Partida Rol por web

-¿Yo? ¿Elegiros?

Raptor comenzó a reir de nuevo, estruendosamente.

-No ratoncito, no... Yo no elegí a nadie. Yo estaba tratando de entrar en esta isla, suponiendo que la barrera que creó Galael sería más débil por el aire... No, no lo era. No pude entrar. Pero me resulta divertido que vosotros lo consiguiérais, y derrotando al bufón, me permitiérais el paso al interior de la isla, al debilitar la barrera.

El demonio hizo una especie de reverencia, y se posó en el suelo. Las calaveras en llamas gimoteaban a su lado, como almas en pena.

Y ahora, mis pequeños juguetes. ¿Me entregaréis el Flauros?

El convocador apretó la mano de la muchacha a modo de agradecimiento y le sonrió con dulzura. Aquello sería más que suficiente, notaba como recuperaba las fuerzas y se sentía rejuvenecido. Pero, antes de que pudiera hacer nada, sintió una punzada en su corazón.

Aaron dio un paso atrás, con los ojos abiertos, el libro apretado contra su pecho y la más viva expresión del terror dibujada en su rostro. Aquello era demasiado para él, no podía hacer frente a eso. ¡Ninguno iba a salir con vida de allí!

Con las piernas temblorosas dio otro paso atrás, casi pegándose a la pared. Tenían que salir de allí, tenían que huir y dejar el Flauros. Más poderoso que Galael, más antiguo, más mortal…

El joven convocador cerró los ojos e inspiró hondo. Una vez, dos veces, tres…

Aquel miedo irracional no desaparecía, y menos la sensación de ser una hormiga a los pies de un gigante, pero nadie más parecía tener miedo, todos estaban luchando por lo que creían y junto a quien querían. Todos habían decidido seguir adelante, aun a sabiendas de que el camino no sería nada fácil.

Nadie se había rendido. ¿Lo iba a hacer él?

Sin dejar de temblar y mirando a Raptor con la cabeza gacha volvió a situarse junto a Quint, esperando su respuesta. Sólo podía pensar en huir, lejos, muy lejos de allí, pero no iba a hacerlo.

No podía hacerlo.

Faliar miró extrañado a Raptor

- ¿Bufón? ¿Tu también le llamas así?

-Bufón... ¿que otra cosa es si no?

No es más que un antiguo siervo de mi amo, hinchado de aires de grandeza que quiso hacerse fuerte en este lugar. Le salía bien... hasta hoy. Así que, como vosotros le habéis derrotado, mi misión ha cambiado. Tengo que llevarle el Flauros a mi señor, y... como comprenderéis, se sentirá muy enojado si no se lo entrego.

Comenzó a caminar hacia el grupo. Bueno... caminar era una palabra un poco laxa, pues más bien se dedicaba a desplazarse levitando a nivel del suelo. Pero, aún así, movía las piernas.

Así que, creo que os he ofrecido un trato justo. Si me lo entregáis... una muerte rápida, indolora. Si no...

Sonrió y enseñó su boca llena de dientes afilados.

...pues empezará la diversión.

¿Quién... quién eres tú? ¡Y por qué quieres el artefacto! La isla no se ha salvado aún, ¡Seline lo necesita.

EL corazón de Catherine latía acelerado. Treméndamente acelerado. Casi podía escucharse a kilómetros de distancia, pues su estado era de total nerviosismo. Pero... no causado por la terrorífica figura de Raptor, sino más bien, por la urgencia de salvar a sus convecinos. 

Cuando todo parecía que se solucionaba, un nuevo escollo, mucho más difícil de saltar que el anterior aparecía ante ellos. No conocía a ese ser, pero por lo que se desprendía de los comentarios de sus compañeros, ellos sí. Y... no le tenían mucho aprecio.

Muy bien, lucharía con su vida para defender la isla. Lucharía, y moriría si era preciso. Todo por Corvinus.

