Partida Rol por web

Ánima:Más allá del bien y del Mal II, Un reino de Pesadillas

Interludio de Xerine

Cargando editor
20/03/2012, 14:47
Director

"El máximo de desventajas es tres"

Ya, pero siempre es modificable. :P

Y no me has contestado a la pregunta de cuánto dominas el artefacto ^^

 

Cargando editor
20/03/2012, 17:16
Alice

Hombre, teniendo en cuenta que todos los efectos son automáticos, exceptuando el de transporte... Yo diría que bien. Tengo pensado que Xerine lleve algo menos de un año con el artefacto, aunque aún no tengo claro el tiempo exacto. Pero en ese tiempo le ha dado de sobra para aprender a utilizarlo, digo yo

¿Por qué? ¿Implicaría eso tener que pagar de más? O_o

Cargando editor
20/03/2012, 17:18
Director

No, eso implica que puede que tenga poderes que desconozcas, o algo así. Como que si dos personas distintas se ponen los pendientes, una en cada oreja el límite de 50 metros se puede violar, siempre y cuando el teletrasporte sea al lado de la persona...

o algo así. ^^

Por ahora tiene bastante buena pinta, y no sale tan caro. Eso sí, te reduciré el bono "polígrafo" no me gustan demasiado los mentalistas telépatas precísamente por inmiscuirse en los pensamientos de los demás (por eso te daba tanto el coñazo con Jaden) y por eso, a un detector de mentiras no le tengo mucho aprecio. :P

Am... el bono de defensa se quedará en 10, eso sí que es caro de cojones. ^^

Cuando termine de hacer un trasfondo de otro personaje *que me están metiendo mucha prisa, te aviso*

Cargando editor
20/03/2012, 17:27
Alice

No hay problema si quieres reducir lo del "efecto polígrafo", al fin y al cabo era más una especie de "huella espiritual" que quedó en el artefacto a raíz de pertenecer durante tanto tiempo a la desconfiada a Lys que una verdadera función inicial que Pnom Zhem planeara al crearlo. Tiene lógica que sea un bonificador más anecdótico. Eso sí, aunque sea poco, no te lo cargues del todo: Me mola que el artefacto tenga un rastro de la portadora original, y esta manera de justificarlo me parece bastante buena

En cuanto a las funciones adicionales... Estoy totalmente de acuerdo, pero te dejo a ti la tarea de definirlas, sean buenas o malas. No quiero saberlas hasta que realmente Xerine las descubra: Así la sorpresa será mayor ;)

Cargando editor
26/03/2012, 02:29
Alice

XERINE – INTERLUDIO

 

CAPÍTULO 1 – En un callejón de Chaville

Deja que sus pies sientan el frío tacto de los adoquines contra la piel, la gravilla oculta entre hendiduras de dura roca ya desgastada por el lento caminar de los transeúntes. Años, décadas, siglos... Esa ciudad ha respirado mucho más de lo que muchos saben, pero pocos son los que aún recuerdan el hambre y miedo de los primeros pobladores, la guerra y el saqueo, la sangre y las lágrimas. Chaville se ha convertido en un pozo de vana autocomplacencia, un espejo deforme en el que cientos de fantasmas contemplan sus rostros vacíos cada noche, sonriendo ante la esperanza de un futuro que nunca estuvo allí. Luego están los pilares, cada vez más calientes y trémulos, augurando un desenlace del que pocos se atreven a hablar en alto, pero que muchos empiezan ya a entrever entre las redes de opulencia y el derroche que la nobleza ha tejido por encima de los tejados.

Camina despacio, disfrutando de la sensación de estar de nuevo en el hogar. Como hace tantos años, vuelve a parecer un recuerdo fugaz, una sombra etérea de lo que fue, pero esta vez es diferente. Esta vez se siente viva, y desgaja cada vistazo que la ciudad donde creció se digna a ofrecerla. Aquella esquina, donde besó a ese burgués tan joven y confiado. Aquella fuente, en donde dejó que sus manos aletearan por los bolsillos de los más despistados. Aquel tejado, otrora repleto de gatos, ahora vacío por su culpa. Cada recodo e Chaville guarda una historia, y ella sonríe al recordarlas una a una, tomándose el tiempo suficiente para conectar de nuevo con aquel monstruo hambriento de poder. Pero la propia ciudad parece no reconocerla.

Y no es extraño: Muy diferente es la figura que muestra ahora de la que embarcó en la Dama hace ya unos meses. En realidad, el mundo apenas ha cambiado, pero siente que un muro infranqueable la separa de esa joven música, tan ignorante y confiada. Ahora es diferente, por supuesto. Ha probado el sabor de las tinieblas, ha paladeado el sabor de la confusión, y el regusto que ahora se asienta en la parte superior de su garganta no la desagrada en absoluto. Su mente, sus experiencias, y prácticamente toda su parte racional gritan sin esperanza, intentando alejarla de todos esos sueños peligrosos, pero hay algo dentro de ella que se remueve cada vez que piensa en Galael, en Seline... Y sí, incluso en Aaron. No, Xerine desapareció, puede que entre el mar traicionero que la llevó a Corvinus, entre los bosques encantados de la isla o durante el fatídico  camino de vuelta que sus pies debieron recorrer para regresar a su hogar desde la cala en la que había naufragado. Poco importa a estas alturas.

Gira una esquina, internándose entre las sombras de un oscuro callejón solitario, perdido entre uno de los barrios más pobres de Chaville. No es la ruta más adecuada para volver a su antiguo refugio, pero pocas opciones le quedan, pues ningún guardia mínimamente avispado la dejaría entrar en uno de los barrios ricos. Sus ropas, negras y desgastadas, son diametralmente opuestas a las que llevaba cuando partió de la ciudad, y parecen más propias de un campesino o ratero que de alguien importante. Duda que el tipo al que se las robó tuviera alguna profesión importante, y más teniendo en cuenta que pocas personas llevan hoy en día ropas negras. El color de la noche tiene una principal función, y no son pocos los que podrían sospechar de aquel que lo lleve como estandarte en una noche oscura como aquella. La luna estaba oculta bajo una capa de nubes, y eso la servía para ocultarse a ojos indiscretos, pero si alguien la veía podría buscarse problemas. Por esa misma razón se apartaba a las sombras cada vez que oía a algún guardia, o evitaba las calles más transitadas. Podría haber buscado ropa más normal gastando algo más de tiempo en su viaje, pero últimamente estaba algo caprichosa... Y el negro le quedaba realmente bien.

Tampoco tenía miedo de los rateros. Si algún idiota creía que podría aprovecharse de una inofensiva joven desamparada se llevaría una poco grata sorpresa. La ballesta había quedado inutilizada tras el naufragio, y todos sus venenos se habían perdido, pero las correas de su antiguo vestido habían mantenido bien ocultas las dagas y parte de los estiletes. Por supuesto, sus armas habían perdido calidad y filo debido a la oxidación y a las sales marinas, pero aún eran igual de mortíferas en sus manos. Y, en medio de la noche, apenas se notaban entre los pliegues de sus ropas, a pesar de ser estas considerablemente menos abultadas que las anteriores. No le llevarías más de un par de segundos el desenfundarlas, y para entonces cualquier idiota que hubiera decidido importunarla yacería en el suelo con la garganta abierta. No es que tuviera ganas de matar a alguien a esas alturas, pero no pestañearía si debía hacerlo. Tras todo lo que había pasado, estaba un poco susceptible, y tenía la mecha algo más corta que de costumbre. Situaciones que podrían haberse resuelto con algo de labia y paciencia le resultaban molestas e innecesarias, y dudaba que su humor mejorara hasta que llegara a su antigua casa e hiciera recuento de todo lo que le quedaba tras la tragedia...

El estilete llegó de la nada.

Lo vio en el último momento, una centésima de segundo antes de que pasara donde antes había estado su cuello. Había faltado poco, y la adrenalina se disparó por cada uno de sus músculos como el aceite que engrasa las máquinas de vapor que usaba el barco volador del príncipe de Lucrecio. Sus ojos volaron por el lugar, intentando avistar el origen del ataque, pero las sombras de la noche eran un arma de doble filo. Aquellas que tantas otras veces habían sido sus aliadas ahora se rebelaban contra ella, ocultando a sus atacantes. Sin embargo, pocas ganas tenía ella de ponerse a pensar en la ironía del asunto, teniendo en cuenta que alguien estaba intentando matarla. Otro estilete se clavó en una caja de cartón, gracias en parte a sus muchos reflejos... Y, por qué no, a la suerte. Rápidamente arrancó el metal de su nueva funda y lo examinó de cerca, mientras se escondía tras un barril, intentando prever la posición del asesino según el origen aparente de los ataques... O de los asesinos, pues estaba segura de que eran más de uno.

Una extraña sustancia pegajosa impregnaba la punta del estilete. Frunció el ceño: Había visto muchas veces ese veneno como para no reconocerlo: Cobra blanca. Un solo corte y la muerte llamaría a sus puertas. Era difícil sobrevivir a un ataque como ese, pero más difícil era pagar un veneno tan caro y peligroso. Quien quiera que estuviera intentando matarla, sabía que iba a estar ahí, había planeado la emboscada... Y, lo que era peor: No había escatimado en gastos para hacerlo. Puede que supiera quién era realmente Xerine. Puede que la hubieran contratado para matar a Ghost Note. O, simplemente, puede que tuviera muchas ganas de acabar con ella. Ninguna de las posibilidades la tranquilizaba lo más mínimo.

“-Os habéis descubierto. No hay razón para seguir ocultos.”

Decidió acompañar sus palabras con una jugada arriesgada: Salir de su cobertura y colocarse en medio del callejón. No sabía dónde estaban sus enemigos, y, en esas condiciones, arriesgarse era la única manera  para lograr alguna ventaja significativa. Esperaba que los estiletes de cobra blanca se les hubieran acabado, o que fueran tan estúpidos, arrogantes u honorables como para perder la ventaja que les confería su situación. Quiso mostrarse confiada, pero en realidad estaba bastante nerviosa. Si su jugada salía mal, era muy posible que no lo contara. Aquella trampa había sido preparada a conciencia, y la había pillado totalmente por sorpresa. Sin embargo, la suerte decidió sonreírla.

Las nubes se apartaron, y la luz de la luna iluminó las dos figuras que le cortaban el paso, una por delante, otra por detrás. Xerine giró la cabeza para observarlas atentamente, intentando calcular cualquier posible vía de escape antes de que fuera demasiado tarde. Por desgracia, esa vía no existía: Los dos extremos del callejón estaban obstaculizados, y  no había suficientes asideros como para trepar hasta los tejados lo suficientemente rápido, sin contar con el peligro añadido que conllevaba una caída desde esa altura, y lo expuesta que estaría a nuevos ataques a distancia. No, para salir de allí tenía que luchar. Frunciendo los labios, observó a las dos personas que se acercaban lentamente.

Las dos eran mujeres, y bastante bellas, tanto o más que Xerine. Una llevaba el largo cabello recogido en una coleta que le caía por la espalda, hasta la cadera, y sujetaba en sus manos una extraña arma, parecida a una espada corta, pero más curva y estilizada. Su mirada era penetrante, y sus pupilas se clavaban en ella como los estiletes que antes había lanzado. Su expresión era seria y decidida. Su compañera, a espaldas de Xerine, era bastante distinta: Llevaba el pelo corto y algo revuelto, llegándole a la altura del cuello, aunque no por ello era menos bonita que la otra. Sin embargo, su belleza era algo más salvaje e instintiva, y su expresión, mucho menos fría. Sonreía, enseñando una hilera de dientes blancos y perfectos, y sus únicas armas eran un par de guantes, cada uno dotado de tres cuchillas afiladas unidas a sus muñecas por varias correas. Las dos llevaban ropas tan negras como la de Xerine, y era fácil adivinar, tanto por su postura como por su expresión, que eran asesinas profesionales. Quizás es algo en la mirada, pero un asesino sabe reconocer a otro cuando lo ve.

“-Veo que alguien quiere verme bajo tierra –Xerine sacó sus dos dagas-. E intuyo que ninguna va a darme ninguna explicación al respecto.”

“-No es nada personal –dijo la que sonreía-. Intentaremos que no duela mucho.”

Xerine rió.

“-No te preocupes por eso. No tengo pensado acabar mis días en un callejón de mala muerte –sacó sus dagas, y miró a la asesina del pelo largo, aún sin perder su sonrisa-. Basta de conversación.”

Vio como la asesina asentía. Y acto seguido se encontraba luchando.

