Partida Rol por web

Apocalipsis

Persiguiendo un sueño

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12/02/2010, 15:37
Director

Stanley había cargado la última caja en el todoterreno.

Se trataba de un land rover de trabajo, clásico y con pocas pijadas. El tipico coche que se usa para el campo o para irse de expedición alrededor del mundo. Lo habían encontrado en un concesionario saqueado de Vermont, y lo habían cargado con comida de un economato de barrio parcialmente vaciado durante la plaga. El vehículo tenía pocos añadidos, aparte de un largo y resistente cable de acero.

También habían tenido oportunidad de encontrar una tienda de ropa, practicamente sin saquear, barata y a la moda, con mayor diversidad de calzado. Cada uno cogió lo que le interesaba, y lo guardó en mochilas y bolsas de tela. No hubo tiempo para más, porque se les hizo de día cuando estaban cargando el coche.

Ambos no tenían demasiado sueño, aunque si un poco. Todo aquello cansaba, aunque fuera caminar y ver paisajes descorazonadores llenos de muertos y destrozos. Poco a poco fueron alejando los funestos recuerdos concernientes a la ley marcial y su reclusión. Afortunadamente, ellos no habían tenido que vivir el caos de la plaga, pero ahora sufrían sus efectos como todo el mundo.

Stanley cerró el maletero, mientras ella estaba sentada ya dentro del coche, para comprensar algo del frío de afuera. Él ya había hecho todo lo que estaba en su mano. Ahora solo quedaba decidir si iría con ella, a seguir los dictados de aquel extraño sueño.

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12/02/2010, 15:52
Director

Brick seguía sentado frente a la puerta, atrancada con los primeros muebles pesados que encontró.

Estaba sentado en un taburete, mirando a veces el suelo manchado de sangre. Había tenido que empujar fuera los cadáveres, que ahora se amontarían cual barrera frente a su puerta. Montaba guardia, inquieto, con la calibre 38 del chicano muerto en la mano, escuchando como el saqueo de su bloque se prolongó durante casi dos horas.

Luego, poco a poco, las primeras luces del alba comenzaron a llegar a Philadelphia, y sorprendieron a Brick dormido con la espalda apoyada en la pared.

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12/02/2010, 15:54
Vivian

Vivian estaba allí, de pie, mirándole con los ojos como platos.

Había pasado la noche dentro del armario, sin poder dormir y asustada por los ruidos. No sabía si él estaba bien, o le habían matado esos hombres. Pero entonces se fijó en que la sangre que él tenía encima no parecía pertenecerle, así como la que decoraba el suelo de su apartamento, ya medio seca.

Ella se acercó despacio, y se arrodilló ante su marido, apoyando la mejilla en su muslo. Estaba vivo, y eso era lo que más le importaba en ese momento.

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12/02/2010, 15:58
Director

Cuando David despertó, estaba solo en su cama.

Se removió, perezoso. La luz se filtraba por la persiana como todas las mañanas, y tardó unos minutos en pensar siquiera que todo lo que vivió ayer fue real. Sin embargo, al mirar el despertador, comprobó que el fluido eléctrico era historia, y el peso de la realidad latió en sus sienes, alejando el sueño de repente.

Sintió la llamada de la naturaleza, y fue a orinar. Escuchó ruidos en la cocina de la planta de abajo. El silencio era tal que creyó escuchar el camping gas con el que ella había cocinado anoche, y un par de toses de Jennifer. Luego, el doctor se miró al espejo, pensando en que iba a hacer con su vida.

Pero lo primero era lo primero: bajar a desayunar. Él como médico, y más que nadie, sabía que había que seguir con las rutinas del día a día a pesar de todos los pesares. A veces era lo único que lograba mantenerte cuerdo.

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12/02/2010, 16:06
Jennifer Green

Ella estaba de espaldas, haciendo café sobre el camping gas.