Todo por Scott.

Xerine bufó

Da igual que os vistáis de nobles pomposos o de gordos retorcidos. Un bufón es un bufón, y ningún disfraz puede arreglar eso Hizo una pausa, y sonrió de forma provocadora Y eso es justo lo que veo en frente de mí: Un bufón con aspiraciones de rey

Comenzó a andar, haciendo un gesto al resto para que la acompañara. Cuanto más terreno ganaran antes de comenzar la pelea, más rápido pondrían las contraseñas y bajaría la escalera

Has perdido el elemento sorpresa debido a tu "aparición estelar". Puede que seas poderoso, pero eso no cambia que tengas un gran defecto: La arrogancia

Basta de charlas

Frunció el ceño, y preparó sus dos dagas

Faliar comprendió perfectamente las intenciones de Xerine. Quería convertirse en el foco de atención de esa cosa. 

No podía permitir que la música afrontase sola ese peligro. Era más que capaz de combatir, ya lo había demostrado. Pero no aguantaría mucho contra Raptor; esa criatura estaba hecha de otra pasta. Sin decir nada, se colocó junto a Xerine con el escudo preparado.

¿Quien lo diría? En el momento en el que se conocieron, nada le hacía pensar que acabaría así, levantando su escudo para protegerla. 

Aaron apretó aún más el libro contra su pecho y miró a su izquierda y a su derecha, asustado. Xerine había avanzado y Faliar iba detrás. No le quedaba tiempo para actuar pero tenía tanto miedo…

¡No! ¡No vas a huir! Suficiente daño has hecho ya…

-Quint-Empezó, sin dejar de temblar-Yo pondré los nombres en la columna, mientras vosotros-Tragó saliva-protegedme. Soy el único que no puede luchas así que no perderéis la oportunidad de darle un golpe a esa cosa.

Mirando a Raptor con la cabeza baja notó un arrebato de terror que le incitó a salir corriendo de allí. A duras penas consiguió controlarse pero Aaron no había dejado de temblar ni un momento. Aquella situación se le estaba haciendo muy cuesta arriba…

¿Un bufón con aspiraciones de rey?

Oh... querida, no podrías estar más equivocada. No tengo ninguna aspiración de rey, solo cumplo órdenes de mi amo. 

Y... como ya he dicho, mi amo quiere el artefacto, y no voy a irme sin él. Y, la verdad es que ya me estoy cansando de vosotros. Así que tenéis 10 segundos para darme el artefacto, antes de que os destroce.

10...

El puño de Quint se aferró con fuerza a la ballesta al contemplar la fuente de la luz.

¡Él! ¡Está aquí!

Durante un segundo, sus ojos rojos se oscurecieron de ira mientras miraba fíjamente a Raptor. Había estado buscando la pista de ese demonio desde que despertó en la playa, sin éxito, y ahora se encontraba frente a él cara a cara. Era hora de su revancha, de terminar lo que había empezado días atrás. Hora de acabar su misión.

Ajeno a sus compañero y todo lo que pasaba a su alrededor, Quint aferró con fuerza el Flauros en su mano izquierda y quitó el seguro de su ballesta que llevaba en la derecha. Lentamente, mientras grababa en su mente cada pequeño detalle de la habitación en la que se encontraban y escuchaba de fondo la conversación que tenía lugar, fue avanzando poco a poco por el lateral de la catedral. La adrenalina le había hecho olvidar el dolor de sus heridas, y las ansias de combate le hacían ignorar el miedo, volviéndole temerario e imprudente.

Aaron se acercó hasta él y le dijo algo, pero el chico no tenía ojos ni oidos para nada más que su objetivo en ese momento. Despachándole de un gesto vago y ambiguo con la cabeza, siguió avanzando en solitario hasta que súbitamente se detuvo. Su semblante, impasible, y sus ojos quitos y sin un solo parpadeo le daban un aspecto siniestro, casi tenebroso.

