Partida Rol por web

El hombre ardiente escuchó las palabras del enmascarado. Su ofrecimiento. Un enmascarado acompañado de un demonio, o un mutante. No habían negado que fueran mutantes. Prometheus respiró inconscientemente con más fuerza. Estaba atrapado en ese maldito almacén y sus compañeros no estaban sirviendo a sus planes.

Entrecerró los ojos, no se fiaba de éstos dos pues no los conocía. Pero siempre podía seguirles la corriente y tratar de sacarles algo.

- De acuerdo.

Pronunció y esperó un segundo.

- He perdido a uno de mis camaradas. Por lo que sé, un grupo de negros de Harlem venció a algunos de mis sicarios recién creados y raptaron a la mujer que les acompañaba. Imagino que para extorsionarme, o algo más depravado.

Al pensar en aquello su expresión mostró preocupación, el primer sesgo de humanidad que pudísteis ver en su rostro.

- He creado dos soldados más y he mandado a buscar más candidatos. Pero "la forja" es un proceso lento que necesita dedicación. Así pues, ¿qué podéis hacer respecto a ésto?

-Se me ocurre.- Sugerí lentamente.- Que podríamos apoyar a tus enviados. Protegerlos. No es por criticar tus creaciones, pero si unos negros los han despachado no parecen muy poderosos...

No pretendía ofenderlo, sino hacerle ver la realidad de los inútiles que eran sus soldados.

-Respecto a nosotros, nuestra fama nos precede.- Dije con una sonrisa que no pudo ver. Entonces deje caer la pregunta que más me interesaba de un modo casual- ¿Entonces tu eres el jefazo? ¿O deberíamos presentarnos ante tu superior?

De modo que esa mujer es importante para él, un punto débil a explotar...

Esa mujer podría ser inocente, Shazael...

Mejor aún, Dominic, adoro la inocencia, jiajaja... Pero eso da lo mismo. Esa mujer es una herramienta, una posible ventaja. No es preciso hacerla daño, tan sólo que él crea que lo haremos. O puede que ella pueda ablandar esa cara de piedra incandescente y hacer que este idiota se piense lo que está haciendo. Se que algo así te gustaría, aunque yo prefiero cortarlo en rodajas...

Aunque, eso sí, debo reconocerte que el almirante es bueno en lo suyo. Sus comentarios y preguntas sin tan acertados que podría haberlos hecho yo mismo un día de resaca, si sabes a qué me refiero. Ya sólo falta que el grandullón pique el anzuelo...

Una figura femenina se dibujó en al aire, primero como pequeños trazos que se completaron para mostrar a Clea, la hechicera. Flotó en el aire durante un momento.

- Vine a interesarme por vosotros, querida Totem. Sólo tengo unos momentos, pues Stephen requiere de mis cuidados.

La mujer observó a Sónica, quien no parecía conocer.

- Noto algo místico en ti... - comentó despacio. - Puesto que no nos conocemos, me presentaré. Soy Clea. Veo que ayudas a los marcados en esta misión.

Prometheus se cruzó de brazos. Máscara roja comenzaba a ponerle nervioso.

- Yo soy Prometheus. Morpheus, Dios de los sueños me ha revelado mi naturaleza. Soy un dios, como él. No sirvo a nadie de este mundo. Ahora bien, aún no me habéis dicho quiénes sois vosotros.

¿Podía Rondador Nocturno cambiar de color? ¿Este Máscara Roja, podría ser cíclope? No terminaba de fiarse.

- Esos negros tienen poderes. Si montáis bronca en Harlem aparecerán. Mis compañeros ya vienen en camino y podremos organizar una emboscada.

Se le ocurrió decir. Parecía una maniobra inteligente.

- Cuando eran tres, perdieron, pero ahora son cuatro, más la ayuda de esos demonios que te sirven.

Lo único que podíamos hacer en aquel sitio de mala muerte era esperar hasta que los otros dos descubrieran algo de interés y, entonces, quizá podríamos hacernos cargo de esa bestia que estaba ahí dentro. No podía ver nada, pero sí que escuchaba lo que estaban diciendo y eso no ayudaba para nada a mejorar mi humor.

