Partida Rol por web

Ella tomó su mano, intranquila. Un hombre todavía se arrastraba a lo lejos, saliendo de un coche. Toda aquella situación, la gente loca, las calles llenas de muertos, le tenían algo nerviosa y trastornada. Pensó en lo que le dijo, y luego le miró.

-Brick, los teléfonos funcionan todavía, y les he llamado varias veces. No han contestado, asi que...

Bajó la mirada, triste.

-No creo que les encontráramos vivos, Brick. Y no se si quiero verles... verles...

Apartó la mirada, que es lo que solía hacer cuando estaba a punto de llorar. Sobraban las palabras.

Cuando ella volvió a sugerírselo, tal parecía que el hombre atravesaba una crisis de fe. Por un lado, sus ojos se iluminaron. Pero por otro, segundos después, bajó la cabeza y negó despacio, como convenciéndose.

-No conocéis al jefe de Las Vegas, al señor Flag. Cuentan muchas cosas de él, y ninguna es agradable. No encajaría en vuestra comunidad, porque he llevado una vida muy mala desde que era un enano, en barrios donde estar en una banda y pasar droga eran el pan de cada día. Por eso se reconocer a la gente chunga, realmente chunga. El señor Flag es de esos. Y te aseguro que no parará hasta encontraros a vosotros, y a los que son como vosotros, y mataros o convertiros en poco más que "esclavos".

Se acercaron poco a poco al grupo de supervivientes, cuando la mujer estaba a punto de volver a montarse en el coche. Andy no llevaba mascarilla, y empuña su rifle, una especie de carabina corta desmontable, un arma rara diseñada para ambientes extremos, y para dispararse sin apenas entrenamiento o mantenimiento. Eso le decía a David que Andy no era, precisamente, el puñetero Wyatt Earp.

El viejo dentro del coche dijo algo a la mujer, que se giró de pronto como sobresaltada. Nadie parecía tener armas a la vista, y al acercarse pudo corroborar que en los asientos traseros había dos jóvenes, niño y niña, que no tendrían más de 10 años. La mujer rubia se los quedó mirando un momento, como desconfiada.

-No buscamos problemas, ni tenemos nada de valor. -dijo- Si esto es alguna especie de emboscada, les ruego que nos dejen marchar. Ya hemos sufrido bastante.

Aunque no puedo negar que nuestro aspecto asustaría a cualquiera, me sorprende la temerosa reacción de la mujer . Lo cierto es que Andy lleva un arma, yo también y además sigo teniendo la precaución de vestir las ropas de aislamiento que cogí del hospital. No es de extrañar que cualquier superviviente se lo piense dos veces ante nuestra presencia. Aun así, me pregunto a qué se debe ese "Ya hemos sufrido bastante". Quizá la respuesta tenga la obviedad de los terroríficos sucesos que hemos vivido estos últimos días, con la epidemia, las muertes y todo lo que implica la destrucción de una sociedad. Pero tras el encuentro con Randall Flagg y lo que Andy me contó de los sectarios, empieza a preocuparme que esa mujer también haya tenido alguna clase de encontronazo con esa gente.

Hago un gesto con las manos para que se detenga y no se suba al vehículo y me quedo quieto, para no parecer más amenazante.

"-No, no... no se preocupe y no tenga miedo - le digo en tono sereno y lentamente para que me entienda y no se asuste más - No queremos hacerle daño a nadie. Somos supervivientes de Chicago. Nosotros hemos sido los que hemos establecido este punto de encuentro. Son ustedes los primeros -y me temo que los únicos - en haber llegado hasta aquí. ¿Se encuentran bien?."

Una sensación de alivio le recorrió la espina al ver como su mentira había resultado, a pesar de sus constantes tics nerviosos y balbuceos. Pero esta se desvaneció pronto, al mismo tiempo que el sacerdote comenzaba, como Howard creía inevitable, a soltar una improvisada perorata.

Joder. Todo esto ha sido demasiado para el vejete.

Pero eso sólo podía hacerlo más peligroso. No sólo el tipo tenía un ejército, sino que no parecía que fuera a dudar en acribillarlos si resultaban ser demonios o alguna mierda parecida a sus ojos. El escritor tragó saliva. Volvió a mirar a los hombres en el tejado, y su mirada recorrió a Hanna, Kevin y Arnold, con un gesto desesperadamente interrogativo. Por ningún motivo quería seguir a esos chalados. Hasta lo que sabía, estaban todos asustados del reverendo, y no quería saber por qué.

