Partida Rol por web

Padilla condujo a una velocidad prudente para el tipo de vía secundaria. Había muchos barrancos en la Dehesa del Generalife, y si no ibas con cuidado te podías caer en el fondo de ellos. Los coches patrulla se habían desgajado. Uno se quedó atrás con la ambulancia para atender al compañero, les seguían dos más. Estaban pendientes de lo que decía el piloto de helicóptero por la radio.

-Atención, los del taxi parecen civiles normales, pero no sabemos por que les siguen con tanto ahínco.

Una pausa, ya pasaban por el Barranco de los Arcos.

-La furgoneta parece dirigirse hacia el Camino Viejo del Fargue, detectamos movimiento en una colina fuera del camino principal, junto a unas antenas repetidoras de radio.

Ya era visible en la distancia el Sacromonte.

-Aquí equipo goes en dirección al lugar.

De nuevo el del helicóptero.

-Parece que... hay una figura en una colina cercana, según la cámara térmica y... -sonó como un estallido- ¡Nos han dado en el rotor, nos han dado, caemos!

A Elvira se le ocurrió una idea arriesgada. El lugar del siniestro del helicóptero estaba cerca. Su señal térmica y de luz anularía el visor del francotirador. Solo tenía que llegar allí. Era el mejor lugar para observar sin que pudieran dispararle. Además, en el lugar del siniestro había unas grandes rocas tras las cuales parapetarse.

Cogió el parasol del taxi. Serviría para reflejar la luz y de esa forma camuflarla mejor.

Pelayo la miró, inquieto.

-¿Estás segura de ésto, cariño? Es muy peligroso. Y quizá la policía venga de camino.

-¡MIERDA! ¡CAGONLAPUTA! -gritó, golpeando el salpicadero con rabia al escuchar aquello-. ¡Loh voy matá! ¡Loh voy ehnoclá barranco abajo!

Apretó la palanca de cambios y la mandíbula.

Intervención estelar de la policía, si a alguien le quedaban dudas de porqué no los habían llamado ahora quedaba claro, unos inútiles del copón, eso es lo que eran.
Fuera de esas meditaciones la situación cada vez se parecía más a una peli de Jason Statham, cualquiera estaría convencido de que iba a palmar, pero extrañamente Chi no tenía esa sensación, los Preston fueran quienes fueran se habían encontrado con la horma de su zapato.

-Alguien tiene que hacerlo, Alex y tú ya habéis actuado como héroes, ahora me toca a mi- miró a ambos, luego sonrió a Pelayo con cara de circunstancia, desató la cinta del cuello de la que pendía un enorme cascabel (mejor no dar el cante) y lo puso en la palma de su chico. Le cerró la mano con un suave gesto –soy muy ágil, será pan comido- le dio un piquito –tras el helicóptero no podrá verme pero yo a él seguramente sí, estate atento al móvil, en cuanto os dé el aviso id por ese cabrón-.
El parasol asumaba por debajo del asiento del conductor, lo cogio y antes de salir le susurró al oído a Pelayo –Aishiteru Pelayo-Kun-. Desplegó el reflectante y salió corriendo, no todo lo rápido que hubiera querido, los zapatos lolita no van demasiado bien en pendiente y la herida le hacía moverse prudentemente. Además el accidente le imponía, procuró no mirar los girones de acero y se concentró en las lomas cercanas. Entrecerró los ojos, tardó en encontrarle, el hijoputa se cubría con una manta de esas militares con flecos que parecen vegetación, pero hizo un movimiento y el cañón del arma emitió un destello –ahí estas…- tecleó por el wassap la posición a sus compañeros. La loma inmediatamente al lado de donde había parado el coche, justo bajo la antena que la coronaba –avisadme con lo que sea- les escribió –tened cuidado-

... ¿Pero qué mierda...? ¿Pueden tumbar un puto helicóptero? Esto está máh jodío de lo que pensé... Marqués apretó la mandíbula mientras veía el helicóptero caer. Se habían cargado el puto helicóptero y con éste, el apoyo aéreo. Se apresuró a tomar la radio rápidamente y presionó el botón de transmisión - Patrullas escolta, acercaos al accidente del helicóptero e intentad buscar sobrevivientes, Padilla y yo nos encargaremos de la persecución - Le hablaba claramente a las dos patrullas que se encontraban detrás de ellos.