Miré hacia arriba, tratando de relajarme un poco, cuando caí en la cuenta de lo que se estaba aproximando. Esto no es casualidad... tengo que avisar a los otros. Las palabras de aquel ser concordaban con lo que yo estaba viendo, así que miré a Tótem y me di cuenta de que ya no estábamos solas, sino que alguien más se había unido a la fiesta, aunque no parecía enemigo. Su pregunta me pareció irrelevante en un momento como este, pero cada uno preguntaba lo que le interesaba.

-Soy Sónica, estoy buscando a mi hermana- respondí de forma escueta. Eso de los marcados me sonaba a lo que me había dicho Tótem, pero conocía tan poco sobre esos detalles que no podía añadir más. Señalé al cielo para que ellas vieran lo mismo que yo- Vienen cuatro seres hacia aquí, creo que son los ayudantes del grandullón. ¿Tenéis algo para avisar a los demás? Si nos ven estaremos en problemas.

Dawn continuaba tratando de llevar a aquel tipo a su terreno, mientras parecía que Shazael no lo facilitaba precisamente.

Al menos parece estar controlándose.

Entonces avisté aquellas cuatro columnas de humo, al mismo tiempo que Clea se presentaba ante nosotros, y Sónica también indicaba la presencia de lo que parecían ser los esbirros del llamado Prometheus.

-Estarán dentro en cualquier momento. Mientras los nuestros mantengan su coartada no debería haber peligro, pero si les descubren… Serán cinco contra dos. – cerré los ojos para comunicarme con el cuervo sombra, que se encontraba en el interior. – Colton, intenta advertirles, por favor. Cuatro individuos más se dirigen hacia el interior. Después te agradecería que fueras a ver qué hacen Tornado y Psiónica. 

Volví a abrir los ojos, y eché un vistazo a Clea y Sónica.

- Cuando Colton salga del almacén perderé el contacto con el interior, confío en vuestro bien oído.

-Ya te hemos dicho quienes somos.- Dije mirando a mi compañero.

El diablillo del Capitán parecía poca cosa al lado de aquel ser que decía ser un monstruo. Intenté pensar en todas las posibilidades. Dudaba que aquel monstruo fuera a darnos mucha más información, y cada pregunta acercaba más a sus ayudantes.

-Lo que pasa con los planes tan elaborados es que fallan, se te desvía algo un poco de su objetivo y todo se viene abajo.- Dije lentamente.- La improvisación puede resultar mucho más ventajosa en ocasiones. Por ejemplo, ¿Qué pasaría si tus lacayos sufrieran una emboscada aquí? O aun peor, ¿Qué pasaría si intentaran buscarte aquí pero tu hubieras sido teletrasportado como por arte de magia a 15 kilometros al Norte de nuestra posición?

En ese momento miré a Shazael, esperaba que lo hubiera entendido, y que pudiera hacerlo, con mi velocidad de vuelo no debería tardar más que un minuto y poco en llegar. Fuera como fuese ahora mismo necesitaba una distracción, así que generé un disco de luz y se lo lancé a aquel ser.

- Mmm... No tengo un silenciador, no. Supongo que podríamos abrir la llave de paso. O hacer un esfuerzo máximo...

Doy una vuelta, buscando alguna idea, cuando algo capta mi atención...

Y ahí se va por la borda cualquier atisbo de buen liderazgo por parte de tu almirante.

¡Te ha hecho un gesto, lo has notado! ¡Te pide que actúes! ¡Vamos!

Ains... Humanos... No comprendéis nada, ni siquiera tú. Si tu aspirante a líder se hubiera molestado en conocer las capacidades de su equipo, sabría que no puedo llevarme a este tipo a quince kilómetros de distancia de un sólo salto. A kilómetro y medio, a lo sumo, de un sólo salto, y llevarle en varios saltos es una temeridad impropia de alguien inteligente, por lo que ni hablaremos de ello. Eso por no hablar de que ese tipo tiene pinta de tener el cuerpo a una temperatura considerable, por lo que no me apetece nada abrazarme a él y chamuscarme en el proceso, para... ¿ganar qué? La idea era rodearle aquí y acabar con él...