David se fijó en que se había puesto uno de sus conjuntos de hacer deporte. Mallas térmicas, sudadera con tela de forro polar y zapatillas blancas. No pudo evitar mirarle el trasero, tan marcado con esa ropa, y recordar lo sucedido la noche anterior. Entonces, ella habló sin volverse.

-Deja de mirarme el culo, David.

Le conocía demasiado. Demasiado bien. Se giró entonces con una expresión neutra, ni triste ni alegre, y señaló con la barbilla el pan de molde a su lado.

-Si quieres tostar eso tendremos que hacerlo en una sartén. Si no tendrás que comertelo tal cual.

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12/02/2010, 16:11
Kevin Stevens

El hombre que apareció fue Kevin.

Iba con su uniforme del LAPD, con el chaquetón de invierno y sin la gorra de plato, que había reemplazado por una bandana de color azul. Llevaba su pistola reglamentaria en la mano, una beretta 92, y caminaba renqueante, sujetándose el costado. De él caía un hilillo de sangre, a pesar de la presión.

Trastabilló en la acera, delante del porche, y cayó al suelo, incapaz de levantarse. Quizá había perdido mucha sangre.

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12/02/2010, 16:18
Director

Cuando Howard Keenan apagó el motor de la harley, contempló la silueta de la casa de su padre en el Dowtown. Era la vieja y sórdida construcción adosada de ladrillo que recordaba desde pequeño. La casa que le vió nacer y crecer. La casa que le vió amar y sufrir. Su hogar.

Todavía tenía la llave, e inspiró hondo antes de entrar. Todo estaba en semipenumbra, y se respiraba un olor dulzón, al que Howard ya se había acostumbrado. Caminó despacio, comprendiendo que sus peores temores pronto iban a confirmarse, y no tenía ninguna prisa en hacerlo.

No tuvo que caminar mucho para verlo. En el salón, una mano caía al costado del brazo del sillón: la mano callosa de su padre. Un metro más allá, en el sofá, su hermano estaba muerto, todavía sentado, con la mirada perdida y un hilillo de sangre cayéndole de los oídos. Howard no pudo evitar llorar, por primera vez desde que recorriera el mundo postapocalíptico. La muerte ajena daba asco, pero aquello no era lo mismo. Aquello apuñalaba en el alma.

Se acercó entonces a ver el rostro de su padre, que había cerrado los ojos. Tenía sangre seca bajo la nariz, y la cabeza en una postura imposible para alguien que simplemente estuviera dormido. Entonces, pensó en lo injusta que era la vida. Pensó en que su padre había muerto, y él no había podido decirle que en el fondo le quería. Él había muerto, y la última vez que se vieron habían discutido.

No había nada allí, ni una triste nota de despedida. Quizá habían muerto demasiado rápido como para reparar en aquel tipo de detalles.

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12/02/2010, 16:29
Director

Cuando James abrió los ojos, el cielo se veía maravilloso. El azul con el blanco de las nubes, sumado a los primeros rayos del sol, que ya mecían su rostro. Parpadeó, pasándose la mano por el rostro. Comprobó que tenía algo extraño, duro, una especie de costra, sangre seca de una herida.

Al incorporarse, cayeron cascotes de su pecho. A su lado, Amanullah seguía enterrado bajo gravilla, respirando fuerte a modo de ronquido. La chica rubia se acercó entonces, con la pistola en la cartuchera. Andaba mal, porque el golpe le había fastidiado la cadera. James se dió cuenta de que los militares seguían en sus puestos, pero todos los que podía ver estaban muertos. Muertos por la enfermedad, sin signos de violencia.

¿Cuanto tiempo habían pasado dormidos? No lo sabía decir. Entonces, sintió la punzada del hambre.

