Partida Rol por web

Arcadia Moderno II

Prologo

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26/02/2021, 23:17
Director

La ciudad amanece como hacía siempre. Desde hace algún tiempo todos sus ciudadanos, sin excepción dedicaban sus mejores miradas a sus vecinos.

Hacía tiempo que estaban en guerra contra Nueva Alexandria, y quien más o quien menos había mandado a un padre, una madre, un hermano… a su mejor amigo a morir por una guerra que ninguno de ellos terminaba de entender.

La Energía Mágica les había hecho las cosas mucho más fáciles. Eso era innegable. Y era el precio que debían pagar.

Sobre todo, en los distritos más adinerados se empezaban a ver vehículos que no necesitaban de bestias para moverse, sino que usaban motores de energía mágica. En el Distrito de cobre se había empezado la construcción de un portento de la ingeniería, el ferrocarril. Un gran vehículo metálico que iría sobre unas extrañas vigas de metal que recorrería grandes distancias en muy poco tiempo, mejorando el trasporte de mercancías o pasajeros con las ciudades vecinas sin tener que recurrir al transporte por el cada vez más peligroso río navegable.

Incluso se habían instalado grandes relojes alimentados por energía mágica que hacía la vida mucho más fácil. Ahora se podía saber si estabas llegando tarde a los sitios, en lugar de necesitar relojes más pequeños que solo los más pudientes se podían permitir.

Las calles del Distrito de Cobre habían sido limpiadas a conciencia la noche anterior, y los puestos del mercado empezaban a despertar, con ese aroma a fruta y especias mezclados con el olor de la fina repostería; Blanca, la panadera jura a los dioses por el despiste de su marido que ha quemado un poco las barras del día, mientras que Charles, el tratante de telas local, dispone sus mejores mercancías para deleite de los viandantes. Un niño corre travieso por las calles perseguido por un frutero enojado; era la tercera vez esa semana que le robaban sus manzanas… la carrera del niño le lleva al barrio rojo, donde aún están limpiando las heces de las bestias y los restos de botellas de la fiesta de la noche anterior. Las prostitutas del turno de noche se retiran a sus moteles para descansar después de una larga noche; desde que empezara la guerra la tensión se ha disparado, y también su trabajo… El niño se cuela por un callejón y reparte la fruta robada entre sus hermanos que degustan el dulce fruto con gula, sin ser conscientes de que a pocos metros por encima de su cabeza un artista abre las ventanas para que entre el olor de la calle; no es demasiado agradable, pero siempre es mejor que el olor pesado de las tinturas que usa en su trabajo. Está terminando una obra de arte para un Perfecto local que ahora mismo recorre las calles de los Helechos. Es de los pocos Perfectos que dedica parte de sus recursos a los pobres o los necesitados, aunque muchos de ellos son sus confidentes privados para sus propias tramas y conspiraciones… bienes útiles que no duda en dar uso y un mantenimiento adecuado, como si fueran piezas de un engranaje increíblemente sofisticado. El Perfecto echa su mano enguantada al bolsillo de su chaleco, donde tiene alojado su reloj de bolsillo; llega elegantemente tarde a su siguiente cita, y no le importa… Las Perfectas del Distrito de la Corona han madrugado para poder salir a pasear a primera hora, antes de que el ruido de los vehículos sea demasiado molesto para sus frágiles oídos; cerca hay un parque donde los críos de los humanos de cierta importancia pueden entretenerse bajo las atentas miradas de sus institutrices… no tardarían demasiado en llevarlos a colegios elitistas o con sus tutores privados...

El día avanza rápido, y más si eres del Distrito de las Espadas. Dos soldados humanos son los responsables de la guardia por la calle principal; bien armados y protegidos, comentan los disturbios de los Seguidores del Emperador Dragón; uno está a favor de reinstaurar la monarquía, al menos sería un humano el que se sentara en el trono, pero el otro cree que sería el mismo perro con distinto collar, que las cosas ya están demasiado tensas como para andar provocando guerras civiles. Ese mismo soldado tiene que llamar la atención a un muchacho que está pegando carteles con el rostro de Irion, el actual heredero del Emperador Dragón… que acaba de despertar después de una noche bastante movida en uno de los antros del Distrito de las Espadas. Siempre viene aquí cuando está preocupado, puede que el sitio no sea digno de alguien de su posición, pero al menos la compañía es inmejorable. Se había encaprichado de un par de hermanos; el de cuerpo trabajado con algunas cicatrices por haber estado trabajando en las minas o de peleas en tabernas, ella con un escultural cuerpo lleno de divertidas pecas… Como siempre sería generoso con ambos por su silencio mientras su discreta escolta espera en el exterior.

 

Una rata sale de debajo de la cama y de dirige a un agujero en la pared que da a un oscuro callejón, no es consciente de una hermosa ave de presa que se lanza en picado contra ella, y la eleva de nuevo por los aires, ofreciendo al espectador atento una visión majestuosa de la ciudad.

Esto es la vida en Puerta Dragón.

Notas de juego

Primer post. Es meramente ambiental.

Me gustaría saber un poco como es el día a día de vuestros personajes. Un día normal y corriente para calentar motores.

No voy a poner límite de tiempo en calendario de momento. Daros el tiempo que creáis para esta parte y ya me encargaré yo de meteros en acción.

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02/03/2021, 21:33
Virgilio

 Como ya empezaba a ser habitual en la rutina de Virgilio, este abriría los ojos a tempranas horas del día para aprovechar el tiempo. Despertar, asearse detalladamente, desayunar y arreglarse: todo parte de una rutina común y corriente para alguien de su clase. Lo que marcaba la vida de aquel pelirrojo era el momento de reunirse con su amo y escuchar sus palabras.

 Tengo órdenes para ti, Virgilio…

 A partir de allí, su vida le pertenecía únicamente a su señor.

 Escoltas, investigaciones, arrestos de criminales, entrega de “mensajes”... No era alguien particularmente famoso, siendo que no sería nadie sin la reputación y fama de su señor, pero aquellos que le conocían y causaban problemas cruzaban los dedos para que ciertas entidades no fueran tras ellos: Virgilio era una de esas entidades…

 -¡Dioses, Dioses...! -se quejaba un hombre que corría a toda prisa por los callejones de uno de los distritos, abrazando contra su pecho una bolsa de frutas y verduras que recientemente había robado a un anciano mercader que poco o nada pudo hacer para evitarlo.

 Pero cuando estaba a medio camino de uno de esos callejones, el humano podría ver como distintas tuberías a su alrededor empezaban a temblar y a doblarse de distintas maneras, empezando a cerrarse sobre él hasta atraparle entre una cantidad de acero que le impediría siquiera moverse.

 Un quejido del hombre, quién no tenía la fuerza para liberarse de las tuberías, sería seguido de los pasos de aquel pelirrojo acercándose a recoger con sus propias manos las frutas y verduras que el ladrón había tirado al caer, metiéndolas en la misma bolsa que el hombre había usado para robarlas.

 -R-Rayos... ¿T-Todo esto por unas frutas…? -le soltó el ladrón durante sus inútiles forcejeos, los cuales solo provocarían que el responsable cerrase más los tubos sobre él.

 -Te busco porque hace unos días alguien arrojó basura a los pies de un Perfecto durante uno de sus recorridos por la ciudad… Fuiste tú, ¿cierto…? -preguntó su captor mientras terminaba de recoger la mercancía robada.

 La mirada del ladrón pasaría a una de molestia a una de completo pánico, entendiendo que aquello no era por el anciano mercader, sino por el perfecto al que había intentado humillar públicamente…

 -De haber sido otra ocasión te hubiese atrapado en ese mismo momento, pero mi amo quería dar una imagen de comprensión y paciencia… -añadió el pelirrojo antes de finalmente darse la vuelta. -. Ya te encontrarán los guardias… O tal vez no, grita fuerte… -y mientras usaba una mano para sujetar la bolsa de “compras”, levantó la otra en un vago gesto de despedida, cerrando entonces el puño para que los barrotes se fuesen cerrando aún más alrededor del ladrón hasta cubrirlo completamente, y así no tener que escucharle más mientras se alejaba...

 Ciertamente había sido un día duro para aquel anciano, quién con la cabeza agachada y cubierta del sol por un sombrero se lamentaría su pobre estado físico que le impidió evitar que aquel hombre le robase buena parte de la mercancía que tanto necesitaba para pagar sus medicinas… Pero para su sorpresa, el sonido de algo cayendo sobre la mesa provocaría que alzase la vista, encontrando una bolsa con las frutas y verduras robadas, así como el hombre que la había dejado sobre la mesa.

 -Esto es de parte de Julius Diavolo… -fueron las únicas palabras de Virgilio, el cual tras dirigir una leve mirada al anciano con sus ojos purpuras seguiría su camino…

 Otro día en Puerto Dragón, otro día de trabajo exitoso...

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03/03/2021, 02:58
Tobias

Cada día en el que me encontraba caminando por las calles de la ciudad podía encontrarme con diferentes personas manteniendo la mirada en mi, aunque despues de tanto tiempo estaba acostumbrado a ello no podía evitar cuestionarme, ¿Cómo es que ellos me miraban?, seguramente algunos pocos me verían con envidia y recelo pero no comprendía como en cambio la gran mayoría de ciudadanos me observaban como si de mi desprendieran un aura impecable por toda mi persona, era lo normal mantener la compostura incluso estas ultimas semanas que me había decidido a liberarme y mostrarme mas alegre ante los demás no cambiaban su forma de ser.