Durante la siguiente hora se quedaron en el lugar. Tomaron nota de lo que decían los supervivientes, y llegó una remesa más de 10 personas. Los policías hablaron con los voluntarios y les dijeron que esos eran todos los que habían en la zona del botellódromo, pero que había más damnificados que estaban llevando a un polideportivo del centro.

El lugar se quedó entonces silencioso. Decidieron echar una cabezada, pues estaban cansadas. Eran las tres de la mañana, y después del bajón de adrenalina, lo suyo era echarse un sueño.

Los de la cruz roja salieron de la pista y se quedaron en el complejo un momento, hasta que les informaron de que debían atender más heridos en la zona. Heridos que necesitaban ambulancia que les llevara a un hospital.

El polideportivo quedó silencioso y bien protegido. La gente comenzó a roncar.

Escuchó lo de "entrar en los pisos" y miró a su mujer. Le dejó un momento con ellos y él se encargó de mover unos muebles pesados para atrancar y afianzar la puerta. Luego regresó con una escopeta de cazador en la mano. De esa que tenía dos cañones y les metías los cartuchos por detrás.

-No os asustéis. Es pa defendernos.

Se habían cansado de buscar y revolver su piso, y ahora se dedicaban a matar al resto de vecinos de su bloque.

Las típicas miradas de maruja que to lo chafardea. Millones de preguntas sobre ellos. Con algo había que entretenerse.

-Nene -dijo a su marido- ¿No estaban en el trastero los picos y el hacha que usabas en el trabajo? De antes de que te hicieran jefe.

Su marido asintió.

-Si, por ahí están. Si te quieres entretener en buscarlos...

Al fin llegaron. Era visible la columna de humo desde El Sacromonte, así que la siguieron. Camino Viejo del Fargue, justo en el barranco junto a la colina llamada "El Tambor". Una colina llena de antenas de radio. La teoría de que las hondas de radio activaban la droga aquella se reafirmaba. ¿Por que si no ir hasta allí?

Los coches de policía se detuvieron a la vera del camino, buscando la manera de bajar hasta el helicóptero. Pero el helicóptero estaba en llamas y no habría supervivientes. Solo una chica que estaba medio oculta tras unas rocas, y podían ver desde su lado. Parecía no tener nada que ver con el helicóptero, pero no iba armada. El taxi estaba siniestrado bajo la colina, en la oquedad fruto de un desprendimiento a la derecha del camino.

Entonces a uno de los policías le reventó el torso y escucharon un disparo de francotirador. Corrieron a ponerse a cubierto tras los coches.

El siguiente disparo les dió a ellos. Los policías iban en su vehículo todoterreno uro, y entraban al camino que iba hacia las antenas. Pero su motor se convirtió en un amasijo de nada, y el todoterreno se frenó hasta detenerse en pocos metros. Estaban cuesta arriba, así que cuando se parara bajaría cuesta abajo si no le echaban el freno de mano.

Y estaban de frente con el francotirador, vendidos.

-¡La víhen! ¡Puta mierda ya!

Echó freno de mano y se agachó en el asiento para ocultarse. Agarró el fusil.

-Hay que salí y ponerse a cubierto entre lah roca. Si pueden volá un helicóhtero aquí estamos vendío.

Agarró bien el fusil y un par de granadas. Respiró hondo, abrió un centímetro la puerta mordiéndose la lengua y...

-Uno, doh y... TREH!

Patada en la puerta y salió disparo buscando refugio.

Francisco se queda mirando las torres telefónicas durante un segundo con la mandíbula apretada y luego la desvía hasta el helicóptero siniestrado - Me cagon tós sus muertos... - Musitó viendo la columna de fuego que salía de éste, pero luego se percató de la chica - Padilla ¿De 'onde ha salí'o esa? - La detalló durante un segundo, poniendo cara de burrote y olvidándose de la situación. El primer disparo lo trajo de nuevo a la realidad y se cubrió de manera inconsciente de nuevo, para recomponerse segundos después recordando que está en un puto tanque. Toma la escopeta, presto a guerrear pero entonces el segundo disparo impacta en el uro y el motor muere. Rápidamente intenta llegar al freno de mano, pero Padilla reacciona más rápido - Pensamientoh claroh, Marquéh... Primero hay que ponerla en una posición segura... Luego hay que veh si podemoh ponerla en otra posición... - Volvió a cubrirse, esta vez con la escopeta en las manos y escuchó a Padilla - Puta ma're... Venga tío, pero cagando lecheh... Sal y yo te sigo que por este la'o es más jodí'o... - Cuando Padilla patea la puerta y sale, Marqués salta el asiento del piloto y corre detrás de su compi, buscando también refugio con la escopeta en las manos.

