Partida Rol por web

Nahia acababa de entrar por la puerta, sólo tenía 7 años, una pequeña sonrisa con piernas y unos enormes ojos verdes que se acercaba a su madre, la cual estaba sentada en los sillones junto al fuego. En sus manos sostenía una pintura, un dibujo de una mujer que Nahia no sabía identificar. Se sentó a su lado. Su madre sonreía, se notaba melancolía en sus ojos, pero también un fondo de felicidad mientras acariciaba el rostro de aquella mujer. 

-Nahia acércate, mira.

Nahia obedeció. En el retrato se podía ver a una muchacha joven y sonriente, cuyo pelo era movido por el viento.

-¿Quién es, mamá?

-Soy yo...hace ya muchos años. 

¡Como había cambiado!..Nahia no había sido capaz de reconocerla. Pero es que aquella muchacha era realmente hermosa. Parecía tan natural, tan libre, tan..feliz.

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Los ojos de Nahia volvieron abrirse durante un segundo para devolverla de nuevo a aquella iglesia. Los sentimeintos se le arremolinaban por dentro, pero el que prevalecia era el de felicidad. Volvió a cerrarlos para que fuese el corazon quien continuase hablando.

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Un llanto irrumpió en medio de la noche, una niña de apenas 6 años llamaba desconsolada a su padre desde la entrada de su casa. Una figura femenina y esbelta apareció por detrás alarmada por aquel sonido.

-¡Nahia cariño que pasa! ¿Qué haces ahi? 

-Escuché un ruido-la pequeña no paraba de llorar- y creí que era papá. Pero no hay nadie.-con cada frase tomaba un nuevo bocado de aire.- Mamá ¿Dónde esta papá? ¿Porque no viene? Le echo de menos, ¡quiero que vuelva! 

Aquella mujer abrazó fuertemente a su hija, hablándole al oido. 

-No llores mi vida. Papá volverá pronto. Ya verás. Pero hasta entonces tenemos que ser fuertes ¿Vale? Porque él cuenta con que nosotras estaremos bien. Y tenemos que demostrarle que podemos. ¿A que sí? ¿A que somos muy fuertes?

¿Sabes? Tenía una sorpresita para mañana, pero..¿Que te parece si mañana vamos al bosque y pasamos el día allí? Podemos hacer una hoguera y dormir en tiendas de campaña, contaremos historias y cantaremos..y se lo podemos decir a Catherine, ¿Qué te parece?- La sonrisa de aquella joven hubiera iluminado cuidades, lo estaba dando todo, estaba tragandose sus propias dudas e inseguridades. Acallaba el dolor que le ahogaba el pecho por ver a su hija sonreir. Porque la risa de aquella niña podía devolver la paz a los atormentados y la fe a los perdidos.

-¿De verdad? ¿Ir al bosque? Vale.

La mujer secó las lagrimas de su hija y la pequeña Nahia rió.

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Nahia abrió los ojos...la canción había terminado. No era consciente, pero en su cara aparecía de forma continua una sonrisa.

Descansa mamá. Te lo mereces. Mereces volver a sonreir.

Se dirigió a sus acompañantes.

-Gracias xerine, ha sido precioso. Era justo lo que necesitaba. Eres una excelente violinista.

Xerine asintió

Me alegro de que te haya sentado bien. Nunca desprecies el poder de la música

Acto seguido dejó el violín en uno de los bancos y sacó inmediatamente su libreta, una pluma, y un frasquito de tinta. Algo abstraída, dejó que su pluma volara entre las páginas sin decir palabra, aunque tras unos segundos miró a Catherine y alzó una ceja

Cath... ¿Recuerdas la letra de la canción, o fue algo totalmente improvisado?

Durante la siguiente media hora, Xerine se dedicó a anotar un montón de símbolos y pentagramas en su libreta, amén de varios párrafos en los que reflejaba la letra que había cantado Catherine, o, al menos, lo que recordaba de esta. Estaba intentando plasmar un sentimiento en papel, y tenía claro que no sería igual la próxima vez que alguien lo tocara... Pero aquella canción lo merecía

Toca esa parte del pre-estribillo otra vez, Nahia

¿Catherine, podrías repetir las notas que entonabas cuando decías esa palabra?

