Partida Rol por web

Al olvido los espectros, a Estigia las almas

Capítulo 1: Negación

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15/03/2021, 16:57
Narración

Diecisiete puñaladas. Habían tenido que sostenerte entre tres, sobornar al guardia para que se ausentara unos minutos, y aún así les diste suficiente guerra para que no hubiese sido un trabajo fácil. Un ojo inyectado de sangre, dos dientes en el suelo, un hueso roto y suficientes maldiciones para el resto de tu vida. De lo que quedaba de ella al menos. Y sólo cuando te tenían contra la pared, la jodida navaja improvisada tuvo que perforarte diecisiete veces antes de poder vencerte. El suelo de tu celda estaba llena de sangre y huellas negras, y sólo en la quinceava puñalada, tus fuerzas empezaron a fallar. 

Alguien escupe sobre ti, y al caer al suelo y sentir el penetrante olor a hierro y mierda, alguien te da una patada que se entierra en tus costillas y que dolió más que las diecisiete heridas por la que se te escapaba lentamente la vida. Cuando el guardia regresó y sonó la alarma, decidieron que tendrías más oportunidad si te trasladaban a uno de los hospitales cercanos.

El camino fue una mezcla de voces lejanas, de sacudidas interminables y el sonido ensordecedor de una sirena a la distancia. Hueles a sangre, a sudor, y a lo que sea que huelen los cadáveres que todavía no saben que se han muerto. No había lágrimas, no había gritos, no había drama alrededor de tus últimos minutos de vida, solamente la maldita sirena que ocupaba todos tus sentidos y que cada vez parecía más y más lejana. Hasta que finalmente dejó de sonar.

* * *

Durante un rato estuviste con tus pensamientos. Existías y no existías al mismo tiempo, saboreando recuerdos lejanos y sensaciones atrapadas de minutos que sucedieron en momentos diferentes de tu vida. No había un orden o una lógica en tus ideas, ni siquiera estabas realmente consciente, sólo estabas allí. En un fragmento de la nada, en un cristal sin sentido, y por una vez en tu vida, sentías que podías descansar.

Y como todo, no duró demasiado. Escuchas como algo se rasga con fuerza, y de repente todas las sensaciones e impresiones se agolpan en tu cabeza, como si te sacaran de debajo del agua y estuvieses en medio de una autopista.

Levántate princesa dijo una voz masculina, mientras intentabas entender qué sucedía. ¿Me escuchas bien no?continúo la voz y te fijaste en la silueta, aún aturdido y confundido.

Tenemos a uno aquí. volvió a decir levantando la voz. Pero no te hablaba a ti. No parece estar descerebrado. Vamos tú y tú, este tío es grande y no quiero problemas. ¿Me vas a dar problemas princesa? ¿No? Eso está bien, ponte de pie. Despacio. Sacadle de aquí, no quiero que nos pille el tiempo. Al capi no le gusta esperar. ¿A qué esperáis? Moved el culo y sin entender cómo o por qué, empiezas a caminar todavía confundido y aterrado.

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15/03/2021, 17:17
Narración

El dolor en el pecho no fue lo preocupante. Lo preocupante fue cuando tu brazo se adormeció, y cuando no pudiste ni siquiera formar una frase coherente pidiendo ayuda. Estabas fuera, y a la gente le tomó algunos minutos siquiera darse cuenta de que te habías desplomado. Todo transcurría en cámara lenta, y al mismo tiempo, sentías una prisa incontenible en la parte de atrás de tu cabeza y la sensación de frío que iba poco a poco irradiando desde tus extremidades se mezclaba con el ardor que venía de tu tórax.

Alguien estaba sobre ti, escupiendo excusas de cómo no le habían entrenado en usar la máquina. La jodida máquina de resucitación cardio pulmonar. ¿No habían dejado de ser obligatorios los entrenamientos en resucitación cardiovascular recientemente? Tus pensamientos eran incongruentes, tu mano se movía rápidamente, temblaba sola y alguien te tomaba de la boca y gritaba instrucciones de cómo evitar que te la tragaras. ¿No era eso para cuando el paciente convulsionaba?. Maldita falta de presupuesto.

Repentinamente, comienzas a sentir como levitas, estás seguro de que estás flotando unos centímetros por encima del suelo. Las siluetas a tu alrededor te observan, mencionan tu nombre. Pero incluso tu nombre suena extraño, alienígena, nauseabundo. No tienes los ojos abiertos, o al menos no crees tenerlos. Pero a medida que pasa el tiempo, las sacudidas y el ruido de un rugido interminable se va apagando, lentamente, mientras no puedes quitarte de la cabeza la idea de que, en los últimos instantes de tu vida, fuiste capaz de levitar.

* * *

Durante un rato estuviste con tus pensamientos. Existías y no existías al mismo tiempo, saboreando recuerdos lejanos y sensaciones atrapadas de minutos que sucedieron en momentos diferentes de tu vida. No había un orden o una lógica en tus ideas, ni siquiera estabas realmente consciente, sólo estabas allí. En un fragmento de la nada, en un cristal sin sentido, y por una vez en tu vida, nada te preocupaba.

Entonces, sientes como un aire frío ingresa en tu burbuja de irrealidad, como dos brazos te sacan con fuerza y caes sobre el suelo, sólido y helado. 

—Tenemos al poli— dijo una voz femenina —Está todavía aturdido. Saquémoslo de aquí cuánto antes— había más gente a tu alrededor, pero el impacto y la impresión de la transición te habían dejado reducido a un idiota balbuceante. —Mira el cuadro o lo que sea.— Alguien respondió de vuelta "infarto" desde otro lugar de la habitación.

—Tío... los esqueletos se van a pelear por este si no está descerebrado. Vamos, vamos, que no quiero pasar más tiempo aquí del que sea necesario—dice la voz y sientes como te empujan, casi arrastrándote hacia alguna dirección.

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15/03/2021, 18:38
Narración

Tu corazón estaba a mi. ¿Eras tú o estaba jodidamente caliente allí? Era Londres, no podía estar caliente en medio del lluvioso otoño de ese año. Ni siquiera tenía sentido que pudieses concentrarse por un instante en esa idea, en medio del amasijo de pensamientos y acciones que se desencadenaban en tu mente. Todo a tu alrededor latía con prisa, contrayéndose y dilatándose a una velocidad vertiginosa. Estabas mareado y adolorido. El corazón parecía a punto de performar tus costillas, mientras lo que quedaba de la última línea de cocaina se esparcía tras los intervalos de tu respiración agitada.

