Partida Rol por web

El coche parecía reaccionar, viendo cómo la manecilla de la gasolina se llenaba lo suficiente como para que pudiera arrancar pero, ¿cuánto tiempo aguantaría? Lo que estaba claro es que el temporal se le echaba encima y ya no había tiempo de buscar otro lugar ya que, al voltear el rostro, donde antes veía el horizonte de las casas ya sólo quedaban rastros difuminados por la nieve.

A marcha lenta ya que la nieve impedía adquirir una mayor velocidad, avanzó con el coche al tiempo que la mujer, Vera, hundía los pies en la nieve para dirigirse a la recepción y calentar un poco el cuerpo. Sin embargo antes siquiera de que llegara a estirar la mano para agarrar el pomo salió del interior un chico de cabello largo y cara de pocos amigos, quien ni siquiera se paró a saludar a la mujer, simplemente a pasar por su lado mientras Vera aprovechaba que estaba la puerta abierta para entrar.

El chico parecía tener el mismo destino que Marc, el parking, puesto que caminaba prácticamente a su lado aunque a menor velocidad, parándose frente a una furgoneta vieja cargada con instrumentos.

Por suerte para Marc el parking, quitando un par de coches, estaba prácticamente vacío por lo que podía escoger el que más quisiera, aunque algunos de los huecos estaban completamente enterrados por la nieve.

Al ver que por fin uno de los coches paraba, la chica se acercó lo más rápido que sus pies hundidos en la nieve le dejaron en un claro intento desesperado. En realidad si lo pensaba, ¿cuánto tiempo llevaría allí esperando? En todo el tiempo que Melisa había conducido apenas había visto un par de coches en esa carretera secundaria, y si ya le achacabas una tormenta el número de conductores descendía drásticamente.

Muchísimas gracias por parar.- Se apoyó en la ventanilla y se agachó para poder hablar mejor con la conductora, sonriendo entre leves temblores de frío. Estando más cerca podía ver que en el cabello tenía varios copos de nieve, denotando que llevaba bastante rato ahí fuera.- El capullo de mi novio me dejó tirada en mitad de la carretera y por aquí ni siquiera pasan los autobuses.- Se frotó las manos para guardar un poco de calor, aunque rápidamente volvió a meterlas en sus bolsillos, muerta de frío.- ¿Se refiere a “Riverside Motel”? Justamente trabajo allí y llego bastante tarde. Si me lleva le prometo que le haré descuento en la habitación, o en lo que quiera.- Viendo que la propia Melisa le indicó que podía llevarla si quería, sin dudarlo la joven abrió la puerta del copiloto para meterse dentro entre escalofríos.- Gracias, señora.- Sonrió antes de llevarse las manos al rostro para soplar en ellas, dejando que el aire caliente de su aliento se encargara de descongelar sus dedos.- Soy Annette.

Por suerte para Theresa ella ya se encontraba en una cálida habitación de un destartalado hotel resguardada del frío, de las miradas y, sobre todo, de los herejes que osaban manchar el buen nombre de su ideología.

En realidad llevaban alojados en esas instalaciones un par de días gracias a Tatiana, una mujer de avanzada edad y uno de los miembros más antiguos de la secta que trabajaba a jornada completa en un destartalado motel a las afueras. Por eso tenía justamente todo lo que necesitaban, un lugar apartado donde poder charlar ajenos a la civilización y que estuviera prácticamente abandonado, teniendo la completa libertad de poder campar a sus anchas.

Sin embargo lo que no contaban era con la incipiente tormenta que se les vino encima, provocando que varios de los miembros les fuera imposible asistir.

En un principio eso pudo preocupar a Theresa, la persona que ahora mismo conocía mejor a los co-fundadores. Por un lado estaba Luc, un hombre de fuertes creencias y agresiva determinación que no toleraba ninguna falta en sus creencias creyendo que la no dedicación absoluta del cuerpo y el alma era un insulto para los integrantes. En más de una ocasión le había visto discutir con alguno de los miembros, incluso expulsar a otros de buen prestigio quedándose con sus bienes inmuebles como ofrenda. Algunos podían considerarlo un timo donde vendías la salvación de tu alma a cambio de una cuantiosa cantidad de dinero, pero ellos lo veían como una muestra a la causa.

