Partida Rol por web

La mujer escuchó las palabras del doctor, aunque le costó relajarse en su presencia, sobretodo debido a la mascarilla. Ya había visto a demasiados tipos con mascarilla, enseñando placas o uniformes militares, a los que se había acercando pensando que conseguiría algo de seguridad, y que habían muerto como todos los demás, pero que además habían matado a muchos inocentes en nombre de la "cuarentena".

-Si, estamos bien. El señor Woolsey es de Chicago -dijo, refiriéndose al anciano- pero nosotros somos de Streator. Hemos venido porque deseaba saber que había sido de sus hijos, aunque no los hemos encontrado. Estabamos a punto de marcharnos cuando escuchamos el mensaje de la radio.

Parpadeó un momento, considerando la situación. Parecía que se estaba dando tiempo para considerar si aquello era un engaño o estaban siendo sinceros.

-Me llamo Amanda, y mi marido era piloto de la aviación civil. Murió al estrellarse en un vuelo internacional de gente importante, hace unos días... aunque parece una eternidad. Mis hijos Robert y Mandy han viajado conmigo desde entonces. Estábamos solos, pero nos encontremos con el señor Woolsey en la carretera. Él nos dijo que unos hombres malvados habían matado a su mujer cuando se los encontraron yendo de camino a Nebraska, por un extraño sueño de ella. Él fue dado por muerto, y por eso ha sobrevivido. Supongo que eso mismo puede aplicarse a nosotros.

El reverendo les escuchó, y comenzó a oir sus súplicas. Saltaba a la vista que estaban asustados, sin duda por aquellos hombres que le acompañaban. El predicador sonrió, despacio, como intentando parecer comprensivo y agradable. Pero dado lo esquelético de sus facciones, no estaba dando el efecto deseado. Más bien al contrario.

Reclamó silencio con una mano, hablando.

-El sitio que buscáis está en Las Vegas. No puedo dejaros vagar, porque hay una bruja que seduce a los que no tienen una férrea voluntad. Es un demonio del averno, en forma de una adorable viejecita negra, que convoca a los descarriados a Nebraska. No puedo arriesgarme.

Pareció reflexionar, mirando a sus compañeros. Siempre cogían a gente como esa de camino hacia Nebraska. Pero deseaba creer que estos eran buenos cristianos.

-¿Sabéis rezar el padre nuestro?

Por un momento, Leroy pensó que era posible rehabilitarse, tal y como le habían explicado en la clínica de desintoxicación, tal y como le había dicho hace tiempo su agente de la condicional. De cualquier modo, apiadarse de si mismo era algo que, en hombres como él, siempre tenía un límite. Lo suyo era escurrir el bulto, negar el problema, hasta que de nuevo la situación le forzaba a volver a delinquir. Sea como fuere, quizá si podía ayudar a aquella gente. Él sabía quienes trabajaban para el señor Flag, cómo y por qué.

-No se... -dijo- Quiero creerte, pero... ¿Que opinan tus colegas?

Miró a Stanley, pero sobretodo al militar. Le había dado unas hostias que todavía le picaban en el cuerpo. No es que fuera rencoroso, pero eso pesaba en su balanza.

Aquel hombre había demostrado tener esa cierta predisposición a cambiar y bueno, al menos para mí, era suficiente como para llevarlo conmigo. Por otro lado, Tom, seguro que no tenía ninguna objeción al respecto y el militar, ni siquiera me caía bien, así que me importaba más bien poco lo que le pareciera, aunque ahora parecía que nos lo íbamos a tener que llevar también.

Me encogí de hombros y miré a Stanley, como esperando que dijera algo al respecto, aunque para mí ese hombre era tan sumamente impredecible como una tormenta y tampoco es que pudiera conseguir que se abriera un poco más a nosotros.. Era una de esaspersonas que llegaban a desconcertarme.

No dije nada, pues estaba escuchando perfectamente la conversación y debía de notar nuestros ojos posados en él, así que si lo creía conveniente ya diría algo y sino pues tendríamos que probar a decirle algo..