-Y... -Decía el demonio mientras Quint levantaba su ballesta y apuntaba, usando su antebrazo izquierdo como soporte para fijar mejor el blanco.- como ya he dicho, mi amo quiere el artefacto, y no voy a irme sin él. Y, la verdad es que ya me estoy cansando de vosotros. Así que tenéis 10 segundos para darme el artefacto, antes de que os destroce.

10...

9...

8...

7...

Los ojos de Quint comenzaron a llenarse de un color negro, sobrenatural, mientras seguía a Raptor con el arma. Su virote, también comenzó a perder brillo.

6...

5...

4...

Quint interrumpió la cuenta atrás.

-¡Te sobran tres, demonio!

Raptor se abalanzó contra Quint cuando le apuntó con la ballesta. Además, al ser el poseedor del Flauros era el principal objetivo del demonio. Voló raso, raspando el suelo con sus garras y levantando chispas rubíes mientras soltaba carcajadas sonoras. Pero, al acercarse a Quint...

El cuerpo del demonio empezó a consumirse, se levantaban esquirlas de su piel y un halo negro apareció en su cuerpo. Raptor se topó con el suelo, cayendo de rodillas. Sin embargo, volvió a chillar.

-¡Esto... no es suficiente... para destruirme!

Y volviendo a levantar el vuelo, pero esta vez mucho más despacio, se lanzó contra Quint. La ballesta restalló, y el virote voló hasta raptor. Pero, con un giro de su cuerpo, haciendo un tirabuzón esquivó el ataque. El golpe dolió, dolió mucho. Y una rosa de sangre brotó en el lugar del impacto.

Había dolido, y mucho, pero el Flauros continuaba en las manos de Quint, y parecía brillar al lado del demonio.

Nahia al ver el estado de pavor que inundaba a Aaron decidió ser ella miasma la que hiciese ese trabajo tal y como Xerine les había sugerido antes a ella y a Catherine. Comenzó a correr hacía la columna central  y justo en se momento vio como Raptor alcanzaba a Quint. 

Los ojos de la joven se abrieron estupefactos mientras continuaba corriendo, si,era cierto quizás alguno moriría en aquella batalla. Xerine se lo había avisado y ella había tratado de asimilarlo, pero no él y no en ese momento cuando ya casi todo estaba hecho. Sólo una batalla más... Mientras avanzaba hacía su objetivo intentó tocar la flauta con la imagen de aquel joven de ojos rojos en la cabeza. Quería sálvarle, debía sálvarle. Pero entre el la agitación tanto exterior como interior que experimentaba, no era capaz de colocar el instrumento correctamente bajo sus labios y sus dedos no respondían como sabían, ágiles y precisas.  Se sintió decepcionada. Pero confiaba en que Cath le ayudaría, ella era mucho mejor maga y estaba más próxima a él.

-Cath sálvale, por favor sálvale....

Genial, a Quint le había dado un ataque de bravuconería. ¿Es que pensaba matarlos a todos? Se aproximó hacia donde estaba Quint, tratando de eliminar la atención de Raptor sobre él.

- ¡Quint! ¿Que estás haciendo? ¡Aléjate de esa cosa o harás que nos maten a todos! ¡Es demasiado poderoso!

Catherine salió corriendo tras Nahia. Tenían que poner las contraseñas en la columna para que las escaleras bajaran, y siempre sería más fácil si había dos intentándolo, que si sólo había una. Dios no lo quisiera, pero si aquel ser atacaba a una de ellas, la otra podría llegar hasta allí igualmente, y abrir el camino hasta Seline. 

Si ese ser era tan poderoso, era su única oportunidad.

Correr. Correr como el viento.

Aunque, mientras tanto, iba susurrando una canción, con la que trataba de atraer la magia hasta ella.