Estaba en mi habitación despertando mi boca estaba seca por haber roncado toda la noche con la boca abierta, podía sentir la saliva seca por mi barbilla no era una sorpresa tener una mancha húmeda en mi almohada, mi postura al dormir en la privacidad de mi habitación no era la mejor una de mis piernas sobresalía de la cama y mis brazos parecían contorsionarse de forma extraña, el cabello que normalmente era brillante y estaba peinado estaba enmarañado y empuntado, las ventajas geográficas de mi hogar sin edificios grandes cerca que obstruyeran la vista del segundo piso me hacían ser uno de los primeros humanos que tenían la fortuna de sentir los rayos del sol en su rostro, lo primero que hacia al despertar era moverme a mi cocina a comer algo de pan con un poco de leche ya que siempre terminaba comiendo más cosas por los mercados.

Un baño caliente mientras cantaba de una forma emotiva y poco elegante me llenaba de vitalidad antes de salir de mi hogar cada día vestido con esas prendas que parecían iguales pero para un ojo entrenado sabría que son diferentes prendas exactamente iguales, caminar desde el distrito corona hasta el Distrito del Cobre eran unos minutos donde podía llenar mi cabeza de tranquilidad.

Las calles estaban llenas de personas hablando vendiendo, comprando y regateando , me podía mesclar entre ellos sin ningún problema cada paso que daba estaba calculado para poder evadir a la multitud, mientras caminaba podía sentir el apetitoso aroma del pan recién horneado y otras golosinas de ese tipo, pero el día ya había sido demasiado aburrido mientras caminaba me acercaría a los puestos de fruta donde habría personas atiborradas esperando por comprar lo mejor, abriéndome paso entre las personas saludaría al mercader con una sonrisa radiante -Como siempre tienes clientes hasta el cuello pero tu fruta es de la mejor es verdaderamente fresca- Manteniendo esa brillante sonrisa y guiñando el ojo como señal de confianza, mientras el tendero me miraba al rostro distraído por sus demás clientes esperaría el momento para deslizaría mis manos por entre la mesa tomando dos naranjas que llevaría a mi bolsillo -Bueno tengo trabajo, espero quede algo para comprar luego.

Me alejaría del esos puestos de venta de fruta pelando una naranja y caminando en medio de la multitud hasta visualizar una pequeña fuente que decoraba la zona mientras caminaba buscaba la otra naranja en mi bolsillo y la arrojaría hacia aquel pintor de cabellos negros soltando una carcajada que era ocultada por el bullicio la risa era provocada por ver como aquella fruta impactaba en su cara y la alcanzaba a tomar antes de que callera al suelo "¿Como es posible que un mediocre vándalo como tu no este en prisión y sea parte del mantenimiento de la ciudad?"

Jason no desaprovechaba para remarcar mis errores pero por eso me agradaba, mientras quitaba la cascara con sus dedos, vería sus pinturas había nuevas y otras mas ya no estaban seguían vendiéndose bien -¿Debería dejar el mantenimiento y pintar como tu para vivir?- Me sentaría al borde de la fuente para charlar con el mientras comía los tajos de naranja "¿Pensé preferías seguir pintando las paredes y puertas de los demás, vándalo?" Realmente me agradaba seguramente es la única persona que dejaría que me llamara vándalo en mi vida -Estas en lo cierto, prefiero seguir en mantenimiento y limpieza y disfrutar los días libres que no tengo que hacer nada en mis horas laborales- Trataba de aguantar la risa seguramente cualquier otro ya me habría acusado con las autoridades.

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03/03/2021, 12:07
Director

Las calles esos días eran como un hormiguero en plena época de cosecha. Algo bueno para los negocios del Perfecto.

Por un lado, la Guerra por la Magi-tecnología, que enfrentaba a Puerta Dragón contra Nueva Alexandria por la supremacía. Se había invertido una enorme cantidad de recursos en el ejército, y se rumoreaba que Norsca iba a involucrarse también en la Guerra. Pero la guerra requiere de suministros médicos adecuados, y el Perfecto había aprovechado sus contactos para llevarse un sustancioso contrato comercial y, de paso, evitar que enviaran a SU humano a la guerra.

Por el otro lado, mucho más cerca de casa, los humanos a los que se les había concedido derechos y privilegios muy por encima de su posición estaban en guerra contra aquellos destinados a mandarlos; habían encontrado a un supuesto Heredero del Antiguo Linaje del Dragón y sus herederos se habían posicionado muy por encima de lo que sus débiles mentes podrían permitirse. Cuando el heredero de tan portentosa sangre, un joven cobarde y medio afeminado, renunció a sus derechos para abdicar en nombre del Consejo, todos los humanos con ínfulas se alzaron en protestas vandálicas, inundado las calles con la efigie de aquel estúpido humano.

- ¿Cuándo intervendrá el Consejo para evitar estas barbaridades? - Julius tenía una especial aversión hacia aquel insensato movimiento, aunque nadie osaría siquiera acercarse a la mansión impoluta del Perfecto, más sabiendo de los métodos de su humano favorito, aquel de aspecto extraño y frío como el acero.

Por si las cosas no estaban lo suficientemente encendidas, el Perfecto recibió una carta extraña del propio Consejo. No era normal que recibiera correspondencia directa del Consejo, puesto que él trabajaba personalmente para uno de sus miembros y las misivas no eran tan… oficiales.

Julius leyó la carta con agilidad. Sus finos labios inmaculados se torcieron en una ligera sonrisa por un solo instante antes de volver a su rictus habitual de completa serenidad.

-Tengo un curioso encargo para ti, Virgilio. Algo… que sale sensiblemente de tus competencias habituales.

***

El Edificio del Consejo estaba situado en el centro geométrico de la ciudad. Se había despejado varias manzanas de los Distritos de los Helechos y las Espadas para poder situar una sencilla plaza de piedra blanca adornada con varios árboles y asientos, rodeados de hermosas fuentes sencillas y funcionales que daban un aspecto de parque tranquilo donde poder pasear por el centro de la ciudad.

Pero en el centro de la misma, rompiendo con todas las estéticas posibles de la Región estaba el edificio del consejo, un horror de la arquitectura de los Tiempos Heroicos que había sido trasladado desde Tres Ríos. La monstruosidad ocupaba lo mismo que una mansión de un Perfecto, con enormes ventanales terminados en formas imposibles y rematados por intrincadas columnas de piedra con la más fina de las hiedras labrada en la misma piedra. Cada capitel estaba rematado con una gárgola de exquisito detalle que estaban armadas con intrincadas armaduras de piedra, y los rostros de las mismas habían sido esculpidos para darles incluso personalidad propia.

Todo el edificio estaba fuertemente vigilado, tanto en el perímetro como en la plaza por toda suerte de soldados armados y templarios que lo defenderían con su vida de ser necesario.

La entrada del edificio de dos plantas era una impresionante puerta doble de madera rojiza que estaba adornada por un arco recargado hasta la ostentación más ridícula, con unos pomos en forma de mujeres de cola de pez en posiciones aparentemente imposibles. Más allá de las puertas, en la recepción, la ostentación no paraba. Se había colocado junto a las ventanas unos divanes de terciopelo escarlata que resaltaban sobre el interior en blanco y detalles de madera. A pocos metros de la puerta estaba la recepción, donde un Perfecto con unas gafas redondas ofrecía a las visitas un enorme tomo donde debían registrar sus firmas a diario. El lugar de trabajo del recepcionista era un hermoso mostrador en madera rojiza finamente tallado y adornado en dorado en las sinuosas formas. A ambos lados del recepcionista esperaban dos hombres armados y por detrás de estos se podía ver una gran puerta doble que daba paso a la sala de Reuniones del consejo, más dos laterales para las tribunas, bastante más pequeñas y menos ostentosas.

Cuando el Perfecto te ve acércate te mira por encima de sus gafas con gesto de sorpresa. Al identificarte, simplemente se encoje de hombros y te señala que firmes en el registro.

-Por favor, espere un momento a ser convocado. - la voz del hombre era increíblemente monótona y gris, carente de emoción- El Consejo está a la espera de la llegada de otro “humano”- No necesitabas tu telepatía para sentir el odio al pronunciar esa palabra- Una vez llegue avisaré al Consejo de su presencia. Esperemos que no se retrase demasiado.

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03/03/2021, 12:12
Director

Las calles esos días eran como un hormiguero en plena época de cosecha.

Por un lado, la Guerra por la Magi-tecnología, que enfrentaba a Puerta Dragón contra Nueva Alexandria por la supremacía. Se había invertido una enorme cantidad de recursos en el ejército, y se rumoreaba que Norsca iba a involucrarse también en la Guerra. Eso era bueno para tu trabajo, puesto que podrías dedicarte a tu trabajo con menos esfuerzo y concentrar tus energías en acciones más lúdicas.