No le fue difícil diseñar una estrategia. Estaba claro que la asesina de la espada corta sería más lenta que la otra, que llevaba dos armas y por tanto podía aumentar la cadencia de sus ataques sacrificando potencia en el proceso. En aquellos momentos su objetivo era escapar, pues dudaba que pudiera acabar fácilmente con dos enemigas tan peligrosas, y más teniendo en cuenta que cualquier corte podría suponer la muerte si habían untado sus armas con el mismo veneno que los estiletes. Si tuviera pensado matarlas, probablemente habría ido primero a por la de las garras, que parecía algo más débil, pero en su situación la decisión estaba clara.

Esquivó un corte de la espada echándose a la izquierda, justo a tiempo de ver como la otra lanzaba otro estilete mientras corría hasta su posición. Lo desvió en el último momento, interponiendo la daga por un acto reflejo, pero este despiste fue suficiente para la asesina de la espada, que recuperando su postura de ataque se lanzó hacia ella, esta vez con un ataque horizontal. Consiguió pararlo con la daga, pero la potencia fue tal que esta salió despedida, cayendo a varios metros mientras trazaba espirales en el aire. Xerine apretó los dientes y dio un par de pasos atrás, encontrándose con la pared, mientras alzaba su única daga para detener otro ataque. La asesina de las garras ya había llegado a su posición, y era dudoso que pudiera defenderse de las dos a la vez. Tomó impulso y saltó hacia un barril cercano, evitando un nuevo ataque de la espada, que levantó una masa de aire a su alrededor, haciendo que las cajas y papeles volaran a su alrededor en un efecto bastante visual y llamativo.

“¡Magia!”. Ante eso no podía hacer nada. Si esas dos asesinas tenían poderes similares a los de Faliar o Quint, sus oportunidades de vencer en un enfrentamiento directo descendían radicalmente. Ahora las dos asesinas estaban cortándole el paso, y no había hueco alguno opr el que escapar. Su única esperanza era encontrar algo que usar en su contra, utilizando el entorno para conseguir alguna ventaja significativa. Esquivó un nuevo ataque, esta vez de las garras, y cayó rodando en el suelo, oyendo el sonido de la madera al ser el barril destrozado por la fuerza de la asesina. “Incluso ella podría partirme la mitad con un solo ataque, si se lo permito”. No pudo pararse a pensar durante mucho tiempo en ello: Su compañera estaba esperándola justo cuando se levantó, y a duras penas pudo evitar que la seccionara una pierna con otro de esos impresionantes golpes. Solo tenía una daga oxidada y un puñado de estiletes casi romos, mientras que ellas eran dos y contaban con armas de primera calidad, y envenenadas. Sus posibilidades de supervivencia iban descendiendo cada vez más, y no podía encontrar algo con lo que poder cambiar ese hecho. Y entonces lo vio.

Se situó en la posición correcta mientras se colocaba en la postura de defensa que tantas veces había practicado con Guêpe. Sabía que sus conocimientos de combate no estaban orientados a una defensa completa, y por eso era consciente de que aquella postura dejaba bastante que desear en comparación a las de otras artes y destrezas. Pero era mucho más versátil, y proporcionaba muchas ventajas a la hora de escapar. Era una postura para acabar un combate. Algo lógico, por otra parte, teniendo en cuenta que, como asesina, se basaba en su primer movimiento para acabar con la víctima... O en su capacidad de escapar si no era así. Observó como las otras dos asesinas se acercaban a ella con cuidado, tanteando el terreno. Podía ver cierta desconfianza en sus ojos, aunque no acababa de entenderlo. ¿La temían? ¿A ella? No tenía sentido. No se había llegado a labrar una gran fama. Puede que supieran que su maestra era Guêpe, pero esta tampoco era demasiado famosa dentro de los círculos más oscuros de Chaville... Que ella supiera.

“-Sabes que es cuestión de tiempo –esta vez, era la asesina de la espada la que hablaba. Su voz era tan bella como su aspecto, pero tenía cierto tono que a Xerine le recordaba al suyo propio-. No intentes retrasar lo inevitable.”

“-Somos más hábiles, tenemos mejores armas y somos dos contra una –añadió la otra-. Tus ansias por vivir son notables, pero la situación comienza a ser ridícula.”

Xerine sonrió.

“-Matadme si podéis. Aún me quedan siete vidas por gastar.”

La chica de las garras rió.

“-Ghost Note, la chica gato. Sí, sería un bonito apodo. A decir verdad, es una pena que tengamos que matarte: Tu estilo es interesante, y tienes potencial. Pero el trabajo es el trabajo... “

“-Estoy segura de que te duele en el alma. Demasiada charla. ¿Vais a venir, o tengo que ir yo a por vosotras?”

La chica de la espada fue más inteligente. La de las garras cayó de lleno en el truco, a pesar de que la pulla era bastante obvia. Soltando una risita a medio divertida medio burlona, se lanzó a por Xerine... Destrozando los sacos que tenía detrás cuando esta se apartó.

Es curiosa la cantidad de factores que pueden influir en un combate. La astucia, la rapidez y la fuerza son tres de los más importantes, pero hay mil matices distintos, menos claros a primera vista, que pueden resultar igual de decisivos. En este caso, las asesinas se basaban en sus poderes y en su potencia para sofocar a Xerine entre un mar de golpes que habrían resultado fatales en caso de impactar, gracias en parte al veneno del que probablemente estaban impregnadas. Xerine no era tan rápida como ellas, ni tampoco tenía las mismas habilidades, así que tenía que encontrar otra manera de vencerlas. En otra situación, su ventaja podría haber sido el sigilo, o sus dotes persuasivas. En esta situación, su ventaja se traducía en saber que algunos comerciantes de dudosa reputación tiraban los sacos de harina podrida a cualquier callejón maloliente sin preocuparse porque algún muerto de hambre decidiera utilizarla para calmar el dolor de su estómago.

Al reventar, el saco lanzó una nube blanca que se dispersó por el lugar, cegando a la asesina de las garras y haciéndola toser de forma violenta y repetida. Xerine había previsto las consecuencias, tapándose la boca y mirando para otro lado a tiempo, por lo que sus sentidos no se vieron afectados por el suceso. Por desgracia, la asesina de la espada había llegado a sospechar lo suficiente de ella como para confiarse, y la nube de polvo maloliente parecía no haberla afectado demasiado. Su espada cortó el aire hasta llegar a Xerine, y esta no tuvo más remedio que rodar por el suelo para evitar una muerte segura. Cuando se levantó, la asesina se acercaba a ella de nuevo, dispuesta a no darle cuartel, pero la situación había cambiado. Ahora una de sus dos contrincantes estaba fuera de juego, aunque por poco tiempo. Por suerte, esto dejaba una vía de escape... Y eso era lo único que necesitaba Xerine.

La persecución no duró más que unos minutos. Su perseguidora era mucho más veloz, no cabía ninguna duda, pero no se atrevió a seguirla hasta una de las calles principales de Chaville. Si algún guardia estaba patrullando lo más probable era que las descubriera sin mucha dificultad, y parecía que aquello no entraba en sus planes. Xerine se tomó unos segundos para respirar, aliviada, mientas intentaba trazar una ruta segura hasta su hogar. Puede que hace unos minutos hubiera estado más cerca de la muerte que nunca, pero había sobrevivido. Y sabía que, por suerte, era muy probable que no volvieran a intentarlo...

Al menos, aquella noche.

Notas de juego

Primera parte. Se notaba que estaba más inspirado, y que iba con más ganas. A partir de aquí la calidad va bajando. Avisado quedas :-P

Resumiendo: Xerine sobrevive al naufragio, y el mar la devuelve a una cala de Gabriel o Pahion, desde la cuál se las apaña para volver a Chaville. Pierde todas sus posesiones menos las dos dagas y algunos de los estiletes, además de algún otro objeto de poca importancia. La noche en la que vuelve es atacada por dos hermanas de Selene (sin nombre ni pasado, pero que pueden convertirse en dos enemigas recurrentes a la larga, si al director le place), encuentro al que sobrevive por los pelos, perdiendo una daga en el proceso.

Cargando editor
26/03/2012, 02:36
Alice

CAPÍTULO 2 – Un reencuentro agridulce

Guêpe siempre había sido una mujer impactante. Puede que no tanto como su pupila, pero era bella, aunque su encanto residía en otro detalle: Su presencia. Un aura de imponente majestuosidad la rodeaba, haciendo que cualquier arrogante pomposo inclinara la cabeza de forma inconsciente al pasar junto a ella. Lo mejor de todo es que la asesina podía ejercer esa presión a voluntad, pudiendo similar ser una doncella en apuros si la situación lo requería. Guêpe, la muñeca de las mil máscaras. Puede que Xerine fuera una de las pocas que conocían su verdadero rostro. Si es que ese era su verdadero rostro, claro.

“-Selene –La palabra parecía cargada de un ácido resentimiento-. No me extraña. Hubo un tiempo en el que pensé que mis fantasmas nunca volverían a perseguirme, pero a estas alturas no me extraña –Miró por la ventana, distraída-. Me pregunto quién ha decidido traicionarme. Quizás ha sido Libbo, o puede que Fraçois. A estas alturas, poco importa. Deben de estar muertos.”

Se giró hacia ella y esbozó una sonrisa triste.

“-Y nosotras no tardaremos en seguirlos.”

Xerine se llevó una mano a la daga, frunciendo el ceño. Sus músculos, de repente, estaban tensos de nuevo. Pero Guêpe se limitó a reírse al darse cuenta.

“-No seas ridícula, niña. No tengo ninguna razón para matarte. En estos momentos, eres lo más parecido a una aliada que tengo.”

Xerine no se calmó.

“-Quiero respuestas, Guêpe. He vuelto a mi hogar solo para descubrir que no tengo dinero, que soy buscada por media ciudad como cómplice de la extraña desaparición de la Dama y, lo que es peor, que hay un grupo de asesinas expertas dispuestas a acabar con mi vida cuanto antes. Si querías ponerme a prueba, creo que te has excedido un poco en esta ocasión.”

Guêpe soltó otra carcajada.

“-Parece que el viaje ha agudizado tu sentido de la ironía. Vienes cambiada, niña. Creía que nunca te oiría hacer una broma, pero supongo que los últimos meses nos han cambiado a todos.”

Se separó de la ventana y se acercó a una silla.

“-Yo que tú me sentaría. Lo que voy a contarte no te va a gustar, te lo advierto. Pero supongo que tienes tanto derecho a oír la verdad como yo a saberla, y más cuando has decidido contarme todo lo ocurrido desde que partiste.”

Xerine decidió hacer caso, y se sentó en la cama mullida, sintiéndose algo incómoda. Aquel lugar le resultaba extraño y desconocido; según Guêpe, era uno de los pisos francos que utilizaba como bases de operaciones, pero la música nunca había oído hablar de él hasta la fecha. A decir verdad, las últimas veinticuatro horas habían sido muy extrañas, así que la situación en la que se encontraba debería parecerle normal, en comparación.

Los problemas no habían acabado tras escapar de las asesinas, claro que no. Lo primero que la alertó fue encontrar la puerta de su hogar sellada con unos tablones. No la costó entrar por una ventana, desde luego, pero lo que había encontrado dentro era polvo, y nada más que polvo. Se habían llevado todo: Muebles, objetos, e incluso el dinero que ocultaba con celo bajo unos tablones sueltos. Era obvio que el resto, ingresado en un banco cercano, también la habría sido confiscado.  Decidió que dormir allí sería poco prudente, y pasó la noche en un escondite cercano al que había recurrido ya en un par de ocasiones, un jardín algo descuidado que pertenecía a un noble de baja cuna caído en desgracia. La siguiente anomalía ocurrió al día siguiente, cuando unos guardias intentaron detenerla para llevarla al cuartel. No tardó en enterarse de que habían puesto a su cabeza, y que supuestamente la acusaban de haber participado en la desaparición de la Dama. La indignación solo era superada por la sorpresa que sentía en ese momento, pero se las apañó para mantener la cabeza fría. Luego intentó encontrar a Guêpe. Pero al final fue esta la que la encontró a ella.

“-Cuando Albuin salió de la ciudad, el conde de Montegniole aprovechó su ausencia para comenzar a investigar en sus negocios. Algunos se sorprendieron, porque, como sabrás, no eran rivales comerciales y su relación era cordial. Tras una breve investigación, descubrí que, en realidad, tu mecenas no era trigo limpio, y que algunos de sus negocias menos legales interferían en los del propio conde. Supongo que fue entonces, mientras rebuscaba entre la basura de tu mecenas, cuando comenzó a preguntarse quién eras tú, y porque parecía que tu pasado parecía tan difuso y poco claro. Fuera lo que fuera lo que encontró, debió de unir cabos y deducir que eras Ghost Note. Y entonces perdió la cabeza.