El golpe de Raptor hizo que Quint retrocediera. El corte que habían hecho sus garras a traves de la cota de cuero era profundo, pero nada que no puediera curarse por sí solo. Sin embargo, la fuerza del impacto consiguió desequilibrarle y por poco no le tiró al suelo.

La ballesta de Quint se escapó de sus manos y cayó al suelo a sus pies, y , a pesar de eso, su rostro mostraba una siniestra media sonrisa.

-Agh... -Dijo mientras escupía una flema sanguinolenta.- La última vez que nos vimos casi me matas con un golpe como este... Diría... Que te has vuelto más débil... Monstruo... ¿Me equivoco?

Idiota arrogante, pozo de ineptitud, parodia de soldado mal entrenado... A Ghost Note se le ocurrían muchos apelativos para definir a Quint, pero todos se podían resumir en una sola palabra: Imbécil. Le habían ofrecido protección. De hecho, no habría tenido más que ir detrás suya, con el Flauros en la mano, mientras ellos recibían los golpes. Había confiado en el chico sabría lo que hacer

Grave error

Haciendo gala de una inteligencia bastante limitada, el cazabrujas había decidido tomarse la venganza por su mano, con actitud de perdonavidas, para más inri. Pasar el Flauros de mano a mano les quitaría unos segundos valiosos, y eso si el rubio decidía cederlo. A Xerine casi le hizo gracia la situación: Ponerse a discutir allí, en medio de la iglesia, con un ser tan oscuro como la propia noche atacándoles... Sí, eso sería ya lo último. Aunque, visto lo visto, no le extrañaría

La previa confianza que había sentido en sus compañeros durante el combate con Galael había muerto. Quedaba un resquicio, una leve semilla enraizada en su interior que podría llegar a ser olvidad o a dar sus frutos, en el futuro. Pero en aquellos momentos, lo único que sentía la música era decepción. Decepción, y una ligera dosis de rabia. Si no fuera por la situación, hasta se habría replanteado la posibilidad de degollar al rubio en ese mismo momento

¡Descerebrado! Dijo Xerine, bastante sorprendida por la decisión de Quint ¡Lánzame el Flauros! ¡Ya!

Su tono no dejaba lugar a réplica

Aaron temblaba de los pies a la cabeza. Aquella situación le resultaba ridícula. Todos luchando, todos esforzándose y él parado, sin saber que hacer.

Nahia y Catherine habían salido corriendo hacia la columna, Xerine le gritaba algo a Quint y éste estaba inmerso en el combate contra Raptor. Faliar también había gritado algo pero Aaron no había podido escucharlo.

Bien, ¿Dónde le dejaba esa situación a él? Si al menos una de las dos mujeres se hubiese quedado como apoyo podría haber ayudado a la otra a poner las contraseñas pero no, habían salido las dos corriendo como si la visión de aquel ser les quemase…cosa que no podía descartar, visto lo visto.

¿Qué podía hacer? ¿Servir de carnaza? ¿Llamar su atención y esperar una muerte segura? ¿Custodiar el Flauros?

…

¿Esconderlo?

A Aaron se le encendió una bombilla en la cabeza. No había tenido tiempo de examinar el libro pero recordaba que había un hechizo para ocultar cosas. Con las manos temblorosas pasó a toda prisa las páginas del libro y, mientras comenzaba a gesticular, gritó algo a los tres guerreros que se enfrentaban contra Raptor.

-¡Esconded el Flauros de su vista! ¡Yo me encargo de lo demás!

Aaron confiaba en que le hubiesen entendido y que eso sirviese para algo.

Faliar había visto como Raptor de repente se debilitaba al acercarse a Quint. Al principio pensó que podía tratarse de la extraña aura que el chico a veces irradiaba para debilitar la magia, pero luego vio brillar el Flauros, y ahí cayó en la cuenta. El cubo debilitaba a las criaturas oscuras, lo ponía en las páginas. Y Raptor era una.

- ¡No! ¡El Flauros le está debilitando! ¡Hay que mantenerlo cerca de él!