Por el otro lado, mucho más cerca de casa, los humanos acomodados que tenías como vecinos; habían encontrado a un Legítimo Heredero del Antiguo Linaje del Dragón y sus seguidores se habían permitido alzar sus voces contra los Perfectos para darles poder y posición que de otra forma sería imposible. Cuando el heredero de tan portentosa sangre, un joven cobarde y medio afeminado, renunció a sus derechos para abdicar en nombre del Consejo, todos los humanos con ínfulas se alzaron en protestas vandálicas, inundado las calles con la efigie de aquel estúpido consentido. Luego les hay que te llaman a ti vándalo por dotar de un poco de color y buen gusto algunos de los barrios más deprimentes de la ciudad. Pero también era una oportunidad para interpretar tu propio arte. En lugar de retirar algunos de los carteles, decidiste darles una nota de color: añadir bigotes, anteojos o monóculos, algún peinado un poco más favorecedor… Incluso oíste que en algunos casos resultaba hasta salir favorecido…

Las cosas se pusieron sórdidas cuando entre los círculos más intensos del Barrio Rojo se empezó a rumorear que el Consejo estaba ocultando deliberadamente información a sus súbditos, algo relacionado con un incidente mágico en las Cimas de Wohl, demasiado lejos como para que os pueda importar lo más mínimo.

***

Estabas a punto de salir de casa cuando alguien llama a tu puerta. Al abrir descubres a un hombre pequeño, vestido con lo que se te antoja una armadura de juguete adaptada a su menudo tamaño. El hombre te saluda con poca ceremonia y te entrega una carta cerrada con el sello del consejo antes de irte.

La carta, como suele pasar con todas las misivas oficiales, era directa y funcional. Te reclamaban que te presentaras en el edificio del Consejo ese mismo día antes del mediodía. No se necesitaba más información para saber que era una convocatoria realmente urgente.

El Edificio del Consejo estaba situado en el centro geométrico de la ciudad. Se había despejado varias manzanas de los Distritos de los Helechos y las Espadas para poder situar una sencilla plaza de piedra blanca adornada con varios árboles y asientos, rodeados de hermosas fuentes sencillas y funcionales que daban un aspecto de parque tranquilo donde poder pasear por el centro de la ciudad.

Pero en el centro de la misma, rompiendo con todas las estéticas posibles de la Región estaba el edificio del consejo, un horror de la arquitectura de los Tiempos Heroicos que había sido trasladado desde Tres Ríos. La monstruosidad ocupaba lo mismo que una mansión de un Perfecto, con enormes ventanales terminados en formas imposibles y rematados por intrincadas columnas de piedra con la más fina de las hiedras labrada en la misma piedra. Cada capitel estaba rematado con una gárgola de exquisito detalle que estaban armadas con intrincadas armaduras de piedra, y los rostros de las mismas habían sido esculpidos para darles incluso personalidad propia.

Todo el edificio estaba fuertemente vigilado, tanto en el perímetro como en la plaza por toda suerte de soldados armados y templarios que lo defenderían con su vida de ser necesario.

La entrada del edificio de dos plantas era una impresionante puerta doble de madera rojiza que estaba adornada por un arco recargado hasta la ostentación más ridícula, con unos pomos en forma de mujeres de cola de pez en posiciones aparentemente imposibles. Más allá de las puertas, en la recepción, la ostentación no paraba. Se había colocado junto a las ventanas unos divanes de terciopelo escarlata que resaltaban sobre el interior en blanco y detalles de madera. A pocos metros de la puerta estaba la recepción, donde un Perfecto con unas gafas redondas ofrecía a las visitas un enorme tomo donde debían registrar sus firmas a diario. El lugar de trabajo del recepcionista era un hermoso mostrador en madera rojiza finamente tallado y adornado en dorado en las sinuosas formas. A ambos lados del recepcionista esperaban dos hombres armados y por detrás de estos se podía ver una gran puerta doble que daba paso a la sala de Reuniones del consejo, más dos laterales para las tribunas, bastante más pequeñas y menos ostentosas.

Cuando el Perfecto te ve acércate te mira por encima de sus gafas con gesto de sorpresa. Al identificarte, simplemente se encoje de hombros y te señala que firmes en el registro.

-Llega educadamente temprano, señor…- el Perfecto intenta leer tu apellido en el registro, pero descubre con sorpresa que careces de él- Señor. Si hace el favor de tomar asiento, el Consejo les recibirá en breve.

Tienes bastantes sitios donde sentarte, y en la recepción hay otro humano, pelirrojo con aspecto frío y distante y unos interesantes ojos púrpuras que parece ni haber reparado en ti.

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03/03/2021, 21:32
Harosuki

Según el nuevo reloj del Distrito de Cobre eran al rededor de las 4 de la madrugada cuando Harosuki abrió los ojos por primera vez. La ciudad apenas estaba despertando y el lo hacia con ella. Como era de costumbre, se levanto antes que Yamamoto, el mercader que lo había arrastrado fuera de las Islas de Cristal. Esta era una de esas veces en las que Yamamoto se quedaba por un tiempo en Puerta Dragón por el bien de sus negocios, siempre iba y venia con bastante frecuencia. De todas maneras a pesar de estar los dos en la misma ciudad, Hirosuki casi no lo veía si no en las noches, el resto de sus días iban separados. Después de levantarse de la cama, Hirosuki fue directamente a entrenar a la terraza del edificio residencial, al fin y al cabo, mantener su condición física era una de las cosas mas importantes para el samurai, su vida ha dependido de eso por mucho tiempo como para descuidarla.

Como de costumbre, comenzaba con su rutina haciendo abdominales, luego flexiones, sentadillas y los ejercicios mas básicos que todo ser humano debe hacer para mantenerse en forma. Después de una hora de entrenamiento físico venia el entrenamiento con la espada, claro, Hirosuki no guardaba su equipo en la terraza, así que en las mañanas entrenaba con una barra de acero a la que amarraba unas cuantas piedras y con eso practicaba haciendo katas y movimientos básicos. Para cuando terminaba su entrenamiento matutino ya eran las seis de la mañana, el sol estaba comenzando a asomarse en la lejanía y la ciudad ya estaba mas o menos despierta. En la tarde entrenaría mas al salir del trabajo para luego salir en la noche a hacer sus "rondas" habituales. Dejando la barra de acero puesta contra una esquina, Harosuki bajo de nuevo al apartamento de Yamamoto para bañarse, comer y preparase para ir al trabajo. A esta hora Yamamoto todavía no se ha levantado, así que Harosuki tiene que encargarse de su propio desayuno. Normalmente sale al distrito a comprar algo, pero esta vez esta algo corto de dinero así que se vio obligado a preparar algo por su cuenta. Harosuki no es ningún profesional en la cocina, es mas, Harosuki es alguien al que, preferiblemente, no se le debe encargar preparar ningún tipo de plato, de todas maneras, el samurai logro preparase a duras penas un vol de arroz con carne al que, gracias a algún milagro, no le quito todo el sabor con sus pésimas habilidades de cocinero. Después de alimentado, Harosuki se vistió y dejo el apartamento en silenció.

Para sobrevivir en este mundo hace falta dinero, esa es una verdad que debes aceptar sin importar quien seas, sin importar que seas un prodigio en las matemáticas, un artesano profesional o un samurai capaz de decapitar un caballo de un solo tajo, el dinero es necesario para sobrevivir en esta sociedad, y para Harosuki, la forma correcta y verdadera manera de ganar dinero es a través del trabajo, incluso durante su ajetreada vida en las Islas de Cristal trabajaba donde podía, aunque por ciertas circunstancias nunca podía pasar mas de un par de semanas con un solo trabajo. Así que una de las primeras cosas que hizo al llegar a Puerta Dragón, fue buscar un trabajo y por fortuna, logro encontrar un trabajo en las obras de construcción de esa nueva maquina llamada "Tren." Siendo también un ingeniero iniciado en la materia hace años, Harosuki entendía hasta cierto punto el funcionamiento de las cosas con las que trabajaba, e incluso, a veces no podía evitar sentirse fascinado por los avances de la tecnología.

Antes de llegar a su trabajo paso por los puestos del Distrito de Cobre, no pudo evitar comprarse una fruta para sacarse el extraño sabor del vol de arroz de la boca. Mientras compraba la fruta presencio la escena de un niño robándole fruta a un mercader.

- imperdonable. -pensó- Se supone que Puerta Dragón era la ciudad perfecta, pero si estamos en un lugar donde hasta los niños roban por las mañanas me doy cuenta que este lugar esta tan podrido como creía... Parece que tendré mucho que hacer en esta ciudad también.

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03/03/2021, 23:51
Director

Podía pasar mucho tiempo, las ciudades podrían cambiar.

Pero la guerra seguía siendo la guerra.

Ya fuera entre bandas rivales o incluso entre países, siempre se iniciaban por las razones más estúpidas, y siempre eran los inocentes los que sufrían las consecuencias.

Por todas partes se hablaba del conflicto abierto entre Nueva Alexandria y Puerta Dragón. Confiabas en parte en que en el Continente las cosas fueran distintas, que no hubiera corrupción o guerras absurdas, y te encuentras en una de las regiones que batallan por tener la supremacía de la Energía Mágica, cuando estaban aún un siglo por detrás de lo que se había alcanzado en Islas de Cristal.

Su famoso “ferrocarril” hacía diez años que es el medio de locomoción habitual entre las diferentes islas, pasando por encima del cada vez más inestable mar de cristal; y aunque predican con ejemplos de funcionalidad y exactitud, sus métodos muchas veces eran poco eficientes: sus Perfectos demasiado altivos y sus humanos, aunque trabajadores, estaban terriblemente infravalorados con respecto a lo que podían hacer.

