Partida Rol por web

El viaje en carro estaba siendo lento. Demasiado lento. Al menos el "jueguecito" que se traía Xerine con Aaron les servía de distracción durante las interminables horas de traqueteo, pero tampoco era algo con lo que Quint llegara a disfrutar (aunque sí era mejor que cierta conversación que le cruzaba por la mente). En uno de los primeros descansos que hicieron para que el caballo recuperara fuerzas y llenarse un poco el estómago, el chico se sentó junto a Faliar, su mujer y su hija.

-¿Os importa si me siento con vosotros?

Faliar había tenido el ánimo un poco sombrío durante el día; de vez en cuando se llevaba la mano al cuello de forma inconsciente, y rascaba un picor inexistente. Pero cuando Quint se aproximó, dejó las preocupaciones, sonrió y le hizo un hueco mientras almorzaba

- Por supuesto que no

Quint se sentó, sonriente.

-Aun no me he acostumbrado de nuevo a estar rodeado de magos. Ahora que se distinguiros de las personas normales, es casi como si llevarais un cartel colgando del cuello o algo por el estilo. ¿Os molesta si os pregunto cómo habéis conseguido pasar desapercibidos en vuestro hogar?

Faliar se rio

- ¿Por que quieres saberlo? ¿Por si algún día te pasas a hacernos una "visita"?

Lanzó una mirada enigmática, dio un trago de agua y se volvió a reir

- Es broma. Simplemente hemos procurado "practicar" lejos de zonas pobladas, donde nadie pudiese vernos. La Inquisición no tiene mucho peso en Du´lucart.

Nahia no se pronunciaba. Negó ligeramente con la cabeza. Era un actor que se preparaba para su actuación, tranquilizando nervios e intentando dejar ver la parte de ellos que deseaban.

Tanto tiempo junto a Xerine tenían que servir para algo, ¿No?

La primera respuesta debía ser de Faliar, ella también te nía interés por ver cuales eran sus palabras. Había cosas que aún no entendía de ese viaje, y quizás si no era ella la que preguntaba... Pero no, la verdad que su padre era bastante escueto en sus respuestas.

-Y menos mal, porque el pobre edificio donde intentaba prácticar acabó bastante magullado.

-No es tanto la Inquisición lo que me preocupa como vuestros amigos. Si algún vecino os descubriera correríais un gran peligro. Puede que quisieran chantajearos, o contaran vuestro secreto, o incluso os encontrarais con una turba llamando a la puerta en plena noche.

Quint se calló por un momento. Ya estaba otra vez sermoneando a alguien.

-Pero supongo que sabéis como montároslo. ¿Qué tal si me contáis un poco vuestras aventuras durante este tiempo? Creo que me dijisteis que habíais estado viajando antes de casaros, y también que habíais hecho nuevos aliados.

Faliar hace memoria. 

- Después del naufragio acabamos en Kanon. Creo que yo estuve una o dos semanas en coma, pero cuando me recuperé estuvimos viajando un tiempo por la región. Nada serio; ver algún pueblo, alguna ciudad... A donde nos llevasen los pies y el dinero. 

-¿Solo eso? Jo, me imaginé algo más grande.

Quint hizo memoria, pero no encontró nada reseñable en sus viajes que pudiera contarles.

-Parece que no se diferencia tanto de los viajes que hice yo, solo que no siempre iba a donde me llevaran mis pies. Una vez estuve casi tres meses siguiendo una pista que me hizo recorrerme tres países. Después de eso, me replanteé seriamente comprarme un caballo.

Jajaja- No había podido contener una pequeña risa.

Bueno ellos decidieron desayunando una mañana que se iban a casar ese mismo día y me lo comunicaron poco después de que me despertase. 

La verdad que del todo normal nunca son los viajes con ellos. Y esbozó una sonrisa.

Faliar se rió, no sin sentirse un poco avergonzado

- ¡Eh, eso quería contarlo yo!

- Bueno, pues cuéntalo, yo sólo hice un resumen muy por encima. -dijo mirando a Faliar-

La verdad que es una historia bastante...curiosa y bonita.

Quint sonrió con un toque de melancolía al imaginar la escena.

-Me gustaría haberlo visto. ¿Fue como las de las historias de amor? ¿O por "curiosa" os referís a que hubo bolas de llamas verdes cruzando la iglesia?

Faliar soltó una carcajada

- Eso te habría gustado, seguro. Pero no, no hubo nada de eso

Sonriendo, cogió la mano de Cath y se dispuso a comenzar. Le costó un poco, ya que aquel era de los recuerdos más hermosos e íntimos que tenía, y le costaba compartirlo. Aunque con Quint no había problema.

- Bueno, por curioso es... que fue así, de repente. Habíamos llegado a un pueblo que estaba cerca de la frontera de Kanon con Lucrecio y bueno.... -miró a Catherine con una sonrisa de embobado-  aquel mismo día le propuse matrimonio mientras desayunábamos delante de un montón de desconocidos... Desde luego, nada que ver con cenas románticas y a solas con la luz de las velas o con carísimos anillos de compromiso....

-Sí, pero yo por curiosa me refería a que las mujeres del pueblo nos cogieron a Cath y a mí y nos tuvieron de casa en casa mirando sus antiguos vestidos de novias, y haciendo con flores diademas para el pelo. Fue todo un espectáculo. Aunque la gente era majísima.

Quint empezó a reírse mirando a Faliar tras el comentario de Nahia.

-Dime que a ti no te hicieron el mismo tour, por favor. No termino de imaginarte con una diadema de flores, jaja.

Faliar se rio

- Que va, a mi me dejaron una chaqueta y listo

Nahia miro intrigada a su padre.

-No la verdad que no le veo con una diadema.

Las risas fueron decayendo poco a poco.

-Entonces creo que aun os debo un regalo de bodas. ¿No es eso lo que se hace en estos casos?

-Pero dime: después de haber conseguido una nueva vida tan divertida... ¿Por qué has decidido venir a mi preciosa y acogedora tierra natal? Debes de tener algo muy gordo entre manos.