Partida Rol por web

Eran las 10:00 del 15 de Agosto del año 989 después de Cristo, y estaba a punto de suceder un hecho extraordinario. Por orden del Príncipe de Gabriel, Lucrecio ha estado confeccionando un enorme artefacto. Un artefacto que demostrara a todos el grandioso poder de la nación más poderosa de la costa de Comercio. Y no era para menos. Una miriada de observadores, gentes de todas las clases y lugares, han venido hasta Chaville para contemplarlo. Además el gobernador de la cuidad no ha reparado en gastos. Suenan las trompetas, los bombos y los tambores demuestran que no es algo usual.

Pero ¿Cuál es el motivo de la expectación? Una grandiosa Nave se alza en el puerto. Zéppelin lo llaman. Que puede volar, dicen. Sea como sea  allí estaba. Una visión imponente sin duda. "La Dama", como han bautizado al gigantesto transporte, es una visión realmente impresionante. Se trata de un Zeppelin de tres cuerpos unidos entre sí por cuatro largas pasarelas de metal. Toda la estructura está bellamente tallada de un modo tan aerodinámico como ostentoso, que trata de imitar el estilo de los regios navíos del principado. Las dos barcazas laterales están destinadas a los viajeros y camarotes, mientras que en el cuerpo principal se encuentra la bodega de carga y el puente de mando.

A traves del griterío de las centenares de personas reunidas en torno a "La Dama" se abren paso, por el pasillo formado por miembros de la guardia de la ciudad, las afortunadas personas que van a tener el privilegio de ser los pasajeros en el principal viaje de este nuevo medio de transporte. Nadie, entre la multitud, sabe el precio de las entradas, pero lo que está claro es que la mayoría de personas que están observando el suceso, no podrían pagarlo ni con el sueldo de un año. Y entre todo el griterío, entre aquellos afortunados, en la fila que en unos minutos entrará dentro del Zeppelin. 

No está muy claro como aquel grupo de personas puede estar incluido dentro de la fila de afortunados. Un chico vestido casi totalmente de negro, con un pelo platino, y una extraña con el conjunto, bufanda roja está parado, comprobando su repleta mochila. Mientras, cerca suyo, encontramos a una mujer bajita, oculta tras una máscara. No parece un comportamiento común en un noble. Entre ellos está un chico vestido también de negro, con el pelo alborotado y un pequeño pañuelo blanco en el brazo. Pero quien más luce dentro de este extraño grupo es una mujer. Una muy bella mujer, con el pelo recogido con un moño fínamente peinado, y un traje amplio, digno del acto al que están acudiendo. A la sombra de esta mujer se observa a un chiquillo pensativo, oculto tras una túnica verde. Parece que no sabe muy bien donde se encuentra. Tanto griterío debe asustarle.

Los chillidos de la multitud hacen casi imposible el escuchar como, al final de la fila, el revisor va comprobando cada uno de los tickets para poder entrar en el navío.

Faliar observó maravillado la inmensa máquina que tenía delante. Lo cierto es que, en su situación, le sorprendía casi cualquier cosa, pero aquello superaba con creces todas sus expectativas. Desde que encontró ese ticket en su mesilla, se había preguntado como sería ese "zepelín", y si realmente funcionaría o todo se trataba de una broma. A juzgar por la multitud reunida y los viajeros que asistían al viaje inaugural, estaba claro que si era una broma, era una excepcionalmente cara.

Volviendo la vista abajo, se fijó en que no encajaba mucho con el resto de los viajeros. La mayoría parecían ser nobles y oficiales de alto rango; sin embargo, él y un grupo de tipos que iban justo delante desencajaban totalmente en ese panorama. Con su gabardina verde, su escudo y su hacha negros, y su aspecto poco aseado (otra mala noche, para variar), estaba fuera de lugar entre la opulencia y el maquillaje de los nobles. Pero bueno, él tenía un ticket, y esperaba que con eso fuese más que suficiente.

Cuando al fin llegó ante el revisor, le entregó su ticket sin mediar palabra.

 Tras dejar mi caballo en las caballerizas tomo mi mochila de viaje. Y tiket en mano me dirijo hacía el puerto, donde me espera la nueva embarcación del principado de Gabriel. "La Dama", bello nombre para tan magnifica y extraña embarcación, si lo que dicen es cierto, no hay mejor forma para viajar... Si mi maestro viera esto... pero claro, alguien tan listo como el, aunque de mente tan cerrada nunca podría acercarse a este lugar ...