Por otro estaba Joseph, su marido. Más calmado y a la vez enigmático, era la cabeza fría de la secta y quien mandaba sobre el resto aunque su corazón fuera ardiente, casi tanto como el del propio Luc. A pesar de todo lo que más destacaba de él era la excesiva dedicación a la pequeña Emma, su hija, una niña que idolatraba por encima de todas las cosas y siempre la santificaba a ojos de todos, incluso la encerraba en su casa con tal de que la pequeña no sufriera ningún tipo de daño del corrupto mundo.

Ya queda menos para el advenimiento.- Le había escuchado decir varias veces, preocupado por sus propias palabras.- Debemos estar preparados.- Siempre que hablaba del tema miraba con ternura a la pequeña Emma, una inocente niña de buena educación que claramente adoraba a su padre aunque, en algunos momentos, creía que tras el respeto había un leve rastro de temor en sus ojos.

La noche del 24 la pequeña estaba dibujando en una libreta, tumbada en su cama y con una serie de pinceles de colores a su lado, intercambiando los colores para colorear el dibujo de una casa con jardín.

Por su parte Josehp estaba arrodillado frente a una pequeña cruz que él mismo hacía dejado sobre la mesita, murmurando un rezo en voz baja. No fue hasta que escuchó la puerta cuando se levantó para abrirla.

Al abrirla se encontró a Luc vestido únicamente con unos pantalones y una camisa negra con lo que parecía un alzacuello. A pesar del frío que había en el exterior el hombre no parecía inmutarse, ni siquiera llevaba un abrigo para cubrirse de la brisa que circulaba y se adentraba en la habitación.

Ya están todos.- Dijo con voz tranquila, casi susurrada. En realidad cada vez que hablaba parecía esparcir cierta paz interior que calmaba los ánimos aunque, a su vez, le daba un aspecto siniestro.

Había algo que no cuadraba. Theresa sabía perfectamente que ni la mitad de los miembros iban a asistir y, que conociera, sólo había visto el coche fuera de la propia Tatiana y de la pareja Dutoit, un joven matrimonio que llevaba meses sin poder asistir a las reuniones semanales al saber que la mujer estaba esperando un bebé.

Ha sido niño.- Sonrió de forma torcida antes de unir sus manos en su regazo.

Joseph se giró para ver a Emma, ahora incorporada en la cama y guardando los lápices de colores y a su esposa Theresa, asintiendo a las palabras de Luc.

Prepararé todo.- Sin dejar más tiempo a la conversación, cerró la puerta y se adentró en la habitación para dirigirse al armario y buscar algún abrigo, dejando claro que iba a salir al frío exterior.- Tengo que organizar unas cosas antes de la reunión. ¿Vienes o te quedas con Emma? – Miró a Theresa mientras ponía un código en una pequeña caja de seguridad en la parte baja del armario y sacaba unos papeles, cerrando la compuerta después. ¿Qué habría dentro? – Emma, no salgas de aquí ¿entendido? – La niña se sentó en la cama y asintió a su padre como única respuesta.

Así que 19…- Asintió lentamente de nuevo repasándola visualmente mientras apoyaba un brazo en la puerta, acercándose tal vez demasiado a la chica.- Si te interesa divertirte esta noche o simplemente entrar en calor, ven a buscarme nena.- Giró el rostro al escuchar la puerta que conducía de las habitaciones al pasillo de intersección de recepción para ver a un grupo bastante numeroso de personas entrar acompañados por Jenna.

De alguna forma tanta aglomeración de gente sorprendió al barman, quien parecía que no había visto a tanta gente junta en el motel.