Y en lo que fue una eternidad, tomaste el teléfono y lograste ensamblar suficientes frases para que los servicios de emergencia te entendiesen. "Sobredosis" creías haber dicho, pero en realidad ya no estabas seguro, allí tirado en el suelo, si habías alucinado la llamada o si en realidad te estabas muriendo. Tampoco estabas seguro de si habías vomitado dos o tres veces. O ninguna. Pero estabas empapado de lluvia o de sudor. La situación era jodidamente confusa y tu cabeza, para bien o para mal, estaba a diez mil por hora.

No distinguiste los golpes en la puerta de los pálpitos desenfrenados de tu corazón. Y las arcadas que te causaba la luz se mezclaron con el olor a gasolina y el ruido. Alguien llamaba a tu nombre, o quizás sólo decían "Señor" una y otra vez hasta que la palabra perdió el sentido y se transformó en otra de esas alucinaciones auditivas. Tomaste aire, una, dos, tres veces en un segundo y por un momento sentiste que la velocidad de la ambulancia se incrementaba. Íbais demasiado rápido, tenías miedo, íbais cayendo por el abismo.

* * *

Durante un rato estuviste con tus pensamientos. Existías y no existías al mismo tiempo, saboreando recuerdos lejanos y sensaciones atrapadas de minutos que sucedieron en momentos diferentes de tu vida. No había un orden o una lógica en tus ideas, ni siquiera estabas realmente consciente, sólo estabas allí. Nada tenía importancia.

Luego, sentiste como un par de manos te empujan y atraviesas la delgada membrana que te separaba del mundo nuevamente

—¡La primera cosecha de la noche!— dijo una voz triunfal a tu lado. —Lo he visto caer antes de que pudiesen entrarlo. El desgraciado se murió, literalmente, en la puerta del hospital— la voz gruesa río profundamente y otras voces a su lado se le unieron en una extraña cacofonía. Todavía no entendías que pasaba.

Un par de cachetadas en tu rostro no fueron de gran ayuda. —¿Estás frito?— preguntó la voz, y pudiste mover la cabeza en un gesto que no parecía afirmativo ni negativo. —Da igual por ahora. Nunca se dan prisa ¿eh?. Supongo que es normal, nadie se muere siendo el más listo. ¿Verdad que no?— risas nuevamente. Pronto sientes como la voz gruesa, te está condunciendo y caminas torpemente hacia donde quiere dirigirte.

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15/03/2021, 18:55
Narración

En un momento estabas bajando a por un tentempié en medio de la noche y en el siguiente todo estaba oscuro. Había voces, claro, pero se escuchaban lejanas. Parecían preocupadas, alarmadas quizás. ¿Por qué? No parecía que hubiese nada apremiante ahora mismo. Era tan tranquilo, tan silencioso. Llamaban algún nombre, pero ciertamente no parecía el tuyo. No podía ser el tuyo, porque ni siquiera recordabas precisamente el tuyo. No importaba ya.

Aquello era como estar dormida, quizás algo despierta. No existías durante el espacio que ocupó la oscuridad y el momento en el que la oscuridad se disipó para dar lugar a algo igual de confuso y extraño. Estabas y no estabas al mismo tiempo, y la idea del tiempo transcurrido desde aquel instante y la sensación difusa de estar bajo el agua empezó a llenar tu cabeza por primera vez, gota por gota. Luego, tuviste consciencia de que no habías estado despierta hasta ahora, y más aún, no estabas segura de estar plenamente consciente ahora.

* * *

Durante un largo rato estuviste con tus pensamientos a solas. Empezaste a saborear recuerdos lejanos y sensaciones atrapadas de minutos que sucedieron en momentos diferentes de tu vida. Las emociones te inundaron y te evacuaron a intervalos irregulares y no había un orden o una lógica en tus ideas. Estuviste allí, y lejos de todas tus ideas, alcanzaste por un minuto algo de tranquilidad.

Luego, sientes como aquella barrera se agrieta y dos brazos te ayudan a salir de allí, de vuelta al frío exterior. Tu mente da vueltas y confundida, escuchas una voz suave.

—Eso cariño, despacio. Todo va a estar bien. No tienes que respirar, tómate unos segundos y ven conmigo— dice, pero sólo puedes escuchar su voz. —No tenemos mucho tiempo. No hay tiempo que perder. Eso, todo está bien. Toma unos minutos acostumbrarse y mientras lo haces, vendrás conmigo. Vamos, todo estará bien— y sin poderte negar, comienzas a caminar hacia donde la voz quiere dirigirte.

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15/03/2021, 19:49
Narración

Han pasado unos minutos y vuestros sentidos lentamente se acostumbran a la oscuridad. Poco a poco estáis conscientes de lo que sucede, o de lo que ha sucedido. Es de noche y hace frío, y estáis frente a un pequeño parque que encara un hospital, o lo que parece Guy's Hospital. El edificio, que podéis haber pasado en algunas ocasiones, parece haber visto mejores años. Y aunque de él emana luz, los vidrios agrietados, las paredes llenas de humedad y el óxito de los marcos parece una visión fantasmal de lo que fuese el centro hospitalario.

Una enorme tormenta amenaza con desatar una lluvia torrencial en cualquier momento. Gruesas y negras nubes brillan con intensidad ante relámpagos lejanos y el viento trae los sonidos de descomunales truenos estallando en lejanos rincones de la noche. Hay un desagradable olor a granito húmedo en el ambiente.

La situación no podría ser más extraña. Además de vosotros, quienes parecéis los más normales en el variopinto grupo congregado en aquel decrépito parque, hay una mujer rolliza que parece mirar asustada lo que sucede, una chica punk quien está sentada en el suelo con las manos entre sus brazos, tarareando entre dientes alguna tonadilla que no podéis comprender bien, y un hombre delgado y arrugado que se mantiene silencioso y reflexivo. 