“El problema radica en que, como ya te imaginarás, no podía probar la relación entre Ghost Note y Xerine. Así que decidió zanjar el tema usando métodos menos legales, y no tardó en encontrar un par de pruebas que te relacionaban con la reciente desaparición del zeppelín, que ahora mismo está en boca de todo el mundo. Habría sido poco creíble que una sola música hubiera organizado todo, pero presentándote como una de las cómplices ha convencido a la mayoría de gente poderosa en Chaville para poner a toda la guardia en alerta. Muy pocos creen que realmente sigas aquí, pero tu cara es conocida en toda la ciudad y las supuestas fechorías que has cometido se han ido engordando poco a poco por el efecto del boca a boca. Ahora mismo, muchos consideran que la única manera de esclarecer el misterio de la Dama es atrapándote, lo que no te deja en buena posición.

“Pero el conde no se ha conformado con eso. Ha contratado asesinos de todas partes para buscarte y acabar contigo. Sin embargo, el principal problema vino cuando uno de mis otros discípulos, no tengo claro quién, contactó con Monteglione. No sé si fue buscando la recompensa o la protección del conde, pero a estas alturas ya debe de estar muerto. Porque uno de los asesinos que había contratado el conde era una de mis antiguas compañeras... Y al enterarse de que yo había tomado a alguien como discípulo, las cosas cambiaron radicalmente.”

Xerine la interrumpió de forma brusca.

“-Selene entró en juego.”

Guêpe asintió, en silencio.

“-Antes de que comprendas la gravedad del asunto, creo que ya va siendo hora de que aprendas algo sobre la hermandad.”

La siguiente media hora se le hizo más larga de lo que había esperado. Guêpe le contó todo lo que sabía de Selene, desde la estructura de la organización hasta la naturaleza de sus encargos habituales. Le habló sobre las hermanas, sobre las reglas de la organización, y sobre la ejecutora. Y, a cada palabra que decía, Xerine se sentía menos segura, menos confiada... Y más rabiosa.

“-Es injusto –Xerine negó con la cabeza, apretando los dientes-. Injusto –Repitió.”

“-El mundo es injusto, niña. Puede que no tengas la culpa de que yo te enseñara, pero aceptaste en su momento, y ya no hay vuelta atrás. Enviarán a Kali para matarme a mí, aunque ya me imaginaba que dejarían el encargo de acabar contigo a hermanas más inexpertas, quizás como un entrenamiento. Ahora que has escapado, no lo tengo tan claro. Quizás la ejecutora acabe por ir también a por ti, quién sabe.”

Xerine sonrió, agachando la cabeza.

“-No me refería a eso –Escupía las palabras, llena de rencor- Lo que me has contado, la isla de Selene, la hermandad... Es perfecto.Yo... Yo podría haber sido una de ellas. Soy huérfana, bella y más hábil que muchas de las chicas de mi edad. Sin embargo, ellas no me buscaron. Tú fuiste la que me encontraste, una hermana ya retirada que se divertía jugando con la única prohibición que aún restaba en su vida. Y ahora es demasiado tarde.”

Dio un pisotón en el suelo y apretó los puños. Su mirada se encontró con la de Guêpe, y esta vez no sintió miedo, ni respeto. Solo rencor.

“-Has jugado con fuego, maestra. Has cruzado la línea, trasmitiendo los secretos que deberías haberte guardado para ti. Y ahora yo tengo que pagar tu insensatez. Siempre creí que había tenido suerte en la vida, pero ahora me doy cuenta de que todo fue una broma pesada. Una jodida broma pesada.”

La mirada de Guêpe se endureció.

“-No creas que te debo nada, o que siento algún remordimiento. Si te estoy contando todo esto es para contar con tu ayuda más adelante, no para obtener tu perdón. Tu perdón me es indiferente.”

Xerine bufó.

“-¿Crees que eso me importa? No dejas de llamarme niña, pero aquí la única niña que veo eres tú. ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué poner en peligro tu vida de esta manera? ¿Qué esperabas conseguir de nosotros?”

Sorprendentemente, sus últimas palabras parecieron ejercer cierto efecto en Guêpe. Esta se limitó a suspirar

“-A decir verdad... No lo sé. Supongo que fue un sueño, en realidad. Nunca llegué a creerlo del todo, pero aun así seguí adelante. No sabes nada, niña. No has odiado de verdad, no has sentido la pérdida. No te ha sido vedado el único deseo que realmente te ha importado. Una hermana no puede matar a otra, ¿recuerdas? Pero quizás vosotros si hubierais podido completar mi venganza.”

Xerine no entendía nada, pero tampoco quería entenderlo.

“-Dices que no he odiado nunca a nadie. Bien, al menos ahora, eso es mentira.”

Guêpe recuperó su sonrisa al volver a mirarla.

“-¿Me odias, Xerine? –Soltó una risita burlona- No, niña, no me odias. No sabes lo que es el amor, así que tampoco puedes comprender el odio. Me guardas cierto rencor, pero tu alma no se consume por verme postrada e indefensa a tus pies. Quizás algún día ames a alguien con toda tu alma, como yo hice en su momento. Y será cuando te le arrebaten sin piedad alguna, cuando entiendas lo que significa el verdadero odio. Ese día entenderás mis palabras, pero no antes, pues las palabras son palabras, y se van con el viento.”

Xerine no quería oír más. Había una secta de asesinas dispuesta a acabar con ella, y si las palabras de Guêpe eran ciertas, no tenía posibilidad alguna de aguantar más de un par de asaltos contra la mayoría de sus integrantes. Si quería salir de esa, tenía que empezar a pensar en alguna manera de escapar, fuera cual fuera. El tiempo corría, y cada minuto que pasaba era un minuto más cerca de la muerte.

“-¿Te vas? Creí que, a pesar de todo, te quedarías conmigo. Si te he contado todo esto es para hacerte ver que nuestra situación es muy delicada, y nuestras vidas penden de un hilo. Juntas tendremos más posibilidades de sobrevivir que separadas.”

Xerine se giró hacia ella, ya en el umbral de la puerta, y sintió la tentación de escupir a sus pies. Pero se contuvo. Quizás aquella mujer se había convertido en su verdugo, pero seguía siendo su maestra. Y lo que decía tenía sentido. La observó durante unos segundos, pero al final negó con la cabeza, furibunda.

“-No puedo quedarme contigo. No confío en ti, y tú tampoco te fías de mí. Acabaría por abandonarte cuando te dieras la espalda, eso si tú no decides cortarme la garganta antes mientras duermo, para asegurarte de que no decida tomar represalias por lo que has hecho. Nos destruiríamos la una a la otra, eso sin tener en cuenta de que Selene tendría muchas más facilidades para encontrarnos, teniendo en cuenta que estaríamos en el mismo lugar. No, no me quedaré contigo, maestra. Aún no tengo claro a donde me llevarán mis pasos, pero espero que sea lejos. Lejos de ti.”

Guêpe se cruzó de brazos, sonriente.

“-Bueno, veo que estás decidida. En ese caso, lo único que puedo hacer es desearte suerte. A decir verdad, ya había contemplado la posibilidad de que no quisieras compañía. Soie reaccionó de forma parecida, y no he vuelto a saber de él desde que se fue. Nunca me gustó demasiado, pero espero que esté bien. No le guardo ningún rencor, era un buen chico.
“Por otro lado, tú siempre fuiste mi preferida, así que te haré un último regalo para que veas que no soy rencorosa. Una vez salgas de Chaville, dirígete al norte, hacia Bellegarde, y busca una posada llamada ‘La espina dorada”. De dorada no tiene nada, ya lo verás. Pregunta por Fernand Vasser. Probablemente te encuentres con un tipo algo viejo y cascado, con una mano de madera y la fea costumbre de estar ebrio excepto cuando tiene que realizar algún trabajo poco legal. Puede parecer un patán, pero el tipejo conoce un montón de rutas ocultas por la cordillera de Lucille, y si le pagas un par de escudos de oro ni siquiera hará preguntas. Cruza la frontera con Moth, y únete a alguna caravana de Les Zigeuner. Como ya sabes, son nómadas y renegados, por lo que es poco probable que hagan muchas preguntas o decidan venderte. No te confíes, pero, en principio, no deberías tener muchos problemas para cruzar Moth. No es una nación demasiado controlada, que digamos.

“Deberías llegar a Dwänholf en unos dos meses, si mis cálculos son correctos y no hay demasiados imprevistos en el viaje. Deberías evitar el bosque Gehena, así que probablemente cruces la frontera por algún lugar de la meseta de Somer. En Dwänholf debes viajar hacia el norte. Consigue un mapa, e intenta llegar al monasterio de Kirion. No es fácilmente accesible, pero no dudo de que sabrás apañártelas. De cara al mundo, dicho monasterio es un orden monacal como cualquier otra, pero la realidad es bien distinta. Es una escuela de asesinos, y su fama llega incluso aquí. Di que vas buscando a una tal Aramis Malik, y que vienes de parte de Guêpe. Una vez estés en su presencia, cuéntale todo lo que ha ocurrido. Es una vieja conocida, y odia tanto a Selene que no dudo te dará el beneficio de la duda. Toma.”

Xerine recogió el objeto al vuelo, y luego lo observó, sorprendida. Era una gema brillante, preciosa, de un color rojo como el fuego. Un rubí, si su memoria no la fallaba.

“-Lo compré con lo poco que pude salvar de tus ahorros. Está valorado en unos trescientos escudos de oro, así que no lo vendas por menos de doscientos. Junto a la puerta hay una pequeña bolsa de cuero que contiene otras veinte monedas de oro. Cógela, es tuya. Con esa cantidad deberías de poder llegar al monasterio sin demasiados problemas económicos, y el rubí te permitirá pagarte el equivalente a tres años de aprendizaje en el monasterio.”

“-... ¿Por qué?”

Guêpe sonrió, y ladeó la cabeza.

“-Oh... ¿No se te ocurre? –Esta vez tuvo la decencia de no reírse, pero en sus ojos se veía cierto brillo divertido-. Ahora eres tan enemiga de Selene como yo, así que tu única oportunidad de seguir adelante es enfrentándote a ellas. Aramis odia a la hermandad, así que no tardará en intentar llevarte a su causa. Dicen que el monasterio de Kirion es neutral frente a los conflictos, pero conozco a mi vieja amiga lo suficientemente bien como para saber que tarde o temprano la perderán sus impulsos. Y puede que volvamos a encontrarnos en el futuro, quién sabe. Puede que para entonces ya te hayas dado cuenta de que juntas haríamos mucho más que separada, y hayas aprendido lo suficiente como para serme de utilidad. Puede. Puede.”

“-¿Y si no es así? Yo no soy tú, Guêpe. ¿Y si solo quiero empezar una nueva vida, lejos de todo esto?”

Guêpe se encogió de hombros.

“-Solo por la posibilidad, ya merece la pena. No estoy perdiendo nada, todo esto lo he sacado de tus ahorros. Y si al final resulta que no sirve... Bueno, igualmente podré contar con tu gratitud. Nunca se sabe cuándo puede venirte bien el que te deban un favor. Pero no te engañes, niña: Sabes tan bien como yo que, bajo esa fachada de superviviente que siempre llevas, hay algo más. Imagínatelo: Xerine, la asesina legendaria, que desafió a la propia organización de Selene. Tendrás poder, y podrás utilizarlo. Incluso alguien tan frío como tú no puede negarse a esa posibilidad. Lo veo en tus ojos. Quizás no hace unos meses, pero este viaje te ha cambiado. Irás a Kirion, y aprenderás bajo la tutela de algunos de los mejores asesinos de nuestra época. Lo sabes tan bien como yo, Xerine.”

“-Xerine ha muerto. Adiós, maestra.”

Se giró y despareció por la puerta, con los dientes apretados y una extraña angustia rodeando su pecho. Guêpe, sin embargo, sonreía.

Porque, si algo había aprendido con el paso de los años, era que destino es caprichoso.