Ya, pero...

¡¡Pero nada, humano, déjame hacer a mí!!

¡¡Mal jugado, "cráneo rojo", pero aún podemos enderezar el rumbo!!

Me teletransporto hasta su espalda, a la altura del suelo, agachado, preparado para lanzar un certero tajo a sus piernas y rasgar sus tendones.

El disco lumínico rozó la cabeza de Prometheus sin llegarle a dañar, continuó su trayectoria y atravesó uno de los cristales. Era un aviso de todo el daño que podía sufrir el almacén con la lucha que parecía iniciarse.

- ¡Traidores mutantes!

El hombre se dejó llevar por la rabia. Dos mutantes contra él, pobre ventaja. Aplastarlos supondría una buena forma de relajarse. Además, había llegado el momento de demostrarse que era capaz de matar esos monstruitos y comenzar la limpieza de la raza que tanto tiempo había ansiado. Este sería el acto preliminar de una nueva era por la que sería siempre recordado.

- Si piensas que vais a vencerme antes de que lleguen los demás, estáis equivocados.

Prometheus señaló con la mano a Dawn. La tierra bajo sus pies se agrietó, dejando paso a una columna de piedra que se elevó, golpeando al héroe de refilón. Aiden había conseguido apartarse para evitar el daño. La construcción pétrea atravesó el techo, asomando hacia el exterior, provocando un inusual estruendo.

Lamentablemente, el asalto de Shazael fue igual de infructuoso, impactando las piernas del enemigo sin llegar a atravesar su petrificada piel. El humano convertido en monstruo se giró para no dar la espalda y se preparó para recibir el próximo ataque. No esperaba que "craneo rojo" siguiera en pie, pero aún así, no iban a poder derrotarle, de eso estaba seguro.

Colton pareció inquietarse cuando el combate comenzó. No le había dado tiempo a marcharse.

- ¡Ha empezado un combate, Sora! ¡Tu amigo perdió la paciencia!

El cuervo revoloteó, buscando moverse para no ser presa fácil de algún ataque perdido.

En el exterior, donde se encontraban las dos mujeres escuchando pacientemente un escandaloso ruido se escuchó cuando la columna de piedra invocada por Prometheus atravesó el techo del almacén. Vuestros compañeros habían comenzado una lucha contra el autoproclamado dios. Ellos dos, contra un ser fruto de las pesadillas.

Necesitaríais llegar hasta la entrada, un simple salto os bastaría para lograrlo, y entonces, si así lo queríais, podríais batallar.

Estúpido, me dije a mi mismo. Lo había calculado mal, en primer lugar había medido mal su fuerza, en segundo había confiado en que aquel demonio me haría caso, ahora nos veíamos obligados a derrotarlos antes de que llegasen sus refuerzos.

-¡¡Todos a una!!- Grité con fuerza para que el resto de compañeros hicieran su entrada.

Aun teníamos opciones, solo necesitábamos vencerlo antes de que llegaran el resto.

-¡Demonio!, busca un punto débil, una ventaja, algo. Tiene que caer antes de que lleguen el resto.- No me parecía que su habilidad pudiera decantar el combate de forma directa, pero tenía una gran capacidad de movimiento, además de que aunque odiaba admitirlo parecía ser inteligente.

Dicho esto volví a plantar cara a nuestro poderoso oponente preparando otro disco.

-Ya te he dicho que no somos mutantes, ¡a ver si te sacas la lava del oído!

Habíais conseguido vaciar el depósito de agua y ahora su peso se reducía a la mitad. Era posible para ti llevarlo rápidamente hasta el almacén para verter el contenido, aunque para eso el "hombre de fuego" tenía que ser visible, y ahora mismo no lo era.