El deber me llama, ¿me prometes que luego te pasarás por el bar? Sólo una copa.- Le guiñó un ojo con claras intenciones de querer algo más que una copa.

A pesar de que Luca había entrado para acomodarse, o intentarlo, en la cama con un libro, parecía que Cat no tenía la misma intención. Se había quedado en la puerta charlando con el hombre que no dejaba de desvestirla con la mirada, entablando una conversación que claramente iba subiendo de tono a cada palabra.

Por la cercanía, el muchacho podía escuchar muy bien lo que estaba diciendo.

Así que 19… Si te interesa divertirte esta noche o entrar en calor no dudes en buscarme nena.

Si alzaba la mirada de los libros podía ver que el hombre había apoyado un brazo en la puerta para acercarse más a la muchacha, por un lado para impedir que pudiera darle un portazo a pesar de que el frío entraba en la habitación, pero por otro para poder estar más cerca de ella aunque ya rozara el punto de acoso.

Ambos, Catherine y Will, giraron sus rostros al escuchar un ruido, viendo en la cara del hombre cierto grado de sorpresa.

El deber me llama, ¿me prometes que luego te pasarás por el bar? Sólo una copa.

 Theresa respiraba hondo. Miles de pensamientos se cruzaban por su cabeza. Solía ponerse nerviosa por las situaciones más banales, pero esta vez si que tenía una buena excusa para morderse las uñas o quejarse. Estaban debajo de una inmensa tormenta de nieve. Una tormenta que dificultaba los planes de la organización. Ni hablar de la entrega del diamante al Sr. Noir, aunque fuera la menor de sus preocupaciones. Poco tenía que ofrecer aquel hombre más que dinero, cuando lo que la Orden la daba a Theresa era una satisfacción espiritual mucho más grande. Aunque la mujer no negaría que el dinero era importante.

 Cuando Luc llegó y anunció la llegada de Nicky y Tony con su nuevo nato, a Theresa se le escapó una sonrisa de dulzura ante la noticia. Se la sacó del rostro a los pocos segundos, pero la idea de un nuevo niño en la organización le enternecía internamente. Los niños en general le provocaban eso. En especial los que pueden ser traídos a la luz de la Orden. Como Emma, que fue bendecida con tan vehemente padre; que guía a su hija y a su esposa a la salvación. Pensar que antes de llegar allí, ella era una simple pagana.

 Theresa se acercó a Joseph para hablarle, aunque mantuvo una cierta distancia con el hombre. Solía hacer eso en frente de Luc u otros miembros de la Orden. Joseph era un gurú imponente para los demás, y ella ni siquiera era de las más devotas en toda la organización (si no fuera porque era esposa del co-fundador Luc ya la hubiese confrontado hace mucho). Pero ella creía en la venida de Cristo; así como creía que las apariencias en una organización lo son todo.

- Me quedaré con Emma aquí... llámenme cuando esté todo listo.

 Giró la cabeza para ver a la niña sentada en la cama. Le dedicó una suave sonrisa; la más suave que una madrastra podía ofrecer. Su relación con Emma era cordial, pero el fuerte vínculo que la niña tenía con el padre hacía que fuera difícil crear lazos con ella. Ni siquiera sabía con exactitud si a Joseph le agradaba la idea de que Emma y ella se volvieran cercanas. Casados hace ya un año y aún había cosas que no quedaban claras. Hombre de misterios... pero de salvación.

. Veo que hoy seremos pocos...

El cura y la enorme mujer eran la pareja más extraña que hubiera visto en su vida. No entendía como podían ir juntos a una de las suites… o si lo entendía y prefería imaginar que era por un motivo totalmente diferente. Podrían ser hermanos o algo así. Si, mejor pensar en eso.

Marco miró a Lys enarcando ambas cejas con fingida inocencia, estaba por hacer alusión a que quizás estuviera en “esos días”, pero decidió que era mucho más prudente no bromear con eso. Sabía bien que eso le molestaba terriblemente, tratarla como a alguien débil podría traerle serias consecuencias. Con ella era mejor dejarla correr, que se le pasara su locura y quizás volviera cuando tuviera ganas. Luego de tanto tiempo había logrado adquirir cierta resistencia a su encantadora personalidad.