¿Podemos repetir de nuevo la parte del final, más o menos?

Era impresionante como la música plasmaba sin dificultad alguna las notas que oía, y que buena memoria tenía para recordarlas luego. Además, parecía de buen humor, pues se mostraba muy solícita ante las preguntas de sus compañeras. Si estas se interesaban por algún símbolo o estructura, esta se lo explicaba de forma directa y simple, adaptando teoría musical compleja a unas músicas que nunca habían estudiado toneladas de partituras o practicado con grandes maestros de la región

Cuando terminaron, miró satisfecha la libreta. Estaba ya casi llena, y sólo quedaban un par de páginas en blanco, gracias a su intento de relatar concienzudamente todo lo ocurrido en la isla y a las partituras que había podido escribir ese día. Aún así, estaba satisfecha. Había llegado a la isla con un montón de páginas vacías, y cuando volviera, tendría que comprarse una nueva libreta

Esto la hizo pensar, en parte, que, de alguna manera, incluso de esa pesadilla había conseguido llevarse algo. Quizás la vida era eso: Empezar con una mochila vacía, e ir llenándola de sueños y vivencias según avanzamos en nuestra historia. Y, a diferencia de los otros días, entonces Xerine no se sintió mal por haber llegado a Corvinus. Pues se puede aprender de todo lo vivido, y ella había aprendido mucho desde que subió a la Dama, hace lo que parecía ya más de un año

O quizás eso no era más que otro comienzo. Quién sabía

La sonrisa de Aaron se le congeló en la cara con el comentario de Quint pero se obligó a mantener su buen humor.

-Y...¿Que te parece si hablas con ella esta misma noche? Después de cenar, así lo aclararéis todo de una vez. Lo único que tienes que hacer es relajarte y ser tu mismo, supongo que es parte de tu encanto.

Se encogió de hombros.

-Nahia es bastante más madura de lo que pueda parecer, seguro que lo entiende, aunque coincido con Faliar, empezar la conversación con un "Asesino a sangre fría a gente como tu" no es la mejor opción.

Aaron fue a decir algo más pero en vez de eso guardó silencio. No se le había escapado el detalle de que Quint todavía no había aclarado si Nahia le interesaba o no. En cualquier caso no era algo que le incumbiese.

Palmeó el brazo de Quint y le sonrió.

-¿Por que iba a salir mal? Mientras tengas las ideas claras todo irá bien.

Quint intentó calmar su mente y pararse a pensar por un instante. ¿Ir a hablar con ella? ¿Esta noche? No sabían cuánto tiempo tardaría en llegar el barco, y por tanto hasta el último segundo podía ser necesario.

-Esta noche... No puedo. -Dijo finalmente.- Me queda una cosa por hacer en esta isla, y no se de cuánto tiempo dispongo antes de que llegue el barco. Pero tampoco quiero evitarla, así que si os pregunta por mí, decidle que estaré en la catedral. Ya pensaré qué decirle cuando llegue el momento.

- De acuerdo -se dio la vuelta y caminó de regreso a la plaza- Será mejor que volvamos; van a estar preguntándose que estamos haciendo

El tiempo pasaba, y los últimos días en la isla estaban siendo usados para terminar todas las cosas que habían quedado pendientes cuando el destino llamó a sus puertas. Momentos felices, momentos tristes, conversaciones agradables, y conversaciones... no tanto, pero necesarias se sucedían sin parar. Una vez que la tormenta había pasado, todo era más fácil de llevar.

Quint pasó por el almacén de Sally, donde la agradecida dependienta le regaló lo que quiso, una pluma y papel para escribir. Tras esto, cogió algo de comida en la posada de Miriam, y desapareció entre los árboles, camino a la catedral.

Faliar y Aaron se tomaron una cerveza en la posada, mientras hablando de lo ocurrido esos días. Fue un momento de relajación y esparcimiento. Cuando Nahia, Cath y Xerine terminaron de tocar en la iglesia, ya había entrado la noche en Corvinus. Fueron a la posada y se encontraron con sus compañeros.

