Partida Rol por web

Alice asintió. En la iglesia estarían más seguros

Nahia miró a su padre esperando que explicase los mismo que a todos os que habían llegado después del suceso, ella misma por ejemplo. Pero por su expresión vio que ya creía haberlo repetido bastantes veces, así que soltó las mismas palabras que había obtenido ella cuando preguntó

Nos han seguido más asesinas desde Karlsrude. Y Julius...-Miró un instante a Quint, mejor no volver a repetirlo- Bueno...

En sus ojos se leía que el desenlace de aquel muchacho no había sido en nada afortunado en su encuentro con aquellas mujeres.

Aaron palideció al oír lo de las asesinas y apenas prestó atención a lo que siguió después. Sin comentar nada, retrocedió un paso y giró la cabeza para mirar el callejón que tenían al lado.

Faliar no se entretuvo mucho; seguir el ritmo de Quint podía ser complicado

- Una ha caído por aquí cerca y la estamos buscando; Alice y Conrad estarán en la plaza o en la iglesia. Puedes ir con ellos o con nosotros, pero hagas lo que hagas ten cuidado

Madera rompiéndose, un grito que se apagó paulatinamente,  silencio...

Cuando Aaron giró la cabeza lo más que pudo ver fue una sombra azul que atravesaba el hueco de una ventana cuyos pedazos caían por el suelo...

Los tres entraron en la iglesia, dejando el carruaje fuera de ella. Nada más entrar, Alice, cual gata asustada, comenzó a inspeccionar todos los rincones de la iglesia. Empezó por el ala central, donde las filas de bancos corridos daban la bienvenida a cualquiera que entrara en ella. Prosigió con el altar, donde un cristo crucificado en mitad de una mancha enorme de sangre presidía las ceremonias, delante de un bonito retablo pintado, pues aquello no era pan de oro, de dorado.

Y entonces escuchó voces. Sí, en la sacristía, la voz de un niño y un adulto.

La voz de Johue.

Lógico... el sacerdote estaba en la iglesia.

-Creo que he visto a las asesinas.

Se terminó de girar y salió corriendo hacia la ventana que acababa de romperse.

Conrad hizo un gesto a Alice para que se acercara con cuidado a escuchar la conversación de la sacristía. Y justo después, indicó también por gestos a François que se quedase atrás, escondido entre las sombras del templo, mientras el propio cartógrafo avanzaba con cuidado hacia la sacristía.

Faliar asintió; no había podido identificar el origen del ruido, pero parecía que Aaron si

- Te seguimos

Giraron en esa bocacalle, dirigidos por Aaron y se encontraron los restos de una ventana rota. Déntro de esta, el cuerpo de un anciano se vaciaba de sangre, con una herida en el cuello. Ya no tenía vida. Y por supuesto... una puerta abierta en el interior de la habitación daba una idea aproximada del lugar al que estaba yendo la pareja... aunque quizá sólo quisiera huir.

¿Quién sabe?

Aaron se internó en la habitación con cuidado de no cortarse y corrió detrás de quien creía eran las mujeres.

-Hijas de puta-susurró al ver el cuerpo del hombre.

El brujo miró el cuerpo del anciano, y notó como la furia crecía. ¿Era necesario matar al anciano para poder huir? ¿Les suponía alguna amenaza? No; lo habían hecho por placer. Y por lo que vió en la fiesta, esas hijas de puta no huían; la asesina de las agujas había seguido luchando incluso estando malherida y completamente rodeada. Aquello olía a trampa.

- Malditas zorras... Con cuidado; puede ser una emboscada

-¿Entonces estaban hablando de demonios?

Laguna, el monaguillo de Joshue seguía a su maestro a dos pasos por detrás, pero cuando entró en la sala central de la iglesia se quedó petrificado mirando a los "invitados". Se escondió detrás del sacerdote y comenzó a enrollar su hábito con los dedos, tirando de él.

-Así es, escuché al rubito decir que todo era cuestión de un demonio, y que él venía en nombre de la...

Joshue se quedó fijo en la expresión del chico y se dio la vuelta. Sinceramente, no esperaba encontrarse a los extraños en la iglesia. Aunque al menos uno de ellos era la chica que había resultado una mujer amable. El otro no se había pronunciado, y al tercero ni siquiera lo conocía.

Parpadeando un par de veces trató de pensar algo que decir, pero lo único que le salió fue lo más obvio...

-¿Qué queréis hermanos?¿Necesitáis algo?

Alice se había apresurado a guardar las dagas antes de que el sacerdote entrara en escena. No es que le importara mucho qué pensara ese hombre, pero en esos momentos más les valía disimular si querían gozar de la protección que les ofrecían esos muros.

Venimos a contemplar la iglesia, padre. Es una magnífica muestra arquitectónica

Era curioso señalar que, a pesar de que acababa de salir indemne de un intento de asesinato que casi se cobra su vida, la actitud de Alice era serena y tranquilizadora. Sorprendente su capacidad de cambiar su apariencia tan rápido, pasando de estar preocupada y alerta a mostrarse encantadora y comunicativa en apenas unos segundos

Estaban hablando del muchacho rubio, ¿cierto? ¿Qué ha ocurrido con él? Hemos visto cierto alboroto fuera...