-No se preocupe- le dijo al dueño del hotel, ignorando a la cantante-. Ya verá la publicidad que tiene- asintió totalmente convencido, que pensaba cumplir su palabra, aunque dudaba que tuvieran tanto arrastre… pero la tendrían.

Luego siguieron a la niña, la cual repetía entre dientes las habitaciones que tenían y lo que debía hacer. ¿Eso no era explotación infantil? Sobre todo con hacerla salir al exterior con el maldito frio… Se le ocurrió otra canción sobre eso. Cuando llegara a su habitación escribiría algo.

-300, 301, 302- le corrigió el músico alzando uno de sus largos dedos-. Mejor te consigues un anotador. Es mucho más fácil.

El lugar era un verdadero desastre y una trampa mortal en algunos sitios. Esa piscina podría matar a cualquier incauto que diera un paseo por ahí. No quería ni saber cómo estaban las habitaciones. Mientras que tuviera la cama limpia y no muriera de frio estaría todo bien.

Marco solo quería ver su habitación, comprobar que tuviera agua caliente para luego ir a por sus cosas. Al menos tenía la gran ventaja de no verle el careto a Lars y las locuras de Lys bastante lejos. Eso también tenía sus desventajas,

-Mierda. Voy a tener que ir a ver que este bien- si estando contenta hacia tonterías, enojada era una bomba de tiempo. Con suerte solo se encamaría con el niño y ya, pero también podría intentar hacer alguna locura, como cuando se puso frente a la escopeta del tipo. Siempre debía estar detrás de todos esos idiotas, de no ser tan talentosos…

Vio que había una joven hablando con un regordete sujeto, el cual intentaba ligar con ella. Marco saludó a la pareja con su cabeza. No sabía si ella estaba incomoda o no, pero eran la segunda pareja más dispareja del lugar.

-Hace frio para estar fuera de la habitación- esbozó una sonrisa. Si ella no quería saber nada con el gordito, aprovecharía eso y si sí quería… también.

Claramente Lys no tenía ganas de charlar con nadie y, todavía con el cigarrillo en una mano y cubriéndose del frío con la otra, nada más saber la dirección de su habitación no dudó en subir las escaleras para dejar al resto solos.

Con cuidado de no caerte culpa de la nieve y lo resbaladizo que estaba el suelo, siguiendo las indicaciones de Jenna anduviste hasta las escaleras que te pillaban más cerca sujetándote del pasa manos para no caer.

Fue una subida lenta pero segura, agradeciendo estar en el piso superior y ver la segunda planta del motel. Desde ahí se veía una mejor panorámica del recinto aunque seguía siendo igual de blanca, con la única diferencia de que en el piso inferior estaban parte de sus compañeros de música alzando el rostro para seguirle el paso.

Con la llave en la mano, no tardó en encontrar su habitación.

Las puertas tenían un cartel con el número o nombre de la habitación y, claramente, las suite tenían un tamaño considerablemente más grande que el resto. Pasó de lado la “Lucretia”, donde se había alojado el chaval accidentado, y la suite “Nero” actualmente vacía para caminar hacia la última de esta sección, Cleopatra.

Sólo necesitó meter la llave y dar dos giros para ver el interior, uno bien distinto al que tenía el resto del motel, incluso parecía que se había teletransportado a uno de cinco estrellas por los lujos que presentaba: Una amplia cama bien cuidada, decoración con ambientación egipcia en todas partes, un jacuzzi bien equipado… sin duda podría relajarse.

El frío del exterior me golpea el rostro de nuevo, avivando la recién aliviada sensación de frio. Un coche bloqueaba la entrada al parquing para luego aparcar al lado de la furgoneta. Una mujer pasa con prisa hacia dentro sin siquiera saludar y el hombre parece salir del coche.