Que manera de correr, la vírgen. No había francotirador que te pudiera alcanzar corriendo de esa manera. Que par de mastuerzos, que sprint, que zigzag. Sonaron varios disparos y ninguno les dió, aunque varios pasaran rozando. Corrieron y corrieron hasta llegar a la seguridad que ofrecía la base de la colina, y allí se parapetaron tirándose al suelo como si estuvieran en la mili.

El francotirador sintió un ruido extraño a su espalda, pero era demasiado tarde. Sigiloso como un gato, versado en las artes del ninjutsu, Pelayo estaba a su espalda. Con un golpe de katana, atravesó su mano derecha clavándola al suelo, impidiéndole usar bien un arma.

Mientras, el turco disparó la primera vez, dándole en el pecho. Tenía un chaleco, así que se acercó unos pasos mientras el tipo luchaba por sacar la pistola con la mano izquierda. Y le pegó un tiro en la cabeza cuando ya la tenía en la mano. Muerto, morío, matao. Pero eso no era lo más inquietante. Debajo del camuflaje, el hombre tenía un uniforme.

Un uniforme de los GOES.

La radio se activó en la frecuencia policial. El mensaje les dejó petrificados.

-A todos los que escuchen ésto. Los goes están con Preston y han disparado contra sus compañeros. A los policías que están en las inmediaciones, podéis avanzar hacia las antenas. Nosotros os cubrimos.

Pelayo - Ven pacá cariño. Es el sitio más seguro. Tenemos el rifle y el moro lo va a usar para cubrirnos.

¿Quién cojones eran esa gente? ¿Unos tíos con katanas? ¿Pero qué pollah? Y una morena de tetazas ahí cerca. ¿?

-¡Marquéh! ¡Hay que avanzar! Carrera, suelo y a cubierto!

Se lanzó a la carrera hasta el siguiente recodo. No se sabía si había más francotiradores, había que andar con cuidado.
 

Era algo esperado luego de la discusión que había tenido lugar en la oficina del Jefazo en La Ponderosa, pero aún así bastante preocupante puesto que ahí habían dejado a la gabacha y a los otros dos que habían llevado, esperaba que en la comisaria los oficiales le hubiesen dado su merecido a todos los joputas de GOES que estaban ahí. Marqués miro a la chica tetona que estaba emparapetada entre las piedras - Chica - Quería decirle muchas otras cosas, pero eso fué lo que salió - Lo mejoh será que vayah a cubrirte con loh otroh pulisia... Aquí se va a liah parda y no eh lugah pa una fina y guapa señorita como uhté - Le dice con gesto serio y luego mira a Padilla y asiente, echando a correr también entre las piedras y en zig zag puesto que si había más francotiradores iban a ser blancos fáciles.
 

Abrí un poco los ojos cuando viene el hombre con la escopeta. Pronto entendí para que era, sin necesidad de que me explicara. No se me ocurrió que nos quisiera pegar un tiro, vamos. Le asentí un par de veces.

Luego su mujer interviene.

- ¿Trashtero? ¿Arriba? - señalo el techo, pero en señal de si son los trasteros que suele haber en las terrazas.

La mujer nos piraba con mil preguntas en los ojos. Mirada de abuela maruja, que le gusta estar en todos sitios, enterarse de todo. Como en el pueblo de la yaya, que las viejas salen al portal de casa en verano. Al fresco, que se dice. Y allí ponen a caldo a medio pueblo. “El consejo de sabios” “La comunidad el Anillo”. Un anillo para para gobernarlos a todos.  Suficiente.

Respondió al wassap un iconito y se alejó del amasijo de hierros

Ni corta ni perezosa Chi ascendió la pendiente agil y velozmente, ansiosa por reunirse con sus compañeros. Era sorprendente lo cómodo que resultaba llevar el juego de espadas con el obi, por algo lo habían hecho así los japoneses durante cientos de años.
Igual que había ignorado a los vehículos policiales de su espalda pasó de los dos policías que se ocultaban tras un saliente de piedras, los vio, pero recelaba, así que apretó el paso. Al llegar a la base de la antena le faltaba un poco el aire pero aún tuvo fuerzas para chocar las palmas con Alex y abrazar a Pelayo para volver a besarle -Sois unos cracks! ¿Donde están los otros? ¿Los habeis visto? Ahí abajo hay unos polis...- miró al cadaver -¡PERO QUE C...- no pudo reprimir la sorpresa al ver el uniforme