Y acompañándoos, hay un grupo de lo que sólo podéis describir como mercenarios. Hombres y mujeres con equipamento militar o similar, chalecos gruesos, o vestimentas que parecen placas de armadura metálica. La gran mayoría llevan machetes y cuchillos al cinto, y portan ropas de un color gris. El buen ánimo es generalizado, salvo entre vosotros, y entre algunos cuantos que portan armas de fuego de gran calibre y usan unas desagradables máscaras que tienen la forma de sonrientes calaveras y detrás de las cuáles ocultan sus expresiones. Tras observar con cuidado, os percatáis de que todos vuestros escoltas llevan en algún lugar de su ropa una marca similar: una calavera sonriente pintada sobre sus enseres o directamente sobre sus vestimentas.

Tras un momento, uno de los sujetos se para frente a vosotros. Sus movimientos hacen que al menos uno de los mercenarios más fuertemente armados se haga junto a vosotros, y dos junto a Doug. 

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15/03/2021, 20:02
Líder

—Estáis muertos. Y nos haríais un favor entre más pronto aceptéis ese hecho— dice. Su voz es extraña y su aspecto hace difícil distinguir si es un hombre o una mujer. No ayuda que parte de su rostro esté cubierta por una horrible herida de quemadura que oculta la mitad de sus rasgos en medio de una costra negra de músculo y hueso. Incluso podéis jurar que algo de humo emana todavía de aquella herida. Habla con autoridad y el grupo de mercenarios, que hasta hace un rato hablaba y conversaba animadamente entre sí, guarda un sepulcral silencio. 

Aquel personaje lleva ropa de corte militar, de color gris, y un gorro de plato del mismo color, con una insignia negra que tiene la calavera sonriente. —Seréis examinados y cooperaréis con nosotr...— continúa diciendo.

En ese mismo instante, la mujer que os acompaña levanta la voz.

—¡ESTO ES UN ERROR! No puedo estar muerta, estaba con mi esposo y...— comienza a decir.

Con su ojo bueno y con el globo ocultar que sobresale de su quemadura, el líder voltea a mirar a la señora y pone un dedo sobre su labio para pedirle silencio. La mujer hace la misma expresión que una clienta indignada haría en un pequeño café cuando el empleado de la caja decide no atender a sus exigencias.

—¡NO! ¡NO ME VOY A CALLAR! ¿QUÉ NO ESTOY MUER...— y antes de que pudiese terminar la frase, con un asentimiento directo del líder, el mercenario a su lado le lanza un culetazo con un fúsil de asalto en el rostro a la mujer, que se desploma entre adolorida, sorprendida y sollozante. Podéis jurar que no es normal que su mandíbula se haya torcido de esa manera. Hay algunas sonrisas divertidas entre los mercenarios espectadores.

—Cómo decía. Entre más pronto aceptéis el hecho de que estáis muerto, más pronto podremos llevaros al registro y acabar con vuestra bienvenida— dice y de nuevo, firme y erguida, continúa hablando. —Hablaréis fuerte y claramente, vuestro nombre y vuestra causa de muerte, y nada más— ordena.

Notas de juego

Describir a vuestro personaje. Recordad que estando muerto, tendréis la marca de vuestra muerte visibles en vuestro corpus y que recuerdan como habéis muerto. Si no estáis seguro de qué marcas usar, podéis preguntarme por privado.

Estáis todos juntos.

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15/03/2021, 21:39
Eric Kutner

La gente que moría de infarto era otra. Los típicos oficinistas que fumaban un paquete al día; o los albañiles que se ventilaban un par de latas antes de mediodía, para luego irse al pub a emborracharse; o los pijos cocainómanos de la City. Pero la gente como Eric no: maldita sea, no fumaba, ni una puta calada en toda su vida, joder. Ni drogas. Ni bebercio. Su hermano Wesley, ese gilipollas: esa gente, tíos como él son los que se mueren de un puto infarto.

Los tíos como Eric no, joder: era deportista. Los tíos como Eric morían de otra manera.

¿No?

No. Se ve que no.

Mientras era arrastrado, Eric Kutner tuvo tiempo para pensar en todo aquello. El hormigueo frío por todo el cuerpo y la sequedad en la boca le confirmaban que era verdad: tenía que estar muerto. Se había sentido flotar, como en esos programas de misterio de la radio nocturna; pero "al final del túnel" no estaba la lámpara de un quirófano, y personas con mascarillas luchando por darle una segunda oportunidad, y un pitido que se interrumpía... Simplemente no había un final del túnel. Sólo oscuridad.

Cuando le soltaron, Eric se concentró en su corazón: tras unos segundos pudo constatar que no latía. Además, el esternón parecía flotar, dándole a su caja torácica la consistencia de un fuelle o de un acordeón, y Eric se dió cuenta de que seguramente le habían reventado las costillas intentando reanimarle; obviamente sin éxito.

Miró a su alrededor, y no pudo evitar fijarse en la joven punk. Sería un poco mayor que Lucy. O, a decir verdad, mayor que la Lucy que desapareció... de hecho, seguramente tendría la misma edad que ella. Kutner sintió una punzada de dolor al recordar a su hija.

Cuando quien actuaba como el jefe de aquella extraña milicia comenzó a hablar, Eric escuchó en silencio, casi en posición de firmes: una vida de obediencia a la cadena de mando dejaba huella en cualquiera, y para Kutner era natural escuchar a las figuras de autoridad. Estaban muertos. Estaban muertos, y debían aceptarlo. Estaban muertos, y debían cooperar.

Antes de que Kutner se preguntara en qué debían cooperar, o quién les exigía tal cooperación, o, más importante, cómo era posible que estuviera muerto pero consciente como en una pesadilla, antes de todo eso, la mujer a su lado perdió los papeles, recibiendo un brutal culatazo que hizo crujir su pómulo a modo de correctivo.

Eric Kutner saltó como un resorte, interponiéndose entre la mujer agredida y el mercenario, y llamando la atención de todos los presentes: era un hombre alto y fibroso, rondando la cuarentena de cabello castaño y ralo y unos ojos oscuros, con el blanco enrojecido por los vasos capilares rotos a consecuencia del infarto y enmarcados en unas notorias ojeras; vestía con el uniforme táctico de la Policía Metropolitana, como si fuera un antidisturbios, pero muy deteriorado: los pantalones parecían desteñidos y las botas militares estaban gastadas y faltas de brillo.

Al plantarse frente al mercenario se había llevado la mano derecha a la cadera de forma instintiva, como buscando una pistola, pero en su lugar había una funda rota y vacía. Los grilletes de su cinturón también parecían oxidados hasta el punto de ser inservibles.