-¿Y si...?- Carraspeó. -¿Y si decidiéramos... ya sabe, seguir nuestro propio camino?- inquirió, como pidiéndole permiso para retirarse.

Aquel hombre tenía miedo, aunque a mí no me quedaba claro si tenía miedo sólo del hombre del que hablaba sino que más bien, parecía tener miedo de que su comportamiento pudiera no ser el adecuado si se venía con nosotros o algo así, pero no me parecía correcto dejarlo ahí, sólo y más cuando se veía a leguas arrepentido por haber hecho lo que había hecho.

Mi cara mostró todo lo apesadumbrada que estaba por todo, incluso las lágrimas acudieron a mis ojos aunque no me pusiera a llorar, pero le respondí con lo que pasaba por mi cabeza en esos momentos.

- No creo que quede nadie de nuestra familia vivo, he pasada a no tener nada, ni amigos, ni familia, ni trabajo.. es decir, es como si de repente tuviera que volver a intentar levantar una vida que existió hace mil años.. - la sensación de que todo había ido bien algún día me resultaba totalmente lejana. - No podemos dejarte solo por cómo eras antes de todo esto, ya que me parece que ahora debemos cambiar todos.. Ven con nosotros. Necesitamos a alguien que conozca como actuan y que sepa hacer algo para defendernos. Tom y yo no sabemos pelear y Stanley hace lo que puede por nosotros, pero le será bueno tener un poco de ayuda.

Todo aquello me entristecia, pero ya no podiamos cambiar nada, solo nos quedaba el presente, y quien sabe si nuestro futuro nos pertenecería. Yomara parecía afectada, realmente nunca comprendi a una mujer, salvo a Claire. Eramos como dos gotas de agua, nos gustaban las mismas cosas, siempre teniamos la palabra necesaria para levantar esos momentos en los que te sientes mas vulnerable que nunca, pero... como decía Yomara, ya no sabía si Claire estaba viva, ni siquiera si mi madre y mis hermanos aun estaban vivos, tampoco queria pensar mucho en ello, ya que sino, me derrumbaría ahora mismo en esta ciudad en ruinas, era momento de intentar salvar mi pellejo por muy duro que fuese, y estas mujeres podrian ayudarme, al igual que yo podria ayudarlas a ellas.

 -"Esperemos que aquella chica y el profesor tarden poco en venir, no quisiera perder a dos supervivientes de este desastre. Mientras busquemos lo que necesitamos y larguemonos de esta ciudad lo antes posible para encontrar a nuestras familias."- Aquellas palabras intentaron ser lo mas esperanzadoras posibles, quizás en ese momento estaba intentando darme animos a mi mismo, quien sabe, todo estabamos faltos de nuestros seres queridos en estos momentos. -"Una radio... busquemos un taxi, ambulancia, coche de policia o camion de bomberos, esas radios suelen barrer frecuencias bastante amplias, no como las radios comerciales, que solo cubren un pequeño espectro de frecuencias, así tendremos mas posibilidades de lograr encontrar a mas gente que este como nosotros."-

 Tambien necesitariamos comida, ropa, algunas medicinas... y quizás un coche que funcionara, aunque esto ultimo sería algo complicado viendo como estaban las infraestructuras viales, quien sabe, quizás hasta no serian de utilidad algunas armas, aunque nunca había usado alguna, parecía que en el grupo alguien si que tenia idea de las armas de fuego, quizás Debbie nos ayude a encontrar y usar las pistolas y demas artilugios de carniceria.

  Cuando se acercaban pudieron ver con claridad como poco a poco todos salvo el hombre de tez más morena se alejaban, pero avanzaban con lentitud, asique no sería problema para Asthon el alcanzarles, mucho menos para el joven Jimmy que avanzaba saltando innecesariamente sobre algunos obstáculos con cierta cautela, no parecía divertido pero si almenos bastante entretenido.

  No dijo nada hasta el momento, pero antes de llegar ante Amanullah, explicó algo a su nueva amiga.

 - Conozco a esa chica rubia. - dijo con total naturalidad mientras miraba donde ponía los pies - fue conmigo en avión. No me gusta mucho su gusto musical. - acabó confesando en un susurro que podía no estar dedicado sino a si mismo.

 - Pero no conocía a papá. ¿Vamos a quedarnos en esta ciudad?

 Conscientemente ofreció una pista a la ejecutiva, él no era de allí, como tantos otros estadounidenses había viajado en aquellas fechas para visitar a alguien en algún remoto lugar. En lugar equivocado...