Camino imponente observando a la espectante multitud, y aún grupo de extraños aventureros ( a juzgar por sus ropas). Criados o guarda espaldas de algún poderoso noble. Eso, o gente bastante afortunada...

El revisor acaba de llegar, sustituyendo en su puesto al que anteriormente se encontraba allí, pues ha partido acompañando a los invitados que entraron justo delante de vosotros. Te mira, tratando de contener una mueca de desprecio, pues no esperaba llegar a ver a alguien tan desaliñado.

Coge el ticket y lo lee, parece que todo está en orden.

-Pase y siéntese señor Faliar- dice señalando unas sillas preciosamente decoradas colocadas a ambos lados del pasillo de entrada. Cuando llegue alguno de mis compañero os acompañaré a su mesa.

Haciendo una pequeña reverencia, se da la vuelta esperando a un nuevo pasajero. Pero antes de terminar el movimiento, se vuelve de nuevo hacia ti, y dice:

-Por cierto, señor. Por seguridad, debe entregar sus armas, no se preocupe, estarán esperándole en el camarote.

Aaron no podia estarse quieto de la emoción, estaba deseando montarse en esa cosa, se dió cuenta de que habia de la gente que no iba a motar que miraba con envidia a él y al resto de personas que iban a montar, que en su mayoria eran nobles, a excepción de unos cuantos con unas pintas que destacaban tanto como la suya. Pero esas miradas de envidia solo hacian que se emocionara más.

Cuando, lo que para él fue una eternidad esperando, llegó al guardia que recogia los tikets, le entregó el suyo. Tuvo que buscarse bastante entre la ropa, pues lo habia guardado tan bien para que no se le perdiera que ahora no lo encontraba, cuanto más tardaba en sacarlo, el hombre de los tikets le miraba con una cara cada vez mas seria y de pocos amigos, finalmente, lo encontró y se lo entregó y a pesar de que estaba arrugado estaba en buenas condiciones.

 No es que Xerine fuera una joven fácilmente impresionable. De hecho, se podría considerar que pocas cosas en su vida le habían dejado sin palabras, pero, sin duda, la visión de la Dama era una de estas. Imponiéndose en medio de la plaza, alzándose contra el viento y las cuerdas que aún la anclaban al suelo, el titán dormía, expectante, preparado para el momento en que su cuerpo de metal y lona, de madera y esfuerzo humano, se alzara hacia los cielos. El murmullo era más bien un griterío, y el griterío era ensordecedor. La joven sentía multitud de miradas clavadas en su persona, miradas de aquellos que se quedaban en tierra, que solo podrían soñar con las maravillas que los afortunados pasajeros del Zeppelin iban a poder contemplar. Y, en medio, separados por los guardias, como una comitiva real, la fila de los afortunados, aquellos que tendrían el honor de tripular los vientos, de surcar las nubes, de llegar a donde muy pocos habían llegado

Claro que, de forma algo improbable, resultaba que la fila no contenía al tipo de personas que se suponía que debía contener. Y no es que a Xerine le incomodaran o sorprendieran comportamientos o ropajes excéntricos y misteriosos, como por ejemplo, los de la mujer de la máscara, pero si que le parecía divertido ver a personas que, por supuesto, no deberían ser nobles, ni siquiera comerciantes, disfrutando de tal honor. Honor que probablemente no apreciarían. ¿La razón de tanto pueblo llano entre la élite? Sorteos, probablemente. O recompensas por favores, quién sabe. Con lo que costaban esos billetes, seguro que no podrían habérselo costeado. Al igual que ella. Por suerte, Albuin se encontraba a su lado, charlando con su mujer. Su mecenas era una verdadera "fuente de inspiración", sobre todo en el terreno económico. Cada vez que se acordaba, la chica volvía a dar gracias por su suerte

Y entonces, la fila comenzó a avanzar, y Xerine hizo lo propio. No era buena idea quedarse embobada con la magnífica vista. De hecho, su perplejidad duró apenas unos segundos, y pasó desapercibida. Albuin la preguntó que opinaba. Ella se limitó a dirigirle una fría sonrisa, musitando una palabra queda y casi murmurada "Bellísimo". Albuin sonrío satisfecho, y luego volvió a centrarse en su esposa, no sin antes dedicar un guiño disimulado a Xerine. Esta no mudó su expresión. No estaba de humor para juegos, y menos con la esposa delante. Apretó el papel de Guêpe en su mano izquierda, y luego dio un paso adelante. No debía olvidar su verdadero objetivo. El  concierto era importante, sí, pero Arkángel era un lugar demasiado grande como para obtener lo que deseaba, y volver airosa. Quizás Guêpe estuviera satisfecho tras su éxito, y decidiera enseñarla algo más... O no. Igualmente, aún quedaba mucho. Mejor limitarse a disfrutar del viaje

