Partida Rol por web

Alice se apartó de uno de los cadáveres y se encaminó hacia el carro, visiblemente molesta por algo que no llegó a explicarles a ninguno. Aunque razones tenía de sobra, desde luego: No había más que ver la situación en la que se encontraban

Faliar Se giró hacia el guerrero Échame una mano. Tenemos que ocultar esto entre la maleza

Faliar asintió; el carro tirado en mitad del camino era un obstáculo, y además si alguien veía el carro allí tirado, podrían llamar atención indeseada. Terminó de recoger todo lo que necesitaban para el camino, y se dispuso a empujar el destartalado carromato hacia la maleza. Antes de ponerse manos a la obra, se dirigió a Conrad.

- Pierre, no creo que podamos solo nosotros dos. Empuja desde ese extremo y yo tiro.

Aaron abandonó su cobertura y se acercó hasta los esqueletos con una mueca, comprobando si había alguna abertura por la que pudiera pasar sin tener que escalarlos.

Antes de que Pierre pudiera responder siquiera, Faliar contempló, sorprendido, como el carro se movía ligeramente. Puede que él fuera fuerte, pero Xerine nunca le había parecido una persona especialmente musculosa. Y, sin embargo, entre los dos estaban arrastrando el carro sin problemas, aunque no sin esfuerzo. Otra sorpresa más por parte de la ex-música...

- ...Vaya... -dijo el brujo arqueando una ceja y lanzando una ligera sonrisa

Nunca habría pensado que Xerine tuviese esa fuerza. Le parecía más ágil que fuerte, aunque visto de otro modo, aquella noche le pareció que se mantenía en muy buena forma. También era lógico; si se dedicaba a ese "trabajo", tenía que mantenerse en perfectas condiciones físicas. Y tal vez hubiese algo más.

Vámonos Dijo Alice, tras terminar el trabajo Debemos encontrar un refugio cuanto antes, o acabaremos cogiendo un catarro, y quién sabe qué más 

A esas alturas, ya estaban calados hasta los huesos. Sin embargo, Alice no mencionó la otra razón por la que deberían marcharse de allí. Y es que los esqueletos hablaban por sí solos

Conrad, recuperándose del shock poco a poco, gracias al "apoyo" de Faliar, había esbozado una tímida sonrisa al reconocer el truco del Warlock. Pese a que parecía no hacer demasiada falta, trató de ayudar a esconder el carro, no sin antes coger parte de las provisiones y un par de odres de agua, así como su "bastón". Aunque Alice y Faliar ya lo estaban arrastrando, el apoyo de un tercer par de brazos aligeró, si así podía llamarse, la tarea.

Calado ya como si acabase de salir del fondo del océano, se colgó de nuevo el morral, zurrón y odres. No era una carga ligera, pero no podía dejar a las mujeres cargar con ese peso, y necesitarían esas provisiones para completar el viaje. Comenzó a andar, asintiendo a las palabras de Alice. Debían ponerse en marcha de inmediato. Se encaminó  en la dirección opuesta a la que había tomado Brie al huir, tratando de evitar mirar hacia el grotesco espectáculo que se extendía a ambos lados del camino. Pese a contar con la ayuda de la magia de Faliar, no dejaba de resultar tétrico e inquietante.

Después de esconder el carro, Faliar fue a por Catherine. El precioso vestido verde que llevaba había quedado completamente arruinado por culpa de la lluvia y el barro, y lo peor es que no tenían ninguna capa para protegerse de la lluvia. En su estado, no era bueno que pudiese coger aunque solo fuese un catarro. Cogió una de las mantas que usaban para dormir, y se la puso por encima para resguardarla un poco de la lluvia. Luego le ofreció el brazo para ayudarla a caminar. Iba a ser una travesía larga.

- Espero que a Julius le haya ido bien y nos alcance en el camino. Si no, lo vamos a pasar mal...

Cath sonrió cuando su marido le arropó con la manta. Siempre tan atento, preocupandose por ella y cuidándola hasta en los momentos más inverosímiles. No tenía duda de que aquel era el hombre del que se había enamorado, y que cualquier tiempo pasado que persiguiera al mago tendría que rendirse ante el actual.

-Gracias cariño.

Faliar asintió sonriendo, y luego miró a Nahia. Su vestido también estaba hecho una pena, e iba calada hasta los huesos.