Notas de juego

Segunda parte: Xerine descubre lo que ha ocurrido. El conde de Monteglione ya sabe que fue ella la que mató a su hija, y ha puesto precio a su cabeza inculpándola de lo que ocurrió con la Dama. Lo que es peor: Uno de los discípulos de Guêpe la traiciona y revela sus secretos al conde. Para más inri, una de las hermanas de Selene, contratada para acabar con Xerine, oye la conversación y, por tanto, descubre que la ex-hermana Guêpe ha ido entrenando a discípulos como si esto fuera la fiesta del asesino. Xerine decide escapar, cortando toda conexión con su mentora, aunque esta decide ayudarla en el último momento, aconsejándola ir al monasterio de Kirion, y entregándola un rubí con el que costearse sus servicios

Cabría destacar el papel de Guêpe en Selene. A estas alturas, lo tengo ya definido a trazos generales: La asesina fue una de las mejores de su hermandad, pero cometió el error de enamorarse perdidamente de un hombre. Por desgracia, una de las rivales de Guêpe, otra hermana con la cuál llevaba una relación algo tensa, recibió el encargo de matar a dicho hombre. Aunque Guêpe se enteró a tiempo e intentó protegerle, las reglas de la hermandad la impedían combatir contra su propia hermana. Desesperada, decidió recurrir a la máxima autoridad: La hermana Alexa (o como se llame la Sylvain fucker de Selene, madre de Kali y diosa de las asesinas). Esta, sintiendo un atisbo de compasión por la pobre Guêpe, decidió concederle esa pequeña petición a cambio de que cortara toda conexión con dicho hombre. Guêpe lloró lágrimas amargas, pero al final tomó una decisión, y aceptó el trato. Sin embargo, aunque la carta fue enviada, la rival de Guêpe la ignoró, y mató a su amado sin pensárselo dos veces, quizás por rencor. Cuando volvió, alegó que no había llegado a recibir la carta, y fue tan convincente que nadie, ni siquiera Guêpe, puso en duda sus palabras

A partir de entonces Guêpe se convirtió en una persona más oscura y retraída, frente a la hermana amable y alegre que había sido siempre. Años más tarde la asesina consiguió su libertad y decidió desvincularse de la organización. Una ex-hermana pierde el voto dentro de la orden, así que su rival aprovechó para confesarla lo que realmente había ocurrido, y se entretuvo relatando cada una de las atrocidades que le había hecho a su amado. Guêpe sintió como todo lo que creía se derrumbaba lentamente, y, sabiendo que nadie creería su palabra ahora que ya no pertenecía a la orden, se retiró a Chaville guardando su rencor y atesorando sus lágrimas como promesas de venganza futuras. Pronto extendió su odio hacia toda la organización, pues culpaba a Alexa y las demás de haber sido cómplices de tal atrocidad. Ellas le robaron al amor de su vida, y pagarían por ello. No tardó en urdir un plan para consumar su venganza: Formaría a un grupo de asesinos lo suficientemente hábiles y diestros como para realizar un ataque frontal a la organización en el futuro, ataque en el que intentarían acabar con las principales cabezas de la organización: Alexa, Kali, y el resto de hermanas. Sabía que ella sola no sería rival para unas asesinas tan poderosas, pero guardaba la esperanza de que uniendo sus fuerzas con las de otros cuatro o cinco asesinos de gran poder pudieran llegar a causar suficientemente daño como para que la hermandad  nunca llegara a recuperarse del todo. Quizás, en el fondo, Guêpe perdió parte de su cordura poco después de dejar la organización

Iba a matar a Guêpe, en un principio, pero quiero que te des cuenta de que dejo su destino, y el de Soie (otro chico que ha aparecido de forma secundaria en algún otro flashback de Xerine) sin especificar. Esto es intencionado: Tienes carta blanca para hacer con ellos lo que quieras. Quizás los dos han muerto, quizás siguen vivos. Quizás Guêpe murió, pero logró inculcar a Soie su odio por Selene, y este se dispone a continuar con su legado. Quizás es justo al revés: Guêpe pasó los últimos tres años con Soie, y acabó por cogerle cariño, por lo que su muerte supuso un cambio radical en su manera de ver la vida, o la llevó a la completa locura. Puede que Xerine vuelva a encontrarse con ellos, puede que no. Lo dejo ahí como recurso para el director, por si quieres utilizarlo, pero en principio no me corre ninguna prisa :-P

Cargando editor
26/03/2012, 03:00
Alice

CAPÍTULO 3 – Despertando

Sus ojos se abrieron de par en par, pero el techo de madera que apareció ante sus ojos le resultaba extraño y desconocido. Sus músculos tardaron en reaccionar, y se quejaron como si no hubieran sido utilizados desde hace mucho tiempo. No entendía nada, pero intentó mantener la calma y la cabeza fría. Se incorporó lentamente, con cuidado, y echó un vistazo a la habitación. No estaba sola, había otras cinco personas dormidas en cinco camas distintas. Las paredes eran de madera vieja, y había una ventana sin cristal que daba a un cielo triste y gris, un cielo que no auguraba nada bueno. La luminosidad ambiental dejaba mucho que desear, así que sus ojos tardaron un rato en acostumbrarse. Ni siquiera reconocía sus ropas. Llevaba un camisón ancho, blanco como el color de las sábanas de la cama en la que había estado dormida. Iba descalza, pero no le importó: El suelo estaba relativamente limpio, y junto a la puerta había un par de zapatos de tela.

“¿Dónde diablos me he metido?”

Intentó hacer memoria. Poco a poco fue recordando: La Dama, la vuelta de Corvinus, la conversación con Guêpe, Selene, su paso por una de las rutas de contrabandistas que había en la cordillera de Lucille, el viaje con los zíngaros... Y aquel pueblucho en el que se había parado a descansar una vez descubrió que la caravana no tenía pensado llevarla hasta la frontera. Se había ido a dormir en aquella habitación pequeña y húmeda para despertarse en esta otra, mucho más grande e higiénica, compartiéndola con otros cinco extraños a los que no conocía de nada. Había dos hombres de mediana edad, una mujer joven, una vieja y una niña que no debía de pasar los siete años. ¿Una familia? Quizás. Pero todos dormían, y nada parecía indicar que fueran a despertarse de un momento a otro. Así que decidió tomar la iniciativa.

La puerta se abrió tras el tercer intento de despertarles gritando. Ni los toquecitos en el hombro, ni los susurros, ni siquiera la bofetada que le había propinado a uno de los hombres había servido de nada. Así que, confusa y desorientada, había decidido gritar. “¡Despertad!”, había dicho, “¡¿Es que no me oís?!”. No estaban muertos, de eso estaba segura. Pero no respondían, por mucho que lo intentara. Había oído historias de personas que entraban en un estado catatónico, una especie de sueño eterno del que ninguno despertaba nunca, pero esas personas acababan muriendo tras unos días, y le extrañaba que cinco individuos hubieran alcanzado dicho estado al mismo tiempo. Por suerte, sus preguntas no tardarían en recibir respuesta.

“-¡Has despertado!”

La mujer que había en la puerta, sonriente, debería de pesar al menos unos cien kilos, y probablemente más. Puede que en sus años de juventud fuera hermosa, pero la edad la había convertido en una mujer oronda y desdentada, aunque de rostro amable y maternal. Parecía bastante alegre de verla, aunque no recordara haberla visto nunca.

“-Mi marido decía que tardarías más, pero yo sabía que no debía de quedarte mucho para recuperar la consciencia. Siempre he tenido más fe que él, supongo.”

Xerine tardó unos segundos en encontrar las palabras adecuadas.

“-Buenas... Tardes, señora. Discúlpeme si no la recuerdo, pero...”

La mujer bufó, antes de soltar una risita divertida.

“-¿Recordarme? Oh, claro que no me recuerdas. No nos conocemos. Bueno, al menos, tú no me conoces. Y lo único que sé yo de ti es, prácticamente, lo mismo que sabes tú de mí: Tu aspecto. Ya, ya sé que en este momento estás algo perdida, pero no te preocupes, aquí estás a salvo. Espera, ahora te traigo algo para que te vistas.”

Se giró, pero antes de salir señaló los zapatos que había junto a ella.

“-Póntelos si no quieres ir descalza. Te quedarán un poco grandes, pero mejor eso que nada.”

Cuando volvió, tenía una dulce sonrisa dibujada en la cara. Llevaba consigo un vestido algo viejo, de campesina o labradora, no sabría decirlo.

“-Cámbiate aquí, no tengas vergüenza. Tranquila, los otros no se despertarán. Luego baja abajo, y hablaremos. Estoy preparando té.”

Cuando la dejó sola, se replanteó si escapar por la ventana. No sabía a qué clase de casa de chiflados la habían llevado, pero había algo que no le olía nada bien. Sin embargo, decidió darle a la mujer un voto de confianza, y bajar con ella. Al fin y al cabo, no tenía ninguna de sus posesiones con ella, y no llegaría muy lejos en un lugar que no conocía. Por mucho que le costara reconocerlo, no tenía otra opción más que bajar e intentar enterarse de que diablos estaba ocurriendo.

La mujer la recibió abajo, con una jarra de té y dos tazas ya listas, sobre la mesa de lo que parecía la sala principal. La casa en la que estaba era modesta, pero relativamente grande en comparación a lo habitual para un labrador: Dos plantas y cinco habitaciones. Tres dormitorios arriba, en uno de los cuales había despertado, y dos salas algo más grandes abajo, una que servía como sala de estar y comedor, y una despensa no demasiado espaciosa. Observando la casa con atención y buscando posibles vías de escape por si acaso la cosa se torcía, se acercó a la mesa y se sentó junto a la mujer, que seguía con esa sonrisa amistosa en la cara. A decir verdad, no parecía nada peligrosa.

“-Espero que no esté muy caliente. No es que tenga un sabor demasiado agradable, así que se toma mejor cuando está recién hecho. Por eso suelo pasarme a la hora de calentarlo, mejor eso que dejarlo frío, ¿No crees? ¿¡Pero bueno, dónde están mis modales!? Mi nombre es Luminita. Encantada de conocerte...

“-Alice.”

“-Alice. Sí, ya decía yo. Pareces gabrielense, se te nota en las facciones. Un lugar lejano, Gabriel, muy lejano de aquí... Pero cada uno tiene sus motivos para viajar, supongo. No es la primera vez que vemos a algún extranjero por estas tierras, así que no te preocupes: Puedes guardarte tu pasado si no te apetece hablar de él.”

“-Gracias, señora...”

“-Llámame Luminita. Lumi, si te parece demasiado largo. Pero dime, Alice... ¿Qué te trae por estas tierras?”

“-Yo... Estoy aquí de paso.”

“-Mmmmmm... Ya veo. ¿Y adónde te diriges?”

“-Dwänholf.”

La cara de la mujer se contrajo en una mueca despectiva.

“-Bah. Un país de rateros y maleantes. Bien te vendría quedarte aquí. No es que seamos demasiado confiados con los extranjeros, pero con el tiempo te harás un lugar entre nosotros. Yo te ayudaría.”

“-Es usted muy amable, pero... Yo... Tengo que ir allí. Allí se encuentra mi marido.”

La señora suspiró, lanzándole una mirada algo triste.

“-Pobre hombre. A estas alturas debe de estar preocupadísimo por ti.”

Aunque no entendió del todo esa última frase, Alice decidió ignorarla. Tenía preguntas más apremiantes.

“-Espero no ser demasiado indiscreta, pero... ¿Me han robado?”

La pregunta pareció pillar por sorpresa a la mujer.

“-¡Oh, no, claro que no! No te preocupes, niña, aquí somos todos gente de bien, temerosos de Dios. No faltan los bandidos en los caminos, claro, pero la mayoría es gente honrada.”

“-No lo pongo en duda. Es solo que... Ayer me dormí en una posada de mala muerte, y cuando me levanto me encuentro con que me han despojado de mis posesiones, me han vestido con ropa que no es la mía y me han llevado a una casa que no conozco para dejarme durmiendo junto a otras cinco personas. No entiendo cómo han podido hacer todo eso sin que me despierte, así que presupongo que la razón es que me han drogado o envenenado, y solo se me ocurren dos motivos por los cuales una persona querría hacer algo así: Robarme o aprovecharse de mi cuerpo.”

Luminita parecía horrorizada ante las conclusiones de Alice.

“-Nadie te ha deshonrado, te lo prometo por lo más sagrado. Yo misma me he encargado de cuidarte y de protegerte. En cuanto a tus posesiones... Bueno, el hombre que te trajo aquí fue el sacerdote de un pueblo cercano, el pueblo en el que te encontraron. Se quedó con la bolsa de monedas, pero no puedes reprochárselo. Fue muy bueno trayéndote aquí, y en esta región somos todos muy pobres. Usó tu dinero para reformar la iglesia y dar de comer a algunas de las familias menos afortunadas del pueblo, o eso he oído. Pero el resto de tus posesiones las dejó aquí. Espera.”

Xerine apretó los labios, pero no dijo nada. Esa mujer podría decir lo que quisiera, si alguien la había drogado y se había quedado con sus monedas, por mucho que luego la llevara a algún lugar para que cuidaran de ella, eso se llamaba robar. Y era una verdadera molestia, porque para recuperar ese dinero tendría que recurrir a recursos poco legales, y eso implicaría que su viaje se alargaría más de la cuenta. Luminita volvió con una bolsa en la cual estaba el resto de sus posesiones.

“-Lo único que falta son esos cuchillos que llevabas contigo. Comprendemos que hoy en día hasta una mujer puede viajar con armas si lo hace sola, pero el cazador de la aldea me pidió quedárselas y no pude negárselo. Estoy segura de que les dio un buen uso.”

“-Eran de mi marido. Se las estaba llevando.”

“-Oh, cuanto lo siento –Parecía sincera- Te las pagaría si pudiera, pero me temo que no me sobra el dinero. Aquí somos todos bastante pobres.”