- Eh...eshto...¡espherad! - Exclamó amanullah algo turbado como si de repente la idea de quedarse a solas con Asthon fuese una muy mala idea. Ignoró por completo todo lo que tenía que ver sobre la confesión de yomara y su estado, puede que simplemente no le importase en absoluto.

  Tropezó con algo, sólo esperaba que no fuese el miembro cercenado de algún soldado muerto, y estuvo a punto de caer de bruces contra el suelo, pero se recompuso con cierta elegancia dando la espalda a Asthon y corriendo lento, tanto como le permitían sus zapatos negros. alzó la mano derecha como si pretendiese alcanzar a James.

 - A...¡ahíh vienhe!

 Era el primero en darse cuenta que venía acompañada de nada más y nada menos que un jovencito.

No lo sé todavía Jimmy, eso tenemos que pensarlo bien. – No le gustaba no contar con todas las variables, pero ahora tenía un importante motivo para despertar del letargo en el que había estado dormida durante un tiempo y decidir en consecuencia. Y pensaba hacerlo.

Abracé a mi mujer, con fuerza, aferrándonos mutuamente a los único que nos quedaba, allí, en una maldita calle de Philadelphia, rodeados de muerte, con la perspectiva del fin del mundo en el horizonte, sin saber que hacer o que decir.

El silencio sólo se rompe con el quedo llanto de Vivian, no quiero oír los gritos en la lejanía, ni el retumbar desesperado de las armas, sólo quedarme con esas lágrimas para darme fuerza, para no dudar en mi objetivo de protegerla, de darle una nueva oportunidad, si es que eso fuera posible.

Esperé sin prisa, acunándola, hasta que estuvo más calmada, las palabras nunca se me habían dado bien, así que me limité a secar sus lágrimas, a brindarle una sonrisa y un gesto para continuar, para escapar de allí, aunque sea consciente de que eso es imposible, por muchos kilómetros que hagamos.

Buscaremos un todo terreno y atrevesaremos el control, no creo que haya demasiadas dificultades ahora que nadie lo defiende.

Dicho y hecho, comienzo la busqueda, preferiblemente de alguno con sistema de navegación, los satélites deberían seguir funcionado. El lago era nuestra próxima meta.

Debbie sonríe ante la disculpa de Yomara.

-Tranquila, no me daba por aludida.

Sentí como aquella mujer nos habría un poco más su corazón y nos hacía confidentes de algo realmente valioso para ella. La miraba fijamente y le di mi opinión, el tono de mis palabras era serio y reflejaba autentica sinceridad.

-Respecto a Oluchi, creo que si te oyera sabría comprender la situación en la que estamos y seguro que estaría orgullosa de cómo su madre ha logrado aguantar hasta ahora y de cómo vamos a conseguir salir adelante.

Pretendía que supiera que podía contar conmigo.

-Entonces tendremos que añadir un ‘predictor’ a nuestra lista, así saldrás de dudas y podrás comunicárselo a Lance en cuanto le veas. El tono de mi voz había cambiado completamente, ahora era alegre, quería animarla, aportar seguridad, no derrumbarla con palabrería y vagas esperanzas.

Estábamos a punto de emprender la marcha cuando Amanullah nos avisaba de la reincorporación de Ashton, se había vestido y venía acompañada por una figura familiar e inesperada.

Me quedé paralizada cuando le vi, sólo mi rostro, delatador de mi tremenda sorpresa, pudo reaccionar ante aquella imagen.Si bien lo acontecido era desbordante para cualquiera de nosotros, para alguien de apenas diez años era incomparable. El sólo hecho de imaginarme por todo lo que podía haber pasado me hacia estremecer.

Pero no quería transmitirle estos tristes sentimientos, al fin y al cabo había logrado sobrevivir y ahora nos tenía a nosotros, en aquella situación era lo mejor que podía haberle pasado.

Le miro fijamente a los ojos, perfilando una tierna sonrisa.

-¡Jimmy! –Le saludo alegremente y le doy un breve pero cariñoso abrazo.

-Me alegra verte de nuevo.

Pronto me vuelvo a incorporar y les informo de nuestros planes, enumerando la lista de objetos en los que habíamos pensado como útiles. Es necesario que todos colaboremos y cuanto antes nos movilicemos mejor.