Faliar, Nahia y Cath fueron a la casa de la pequeña, pues tenían algo que hacer allí. Sin embargo, Aaron insistió en quedarse a solas con Xerine.

Xerine pidió un par de minutos a Aaron para subir a su habitación y dejar las cosas, violín incluido, antes de volver a bajar al comedor de la posada. A menos, claro, que el invocador quisiera tener una charla algo más íntima, en cuyo caso no pondría demasiadas objeciones para llevarla a cabo en una de sus habitaciones

Faliar contempló la casa. Todo era más o menos como lo recordaba; en diez años, Penélope no había cambiado casi nada. Solo echaba de menos el piano, que antes presidía el salón de la casa, y ahora dejaba un hueco que se le antojaba desolador. Definitivamente, su mujer se había quedado destrozada tras su partida; prueba de ello era esa inmovilidad, esa impresión de que el tiempo se había quedado congelado en aquella casa.

Volvió a sentirse culpable, pero no dejó que ese sentimiento le dominase. Era más nostalgia que lástima lo que sentía. Miró a Nahia.

- ¿Y si buscamos el piano?

Llegaron a la puerta de la que hacía unas horas había sido el hogar de ella y su madre. El lugar le traía recuerdos. No se sentía triste, pero tampoco le era cómodo del todo el volver allí.

Al entrar Faliar rompió el silencio. 

-Papá, hoy me acordé de algo que me apetece más conservar. Mamá tenia un retrato suyo de cuando era joven..no se donde lo guardó pero... si me dejas buscarlo. Me haría mucha ilusión.

- De acuerdo; así no nos olvidaremos de su cara.

La noche caía cuando Quint llegó a las puertas de la catedral. En la oscuridad, el templo se alzaba como una mole negra, indistinguible de las sombras que la rodeaban salvo por el contorno que dibujaba en la luna que se alzaba tras ella. Sin embargo, para los ojos del rubio, capaces de distinguir las tallas de los relieves de las sombras proyectadas por la luna, era un espectáculo majestuoso.

Quint entró por la puerta en las sala donde habían combatido contra Raptor, y lentamente se acercó hacia el altar mientras esa extraña sensación que le producía el lugar le llenaba. Allí encendió un viejo cirio que se hallaba caído en el centro de este, y dejó sus cosas al lado. Encendió después una vela más pequeña que podía llevar en la mano sin molestias y sacó unos cuantos papeles y la pluma. Con ellos comenzó a recorrer las diversas salas de la catedral aun sin explorar, tomando notas y haciendo bocetos de todo lo que le llamaba la atención. Prestó especial atención al mapa del lugar y su descripción, así como la sensación que le provocaba contraria al resto de las personas, a un extraño artilugio que encontró en una de las habitaciones, a los paneles móviles y al extraño acertijo, que copió íntegro. Luego volvió al altar, donde había dejado el cirio, y se sentó a escribir con calma todo lo que había pasado desde el ataque a la Dama con tantos detalles como fue capaz.

Cuando terminó su relato, adjuntó los bocetos y las notas del lugar y los introdujo todos en un sobre. Lo cerró con cuidado y volcó el cirio para dejar caer unas gotas de cera derretida sobre él. Con el pomo de una de sus dagas lo selló y lo dejó a un lado para que se enfriara. Luego sacó algo de comida y cenó mientras su imaginación recorría el inmenso templo, imaginando qué podría haber sido ese lugar.

Tras este descanso volvió a mojar la pluma en la tinta y cogió una nueva hoja. En ella anotó un nombre y una dirección:

Padre Selten, sacerdote de la iglesia de San Gabriel en la ciudad de Erenburg, Moth.

Copió la misma frase en el sobre, y también en una tercera hoja en blanco. Luego firmó las tres con otra oración:

Más allá de la vida y la muerte.

Guardó entonces la carta y una de las copias en su mochila, y dejó escapar un largo suspiro antes de volver a escribir. Su muñeca le dolía de la falta de costumbre, y de vez en cuando un goterón de tinta caía sobre sus trazos ensuciando el papel.