Por otro lado, estaban los aspirantes a nobles, que habían removido historias del pasado para disputar en vano el poder del Consejo, poniendo en boca de todos la herencia de sangre de un Linaje que era antiguo antes de la Primera Guerra. Si algo se aprende en las Islas de Cristal es a venerar el pasado y sus enseñanzas, pero aquello era ridículo; el niñato que llevaba la sangre de reyes era un humano débil y cobarde, más interesado en tareas de administración que en ocupar un cargo en el gobierno, donde supuestamente debería estar.

Las ciudades podrían cambiar, pero la corrupción seguía siendo la misma.

Al menos en esta tierra extraña eras un completo desconocido y podrías rehacer tu vida poco a poco.

***

El señor Yamamoto estaba demasiado ocupado en sus propios asuntos como para defender a Harosuki cuando los dos soldados fueron a buscarlo.

No fueron desagradables, ni siquiera hostiles. Pero siempre que unos soldados van a tu casa y preguntan por ti, tienes motivos para preocuparte. Era curioso como funcionaban las cosas en la ciudad. No entregaron ninguna carta, ni acreditación alguna. Por los uniformes debían ser de la guarida personal del Consejo, y la gente los miraba con cierto recelo.

Llegaron, llamaron a la puerta, y con suma educación, pero sin dar explicaciones, escoltaron al samurái hasta el centro de la ciudad, donde, según las propias palabras de uno de ellos, había sido llamado por el propio Consejo.

Podría haber luchado; podría haber ofrecido resistencia. Pero un buen samurái sabe calibrar a sus enemigos, y esos dos soldados eran mucho más impresionantes de lo que parecían a simple vista; y en cierta forma tenía curiosidad por los motivos por los que había sido llamado.

***

El Edificio del Consejo estaba situado en el centro geométrico de la ciudad. Se había despejado varias manzanas de los Distritos de los Helechos y las Espadas para poder situar una sencilla plaza de piedra blanca adornada con varios árboles y asientos, rodeados de hermosas fuentes sencillas y funcionales que daban un aspecto de parque tranquilo donde poder pasear por el centro de la ciudad.

Pero en el centro de la misma, rompiendo con todas las estéticas posibles de la Región estaba el edificio del consejo, un horror de la arquitectura de los Tiempos Heroicos que había sido trasladado desde Tres Ríos. La monstruosidad ocupaba lo mismo que una mansión de un Perfecto, con enormes ventanales terminados en formas imposibles y rematados por intrincadas columnas de piedra con la más fina de las hiedras labrada en la misma piedra. Cada capitel estaba rematado con una gárgola de exquisito detalle que estaban armadas con intrincadas armaduras de piedra, y los rostros de las mismas habían sido esculpidos para darles incluso personalidad propia.

Todo el edificio estaba fuertemente vigilado, tanto en el perímetro como en la plaza por toda suerte de soldados armados y templarios que lo defenderían con su vida de ser necesario.

La entrada del edificio de dos plantas era una impresionante puerta doble de madera rojiza que estaba adornada por un arco recargado hasta la ostentación más ridícula, con unos pomos en forma de mujeres de cola de pez en posiciones aparentemente imposibles. Más allá de las puertas, en la recepción, la ostentación no paraba. Se había colocado junto a las ventanas unos divanes de terciopelo escarlata que resaltaban sobre el interior en blanco y detalles de madera. A pocos metros de la puerta estaba la recepción, donde un Perfecto con unas gafas redondas ofrecía a las visitas un enorme tomo donde debían registrar sus firmas a diario. El lugar de trabajo del recepcionista era un hermoso mostrador en madera rojiza finamente tallado y adornado en dorado en las sinuosas formas. A ambos lados del recepcionista esperaban dos hombres armados y por detrás de estos se podía ver una gran puerta doble que daba paso a la sala de Reuniones del consejo, más dos laterales para las tribunas, bastante más pequeñas y menos ostentosas.

Los dos soldados te dejaron justo en la recepción, frente a los ojos fríos de un pez muerto que te miraban tras unas espantosas lentes.

-El mercenario…- su voz era monótona y no desprendía ningún tipo de emoción- Y por como han llegado los guardias supongo que no has opuesto demasiada resistencia… Correcto. Bien, supongo que el Señor Roxian tendrá que conformarse con esto… su tiempo es precioso. - el recepcionista hizo gestos a los dos hombres que esperaban detrás del inmenso guerrero, uno de ellos un pelirrojo de ojos imposibles, el otro un sonriente muchacho de aspecto agradable- Si me acompañan, por favor.

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03/03/2021, 23:55
Director

El interior del Consejo era un enorme espacio desperdiciado: dos pisos con tribunas para el público que ahora se encontraban vacías y una gran sala de unos quince metros de largo con una impresionante alfombra roja y dorada cubriendo el suelo hasta una pequeña plataforma donde se situaba una mesa en forma de U. Encabezando la mesa estaba el Presidente del Consejo, el Señor Roxian, un hombre al que la mala vida y el estrés de gobernar una ciudad le habían pasado factura, con enormes ojeras como surcos negros bajo sus ojos enrojecidos y unas profundas arrugas estropeando lo que antaño fuera un bello rostro lozano. A su derecha se sentaba un hombre elegante, vestido de un blanco inmaculado con varias medallas y galones militares. A la izquierda de Roxian había un hombre delgado y entrado en años sin un solo pelo en la cabeza que lucía un curioso monóculo y ropas elegantes que combinaban el amarillo pajizo con el gris. Más allá del hombre de amarillo había un hombre relativamente bajo y bastante grueso, con el pelo escrupulosamente pegado a su cabeza y peinado hasta resultar ridículo. El hombre vestía de un riguroso negro con adornos en dorado y plata, y justo en frente de él había una mujer, de rasgos extranjeros que la identificaban como nativa de las Islas de Cristal, vestida con un elegante kimono rosa adornado de motivos florales de color perla y unas ostentosas agujas de jade verde sujetando un elaborado moño por encima de su cabeza.

Todos los presentes mantienen una acalorada pero ordenada discusión acerca de la situación de la guerra; a esa distancia no deberían poder si quiera oírlos, pero la acústica de la sala parece especialmente diseñada para repartir el sonido con la mayor nitidez posible.

El recepcionista os acompaña hasta una distancia de cinco metros de la mesa, y es entonces cuando reparáis en que uno de los asientos está vacío.

-No se acerquen más al Consejo, por favor- con esas últimas palabras, el recepcionista os deja solos ante la atenta mirada de los cinco Perfectos.

-Esto es lo que llamáis un equipo, Presidente Roxian- la fémina os miró con notable desprecio a cada uno de vosotros, aunque al mirar a Tobías parece que relajó un poco el gesto- Un mercenario extranjero, un limpia calles y el emisario de un comerciante militar… Ridículo, altamente ridículo.

-Mis más sentidas disculpas, Lady Vareesa- Roxian no se molestaba en ocultar su desprecio- Pero el grupo ha sido formado por personas capaces y especialmente elegidas- era interesante ver el gesto de desafío del presidente ante el resto de la cámara.

-Si me permite el Consejo- el hombre militar toma la palabra- Estos hombres han sido especialmente escogidos por sus habilidades excepcionales: El pelirrojo es un emisario de Julius Diavolo, que como saben es un Perfecto al servicio del Consejo de gran confianza. El hombre grande es un formidable espadachín de las Islas del Este, que ha sido especialmente recomendado por su actual tutor, el Señor Yamamoto; y el tercero es uno de nuestros observadores más imparciales y alguien a quien tengo el orgullo de haber criado como un hijo- el silencio fue total ante la explicación, ninguno de ellos tenía el valor necesario para replicar el argumento que acababan de dar.

-A falta de un miembro más- concluyó Roxian- creo que es hora de que informemos a nuestros “Valiosos Activos” del motivo por el que están aquí.

-No creo que se hayan enterado ninguno de ustedes del verdadero motivo por el que se ha iniciado la Guerra con Nuevo Alexandria- Roxian tomo un gesto pensativo- Pues bien, el portavoz del Consejo, Maese Arcturus, ha diseñado un ingenio que nos podría a la cabeza del Continente en cuanto a Energía Mágica se refiere. Su proyecto, llamado el Gran Arca, sería capaz de suministrar energía a toda una ciudad por muy grande o desarrollada que esta fuera, lo que sería un gran avance tanto en desarrollo como en defensa de la ciudad.

-Por desgracia- hizo una pausa dramática quizás demasiado larga y teatral- Los enemigos de nuestra nación han aprovechado el incidente en las cimas de Wohl para desprestigiar tanto el proyecto como el buen nombre de nuestro portavoz, y por ende, de todo el Consejo- una mirada atenta sabría que no todos los miembros del consejo estaban de acuerdo con esa última afirmación- Es por eso que hemos decidido reunir un pequeño contingente de “Valiosos Activos” para que realicen un viaje hasta la zona donde actualmente se está construyendo el Gran Arca, efectúen una inspección e informen al Consejo de los avances del mismo. Desde hace algunos días no somos capaces de ponernos en contacto con la Base de Construcción, y creemos que un pequeño grupo, además de no llamar la atención de nuestros enemigos, podría hacer un trabajo eficiente.

-Deberán preparar cuanto consideren necesario para emprender este pequeño viaje, y mañana con la primera luz del día salir desde la Puerta del Dragón del Sur.

-Entiendo que les pueda resultar extraño esta solicitud- el hombre del monóculo tomó la palabra- Pero se ha tenido en cuenta las habilidades y recomendaciones de cada uno, y obviamente – mira de forma significativa a Harosuki- Serán recompensados debidamente por sus esfuerzos una vez haya finalizado la expedición con éxito.

