Partida Rol por web

El cartógrafo se quedó petrificado. Sí que había inquilinos en la casa. Y parecían estar...ocupados. Muy despacio, trató de abrir la puerta sin hacer ruido.

Las dos dagas aparecieron en las manos de Alice, y sus músculos se tensaron. Su postura, antes más relajada, ahora se había convertido en la de una loba acorralada

Quint estaba desbocado; como era de esperar, Xerine y su inoportuna aparición habían terminado de sacarlo de quicio. Lo cierto es que era algo que se le daba bastante bien.

No podía permitir que se pusieran a pelearse allí; a fin de cuentas, Quint, a pesar de las tonterías que había hecho últimamente, seguía siendo su amigo, y Xerine... digamos que de momento no podía dejar que muriese hasta que no respondiese unas cuantas preguntas. Se colocó lo más rápido que pudo entre ambos; Xerine también sacaba las dagas rápido en cuanto se veía en problemas.

- ¡BASTA! ¡PARAD! ¡Quint, por favor, esto no es lo que Julius querría! ¡Antes de hacer nada, piensa y cálmate! ¡No ganas nada con esto! ¡Reserva tus energías para esas dos zorras!

Con Faliar en medio, Alice pudo disponer del tiempo suficiente como para poder racionalizar lo ocurrido

¿Ellas están aquí?

Frunció el ceño

Maldita sea. Demasiado pronto han llegado

Miró a su alrededor. Varias personas les señalaban. De repente, la imperiosa necesidad de esfumarse se hizo patente otra vez

Vamos dentro. Insisto

Su última palabra no dejaba lugar a réplica

Xerine había relajado la guardia; solo quedaba Quint. Faliar se le quedó mirando fijamente, suplicándole con la mirada que desistiera de atacar a nadie.

-¿¡QUE NO ES LO QUE QUERRÍA!? ¿¡SABES ACASO LO QUE QUERRÍA!?

Quint se avalanzó sobre Faliar con las manos desnudas e intentó derribarlo.

-¡QUERRÍA ESTAR DE VUELTA EN CASA! ¡A SALVO! ¡CON SELTEN! ¡¡Y CON VIDA!!

-Tan sólo un poco más...

La asesina estaba en un tejado, a unos cien metros de la plaza. Su visibilidad era casi perfecta, más Faliar y Quint estaban delante de Alice en ese momento. Si sólo se apartaban podría hacer un trabajo limpio...

Faliar consigue adelantarse al embite de Quint y evitar que lo derribe, haciendo uso de su corpulencia

- ¡Pues de momento sé que quería que este carruaje llegase a su destino, que lo llevásemos a Elbrus, y que también tiene un mensaje para ti! ¡Así que para de una vez!

Y entonces... Alice alzó la mirada... y lo que vio, no fue ninguna sorpresa.

No estaba cerca, no señor. Quizá a cien metros, sobre un tejado, una chica de cabellos azules estaba de rodillas. Y portaba en sus manos una lanza, una lanza que poseía a los ojos de Alice un extraño mecanismo.

Por suerte para la asesina, no la había pillado por sorpresa. Pero no por fortuna, una bocanada de fuego surgió de la punta de la lanza, como si un dragón durmiente habitara en alma y espíritu dentro de aquel arma.

El aire se curvaba alrededor del disparo y el tiempo pareció detenerse. Un proyectil de metal viajó hasta Alice girando en el aire, dando destellos dorados cuando los rayos del sol incidían en su superficie.

Un par de palomas echaron a volar en el momento mismo en el que la detonación se escuchó y la bala atravesó el espacio dejado por ambas perforando una pluma furtiva que una de ellas había dejado caer.

Alice vio como llegaba el proyectil, cómo cortaba el aire en su camino. Como aquella bala se acercaba a su cara, como aquella sentencia de muerte que había firmado al enemistarse con Selene se hacía patente. Cerró los ojos, quizá el final hubiera llegado...

Mas no. La bala sólo rozó su cara, cortó los cabelos que rodeaban su faz pero no le causó ni una mísera herida. La asesina había fallado.

Y un humo negro comenzó a rodearla, el arma soltaba grandes nubarrones oscuros y la asesina empezó a toser, perdiendo el equilibrio y cayendo al suelo rodando por el tejado. Lejos de su vista. 

Ahí estaban

Habían sido más rápidas de lo que él esperaba, pero ahí estaban. Como ya sabía en cuanto se lo dijo el cochero, las asesinas acabarían encontrándolos.

Y al menos una de ellas había perdido una oportunidad de oro. La otra no sabía donde estaba, pero no tardaría en aparecer también. Sea como fuere, esperaba que eso fuese suficiente como para que Quint desistiese de momento de atacar a Xerine. Miró fijamente a Quint.

- Ahí las tienes. Si quieres echar la culpa a alguien de lo que le ha ocurrido a Julius, págalo con ellas. Son las únicas responsables

Se apartó de Quint y desenvainó el hacha y el escudo. Hacía tiempo que deseaba poder combatir como es debido, sin depender exclusivamente de su magia. Y también tenía que hacerlo por Julius; no le quitaría a Quint el derecho a dar el golpe de gracia, pero tampoco iba a contenerse ni un ápice.