Stanley había estado escuchando la conversación hasta entonces, aunque su atención estaba en parte desviada al mapa, el cual repasaba una y otra vez, pero llega a escuchar la ultima parte de la charla entre Alex y el tal Leroy, en especial la pregunta de este. Lo cierto es que no confía en el tipo, no después de que intentara matarlos, o al menos a Tom y Alex, pero rápidamente Stanley se da cuenta de que tiene las mismas razones para desconfiar de Brown que de Price, si no es que tiene mas razones para desconfiar y sentir resentimiento hacia este último. De hecho, siquiera conoce a Alex y Tom del todo como para desconfiar de Leroy mas que de ellos (al menos en teoria, puies no lo hace), salvo por el hecho de que intentara matarlos, pequeño detalle que hace de la idea algo que no le termine de gustar.

De todas formas, después de darle un par de vueltas al asunto, tras escuchar la pregunta de Leroy y disimular su atención sin quitar vista del mapa, Stanley cae en la cuenta de que a esa altura le da un poco igual que hagan con el tipo, dejarlo ahí o llevarlo no le parece ninguna diferencia después de analizar la situación.

- Creo – dice mientras enrolla el mapa - que tenemos que ponernos en camino de una vez – agrega mientras se acerca a la puerta de la camioneta – y que nuestro “amigo” ya esta lo suficientemente grande como para tomar decisiones por su cuenta – dice finalmente antes de entrar al vehículo, un tanto antipático, algo que haría sobresaltar a cualquiera que le conociera desde hace tiempo, pero también marcando cierta indiferencia en su tono y sus palabras, como si realmente le diera igual si aquel tipo les sigue o no.

Las tranquilas aguas del lago Eire resultaban casi hipnóticas. Encuadrado como estaba Brick, mirando al horizonte, parecía que nada había cambiado. La tranquilidad de la inmutable naturaleza, que persistía a pesar de la locura y la muerte.

Atardecía ya cuando Vivian, sentada en la orilla sobre una piedra, tenía los pies sumergidos en el agua, y la cabeza apoyada en el pecho de su marido, disfrutando del paisaje, y el silencio.

Detrás de ellos, un paisaje ya conocido, el de la muerte y la soledad. La muerte, que había llegado también a la tranquila tienda de cebos de pesca, la caseta de alquiler de barcazas y el dinner, que parecía haber sido evacuado en el último momento. Un hombre muerto dentro de la tienda, un hombre con ropas de pescador, era el único testigo de esa escena, un testigo mudo y ciego.

El viaje desde Philadelphia había sido largo y plagado de sobresaltos. Parecía que la civilización se iba a la mierda a su paso, cayéndose como un castillo de naipes. Pero no había mal que por bien no viniera: comida gratis, ropa gratis, armas fácilmente obtenibles... La única pega era la gasolina, porque había mucha gente que había tenido la misma feliz idea: arramblar con todo y salir pitando. Pero, a pesar de todos los pesares, los militares habían sido eficientes, y las grandes ciudades se pudrían para si mismas, cerradas tras barreras de cemento, alambre de espino y las moles de los blindados.

Lo habían conseguido, habían llegado al lago Eire. Segundo día tras la epidemia, y el mundo parecía ya haberse autodestruído. Una pregunta recorrió su mente. Una pregunta que solo ella, en aquel sitio y en aquel preciso instante, se atrevió a formular.

-Y ahora, Brick, ¿Que haremos?

Me quedé mirando a Stanley, que no tenía demasiado bien qué había querido decir a parte de un " hacer lo que os dé la gana " que era prácticamente a lo que había sonado su respuesta y bueno, aunque pensaba que no importaba mucho lo que dijera sí que lo hizo así que acabé suspirando y negando con la cabeza.

- Dadme un segundo, voy a hablar con él.. - Me encaminé hacia el coche y abrí la puerta del copiloto para sentarme dentro y volver a cerrar la puerta, para quedármelo mirando en silencio unos instantes.

Queriéndole transmitir que no estaba solo coloqué la mano en su brazo y le miré con cara de pena.