Y ahora viene la parte más difícil... ¿Cómo puedo empezar?

Nahia empezó a buscar por toda al casa, primero en el cuarto-desván, donde se hallaban los trastos mas antiguos, cubiertos de polvo y telarañas, su madre había metido ahí algunos adornos o viejos recuerdos que no era capaz de soportar.El resto se dividió por el resto de cuartos.

Después del desván, Nahia se dirigió al cuarto de su madre, rebuscó entre cajones y armarios, Miró entre las sabanas y debajo de la cama. Y entonces lo encontró, se hallaba justo bajo el colchón de su cama, sobre las tablas que lo sujetaban en el lado opuesto en el que ella solía dormir.

-Papá o Cath, ¿Me ayudáis a quitar el colchón? Creo que ya lo encontré.

Gritó para ver si alguien le escuchaba.

Faliar entró en la habitación de Penélope, y ayudó a Nahia a retirar el colchón

Aaron indicó a Xerine que le siguiera hasta una de sus habitaciones y cuando la mujer lo hizo, cerró la puerta tras de si.
Después de estar unos segundos callados, Aaron avanzó hasta ella conforme iba hablando.

-Dime, Xerine. ¿Sabes lo que es el dilema del erizo?

El convocador hizo una pausa teatral mientras se acercaba a la música.

-Los erizos, en los días de frío, se resguardan en el calor de sus congéneres, acercándose los unos a los otros, refugiándose en ellos. Sin embargo, cuanto más se acercan a éstos más se pinchan con sus púas, más intenso es el dolor que sienten. ¿Qué hacen, entonces? ¿Elegirán vivir con dolor o por el contrario preferirán pasar frío?

Aaron llegó hasta Xerine, y ahora la miraba a los ojos muy fijamente.

- Tú, al igual que los erizos, un día te acercaste lo suficiente a alguien como para pincharte-Aventuró-y ese pinchazo fue tan fuerte que dura hasta hoy. Por eso es por lo que prefieres pasar frío, congelarte antes que volver a sentir algo hacia alguien. La cicatriz de ese pinchazo todavía no está cerrada sólo porque a ti no te interesa que lo esté.

Retiró un pequeño mechón de pelo de la cara de Xerine con expresión distraída. Aaron se estaba esforzando por no dejar entrever ningún tipo de inflexión en el tono de su discurso o sentimiento alguno en su rostro.

-Todos te vimos en la iglesia. Todos pudimos observar una fracción de tu verdadero yo. Te sentiste parte de un grupo, identificada con su causa. Te sentiste aceptada…y corrígeme si me equivoco, pero creo que no te disgustó en absoluto. ¿Por qué tanto hincapié por echarnos de tu vida, entonces? Por el maldito dilema del erizo.

Aaron dio un paso más hacia Xerine, quedando así juntos…demasiado juntos.

-¿Sabes? Cuando estuvimos hablando en el bosque me dejaste claro que me querías fuera de tu vida y que no admitías réplica, pero toda aquella palabrería no hacía más que confirmar lo que ya te he dicho. Si, podrías mentirme diciéndome que no has pensado en cómo sería tu vida viajando con nosotros, que no te has imaginado cómo sería vivir como una trotamundos. Incluso podrías mentirme y decir que no te has imaginado cómo podríamos salir adelante tu y yo…y te creería, sonarías tan convincente que incluso podría llegar a creerte, pero estás acostumbrada a eso, ¿Verdad? Estás acostumbrada a que la gente piense cosas que no son y que se alejen de tu lado, porque tú los echas, porque es más fácil.

Aaron iba acercando su cara lentamente a la de la música.

-Pero conmigo no va a funcionar, Xerine. Estoy dispuesto a ayudarte y a luchar. No te prometo que sea fácil, no te prometo que sea rápido, pero merecerá la pena.

Porque quiero vivir mi vida a tu lado.

Los labios de ambos se encontraron.

-Gracias papá.

Una vez se hubo retirado el colchón el retrato apareció , La imagen parecía muy bien conservada, para los años que tenía.