- ¡Tu, métete en el carro y no salgas hasta que te digamos! -le gritó al cochero- Tened cuidado; aún falta una, aunque creo que esa zorra no nos molestará al menos en un rato

Alice miraba en todas direcciones, valorando sus opciones

Iglesia. Ahora

Acto seguido se dispuso a entrar en el edificio, si es que los otros le seguían. Una cosa era llevar al enemigo a su terreno, y otra muy distinta separarse de los que podían ser sus únicos aliados en una batalla perdida de antemano

Alice miró en todas las direcciones posibles, no había rastro de la otra hija de puta. O no estaba ahí, o sabía esconderse muy bien.

¿Qué era aquello? Había caído desde un sueño pero ¿A dónde?

Miró a su alrededor, realmente hubiese sido mejor opción el bosque, allí no había tanta posibilidad de quedar ensartada entre los numerosos objeto afilados que divisaba. Bueno al menos el destino o la suerte se habían portado por una vez bien con ella y pudo esquivar a tantos aliados de la muerte.

Su despertar había sido algo estridente, escuchaba el martillo chocar con el metal, desprendiendo un sonido agudo que se te metía en la cabeza quisieras o no. Supuso que estaría en una herrería, seguro que ese destino hubiese sido más útil para cualquiera de sus compañeros que utilizasen armas, ya podía haber sido una tienda de música, la habría disfrutado mucho más. Meneó a cabeza como gesto de resignación, comprobó que el golpe de caída no habría sido para tanto, pero si que le había dejado un pequeño dolor de cabeza. 

Quiso ponerse en pie, sintió como la espada rechistaba también.

Una vez comprobado que estaba en perfectas condiciones, a excepción de sus pequeñas molestias, se dispuso a averiguar donde cojones habría decidido aquella grieta llevarla.

Hizo acopio de todo el sigilo del que era capaz y se encaminó, tratando de esquivar todos los objetos del almacén, hacia aquella puerta, la única salida a la vista.

Faliar asintió. En terreno abierto, sin saber donde se encontraba su otra oponente, estaban en desventaja, pero en un edificio cerrado tendrían más posibilidades. El problema es que seguramente Quint se lanzaría como un poseso a pecho descubierto. Intentó calmarlo un poco, pero estaba seguro de que no conseguiría nada.

- Vamos Quint; sé que estás deseando lanzarte, pero mantén la cabeza fría. Irán a donde esté Alice; es nuestra mejor opción para obligarlas a mostrarse. Aprovecha la oportunidad que Julius te dio.

Faliar hizo ademán de seguir a Xerine hasta la iglesia, pero se mantuvo muy pendiente de la reacción de Quint.

El disparo hizo que la adrenalina recorriera cada fibra de Quint, y la tensión del momento le hizo dejar la mente en blanco. Durante un instante fue su instinto (no sabría si de supervivencia o asesino) el que gobernó su cuerpo, cesando su ataque y buscando al causante del alboroto. Una asesina con un arma de fuego. Posiblemente la que mató a Julius.

La única vez que el cazabrujas había escuchado el atronador sonido de una de esas armas fue el día que murió por primera vez, el día que la oración llegó a sus oídos y vió morir al primer brujo. El día en que su cruzada comenzó. ¿Qué significaba este otro? ¿Que todo había terminado? ¿Que una nueva misión empezaría? ¿O era solo un recordatorio de quién era?

Lo único que sabía es que el disparo había acallado las voces que le abrumaban, tanto las de su cabeza como las de sus compañeros. Ahora eran solo susurros lejanos, y la ira parecía haber retrocedido junto a la oscuridad que nublaba su mente, dejando de nuevo el cuerpo de su amigo muerto en el centro de sus pensamientos.

Julius... ¿De verdad has muerto? ¿Pude haberte salvado si hubiera dejado que el ente de sangre se hubiera llevado a la niña? ¿O eso solo era una ilusión... o una visión?

A su lado, Faliar y Xerine gesticulaban, pero ninguna de sus palabras llegaban a la mente de Quint. El chico comenzó a andar hacia el carromato casi por inercia, como un autómata, dejando su daga clavada en el suelo y a sus compañeros con sus gritos. Necesitaba verlo con sus propios ojos. Necesitaba...

-¡Silencio!

La pelirroja vio caer a su compañera del tejado, y se apresuró a cogerla al vuelo antes de que tomara tierra. No era muy fuerte, por lo que a pesar de que evitó el impacto ella también calló al suelo y quedaron ambas tiradas. Tsuki estaba más dolorida, y seguía tosiendo, casi intoxicada por la cantidad de humo negro que había tragado.

Mani se sacudió las ropas y preguntó.

-¿Qué ha pasado?¿Está muerta?¿Podemos irnos?

-no... ^{_{cough cough...}} fallé. No sé cómo he fallado, no... ^{_{cough cough}} El arma comenzó a temblar... y erré el tiro. Luego se descontroló y comenzó a expulsar humo negro. No sé qué le ha pasado... pero no había un peor momento para que fallara.

La chica trataba de ponerse en pie, pero contínuaba azotada por la tos y una pequeña asfixia.

-Si vienen ahora... corre. No puedes sóla... Yo les _{^{cough cough}} retrasaré...

Acarició la cara de su amiga.

-Por ^_cough favor.

-Yo... te estaba cuidado.

La muchacha pareció enrojecerse. Y, antes de dirigirse de nuevo a Aaron miró hacia el lago. Sonrió, y volvió a cruzar la mirada con el chico.

-No caíste muy bien, y algunos animales te rodearon... Yo estuve a tu lado. Hace tiempo que no tenía a nadie con quien charlar, a nadie con quien compartir un momento de soledad...

Pero márchate, no me importa. Pero prométeme que volverás...¿si?