- ¿ Qué sucede Stanley? - Pregunté casi en bajo como con miedo de que me mandara a la mierda por preguntar. - No te voy a preguntar si estás bien porque se ve a simple vista que no, pero lo de que tenemos una nueva oportunidad de rehacer la vida también te incluye a ti.. tan sólo podemos recordar a esa gente que ahora ya no tenemos a nuestro lado y procurar seguir vivos..

Me quedé en silencio, aunque buscando su mirada, o por lo menos, un cambio en su actitud. Aquella especie de muro que se había construído alrededor debía de tener alguna brecha en alguna parte y estaba tratando de localizarla para llegar a él.

Después de Navidad necesitó que empecemos con los cimientos de la parte norte, y tenerlos terminados dentro de tres semanas.

Aquella frase rondaba por su cabeza una y otra vez mientras miraba sin ver el hermoso paisaje que se le ofrecía, aquella frase que había estado ocupando su cabeza durante las últimas dos semanas, que habían obligado a Brick a hacer malabarismos con los proveedores, la cuadrilla  en general, con su vida, resultaba ahora tremendamente estúpida y taladradora en su cabeza. Nada importaba ya, el arquitecto, el constructor, los chicos de la cuadrilla, yacerían muertos en cualquier lugar de la ciudad, así de sencillo, así de duro, así de real.

Real

Eso era lo peor, estaba convenciéndose de que era real, bueno, ya no le quedaba ninguna duda, incluso había enterrado a su familia, como si necesitara poner fin a algo para emprender una nuevo camino, del que no tenía ni idea de donde empezaba.

¿Cuanta gente habrá conseguido sobrevivir? ¿Nos afectará más adelante lo que sea que lo has matado? Estás preguntas sin respuesta sobrevolaban la mente del albañil, llegó a pensar que tal vez era mejor haber caído de los primeros, sin enterarte de nada. Recordó entonces a aquel chalado que había pronunciado su nombre antes de cortarse la lengua, que había anunciado el fin del mundo con estridencia.

¿Acaso sabía lo que estaba sucediendo? Cómo iba a saberlo, no creo que nadie pudiera siquiera imaginar la cantidad de personas que morirían en tan poco espacio de tiempo, era imposible.

Se removió cuando su mujer le habló, pero no contestó enseguida, siguió mirando al infinito, el único cambio fue su mano, que se movió acariciando el cabello de su esposa, y lanzó un suspiro.

Podemos quedarnos aquí un tiempo, ver que sucede, y esperar a ver si hay algún superviviente más, no se me ocurre ningún lugar mejor que este, todos estarán igual o peor eso era lo que habían visto por el camino Estamos vivos, y juntos, podemos considerarnos afortunados visto lo visto movió el brazos, estirándolo en dirección a la pequeña casa que pertenecía a su familia y aquí podemos subsistir sin demasiados problemas, tal vez quede gente como el señor Leeland, pero también es bastante probable que queden chiflados como los que intentaron matarnos la otra noche. Así que creo que esperar, de momento, es lo mejor que podemos hacer.

Mientras Stanley esta sentado tras el volante, buscando las llaves del vehículo, Alex le “asalta”, y ya puede ver lo que se va a venir. Lo cierto es que no había hablando demasiado de nada, al menos fuera de cuestiones meramente practicas para mantenerse con vida, y veía lógico que Alex le fuera con esa cuestión, después de todo él habría actuado igual en otro momento, aunque ahora pareciera muy distante. Pero Stanley no tiene ganas de hablar demasiado aun, no quiere sacar el tema ni ahondar en sentimentalismos, no todavía, pues aun se encuentra confundido.

- No es tan fácil como dibujar una sonrisa y seguir adelante, Alex – vuelve la cabeza y mira a la joven a los ojos unos segundos, para luego volver la vista hacia adelante y poner la llave en el encendido del coche – y aun siendo así, no quiero rehacer mi vida, no puedo hacer eso. Siquiera estoy seguro de por que sigo adelante con todo este delirio en el cual no creo – agrega mientras enciende el vehículo. Por un momento parece que va a decir algo mas, mira a Alex de nuevo, abre la boca, pero finalmente no sale ninguna palabra de ella, tan solo guarda silencio mientras vuelve a mirar hacia delante.