Sujetando con fuerza el estuche del violín en su mano derecha, y vigilando su bolso en el brazo izquierdo, subió por la pasarela. No llevaba armas, así que supuso que la dejarían pasar sin problemas

Maldición, mira a lo que me han llevado mis malas costumbres... ¡No me jodas que esa cosa va a volar! No, no, no y no. Si el hombre estubiera destinado a volar, tendría alas. Si no fuera por esa maldita orden de búsqueda que han puesto sobre mí... ¿No ha durado ya una semana? ¿Cuánto más piensan estar buscándome?

Eso era más o menos lo que pasaba por la cabeza del joven hombre que revisaba sus bolsas una y otra vez. Todo el mundo disfrutaba de la visión de la magnífica máquina voladora, pero para un hombre de pueblo como era él, lo primero era mantener la cabeza sobre los hombros. Y aun que no le gustase la idea de volar, parece que esta vez era su única salida.

Mirando asombrado al nuevo invitado, parpadeo un par de veces. No vestía como todos los demás, pero parece que en un pequeño grupito, a partir de ahora, tenían todos una pinta muy parecida. No es que fueran iguales... es que todos desentonaban.

-Buenos días caballero. ¿Su tícket por favor?

Hasta ahora, el revisor solo se había sentido molesto al tener que atender a semejante grupo de invitados. Su estado de humor durante ese día cambiaría a partir del mismo momento en que conoció a Quint. Con un rápido movimiento, el bello hombre de cabellos color platino, que llevaba recogido en dos largas trenzas, le arreó un fuerte puñetazo en el estómago que le hizo caer de rodillas.

-¡NO ME MOLESTES, BASURA! ¡¿No ves que estoy ocupado?!-La persona a la que observaba se perdió entre la multitud en ese momento. Jo, que pena, lo perdí de vista...- Vale, ahora no estoy ocupado. ¿Qué querías? Ah, si. Lo de todos, ¿no? ¿No te cansas de repetir lo mismo? -Quint puso voz aguda de falsete e imitó al revisor- Ticket, armas, bienvenido. Ticket, armas, bienvenido.

Metió la mano en una de las bolsas que llevaba en el cinturón y con un gesto de desprecio le tiró el ticket al revisor, que seguía en el suelo.

-Ahí tienes tu papelote. Armas no llevo, y si no me crees y osas ponerme un dedo encima me quejaré a tu superior, maldito montón de mierda.

Y diciendo esto fue a embarcar, pero en el último momento se dió la vuelta, y con una sonrisa de oreja a oreja le dijo al revisor:

-Ah, y que usted también tenga un buen día. Fue un placer conocerle.

Casi lo olvido: no tengo que olvidarme de ser educado, o destacaré demasiado entre el pasaje.

 Xerine se fijó en el hombre que acababa de armar algo de revuelo. Ojos rojos, pelo rubio, mirada arrogante. Una persona nada común, desde luego, y poco apropiado para un viaje como ese. Se detuvo para observar la vergonzante escena, mientras esperaba que los guardias vinieran a "amonestarle" por tal comportamiento. Quizás tendría algo de diversión antes de subir, al fin y al cabo. En un Zeppelin como ese, la seguridad debía de ser algo primordial, y con todos los peces gordos que había alrededor, la guardia de Gabriel caería muy bajo si permitía que algo así quedara indemne. El espectáculo estaba asegurado

Tres o cuatro lugares delante de mi en la cola iba un maleducado al parecer. No parece que este viaje vaya a estar exento de problemas ni que vaya a resultar aburrido. En medio de la fila veo el gentío que aclama a cuantos suben al artilugio, incluido el imbécil que acaba de entrar. Avanzo un par de pasos, y otro, y otro. Esto parece la entrada de un matadero pero en fin, pronto acabará. Sólo espero que este cacharro no sea demasiado ruidoso.

LLego hasta el revisor con el billete ya en la mano y sin darle tiempo a hablar se lo entrego y avanzo hacia el interior de la misteriosa máquina.