-Si tienen alguna pregunta… El Consejo les responderá si procede.

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05/03/2021, 16:53
Trinity Millay

           - ¡Buenos días dormilón, fue una buena noche!    ¡Pero ya es hora de que te levantes para desayunar!    Yo debo adelantarme al trabajo -    Dice con aparente alegría un bella y aun joven mulata de 1.75 metros de estatura, figura atlética y con evidentes curvas cubiertas por un elegante vestido verde y blanco confeccionado con seda y lino y unas botas altas que dan forma por una esculturales piernas labradas con años de ejercicio, quien después de haberse levantado hace un par de hora para hacer ejercicio físico, darse un baño, tener meditación con aromaterapia, vestirse, maquillarse, cocinar, desayunar, darle de comer a Renzo, el pastor alemán del doctor William, otro perfecto de la ciudad con quien mantenía un ocasional romance cuando su trabajo se lo permitía, antes de llevarle a su cama el periódico, darle un beso e impedir que el hombre pudiera reaccionar a tiempo de intentar llevarla de regreso a la cama con arrumacos dulces e incómodos para ella, pero que en ocasiones debía de aceptar para poder mantener la charada que le ofrecía una apariencia estable y respetable ante la sociedad de la ciudad.

           - ¡Buenos días señor Hodge!   ¿Cómo amaneció su esposa hoy?   ¿Se encuentra tan saludable como nuestra bella ciudad?   ¿O acaso tenemos novedades en los periódicos? -     Pregunta la señora Millay al dueño de un kiosko de periódicos por las calles del centro con una sonrisa carismática, de camino al consulado diplomático como si realmente siguiese interesada su situación familiar, para lograr mantener su confianza para ofrecerle toda la información local que ese hombre tan chismoso y perceptivo podía lograr reunir con sus propios recursos debido a una red de chicos repartidores que pasaban a su establecimiento callejero mas temprano y se desplegaban por gran parte de la ciudad, lo que le ayudaba a complementar los huecos de noticias que le daban algunos diarios que iba a recoger y tras conversar un momento para enterarse del chico que robó las manzanas y otros chismes termina por llegar a las oficinas diplomáticas de su distrito natal para sonreír y saludar al guardia Richard, quién parecía admirar la belleza de Trinity con cierto descaro al acercarse, tan solo para componer la figura cuando estuvo frente a él antes de decirle:

          - ¡Buenos días valiente oficial ... Fox!    ¿Sabrá si el embajador ya ha llegado?   ¿O si ha recibido visitas interesantes? -     Conforme la señorita Millay saluda al guardia y le pregunta sonríe y le mira con sutil seducción mientras que recarga sus brazos sobre la barda de la entrada, recargándose solo un poco para que su rostro este a la misma altura sin que tenga que levantarse el hombre y el escote que lleva le distraiga un poco, tan solo por un momento mientras le responde.

Notas de juego

*Notas del Narrador*

No hay Embajadas de otras regiones en la ciudad. Axis City mantiene su ventaja tecnológica mediante el aislamiento que le da la distancia (prácticamente está en la otra punta del mundo)

Y en la época en la que se ambienta, no hay quioscos de periódicos, algunos niños humanos los reparten a mano por unas monedas (el tema imprenta se usa para propaganda y poco más, no hay periódicos organizados, como mucho uno o dos por región)

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05/03/2021, 17:45
Harosuki

Cuando los soldados lo fueron a buscar, Harosuki estaba confundido. Solo lleva unos meses en Puerta Dragón y no habia hacho nada como para llamar la atención de nadie... Aun. Así que no fue capaz de adivinar para que lo estaban llamando unos soldados, de todas maneras, por las mismas razones por las que no entendía por que, sabia que tampoco lo estaban llamando para acusarlo o algo por el estilo, ademas, el deber de un ciudadano correcto era atender a las llamadas de la ley, así que Harosuki no opuso resistencia alguna.

Las calles de Puerta Dragón siempre fueron del agrado de Harosuki, eran mas amplias y habia mucho menos humo en el aire, así que se podía respirar bien, a diferencia de las Islas. Pero lo que si le llamo la atención fue el edificio del consejo. Le parecía que era de mal gusto tener tal monolito a mitad de tan bella ciudad, de todas maneras, no era algo a lo que le prestaría mucha atención de ahora en adelante, pues las cosas estaban a punto de ponerse interesantes.

- ¿Mercenario? -Pensó Harosuki en respuesta a como lo llamo el recepcionista.

Harosuki tiene buena memoria, y como el no recuerda jamas haberse llamado a si mismo mercenario en ningún momento de su vida, le pareció muy extraño que lo llamasen así en el propio edificio del consejo de Puerta Dragón, pues, hasta el momento, para esta ciudad, Harosuki no tenia que sea nada mas que un simple obrero inmigrante. Sus niveles de confusión se elevaron aun mas cuando vio a los otros dos personajes. El aspecto del peli-naranja no le gustaba ni un ápice, con solo verlo no pudo evitar dedicarle una mirada severa. Una persona con la experiencia de Harosuki podía decir fácilmente cuando alguien es un asesino a sangre fría de esa magnitud, y esos ojos le gustaban menos aun. Ese hombre era peligroso. Por otra parte, el chico que estaba allí junto a ellos era normal, demasiado normal como para estar allí. ¿Quienes eran esos dos? No preguntó. De todas maneras, algo le decía que lo sabría pronto.

Cuando entraron a la sala del consejo, la atención del samurái se dirigió primero que todo a la mujer del Kimono. Lo ultimo que Harosuki esperaba ver en Puerta Dragón tan pronto era alguien de las Islas. De seguro esa mujer estaba relacionada con La Corporación, su posición en el consejo lo confirmaba. Tenia que actuar con cuidado. Por otra parte, los demas miembros del consejo no le llamaron mucho la atención, eran el típico grupo de perfectos que pasaban sus días entre papeles y dando ordenes a los de abajo, nada que no hubiese visto ya.

Harosuki se relajo un poco al escuchar las quejas de la mujer del kimono. “Un mercenario extranjero.” Por ahora parecía que ella no lo habia reconocido, eso era bueno, aun así, no podía bajar la guardia.

Harosuki escuchó la explicación del consejo sobre la situación por la cual lo habían mandado a llamar bajo estas extrañas circunstancias.

- Yamamoto, ¿que le dijiste a estas personas? Deja a tomar decisiones sobre mi sin consultarme.

Esta ya era la segunda vez que Yamamoto hacia algo que afectaba a Harosuki de forma importante. Cuando regresase al apartamento tendría que tener una conversación con su amigo. El panorama ya estaba mas claro, las identidades de los otros dos hombres seguían siendo un misterio en gran medida, pero por lo menos ya entendía porque estaban allí en primer lugar, aunque eso no significaba que habia dejado de desconfiar en ellos. Harosuki no se perdió de la mirada del hombre del monóculo, aunque fingió que no se percato. ¿Ese hombre sabia quien era Harosuki? A juzgar por su comentario y la mirada, las posibilidades son altas.

- Tengo una pregunta -Alzó la voz cuando dijeron que podían preguntar- Mencionaron un incidente en las cimas de Wohl. Por lo menos, yo no estoy informado sobre esa situación, ¿podrían explicarnos que ocurrió? Y por otra parte, tengo que confirmar -La expresión de Harosuki se torno mas seria y hasta un tanto sombría- ¿Podemos esperar entrar en conflicto?

A juzgar por el tipo de personas que buscaron, es muy probable que los miembros del consejo estén esperando que se derrame sangre, entre otras cosas por supuesto.

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05/03/2021, 18:05
Maxwell Abbadon III

La mañana aparecía por el horizonte y empezaba poco a poco a filtrarse la luz del sol por la ventana de mi habitación. Una vez desperté miraba al techo, mirando hacia mis lados para ver como ahora las sábanas estaban algo desarregladas: No tuve un bonito sueño, o siquiera uno tranquilo, a lo que me estaba moviendo a cada rato hacia los lados, incluso tratando de buscar alguna posición cómoda para descansar pero en ningún momento la encontré. SOlté un ligero gruñido mientras me levantaba de la cama, o al menos trataba, sentándome en el filo de esta para ahora mirar una esquina de la habitación en donde estaba tirados mis zapatos, contemplando la nada hasta que me levanté.

Fui hasta el baño, me di una ducha y luego empecé a prepararme unos huevos revuelto con tomate y un pan algo duro que quedaba de ayer, algo más para aguantar para probar la buena comida de Vow, hasta incluso puede que haya sido un desperdicio el haber cocinado, pero fue algo automático. Lo siguiente fue ponerme la ropa de siempre, guardarme las armas y el cuchillo y luego fui hasta la calle, saliendo para saludar así al Barrio Rojo, mirando a varios artistas en la calle, empezando a sonar algo de música en la zona. 

Por más ruidosa que fuera el Barrio Rojo en la noche, tenía su encanto, pero sobre todo tenía cerca el bar de Vow. Con un caminar calmado me dirigí hacia este, mirando el letrero sobre la puerta que decía "La Bala Perdida", y a un lado de la entrada, con varias personas hablando y fumando una pizarra que estaba escrito con tiza "Abierto", seguido con un menú pequeño del desayuno que servirían ese día. A pesar de haber comido relativamente hace poco ya se me hizo boca comer algo que de verdad tuviera sabor a comida, algo recién hecho con la calidad que solo los cocineros de Vow sabían preparar. Y apenas cruzo la gruesa puerta de metal que separa la calle con el establecimiento puedo escuchar el sonido de una guitarra, y allí en el pequeño escenario se encontraba el mismísimo Vow, cantando como solía hacer, acompañado por una banda.

