Aguanté las ganas de decirle cuatro cosas. Estaba quemado. Aquella misión estaba acabando con las reservas de paciencia que tenía. Exhalé y empecé a examinar la herida de su abdomen.
-Quédate quieto.
Comencé a limpiarle la herida y a curarla.
Motivo: Primeros auxilios
Tirada: 1d20
Dificultad: 11-
Resultado: 9 (Exito)
-Hace frío Nathan.
Dije tiritando y se me giró la cabeza hacia el lado mientras se e cerraban los ojos. Cayeron las gafas y no abrí los ojos...
Joder... Sólo él podía tener frío en la selva.
-Pues no me queda más ropa para darte. Ya me quitaste la camiseta y el collar, ¿recuerdas? Y no pienso quitarme los pantalones para satisfacer tus instintos más básicos.
Sonreí mientras le curaba.
-Jack, no voy a caer en esa broma otra vez.
Le cubrí la herida con una venda.
Solté un suspiro, le levanté un poco y le abracé, cubriéndole con mi cuerpo y frotándole para darle calor.
-Nathan... hueles a cabra tibetana...
-Eso debe provocarte grandes recuerdos del establo donde te criaste. -respondí con una sonrisa, abrazándole algo más, comprobando como dejaba de tiritar.
-Y cuando me llevaban al zoo y pasaba al lado de los elefantes. Vámonos de aquí antes de que lleguen mas amigos de los tuyos.
Le solté y le ayudé a levantarse.
-¿Sabes una cosa? Nunca he ido a un zoo.
-Si salimos de esta, llévame al de Nueva York
-¿A Nueva York? Creo que es una ciudad demasiado grande para ti. -sonrío.- Acabarías cansado de tanto ruido por la noche, sobre todo con lo que duermes tú.
-Y de negros con redecillas.
No me movía mucho, estaba cansado y herido.
Me mordí el labio antes de dejarle un beso en los labios, aprovechando un momento en que Fonçinho no mira. Le apoyé con cuidado sobre mí para caminar más sencillo.
-Eso es porque no has visto a un neoyorkino de verdad. Nadie les soporta porque se creen el ombligo del mundo.
-Jack, ¿hay alguien a quien quieras conocer en tu vida?
Sentía como me subía la temperatura de repente.
-A tu madre. -no era una gran frase, ni tampoco se sabía el sentido en el que la dije :D-
Fruncí el ceño.
-Pensaba que dijiste que no querías conocerla. Que necesitabas tiempo para... ¿Algo? -suelto una carcajada alegre.- ¿La selva te ha hecho cambiar de opinión?