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12/02/2010, 17:24
Brick Hayes

Debería haber ido a buscar a mi esposa, pero no lo había hecho, me había quedado allí plantado tras matar a ese negro, ejecutado sin piedad, su sangre caliente deslizándose por el brazo, impregnando con la frialdad que acompaña a la muerte, apilando cadáveres en el exterior, como si se tratara de una maldita guerra, incluso montando una barricada, palabra que normalmente solo se escuchan en la tele.

Limpié el cuchillo con la propia camisa del muerto, y comprobé que la pistola estuviera disponible, día uno de la nueva vida de Brick Hayes, nunca sabes de lo que eres capaz hasta que te toca decidir que hacer en una situación jodida. Por lo menos no me había temblado la mano.

¿Donde coño estaba la puta policia? ¿Qué cojones estaba pasando? Preguntas cuya respuesta me era desconocida, y sobre las cuales no pensaba indagar esta noche. Ahora tocaba vigilar por si esos cabrones decidían que aún no habían tenido bastante.

...

Miré a mi mujer, con ojos cansados, bolsas bajo ellos, demandando un descanso que tardaría en llegar, quise que mi mirada se ablandara, pero no lo conseguí, cuando ella se acercó, coloqué la mano con restos de sangre seca sobre su cabeza, acariciando su pelo, sin levantarme del taburete que Vivian usaba para llegar a los instante más altos de la cocina.

La luz comenzaba a filtrarse por las ventanas, y yo tenía miedo de mirar por las mismas y descubrir un horror parecido al de mi casa.

Querían entrar en casa, pero no lo conseguieron, ya te dije que estabas a mi lado, que te iba a proteger, que no te pasaría nada respiré profundamente, estaba algo cansado, pero era un regalo en comparación con lo que podía haber pasado.

Permanecí en silencio durante un rato, jugueteando con su cabello rizado, hasta que tomé la decisión de levantarme, tendiendo la mano a Vivian para que hiciera lo mismo. Besé sus labios, estaba a salvo, estábamos a salvo, aunque sólo fuera de momento, pues la incertidumbre me atormentaba, tenía que hacer algo, y hacerlo pronto.

Prepara un par de mochilas con algo de ropa huelgaba decir que fuera cómoda y caliente, no tenía ni idea de lo que podía suceder. Acaricié su rostro y la acompañé al dormitorio, necesitaba quitarme la sangre.

...

La ducha fue rápida, y con algo de ropa limpia las cosas parecían haber mejorado, al salir de la misma incluso parecía una mañana normal, sino fuera por la pistola que reposaba en el lavabo. Confiaba en que Vivian ya hubiera terminado, debería hablar con ella, contarle algo, pero me sentía incapaz, únicamente protegía lo que era mio, no tenía nada de que arrepentirme.

Nos vamos Comí unas cuantas de las galletas que había preparado Vivian la tarde anterior, con algo de leche, y le indiqué que cogiera algo de comida, por si teníamos que salir a toda prisa de este sitio. Tomé la mochila y la coloqué sobre mi espalda, indicandole que hiciera lo mismo, cogí las llaves de mi viejo coche, guardé la pistola, el cuchillo y ... noté entonces el bulto en el bolsillo de mi chaqueta, el reloj, mi regalo de Navidad. Detuve mis pasos en pleno pasillo, girándome.

Feliz Navidad

Tendí el pequeño paquetito y la besé una vez más, antes de salir del apartamento.

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12/02/2010, 18:16
Howard Keenan

Howard salió de la autovía montado en una Harley Davidson, de la que tuvo que empujar a su antiguo propietario. Por suerte, en su chaqueta de cuero pudo encontrar la llave de su preciado vehículo. Las calles de L.A. le eran familiares, a pesar de no estar en Santa Mónica estaba bien orientado. El aire le golpeaba de lleno, y por suerte se llevaba consigo el olor dulzón que ya se había vuelto cotidiano en el lugar. En el camino no pudo evitar pensar en las siniestras palabras de Travis, que le dieron una desagradable sensación de estar siendo observado. Mientras recorría la ahora desolada ciudad, estaba atento a su entorno más que nunca, y eso que no tenía que preocuparse por el tránsito.