Vow empezó a cantar con esa voz rasposa y grave que había sido dañada por todos esos cigarrillos que había fumado por lo largo de su vida, pero igual la letra y la melodía de la canción, todo junto lo hacía sonar muy buena, un toque algo deprimente, pero nada como para morirse en este momento. Con una leve sonrisa me dirigí hasta la barra, le pedí a la chica Liz cualquier cosa del menú del desayuno que piense que podría gustarme y un vaso con jugo de naranja, mientras tanto miraba hacia el escenario como aquel vejestorio y buen amigo mío cantaba sin problemas al público que tenía, que a esa hora se trataban más que todo de personas que habían amanecido aquí bebiendo y otras que venían a desayunar, en su mayoría cazarrecompensa que conocía, y alguna que otra persona común que le gustaba este ambiente.

Con el desayuno ya listo lo más que hice fue comer, mientras que la canción de Vow ya estaba por terminar. Le pedí a un sujeto que estaba al lado mío el periódico cuando terminó de leerlo, y así, en un lugar que era más como un Hogar que mi propia casa, empecé a leer el periódico, para ver que cosa interesante había pasado.

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05/03/2021, 18:47
Tobias

Jason estaba sentado a mi lado comiendo los tajos de naranja uno por uno mientras yo seguía jugueteando con las semillas que habían quedado en mi boca, aunque nos manteníamos callados mirando la multitud que se encontraba en la plaza, las pocas palabras que soltábamos a veces era para regatear el precio de sus pinturas, aquel azabache era demasiado paciente con los clientes siempre parecía mantener un tono de voz calmado aun cuando se esforzaba tanto que sus manos tenían uno que otro corte, incluso cuando aun tenia la rojiza marca en la cara por el golpe frutal no me insultaba o trataba de devolverme un golpe, podría pasar mas tiempo junto a el no era molesto ni mucho menos alguien que limitara a los demás pero tenia deberes que cumplir.

Me levantaría de mi lugar y sacudiría el polvo de mi pantalón ojeando a los alrededores antes de poner mi mano sobre el hombro del contrario -Me han llamado a una importante reunión así que debo dejarte aquí solo- Mis palabras parecían una mezcla de burla y de decepción pero el solo respondería quitando mi mano de su hombro "Pensé que nunca ibas a esas reuniones, no te preocupes si algún guardia llega preguntando por ti diré que eres un Vándalo del cual no se nada" Sonreí de medio lado por sus palabras me alegraba que supiera que hacer si me volvía alguien buscado no quería arruinar su vida por una mala amistad -Que cruel eres iré a la reunión porque los perfectos estarán ahí, pero al menos sabes cuidarte sin mi- Con un ademan de mi mano me despediría de Jason y empezaría a caminar perdiéndome entre la multitud,.

Caminar desde cualquier parte de la ciudad al centro de la misma podía ser cuestión de minutos pero en mi caso no siempre solía ser así, la gente me llamaba para informarme de fallos en el luces puertas también para quejarse de las misteriosas marcas de pinturas que aparecían por las noches, aunque algunos comprendían que tenia mas ocupaciones y trataría de ayudarlos cuando me fuera posible aunque habría otros individuos que no serian nada comprensivos los cuales me obligarían a escapar entre la multitud para poder cumplir con mis demás obligaciones.

El edifico del consejo era un horro arquitectónico en mi opinión no podía evitar pensar que el edificio se mantenía a pie por pura suerte era una sorpresa para mi que despues de tanto tiempo no se hubiera pensado en reconstruirlo o al menos hacer un par de revisiones a la estructura, pero eso también significaría mas trabajo para mi por lo que me encontraba un poco agradecido de no tener que hacerlo, el perfecto que ejercía como recepcionista tenia lentes algo que llamaba mi atención seguramente era objetivo de susurros por la espalda por sus ojos, ver los hombres armados no era especialmente agradable en cualquier momento podrían someterme y arrestarme por vandalismo pero mi sorpresa fue otra al ver a los 4 perfectos que estaban en el centro de aquel salón.

Al verme junto a otros dos humanos pensé que la situación era mejor de lo esperado ya que no cargaría con la culpa yo solo pero la compañía no era mucho mejor, el pelirrojo lo había visto un par de veces era como un muñeco al servicio de su amo, era mi opuesto en demasiados aspectos mientras que el otro hombre lo recordaba estaba a mi lado al momento de robar las naranjas aunque no sabría si notaria mis justificables acciones, mirando hacia otro lado evitando el contacto visual la voz de la Perfecta llena de criticas y reproches llamaría mi atención, sus palabras eran bastante afiladas mire mi ropa preguntándome si parecía un limpia calles o era su forma de referirse a cualquiera que trabajara en el mantenimiento de la ciudad, aunque su mirada era fría y llena de intimidación daría mi mejor sonrisa esperando que no fuera tan dura conmigo lo que había parecido funcionar.

Al ver tomar la palabra al perfecto que conocía desde que era un bebe una cara de incomodidad se dibujaría en mi rostro, mas de una vez habría escuchado salir de su boca que me quería ver ejerciendo un cargo militar no sabría si esto seria una redada para dejarme sin la posibilidad de negarme, cada palabra que daba era mas intimidante pero un suspiro de alivio salió de mi boca cuando lo vi frenar sus palabras, le daría un vistazo y con una sonrisa nerviosa movería mi mano un poco saludándole aunque mi gesto no seria respondido de ninguna forma seguiría sonriendo de una forma mas alegre, la conversación seguía avanzando mientras mas nos informaban de la situación entre manos miraría a los presentes fijamente para recordar bien el rostro de cada uno, con un movimiento lleve mi mano a el mentón de una forma pensativa -Eso quiere decir que debemos informa sobre la situación del arca, yo tengo una pregunta, en el hipotético caso que la base de construcción haya sido destruida o tomada por el enemigo ¿Cómo debemos proceder?, podríamos regresar aquí e informar de la situación, una infiltración seria arriesgada con un grupo tan pequeño pero también podría ser la mejor opción, en un caso si no logramos llamar la atención podríamos cambiar el objetivo de una inspección a una exploración para tratar de identificar a los responsables- Tantos años de ser persuadido para convertirme en militar me habían dado una mente algo afilada para evitar los conflictos innecesarios.

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05/03/2021, 19:26
Director

Caminabas por la ciudad dispuesta a realizar tus tareas cuando tus sentidos entrenados te avisaron de un peligro inminente. No necesitabas mirar directamente para saber que desde hacía un rato un hombre con mal gusto para la moda y una coleta ridícula te seguía desde hacía dos calles.

Después de un rato de jugar al ratón y al gato, torciste un callejón y esperaste a que tu improvisado admirador pasara por delante de ti sin ni siquiera percibir tu presencia.

Antes de que pudiera decir nada, tenía uno de tus cuchillos sobre el gaznate y tus ojos le miraban con frialdad homicida.

-Eh, tranquila señorita- el hombre tenía los mismos modales que un cualquiera de la calle, aunque su ropa era de una calidad excelente- Soy un mensajero de Maese Arcturus, el… el Portavoz del Consejo de la ciudad. Sabía de su presencia en la ciudad y me ha pedido que la acompañe hasta su mansión… NO… no es necesario… que me mate… Solo… solo soy un recadero...

Para ser un suplicante, la verdad es que lo hacía terriblemente mal, o estaba mintiendo.

Con todo, te picó lo suficiente la curiosidad para hacerle caso. Dentro de lo malo, podrías practicar puntería con su cadáver una vez hubieras terminado de torturarlo.

 

El Distrito de la Corona era casi como una ciudad en sí misma. Todo el Distrito estaba rodeado de unas altas murallas de piedra gris salpicadas por atalayas de guardia desde donde Guardias obviamente Perfectos controlan las entradas y salidas. Tras las murallas estaban las espléndidas mansiones de los nobles humanos, caseríos no demasiado grandes ni ostentosos desde fuera con discretos jardines bien cuidados. Serpenteando por la avenida principal perfectamente pavimentada y con un mantenimiento impoluto, se llegaba hasta el centro del Distrito, que era un inmenso parque lleno de verdor y fragancias. En el centro del mismo había una amplia plaza con bancos para charlar de cientos de trivialidades, y varios juegos donde los hijos de los nobles podrían desgastar sus inagotables energías, siempre bajo la atenta mirada de sus niñeras, demasiado temerosas de sus señores como para quitarles el ojo de encima mientras sus despreocupadas madres conspiraban las unas contra las otras. En torno a este parque se encontraban, acinadas unas junto a otras, las casas de los Emisarios. Casas no demasiado ostentosas, de dos plantas, pero sin jardín. En frente de algunas de ellas se podía ver alguno de esos carromatos sin bestias que ahora se habían puesto de moda, una muestra más del estatus al que muy pocos podrían llegar. La ciudad había crecido bastante, y era un medio cómodo de transporte, aunque algo excesivo.

Más allá de las casonas de los emisarios, atravesando un paseo tan amplio como para que pudiera desfilar un ejército estaban las grandes mansiones del consejo. Edificios capaces de albergar su propia guardia personal, con enormes muros de piedra blanca que por los que se asomaban hiedra y enredaderas desde el otro lado. Cada una de las mansiones había sido construida sobre una colina artificial (creada mediante geomancia durante las primeras eras del Consejo) para que fueran visibles desde la distancia, como impresionantes monumentos al poder de los Perfectos.