Mientras el pobre soldado, admitido pocos días antes en la guardia del Zeppelin se acerca para recoger el armamento de Faliar, un hombre le saca de su ensimismamiento.

¡¿QUE ACABA DE HACER?! LE HA PEGADO UN PUÑETAZO. Ahora es cosa mía.

¡Alto ahí! ¡Quedas arrestado!

El guardia se acerca para intentar cogerte.

Mientras está en el suelo, una mujer bajita escondida tras una máscara pasa sin decir nada. Al menos ha dejado el ticket. Aunque sea encima de mi cuerpo.

-Aumpfff

No era un buen día. Todo parecía bonito hasta que llegó aquel chaval. ¿Quién le había dado derecho? Intentando levantarse. Con un espiritu profesional incomparable Thomas se levanta. Y mira al siguiente invitado. Asustado porque también va vestido de negro espera un resultado similar.

-Su... su... invitación por fav... favor.

Al menos la mujer que se encuentra detrás parece un poco más normal. Al menos tiene el aspecto que se esperaba, tuvieran todos los invitados.

Apenas había echado mano del escudo y el hacha para entregárselos al revisor, cuando aquel joven de extraños ojos rojos le arreó un puñetazo al revisor. Faliar se echó hacia atrás, evidentemente aturdido y dejando caer el escudo y el hacha. Inmediatamente se apartó para dejar paso al guardia. Menuda forma de empezar el viaje.

-¡Oh buen señor!¿Esta usted bien?

Aaron se inclina y le ofrece la mano al revisor, el cual habia sido golpeado por un idiota que iba delante suya.

-¡Que gente más maleducada hay en algunos sitios!

¿quién será este idiota? Espero que no me toque sentarme a su sitio, odio a la gente tan violenta y malvada.

Después de ayudarle a incorporarse al hombre, le doy mi billete y continuo andando hacia dentro, ignorando al hombre violento.

Menos mal que este hombre no era violento.

Bienvenido a la Dama Señor Aaron. En un momento le llevaré a su sitio. Si me hace el favor de esperar sentado aqui... podre...

El estómago todavía le duele del puñetazo de ese indeseable. ¿Y pensar que si no se lo lleva la guardia me tocará atenderle?

...podre reunir un grupo suficiente para sentaros en una mesa todos juntos.

Y tranquilizándose lévemente, se dispuso a atender al siguiente invitado, una mujer bellísima, vestida con sus mejores galas. Nadie en el barco podría ignorar su presencia. Es tan radiante, y a la vez tan... fría.

Bienvenida a La Dama mi señora. Me permite su billete.

¡¿Arrestado?! ¿Acaso he hecho algo malo?

-¡Espera! ¿Por qué estoy arrestado? Ese hombre me asustó. Es normal que reaccionase a la defensiva, ¿no? ¿Y acaso está prohibido imitar a otra persona en este zépelin?

Quint se para al lado del guardia y coloca sus brazos extendidos con las manos abiertas, para no enfadar más al posible guardia.

Maldita sea mi suerte, ¿por qué siempre le caigo mal a todos?

 Río ante el espectáculo ofrecido por cierto imbécil. me recuerda  ami hermano y el porque odio a esos salvajes que con una espada y un par de musculo se sienten los reyes del mundo. Avanzo regiamente y al llegar con el revisor le entrego mi billete. Desenfundo mi espada, la muestro y la vuelvo a enfundar. Después desamarro la funda y la entrego con todo y espada al revisor.

-Es una reliquia familiar. Se le encargo mucho. aún que sepa que si le ha llegado a pasar algo... 

Continuo avanzando hasta entrar en la imponente "Dama"

Aaron se sienta, y sonrie mientras ve como arrestan al hombre maleducado. Observa como le quitan las armas al resto de personas que estan esperando como él, a si que a pesar de que no es un arma en si, ofrece su bastón para que también lo guarden, no quiere que haya ningún malentendido.

-Tomen también mi bastón, solo lo uso como apoyo para caminar largas distancias, pero no quiero que cause ningún malentendido ya que hay gente que los usa como armas. Aunque los hay tan burros que si quieren dañar a alguien lo hacen con sus puños e incluso sin razón alguna.

Espero que lo pongan en otro sitio, seria un problema si se le cruzan los cables conmigo, podria pegarme.

 Faliar recuperó un poco la compostura y se agachó para recoger su arma y su escudo. Se acercó al revisor y le entregó los objetos.

- Aquí tiene. Por favor, tengan cuidado con ellas.