Miró a los huecos de la máscara que hubiesen sido los ojos del mercenario, y luego a quien parecía ser el jefe. No se iba a enfrentar a ellos: carecía de sentido; estaba solo y desarmado. Y no sabía dónde estaba. Y, para colmo, estaba muerto. Pero no iba a consentir que volvieran a pegarla así, y se quedó allí en medio para impedir un nuevo culatazo.

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15/03/2021, 23:25
Doug Gibson

A Doug “Bull” Gibson no le sorprendió lo más mínimo el final que había protagonizado. Se suele decir que quien a hierro mata, a hierro muere, y Doug… Doug había vivido por el hierro. A una parte de él la forma en que se había ido le había parecido hasta apropiada, justa, incluso, y eso que no creía en la justicia. En su opinión, lo único que había empañado su apoteósica despedida había sido el no lograr llevarse con él a al menos uno de esos traidores hijos de puta… pero había dado la talla, joder, tenían que reconocérselo. Nadie había estado en lo más alto de la cadena alimenticia durante tanto tiempo y ahora, tras tantos años en guerra, tras mil vidas segadas y una malgastada de principio a fin… ahora tocaba descansar. La vida no daba segundas oportunidades y, por suerte, la muerte tampoco. O eso era lo que había pensado él, antes de ser un cadáver.

Nunca había escuchado nada tan bonito como aquel silencio, y fue precisamente cuando empezaba a acostumbrarse a él que ellos lo rompieron. La sonrisa bobalicona que había sido su rictus, la misma que había adornado aquel careto suyo tan feo mientras dormía desapareció de una manera explosiva, reemplazada por una expresión que mezclaba la confusión, el frío y la rabia. Desorientado, el grandullón se dejó hacer y se dejó llevar mientras trataba de ubicarse, de reconocer a alguien entre aquel grupo de extraños, pero solo consiguió identificar un uniforme de policía. Gruñó instintivamente, y acto seguido crujió con sonoridad sus vértebras cervicales.

¿Le habían llamado princesa? Sí, se lo habían llamado. ¿Había sido el poli? Por su bien, esperaba que no. Un tío con la cara muy hecha empezó a marcarse un discursito, a amenazarles, y a reventarle la cara a una señora que se había puesto a gritarle. Doug se quedó mirando, consternado más por lo que había dicho el cara-quemada que por el acto en sí. ¿Muerto? No, mequetrefe, TÚ estás muerto. Creía haberle contestado en voz alta, pero no pudo. Algo en sus cuerdas vocales, en su garganta y en sus pulmones había fallado, y lo único que consiguió fue dar un paso adelante justo cuando el antidisturbios ya saltaba a defender a la señora. No avanzó más. Se sentía extrañamente incompleto, y cuando bajó los ojos para mirarse los puños se dio cuenta del porqué.

Le habían trinchado como a un cerdo, y lo que le quedaba del mono de prisiones se había teñido de un rojo muy oscuro. Se sentía idiota, pero el tío tenía razón: estaba muerto. Lo recordaba. Pero… no podía ser. ¿Por qué seguía despierto? ¿Quiénes eran todos esos? ¿Estaba en el infierno? ¿Y Dave? ¿Ma, sis? ¿Estaban vivos? Tenía más preguntas en la cabeza de las que había tenido en años. 

—No —dijo, con una voz grave y ronca. Si el tío quería respuestas, iba a tener que darlas él primero. Así funcionaban las cosas—. ¿Quién coño eres tú, y qué es este sitio?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Eh... ¿es muy pronto para tirar intimidación? XD

Edit: añado la tirada y creo que me muero otra vez 

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16/03/2021, 01:29
Leah Veilchenduft

Mis ojos no pueden creer lo que estoy viendo, parece una auténtica pesadilla de la que no soy capaz de despertar, y quiero hacerlo, no paro de repetírmelo: «Despierta, despierta...» Pero no lo consigo, sigo estando con toda esta gente tan extraña y, encima, armada.

«¿Muerta? ¿Yo? ¿Por qué?», me pregunto cuando lo dice el cara quemada, intentando recordar que había estado haciendo hacía un rato. Había bajado a por algo para cenar, un tentempié de nada y luego… «¿Qué había luego?» Puedo recordar un nombre o más bien una llamada, pero no era a mí. No, yo estaba bien. Estaba tranquila, pensando en mi vida; jugaba con mis amigos en el colegio, hablaba en la cafetería de la universidad y sonreía. Sí, en aquel momento sonreía, no estaba triste, no estaba muerta.

«¿Y ahora?», me pregunto.

Bajo mi rostro y alzo mis manos, haciéndolas girar para ver las palmas y sus dorsos. Están bien, quizás algo pálidas y agrietadas. Tengo alguna uña mordida, pero mis muñecas están más o menos igual de delgadas. No estoy segura, quizás sí estoy más flaca. Recuerdo una voz, una que era sumamente agradable. Me quedo pensando, intentando buscar alguna coincidencia con una voz conocida y nada. Vuelvo a mirar a mi alrededor, a fijarme mejor en todo lo que me rodea. Si había visto pasar mi vida ante mis ojos, pero lo que tengo aquí, está muy alejado de lo que habría esperado ver. Tengo muchas dudas, ni siquiera creo saber qué debería estar viendo. Sí, quizás si estoy muerta y debería estar ante Dios.

Entonces la gente de mi alrededor vuelve a llamar mi atención alejándome de todos mis pensamientos; las quejas de esa mujer son similares a las que tengo yo. No debería estar muerta, sin embargo, no estoy... bueno, no estoy bien del todo. Aprieto los dientes y entrecierro los ojos, asustada, al ver el golpe que se lleva por no callarse. Debería haberlo hecho, ¿no le has visto la cara?

No me voy a mentir a mi misma, tengo miedo, estoy verdaderamente cagada de miedo ante esta gente y ni siquiera creo que pueda escapar.