- No tenemos ni idea de lo que está pasando allí. - Dijo Psiónica. - Es un mal plan, lo teníamos que haber pesando mejor. Vaya fastidio. 

La mujer se impacientaba, cosa habitual en ella. En ese momento pudísteis atisbar cuatro pequeñas columnas de humo volando en vuestra dirección. Psiónica señaló hacia ellas.

- ¿Y eso qué es? ¿Son aliados de "Prometheus"? La chica pelirroja se transformó en humo cuando se fue. Así se marcharon del instituto también. Pero ahora, son cuatro. Su número aumenta, joder.

Psiónica te miró directamente a los ojos. En menos de un minuto llegarían al almacén y no sabíais lo que sucedería entonces.

Justo en ese momento, una columna de piedra apareció atravesando el techo del almacén, haciendo saltar por los aires parte de la uralita.

- ¡Ha empezado la fiesta! ¿qué hacemos, llevamos el depósito o luchamos contra esos cuatro que vienen?

La mujer entrecerró los ojos, buscando alguna buena idea.

Los dos "representantes" se habían lanzado al ataque, y tenía la sensación de que no sabían lo que se les venía encima. Miré a Tótem y asentí con la cabeza, dejándole claro que iba a actuar: ellos dos no podrían contra ese ser tan extraño.   Tenemos que sacarle la información posible, pero seguro que lo hace con el cuerpo rendido.   

Me moví para llegar hasta la entrada y, desde mi posición, lancé uno de mis gritos con la intención de dañar a nuestro nuevo enemigo.  Lo bueno era que contábamos con el factor sorpresa Tótem y yo, pero sabía que pronto llegaría el resto. -¡No podemos entretenernos con este subnormal, nos vienen otros problemas! 

Suspiro ante el arranque de Psiónica.

- Vale. No te desesperes. Intenta llevar este tanque a la nave. Vacíalo un poco más si lo necesitas. Y no te preocupes.- "Por fin."- El espacio aéreo es mío.

Empiezo a subir hacia arriba, no sin antes darle una última advertencia a Psiónica.

- Dile a Dawn que venga, puede que le necesite.

Como un rayo, subo hacia el cielo, invocando a los vientos. "Al fin, ya era hora de poder dejarme llevar." Durante un segundo, me dejo flotar, al fin libre. No me gusta luchar. Nunca me ha gustado abrir fuego, ni matar, ni golpear. Pero siempre he amado volar. Y ahora, por fin, puedo desatarme.

Con un movimiento de mano, hago que el viento a mi alrededor se huracane, y yo me lanzo a toda velocidad hacia ellos. Mi objetivo es atraparlos uno por uno, y luego intentar echarlos hacia el suelo.

En una veloz pirueta, atrapo a todos las columnas de humo, haciéndoles girar a toda velocidad. Comienzo a girar yo también, para hacer girar el tornado aún más rápido, y me dirijo hacia el suelo mojado en el que hemos vaciado el depósito, y los hago golpear el agua y el asfalto, a tope de revoluciones.

Colton había sido claro, pero aun así no me lo podía creer.

¿Mi amigo ha perdido la paciencia? ¿Qué habrá hecho ahora el estúpido de Shazael?

Casi de inmediato, vimos aquel pilar de piedra atravesar el techo del almacén, y Sónica me miró, asintiendo para indicarme que pensaba atacar; le devolví el gesto, y salí tras ella en un gran salto. Los espíritus me ayudaban a elevarme y alcanzar la entrada, pero iba a necesitarlos para mucho más por lo que podía ver desde arriba.

Desinvoqué a Colton y estiré mi brazo hacia delante. Aquel tipo, o lo que fuera aquello, podría abrasar lo que fuera con tan sólo tocarlo, y no estaba dispuesta a sacrificar a ninguna invocación; al menos por el momento. Me concentré en mi mano, comenzando a ver como el arco espiritual volvía a aparecer en ella, tan sublime y majestuoso. Me posicioné para lanzar una flecha y esta tampoco tardó en aparecer.

Apunté hacia la criatura y solté el proyectil, dispuesta a dar en el blanco.