Partida Rol por web

Faliar mira durante unos segundos a Xerine con el nuevo vestido. Cierto es que está deslumbrante, pero una mujer como Xerine estaría deslumbrante incluso con un saco de arpillera. Sin importar lo bien o lo mal que le cayera, lo que no se podía negar es que era una auténtica belleza. Luego siguió a sus cerezas.

Quint levantó la vista de su plato para mirar el nuevo vestido de Xerine, pero antes se aseguró de haber terminado con todas las miguitas.

Pero... ¡Qué cosa más aparatosa! ¿Y eso es de buen gusto? Apuesto a que no puede ni saltar sin caerse de culo...

Después continuó la conversación que habían dejado de lado con la reincorporación de la chica.

-Pues el pueblo no está mal, parece un lugar tranquilo y humilde para vivir. Sin embargo, a pesar de la fiesta de ayer no he podido notar que los aldeanos parecen tristes. Desprimidos, diría yo. Algunos incluso reaccionan hostilmente cuando se les pregunta algo. Y no he parado de preguntarme... ¿Por qué permanece cerrada la iglesia? ¿Acaso no sois cristianos en esta isla?

 Ante las palabras de Aaron, Xerine se obligó a mirarle a la cara por primera vez desde lo ocurrido. La sonrisa, si bien no se borró de su cara, si que pareció congelarse, como si la máscara que recubría el rostro de la joven se crispara ante la voz del chico

No es nada. Gracias por el cumplido

 Cavalcanti cambió de expresión cuando se mencionó la iglesia, una máscara de pesadumbre cubrió su rostro, y su voz ahora un poco más grave sentenció:

-No es que no seamos Cristianos. Pero desde que murió el cura la iglesia ha permanecido cerrada, el Padre Scott era un hombre apreciado en la aldea y parece que no habrá nadie que le sustituya. Supongo que tendremos que esperar a que en el siguiente barco llegue alguien destinado por la propia iglesia para cubrir la vacante. Pero hasta entonces, y por rendir pésame al fallecido Scott, no suele estar muy transitada.

Limpiándose las comisuras de los labios con una servilleta, continuó:

-Esta comida ha estado de muerte. Espero que lo hayan pasado tan bien como yo. La verdad es que me gusta conocer a la población de la aldea. Además, vuestra llegada fue un suceso realmente inesperado.

El marqués se levantó lentamente, y antes de despedir a sus invitados, dijo:

-Creo que no les dejaré pasar a la biblioteca. La verdad es que no me atrevo a dejar entrar a Aaron en ella. No se lo tomen a mal. Así que, si han terminado de comer... ¿Tienen alguna pregunta que les gustaría hacerme antes de irse?

Al ver que su anfitrión se levantaba de la mesa, Quint apuró sus copas de vino y fue a limpiarse con las servilleta como había visto hacer al marqués. Sin embargo, su servilleta estaba hecha un asco tras haberse limpiado con ella la grasa del cochinillo, pero vió a su lado que su compañero no había usado la suya. Con un discreto movimiento se la adjudicó y se limpió con ella. Luego se puso en pié.

-La verdad es que todo estaba riquísimo. Al menos lo que he podido probar. ¡Dudo que pueda comer en un par de horas! Jaja.

-Y yo sí tenía una petición, aunque puede sonar un poco egoísta tras haber sido invitado a comer a tu casa y a vivir en tu isla. Verá, señor marqués... Todas mis pertenencias se perdieron con el accidente de nuestra nave, y solo me quedé con lo puesto. Hecho de menos mis objetos perdidos -un brillo melancólico se apoderó de los ojos de Quint al recordar su vieja daga. Snif, fuiste una excelente compañera, nunca te olvidaré-, pero ahora mismo lo que más me preocupa es la falta de ropa y dinero que tengo. Ésta es mi única muda limpia y mi capital apenas asciende a un par de monedas con las que la posadera se quedará en un par de días. 

-Ya que me voy a quedar a vivir en la isla por un tiempo y quiero entrar a tu servicio... -Quint hizo un esfuerzo para recordar cómo se pedían las cosas a los nobles- ¿Podría prestarme unas monedas y algo de ropa para estos días? Prometo devolverle el favor algún día.

 Inadvertida, como de costumbre, entro tras Emil y Xerine y vuelvo a sentarme en mi silla. Mientras los demás se dedican al parloteo, yo, que llevo sin probar bocado desde el dirigible, aprovecho para ponerme hasta las cejas, pues ya lo dice el refrán, "Bien bebido, bien comido y bien jodido: bien vivido", además, no se cuándo será la próxima vez que pueda darme estos lujos. 

 -Mi señor marqués, le repito, no deseo mas que permanecer a vuestro servicio, aun que si me permite la licencia... podría decirme por que siempre pare que va llover.

 El marqués, con una sonrisa en la cara respondió a Quint primero:

-Si vas a trabajar para mí, lo consideraré como un pago adelantado. Que, si no te importa, tendrás que recuperar. Pero déjame decirte que no conozco tus "habilidades", ni por qué te contrataban otros nobles. Con tanto secretismo no vas a conseguir rascar mi bolsillo. Dame algún dato, demuéstrame habilidades... algo. Algo que me dé qué pensar.

Atendió después a Dieter.

La verdad es que no tengo datos sobre ese fenómeno. Créeme que me encantaría saberlo, pero es cierto, tiene razón. El clima es bastante extraño últimamente.

 Tus oídos pitan cuando el marqués dice sus palabras. No sabes en qué, pero algo de lo que ha dicho no era verdad. Quizá si sepa quién es Quint, y para quién ha trabajado y cuales son sus habilidades... o quizá si sepa el porqué de la tormenta, o las dos cosas. Pero no sabrías asegurar cual de todas las posibilidades es cierta.