«Joder, Leah, piensa...», me digo, frotando mis largos cabellos ondulados y de tono castaño oscuro con mis manos, intentando apartarlos de mi rostro. Están... están demasiado grasos, como si no me hubiera lavado el pelo durante días. Hago una mueca. Esa sensación sigue en mis dedos después de haberlos tocado. Me da un poco de asco. «Joder. No puedo verme bien…» Y empiezo a mirarme. Calzo unas Converse negras y visto unos shorts vaqueros y una camiseta ajustada de una tonalidad grisácea, parece incluso desgastada. La recuerdo, no era exactamente así, pero me gustaba. Lo importante es que no habría bajado así en otoño, no. Definitivamente, estoy casi igual, no veo nada raro, solo me siento como más pequeña, pero quizás es debido a que esta gente es muy grande. Mismos ojos marrones, mismo pelo, rostro afilado, cejas que me hacen parecer enfadada ―tengo razones para ello―, labios agrietados, brazos enclenques y más o menos estoy como siempre. O eso me parece, tampoco voy a ponerme a mirarme enterita delante de esta gente.

Lo primero; me considero más lista que esa tía, así que si me dicen que acepte mi muerte, puedo hacerlo, al menos de cara a que no me den una ostia. Sigo sin tenerlo claro, pero lo estoy analizando. Me froto las manos con mi camiseta y me preparo para hablar, pero la gente rara que me rodea parece no entender el concepto de otra gente armada y que quiere que les des la razón. Cuando estoy decida a hablar, un pensamiento fugaz cruza mi mente y me hace preguntarme qué ha sido de mi familia, ¿han llorado por mí? ¿Qué estarán pensando ahora todos ellos? Quizás al final sí estoy aceptando mi muerte.

Me aclaro la voz, siento que me va a temblar cuando empiece a hablar y podría aprovechar que se van a liar con esos dos para pasar desapercibida, pero tengo un tío a mi lado que no creo que quiera quedarse sin hacer nada. Tiene pinta de chungo, como todos la verdad. Joder, estoy cagada. Tomo aire, respirando de nuevo. ¿Antes lo había hecho? Me queda esa duda en el aire. De hecho ya son demasiadas las que han quedado ahí.

Leah Veilchenduft ―digo mi nombre, alzando la voz como habían pedido y esta me vibra por los nervios y el miedo. Voy a decir la causa de mi muerte y me viene a la memoria una voz angelical. Sacudo la cabeza, alejando ese extraño pensamiento. Si estoy muerta sé que me mintió―. Me quedé dormida y aquí estoy ―añado; como causa de la muerte es completamente lamentable, igual que yo al lado de toda esta gente que no parece tener miedo a nada.

«¿No veis los putos zombis?», me pregunto, abriendo los ojos; pero yo no digo nada. A partir de ahora es mejor pasar desapercibida. Nada más, pues nada más. Y sigo mirando a mi alrededor, estudiando este extraño “mundo”. Si Dios tenía reservado esto para mí, ¿qué tendrá para los demás?

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16/03/2021, 01:43
Peter White

Dicen que cuando mueres tu vida entera pasa delante de tus ojos ¿no es cierto?

Pues parece ser que no, y esa fue la primera decepción que Peter experimentó después de que la embolia le cortocircuitara el cerebro. La idea de poder volver a experimentarlo todo de nuevo le hacía gracia, pero ese caos de recuerdos y sensaciones inconexas le hizo sentirse como a quien le prometen un buen chuletón de buey y en su lugar le sirven fish&chips. No tenía nada en contra del típico plato británico, pero no era lo mismo.

Cuando por fin emerge en el más allá ayudado por unos brazos que lo agarran con fuerza la también famosa luz al final del túnel resulta ser todo lo contrario; un pozo de oscuridad impenetrable, otro fiasco. No está sólo, pues en su estado de aturdimiento alcanza a escuchar risas y una voz que le dice algo que no acaba de entender del todo - una pena, el chiste debía de ser bueno - Siente las bofetadas y una pregunta a la que consigue responder a duras penas moviendo la cabeza, y se deja guiar mientras su consciencia se va despertando ante su nueva realidad...

No era un tipo creyente, y no esperaba que San Pedro lo condujera ante el Todopoderoso para escuchar su sentencia de condenación eterna por los pecados cometidos en vida... Tenía claro, sin embargo, que de existir el cielo y el infierno su culo iría directito a las llamas, pero lo que ve cuando sus ojos se acostumbran a las tinieblas se parece más a un escenario postapocalíptico que a cualquier otra cosa. El frío se le cala hasta el alma, y las nubes sobre su cabeza y la inminente tormenta no traen ningún buen augurio. La comitiva de bienvenida tampoco pinta nada bien, y la actitud de sus compañeros (recién fallecidos como él, deduce) no hace más que empeorar las cosas; la gorda recibe lo suyo por impertinente y un tipo ojeroso vestido de antidisturbios se planta en su defensa. Error, piensa, y está a punto de contestar a lo que les preguntan para desviar la atención cuando otro de los desgraciados - el grandullón con mono de presidiario cubierto de sangre - se une a la rebelión.

Peter se queda sentado, expectante, observando lo que ocurre a través de sus penetrantes ojos azules de pupilas tan dilatadas que parecen negros. Finos hilillos de sangre salen de su nariz afilada para acabar goteando sobre sus labios gruesos, que ya no muestran la sonrisa con la que acostumbraba a iluminar su rostro en vida, sino un rictus de mandíbula apretada (tanto que cree que le será imposible despegarla cuando se decida a hablar), y espasmos musculares intermitentes se aprecian bajo su camisa negra de seda, que luce impecable, al igual que sus pantalones grises y sus zapatos de marca.

Notas de juego

Edito: he cambiado la referencia a Doug al final del penúltimo párrafo y un poco la descripción 

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17/03/2021, 00:16
Mercenario

El sujeto con la máscara de calavera sonriente te observa. No puedes ver sus ojos, pero te das cuenta que te mira. Se inclina hacia ti un poco y puedes sentir un olor a hierro y lluvia. La mujer herida en el suelo recula un poco asustada por la reacción del mercenario, ahogando una bocanada de miedo torpemente.

—Yo de usted, haría lo que le dicen, sargento— dice con un susurro que sólo tú puedes escuchar. No se mueve, no respira, ni siquiera tu corazón interrumpe el consejo. —Capi está de mal humor con la cosecha de hoy. Empezad a cooperar o podría ser que decida que no todos merecéis llegar a registro...— dice y gira el rostro un poco, en dirección a la líder.

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17/03/2021, 00:20
Narración

La expresión severa del líder poco a poco dejó ver su decepción ante la falta de cooperación. El mercenario que acababa de golpear a la mujer se inclinó amenazantemente sobre Eric y luego giró levememten su cabeza, esperando la confirmación de quien obviamente estaba al mando. Recibió una mano a medio levantar en un gesto que parecía indicar un desganado "espera". El fusil de asalto en sus brazos se relajó un poco, pero no su postura de alerta.

