - ... - ¿Dos cadáveres? ¿Y no sabe quién de los dos es el que está en la sala de intendencia? ¡Dios bendito qué atajo de inútiles! ¡Vaya ipso facto y mírele la cara!

Mientras los demás hablaban se puso a pensar. Había un muerto en la sala de intendencia, pero ella había visto a uno de los dos cadáveres en estado menos cadavérico hacía unos cinco 'ratos' en una estancia muy alejada de la sala de intendencia... Creia entonces saber quién era quién.

Señores, por circustancias que no vienen al caso - las circunstancias eran un ataque de ciática agravado por sus rollizas caderas y el esfuerzo de levantar leña - llevo un rato largo descansando en la zona de jardines entre el palomar y la puerta y por allí pasaron algunos de ustedes. La última vez que vi con vida a Mary fue abandonando la zona donde yo estaba parada en dirección a la zona de jardín que pega con los carruajes. Ahí, hará unos cuatro o cinco ratos, cuando se apagaron las luces, dejé de ver a la chiquilla.

Gracias, hijo - dijo el anciano Urquhart a modo de respuesta a Armand, una vez recuperado el semblante amable. Sin duda, el joven atribulado Armand era inocente, o al menos todo lo inocente que puede llegar a ser.

No obstante, no tengas miedo de decir a quien viste o dejaste de ver, pues en estos momentos oscuros, necesitamos de la colaboración de todos y cada uno. Solo así podremos desenmascarar a los siervos del maligno.

Señor Greyrat - dijo, dirigiéndose ahora hacia el consejero de la Moneda de nuestro señor Aimons Gueuse - usted es quien más rango tiene ahora en la hacienda, si no me equivoco. Creo, humildemente, que debería romper las cadenas que menoscaban la voluntad de Armand, conviértalo en liberto, necesitamos de su colaboración, y que ésta no esté viciada por el yugo de la esclavitud. Estoy convencido de que el señor Gueuse comprenderá la situación.

Miró entonces el franciscano hacia Rudeus Greyrat, que intervenía mientras, era de suponer, pensaba en lo que acababa de decirle - ¿Claire Verte? Si, yo la vi, como dije, justo al abandonar el comedor coincidimos en la sala de Luces ella, un servidor, y Armand. A la joven Verte se la veía temerosa, sin duda las palabras pronunciadas sobre brujas la habían... habían provocado que perdiera cierta entereza. Traté de consolarla, decirle que era un problema de los hombres, perdón, y de mujeres, de personas disfrazadas del más amable entre los amables, que no dudarían en asesinar a sangre fría. Como, por desgracia, ha ocurrido. Es de ellos de quien debía de cuidarse, y no de las brujas o de los fantasmas.

Como odio tener razón...

Pero, coincido con usted, señor Greyrat. No debemos acusar a nadie sin fundamentos de hecho, innegables. Un error ahora podría ser fatal.

—Sí, lo sé Señora Patamás, entré en pánico y salí corriendo. Con la oscuridad tampoco distinguí de quién era el cuerpo, aunque quisiera. Aprecié sólo las largas costuras de alguna dama, que pudieran ser de cualquiera de nosotras y que ahora conozco se trataban de alguna de aquéllas —dice Elisabeth, mirando en los rincones oscuros del Comedor y acariciándose la piel de gallina de los brazos para calmarse, por pensar que las almas vengativas de las mujeres siguen cercanas y le desean lo peor al no saber quién estaba en Intendencia—. Os diré las tareas que don Trevor Deadfate me encomendó y entenderéis por qué anduve por la zona norte hasta Intendencia.

»Ayer me dio tiempo a realizar las labores en la despensa. Allí revisé los comestibles y maté ratas junto al herrero. Luego llené sacos con las migas para el palomar junto con Armand. Con la primera, ya sabéis que el proceso finaliza en Intendencia pero, antes de poder ir, descubrieron a la pobre Mary usando su privilegio.

»Al siguiente día, me olvidé de ese asunto y decidí ir al palomar primero para completar otras tareas de por allá. Creo que la doncella Merygold me vio entrar en el palomar, puesto que yo así la vi permanecer en el jardín cuando entré. Después de terminar, me encontré con Jack, que accedía al palomar. No dudo que en esta situación un joven tan apuesto enciende las alarmas de toda mujer, pero no me hizo nada. Yo continué recogiendo la leña, que más tarde llevaría al salón de invierno.