- Debería haber cogido el equipaje antes de entrar, me cago en la puta... - Recojo mi mochila de la furgoneta, no es que lleve muchas cosas, pero no me fio de dejarla ahí y por supuesto, me cuelgo mi guitarra, bien guardada en su funda, del hombro izquierdo.

Iba a marcharme, pero una punzada de "buen ciudadano" me empuja a preguntar... igual me envia a la mierda pero bueno...

- Buenas tardes, veo que le han dejado solo - digo señalando con la cabeza hacia dentro, refiriéndome a la mujer- ¿necesita ayuda con el equipaje?

-Si veo que me quedo con frio en esta noche, puede que te tome la palabra. Muchas gracias señor... - dije sin terminar esperando que me dijera su nombre y a cambio le diría el mio - Catherine, aunque puedes llamarme Cat. Y prometo intentarlo, al menos si mi hermanito no me pide ayuda. La familia lo primero, ya sabe. Pero me quedo con esa invitación - le guiñé entonces un ojo al barman antes de agarrar la puerta aunque viendo de reojo a todos los nuevos visitantes.

-Vaya vaya... Así que ese era todo el jaleo que ocurría cuando el recepcionista cogió la escopeta... Son muy distintos... ¿Habrá habido un choque de coches? Bueno... lo importante no es eso sino... - miré pues concretamente a cada una de las personas detalladamente.

Hasta que uno de ellos se me acercó a hablarme y me sorprendí - ¿Eso es una forma de ligar? ¿O una forma de espantar a las mujeres? - sonreí inocente y pura antes de mirarle y dije - Ya, por eso mismo estaba a punto de meterme en mi habitación. Siento que nos veremos más por aquí, así que, un gusto - y con dichas palabras me adentré en la habitación no sin antes volver a mirar de soslayo al chico.

Finalmente entré en la habitación y me apoyé en la puerta suspirando. - ¿Por qué todos los hombres solo se fijarán en las mujeres bellas y guapas y se vuelven locos por estas - dije bajando la voz solamente para Luca. Acto seguido me acerqué poco a poco arrastrandome incluso por la cama para acercarme más y más sugerentemente a Luca, intentando provocarlo, aprovechando que ya sabía de ante mano que conmigo no se comportaba igual que con el resto. Algo había pero tenía que descubrirlo. - Por eso a ti no te odio, no ves en mi solo un rostro bonito. ¿Verdad her-ma-ni-to? - remarcando cada silaba de nuestro "rol"

Justo cuando lo tuviera, sonreiría con picardía antes de apartarme y darle un leve toque en la frente - Es broma tonto. A ti no intentaría seducirte. Eres especial para mi a fin de cuentas. - me levanté de la cama entonces para acercarme esta vez a la ventana, intentando cerrarla lo suficiente para que no se viera el interior pero dejando una abertura para ver el exterior - Parece que no seremos los únicos que se registren hoy en el motel.

Miré a Sasha por un momento y le hice un gesto para que se acercara y mirara a través de la ventana. Tanto si quería como si no, seguiría hablando. - He contado cinco huespedes. Eso junto al recepcionista y el barman hacen siete personas. - Y a pesar de que mis cuentas estuvieran equivocadas me adelanté a lo que pudiera decir Luca... si es que iba a remarcarlo. - Y no, no cuento a la niña. Me parece que es la primera que ha caido en "tus redes" - dije remarcando lo obvio y sonriendo por lo bajo - Está claro que si robamos al recepcionista, tendremos que trabajar en equipo, pero... podemos conseguir que la pequeña haga cosas por nosotros... Aunque tendrás que dar tu el mayor paso.

Esperé a ver su reacción, y si, era obvio que hablaba de que tendría que... ¿"Seducir"? A la niña... Yo podría entretenerla, pero sin duda, estaba cien por cien segura, de que la pequeña comería de la mano de Luca, si este sabía tratar con ella. - Igual debería enseñarte como... ¿O crees que podrás tu solo? ¿Sabes a lo que me refiero verdad Luca?