Entonces Doug habló. Quizás en su cabeza, aquello había sonado más intimidante, más hosco, más rebelde, pero en realidad el peso de la situación pronto quebró cualquier ilusión de ventaja que pudiese tener el corpulento sujeto. Estaba rodeado de hombres armados, en una situación desconocida, y negándose de forma absurda a un requerimiento simple. A los ojos de todos los presentes, la impresión que dio fue más la de un niño mimado y patético haciendo un berrinche que la de un tío duro. La respuesta generalizada del grupo fueron carcajadas y risas. Incluso la líder deja curvar su rostro en una sonrisa jocosa.

—No estáis en el paraíso, eso por seguro— responde friamente. Véis como algo metálico y pequeño cambia de manos entre algunos de los soldados, con cierto rostro de decepción, aunque aún divertidos por la situación.

Cuando Leah interviene y menciona la causa de su muerte, una segunda ola de carcajadas se extiende entre los mercenarios. Esta vez el líder no sonríe sino que busca a alguien entre la multitud.

—No había nada todavía en su diagnóstico. Y los paramédicos no tenían ni idea...— Una voz femenina responde. El líder arquea una ceja, pero no dice nada.

Vuelve a mirar entonces a Doug, y antes de que pueda decir algo, una segunda voz, masculina, raspada, interrumpe lo que fuese a decir. Su nombre es Doug Gibson. Preso. Le dieron varias puñaladas en el pecho en prisión... y antes de que terminase, un tercero añade -¡Por bocazas, seguro!-. Por tercera vez, risas.

Esta vez el líder levanta la mano y los mercenarios guardan silencio inmediatamente Muy bien. Vas a cooperar con nosotros. comienza a hablar, mirando a Doug fijamente Tenemos un itinerario apretado y no quiero tener que usar las cadenas. Puede que seas lo único de valor que hay en la cosecha de hoy, pero no me tiemblará la mano para pedir que hagan de ti algo que sea verdaderamente útil. y aunque no levantó la voz, algo en sus palabras os sembró cierto escalofrío. Era un tono frío y despiadado, un tono inhumano.

El silencio cayó por unos instantes. El anciano que parecía no hacer parte del grupo dio un paso al frente.

Victor Clayton. Ya era mi hora dice resignado, con voz suave, rompiendo la tensión. Alguien entre los soldados complementa "falla renal por avanzada edad".

Luego la punk, quien temblaba todavía y parecía más aterrada que cualquiera de vosotros, habló. A-Amelia. Un... un m-mal viaje dijo. "Sobredosis de heroína", anunció alguien diferente.

Finalmente la mujer en el suelo, con lágrimas en los ojos miró hacia el líder. 'aroli'e dijo entre sollozos. Su mandíbula estaba girada del todo, desgarrada y desencajada tras el golpe. La sostenía con esfuerzo para hablar, tratando de controlar su llanto, y de vez en cuando el esfuerzo por vocalizar arrancaba un crujido incómodo de su piel pálida. 'O esta'a con 'i es'oso. Es'aba... dijo, pero su voz se quebró. "Caroline. Complicaciones durante el parto" explicó un mercenario calvo que no estaba muy lejos, y que parecía disfrutar de la escena. 

A medida que cada uno iba hablando, incluyendo Leah, los mercenarios enmascarados se acercaban para obligarles a caminar hacia atrás. Con Doug, dos mercenarios se hicieron frente a él, y un hombre y una mujer más se acercaron. Había expectativa y una sonrisa en sus labios: no parecían intimidados, y no esperaron indicaciones. Por el contrario, daba la impresión de que estaban actuando con un libreto conocido de memoria y que no era la primera vez que lidiaban con el tipo de "complicaciones" que parecían estar representadas por Doug.

La líder ahora sólo intercaló una mirada fría hacia Eric y Peter, esperando que los dos hablaran de una vez.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Debido a su pifia, Doug tiene +2 a la dificultad de todas las tiradas sociales basadas en intimidar por el resto de la escena.

La líder ha intentado intimidar a Doug. Esto es una acción enfrentada en la que Doug puede lanzar FdV a dificultad 8 (6 de base, +2 por el penalizador anterior). Para tener éxito, debe obtener 4 éxitos o más. Si la falla, Doug ha sido intimidado y debe actuar en consecuencia. Si obtiene exactamente 3 éxitos, quedará algo sobrecogido pero no intimidado. Si obtiene más de 4 éxitos, la intimidación no surte efecto.

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17/03/2021, 11:18
Peter White
- Tiradas (2)

Notas de juego

No sé si procede, pero he tirado pasión (euforia 4) al intentar sintonizar con la alegría general del grupo. La primera tirada la hice oculta para que los demás jugadores no vean el valor que tengo, pero no me di cuenta de que tampoco puedo verla yo XD eso es porque suelo ser más master que jugador... la he repetido para poder interpretar en consecuencia pero he fallado así que na...

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17/03/2021, 20:17
Eric Kutner

Lo que la figura enmascarada le dijera a Eric Kutner parecía que quedaría entre ambos; el hombre se limitó a asentir mirando a la líder desfigurada.

Kutner no se tenía por alguien problemático. Si en aquel momento hubiera podido hacer algo, lo hubiera hecho: pero frente a circunstancias que no podía cambiar era mejor ser prudente. Ya tendría tiempo de actuar.

El que sí le pareció alguien problemático fue el presidiario. Aunque su intento de parecer un tipo duro había fracasado, a Kutner desde luego no le dió ganas de reírse; conocía demasiado bien a ese tipo de sujetos como para que le hicieran gracia. Desafiaban la autoridad simplemente porque era la autoridad, con independencia de que fuera justa o injusta; y podían llegar a ser peligrosos si se les daba la ocasión. Kutner se dijo que no le quitaría ojo.

Las confesiones de sus compañeros de desdichas no impresionaron a Kutner, quien ya había tenido que ver suficientes muertes como para que pudieran conmoverle; salvo en los casos de Caroline y Amelia. A la primera le tendió la mano para ayudarla a levantarse; y dirigió una mirada de compasión a la segunda. La sola idea de que Lucy pudiera estar enganchada a la heroína en algún lugar...