»Segundos después fue cuando coincidí con usted, Señora Patamás, que venía desde la galería cubierta mientras yo lavaba la estatua. Fíjese, que venía con una cara tan seria que pensé en mis últimos minutos de vida, pero tampoco me hizo nada. Otros segundos después armaba los trajes metálicos de esa Galería y desde este punto ya me estoy repitiendo con lo que dije al principio.

Elisabeth se queda en silencio escuchando las respuestas de sus compañeros intentando no mirar a las zonas más oscuras de la habitación.

De hecho lo que dice la Srta. Gaulle es cierto yo estuve en el palomar un rato bastante largo completando mis tareas, las cuales consistían en alimentar a las palomas y enviar un mensaje a nuestro señor para que vuelva pronto. - respondo con seriedad.

Todos saben que soy un mozo bastante eficiente, por lo que suelo desplazarme rápido y en silencio, pero cuando las luces se fueron me topé al menos con dos personas en mi camino hacia las cocinas.

Pero la oscuridad era tal que no pude identificar a nadie, así que opté ceder el paso y continuar con mis faenas, pues mi lista de deberes es larga y urge que la finalice pronto. - digo mientras saco una pequeña hoja de papel en la cual se puede apreciar dos tareas tachadas y varias otras pendientes.

Ya no eran tantas las voces de los vasallos que intervenían en la discusión a diferencia del instante inicial, aunque para Rudeus Greyrat habían sido más que suficientes para tener una idea aproximada de quién podía ser con alta probabilidad uno de los impostores asesinos infiltrados en la hacienda, y el asesino de Claire Verte.

Sonrió divertido al escuchar las palabras de Angus Urquhart solicitándole justo en ese instante, cuando la mente del Consejero de la Moneda parecía haber llegado a una conclusión, que concediese al esclavo Armand la condición de liberto,razón por la cual posó la mano en el hombro del franciscano en un gesto afectivo, no tardando en intervenir.

- Mi buen Urquhart, no está en mi el poder o autoridad para conceder la condición de liberto al joven Armand... si no que tal potestad únicamente radica en nuestro Lord Amoins Gueuse. Solo nuestro señor es quién tiene en su haber los documentos que acreditan que el muchacho es de su posesión, y sería necesario su sello y rúbrica para deshacer ese vínculo entre amo y esclavo, del cual yo nada tengo que ver ni debería opinar... - mentó con tranquilidad, como si aquello fuese una obviedad que hasta el anciano clérigo debería saber - No obstante, más que otorgarle su condición de liberto en estos instantes, deberíamos estar cuestionándonos si es o no un vil impostor y asesino, un infiltrado del Lord Impostuh. 

Rudeus golpeó la mesa con ambas manos, acercando el rostro y clavando la mirada en el joven esclavo en quién recaían sus mayores sospechas. 

- Armand, Armand... os hacéis ver un ignorante muchachito que solo cumple con sus quehaceres y poco o nada tiene que decir en este asunto, pero quizá tras esa fachada de víctima haya mucho más de lo que aparentáis. Decís que diligentemente recogisteis las velas en la sala de luces - levantó Rudeus un dedo imitando la actuación del joven instantes antes -  que de allí fuisteis a arreglar la fuente en el claustro - levantó el segundo dedo - y que tras golpearos contra el cristal, fuisteis al salón principal para reponer las velas de la lámpara de araña - levantó el tercer dedo asintiendo con conformidad - ¡Le creo! Pero... - y sí, siempre había un pero... ¿No creéis que desde entonces y hasta que fuisteis a las cocinas y a la sala de luces pasó una verdadera eternidad? ¿No podría ser que...? - y ahí dejaría caer la bomba, para sorpresa y atención de los presentes - ¿...que os dieseis una vueltecita por la sala de Intendencia al coincidir con la joven Verte accediendo al lugar y...? - realizó un gesto de segar una vida cortando el cuello con la mano - ¿...la hicieseis pasar a mejor vida?

Obviamente debía apoyar aquella acusación, por lo que antes de que muchos se lanzaran a degüello a exigir pruebas o argumentos que apoyasen aquella hipótesis, Rudeus levantó la mano y prosiguió.

