Partida Rol por web

"Luego, es aqueste el hombre que ha formado tanto alboroto", dice el caballero.

"¿Quién vos envía?", te pregunta el noble. "¿Ha sido el padre Guillermo? Fablad o haré que vos ahorquen de inmediato."

—¡Yo no he hecho nada! —Es lo que grito de forma instintiva. Todo había pasado demasiado deprisa, y antes de que pudiese hacer nada, estaba rodeado y sin salida. Parecía que todo había terminado. Al menos, eso era lo que me parecía. No me habían matado en Ciudad Real, pero me colgaría aquí...

...A menos que se me ocurriese algo. Nunca había sido muy bueno inventando historias, pero siempre podía modificar un poco la verdad. Así, intentando parecer inocente (que realmente lo era), digo— Yo vine aquí con Don Xurxo, me lo encontré en la taberna. No sé porque, pero me dijo que debía de huír, que no me viesen los soldados. Y eso intenté. Aunque no sé porque lo hice caso, en ese momento me pareció sensato hacerlo... No puedo decir nada más... ¡Soltadme, no he hecho nada, salvo ayudar a un caballero!

Eso es todo lo que puedo decirles. Ahora me harán preguntas, y entonces será cuando me ponga nervioso y llegue mi fin. Pero hasta entonces...

"Claaaro, por supuesto", ironiza el noble. "Et vos pareció juicioso fazer lo que vos mandaba un maldito borracho. ¿O me habredes de dezir que andaba sobrio ese viejo carcamal?"

"Esperad, don Fernando", dice el caballero. "Con vuestro permiso, le hazré una pregunta que nos sacará de dubdas." El noble da su consentimiento, y entonces el caballero se dirige a ti, y empieza a hablar apoyando su mano izquierda en el codo derecho, y su dedo derecho en la barbilla. "Hoy son llegados tres hombres al castiello para reparar la muralla. Dixieron que esperaban a un cuarto. Si sodes vos ese cuarto, por lógica habedes de saber el nombre de la persona que vos contrató. Dezidme, ¿cómo se llama?"

Su ojos se clavan en los tuyos, escrutándote.

—¡Entonces ya conocéis a mis compañeros! —digo al caballero, intentando rehuír la pregunta—. Yo soy el cuarto del grupo... Estoy aquí para arreglar la muralla... Sólo que soy un poco asustadizo, y bueno... Don Xurxo impone, y me creí a pies juntillas lo que dijo, sin reparar en lo que había bebido o no.

—En cuanto al nombre... ¿Cómo era? Soy un poco malo recordando los nombres, empezaba por...

El noble también te mira fijamente, aguardando tu respuesta. Este se supone que es el hermano paranoico de Mateo, el prisionero. Ya es tarde, pero ahora te das cuenta de que tu carta de presentación como escalador de torres, dado el carácter de quien manda en el castillo ahora mismo, es la menos adecuada de cuantas podías haber elegido...

Venga, piensas, tienes que salir de esta. Ya lo has hecho otras veces...

Y al fin te llega la inspiración.

Le explicas al caballero que en realidad no te acuerdas del nombre porque no lo sabes. Le explicas que es Ventura, el maestro de obras, el que se encarga de los contratos, que no estabas presente cuando se hizo el acuerdo, ya que te quedaste bebiendo en una taberna en Llerena, y que el maestro solo te dijo que teníais que viajar a Montemolín para reparar una muralla.

También insistes en que obraste bien con don Xurxo, pues a ti no te compete cuestionar las órdenes que da una persona de rango superior, pero que sabías que al hacerle caso parecerías un criminal y no tuviste más remedio que esconderte.

El caballero aún no parece muy convencido, pero con lo que has dicho no le queda más remedio que creer que eres la persona que esperaban los otros tres.

"Tal como yo veo la cuestión, caben dos posibilidades", le dice el caballero al noble. "O es cierto lo que dize et todo aquesto non es más que el fruto de los delirios de un borracho, o esos cuatro han intentado fazer algo que por nuestra prevención non han logrado. Pues hube el buen seso de encerrar a los otros tres en las mazmorras demientre buscábamos a aqueste, et bien podrían haber fecho cualquiere cosa de haber estado en libertad, pues con el alboroto quedaron algunas zonas sin vigilancia. Solo se me ocurre una manera de averiguallo. ¡Traed a los otros!", ordena a Lobo.

Este se encamina en dirección a las mazmorras en compañía de otro soldado, a las cuales se accede a través de una verja estrecha a los pies de la torre de don Xurxo, que tenéis justo al lado. Recuerdas la verja, la cual viste cuando bajaste a las mazmorras por el interior de la torre.

Aún estáis digiriendo todo lo que os ha contado Mateo, cuando oís que alguien regresa a las mazmorras. Abren las celdas y veis a Lobo, con Fuco a la zaga sujetando una antorcha.

"¡Vamos, salid!" os ordena. Parece bastante animado, como si fuera un niño que está participando en alguna clase de juego.

Luego vuelve a cerrar las celdas y se coloca detrás de vosotros. Acto seguido, comenzáis a subir las escaleras de regreso al exterior, precedidos por Fuco.

Al cabo de un instante, Lobo regresa con tus tres compañeros, que observan a todos los presentes y, al darse cuenta de que estás allí, te miran con sorpresa.

A la salida, os encontráis allí reunidos a varios soldados, que acompañan al caballero don Pedro, a quien entregasteis la carta de Orduño, y a un noble que permanece con los brazos cruzados, a la espera. Pero, sin duda, la persona que más atrae vuestra atención en este momento es Ruperto, que se encuentra bajo la custodia de uno de los soldados.

Entonces, don Pedro avanza hacia los tres prisioneros recién liberados, y a ellos se dirige:

"Allí está el vuestro compadre. Non he de preguntarvos si es la persona que habíades de esperar, pues lo delata vuestro gesto. Mas también he de darvos una mala noticia: él ya ha confesado todo et nos ha dicho quién es el perpetrador de todo aqueste negocio. Si uno de vos lo confirmare, solamientre el culpable recebirá cumplido castigo."

Y todos los presentes se quedan a la espera de una respuesta por parte de cualquiera de los tres.

Simplicio, tuerce le gesto, y parecele más prudente dar la callada por respuesta.  Que fablen otros.

-Si me permitís la osadía, mi señor- dice Roger torciendose ligeramente en un tímido y respetuso saludo hacia don Pedro - No puede uno contestar a una acusación sin conocerla.

Dicho esto Roger, se incorpora y altivo y orgulloso pronuncia.

-Es más, juro por el alma de mi padre Arnau, en paz descanse, que no he hecho nada en contra de nadie de este lugar.

Sin decir nada más, Roger recupera la pose normal y se queda esperando a ver como reaccionan ante la plena convicción de la veracidad de sus palabras, esperando que así sean percibidas.

Ventura dio un respingo al ver a Ruperto y pronto dio un paso al frente para contestar a don Pedro tras las palabras de Roger.

—Como revelaba la carta que le entregara en nuestra primera vista, don Pedro, este es el último mozo de mi cuadrilla. Non conozco otro negocio que el de reparar la maltrecha muralla, que por cierto necesita urgencia en su reparo. Creed vos a mi buen Roger pues dice la verdad. ¡Qué nuestro Dios me haga sitio a su lado si digo algo que no es!

Terminada la exposición volvió a dar un paso atrás y agachó la cabeza más por respeto a don Pedro que por negarle la mirada al noble.