Sin saber aún qué era "la cosecha" o "el registro", Kutner se limitó a no ser la nota discordante, y a dar la misma información sobre sí mismo que los demás.

—Kutner — pareció escupir las palabras — Infarto.

Al presentarse casi adoptó una posición de firme, como cuando aún estaba vivo y era policía: y como si "infarto" fuera su empleo, en lugar del de Sargento.

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17/03/2021, 21:02
Doug Gibson

En el rostro del grandullón había una tensión perenne que debía llevar tanto tiempo allí asentada que le había dibujado arrugas en el ceño y en los labios, y sin la cual era difícil imaginarle. Su cabeza era como un gran bloque de mármol a medio tallar, uno trabajado hasta conseguir aquella magnífica representación de la ira, y nada más. Todos sus demás rasgos parecían desdibujados, meros retoques que se amoldaban a la violencia que su mirada prometía: tenía la nariz partida, los ojos pequeños pero muy abiertos, y la mandíbula gigante de un perro de presa. Una barba descuidada le poblaba el mentón, y la cabeza empezaba a quedársele calva. Y si había algo junto a toda esa cólera, eso era determinación.

Ni las armas, ni las risotadas ni la mención de las cadenas hicieron que el grandullón se achicara, y lo único que pareció hacerle mella fue que supieran quien era él y que le llamaran chivato. El insulto invocó un montón de memorias y una única cara, que vio proyectada sobre las quemaduras del cabecilla de aquella panda de maricones, y aunque por un instante pareció que iba a abalanzarse contra él, algo le hizo contenerse. Dedicó un momento a mirar a los mercenarios, otro a los desgraciados que dedujo que caían de su lado, y decidió aplazar el baile para más adelante.

Si estás muerto, eso significa… significa que… joder, no sé qué cojones significa. Aguanta, cabrón. Usa el coco. Ten sangre fría.  

Apretó los dientes, abrió las manos y mostró las dos palmas a la pareja que se le había plantado delante, en un gesto que pretendía resultar inofensivo pero que parecía imposible, por ser quien era. Entonces sonrió. Ma siempre decía que tenía una sonrisa muy bonita, y que tenía que sonreír más.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Gasto 1 de FV para un total de 5 éxitos, ja! 

Edit: corregida una errata 

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18/03/2021, 00:33
Leah Veilchenduft

Cada segundo que transcurre hace más real esa pesadilla que estoy viviendo, y vaya si lo es, no tengo ninguna duda. Nada parece cambiar, sigo estando en un lugar que poco a poco va haciendo que me estremezca más y más, esa sensación de miedo esta cambiando a una más parecida al terror. Sin darme cuenta, he comenzado a temblar e incluso creo que pronto empezaré a castañetear. No quiero que se den cuenta. Miro a la distinta gente que me rodea y empiezo a darme cuenta de nuevos detalles que antes me habían pasado desapercibidos, seguramente por la sobredosis de estímulos que estaba recibiendo, y a los que poco a poco me he ido acostumbrando, pero eso no acaba con la tensión que siento atenazarme el pecho.

La clara evidencia de que esto no es el paraíso, hace que la mire por un instante antes de agachar la mirada, asustada. Claro que no lo es. No paro de preguntarme qué he hecho para acabar en un sitio así, porque sé que es real, demasiado real. Puedo empezar a admitir que estoy muerta, ¿realmente puedo?

Sus risas son dolorosas, se ríen de mi propio final. Ahí de pie, me doy cuenta de que ellos saben perfectamente quienes somos, pero ni siquiera conocen el motivo de mi muerte, nadie parece saberlo. Me llevo una mano a la frente, intentando recordar lo que había hecho y nada; todo estaba oscuro y había voces, pero nada parece revelarme la verdad sobre lo ocurrido. ¿Qué pensaran mis padres? ¿Y mis hermanos? Recuerdo haber quedado para este fin de semana y ahora ni siquiera sé si ese día ha llegado realmente.

Cuesta creer que se ha muerto, no parece real y sí lo parece. Es extraño. Ahora nada parece tener sentido, solo que estoy aquí, sola, pero rodeada de gente. Los miro de reojo, no quiero llamar la atención de nadie. El tío enorme era un recluso, y eso me lleva a hacerme la siguiente pregunta: ¿Por qué hemos acabado en el mismo sitio? No creo merecer estar aquí, algo tiene que haber salido mal y este no es el sitio que me tocaría. Y aunque pueda estar en lo cierto, no me soluciona absolutamente nada. ¿A quién me voy a quejar?

Entonces mientras la conversación sigue transcurriendo al margen de mis pensamientos, hay algunas palabras que sí atraen me atención: «cosecha» y «útil». Para esta gente que parece de todo menos agradable, no lo soy y eso me causa verdadero pavor.

«¿Qué van a hacernos?», me pregunto, sintiendo como un helado escalofrío recorre mi cuerpo. Casi no me doy cuenta y los veo venir hacia a mí, retrocedo rápidamente, no quiero que se me acerquen no quiero que me toquen. Justo ahí me doy cuenta de algo, como si fuera un destello en mi memoria, conozco ese hospital o más bien se parece mucho al Guy’s Hospital.

«¿Se supone que he salido de ahí?», pero eso no es importante, lo que necesito es alejarme de toda esta gente y estar verdaderamente sola, y no solo sentir que lo estoy.

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18/03/2021, 12:38
Peter White

Lástima, eso fue lo primero que sintió Peter tras el torpe intento del presidiario por imponerse antes sus captores. Lo más lógico habría sido que los mercenarios le dieran una paliza, tal como habían golpeado a la mujer que les plantó cara en primer lugar. Pero no ocurrió así, y al verlo allí, tan grande y fuerte, intentando parecer duro pero sin conseguir nada más que el descojono general, sintió pena por él… Por algún motivo que no alcanzaba a comprender esa emoción se sintió más fuerte que el temor inicial. No pudo evitar pensar en su exmujer y en cómo la había fallado, en cómo la había perdido. Se preguntó si ya sabría que había fallecido, si lo sabría su hija…

Las risas le sacaron de sus pensamientos y sintió el impulso de reír él también. Era extraño, como si esa emoción le atrajera, como si su alma anhelara la alegría, casi le pareció que podía alimentarse de ella de algún modo, casi... Sin embargo se contuvo, estaba claro que se encontraba del lado equivocado, aunque no pudo evitar esbozar una leve sonrisa.

