Partida Rol por web

Parecía que Nathan estaba mas irascible de lo normal.

¿Será verdad eso de que se estaba convirtiendo en necio?

Saqué le botiquín y empecé a hacerle curas:

-Deberías mirar hacia delante cuando corres, es lo mas normal, vamos.

Luego contesté a Fonçi:

-Exacto, he de terminar mi prueba de madurez y ver si alcanzo la sabiduría máxima que la madre tierra es capaz de aportarme.

Guardé cuidadosamente el algodón con sangre de Nathan y le guiñé un ojo.

Ya teníamos una muestra de la droga, es imposible que la sintetice el cuerpo humano en tan poco tiempo, y seguro que había rastros en la sangre.

Empezais a andar hacia donde estaba la choza apartada, a donde os dijo el hechicero, os dais cuenta de que un rastro de sangre os está marchando el camino, ya que a todos lados donde vais lo encontrais en el suelo. Encima y alrededor vuestra una nube de mosquitos que no deja de picaros. Llevais una hora y cuarto de viaje y los mosquitos siguen encima vuestra, aun siendo de día, parece que es de noche, ya que crean una gran oscuridad.

Fonçinho no ha hablado en todo el trayecto, solo os sigue, está catatónico, en shock por todo lo que ha pasado. Tenéis que abriros paso por media hora con el machete pues la vegetación es muy abundante. La agua que pisais se ha convertido en hielo, pero lo más curioso es que el hielo está caliente.

Los insectos de repente os rodean, es como si fueran un muro impenetrable, pero lleno de alas que os hacen cosquillas por todo el cuerpo, asombrosamente a Fonçinho no le pasa, los mosquitos no están a su alrededor

Los insectos comenzaban a inquietarme e intentaba apartarlos de mi en vano dando manotazos a todos lado.

No quería hablar para que no me entrasen en la boca y me paré a ver si se iban.

Malditos bichos...

Retrocedí un poco ante la marabunta de insectos. Era muy extraño, nos habíamos echado suficiente spray antimosquitos como para matar a un ejército, pero... A Fonçi no le afectaba... ¿Tendría que ver con su creencia en la Madre? Respiré hondo e intenté imitar al guía en todo lo posible... Incluso en sus insólitas creencias.

Escuchais algo de Fonçinho, pero habla entre dientes y no conseguis saber lo que dice, en su mano tiene un crucifijo y unas plumas. ¿Estaría rezando?

De repente los mosquitos empiezan a elevarons, creando una red a vuestro alrededor, sentis sus alas por vuestro cuerpo, sus patas en los ojos, los teneis por dentro de la nariz, incluso en la boca, sentís como os empezais a ahogar, no podéis respirar

Los insectos se metían por todos lados y no me dejaban reaccionar ni hacer nada...

Oh, Mein Gott... Intenté toser, pero era muy complicado. Sólo se me ocurrió una idea para alejar a todos estos mosquitos, pero sería muy complicado si apenas podía ver. Sólo quedaba avanzar hasta Fonçi para comprobar mi teoría.

Intentas avanzar pero no puedes, es más, te das cuenta que no estás en el suelo, estás en el aire, los mosquitos que tenías por todos lados había podido con vosotros y ahora estabais en el aire. Miras a Fonçinho y este os hace señales y os habla

- Usa un crucifijo, ponte a rezar- le oyes decir

No me lo pensé demasiado. Si esa era la única manera de salir de esta, lo haría. Le doy un codazo a Jack y le indico que me imite. Comienzo a rezar con más fervor de lo que había rezado en mi vida.

No podía controlarme y vi que Nathan ¿rezaba?.

Junté las dos manos delante de mi cara y empecé a rezar llamando a la madre tierra, así como intenté invocarla para que nos salvase.

Empezais a rezar y con ayuda ede un crucifijo de Fonçinho los mosquitos empiezan a emitir rayos de luz hasta que explotan en una luz cegadoras, os dejan caer al suelo, rodais por él pero no os haceis daño. Seguís andado, mientras caminais por el agua notais que serpientes recorren vuestras piernas, pero al mirar no veis nada. Escuchais voces humanas a lo lejos, parece canticos rituales, de repente os sentis atraidos por esos canticos. Pero Fonçinho y Jack parecían no escuchar nada más, andaban como sonámbulos hacia esos canticos

Miré a mi alrededor, intentando ubicar dónde estábamos y a dónde íbamos. A lo lejos escuché unos cánticos, ¿sería que estábamos llegando a nuestro destino? Toqué el hombre a Jack, intentando que volviera en sí mismo.

Caminaba semihipnotizado escuchando aquel bello cántico cuando Nathan me puso la mano en el hombro, y sin girarme le dije:

-Son tan bonitos Nathan, ven con nosotros a escucharlos y ver quien es.

Llegais a un claro en el que no hay agua, está completamente seco, los canticos vienen de una piedra de grandes dimensiones, pero Fonçinho y Jack la miran y la tocan como si fuese algo hermoso, al llegar los canticos dejan de sonar, pero ambos hombres siguen embobados con la piedra. Nathan lo intenta pero no consigue hacer reaccionar a ninguno de los dos.

Nathan ve como desde las copas de los árboles, una flor de cinco metros de diámetro cae sobre sus cabezas tapando la luz del sol. Tiene cinco pétalos, de unos veinte centímetros de grosor y casi un metro de longitud, negros, humedos, calientes. Cinco enormes lenguas ansiosas por sentir el sabor de la sangre humana. El tallo del que pende es también de color negro, fibroso, como un enorme músculo. Está recubierto de algo parecido a la corteza de un árbol

Me agarré a mi piedra, como  me encantaba aquella piedra, era la mejor que había visto nunca... mi piedra <3

Nada, no reaccionaban. Puede que no hubiera visto algo en aquella piedra, que me parecía como cualquiera que uno pueda encontrar en cualquier parque. El hecho de que los cánticos sonasen y ellos no pareciesen darse cuenta de nada no me tranquilizaba en absoluto. Ahogué un grito de asombro al ver caer esa enorme planta.

Aunque no conocía ninguna planta que se alimentase de humanos, no iba a arriesgarme a descubrirlo a estas alturas. Les agarré del cuello de sus camisas, y, aprovechando que estaban atontados adorando a la piedra (amándola o no sé qué cosas hippies) tiré de ellos hacia atrás con bastante facilidad.

- Estoy bien- dijo Fonçinho recuperandose del embrujo de la piedra- ¿Que es eso?- pregunto al ver la piedra y sacando su rifle apuntando hacia la flor

Estiro los brazos hacia la piedra y me pongo a gritar:

-No me la quitarás, es mi piedra querida, ¡la amoooo!

Agarro a Jack por detrás y le paso los brazos por la sobaquera para que no pueda avanzar. Me intento dar un par de cabezazos, así que tuve que alejar la cabeza para proteger mi nariz.

-Tenga cuidado, Fonçi. -dije mientras intentaba mantener a Jack alejado.- ¿Quieres estarte quieto, Jack? Es una maldita piedra.

-¡Es mi piedra, ella me ama!¡tienes celos de ella!

Al ver que me arrastraba hacia atrás, intenté clavar los talones ne el suelo para frenarle.