Me apenó bastante escuchar las palabras de mi " compañero " pues era como todo, por muy lejos que hubiera intentado mantenerse y por mucho que me " repateara " su comportamiento muchas veces, ya le había cogido cariño y pensar lo contrario hubiera sido mentir. Tampoco podía obligarle a hablar conmigo, aunque al menos, quería que supiera que si en algún momento necesitaba hablar con alguien, me tendría ahí.

- Las cosas no son sencillas, tampoco para mí, aunque pueda parecer lo contrario. Yo también tenía una vida antes de esto ¿ sabes? Y ahora tampoco me queda absolutamente nada y puestos a pensar, tampoco cuanto con nada que me haga salir hacia delante a parte de un sueño, que no sé si será realidad o no.. Siempre me he reído de aquella gente que iba a la iglesia, que lo hacía por devoción todos los domingos.. la fe era como una mera patraña para mí.. pero en este momento no tengo nada más. - Mi voz se quebró un poco con estas últimas palabras, pero no, no iba a volver a echarme a llorar, tenía que ser fuerte.

Cogí aire y lo dejé escapar de forma sonora de mis pulmones.

- Si algún día necesitas hablar con alguien o si necesitas simplemente desahogarte estaré por aquí.. o espero estarlo. - dije apartando mi mano de su hombro, para mirar también hacia delante. - No te he dado las gracias como es debido por lo de hace un rato.. si no llega a ser por ti Tom y yo estaríamos muertos seguramente..

Stanley escucha en silencio, con las manos tomando el volante y la mirada ligeramente perdida hacia el frente, oyendo la voz de Alex que resalta dulcemente sobre el sonido del motor de la camioneta. Agradece lo que trata de hacer, pero no puede decir nada mas. Incluso siente algo de envidia y a la vez admiración por la fuerza de voluntad que muestra Alex y a mostrado hasta entonces, no es tonto y sabe que también a estado, y esta, sufriendo por aquella situación, y sin embargo en ningún momento parece perder la esperanza. Pero Stanley es mas realista, no cree en milagros ni en sueños proféticos, y tal vez por eso sea tan pesimista.

Tras las palabras de Alex, Stanley tan solo pude responder con un estéril – de nada – mientras casi ni se mueve, y así se queda durante unos segundos que se hacen eternos, hasta finalmente dar la sensación de que vuelve a despertar. Abre la puerta del vehículo, pero no sale – voy por Tom, sera mejor ponernos en marcha – dice con normalidad, como si aquella charla nunca se hubiera dado, volviendo a actuar desde su lado practico, como lo había hecho hasta entonces – si el tal Leroy va a venir con nosotros, sera mejor que viaje en nuestro automóvil – aclara antes de salir, dejando clara su postura ante la duda antes planteada por Alex. Le daba igual si el tipo venia o no con ellos, pero mejor no dejarlo a solas con Price.

Quien era aquel niño era una incognita, de donde habia salido lo era aun mas... pero realmente las provabilidades de que mas seres humanos estuvieran vivos era un porcentaje pequeño, pero al fin y al cabo solo son suposiciones, siempre ese porcentaje puede variar y darnos sorpresas como esta.

 A si que Jimmy... si, recuerdo tambien cuando me llamaban de pequeño Jimmy. Aun intento olvidar aquella epoca, pero siempre hay algo que hace recordarme todo el sufrimiento que pase y al calvario que estuve expuesto durante tanto tiempo... malditos niños, tan inocentes como el mas santo de los angeles y tan crueles como el mayor de los diablos...

 Mire al chico, de arriba a abajo cuando se refirio a la abuela, sin duda... el tambien habia visto a Abygail, sin duda era ella, no era un simple sueño, era cierto, tan real como que toda esta catastrofe habia ocurrido, sabia donde debiamos ir, aunque quizas nadie comprendiera lo que ocurria, sobre todo Amanullah.

 -"Si."- Asentí con la cabeza -"Debemos ir a ver a Abygail."- Ahora dependia de ellos el seguirme o no, sabía el camino para llegar, aunque estaba bastante lejos, mas que nunca necesitabamos un vehiculo que funcionara, o que con unos pequeños arreglos pudiera llevarnos hasta la casa de Abygail.