– Me llamo Peter White y también he muerto de sobredosis – dijo al fin, mirando a la punky – Aunque no sabría decir de qué exactamente, la verdad… – y era cierto, pues esa noche se había metido de todo.

Luego se fijó en la mujer que habían golpeado, en cómo había quedado su mandíbula, en la cara quemada del líder, en las heridas que se podían ver a través del mono agujereado del presidiario allí donde había recibido las puñaladas, y eso le dio escalofríos. Le recordó a una película, ¿cómo se llamaba?, era una en la que dos mujeres conseguían el elixir de la inmortalidad pero no podían sanar los daños en sus cuerpos. Temió que lo mismo pudiera pasarle a él…

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19/03/2021, 23:36
Narración

Caroline se levantó con la ayuda de Eric, y musitó un "gracias" débil pero sincero, mientras se incorporó y caminó hacia donde le indicaba su escolta.

Las dos últimas respuestas -la de Eric y la de Peter- parecen disolver un poco la tensión, ayudada por la sorpresiva cooperación de Doug. Con un asentimiento y un gesto, el grupo comienza a caminar, mientras el líder dialoga a distancia prudencial con otros de los mercenarios.

El ambiente general es bastante más tranquilo, a pesar de que estáis siendo escoltados por hombres y mujeres armados. En algún momento alguien delante de vosotros grita —¡Muertos caminando!*— en aire jocoso, pero recibe prontamente un codazo entre las costillas de un compañero, a lo que responde reflexivamente un "lo siento" que borra la sonrisa de su rostro relativamente pronto. Todos parecen andar en grupos de a dos o de a tres, conversar entre ellos, y en algunas ocasiones, intercambiar miradas con vosotros, sonreír y en una o dos oportunidades, intercambiar entre ellos pequeños objetos de forma irregular.

El paisaje a vuestro alrededor es una mezcla entre apocalíptico y lúgubre. El pavimento parece agrietado y gastado, los postes de la luz parecen torcidos y sus superficies lucen oxidadas, incluso la luz eléctrica tiene un toque blanco y motercino que se intercala con algunos parpadeos seguidos de un desagradable chisporroteo eléctrico. Lo único que parece mantener cierta vitalidad son los árboles del parque que comenzáis a dejar atrás mientras camináis hacia la estación del London Bridge. de cierta forma pareciera que no han sido tocados por el envejecimiento general. Los anuncios y señales de la estación de tren desde afuera son apenas legibles y los vidrios están sucios.  Las paredes muestran grietas y toda la estructura parece a punto de derrumbarse y ceder en cualquier instante; una impresión que se fortalece con los rugidos lejanos de la tormenta que parece estar a punto de desatarse sobre la ciudad desde los gruesos y amenazantes nubarrones que cubren el cielo. Y parecía que iba a hacer tan buen día...

Entonces notáis como un vagabundo aparece por la calle caminando en dirección opuesta a vosotros, tambaleándose y oliendo de alcohol... y sin embargo hay algo irreal en él, algo luminoso y más vital que todo el grupo de mercenarios y ex-pacientes del hospital. Ese hombre andrajoso, con la barba desaliñada y el rostro sucio, con un gorro de lana incompleto y un olor a vino viejo, parece más vital que vosotros. Sus ojos apagados ni siquiera parecen notaros o notar a vuestro grupo, sino que continúa moviéndose en dirección al parque**.

Uno de los mercenarios enmascarados cerca de vosotros comenta —Ni lo penséis. Los Rápidos no pueden veros— dice en voz baja. El anciano camina tranquilo, observando todo con sinceridad y parsimonia. La punk sólo camina, abrazándose a sí misma con fuerza, mirando en todas direcciones y recalibrando su distancia de cualquiera de sus escoltas armados si llegase a aproximarse de más. Caroline camina muy cerca a Eric, su herida tiene mejor aspecto, pero no dice nada y parece estar sumida en una congoja profunda.

Notas de juego

* Es un chiste con la expresión Dead men walking, que se usa para referirse a veces a los prisioneros a punto de ser ejecutados y que traduce eso literalmente.

** Podéis intentar concentraros en el vagabundo. Podéis concentraros en su aspecto vital y hacer una tirada de Percepción+Empatía a dificultad 5 o podéis concentraros en su desagradable presencia y hacer una tirada de Percepción+Consciencia a dificultad 5, ambas ocultas por ser de percepción. Os dejaré entre turnos el resultado de vuestra tirada. También podéis pasar del tío y en ese caso, ¿no os da algo de penica?

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19/03/2021, 23:59
Frank

—¿No ha estado tan mal, eh?— dice otro mercenario cerca. De los que no tienen máscaras. Es un hombre de complexión regordeta, mejillas redondas, con el cabello corto y unos ojos pequeños. Sonríe nerviosamente y ha comentado cerca de Leah y Doug, quienes están ligeramente adelantados. No es muy alto, porta un kevlar raído que parece hecho para alguien dos tallas mayor encima de lo que parece una camisa. Al cinto lleva un machete y cuando habla parece no poder evitar mover sus manos —Es difícil acostumbrarse a todo una vez os siegan. A algunos les cuesta más y bueno... hay cosas peores, ¿sabéis?— dice mientras mira hacia el lado. Una mujer seria con el cabello recorrido en una coleta camina a su lado. Se podría decir que la mujer tendría un rostro atractivo, de exhibir algunos moretones y raspaduras que parecen recientes. Su figura es delgada y está oculta debajo de una placa metálica que os hace recordar una armadura anticuada. Lleva un arma de filo al cinto y una mano sobre la empuñadora de la misma, dando la impresión de estar más lista que su compañero a usarla.

—Yo morí en uno de los bombardeos del blitz— dice, señalando su pecho con el pulgar. —Estaba acojonado, un jodido caos, caían bombas por todos lados todavía. Leto murió... bueno— dice y parece referirse a su compañera. La mujer lanza una mirada de reojo a vuestro conversador amigo. —Violencia doméstica. Antes no se hablaba tanto de eso... claro. También le costó, ya sabéis, la transición.— guarda un silencio cómplice —Mi punto es, podría haber sido peor— dice con una sonrisa algo ingenua en el rostro.

Notas de juego

Estáis todos suficientemente juntos como para escucharlo y para hablar entre vosotros, lo cuál podéis hacer cuánto queráis hasta la próxima actualización.