No tardó demasiado en llegar a su antiguo hogar gracias a la imprudente velocidad a la que conducía. El ambiente era igual de preocupante que en el resto de la ciudad. La calle estaba desierta, y el hedor a muerte le rodeaba de nuevo ahora que se encontraba quieto. No pudo evitar mirar la casa por un rato largo antes de aventurarse adentro. Estaba ocupado, mientras los recuerdos le llenaban la mente de alegrías, frustraciones, sustos y todas las sensaciones que había logrado disfrutar y desdeñar en aquellos días en los que todo era más fácil. Una pequeña sonrisa asomó por su cara, pero pronto se esfumó, junto a las esperanzas de Howard. Finalmente, bajó de la motocicleta para dirigirse a la puerta principal.

Fueron pocos los pasos que dio antes de ver una escena que ya esperaba. Desde que había salido del hospital no podía dejar de pensar que aún tenía tiempo. Aun podía advertirles. Aún le quedaba una pequeña porción de esperanza antes de abrir la puerta, pero aquello... aquello estaba más allá de lo que podía soportar. La imagen le arrancó una lágrima solitaria de inmediato, que se deslizó por su mejilla mientras el observaba, sin poder moverse. Quería creer que aquello no era verdad. Tal vez estaba muerto y había ido a parar al infierno, por ser un maldito pecador. Cualquier cosa antes que la realidad era bienvenida.

Prontó comprendió que él estaba vivo, y se lamentó. Su cara se iba deformando en una mueca de puro dolor, y sus mejillas ya estaban empapadas de tristeza. Dio unos pasos hacia su padre, del cual sólo podía ver su mano. Dio la vuelta, y lo vio recostado sobre el sillón, en un letargo del que no despertaría. Howard gemía, y no pudo evitar estallar en un llanto sonoro y desesperado. Abrazó el cadáver en el sofá, reprochándose todo lo que había hecho hasta ahora. Si tan solo hubiera tenido tiempo de despedirse. De disculparse. Tal vez se sentiría mejor. Pero la vida ni siquiera le había dado eso. ¡No! Era su culpa. Él mismo no se había dado la oportunidad. Se acercó a su hermano y también lo abrazó, sollozando sin control ya. Se sentó en la mesa, donde apoyó su sombrero. Encontró algo de consuelo en el hecho de que habían muerto rápidamente, tal vez sin notarlo. Una repentina sensación de cansancio, los párpados cerrándose lentamente, y el vacío. La ausencia de cualquier indicio de que trataron de salvarse era evidencia de aquello.

Estuvo un rato sentado, descargando la ira y el dolor mediante el llanto, sin saber muy bien cual sería su próximo paso, ya que esperaba encontrar todo en orden. La típica negación. No se había imaginado que haría si se topaba con la muerte, ya que quería creer que no lo haría. Pero finalmente fue víctima de la desgracia, y ahora no tenía idea de que debía hacer. Tal vez podía terminar todo el asunto rápidamente. Una soga al cuello haría maravillas en su estado mental. ¿Qué mejor manera de terminar con el dolor? Pero no estaba solo. Travis lo había dicho. Aún había supervivientes. Según el eran peligroso, pero después de todo estaba medio loco. Además, él mismo había sobrevivido al desastre, y no se consideraba peligroso. Al contrario, era un cobarde. Lo sabía, y se dijo que era lo mejor que podía ser en un momento como ese. Para sobrevivir debía escapar de los problemas, no enfrentarlos de manera imprudente y sin apego a la vida. Al fin y al cabo, no tenía el valor de suicidarse.

Mientras cavilaba, tuvo una idea. El sistema de emergencias del país podía ser la respuesta. Tal vez la milicia estaba reuniendo a los sobrevivientes. De repente, el ejército no parecía tan malo. Se abalanzó sobre el control remoto, y lleno de esperanzas que seguramente lo desilusionarían, encendió la TV.