Quint se llevó la mano a la cabeza, ocmo si acabara de darse cuenta de algo muy importante.

-¡Cierto! Se me olvidó mencionar ese dato. Soy lo que se llama un "hombre para todo"-Quint levanta una mano y comienza a numerar con los dedos-. He sido contratado como guardaespaldas durante viajes, guardia de mansión, soldado, instructor de combate para ricos burgueses, emisario entre nobles enemistados -sigue con la otra mano-, acompañante para damas cuando estas salían solas, vigilante para hijos con más de un secreto, espía e incluso matón para saldar asuntos turbios. Por las dos últimas es por lo que no todos mis clientes reconocen haberme contratado ante cualquiera que lo pregunte.

Y otras cosas que mejor no contar.

-¡Ah! Y también estuve un tiempo al servicio de un sacerdote durante el cual aprendí a dirigir servicios religiosos.

Entre otras cosas.

 Xerine decidió que ya había esperado lo suficiente. Aquella comida había sido un desastre, y sus planes para conseguir la atención del Marqués habían quedado obsoletos. Pero la música sabía reconocer una derrota, y anticiparse al nuevo cambio de escena. Como una buena actriz en medio de una representación, sabía improvisar y adaptarse al guión si la obra se torcía

Señor Marqués... Comentó, con un tono educado y no demasiado alto, intentando evitar que Calvacanti se sintiera abrumado por tanta pregunta y comentario. Una vez Calvacanti le hubo dado permiso para hablar, continuó Verá, me preguntaba si podría visitarle durante los días que pasemos en la isla. Es cierto que Corvinus es un lugar agradable, pero es también obvio que su hogar resulta un lugar mucho más acogedor y de buen gusto que el pueblo. Supongo que tendrá ocupaciones importantes, pero me agradaría poder escuchar sus vivencias y aventuras, las cuales no dudo de que serán fascinantes, y poder contemplar su maravilloso jardín y las impresionantes vistas que ofrece su mansión. Así, además, podría charlar con mi buen amigo Emil Sonríe a Zolt ¿Reconsiderará la posibilidad de abrirme sus puertas algún otro día?

Aaron observaba la escena, él no tenia nada que decir ya, al parecer le habia caido mal al marques...

Si es que estos nobles no saben aceptar bromas... Ni que fuese él el que vaya a limpiar lo que he manchado

a si que espera a que la gente termine de hablar, si no podia ir a la biblioteca ni tener al cuervo, no tenia nada que hace allí.

Faliar no tenia ningún interés en continuar allí; se estaba empezando a agobiar, y el hecho de que al Marqués le gustasen tanto los cuervos solo empeoraba la situación.

- Le agradezco mucho esta magnífica comida, señor Marqués. Realmente he pasado un buen rato. Si desea algo más de mi...

 El marqués se levantó, y se acercó a la puerta, haciendo un claro gesto de que quería que se fueran. Pero, educado, no dijo nada.

-Señorita, pues claro que no me importaría que se pasara cuando quisiera. Al fin y al cabo es la que mejor se ha comportado en la mesa, si me permite el cumplido. Estaré encantado de recibirle, y no solo yo, como sospecho.

En cuanto a ti, joven.- Cavalcanti saca una moneda de oro de su bolsillo.- tenga. Y venga mañana por la tarde, le encargaré algo que hacer. Considérelo un pago por adelantado.

Ahora si me perdonan, tengo asuntos que atender. Por lo que, a riesgo de ser grosero, Albert les acompañará a la puerta.

Al ver como la señorita de la máscara ignoraba las indirectas que lanzaba Guido, decidió ser más directo en su última frase.

Quint toma la moneda y da las gracias al marqués.

-Gracias señor, mañana por la tarde estaré por aquí.

Luego se encamina hacia la puerta siguiendo al mayordomo.

Una moneda de oro... No es mucho, pero por algo se empieza.

Faliar no se hizo de rogar cuando el Marqués les pidió que se marcharan; antes de que el mayordomo empezase a guiarlos hacia la puerta, él ya estaba caminando rápidamente hacia la salida. En parte porque cuanto antes se terminase esa pantomima, mejor. Pero en parte también porque el el Marqués le incomodaba; eso de que le gustasen tanto los cuervos no le parecía una buena señal.

Aaron, al igual que Faliar también caminó ligero hasta la salida, le había caído mal ese "marques" y no quería estar mas tiempo por allí, ya conseguiría lo que tiene que conseguir mas tarde, en otro momento, y al ir cerca de Faliar, le comentó:

-¿Que tal estas? Antes se te ha visto un poco raro,¿Te encuentras bien?

Faliar se giró hacia Aaron, un poco sorprendido por la pregunta. No estaba acostumbrado a que se preocuparan por él.

- No... nada.... Supongo que es consecuencia de la amnesia... A veces me dan mareos

Aunque el muchacho le caía bien, no pensaba revelarle su aversión a los cuervos, al menos de momento. Sería exponer una debilidad suya a los cuatro vientos, y eso no le parecía muy buena idea.

 Ha sido un placer. Pido disculpas (creo que en nombre de todos) si la comida ha sido algo... "atípica"

Antes de salir, se giró para preguntar un último detalle al Marqués

Señor... ¿Podría pedirle un último favor? Quizás es algo precipitado, pero... ¿Podríamos usar el carruaje para volver a Corvinus? El camino de vuelta es algo largo, y, según como está el clima, no sería tan extraño que empezara a llover...