“-Sí, ya lo has dicho antes. No pasa nada.”

Alice sujetó, sonriente, la bolita de madera en la que hace tiempo había escondido el rubí. No le costó convencer a un carpintero de que la hiciera un colgante hueco con las medidas exactas, dotado de un simple mecanismo que permitía extraer el contenido con apenas un par de movimientos estudiados. Se agachó un poco, poniéndolo debajo de la mesa, y revisó que la piedra preciosa aún estuviera allí: Efectivamente. Los ignorantes campesinos apenas se habrían llegado a replantear que una mujer como ella pudiera llevar algo de tanto valor.

“-Ese colgante es bonito –Alice cerró el colgante y se lo puso alrededor del cuello, mientras le devolvía la sonrisa a la mujer- ¿Te lo regaló tu marido?”

“-Sí. Significa mucho que me lo hayáis guardado. Tiene cierto valor sentimental.”

“-Claro, claro... Mi marido me dijo de quedármelo, pero no me pareció correcto. Una cosa es coger las armas y el dinero, y otra muy distinta despojarte de todos tus bienes. Si no estuviéramos en tiempos de necesidad, también tendrías lo demás, pero...”

“-No pasa nada, señora. Usted no me conoce de nada, y yo habría hecho lo mismo. Al que me gustaría encontrar es al tipo que me drogó.”

La mujer suspiró y negó con la cabeza.

“-Nadie te ha drogado, mi niña. Has estado enferma.”

Xerine alzó una ceja, sorprendida.

“-¿Enferma? No me he sentido ningún síntoma desde...”

“-No, no busques síntomas. Es una enfermedad diabólica, que ni los sabios de las ciudades han podido explicarse aún. Por aquí lo conocemos como “la larga noche”, pero he oído como otros lo llaman “la espera del gallo” o “la enfermedad del sueño”. Viene de repente, y no avisa.”

Xerine se mordió un labio, algo nerviosa. No había oído hablar nunca de nada parecido, pero había aprendido a temer todo lo relacionado con alteraciones del sueño, y más desde su visita a Corvinus. ¿Tendría alguna relación?

“-¿Los que estaban arriba...?”

Luminita asintió suavemente.

“-Sí. Ellos también la tienen, pero aún no han despertado. La enfermedad se manifiesta bruscamente, sin avisar, y siempre cuando la persona duerme. El desdichado no despierta, pero sigue vivo, y ni siquiera necesita comer o hacer sus necesidades, pues la propia enfermedad le nutre con fuerza impía e implacable. Algunos tardan días en despertar, otros semanas, aunque lo más normal es que tarden meses, o incluso años. Algunos no despiertan nunca.”

Alice sintió la boca seca. “No, no puede ser. Está mintiendo”. La mujer continuó.

“-Los que despiertan nunca se acuerdan de lo que han soñado, y algunos incluso han olvidado lo que ocurrió antes de la enfermedad. En casos muy extremos, de gente que tarda mucho tiempo en despertarse, a veces incluso olvidan su nombre o su pasado. Es horrible. Aquí nos hacemos cargo de todos aquellos que enferman pero no tienen a nadie para cuidarles. No nos cuesta nada, ya que lo único que necesitan los enfermos es una cama, poco más. Algunos pueblos incluso nos traen a algunos, como hizo el sacerdote contigo. Un gran hombre, el sacerdote.”

Alice pudo articular palabra al fin, aunque su voz sonó algo aguda y entrecortada.

“-¿En qué día estamos?”

La mujer pareció dudar entre decírselo o no, pero al final tomó aire y respondió.

“-Veintidós de Noviembre.”

Alice suspiró, sintiendo que se acababa de quitar un gran peso de los hombros. Casi sintió ganas de reír a carcajadas.

“-Bueno... Al menos, solo he estado dormida unas pocas semanas. Si la enfermedad es tan peligrosa como dices, parece que he tenido suerte.”

La mujer negó de nuevo, y esta vez, su voz sonó más triste que antes.

“-No lo entiendes, Alice. Viniste a nosotros un veintiocho de Octubre del año novecientos ochenta y nueve de nuestro Señor. Hoy el veintidós de Noviembre del año novecientos noventa de nuestro Señor. Llevas durmiendo más de un año.”

Notas de juego

Como lo oyes: Xerine ha estado en Graven. Fue atrapada por la enfermedad del sueño cuando estaba en Moth, y pasó casi un año construyendo la ciudad del Príncipe de los Cuervos. Pero su estancia no fue como la de otro cualquiera. Aunque ella no recuerda nada, la alta Natura de Xerine la llevó a jugar un papel importante dentro de la ciudad, ya fuera como rebelde o sirviente de Malekith (me inclino más por lo primero). El caso es que en cierto momento llegó a hacer algo... No sé el qué, ni quiero saberlo. Pero fuera lo que fuera lo que hizo, se fue sabiendo algo que nadie más sabía... Y que, al despertar, olvidó totalmente. Esto es importante más adelante, pero no adelantaré acontecimientos...

Cargando editor
26/03/2012, 03:19
Director

Cuidado Kyra... no jueges con fuego...

Sabes que la historia se desarrolla por ahí, siempre que los cambios sean recuperables aceptaré "tu versión", pero espero que no hayas trastocado nada...

^^

Cargando editor
26/03/2012, 03:22
Director

Otra cosa... si no has incluido ya lo del artefacto... se me ocurre que puedo darte otro...

Un colgante con la forma de un gato ^^

Molestaría mucho en tu historia?

Cargando editor
26/03/2012, 03:28
Alice

CAPÍTULO 4 – Encuentros inesperados

Los blancos copos de nieve adornaban el feo paisaje, dando al lugar cierto toque nostálgico que apenas ejercía efecto en el panorama general, como si fuera el maquillaje que alguien había decidido ponerle a una ramera barata y vieja. Sin embargo, Alice agradeció la visión, pues tras una semana de viajar por pantanos y páramos repletos de hierbajos y zarzas muertas aquel suponía un buen cambio a la imagen que llevaba viendo durante todo ese tiempo. Dwänholf era una tierra muerta y desagradable, y cualquier atisbo de belleza que pudiera sacarse de entre sus entrañas era algo digno de contemplar.

El calzado que llevaba era relativamente grueso, pero aun así podía sentir el blanco frío bajo las plantas de sus pies. Por suerte, había sido previsora, y haciendo caso de los consejos que le habían dado en el último pueblo que visitó, se había hecho con un abrigo más o menos cálido y cómodo, aunque horriblemente feo. Al parecer, no era extraño que se produjera alguna que otra nevada en esas épocas del año, y los viejos de la aldea la aseguraron que, con el tiempo, podías llegar a predecirlas según las señales del cielo. Si había algo cierto en sus palabras o le habían contado ese mal cuento para venderle el abrigo no lo sabía, pero ahora se alegraba de haber sido tan previsora. O ingenua, según se viera.

De todas formas, era dudoso que pudiera aguantar una noche a la intemperie con ese frío, así que lo mejor sería asegurarse de que podía llegar a algún pueblo antes de que anocheciera, o ir pensando en hacerse un refugio. A lo lejos, el sol ya había comenzado hace rato su lento descenso hacia el horizonte, y, según su posición y trayectoria, calculaba que le quedarían algo más de tres horas de luz. Algo molesta, decidió acercarse a un pino cercano, algo más alto que los demás, para echar un vistazo desde las alturas. Dejó el abrigo y las posesiones junto a las raíces del árbol, para que no la molestaran al trepar, y luego comenzó el ascenso. Una vez arriba, comenzó a otear el horizonte.

Nada. Tendría que montar un refugio. No fue hasta que comenzó a bajar que se dio cuenta de algo que había pasado por alto mientras estaba en la copa. Y era que abajo, junto a sus posesiones, había una figura encapuchada.

Prácticamente se dejó caer sobre el suelo, a pesar de que habría unos dos o tres metros de distancia aún. Sin embargo, con el tiempo había aprendido a solventar esos pequeños escollos sin demasiada dificultad, y rápidamente estaba de pie, sujetando un cuchillo en su mano derecha. No era un arma decente, desde luego, pero era lo único que había podido conseguir, y serviría... Contra alguien que no supiera luchar.

“-Identifícate.”

La figura no dijo nada, pero Alice pudo observar cómo, entre las sombras de su capucha, sonreía. Y eso la puso más nerviosa aún.

“-No sé quién eres, pero no quiero problemas. ¿Me has seguido?”

El hombre soltó una carcajada.

“-¿Seguirte? Sí, se podría decir que sí. No de la forma que crees, pero... Bueno, eso poco importa?”

Alice frunció el ceño. La situación no la gustaba lo más mínimo. No había nadie en kilómetros a la redonda, por lo que no podría pedir ayuda. Le sería muy complicado escapar, y en caso de hacerlo, su rastro sería fácilmente reconocible en la nieve. De repente, el hecho de que hubiera nevado había dejado de parecerle un detalle bonito para convertirse en una gran molestia. Tendría que haberlo previsto. Quizás estaba perdiendo facultades.

“-¿Qué es lo que quieres? No tengo dinero, si es eso lo que buscas.”

“-No, no me interesa algo tan banal como el dinero. No soy más que un mensajero...”

“-Si eso es cierto, dame tu mensaje y vete.”

El hombre alzó la mano y comenzó a negar con el dedo. Su voz sonaba antinatural, en un tono profundo y susurrante que casi parecía compuesto por varias voces distintas.

“-No es tan simple. Mi señor quiere hablar contigo en persona, y para ello me ha encomendado que me asegure de llevarte ante su presencia. Si fuera por mí, te diría como tienes que llegar y volvería a mis quehaceres, pero me temo que mi señor no acepta esa clase de trabajos, hechos a medias. Entiéndelo, no es nada personal.”

“-Nunca es algo personal.”

“-Cierto. Pero eso no cambia las cosas. El caso es que no me han llegado a especificar que tengas que volver de una sola pieza. Mi señor quiere hablar contigo, así que tengo que llevarte allí viva... Y me gustaría que fuera en buen estado. Pero si no me dejas otra opción...”

Alice volvió a interponer el cuchillo entre los dos.

“-No sé quién es tu señor.”

“-Oh, no te preocupes. Él si te conoce a ti, aunque no puedo decir que te tenga demasiado aprecio. Puede que no te acuerdes, pero sabes algo que no deberías saber, y que él desea que le cuentes. Hacerte recordar no es difícil, pero... Bueno, antes necesitamos que estés presente.”

“-No sé de qué me hablas. No voy a ir con nadie a ningún lado, así que vete olvidando. Llevo ya más de un año con un viaje que no debería haber durado más de un par de meses. No tengo intención de retrasarme más.”

“-Oh... Es una pena. Habría preferido hacer esto por las buenas.”

Apenas corría el aire entre los dos. El lugar estaba en silencio, como si los propios árboles contuvieran la respiración, atentos al desenlace. Entonces, el encapuchado dio un paso, y...

“-¡Eh, tú!”

Los dos se giraron, sorprendidos. Allí, a cierta distancia, había una mujer de ojos verdes y cabello castaño, recogido en una coleta a su espalda. Tenía una nariz algo respingona, pero ese detalle parecía ofrecerle cierto rostro curioso y atractivo, que encajaba perfectamente con su estilizada figura. Llevaba un abrigo verde, y unos pantalones negros y gruesos. Pero lo que más le llamó la atención a Alice fue la espada bastarda enfundada a su espalda, y las dos cimitarras que colgaban a los lados de su cadera. Sintió como el corazón se le aceleraba.

“¿Selene?”

“-¿Qué está ocurriendo aquí? ¿No te estará molestando, verdad? –miró a Alice- Si la estás molestando, te haré una nueva raja del culo al lado de la que ya tienes, te lo aseguro.”

Alice estaba muda de asombro, pero al encapuchado parecía divertirle la situación.

“-Vaya, que contratiempo. Eres una chica con suerte, Nocturne. Puedo vencerte sin problemas en caso de luchar sola, pero la intromisión de un tercero es, como poco, preocupante. Considera esto un aviso. Mi señor está dispuesto a darte un pequeño tiempo de cortesía, pero no te confíes: Tarde o temprano volveremos.”

Acto seguido se giró, y comenzó a andar en dirección contraria, dándole la espalda a las dos mujeres. Estas cruzaron una breve mirada, sorprendidas, pero cuando volvieron a fijarse en el extraño, este había desaparecido.

“-Que curioso...”

Aquello fue la gota que colmó el vaso.

“-¿Quién eres? –Alice giró su cuchillo para encararlo hacia la extraña, con los ojos entrecerrados- Si eres una hermana, no te sirve de nada esconderte. No voy a confiar en ti, así que acaba con esta farsa.”

La mujer alzó una ceja.

“-No sé de qué me hablas, muñeca. Pero acabo de ver como un tipo desaparece delante de mis ojos. O es jodidamente rápido, o mi mente me ha jugado una mala pasada.”