- Permitid que explique como he llegado a dicha conclusión, de la cual no tengo ciertamente total seguridad pero si muchísimas sospechas. No obstante, antes dejadme explicar cual creo que fue el recorrido de la señorita Claire Verte antes de su fatídico final... - solicitó explicarse frente al resto - Tanto Armand como Angus Urquhart han afirmado que vieron a la joven yendo a la sala de Luces para tomar velas, y yo mismo me la crucé poco después en el pasillo frente al lavadero yendo en dirección a la alcoba del mago, entiendo que a recoger el grimorio y llevarlo después a la biblioteca. ¿Si a continuación la joven Verte posiblemente quiso ir al Salón Principal como bien estaba haciendo el joven Armand, y a la postre moriría en Intendencia donde se halló el cuerpo, sería extraño pensar que se desvió antes de ir al Salón Principal? 

Desde el salón Principal donde situamos al joven esclavo hasta Intendencia, donde hipotéticamente estaría llegando y accediendo la joven hay apenas una breve distancia. Nada impediría a Armand asesinarla, iniciar regreso a las cocinas con apagón de luces de por medio para salvaguardar su identidad, y hacerse ver como el atento y leal sirviente que obediente fue a por las luces para iluminar la hacienda. ¿Algo que alegar, mi buen Armand?

Claro, podía tratar de culpar a otros del asesinato en Intendencia, incluso mencionar que no era Claire Verte el cuerpo hallado en Intendencia, pero Rudeus Greyrat tenía más que añadir.

- Primer punto. La joven Mary estuvo inicialmente en Intendencia con Arne Windsbraut y un servidor. ¿Por qué razón regresaría nuevamente después de haber cumplido allí con su cometido? Es más, ¿Cómo podría la señora Patamás haberla visto en los jardines en el momento del apagón, muy cerca de los carruajes, para posteriormente morir en Intendencia? ¿Hay a caso tiempo suficiente para cruzar la hacienda de Sur a Norte? La joven muerta en Intendencia claramente es Claire Verte.

- Segundo punto. Vamos a tratar de descartar a posibles asesinos de la joven Verte, asumiendo que fue el primero de los asesinatos cometidos, acontecido antes de apagón.

• Angus Urquhart, Elisabeth De gaulle y Arne Windsbraut afirman coincidir o verse en la galería cubierta y la biblioteca, por lo cual los tres tienen coartada.
• La señora Patamás, Madame Bavard, Jack O'Lantern y un servidor nos cruzamos en esos instantes en las Terrazas. También Russus Bermejo había sido visto por Jack O'Lantern cerca del palomar según me contó al verle, y momentos después al apagarse las luces coincidí con él en las terrazas frente a la capilla.
• Mary y Claire son las asesinadas, obviamente no van a ser ninguna una asesina.

Eso dejaba únicamente dos posibilidades para el asesinato de Claire Verte según el análisis de Rudeus Greyrat, MaryGold y Armand. De ésta última esperaba escuchar cuales habían sido sus pasos y si había coincidido con alguien, aunque ciertamente las principales sospechas seguían recayendo en el esclavo para el Consejero de la Moneda, y salvo sorpresa de última hora, en él recaería su voto.

Bermejo Russus se agachó cuando Rudeus Greyrat empezó a soltar su discurso, realmente no era una persona con temple demasiado bien marcado como para permanecer firme ante comentarios acusatorios, aún cuando el objetivo no era el mismo sino aquel esclavo que iba a permanecer así un buen rato más.

-Yo... para aclarar... Después de encontrarme Rudeus Greyrat frente a la Capilla justo cuando las luces se apagaron, fui a la Biblioteca y al Patio de Espejos que tiene encima y volví a la Biblioteca y no me encontré con nadie. De hecho, esas zonas estaban a oscuras salvo por la chimenea.

La señora Patamás observaba los comentarios de la gente. Su ataque de ciática parecía se le estaba calmando, o al menos se estaba olvidando del dolor ayudada por el bocata de panceta que se acababa de sacar del mandil.