Parecía una joven agradable y además una trabajadora del motel al que se dirigía, algo que la beneficiaba sin lugar a dudas. A pesar de que hubo un par de detalles que no le gustaron nada, como el hecho de que la hubiera reconocido y, sobre todo, que la hubiera llamado señora como si se tratara de una anciana, decidió que no podía dejar a aquella muchacha morir de frío y por lo menos tendría compañía en lo que restaba de viaje.

—Yo soy Melissa Sullivan —lo dijo de manera un tanto pomposa, esperando que Annette, que así se había presentado la joven, reconociera su nombre a pesar de no haber reconocido su rostro—. Tu novio parece ser un auténtico imbécil. Deberías plantearte dejarlo, seguro que alguien con la cara tan bonita como la tuya no tendrá dificultades de encontrar pareja —y seguramente otro capullo integral, pensó mientras volvía con cuidado a la carretera—. Así que trabajas en el motel, menuda suerte la mía. ¿Nos queda mucho para llegar?

Después de aquel momento, pudo volver a arrancar el coche y realizar la tediosa maniobra de marcha atrás en un espacio confinado y lleno de nieve (y en breves hielo) sin más problemas como el conductor avezado, o al menos de muchos años, que era. Girando los ejes a un lado, y luego a otro, colocó el coche en su sitio sin invadir el espacio de los demás, que ya era mucho más que otros conductores. Malhumorado por la situación, que no hacía más que ponerse en una pila de situaciones una detrás de otra, apagó el coche, guardó la llave y salió.

Y salió para encontrarse otro curioso.

Se quedó mirándole unos segundos, con lo cual Lars pudo intuir que le iban a mandar al cuerno. Sin embargo, lo que hizo el viejo finalmente fue asentir.

-Sí, gracias -dijo, moviéndose hacia el maletero, de donde sacó dos maletines robustos- Ocúpese de este, por favor.

Quizá le había tomado por el servicio del hotel, aunque pensar que aquel tugurio con coche estrellado incluido tendría servicio era ponerse muy fantasiosos. O quizá había aceptado la oferta amable como lo que era. Fuera lo que fuera lo que había en el maletín, pesaba varios kilos pero era menos pesado que una maleta de viaje definitivamente.

-¿Sabe usted lo que ha pasado con ese coche?

Preguntó, agradeciendo cuando se había girado que no se le viese para no disimular la mueca de desprecio que le asomó cuando vio la funda de la guitarra asomando por el hombro. Un músico. Cerrando el maletero y comprobando el cierre, tomando el maletín, puso camino con su artístico acompañamiento hacia el interior.

Una joven apareció y dio respuesta al requerimiento de patán de Calvin.

La escruté con ojos expertos en el tema: una niña.... demasiado niña, y en ese instante dejé de prestarle más atención que la necesaria para que me condujera a mi habitación y asegurarme de que dejaba la bebida encargada en la misma.

Aquel motel era una mierda, una auténtica mierda; pero el viento ululaba en el exterior y aventuraba el frío que tenía que hacer fuera de aquellos sórdidos muros.

De camino, recorrimos el pasillo y, en una de las habitaciones pude vislumbrar a una joven de pelo lacio, largo y moreno que apuntaba maneras. Un tipo grueso parecía dispuesto a hacerse con el trofeo.

El melanas jugó sus cartas:

-Hace frío para estar fuera de la habitación-

- Pufff, menuda puta mierda de entrada - susurré más para mi mismo que para mis acompañantes.

La contestación de la joven reveló lo mismo que yo anticipé.

- Eh tú! No eres un poco mayorcito y gordinflón para tirarle los trastos a esa joven?

No me preocupaba el enfrentamiento con el tipo. Estaba acostumbrado a meterme donde no me llamaban y, al fin y al cabo, la rockera no me había dejado claro que aceptara mi "invitación", así que seguiría jugando aquella mano....