Alice negó con la cabeza, aún desconfiando de aquella mujer.

“-Cuesta aceptarlo, pero hay gente capaz de hacer esas cosas. Algunos lo llaman brujería.”

La chica de la espada bastarda se llevó las manos a las caderas, visiblemente escéptica.

“-Brujería o no, es posible que aún siga por aquí. Parecía que estabas en problemas... ¿Me equivoco?”

“-No éramos amigos íntimos, precisamente.”

“-En ese caso, yo que tú dejaría de acusarme así como así. No sé lo que son esas hermanas de las que hablas: Soy hija única, por suerte o desgracia.”

“-Puedes estar mintiendo.”

“-Como quieras –La mujer suspiró, aburrida- Pero ya es tarde, y hace frío. Hace un tiempo tenía un compañero de viaje, pero llevo un par de meses viajando sola. Tengo yesca, y no me importa compartir una hoguera. Tú decides”

Alice tardó en responder, pero cuando lo hizo fue bajando su arma y asintiendo.

“-Alice. Me llamo Alice.”

La otra sonrió.

“-Lyla. Lyla Daelia.”

Más tarde, las dos se calentaban bajo las llamas de una única hoguera. Alice seguía sin fiarse de la mujer, pero tras registrar sus propiedades cuando ella recogía leña se dio cuenta de que, o era especialmente buena fingiendo, o no tenía nada que ver con Selene. Por otro lado, la confianza con la que parecía tratarla a pesar de no conocerla de nada era turbadora. Lyla era una mujer curiosa, desde luego. Llevaba consigo una especie de tela con un escudo de armas, del cual no se separaba en ningún momento. Sonreía constantemente, y denotaba una actitud desenfadada y alegre en cada frase que decía.

“-Alexander, se llamaba. Es un gran tipo, pero... Bueno, ocurrió algo, y tuvimos que separarnos. Nunca había visto Dwänholf, así que pensé que era un momento tan bueno como cualquier otro para visitarlo.”

“-Suerte. Lo poco que he visto de este cenagal ha sido barro y zarzas. No sé cómo alguien puede vivir en este pozo.”
Lyla se encogió de hombros, mientras clavaba un par de trozos de carne en un palo para cocinarlos en las llamas.

“-Todo es cuestión de adaptarse. Incluso en un lugar como este puede encontrarse belleza. Me han dicho que hay un bosque, al norte, que antes era bastante visitado por sus bellos parajes. Según he oído, últimamente parece estar marchitándose o algo así, pero con un poco de suerte...”

“-Creo que he visto suficientes bosques en los últimos meses.”

Lyla soltó una carcajada. Su risa era cantarina y agradable, al igual que su voz. Alice se tomó unos segundos para mirarla más de cerca. Era bella, muy bella, y probablemente traería de cabeza a cualquier hombre soltero que la conociera. Xerine había sido más bella, en su momento, pero no Alice. Aquella enfermedad había tenido su efecto en el rostro de la joven asesina. Donde antes había solo piel tersa y lisa ahora se adivinaban unas pocas líneas no muy profundas, e incluso sus ojos parecían haber perdido algo de brillo. Un año durmiendo no le había sentado bien a su belleza... Y, aun así, seguía siendo más hermosa que la mayoría de las jóvenes de su edad. Como Lyla.

“-Nunca se ven suficientes bosques. Desde las fantasmagóricas arboledas de Moth hasta los bellos bosquecillos de Galgados, cada uno tiene su encanto. Solo hay que saber dónde mirar.”

“-Siempre he sido una chica de ciudad, supongo. Aunque me parece que ha pasado una eternidad desde que pisé una.”
Lyla dio un buen mordisco a la carne, y luego se la ofreció a Alice. Esta no pudo rechazar un par de bocados. El olorcillo llegaba hasta ella, y se la hacía la boca agua.

“-Vaya, parece que estabas hambrienta, ¿Eh?”

“-Llevo semanas comienzo raciones de viaje. ¿Dónde conseguiste la carne?”

“-Cazando. Es difícil encontrar animales por esta zona, pero si sabes dónde mirar...”

Se hizo un breve silencio entre las dos. Sorprendentemente, fue Alice la que lo rompió.

“-Yo también voy al norte.”

“-Ya veo... ¿Podríamos ir juntas, no crees? Un trecho del camino, hasta que nuestros caminos se separen. Siempre sienta bien viajar en compañía. Y no todos los días se encuentra una a mujeres viajeras.”

“-Supongo.”

“-Venga, será divertido. Además, en estos tiempos que corren, ir solo puede llegar a ser peligroso.”

No tardaron en ir a dormir. Alice se mantuvo con un ojo abierto durante las primeras dos horas, pero acabó por caer rendida. Si Lyla tenía pensado traicionarla o era una agente de Selene encubierta, a esas alturas ya habría intentado algo.

Tendría que dormir tarde o temprano, y tampoco veía mucha lógica a intentar hacerse su amiga si luego podía acercarse en mitad de la noche para rebanarla el cuello. No, no tenía sentido.

Además, Lyla tenía razón. La sentaría bien viajar acompañada durante unos días.

Notas de juego

Esta parte tiene dos intenciones claras:

  • Continuar con lo ocurrido en Graven. La idea es que, incluso aunque esta no lo recuerda, el conocimiento con el que se marchó Alice es tan importante como para que el Príncipe de los cuervos mande a un sirviente (de bajo nivel, eso sí) a intentar recuperarlo. A estas alturas ya te estarás preguntando que tengo pensado para mi niña... Pues la verdad es que no tengo pensado nada. Es otro lienzo en blanco que te dejo a ti, o a cualquier otro director que venga detrás (o a mí mismo, si en el futuro hago otro interludio) para rellenarlo con lo que más convenga. Puede que el conocimiento que tiene Alice sea algo vital, y tan importante que puede suponer la caída (o la supremacía) del Príncipe de los Cuervos. Puede que sea la ubicación de algún objeto poderoso, una palabra olvidada que abre una puerta secreta o una vieja profecía que podría cambiar muchas cosas. Puede que el hombre que se lo dijera ya haya muerto, o que el pergamino del que lo leyó haya desaparecido, o que el espíritu que se lo contó ya haya regresado al flujo de alma... O puede que aún sigan por ahí rondando. Puede que, a estas alturas, Malekith ya haya encontrado lo que buscaba y no tenga pensado cumplir la amenaza que hizo a Xerine. Puede que el encapuchado no fuera en realidad un sirviente de Malekith, si no de otra entidad diferente, o qué el mismo fuera el interesado. Puede que más de una potencia esté interesada en ello, o puede que a estas alturas ya se haya olvidado. Y, por último, sí: Puede que no tenga ningún tipo de relevancia, o que no lleguemos a saberlo nunca. Si no te mola la idea, puedes dejarlo como lo que es: Un lienzo en blanco. Ya me encargaría yo de rellenarlo en el futuro

¡Y que conste que no me estoy buscando nuevos enemigos mortales! Ya tengo al conde de Monteglione (I) y a Selene (II), así que lo de esta subtrama lo considero menos "mata a Xerine y no dejes rastro de ella" y más "Xerine está metida en algo gordo, pero esto no implica que vaya a morir así porque sí, aunque sí podría llegar a entrañar cierto riesgo mortal". Por otro lado, no me parece tan dura, porque teniendo en cuenta los encontronazos entre el grupo y Malekith, y si no has cambiado mucho el módulo al que vamos a jugar... Creo que lo de enemigo mortal con Malekith (II) tendríamos que ponérnoslo todos ;-P

  • Hacer que Xerine y otro de mis pjs de Anima (Lyla Daelia) se conozcan. Este pequeño cameo es más un capricho que me ha entrado, pero no tiene objetivo claro, en realidad. Eso sí, tengo pensado que sea Lyla la que le de a Xerine, de una manera u otra, los pendientes-artefacto de los que te estuve hablando. Como aún no lo tengo del todo definido, creo que voy a dejar los detalles para algún flashback, y así espero a que me llegue la inspiración

Eso sí, con este "pnj satélite" sí que voy a hacer una excepción, porque, en realidad, no es un "pnj satélite" sino un pj hecho y derecho. Normalmente digo que puedes utilizar cualquiera de los pnjs que aparecen en las historias que escribo sin ningún tipo de pudor, y que puedes mutilar como quieras el trasfondo de Xerine para que se adapte a tus partidas, sacándote conspiraciones de la manga o dándole vueltas de tuerca a los sucesos que narro... Pues bien, con Lyla no. Es un pj distinto, así que te pediría que, si tienes pensado meterla en algún momento de la historia o narrar algo con ella en un flashback, me enseñes primero el texto para que lo apruebe. Porque yo la conozco mejor que nadie, y no me molaría mucho ver como es penejotizada por otro sin piedad, teniendo en cuenta que es un pj hecho y derecho ;)

Cargando editor
26/03/2012, 03:29
Alice

Me esperaba al goblin del cartelito amarillo en el off, o incluso en la escena de narración, pero... ¿También en la escena de creación de pj? ¡¿Es que tú nunca duermes maldito?! ¬¬

Sabes que la historia se desarrolla por ahí, siempre que los cambios sean recuperables aceptaré "tu versión", pero espero que no hayas trastocado nada...

Explicado arriba, en mi anterior post. Lienzo en blanco, haz lo que quieras, si te trastoca algo lo cambio, blablabla... Como si no me conocieras ;)

Molestaría mucho en tu historia?

No. Como también explico arriba, no tengo todavía claros los detalles de como conseguí el artefacto. Aunque me molaba lo de los pendientes, y esos poderes en concreto me parecían bastante chulos, no tengo ningún problema con que me des otro artefacto de tu elección, que me cambies el aspecto o incluso las funcionalidades a tu gusto. De hecho, casi me mola más que me sorprendas con tus maquinaciones maquiavélicas que inventarme yo algo así de buenas. Si me viniera alguna idea brutal, me llegara la inspiración y se me metiera entre ceja y ceja, te lloraría un poco... Pero teniendo en cuenta que lo de los pendientes ni siquiera lo menciono en el trasfondo, y que sus poderes me los saqué tras pensar unos minutos cuando me enteré de lo del artefacto... Que vamos, que hagas lo que quieras ;)

Cargando editor
26/03/2012, 03:39
Director

Me esperaba al goblin del cartelito amarillo en el off, o incluso en la escena de narración, pero... ¿También en la escena de creación de pj? ¡¿Es que tú nunca duermes maldito?! ¬¬

Dormir? qué es eso?

Explicado arriba, en mi anterior post. Lienzo en blanco, haz lo que quieras, si te trastoca algo lo cambio, blablabla... Como si no me conocieras ;)

Perfecto, de hecho, mucho más que perfecto. Me temía que hubieras narrado algo importante por ahí abajo, y que tuviera que descuadrar la historia, o algo así ^^ como no he sabido nada del trasfondo hasta ahora...

Que vamos, que hagas lo que quieras ;)

Entonces el artefacto será un pequeño colgante circular, con la forma de un gato. Imagina un gato plateado sentado, y la cola extremadamente larga que tras girar tras él, hace un círculo perfecto a su alrededor y acaba en forma de gancho, donde se anuda el cordel.

No sé quién te lo da, pero por algo en especial decides llevarlo. No sabes lo que hace tampoco jejeje...

Notas de juego

Mañana si eso te subo una imagen. Es uno de los amuletos prediseñados ^^

Aunque, si haces una tirada de ocultismo y sacas más de 180 te digo parte de lo que hace ;)

Cargando editor
26/03/2012, 03:55
Alice

CAPÍTULO 5 – Un nuevo nombre

Alice cayó al suelo, golpeándose la cadera contra la fría piedra. Estuvo a punto de soltar una exclamación de dolor, pero se contuvo en el último momento. No debía mostrar debilidad, no delante de los otros alumnos. En el monasterio de Kirion se intentaba mantener un ambiente cordial, pero era difícil olvidar que, en realidad, se estaba nadando entre tiburones. Decenas de asesinos como ella, dispuestos a evaluar cada una de sus debilidades, cada uno de sus puntos flacos, para luego usarlos en su contra. Allí dentro estaba prohibido asesinar a otros, exceptuando en contadas ocasiones, pero una vez fuera se enfrentaría en la jungla... Y puede que algún día, no demasiado lejano en el tiempo, alguno se convirtiera en su enemigo.

“-Vamos, ratoncita. Levanta, la clase aún no ha acabado.”

Alice escupió en el suelo, y acto seguido se incorporó, volviendo a colocar las dagas de prácticas en posición. El instructor era un hombre de mediana edad sin pelo al que todo el mundo conocía como “el Pintor”, apodo que, si los rumores eran ciertos, le venía por los extraños dibujos que hacía la sangre de sus enemigos al caer en el suelo tras uno de sus cortes.

