Partida Rol por web

 Solo polvo, trozos de papel, cuero y madera. Si hubo algo útil aquí hace tiempo que se lo llevaron... Pero notas algo incomodo, el techo de piedra y parte de las paredes esta lleno de rasguños que van desde la ventana por donde entraron a la puerta que intentan forzar.

Aniceto se delizó por la cuerda.

—¿Cómo? ¿Que algo bloquea la puerta? —preguntó a los comentarios.— Ven, ayúdame. A la de tres. Uno. Dos. Tres.

Y con el hombro le dio el n buen empellón a la puerta.

Camila mientras recorría la habitación encontró trozos de papel, de cuero y de madera al parecer de antiguas mesas o estantes. De pronto gira la cabeza y un escalofrío le recorre el cuerpo al percatarse de los rasguños desde la ventana hasta la puerta que intentan abrir todos.
-Han visto esas marcas? Al parecer vienen de ahí dentro.  Deben ser de algún animal grande.

Ya era de mañana en el pueblo. Al salir para realizar tus jornadas diarias ves a medio pueblo reunido en la iglesia, al acercarte vez a un joven sosteniendo una escalera sobre un agujero de la iglesia mientras todos mormullan con temor. El joven de la escalera te mira con sorpresa dirigiéndote la palabra.

-Señor Sancho, parece que encontraron donde fueron los niños secuestrados del pueblo, un grupo entro para buscarlos. Usted siempre sentía pesar de que su hijo fuera el próximo. Que le parece si entra para ayudar a los demás?

Joaquina, que estaba apoyada en la puerta, decidió intentar ayudar a Aniceto, aunque no tuviese mucha fuerza... Pero no iba a dejarlo sólo

Sorprendentemente, parece que la puerta comenzó a ceder

Esa mañana, como tantas otras, había salido de madrugada, con el arco y las flechas para cazar y traer algo de comida al pequeño mercado de la aldea. El carnicero solía darme algunas monedas por cada pieza que le entregaba. Tan solo había podido capturar un par de liebres esa mañana por lo que el regreso a la aldea no lo así de muy buen humor.

Mis apesadumbrados pensamientos se disiparon al ver a gran parte de los vecinos cerca de la iglesia. Nunca había sido hombre demasiado piadoso pero, al igual que la gran mayoría del pueblo, lamenté mucho que tuviera que ser clausurada.

Indalecio, uno joven del pueblo me pone al día. Apenas escucho que alguno de los niños secuestrados pueden estar dentro me encaramo con prudencia a la escalera bajando a una pequeña sacristía dónde Camila y Aniceto estaban intentando derribar la única puerta de la estancia.

Saludo con un gesto de la cabeza a todos los presentes justo cuando parece que la puerta cede.

Aniceto y Joaquina empujaron con fuerza la puerta al cuerpo central la cual cede con un sonoro estruendo. Puede verse el cuerpo central de la iglesia en el interior. Una habitación cuadrada de unos 6x6 metros igual de sucia que la anterior con escombros de todo tipo. En el centro hay una escalera de caracol que al subirla lleva al campanario y bajando a una puerta al piso inferior. En la habitación hay un total de cuatro puertas, una en cada pared. La puerta al norte lleva a la sala de adoración. La puerta Este completamente llena de escombros, igual que la puesta Oeste. Ustedes están en la puerta Sur.

 Caminas por el pueblo esa mañana como todos los días, todos te evitan como siempre, eres el vagabundo gordo, feo y mudo que se gana la vida robando a los despistados.

 Todos están agrupados en la iglesia del pueblo, un joven sostiene una escalera en las afueras, parece que entraron a la iglesia. Será que buscan algo de valor? Es una buena oportunidad para tomar una parte antes de que se lleven todo.

Sin dudarlo malgesto corre hacia la escalera por la tremenda oportunidad que se presentó decide subir las escaleras y entrar por la ventana 

Malgesto usa la cuerda de la ventana para bajar, le cuesta por su gran tamaño y peso, baja poco a poco y balanceándose. Sostiene la cuerda aún más fuerte, observa hacia abajo y se percata de las personas que se encuentran allí. Los demás ven un gordo semidesnudo balanceándose en la cuerda de la ventana.