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12/02/2010, 21:40
David Green

Cuando entré en la cocina persiguiendo el ruido y el aroma del café todavía tenía una ficticia sensación de normalidad, como si esta fuera la mañana cotidiana de una vida plácida y tranquila. Pero no era así. El mundo se estaba escurriendo por el deagüe del retrete y, sin embargo, volver a ver la figura de Jenny en casa mitigaba el terror que esa idea podía transmitir. No pude evitar recorrer su cuerpo con la mirada. Ella lo sabía. Como siempre. Yo me perdí en el recuerdo de la pasada noche, había recuperado sus abrazos, sus besos, y mientras el mundo se convertía en cenizas Jenny y yo haciamos el amor apasionadamente, como si esos momentos tuvieran que recuperar el tiempo perdido y el que el futuro sombrío nos iba a hacer perder.

Me acerqué a ella, a pesar de su adevertencia de que no le mirara el culo. Sonreí, y seguí recorriendo las curvas de su trasero. Puse las manos sobre sus hombros y besé su cuello. Ella se giró y con una expresión que no denotaba alegría ni tristeza señaló con la barbilla el pan de molde a su lado.

"-Si quieres tostar eso tendremos que hacerlo en una sartén. Si no tendrás que comertelo tal cual. - me dijo."

Miré la tostada. Tendríamos que apañarnos. Desde ayer no teníamos suministro eléctrico, así que era cuestión de consumir lo que quedara en la nevera y aprovechar las botellas de camping gas que hace años habiamos usado durante unas vacaciones en Niagara Falls.

"-Nos arreglaremos, Jenny.... - le respondo con una tímida sonrisa - dentro de dos o tres días todo habrá cambiado. Y tendremos que apañarnos con lo que quede. Me comeré ese pan como sea. - añado - Eso no es lo que más me importa. Tenemos que adaptarnos a vivir sin electricidad durante estos días, así que no quedará más remedio que improvisar."

Lo cierto es que tampoco me sorprende la falta de fluído eléctrico. La humanidad ha desaparecido casi de un plumazo. Las centrales hidroeléctricas y nucleares pueden funcionar sin supervisión durante un tiempo, pero en cuanto algo no es controlado, los sistemas de seguridad suelen detener los procesos que se estén realizando. Todo eso me hace rememorar un documental que vi en Discovery Channel sobre lo que ocurriría si el hombre, como raza, desapareciera de la faz de la Tierra en un abrir y cerrar de ojos. Una mueca se me perfila en el rostro al recordar que lo que presagiaba aquel documental no es nada bueno si exisitiera un pequeño grupo de supervivientes.

"-Jenny, recuerda tomarte la medicación. Todos los días. - añado, ya que la conozco y sé que para cuestiones referentes a su salud es un desastre - Tenemos pastillas para que hagas el tratamiento completo hasta tres veces. Y de lo único que debes preocuparte es de cuidarte y curarte, ¿entiendes?".

Me acerco a una ventana, para observar el exterior.

"-Tendremos que empezar a pensar en cómo organizarnos y qué haremos cuando sea más seguro recorrer las calles. Imagino que la televisión y la radio cesarán sus emisiones grabadas y pronto nos quedaremos sin noticias. Tenemos que asumir la peor de las situaciones... - le digo mientras me giro de nuevo hacia ella."

"-Eres todo cuánto me queda. - le digo - Y todo lo que me importa..."

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12/02/2010, 22:20
Alex Silverstone

Teníamos todo listo para partir, ya solamente quedaba por decidir el destino, de lo que no había querido hablar de nuevo, ya que Stanley, por alguna razón parecía algo reacio al tema. Metí los últimos trastos en el maletero y antes de subirme, en el asiento del copiloto para dejarle conducir a él, me paré y miré hacia él desde fuera, apoyada en el hueco que deja la ventanilla abierta.