“-No eres lenta, ratoncita. Tampoco te cuesta manejar las dagas, ni moverte al compás de mis movimientos. ¿Cuál es tu problema, entonces? ¿Por qué no puedes golpearme?”

Alice frunció el ceño. Siempre la llamaba ratoncita, y el hecho de que hace tiempo le hubiera dicho cuanto le molestaba solo parecía haberle dado pie a llamárselo más.

“-Me falta potencia.”

“-Falso. Eres más fuerte que la mayoría de las chicas de tu edad, y mucho más que algunos de los alumnos de este monasterio –Se oyó cierto murmullo de indignación entre los otros alumnos de la clase, algunos de los cuales veían su hombría atacada al ser comparados con una mujer, a pesar de que lo que había dicho el instructor era cierto-. Tu problema es tu energía. No tienes energía, no tienes poder. Calculas tus movimientos al milímetro, pero tu eficacia se ve reducida por tu incapacidad de sentir. No mejoras porque no quieres mejorar. Porque te conformas con lo que tienes.”

“-... Sí, maestro.”

“-Vuelve a la fila. Mañana volveremos a intentarlo. ¡Siguiente!”

Alice se retiró en silencio, sin mirar a nadie más, y se arrodilló junto al resto de alumnos, en el perímetro del círculo que formaba la arena de combate. Nadie la dijo nada: Con el tiempo, los otros habían aprendido a no intentar acercarse a Alice, bajo de pena de recibir alguna contestación seca y cortante. La asesina lo prefería así: Había pasado su vida sonriendo ante otros, intentando ser amable para conseguir lo que quería. Pero desde que llegó al monasterio todo había sido diferente. Sabía que se movía entre lobos, y no había necesidad de fingir. Tampoco vino buscando amistad, pues poca amistad puede ofrecerte un grupo de asesinos.

La clase no duró mucho más. Tres alumnos salieron a la arena y fueron humillados por turnos, luego el instructor marcó el final de la clase con un último discurso y se despidió de los alumnos. Estos se levantaron y fueron saliendo de la sala en grupillos, charlando sobre temas de poca importancia, como si realmente sintieran algún tipo de amistad por los demás. Alice, como siempre, se quedó sola. Había demostrado que sabía manipular a los demás como ninguna, y las clases que incluían habilidades de persuasión o interpretación ya ni siquiera le interesaban, tras demostrar que podía superar incluso a los instructores de dichas materias. Lo que realmente le interesaba a ella era... ¿Qué? No lo sabía. No sabía porque había ido a ese maldito monasterio, a decir verdad

Las últimas semanas habían sido casi agradables. Esa tal Lyla había resultado ser una persona interesante, como poco, y tras unos días ya había algo parecido a un lazo de amistad entre las dos. Ni siquiera las contestaciones secas de Alice consiguieron echarla para atrás. En parte, ese hecho la turbaba, pues la recordaba a Aaron: Que una persona se interesara tanto en ella a pesar de su coraza de espinas era algo nuevo, tan peligroso como atrayente. Por suerte, la cazar-recompensas había sabido mantener las distancias, a diferencia de Aaron, y esa falta de agobio había sido suficiente para que Alice acabara por confiar en ella. Pero todo lo bueno acaba, y una vez llegaron cerca del monasterio sus caminos se separaron. Independientemente de donde estuviera ahora, la asesina la deseaba lo mejor en sus viajes.

Quizás esa repentina amistad fue la que le hizo replantearse, una vez en el monasterio, si realmente quería estar allí. No le cabía duda de que mejoraría sus artes como asesina, y esperaba gozar de cierta protección contra Selene, pero... ¿A eso se limitaba su vida, en realidad? A matar para sobrevivir, y sobrevivir para matar. Hacía tanto que no tocaba un violín que sus dedos lloraban, ansiosos por volver a sentir las cuerdas presionando contra las yemas. Los últimos años habían sido un cúmulo de emociones y experiencias, y lo que antes la llenaba ahora se quedaba pequeño. Y, aun así, decidió quedarse. Todavía se replanteaba si esa  decisión había sido acertada.

“-Tan pensativa como siempre.”

Alice se giró hacia su interlocutora, aunque antes de verla ya sabía quién era. Aquella voz era inconfundible.

“-Aramis.”

“-¿Bonito nombre, verdad? Ven, vamos a dar un paseo.”

Las dos mujeres comenzaron a caminar por el monasterio, sin preocuparse demasiado por llegar a ninguna parte. Aunque Alice sabía de sobra que Aramis no había pedido que la acompañara sin una razón concreta, esta dejó que el silencio se asentara bien entre ellas antes de plantearle la situación.

“-Te he observado durante el entrenamiento. El Pintor es un tipo duro, pero solo dice esas cosas para que te esfuerces más. Sin embargo, todos necesitamos que nos digan, de vez en cuando, que lo hemos hecho bien. Y tú, Xerine, estás mejorando, aunque no lo notes.”

“-No me afecta lo que diga ese arrogante. Sus enseñanzas no tienen sentido. ¿Qué tiene que ver la ambición con la forma de luchar?”

Justo en ese momento pasaban por una zona abierta al exterior por una hilera de ventanas huecas separadas por distintos pilares de piedra. Al otro lado se veía una bella imagen del valle, iluminado por la luz del atardecer. A cierta distancia, un par de águilas alzaron el vuelo. La vista era sobrecogedora, pero Alice se había acabado por acostumbrar a ella. Al principio, solía venir a ese lugar todas las tardes, para contemplar como el sol moría en el horizonte. Con el tiempo, acabó por resultarle rutinario, e incluso aburrido, y dejó de hacerlo. Sin embargo, de vez en cuando sentía ganas de volver a contemplarlo, y reservaba la tarde para apoyarse en el balcón de piedra, sola, para volver a disfrutarlo en silencio. Ese, por desgracia, no era uno de esos días.

“-Todo importa en un combate, Alice. El combate es, en sí, una forma de vivir la vida, y como tal está lleno de matices y ángulos desde el que orientarlo.”

Alice se giró para contemplar el rostro de la rectora que, absorta en la contemplación de la escena, se había detenido unos segundos en el sitio. Alice no pudo evitar fijarse en que, de perfil, parecía una mujer hermosa a pesar de su edad. En su tiempo debió de ser tan bella como Xerine, pero una hermana de Selene la había quemado la mitad de la cara que en este momento quedaba oculta por el ángulo desde donde la observaba Alice. Esta era, en parte, la razón por la que la rectora guardaba un odio especial a las integrantes de la hermandad, y también el motivo por el que había congeniado tan bien con Alice desde el primer momento. Al fin y al cabo, las dos tenían un enemigo común, lo hubieran solicitado o no. Y el enemigo de mi enemigo...

“-Eso está muy bien sobre el papel. Pero no es algo que se pueda comprobar con hechos. Me estás pidiendo que abrace una fe ciega, tan infundada como puede ser la religión o el honor caballeresco.”

“-Y tú eres una persona que se guía por hechos. Sí, lo sé bien, pero me temo que no hay manera de hacértelo entender si no es por tu propia experiencia. Y eso puede durar años. La vía rápida está en la fe ciega.”

“-¿Implica eso que no tenéis nada más que enseñarme?”

“-No seas arrogante. Eres mejor asesina que muchos de los que están aquí, pero otros tantos te dan mil vueltas. A estas alturas, puede que lograras hacer frente a algunas de las hermanas más jóvenes de Selene... Pero la mitad aún seguiría destrozándote en un combate individual, no digamos ya si te emboscan o te superan en número.”

Alice no supo que responder, así que prefirió quedarse callada. Las dos continuaron con su paseo, sin decir ni una palabra más, sumidas en sus propios pensamientos. Alice recordó la primera vez que se encontró con Aramis, tiempo atrás. La asesina se había mostrado fría y distante hasta que la habló de Guêpe. A partir de ese momento había comenzado a prestarla más atención, e incluso se había interesado por los detalles de su entrenamiento y su relación con ella. Algo debería haber dicho Alice para caerla bien, porque desde el primer momento había seguido de cerca su aprendizaje, e incluso la permitió canjear su rubí por cuatro años de aprendizaje en el monasterio, lo que incluía el alojamiento y la manutención.

A decir verdad, la vida en el monasterio no estaba tan mal. Tenía una pequeña celda asignada, que compartía con otra ‘novicia’, y todos los días tenía derecho a tres comidas a lo largo del día, y a una pieza de fruta a media mañana y por la tarde. La academia de asesinos tenía unos ingresos decentes, y aunque no derrochaba en lujos innecesarios, el lugar estaba limpio y cuidado, y las comidas eran decentes. Incluso las proporcionaban túnicas negras y marrones para el día y días, y les dejaban un pequeño arcón con llave para guardar sus objetos personales. Si no costara una media de cien escudos de oro el quedarse un año, probablemente muchos se quedarían a vivir allí para siempre. Claro que siempre se hacían excepciones para jóvenes especialmente dotados o casos especiales, pero no todos podían gozar de esos descuentos.

“-¿Te has replanteado usar tu energía interior?”

La pregunta la pilló por sorpresa, así que tardó unos segundos en responder.

“-¿Te refieres al ki?”

“-Sí. Tus dotes combativas mejorarían significativamente si usaras el poder innato de tu alma.”
Alice se sintió repentinamente incómoda. No le gustaba la dirección que estaba tomando la conversación.

“-No creo que... Esté preparada.”

Aramis se giró para mirarla, y esbozó una sonrisa escéptica.

“-Estás más que preparada, Alice. Pero tienes miedo. ¿Por qué? ¿Qué es lo que tanto te asusta del ki? Podrías ser poderosa, muy poderosa, pero te quedas en la superficie. No aprovechas todo tu potencial.”

“-No... No he tenido muy buenas experiencias con lo sobrenatural, que digamos.”

“-Ya veo... Pero no puedes dejar que los malos recuerdos te coarten. Con control y disciplina, el poder que late en tu interior puede ser canalizado para conseguir tus propósitos. No vas a convertirte en un monstruo, ni nada parecido.”

“-Ya... Ya me han propuesto algo parecido.”

Esta vez, la sorprendida fue Aramis.

“-¿Quién ha sido? ¿Zakeru?”

El instructor de ki había tenido alguna conversación al respecto con ella, sí, pero no era él quién le preocupaba.

“-Es... Un sueño.”

Aramis se detuvo junto a un banco, y la hizo un gesto para que se sentara junto a ella.

“-Cuenta”

“-Verás... En el sueño, corro por un pasillo oscuro. Las paredes están ornamentadas de forma minuciosa, como si se tratara de un gran palacio abandonado. Arriba, sobre mi cabeza, solo veo un manto estrellado, pero de alguna manera sé que estoy a cubierto. Al final del pasillo veo una figura, una figura que me llama. Detrás de mí solo hay oscuridad.

“En el sueño, intento avanzar hacia la figura, pero mis pies se hunden lentamente en el suelo, como si este fuera barro húmedo. Apenas si puedo acercarme, pero sigo intentándolo, pues siento que debo alcanzar a la figura que me llama. Pero esta está cada vez más lejos, y su voz se oye más distante. Detrás de mí, la oscuridad avanza, y cada vez me siento más débil, hasta que al final tropiezo y me caigo al suelo. Entonces comienzo a hundirme, y me quedo sin aire. No puedo respirar, cierro los ojos, y me preparo para morir.

“Pero el sueño no acaba ahí. De repente, veo unos ojos brillantes que emanan un poder ancestral. Pertenecen a un anciano de larga barba, que alarga una mano hacia mí y habla con voz de trueno. Me dice que puede ofrecerme poder, un poder como nunca he soñado, si renuncio a mi capacidad de soñar para alcanzarlo. Por unos segundos estoy tentada de coger su mano, pero entonces un miedo instintivo se adueña de mí, y me oprime en el pecho como una fría garra. Me echó hacia atrás, y el anciano desaparece. Entonces me despierto entre sudores.”

Aramis la miraba en silencio. Por unos instantes, Alice temió que la tomara por loca.

“-Los sueños son sueños –Concluyó, con cierto tono de cautela-. A veces significan algo, otras veces son solo humo. Pero te diré algo: Si alguien me ofreciera poder, a cambio de mi capacidad de soñar... Lo rechazaría sin dudarlo. Los sueños son lo que nos hacen ser lo que somos, Alice. Hay que mantener la cabeza en el suelo, pero sin dejar de mirar al cielo.”

Alice no respondió. No había nada que decir, así que volvió a optar por el silencio.

“-Entonces... ¿Dejamos lo del ki para otro momento?”

Alice negó con la cabeza.

“-No. Puede que tenga miedo, pero eso solo indica que soy humana. Y tarde o temprano tendré que aprender, si quiero hacer frente a las hermanas de Selene. Puede que no sea capaz de sentir lo que me pide el Pintor... Pero quizás el ki despierte esos sentimientos en mí. Quizás pueda acabar por sentir fe ciega. Y si no, al menos seré más poderosa.”