Malgesto termina de bajar por la cuerda sorprendido al mirar a todos a su alrededor. No hace más que saludarlos con la mano.

Sorprendida de sus propias capacidades, Joaquina dio un paso y comprobó en primar lugar qué era el objeto que arrancaba la puerta

Al frente de la puerta que acaban de abrir, pueden verse escombros de madera algo más “nuevos”. Tal vez era algún mueble de madera colocado sobre la puerta.

Al ceder la puerta, tanto Joaquina como Aniceto, entran en la penumbra de la sala contigua. A grandes zancadas me cuelo tras de ellos intentando adecuar mis ojos a la semioscuridad que reina en el interior de la iglesia. Sé que la iglesia lleva 5 meses cerrada pero el desorden imperante me parece  exagerado. Aquí pasa algo extraño.

Como viniendo a confirmar mis palabras, una figura enorme se descuelga torpemente por una cuerda.  Guiado por mi instinto saco una flecha de mi aljaba y la coloco en mi arco.

- ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?

Una vez la puerta cedió, Carlos siguió los pasos de Aniceto y Joaquina y accedió a la nueva habitación, la cual resultó ser el cuerpo central de la Iglesia. Le apenaba ver el estado de ésta, recordando tiempos mejores en los que lucía bonita y radiante. Había que andar con mucho cuidado ya que los escombros y el desorden entorpecían el movimiento.
"Bien amigos, ¿por dónde empezamos?" preguntó Carlos. "¿de dónde procederán los llantos del niño?" prosiguió preguntando.
Tras las preguntas, Carlos, se puso a mirar la sala y a caminar por ella, en búsqueda de cualquier indicio que le revelara algo más de información.

Honesto entró al cuerpo central -Buenísima chicos,vamos a tener que ir con más cuidado con usted señorita suplicando redención y sonriendo seguidamente. Dos palmadas en la espalda de su amigo Aniceto. -Muy bien hecho amigo. Y se dirigió a la puerta Norte directamente y se dispuso a investigarla.

Malgesto agita las manos frente a Sancho Carvajal en un intento por qué no le clavarán una flecha en el pecho 

Abre la boca y señala hacia su lengua cortada, seguido intenta hacer mímica para comunicarse, hace como si caminara y luego como si viera algo sorprendido, seguido hace como su subiera una escalera, señala a la ventana, luego a Sancho Carvajal para seguido señalar el camino que los demás estaban siguiendo...

Toda la sala es una ruina abandonada como cualquier otra, desgastada por el tiempo y los animales. Los rasguños de las paredes y el techo seguro fueron hechos por los murciélagos.

—¿El bebé ya no llora más? Gregoria, ¿tu no sientes dónde está? —preguntó torpemente Aniceto, como si la madre pudiera rastrearlo por el olor o algo así, pero ella no era una loba.

Se quedó un rato quiero, esperando a que sus ojos se acostumbraran a la penumbra, acuclillado y girando lentente la cabeza para observar cada rincón. Siempre había creído que en esa posición percibía mejor el entorno .

 La puerta está semiabierta, puedes ver el interior. Es el salón de adoración, una habitación alargada de 6x10 metros. A un par de metros a tu izquierda está el altar, dos filas de bancos a lo largo del salón y al final la entrada principal, conformada por dos puertas de madera. La habitación está desordenada y cubierta por manchas marrones. Junto al altar hay un cadáver en el suelo, el cuerpo ya solo son huesos con algunas tiras de carne seca.

 Descubrir éxito: La sala está desordenada, polvorienta y sucia. Pero aparte del polvo y las manchas marrones, los muebles están en perfecto estado. A diferencia del resto de la iglesia, donde todos son solo escombros.

 Gregoria ya no estaba tan alterada, se quedó tranquila con mirada tensa en la sacristía, mirando como todos exploraban la iglesia.

—El llanto se escuchó fuerte, debe estar en algún lugar cerca, busquen a los niños por favor.