- Creo que deberíamos fijar un destino antes de comenzar a movernos sin más.. - Dije antes de volver al tema del que no habíamos seguido hablando. - ¿ Nebraska?

No había nada más qué decirle al respecto, ya le había dicho todo lo que sabía del tema, pero como tampoco es que dispusiéramos de muchos rumbos a seguir, me parecía tan válido como otro cualquiera.

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13/02/2010, 00:14
Director

La tele no se encendía. De hecho no se encendía ninguna luz en la casa. De hecho no había ninguna luz en Los Ángeles. Howard reparó en el hecho de que las únicas luces encendidas que había visto habían sido las del hospital y el hilillo musical del burguer, que tal vez tuviera una batería interna o Dios sabe qué.

Desilusionado, dejó el mando a distancia y salió a la calle, después de haber pasado suficiente rato en compañía de sus familiares muertos. Necesitaba pensar. Y entonces, lo inesperado sucedió.

Había un hombre frente a él, de pie en la acera de enfrente, un hombre de traje.

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13/02/2010, 00:24
Él

El hombre se quitó las gafas de sol que llevaba puestas, guardándoselas en el bolsillo interior del abrigo. Luego, cambió el peso a la otra pierna, y metió una mano en uno de sus bolsillos. La otra la estiró un poco, pero todavía semiflexionada, con la palma de la mano abierta hacia Howard. Parecía que lo estaba señalando, como si dijera "miradle". Entonces, en su rostro se dibujó una sonrisa afectuosa.

-Howard Keenan, en persona -dijo.

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13/02/2010, 00:54
Erika Stevens
Sólo para el director

Erika abrió los ojos de par en par al ver a Kevin.
¡¡ABUELO!! ¡¡Es Kevin, está herido!! Fue hacia la puerta, pero estaba atascada. La empujó un par de veces, nerviosa, histérica, pero al ver que no podía, optó por salir por la ventana, corriendo. Al pasar junto a los dos tipos abatidos por su hermano, pateó sus armas, por no pararse a comprobar si estaban muertos, pero por si acaso no lo estaban, que no tuvieran armas de fuego a mano. Podría asegurarse pegándoles un tiro, pero desde luego no era su estilo.
El abuelo tendría que salir por la puerta trasera.
Kando sin embargo la siguió por la ventana.

Erika llegó llorando junto a su hermano.
¡Aguanta Kevin! ¡Tengo aqui la ambulancia, apreta la herida y aguanta!
Nerviosa, sacó la camilla a toda velocidad, plantándola y bajándola junto a su hermano, al que subió.

¡He salvado a tipos con heridas peores Kevin, aguanta venga!
Para entonces el abuelo estaba fuera, y Kando daba vueltas alrededor de los dos, histérico, gimiendo y aullando. Le metió en la ambulancia y tuvo que obligar a Kando a ponerse delante. El abuelo tuvo que coger las armas, y cerró la puerta mientras Erika le extraía la bala con la habilidad proporcionada por mucha práctica en el asunto... Al fin y al cabo era de Urgencias en L.A., no había semana que no acudieran a por varios heridos de bala.
Por suerte solo era una .38... otras municiones habrían hecho auténticos destrozos.

Venga, que esto ya está tete...
Dijo más tranquila No gimotees tanto, tipo duro! Y enseguida comenzó a hacerle una transfusión de sangre. Como buena enfermera, conocía el grupo sanguíneo de su familia, aunque aún así se lo preguntó al propio Kevin para confirmarlo.
Cogió el tipo correcto y cuando todo parecía más tranquilo, se concedió un segundo de respiro, mirándole la mejoría.

Por cierto... -
Sonrió- gracias por eso de ahí fuera, mi hermanito héroe... Y le dio un beso en la frente y unas palmaditas en la mejilla.
El corazón aún le iba a mil, ya le daban por muerto, y un poco más y tiene 'ocasión' de comprobarlo en directo.