-Bien, busquemos - De nuevo dirijo mi mirada hacia el muchacho, con complicidad, quería hacerle también participe de nuestra tarea y que supiera que contaba con el cómo uno mas de nosotros.

-Veamos que encontramos.

No se me habían escapado las palabras de Ashton, pertenecientes a una conversación con Jim, a mi parecer algo sospechosa y aunque no era suficiente para sacar ninguna conclusión, sumado a su forma de comportarse hacía que mi desconfianza hacia ella aumentara. En lo sucesivo trataría de permanecer alerta y de estudiarla.

También quería observar con detalle al pequeño, su comportamiento, sus reacciones, detalles que pudieran ayudarme a comprender su estado de ánimo. Me preocupaba su bienestar.

Erika escuchó al sacerdote conteniendo una expresión de asombro, miedo y asco que pugnaba por salir. Se había declarado atea, así que hablar de conversión ahora no parecía demasiado creíble ni siquiera para un tronado como aquél.

Se le ocurría una buena idea para salir de aquella, pero tendría que confiar en que Howard fuera bastante avispado.

Mi amigo tiene razón... preferiríamos seguir nuestro propio camino. Él es mucho más creyente, seguro que estará encantado de hablar de la Nueva Jerusalén a todo el que nos crucemos. Miró de nuevo al predicador a los ojos.

¿Qué le parece? Así su mensaje llegará más lejos con nosotros.

 Jimmy asintió a Asthon con confianza, pero del mismo modo que trataba con aquella naturalidad a aquella mujer también correspondió al abrazo de Debbie. No lo diría, ni tampoco lo mostraría en su pequeño cuerpo, pero se alegraba de tener algo de contacto humano...y haber estrechado la mano de Asthon y abrazar a Debbie era una forma de soportar lo que sentía por dentro.

 Sonrió, sonrió mostrando los dientes y asintió convencido.

 - ¡Si, búsquemos!

 En el cuello llevaba los auriculares, grandes, podría decirse que casi más que su cabeza, y los cables se escondían en alguna parte de sus bolsillos, por dentro de la camiseta y la sudadera. no parecía tener frio, no tiritaba y tampoco estaba dispuesto a quejarse.

 - Pero... - añadió borrando parcialmente ese tono de júbilo que había mantenido hasta el momento. - ¿Hacia dónde vamos a ir? ¿vamos a ver a la abuela...?

 Luego miró a James, como si eso le inspirase calma o incluso esperase una respuesta por su parte.

 El codo de Amanullah impactó en el costado de James sin previo aviso, incluso si hubiese querido hacerle daño lo hubiese tenido dificil, pero le bastaba para intentar ganarse la atención de su camarada.

  Susurró para él mientras se inclinaba lentamente, como si facilitase que las ondas sonoras que brotaban de la vibración de sus cuerdas vocales y resonaban en las paredes de su mandíbula llegasen a oídos de este.

  - ¡Shh..shhh! Unohs...aurichulares. Seguro que con esho podehmos...

 Entonces Jimmy miró a James y amanullah enmudeció torciendo el gesto...como si no le gustasen los niños o...simplemente le quease alguna clase de fobia. Trató de disimularla.

 - ¡Ademahs lo tienhes en el bote! ¡Le has caído bien! ¡Vamosh, vamosh!

 Le dijo, como si esperaba que fuese tan ruín de pedirselos en su lugar.

Ya que había volteado por unos segundos para poder observar a Erika, el predicador no pudo ver la repentina sorpresa en el semblante de Howard. Para cuando el viejo le volvió a mirar, esta había desaparecido, para ser reemplazada por el mismo terror que no dejaba de atenazarle.

-S... si me dejases terminar de hablar- dijo, emitiendo un corto sonido, parecido a una pequeña risa. Por unos extraños segundos, Howard se imagino ataviado con los ropajes de Kane, exaltando la figura de un Dios invisible. Quiso sonreír ante la idea, pero el momento no era propicio. -Verá, padre, yo era un hombre descarriado. Vivía en la pereza y la bebida- Carraspeó, desatando un nudo en su garganta. -Pero... sobrevivir. Todo esto tiene un significado. No por nada sigo aquí, ¿comprende?- dijo, dejando el resto de la idea a la interpretación del predicador.

La verdad es que el escritor sentía una dolorosa opresión en la garganta. Apenas sentía fuerzas para hablar, aterrado como se encontraba. Además, no valía la pena. Si eran acribillados allí mismo, ¿cuál sería la diferencia? Nada era como antes. Jamás lo sería.