 Quizas despues de todo Amanullah no estuviera tan equivocado como pensaba, quizas puedieramos adaptar una radio comercian variando la frecuencia para poder captar las frecuencias no comerciales, será como un juego de niños, tan simple como variar la capcidad de los condensadores y modificar algun circuito que otro.

 -"Amanullah, tenemos trabajo, debemos modificar una radio de un coche para poder buscar frecuencias del las radios no comerciales, quizas... hasta nos valga el walkie de un militar, aunque no funcione, puede que lo hagamos funcionar."- Solo queria salir cuanto antes de aquel lugar, no queria mirar para atras, sino veria a mi mujer en la sala de espera del aeropuerto esperando a que llegase. Quien sabe si seguia aun con vida, siendo realistas, era una posibilidad entre mil, quizas entre millones, era poco realista creer que se habia salvado.

 Mire a los demas, ellos debian ocuparse de buscar un coche -"Mientras el profesor y yo buscamos una radio o algo que nos permita comunicarnos con los demas supervivientes vosotros debeis buscar un coche que nos pueda llevar hasta Hemingford Home, en el estado de Nebraska. Cargad todas las cosas que hayais cogido, las necesitaremos, aunque de camino a casa de Abygail encontraremos mas pueblos donde reponer recursos.”-

 Esperaba que no me tomaran por loco, pero seria difícil, pues ya desde siempre los fisicos no hemos sido considerados muy cuerdos tras lanzar algunas teorias que la gente sin estudios fisicos no comprendia, pero no podia perder nada, solo podiamos ganar... para sobrevivir.

A pesar de haber visto lo suficiente de Stanley como para haberme imaginado que tendría una reación así, es decir, la misma que cuando pinchas una lombriz con un palo, ninguna, aún no había perdido la esperanza tampoco con él, cosa que no quería decir que no me hubiera sentido un poco decepcionada por recibir un simple " de nada " a mis palabras.

No le miré a la cara cuando me dijo lo de Tom y lo de Leroy, simplemente preferí no hacerlo, pues no quería que viera mi expresión en aquel momento, que seguramente sería hasta dolida y cuando se bajó del vehículo simplemente suspiré..

- No deberías preocuparte tanto por la gente.. A fin de cuentas, tampoco lo va a hacer nadie por ti..

Traté de convencerme a mí misma de que no podía cuidar ni me mí misma como para encima intentarlo con los demás, pero sabía que sería inútil, que lo seguiría haciendo.

Al final opté por bajarme del coche y tras coger aire, metí los dedos entre mis labios para soltar un silbido como si estuviera reuniendo a un rebaño de ovejas.

- Todos al coche!! Nos vamos!! - Dije después para girarme a mirar a Leroy y hacerle un gesto con la cabeza para que viniera al coche.

Después de lo que habíamos, más bien había, hablado con Stanley, decidí que me quedaría atrás con Tom y que el otro hombre iría delante, total, le iba a dar la misma conversación que a mí.

  La búsqueda se alargó bastante, lo suficiente para que los estómagos pidiesen comida, algo que llevarse a la boca ya o morir de agotamiento, cargar con todo a pesar de haber dado con dos carritos de supermercado, era una autentica tarea de negros, y decirlo en alto no ayudaría a que Yomara se sintiese mejor.

 El sol brilla en lo alto, el medio día solar no coincide con el horario que marcaba el reloj, la nieve se derrite, y el temporal, que ha pasado, hace que entre la humedad y el calor los cadaveres empiecen a oler excesivamente mal. Por otro lado, la búsqueda da sus frutos...de nuevo, todos reunidos, junto a los dos carritos, se encuentran con que tienen más de lo que pueden desplazar con facilidad aún cuando tienen comida y agua suficiente.

  Las carreteras están bloqueadas, más aún el puente de Brooklyn, y es posible que todas las salidas de la ciudad de Nueva York estén en el mismo estado.