Llamaba la atención que, para lo cuidado que estaba todo el distrito; sin basura por la calle o arroyos de aguas fecales recorriendo los cuidados adoquines, las murallas y algunas de las farolas de las calles estaban salpicadas de carteles con le efigie del sucesor actual del Emperador Dragón, un joven llamado Irion.

Incluso en un sitio tan refinado, los seguidores del Linaje del Emperador se abrían paso.

Eres llevada a pie por el mensajero hasta la otra punta del Distrito, donde están las residencias de los Miembros del Consejo. Para ser humano se movía con paso ágil, y casi te sorprendió que dijera la verdad, aunque también estabas un poco decepcionada.

Tras pasar de largo por unas impresionantes mansiones llegaste a una gran plazoleta con el centro adornado con una hermosa y sencilla fuente de aguas cristalinas. La presencia militar era francamente impactante en el exterior del recinto amurallado, y cuando pasaste a través del enrejado metálico, dejando atrás a tu improvisado acompañante, notaste que la presencia era, si cabe, aun mayor.

La entrada de la mansión son dos enormes puertas de caoba labrada daban paso a un sencillo recibidor alfombrado donde uno de los miembros del servicio del Perfecto esperaba a la recién llegada. Era un hombre mayor, un humano de unos cincuenta años que tenía porte elegante y distinguido al que los años le habían tratado bien, vestía pulcramente y tenía las manos enfundadas en unos elegantes e impolutos guantes blancos. No tienes que esperar demasiado para que el ayudante te lleve directamente al despacho del señor de la casa.

-Con permiso… su señoría- la voz del hombre era apenas un hilo, pero estaba en el volumen más que correcto para se le oyera con nitidez- Ha llegado la invitada que esperaba.

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05/03/2021, 19:27
Maese Arcturus

El Perfecto se acerca a ti y estrecha tu mano entre las dos suyas con calidez y fraternidad antes de ofrecerte el único asiento en su estudio. La sala es bastante espaciosa, con una enorme cristalera en la pared oeste que daba paso a un pequeño jardín lateral. Al fondo de la sala hay una estantería llena de libros, algunos aparentemente muy antiguos que llenan la pared de lado a lado y hasta el techo, mientras que a la derecha se pueden ver varias mesas con instrumentos de alquimia, aparatos tecno-mágicos y toda suerte de tomos arcanos y códices.

-Lamento mucho apartarla de sus labores, Emisaria Trinity pero no habría reclamado vuestra presencia de no ser de suma importancia- Arcturus mide ostensiblemente sus palabras y las elige con mucho cuidado mientras habla- Desde el momento en que supe de vuestra presencia en la ciudad estaba deseando una audiencia privada con vos, una lástima que sea en circunstancias tan…. Precarias.

-Iré directo al grano puesto que el tiempo de ambos es muy valioso. Recientemente el Consejo ha decidido apartarme de mi obra más ambiciosa, el Gran Arca- hace una pausa dramática mientras empieza a pasear por la habitación- Es el Proyecto de mi vida, y he dedicado todo mi patrimonio y mi propia reputación por el bien de este proyecto. Con este ataque mis enemigos pretenden apartarme del Consejo usando falacias y mentiras, acusándome de desastres infundados…

-Es por eso, que el Consejo, llevados por el miedo, y la prudencia, ya que llevamos cinco días sin poder comunicarnos con la Base de Construcción, ha decidido crear una expedición de confianza para supervisar el avance de la construcción de la misma y asegurarnos de que no hay peligro alguno.

-Personalmente necesito de sus conocimientos para que sea mi representante dentro de la expedición- vuelve a tomar asiento y te mira directamente a los ojos con confianza- Considero que su intachable reputación puede arrojar luz sobre este valioso proyecto. No podría dejar semejante misión fuera de manos tan eficientes como las vuestras y de paso asegurar que el resto de la expedición mantiene su neutralidad.

-Se les dará el día de hoy para hacer los preparativos pertinentes y mañana a primera hora deberán reunirse con el resto de los miembros en la Puerta del Dragon del Sur. ¿Alguna pregunta, Emisaria Trinity?

 

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05/03/2021, 19:36
Director

Un hombre que llama poderosamente la atención entra apresuradamente en el bar. Viste bastante bien para esa zona, aunque por las pintas parece ser algún tipo de mensajero del Consejo.

Revisa desde la entrada a cada uno de los presentes, como si buscara a alguien, y cuando finalmente encuentra tu mirada, se acerca a ti a la carrera.

-Señor Maxwell Abbadon- el hombre apenas se da un momento para recuperar el aliento y estrechar tu mano con las suyas- Un verdadero placer. Conozco su trabajo en la guardia, una verdadera lástima lo que ha pasado… espero que todo le vaya bien…- traga saliva ruidosamente- me ha costado más de lo esperado dar con usted. El Consejo le ha convocado en persona por un asunto de suma importancia…- rebusca entre los pliegues de su ropa y finalmente saca una carta sellada con el sello del Consejo, cuando la abres tranquilamente descubres que, efectivamente se te había llamado de urgencia… y que debías estar allí hacía media hora…

 

El Edificio del Consejo estaba situado en el centro geométrico de la ciudad. Se había despejado varias manzanas de los Distritos de los Helechos y las Espadas para poder situar una sencilla plaza de piedra blanca adornada con varios árboles y asientos, rodeados de hermosas fuentes sencillas y funcionales que daban un aspecto de parque tranquilo donde poder pasear por el centro de la ciudad.

Pero en el centro de la misma, rompiendo con todas las estéticas posibles de la Región estaba el edificio del consejo, un horror de la arquitectura de los Tiempos Heroicos que había sido trasladado desde Tres Ríos. La monstruosidad ocupaba lo mismo que una mansión de un Perfecto, con enormes ventanales terminados en formas imposibles y rematados por intrincadas columnas de piedra con la más fina de las hiedras labrada en la misma piedra. Cada capitel estaba rematado con una gárgola de exquisito detalle que estaban armadas con intrincadas armaduras de piedra, y los rostros de las mismas habían sido esculpidos para darles incluso personalidad propia.

Todo el edificio estaba fuertemente vigilado, tanto en el perímetro como en la plaza por toda suerte de soldados armados y templarios que lo defenderían con su vida de ser necesario.

La entrada del edificio de dos plantas era una impresionante puerta doble de madera rojiza que estaba adornada por un arco recargado hasta la ostentación más ridícula, con unos pomos en forma de mujeres de cola de pez en posiciones aparentemente imposibles. Más allá de las puertas, en la recepción, la ostentación no paraba. Se había colocado junto a las ventanas unos divanes de terciopelo escarlata que resaltaban sobre el interior en blanco y detalles de madera. A pocos metros de la puerta estaba la recepción, donde un Perfecto con unas gafas redondas ofrecía a las visitas un enorme tomo donde debían registrar sus firmas a diario. El lugar de trabajo del recepcionista era un hermoso mostrador en madera rojiza finamente tallado y adornado en dorado en las sinuosas formas. A ambos lados del recepcionista esperaban dos hombres armados y por detrás de estos se podía ver una gran puerta doble que daba paso a la sala de Reuniones del consejo, más dos laterales para las tribunas, bastante más pequeñas y menos ostentosas.

Los dos soldados te dejaron justo en la recepción, frente a los ojos fríos de un pez muerto que te miraban tras unas espantosas lentes.

-El pistolero- su voz era monótona y no desprendía ningún tipo de emoción- Lamentablemente llega tarde. El Consejo está reunido y no pueden ser molestados por el momento. Tendrá que esperar aquí.

Apenas esperas unos minutos cuando uno de los soldados de las puertas laterales se acerca al recepcionista, que te mira con ojos de pez muerto.
-Puede pasar después de registrar su firma señor...- cuando mira el registro su mirada cambia por una de sorpresa- Señor Maxwell, el Consejo espera

 

El interior del Consejo era un enorme espacio desperdiciado: dos pisos con tribunas para el público que ahora se encontraban vacías y una gran sala de unos quince metros de largo con una impresionante alfombra roja y dorada cubriendo el suelo hasta una pequeña plataforma donde se situaba una mesa en forma de U. Encabezando la mesa estaba el Presidente del Consejo, el Señor Roxian, un hombre al que la mala vida y el estrés de gobernar una ciudad le habían pasado factura, con enormes ojeras como surcos negros bajo sus ojos enrojecidos y unas profundas arrugas estropeando lo que antaño fuera un bello rostro lozano. A su derecha se sentaba un hombre elegante, vestido de un blanco inmaculado con varias medallas y galones militares. A la izquierda de Roxian había un hombre delgado y entrado en años sin un solo pelo en la cabeza que lucía un curioso monóculo y ropas elegantes que combinaban el amarillo pajizo con el gris. Más allá del hombre de amarillo había un hombre relativamente bajo y bastante grueso, con el pelo escrupulosamente pegado a su cabeza y peinado hasta resultar ridículo. El hombre vestía de un riguroso negro con adornos en dorado y plata, y justo en frente de él había una mujer, de rasgos extranjeros que la identificaban como nativa de las Islas de Cristal, vestida con un elegante kimono rosa adornado de motivos florales de color perla y unas ostentosas agujas de jade verde sujetando un elaborado moño por encima de su cabeza.

