Partida Rol por web

Un mestizo, ¿eh? Eso explica varias cosas... Lo que no explica el resto de cosas extrañas que nos ha pasado.

Noté el dolor en la cabeza antes de caer al suelo. Me debatí un momento antes de caer en la inconsciencia.

Me levanté con un dolor punzante en la cabeza y la boca seca. Jack me estaba dando tortazos en la cara, por suerte ligeros, que sólo aumentaban el dolor. Le sujeté las manos.

-¿Qué crees que haces?

Me levanté, llevándome la mano a la cabeza.

-Estoy harto. Vamos a la barca y volvamos al campamento o a la civilización.

Saco la pistola, con cuidado.

- Debemos irnos- dijo Fonçinho- ¿Podeis continuar?

Me tapé la herida de la cabeza con unas vendas. Al menos mantendría la suciedad fuera de la herida hasta que pudiera recibir asistencia. Ayudé a Jack a levantarse, con la herida en el abdomen que tenía mala pinta.

-Podremos. Fonçinho, ayúdame con Jack, así iremos más rápidos. En la barca ya me encargaré de curarle. ¡Vámonos deprisa!

Fonçinho ayuda a Nathan a llevar a Jack, llegais a la orilla y veis que la zodiac no esta alli, Fonçinho lanza una maldición, al parecer las revuelvas aguas, asi como el creciente nivel se la han llevado, arrancandola de donde estaba atada. Fonçinho pronto improvisa y crea una balsa con troncos y cuerdas

- Alguien viene- dice agudizando el oido

Agudizas el oido al igual de Fonçinho y entonces escuchas pasos en la maleza que se aproxima a vosotros

¿Habría algún lugar donde esconderse? Lo dudaba. Y sin duda, no serías Yamirogami. Ya nos habían dado una demostración de sus habilidades y sin duda no harían ruido. Por lo tanto, debían ser de los otros. Posiblemente armados. Y aunque nosotros también estábamos armados, estábamos malheridos. ¿Querrían herirnos? Posiblemente. Pero no nos quedaba más opción.

-Fonçinho, ve con Jack a la otra orilla. Si no me ves en cinco minutos, vete a buscar ayuda. -me levanté y fui hacia donde venía el ruido.

- ¿La otra orilla? La corriente nos arrastrara río abajo, no puedo conducir la balsa y evitar que Jack caiga con las sacudidas del agua

Medité un momento, pensativo.

-Eres un Yamirogami. Escondeos.

Me quedé un momento en silencio, me saqué el collar de la bala que me había dado Jack. La verdad, me había dado suerte. Se la puse a Jack. Le haría más falta.

-¡Rápido! ¡Y no me repliques!

Miraba mi nueva herida,  -otra para la colección- y preparé mis armas mientras escupía un gargajo de sangre al suelo.

-Yo ya estoy preparado...

Me lleno de hojas y ramas por encima mientras espero a los enemigos.

Fonçinho y Jack se esconden, Nathan ve como se aproximan a él cuatro hombres con uniforme caqui. Uno de ellos está claramente al mano, se cara está pintada de verde y marrón y parece ser el único que mantiene la calma. El resto son presa del pánico y parecen estar dispuestos a soltar sus armas y salir corriendo en cuanto su jefe de media vuelta.

- ¡Quieto!- dice el jefe a Nathan apuntandole con un rifle- ¡No te muevas! ¿Quien demonios es? ¡Cuidado blanquito, no quiero movimientos bruscos! Tú, Leonardo, ¡llama por radio al capitán Rumeu!

- ¡No puedo señor! ¡La radio sigue sin funcionar!

- ¡Intentalo, maldita sea! Muy bien- mira de nuevo a Nathan- ¿Quien demonios eres y que haces aqui?

Los otros tres soldados también apuntan a Nathan

Me quedé quieto y en silencio a ver como salía Nathan de esta...

¿Blanquito? Examiné a los hombres, que parecían realmente asustado... ¿Por qué sería? Igual que los anteriores que nos habían atacado... Posiblemente estén siendo atacados por algo... Apostaría cualquier cosa a que posiblemente serían los Yamirogami.

-Soy un turista. Una crecida me separo de mi grupo y llevo un día vagando por aquí. ¿Me podéis ayudar? -dije con una expresión aliviada.

Rumeau... Ese era el hombre del día anterior. Ya sabía que no era trigo limpio.

-¿Quiénes sois vosotros?

- ¿Cuantas personas iban contigo? ¿Donde los perdiste? ¿Donde crees que pueden estar?- pregunto el jefe sin responder tus preguntas

El nativo era un tanto pesado, pero aun le dejaría vivir un tiempo.

Compuse el gesto más confuso que pude.

-Eramos un grupo numeroso. Catorce personas. Íbamos con un guía por el río y me caí al agua. Perdí la camiseta. Me he herido la cabeza, ¿tenéis algo para curarlo?

Mi mente trabajaba todo lo rápido que podía. Mi intuición me decía que si no tenía cuidado, posiblemente me pegase un tiro y escondiese mi cadáver.

Mientras el jefe te sigue acribillando a preguntas, de repente se acerca a tí, abre los ojos como si se le fueran a salir de las mismas órbitas, sobre su esternón, se materializa de pronto la punta de una lanza Yamirogami. La carne se cierra a su alrededor, abriendo una herida que parece de todo menos lógica para ese arma. Por su punta chorrea unas gotas de sangre fresca. El soldado se desploma sobre ti. Justo cuando parece que Nathan y el jefe van a caer al agua, el cuerpo del soldado se desmaterializa, Nathan por un segundo puede sentir sobre su piel la lanza, está fría, el objeto más frio que haya sentido nunca en la vida. Los otros soldados entran en pánico, sueltan una rafaga con sus armas y salen corriendo

Me aparto un poco al ver al hombre ser acribillado y mi mente, hasta ese momento racional, sólo tiene un objetivo. Salir de esa. Indiqué hacia donde estaba escondido Fonçinho para marcharnos de ahí. Agarré a Jack y lo levanté. La balsa era nuestra única oportunidad de salir de esa con vida.

-¡Vamos!

Os montáis en la balsa, las corrientes son fuertes, Nathan debe agarrar bien a Jack para que no caiga al río, veis como un helicoptero sale desde la selva y os persigue, dos hombres, dos soldados, bajan haciendo rapel, os gritan que os pareis, pero apenas lo escuchais con todo el ruido, están a punto de alcanzaros, entonces el helicoptero da una zacudida violenta, girá y se choca contra el rio explotando. Una hora más en balsa y llegáis al campamento donde dejásteis a Don Pedro

-¿Ya hemos llegado a casa?

Digo medio despertándome y apretando mis heridas.

-Podrías llevarme con mas cuidado..