“-Sí. No pierdes nada. Hacer frente a nuestros temores es difícil, pero es una decisión muy madura por tu parte. Me alegro de que te hayas decidido al fin. Mañana mismo empezarás. Hablaré con Zakeru.”

Alice asintió, y se levantó, dando la conversación por terminada. Pero no llegó muy lejos antes de que Aramis volviera a detenerla.

“-Espera... Hay una última cosa que me gustaría hablar contigo.”

“-¿De qué se trata?”

“-Verás... Muchos asesinos cogen, a la larga, un pseudónimo por el que son conocidos dentro del “mundillo”. De esta manera, su fama puede extenderse sin que lleguen a conocer su verdadero nombre, y otros pueden buscarles para contratar sus servicios. Viniste a este lugar como Alice, pero antes fuiste conocida como Ghost Note, según lo que me has contado. ¿Quieres que se te siga conociendo de esa manera?”

“-No –Respondió, pensativa-. Ghost murió hace tiempo. Todo lo que fui se fue a pique con la Dama. No tengo nombre, ella se lo llevó. Llámame Innominatum. Innominatum Domina.”

Notas de juego

Bueno, aquí está el último capítulo, aunque aún me queda otro post. Te darás cuenta de que en estos dos últimos posts ya me va bajando un poco la calidad. Quizás es que me estaba aburriendo de escribir, o que lo he hecho con presión, o que, simplemente, me he quedado sin ideas, en plan "bloqueo unilateral". Repasándolos por encima, y obviando fallos gramaticales y demás que se me hayan podido pasar, la verdad es que me sirven para ir tirando... Pero no me dejan del todo satisfecho. Habrá que rellenar más adelante con algún flashback. Ya veré

Cositas:

  • Ojo con Aramis (Fuster), que no me la he sacado de la manga. Hablan de ella en "Gaïa: Más allá de los sueños", en la sección de Dwänholf, cuando hablan del monasterio de Kirion. La he definido un poco con mi narración, así que si no encaja con tu visión de ella dímelo y modifico. Por supuesto, te repito lo de que si quieres puedes utilizarla a ella o a cualquier otro pnj del trasfondo para blablabla... (¿Repetitivo, yo?)
  • Me mola un montón lo del sueño ese, y lo de que alguien ofrezca en un futuro a Xerine la posibilidad de conseguir un montón de poder a cambio de su capacidad de soñar. Y con capacidad de soñar, me refiero a una pérdida progresiva: Primero serían solo los sueños nocturnos, por definición, pero pronto empezaría también a perder sus metas y objetivos, sus aspiraciones en la vida. No sé, es una locura transitoria que se me ocurrió hace un par de días mientras estaba sentado en el trono conversando con mi amigo el señor roca. Un proyecto a largo plazo, aún tengo que madurarlo, pero vamos, si te encaja perfectamente con alguna movida de la trama o tienes muchas ganas de usarlo, pues tampoco me quejaré...
  • No me mola nada lo del nombre con el que se ha quedado Alice. "Dama Olvidada". Me suena un poco falso. Pero, como te he dicho, ahora mismo soy un pozo de inspiración, y solo puedo pensar en holguras y plazos de proyecto (que mañana entrego trabajo, si la cosa no se tuerce). Dejemos eso como una posible solución, pero si se me ocurre alguna otra idea antes de que sea demasiado tarde te pediré que lo cambies y me quedaré tan pancho. Como curiosidad, te diré que mi intención era ponerle un nombre que tuviera algo que ver con sus propias experiencias, y que también barajé la posibilidad de llamarla "Flauros" (por el misterio que la rodea y por sus muchas máscaras, a cada cuál más diferente que la anterior), "Seline Luna" (como una burla a la señora de las pesadillas) o incluso "Nahia" (por el afecto que la cogió sin darse cuenta siquiera, algo en lo que probablemente me centraré en algún futuro flashback), pero al final los descarté todos. Sé que quiero ponerla un nombre nuevo de asesina, en parte para reflejar el cambio que se ha ejercido en ella, pero todavía no he llegado al punto de decir "¡Ese! ¡Ese es el nombre!". ¿Alguna idea?
  • Xerine lleva mucho tiempo sin coger un violín. Mucho. Desde que se lo regaló a Nahia, en concreto. No ha podido conseguir uno hasta la fecha, pero se muere por tocar. Es posible que necesite un par de días para recuperar su "puntuación de habilidad real", pero intentaré llevar esto de forma interpretativa, así que en principio te pediría no meter muchas reglas de por medio
  • La apariencia de Alice ha bajado de 9 a 8. No es un salto demasiado brusco, sigue estando buenísima, pero ya no es nada tan exagerado. Así reflejo un poco las consecuencias del año que estuvo enferma, y de todos los sucesos que la han ocurrido desde entonces, sin que por ello pj pierda mucho encanto. Es la misma puntuación que la de Lyla. Por supuesto, no te pediré (ni aceptaré) ninguna compensación a cambio. Que quede claro que para putear a mi niña ya estoy yo ;-P
Cargando editor
26/03/2012, 03:56
Alice

No sé quién te lo da

Pues lo dejamos en que se lo dio Lyla, aunque si quieres meter a alguno de tus pnjs de por medio, por mí perfecto

Aunque, si haces una tirada de ocultismo y sacas más de 180 te digo parte de lo que hace ;)

Quita, quita... Con dificultad de absurdo, y el repelús que le dan a Alice las cosas mágicas, creo que lo mejor es quedarme en la ignorancia. Eso sí... ¿Implica eso que ya no tengo los pendientes? Como intuyo una respuesta afirmativa... ¡Espero que el colgante haga algo, mamona! ¡Como me entere de que has gastado los dos puntos en crear un running gag de mal gusto iré a tu casa y me comeré a tus primogénitos!

He dicho

como no he sabido nada del trasfondo hasta ahora...

Notas de juego

Pd: Me encanta esta imagen. Nunca pasa de moda

Cargando editor
26/03/2012, 04:04
Justina

¡Espero que el colgante haga algo, mamona! ¡Como me entere de que has gastado los dos puntos en crear un running gag de mal gusto iré a tu casa y me comeré a tus primogénitos!

De hecho, el artefacto es ligeramente más poderoso de lo que debería ser por dos puntos de creación... pero a cambio, no sabes lo que hace.

Me parece justo ^^

Aunque es uno de los artefactos que más me gustan del libro... no está carente de cierta ironía :P

Cargando editor
26/03/2012, 04:10
Alice

EPÍLOGO – Un cielo estrellado

“-Cientos de estrellas, y cada una es un recuerdo. Es hermoso, a su manera... ¿No crees?”

“-¿Por qué creías que estaría escuchando?”

“-Siempre has estado ahí, ¿No es cierto?”

“-Llevas más de dos años sin hablar conmigo. Creía que ya te habías olvidado.”

“-¿Cómo iba a olvidarme del atractivo capitán de la guardia de Corvinus?”

“-No te costó mucho cortarme la garganta, cariño. Supuse que olvidarme sería incluso más fácil que eso.”

“-Olvidar es de necios. Se aprende de la experiencia.”

“-¿Y por qué ahora? Llevo observándote mucho tiempo, pero sigo sin entenderte.”

“-No te culpo. A veces creo que ni yo misma me entiendo.”

“-No has respondido a mi pregunta, cariño.”

“-... No sé. Quizás necesitaba hablar con alguien, y me acordé de ti.”

“-Que detalle.”

“-No te acostumbres. ¿Has planeado ya tu venganza de ultratumba?”

“-Siempre tan deliciosamente irónica. Me pregunto si algo late en tu interior en realidad.”

“-Hasta yo siento miedo, Emil.”

“-¿Tienes miedo ahora?”

“-Negarlo sería engañarme a mí misma. Me dirijo a la tierra que se llevó un año de mi vida, y, por primera vez en mucho tiempo me encuentro sola de nuevo. Aramis y los suyos no pueden protegerme aquí, y no son pocos los enemigos que me he ganado a lo largo de los años.”

“-Ah, pero esos te los has buscado tú solita, cariño.”

“-Puede. Quizás si no hubiera aceptado las enseñanzas de Guêpe ahora las hermanas no me seguirían el rastro. Si no hubiera cruzado Moth para llegar al monasterio de Kirion nunca habría gastado un año de vida durmiendo y probablemente no me habría encontrado con ese encapuchado. Acción, reacción. Me pregunto qué consecuencias tendrá este viaje.”

“-Con suerte, te enamorarás de algún forastero y este te engañará para asesinarte a traición.”

“-Oh, venga. No te burles de mí. Después de todo el tiempo que ha transcurrido, estoy segura de que ya se te ha olvidado.”

“-Olvidar es de necios. Lo has dicho hace un minuto.”

“-‘Touché’.”

Notas de juego

Esto es más un pequeño guiño que otra cosa. Me parecía insultante no meter alguna pequeña escena cómica con Emil después de tres años, y más tras la extraña relación que se ha creado entre Xerine y él. Si te molesta, modifico o borro según me digas, pero vamos, que tampoco viene a decir mucho. La conversación estaría ubicada cerca del inicio del módulo, ya que en cierto momento Alice dice que va de viaje a Moth. Por supuesto, los motivos del viaje los dejo a tu gusto, según te venga mejor en la crónica, ya sea por algún "trabajo práctico" que le hayan encargado en el monasterio, porque haya oído algo sobre su padre y tenga la intención de ir a investigar o... Bueno, lo que se te ocurra

Ah, bueno... Y, desde ahora, te confirmo mi intención de "retomar" el contacto con Emil durante este módulo. Las conversaciones entre los dos me parecen muy interesantes, tanto como recurso literario y como medio de comunicación entre máster y jugador "in-rol". Si Emil sigue escuchando a estas alturas, que es algo que tampoco tengo claro del todo

Por cierto... Me veo obligado a hacer el típico aviso a navegantes, a riesgo de resultar ya cansino en extremo, pero... CUALQUIER COSA (exceptuando a Lyla) que te pique del trasfondo, estoy dispuesto a modificar, añadir, mutilar o borrar lo que sea con tal de que encaje en tu trama o de pie a realizar tus malévolas ideas masteriles. Lo dicho ;)

Y... Creo que nada más, en principio. Probablemente se me haya olvidado algo, y es posible que tarde o temprano venga a llorarte por tal y por cual... Pero, en principio, esto es todo amigos :P

Cargando editor
26/03/2012, 04:11
Alice

Oye... ¿Qué pasa, que ahora que Xerine también usa ki vas a empezar a meter "Inquisitors" de por medio? ¡Serás truhán!

Pd: Lo de la ironía me acaba de poner los huevos de corbata. Voy a coger el artefacto con pinzas, ya verás ;)

Cargando editor
26/03/2012, 04:16
Dominic Medraville[mayordomo]

Perfecto, es símplemente perfecto. ^^ Tienes los 100 px ofertados, lo que te dejan en...

en el nivel 4 ^^

aunque "cerca" del 5 he de decir. :P
 

iba a decir algo más, pero se me ha olvidado, lo siento :P

Cargando editor
26/03/2012, 04:24
Alice

¡Deja de ponerme pnjs extraños, mamona!

A ver si te paso la ficha de Xerine actualizada al nivel 4, con su nuevo equipo (nada de ballestas de mano, a estas alturas la ventaja de "Fondos iniciales" ya ha desaparecido del todo, quizás le meto algún veneno pero meramente anecdótico...), su apariencia y su edad cambiadas, todos sus atributos, habilidades y stats cuadrados, y algún que otro cambio en los recuadros de descripción y personalidad para que sean coherente con Alice... Ah, coño, y el nombre de la ficha cambiado. Aunque, a este paso, creo que podemos ir diagnosticándole un trastorno de personalidad múltiple a la pobre :P

Otra cosilla... ¿Permitirías que, poniendo como excusa su habilidad en venenos y su aprendizaje en monasterio de Kirion, Xerine hubiera diseñado algún veneno propio con materiales de disponisilidad B o menor, y que tuviera efectos a gusto del consumidor? Me gustaría poder endiñarla algo que tuviera efecto automático y causara algún tipo de efecto en la víctima que pudiera darla alguna ventaja a la hora de luchar. Un "veneno de combate", por así decirlo, más accesible que burradas del tipo cobra blanca, pero también menos mortífero

Cargando editor
26/03/2012, 04:33
Catherine Absolom

Eso... llora, pídeme cosas.

Por cierto, te falta pedirme alguna mejora secundaria de regalo. ^^

Sí, te dejo hacerte el veneno :P

Notas de juego

Y no, no voy a dejar de poner PnJ irrelevantes de la historia...

o relevantes...

o cosa...

eso nunca lo sabrás. ^^