A unos metros de la mesa del Consejo puedes ver en pie a un impresionante hombre de piel oscura, un joven de aspecto agradable y al misterioso hombre de pelo naranja con el que en alguna ocasión has trabajado en la captura de algunos de los criminales más molestos de la ciudad.

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05/03/2021, 19:51
Presidente Roxian

-Me alegra saber que las noticias no corren tan rápido. Como saben estamos en guerra contra Nueva Alexandria, y la Cima de Wohl es el campo de batalla de uno de nuestros últimos asaltos, suficientemente lejos de cualquier lugar de interés… y lo que ha pasado… prefiero no entrar en detalles.

-Si se ha pedido la presencia de un diestro guerrero, es porque esta tierra es insegura, y queremos que nuestra pequeña expedición llegue sana y a salvo. Consideramos a cada uno de los miembros como “Activos Imprescindibles” para nuestra comunidad; aunque ya he observado que falta uno de los convocados…

-Con respecto a su objetivo, es simplemente informar del estado del Arca y sus posibles peligros. En caso de que el Arca o la Base de Construcción hayan sido tomados por el enemigo, les recomendaría que se infiltraran con la mayor discreción posible y reunieran cuanta información pudieran. El sabotaje o pérdida del Arca es absolutamente inadmisible, y no estamos interesados en un conflicto abierto.

-Tanto el Proyecto Arca como su ubicación son alto secreto del Consejo y esperamos que no se encuentren problemas una vez hayan llegado.

Hace una pausa cuando la puerta se abre tras vosotros, dando paso a un hombre de aspecto serio, pero bien vestido y armado con dos pistolas que os mira con curiosidad.

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05/03/2021, 19:56
Presidente Roxian

-Finalmente está el grupo al completo- afirma Roxian con sorpresa- Precisamente estaba explicando los pormenores de esta pequeña intervención. Tengo entendido que los Señores Abbadon y el Emisario de Julius Diavolo han trabajado juntos anteriormente, por lo que le dejaré a él que le explique a nuestro exguardia el motivo de nuestra especial convocatoria.

-Me gustaría explicárselo personalmente- todos os dais cuenta de que está mintiendo deliberadamente- Pero el tiempo del Consejo es muy escaso y tenemos otros asuntos que tratar. Si tienen alguna duda más… los detalles más insignificantes se los podrá dar el Jefe de Guardia mañana en la Puerta del Dragón del Sur; pero aún disponemos de algo de tiempo para ayudarlos.

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05/03/2021, 20:17
Maxwell Abbadon III

Todo fue muy repentino, en un momento estaba tranquilo comiendo mi segundo desayuno, cuando de la nada alguien entró al bar, un chico que al parecer conocía lo que hice, pero luego de eso me encontraba corriendo todo lo que podía hasta llegar al Edificio del Consejo, ya que tal parecía que llegaba tarde. A pesar de los años que tenía igualmente conservaba mi buen físico, tal vez había sudado un poco pero nada de que alarmarse.

-Sí, buenas, vengo a una reunión del Conse...- Y entonces fui interrumpido por el recepcionista, un hombre con los ojos como si acaso no tuvieran vida, con una voz muy monótona y sin emoción ninguna antes de mandarme a esperar. Por más tarde que estuviese tenía pensado dar alguna excusa, no tenía planeado tirar bajo el autobús a aquel chico que me estuvo buscando para avisar de la reunión, pensaba echarme la culpa con que estuve fuera de casa o algo parecido, pero ahora perfectamente podría decir que el recepcionista me dejó un tiempo esperando, ¿Cuanto? Eso ya dependería de lo que pensaran los Perfectos.

Me limité a asentir con la cabeza y fui hasta uno de los sillones de ese lugar, cruzando mi pierna derecha sobre la izquierda y dejando mi sombrero a mi lado, solo que al rato, cuando un guardia que estaba junto a la puerta dijera que podía pasar ver esa sorpresiva cara de sorpresa. Alcé una ceja como en duda, pero no dije nada y entré a la sala. Y allí estaban: El Presidente Roxian y al parecer gente que no era del consejo... Incluso una mujer de las Islas de Cristal por esa vestimenta que tenía. Pero mi atención fue los que estaban frente a la mesa del Consejo, un grupo muy variado que entre ellos estaba Virgilio. Mientras el Señor Roxian me daba lo que parecía ser una bienvenida tomé la punta del sombrero e incliné un poco la cabeza como un saludo a los presentes, antes de quitarme el mismo para mostrar mi cabello de color negro y con un par de canas a los lados, mientras me colocaba junto al grupo. -Es un gusto verte Virgilio.- Saludé en voz algo baja en esa pausa entre el Señor Roxian y Julius Diavolo la información que tenía que decir... O al menos la excusa que tenía que decir seguido con instrucciones.

-Perdonen mi atrevimiento, pero al menos me gustaría un pequeño resumen para saber el porqué fui solicitado para presentarme ante el Consejo.- Dije mientras llevaba ambas manos a mi espalda, con la mano derecha sujetando el sombrero y la izquierda tomando mi muñeca.

 

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05/03/2021, 20:46
Virgilio

 Escuchar como aquellos humanos más privilegiados habían decidido alzarse contra los poderes de Puerta Dragón era algo que no dejaba de sorprender a Virgilio, siendo alguien que conocía muy bien el deseo de querer ir en contra de las cadenas y hacer justicia… Más aún así conocía su lugar, y era uno del que realmente no se quejaba.

 -El consejo seguramente no se querrá manchar las manos hasta que varios perfectos importantes les metan presión… ¿Pero quién querría hacerse responsable de silenciar a las personas…? -la vida de un humano era dura, pero la de los Perfectos también lo era: debían cuidar cada uno de sus actos, y por más que tuviesen cosas en mentes no podían permitirse manchar su imagen socialmente.

 Pero sería aquella carta lo que provocaría cierta curiosidad a la marioneta debido a la reacción de su amo, escuchando entonces como nuevamente tenía trabajo para hacer.

 -Cumpliré con sus expectativas… -sería lo único que respondería antes de dedicarle una respetuosa reverencia a su amo, dispuesto a partir cuanto antes a completar el encargo.

 Una vez en aquel exagerado lugar, construido y disfrutable únicamente por los perfectos que deseaban rodearse de los mayores lujos posibles, anunciaría mi llegada al recepcionista sin esperarme un trato distinto al que me había dado. Un simple asentimiento de cabeza confirmaría que le había entendido y que esperaría pacientemente, siendo que era inútil criticar, incluso en mis pensamientos, la manera en la que me trataba por ser “humano”...

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05/03/2021, 20:47
Virgilio

 Entraría a aquella sala, acompañado por los otros dos, llevando ambas manos en los bolsillos de mi gabardina, con aquella mirada inexpresiva y un tanto vaga que no le quitaba seriedad a mi figura. Los comentarios del recepcionista, los del propio consejo… Peores cosas había escuchado, seguramente se estaban conteniendo precisamente por estar en presencia de otros perfectos y no querer demostrar que podían ser peores que ellos…

 No necesitaría dar un vistazo a mis acompañantes para empezar a sacar opiniones de ellos a partir de lo que decía el consejo, siendo que podía asegurar que ambos habían hecho lo mismo... Ciertamente el samurai parecía ser de los tres el más fuerte en términos físicos, pero mucho músculo usualmente significaba ausencia de cerebro. Por otro lado, el chico no parecía destacar en nada en particular más allá de su visible carisma: Habilidades físicas, mentales, sociales… ¿Faltaba realmente un miembro en ese grupo…?

 Decidiendo no perder más tiempo pensando en quienes serían mis compañeros en aquel encargo, escucharía los motivos del consejo para reunir a un grupo de humanos y llevar a cabo un trabajo que algún perfecto no podría hacer. Escucharía en completo silencio, memorizando las órdenes y las expresiones del consejo al darlas, así como las explicaciones sobre el asunto y las dudas soltadas por los dos humanos. Cada vez el asunto parecía más un intento de ocultar un proyecto secreto que no querían que saliera a la luz: algo normal cuando los Perfectos eran los encargados de dicho proyecto…

 Dado que no había dicho ni una sola palabra desde que había entrado a aquel lugar, seguramente a nadie le sería sorpresa el hecho de que no tendría nada para preguntar, como si ya tuviese en mente lo que el consejo querría en un caso u otro, más lejos de ser una estatua voltearía a recibir con la mirada al último integrante del equipo, alguien que a diferencia de los otros dos ya me era familiar.

 -Maxwell… -le dedicaría un único asentimiento de cabeza a modo de saludo antes de atender a las palabras de Roxian, y a la propia petición del recién llegado. -. En resumen, nos enviarán a investigar que el proyecto secreto del consejo siga por buen curso, relacionado a una invención capaz de dar energía a toda una ciudad y que solamente nos daría avances y ventajas... Parece que una batalla perdida contra Nueva Alexandria les ha dejado sin novedades sobre el proyecto, y tenemos que ir a investigar, informar, y solucionar los problemas que podamos encontrar sin llamar la atención… -una vez dado un informe, un tanto vago, sobre nuestro motivo para estar allí reunidos, mi mirada volvería hacia el consejo, aún con las manos en la gabardina. -. ¿Las entidades que representamos tendrán algún beneficio social con el resultado del Arca? Dudo que vayan a dar crédito a humanos, pero mi señor merece que se mencione su ayuda para que el proyecto fuese realizado con éxito...