- Tiradas (1)

Tirada: 3d10(+14)
Motivo: Curar al tete (Gasto 1 punto de Destino)
Resultados: 2(+14)=16, 10(+14)=24, 4(+14)=18

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15/02/2010, 17:02
Director

Vivian se mostró sorprendida por el regalo, pero le alegró un poco. Él se había acordado, y aquel detalle en medio de aquel caos le había agradado mucho.

Cuando salieron al rellano, vieron más muertos. Algunos habían muerto violentamente, y otros por una extraña enfermedad, la que al parecer se estaba propagando. Esquivando sus cuerpo, salieron a la calle. Allí, no había ni un alma. Un silencio sepulcral, tan solo roto por ruidos lejanos, incluyendo disparos.

Brick se tomó un momento para considerar la situación, y Vivian le miraba, preocupada. Entonces, escucharon algo arrastrándose detrás del cubo de la basura. Era una mujer eslava, y tenía signos avanzados de aquella enfermedad: piel blanca, enrojecimientos en el cuello, ojos aclarados y tos casi constante.

Parecía que se arrastraba pidiendo auxilio.

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15/02/2010, 17:24
Vivian

Ella retrocedió, situándose detrás de su marido. Los nervios habían regresado, y no era para menos. Respiraba fuerte.

-Hay que salir de la ciudad, Brick -dijo, tirando de su manga.

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15/02/2010, 17:27
Arnold Becks

Cuando Erika pronunció sus últimas palabras, su hermano se quedó dormido. Tal vez estaba agotado, o tal vez no había dormido nada. Ambas posibilidades eran más que evidentes.

El abuelo entonces llegó al garaje con el saco de dormir de ella, y un colchón inflable que podía hacer las veces de cama para él. Observó a Kevin dormido, mientras Erika le sacaba la sonda del brazo, una vez concluída la transfusión. El abuelo no pudo evitar componer una sonrisa.

-Creo que yo os he pasado el gen, o lo que demonios tengamos, que nos hace inmunes.

Bajo el brazo llevaba un termo, y una vez desocupadas las manos, se lo entregó a Erika.

-He hecho una tila de tamaño industrial -dijo, mientras hacía su propia cama con sábanas y edredón- Creo que ya estaremos lo suficientemente tensos como para beber café.

Se giró luego a mirarla con una sonrisa.

-Tomate un vaso y luego métete en la cama. Creo que todos necesitamos descansar esta noche.

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15/02/2010, 17:35
Jennifer Green

Ella le escuchó, mientras le hacía una especie de sandwich con embutido, distraída. Asintió mecánicamente cuando le recordó lo del tratamiento, pero en lo de "cuidarse", no le parecía muy posible dadas las circunstancias. Habría que pelear por sobrevivir, si es que no llegaban a contagiarse y morir como los demás.

Escuchó lo que decía sobre recorrer las calles, y se mostró pensativa. Era cierto. No podían quedarse en esa casa indefinidamente, y pronto no tendrían comida. David vivía como soltero, y no es que tuviera la nevera demasiado llena. Calculaba que un par de días tendrían que moverse y buscar suministros, al menos.

Sonrió cuando le dijo que le importaba, y le abrazó por el cuello. Se sentía bien con él, ahora, con su hombre calvo, sexy e inteligente. Le dió un beso, recreándose un momento. Luego se separó lo justo para mirarle a los ojos.

-Ross me dijo, antes de morir...

Parpadeó, pensativa. Se separó un momento, y llenó su taza de café. Los recuerdos no ayudaban a mejorar su estado de ánimo.

-Me dijo que tu padre había llamado desde Miramar. Allí estaban todos enfermos... y dijo que quería verte antes de...

Carraspeó, mirándole.

-Supongo que ya no importa. Pero creo que tu padre deseaba decirte que, en el fondo, está orgulloso de ti.