- Entonces...no sabemos cuánto tiempo llevaba muerta Claire Verte en la sala de Intendencia, porque nadie ha dicho pasarse por ahí excepto la propia Elisabeth. Pero todo apunta a que murió antes que Mary. Según mis calculos la pobre Mary tuvo que morir después ya que yo la vi vivita y coleando en los jardines junto a carruajes justo cuando se apagaron las luces. Si contamos el tiempo que llevamos a oscuras, a paso de mozo, no ha podido morir sino en la sudeste del castillo ya que cinco o seis ratos después del apagón no pudo llegar más lejos que al comedor o a cocinas.

Armand se asusta cuando Greyrat golpea la mesa y da un par de pasos hacia atrás, temiendo ser el siguiente en ser golpeado. ¿Por qué tenía que ser el hombre más cruel de la Hacienda quien se dirigiese a él? Aún así, el esclavo encuentra su voz, ya que no va a permitir a nadie que le acuse de no hacer sus tareas:

- ¡Y-yo no ser un vago! Yo ir directo del Salón Principal al Salón de Invierno hacia el Comedor. Yo tardar porque las puertas estaban cerradas, pero no da tiempo para ir a Intendencias y volver a las cocinas!

El esclavo está nervioso, pero no porque le vayan a acusar de impostor, sino porque será injustamente. Esta vez no le habla al hombre de sonrisa horrible, sino que se dirige a alguien más amable: el señor Urquhart:

- Si q-quiere le puedo decir qué hecho paso a paso. Yo sólo trabajar, no ver ni hablar con nadie, mucho menos matar o mentir.

Madame Bavard mira a unos y a otros según hablan mientras en su mente se forma un mapa con las distintas localizaciones en las que dicen estar los presentes y líneas de sus movimientos. Ni que decir que dicho mapa acaba siendo un absoluto desastre de líneas cruzadas y nudos, muchos nudos.

- ¿Y no podría ser también la joven Reilly, queenpazdescanse, quien fue asesinada en Intendencia? -miró a Greyrat mientras se santificaba-. Conocía los pasajes secretos. Eso podría haber hecho que llegase allí más rápido si es que necesitaba ir.

Tomó aire entonces para comenzar a explicar qué había estado haciendo ella mientras todo aquel caos tenía lugar.

- Después de que nos reuniéramos aquí la última vez, pasé por las Cocinas, que entré junto a Elisabeth, Jack y Dilaila, mientras Russus parecía que se iba al Lavadero. Salí al Jardín junto a Elisabeth y Dilaila, lo crucé y perdí de vista a Elisabeth, que se alejó al oeste y luego me separé de Dilaila para reparar el camino de acceso. Que más que carruajes parece que pasan por ahí elefantes de esos. Luego fui a Carruajes y arreglé el carro, porque claro, como da igual cuantas veces se diga que no se carguen más de la cuenta, los señoritos siguen haciéndolo y luego tenemos que ir nosotras a arreglar las ruedas. Bueno, eso. Ahí no me encontré con nadie más hasta que volví a meterme en los Jardines y vi a Jack O Lantern en el Palomar y a Bermejo Russus bajar las escaleras de más allá. -Hizo una peña pausa y se abanicó con la mano. Con lo grande que era la hacienda y se había encontrado con todo Cristo y señor-. Yo seguí a lo mío y fui a limpiar las escaleras, que es cuando me encuentro a la buena señora Patamás. Y más allá, en la terraza veo a Rudeus Greyrat y Jack O Lantern. Veo a más gente moverse aquí y allá, pero nada importante. Creo. -Se la veía ya agobiada de tanto hablar. No por el hecho de hablar en sí, si no por hablar tanto y no tener espacio para criticar-. Cuando termino de limpiar las escaleras, que ya podíais limpiaros el barro en otro sitio panda de gorrinos, entré a la casa por el pasillo y vi a Arne Windsbraut, que salía de la Biblioteca. Entré a ella junto a él pero él siguió en dirección a la Galería Cubierta. Yo me quedé ordenando los libros, que no podéis tener ni una cosa bonita arreglada panda de vagos, ¡y ahí es cuando se apagan las luces! Como hasta Luces queda un trecho, aproveché a hacer tareas que tenía por el camino, así que crucé a Galería Cubierta, donde creo que seguía Arne Windsbraut, aunque no puedo confirmarlo del todo porque no veía un burro a tres pasos, y limpié las ventanas como buenamente pude. Al terminar crucé al otro lado de la Galería, donde no parecía que hubiera nadie, y ahí estaba cuando se nos llamó de nuevo aquí.