  No hay vida a su alrededor, no humana almenos, pues un águila surca los cielos de nuestra amada NY, con su majestuoso planear...

  No muy lejos de allí, un cuervo negro los observa desde una señal de tráfico ligeramente torcida por el curso de los acontecimientos, tan endeble que el peso de aquel ave parecería suficiente para terminar de derribarla.

 Sus ojos negros brillan con intensidad. no emite ningún sonido...quizás sólo desee algo de intimidad para degustar las partes más blandas que queden en los cadaveres.

  Se oyen ladridos, su eco resuena por las calles especialmente silenciosas, lejanos pero acercandose, podría tratarse de una jauría de perros, alguno de ellos...agonizante.

Buscamos y rebuscamos cualquier cosa útil, siempre bajo la incómoda y tétrica mirada de aquellos cadáveres que parecían multiplicarse a nuestro paso, desgraciadamente llegué a acostumbrarme a ellos.

Mientras nos abastecíamos aproveché para comer y beber casi de forma compulsiva, seguro que tarde o temprano mi cuerpo lo agradecería, también procuré que el niño comiera algo e intenté que ambos carros se llenaran de forma cualitativa y ordenada.

Pese a todas las dificultades podría decirse que nuestra búsqueda fue mucho más fructífera de lo que cabía esperar. Ahora todo aquello que habíamos conseguido nos era completamente imprescindible en nuestro intento de sobrevivir e irónicamente no dejaba de ser un continuo lastre que nos veíamos obligados a arrastrar.

¿Y ahora?... No tenía ni idea de a dónde deberíamos dirigirnos, pero si de algo estaba completamente segura era de que teníamos que irnos y alejarnos de los cadáveres cuanto antes. No se por qué razón no nos había afectado aquella maldita plaga, pero eso no nos garantizaba nada y exponernos más tiempo ante tanta muerte sólo podía acercarnos más a su mismo destino.

-Marchémonos y busquemos un vehículo. Era absurdo coger un vehiculo en aquel lugar, rodeados por atascos y obstáculos que harían inútiles nuestros intentos por avanzar entre ellos. Lo mejor seria salir a pie y buscar uno ya en las afueras.

Cuando por fin se puso unas zapatillas de deporte, Asthon sintió que algo más se colocaba en su sitio. El caótico puzzle que era su vida desde esa mañana estaba empezando a cobrar forma, no sentido, pero si una mejor estructura.

- Allí está la abuela.

 Espetó Jimmy sin respetar la posibilidad de James para dar una explicación mejor, era obvio que para una mente tan joven una razón así podía ser suficiente pero los adultos debían considerar otros factores más concluyentes.

- Había un hombre que sabía que esto iba a ocurrir en la calle. Llevaba una pancarta. - Prosiguió con inocencia, como uno más del grupo, a si mismo no se hacía de menos por ser sólo un crio. Tenía madurez suficiente para hablar, y lo había demostrado sobreviviente y no quedandose quieto junto al cadaver de algún familiar como un animal de compañía que depende completamente de las decisiones de los demás.

- La abuela dijo que podiamos ir allí, así nos reuniriamos y podriamos empezar de nuevo.

 Echó un vistazo hacia su flanco derecho, hacia las calles desiertas de nueva york, el bronx ya no era lo que había sido hace apenas unas horas, apenas un par de días, era un desierto de cadaveres y metal, de charcos y pobredumbre. Sus párpados se arrugaron entrecerrados, su nariz se entornó ligeramente con la expresión de sus labios, apretados y torcidos.

  Observaba la lejanía en silencio, comprobando que nada se movía salvo quizás, algún periodico o alguna bolsa de plástico exiliada de sus compañeras o la mano de aquel que la portó.

 No reparó en el cuervo...y si lo hizo no le dio verdadera importancia.

 Volvió a mirar a todos y más en concreto a Asthon y a James, manteniendose delante de Debbie como si le confiase ciegamente su espalda. Protegido entre todos, entre Yomara, Amanullah, la ejecutiva y la mujer de cabellos dorados.

 - Es una casa. - Dijo sonriendo. - ¡Con un maizal enorme! - Jimmy nunca había visto un maizal...