Sus ojos volvieron a volar por la iglesia, contemplando cada detalle con atención, como si realmente le interesara la forma en que fue construida

Piensa, Ledda, piensa

A veces se sorprendía a sí misma llamándose por su antiguo nombre, aquel que le puso su madre cuando nació. Quizás lo hacía porque, en parte, le ayudaba a tranquilizarse. Como si estuviera hablando con esa niña interior que había dejado atrás hacía tantos años, en un callejón oscuro de Chaville. Reprendiéndose a sí misma por detalles tan obvios como que, por ejemplo, sintiera como estaba comenzando a transpirar o que sus ojos se movieran de un lado a otro con más rapidez de la deseada. Errores de novata que, a la larga, podrían hacer sospechar al sacerdote... Y entonces su coartada se iría al garete

Aún queda una asesina, y puede estar por aquí. Pero... ¿Por dónde podría entrar?

Se sentía estúpida, estúpida y engañada. Ya era la tercera o cuarta vez que la pillaban desprevenida. Siempre eran ellas las que realizaban el primer movimiento, y solo la suerte la había salvado por ahora. En esos momentos no era más que una maldita diana con patas, una diana a la que las ineptas asesinas de Selene no dejaban de disparar, una y otra vez. Quería salirse por la tangente, quería mover ficha, pero no veía salida. Y justo cuando creía que todo había acabado, aparecían de nuevo para demostrarle que se equivocaba. Que ellas seguían allí, acechando, esperando el momento de cavarle una tumba. Lo peor de todo es que ya había aguantado varios asaltos en un juego que, por regla general, solo duraba uno. Y no había tomado medidas. Algo bastante poco inteligente, teniendo en cuenta que cada vez estarían más frustradas... Y que pronto se replantearían el mandarla a ella

Sintió como su vello se erizaba al pensar en la Ejecutora Oscura. No, no podía ganar esa batalla. Las pocas asesinas contra las que había luchado hasta la fecha eran simples títeres, pequeños adelantos de lo que estaba por venir. Y aún así le habían llevado al límite, hasta el punto de tener que recurrir a gente en la que en realidad no confiaba para ayudarla a salir adelante. En ese mismo instante su recién descubierto padre y el cazabrujas se partían la cara con una mujer a la que, sin conocerla, habría deseado matar con sus propias manos. No es que se preocupara por ellos, pero de alguna manera se sentía impotente por haber llegado a esa situación. ¿Es que debía depender de los demás para salir adelante? Las hermanas la consideraban una mera burla, y quizás no era más que eso. Una asesina de verdad habría ideado un plan para cambiar las tornas hace tiempo

A estas alturas, puede que lograras hacer frente a algunas de las hermanas más jóvenes de Selene... Pero la mitad aún seguiría destrozándote en un combate individual, no digamos ya si te emboscan o te superan en número.

Qué razón tenías, Aramis. Esa empresa se le quedaba muy grande. No sabía cuando podían venir a por ella, ni quienes, ni como. La incertidumbre se colaba entre sus órganos como una serpiente recubierta de zarzas, y le hacía rechinar los dientes, frustrada. Luchar contra un enemigo intangible, omnipresente y polifacético era una tarea prácticamente imposible. Y cuanto más pensaba en ello menos esperanzas tenía. Era un maldito círculo vicioso, la pescadilla que se muerde la cola. Selene tenía una lápida con su nombre, y era ella la que se estaba encargando de cavarles el hoyo. Que irónico todo

Céntrate

En esos momentos solo importaba una cosa: Salir de allí con vida. Sus ojos recorrían la iglesia, buscando cualquier cristalera, cualquier ventana o puerta secundaria que pudiera permitir a la otra zorra acceder a la iglesia para terminar el trabajo. Mientras tuviera localizados los accesos, no podrían pillarla por sorpresa...

O eso pensaba ella

Quint no reaccionó ante las palabras de Aaron. O bien su mente estaba ocupada en otros asuntos o bien simplemente no le había escuchado. El pobre convocador no parecía saber que estaba tratando con una bomba de relojería, y que el mínimo estímulo podría acelerar la detonación.

El rubio cruzó a través de la ventana con agilidad y revisó la habitación en busca de signos (sangre, huellas asimétricas, objetos golpeados, ...) que indicaran si la asesina que se cayó había resultado herida y si estaban tras el rastro de una o más personas.

Esta misma mañana, ese muchacho ha aparecido en un charco de sangre al lado de la cruz de cristo. Ha sido...-miró a Laguna-desconcertante. Pero al menos aquel hombre dijo ser enviado desde la mismísima Albidión, así que le concedí algo de ropa y salió fuera. Diciendo no se qué tonterías sobre demonios... 

Puso cara como si no le importara mucho, y se acercó a Alice, poniéndole una mano en el hombro.

-Pero, según él, todo esto lo hace para que todo el pueblo no sea quemado. Seguro que me toca a mí algunas tardes de confesión con cada uno, preguntando todo... 

Se colocó la mano en la cara, suspirando profundamente.

-Sois unos liantes...