- Nahia cariño, creo que la manta es lo suficientemente amplia para las dos. Será mejor que te cubras tu también

La joven maga iba ocupada con sus propios pensamientos. Demasiadas ideas e imágenes se revolvían en su mente haciendola perder de vista la escena que se levantaba ante ellos.

La voz de su padre penetró en aquella muralla interior para devolverla a la lluvia, al barro y a los cadáveres empalados frente a sus ojos.

-Gracias papá, pero creo que Cath la necesita más, yo aún estoy bien. Cuando la necesite yo ya me acercaré más a Catherine.

Nahia parecía un poco absorta; ¿que tendría su hija en la cabeza? ¿Quizás siguiese pensando en sus amoríos? ¿O algo más oscuro? El semblante de Faliar se puso serio un instante, pero recobró la sonrisa al segundo.

- Como quieras cariño

Y comezó a caminar, procurando no mirar a los postes que se extendían delante y a los lados

La lluvia incesante parecía no remitir nunca, y la humedad terminaba por calar los huesos de los aventureros. El camino era largo y a pesar de que Faliar había logrado que los corazones de la mayoría no se empequeñecieran hasta causar dolor, la sensación de intranquilidad seguía siendo realmente dolorosa.

El camino embarrado, les iba llevando poco a poco hasta Koven. Aunque, quedaban al menos un par de días a pie, y sin un maldito árbol de camino. Sólo matorrales, lugares en los que podría estar escondido el mismísimo demonio.

Las formas de estas plantas hacían que sus sombras causaran no pocos sustos a los caminantes. En Moth no puedes estar seguro de nada, y una aparente tranquilidad puede ser el comienzo de una amenaza asesina. Pero, al menos durante las primeras horas, nada relevante ocurrió.

Pero entonces, en una curva del camino pudieron ver las marcas de una carreta que se alejaba del camino. Por lo que parecía por las marcas de pezuñas de caballo que había a su lado, había sido obligada a ello. Y además, el hecho de que estuviera ahí, y que no hubiera sido borrado por la lluvia daba idea de que no podía haber pasado hace mucho...

Conrad miró a Faliar, con cara de preocupación evidente, a pesar de los ojos entrecerrados por la molesta lluvia.

- ¿Crees que pueden ser viejeros, como nosotros?

Alice se frotó los brazos para entrar en calor

Lo sean o no, no nos incumbe. A menos, claro, que estéis dispuestos a robarles el caballo

No era una pregunta: Alice sabía de sobra que no aceptarían un plan como ese

Faliar pasó por alto la idea de Xerine. No pensaba hacer tal cosa.

- Estamos a dos días de camino de ese pueblo; en nuestra situación no es recomendable ponernos remilgados. Creo que deberíamos echar un vistazo; quizás podamos al menos dormir a cubierto esta noche. Además, podría ser Julius con el carro de Pierre; ya visteis que forma tiene de viajar. Puede que nos haya "adelantado" sin que nos diesemos cuenta

Lo cierto es que la suspicacia de Xerine estaba más que justificada, pero a Faliar le preocupaba más el estado de su mujer, y si aparecía alguna posibilidad de no seguir el viaje a pie, no iba a desperdiciarla.

El agudo grito de una niña rodeó todas las gotas que les envolvían. Venía en la dirección donde se "dirigían" las marcas de rodaduras.

Puede que sea un secuaz del demonio que nos persigue Miró a Faliar con expresión de piedra Tú mismo lo has dicho: No podemos ponernos remilgados. En estos momentos, nos sobran enemigos. Y tenemos lo justo para llegar a Koven en lo que a provisiones se refiere. El resto es pura comodidad...

El grito la interrumpió

Joder

Lo dijo murmurando, y no por el grito en sí. Si no porque sabía que, un par de segundos más tarde, todos sus compañeros correrían para ver que ocurría

- Mierda...

Faliar se puso alerta, dudando en si acercarse a ver que ocurría, o quedarse allí y pasar de largo. Podría ser una niña en peligro, si, pero estaban en Moth, y la idea de que fuese una trampa no era para nada descabellada.

La idea de tomar prestado el caballo no le sonaba del todo mal a Quint. Al paso que iban, estaban desperdiciando su muy preciado tiempo. Pero no tuvo tiempo de expresar su opinión en voz alta antes de que el grito de una niña cortara el aire.

-Creo que iré a echar un vistazo. Que alguien se quede por aquí cerca; podría ser una trampa.

Sin esperar respuesta alguna, el rubio hizo aparecer las hojas que ocultaba bajo sus mangas y se adentró entre la espesura tan silencioso como era capaz.