Se podía ver a una joven Penélope con una sonrisa en el rostro y el viento meciendole el cabello, mientras la luna bañaba la playa. Era tan extraño verla así. Era una imagen donde se veía como era realmente ella. La pintura estaba llena de magia, de su magia.

-Ésta es papá. ¿A que es bonita? Mamá era muy guapa. Tenia unos ojos preciosos.

Nahia sonrió sin dejar de mirar la imagen con una mezcla de felicidad y añoranza.

-Mamá decía que esta imagen no podía salir a la luz, pero a mi me parece preciosa.

Miró a Faliar, quería ver si esa imagen significaba algo para él. No tenía porque ser así, pero... era una posibilidad.

Faliar sonrió al contemplar el retrato. Su corazón le dio un vuelco; acababa de recordar por que se había enamorado de aquella mujer. Aquel retrato parecía vivo; casi podía sentir el viento que acariciaba el pelo de Penélope y el brillo de la luna, y la expresión de su rostro... Era tan diferente a la expresión pálida y vacía que tenía mientras la metían en el ataud; tan vibrante y llena de energía, que casi parecía que en cualquier momento fuese a moverse, a parpadear o decir alguna palabra amable.

- Si... Esto... me recuerda tantas cosas

Una lágrima le resbaló por la mejilla

- Con esto la recordaremos siempre sonriente. Creo... que es el mejor recuerdo de ella que podríamos tener...

Xerine se tensó ligeramente nada más Aaron comenzó a acercarse. Su expresión era seria, y su mirada podría congelar los ánimos del más valiente, pero el hechicero seguía hablando. Escuchó su historia en silencio, y no se movió ni un ápice, ni siquiera cuando sus labios estaban a un par de centímetros. Entonces la besó, pero esta vez fue algo diferente. El sabor a lima y jazmín seguía allí, pero no estaba la pasión, ni ese último pico final como broche. Era un beso frío, apasionado. Xerine respondía de forma mecánica, lo que quizás era incluso peor que no reaccionar de modo alguno. Cuando Aaron se apartó, algo sorprendido, la música le miró a los ojos

Otra vez, hablas como si me conocieras. Pero no sabes nada, Aaron

Sus manos fueron hacia el vestido, y Aaron se tensó de forma instintiva. Había visto a la música sacar sus dagas muchas veces como para sentirse cómodo ante un gesto tan inesperado. Pero las intenciones de Xerine no eran agresivas, ni siquiera amenazadoras. Sus brazos se curvaron para llegar a la espalda, y sus manos comenzaron a desatar los lazos del vestido con una destreza envidiable

Segundos más tarde, la ropa de Xerine caía al suelo

Su cuerpo era hermoso, y no habría otra forma de describirlo. Xerine era más dada a sugerir que a enseñar, y ese repentino cambio resultaba brusco a ojos de cualquier hombre que la hubiera deseado. Frente a una delicada muñeca de porcelana que prometía encantos ocultos y despertaba la imaginación y la lascivia, la imagen que ahora ofrecía era radicalmente distinta. Unos pezones redondos y rojizos coronaban unos pechos firmes y redondeados, que trazaban la curva de su figura en un ángulo tan arriesgado como impactante. La línea de su silueta podría haber despertado pasiones ocultas en cualquier hombre abstemio, y su piel, lisa y pálida, era tan delicada como apetecible. Sus piernas estilizadas ascendían, juntas, hasta mezclarse justo donde su sexo afloraba, tan magnético como el resto de su belleza

Desnuda, dejaba sin aliento a cualquiera que la mirase

¿Es esto lo que quieres, no? Dijo, sin mutar su expresión, en tono gélido Es esto lo que ansias, pues... ¿Qué si no?

Puso una mano en el pecho de Aaron y comenzó a andar hacia él, empujándole suavemente hacia la cama

Podrías tenerme ahora mismo, si quisieras. Solo tendrías que decirlo. Una palabra

Un último empujón, algo más seco, y Aaron cayó a la cama, como hipnotizado. Xerine le observaba desde arriba, erguida en toda su belleza, esperando su respuesta

-Así que vas a traicionarme de nuevo, amada mía...

Esa voz... de nuevo esa voz en la mente de la música.