Partida Rol por web

Asiento a las palabras de Domingo con cortesía, pero sin decir nada. Lo primero era lo primero. Dicho esto miro al mercader.

- Teniendo en cuenta las armas que pone mi compañero en el trueque, ¿cuanto nos costaria una espada pesada? Porque puedes usar una espada pesada bien, ¿no Halgar?

Domingo vende DOS de sus CUATRO auxiliares. Tienes 80 pp ;)

- Claro que puedo usarla. Pesa más que un espadón aunque es algo más pequeña, pero no os preocupéis por eso. Estos brazos pueden levantar cualquier cosa

Se señala el enorme músculo del brazo y sonríe satisfecho.

- Me vais a salir caros - murmura Valenso con una sonrisa- Bueno, seguro que encontramos alguna forma de salir en paz - dice sacando 40 piezas de su monedero y dejándolas junto a las dos espadas de sobra de Domingo- Dale al grandullón la espada pesada de marras, que a lo peor tiene que usarla pronto

Hecho. El vendedor, accede al trato sin muchos miramientos ni manías. Ya que las armas que aporta Domingo son bastante buenas.

La espada es fuerte y pesada, perfecta para aplastar armaduras, con el enemigo dentro.

nada grave, muñeca rota y unos morados, pregunte si me iban a poner la placa de adamantium, pero el medico me miro raro.

al final una placa y 8 tornillos en el brazo.

en cuanto acabe con el papeleo de baja y demas (mierdas de ser autonomo) tendre tiempo de sobra creo yo

Miro a Domingo con una sonrisa

- Pues bien... ahí estamos, seguidos por una banda con ganas de liarla. ¿Sabes lo que te digo? Que si seguimos andando por el puerto al final van a convertirse en una amenaza de verdad. ¿Os apetece irnos a las afueras? Si vamos a ser atacados cuanto antes acabemos con ellos mejor

-Si no tenéis nada más que comprar... Contesta el pirata mirando a los grandullones y prosigue. ...será mejor que hagamos lo que dices, Valenso.

Antes de emprender la marcha, Domingo pasea su vista por las piedras preciosas que hay en el mercado, maldiciendose por dentro.

Os encamináis hacia las afueras de la ciudad, seguidos por este grupo de hombres armados a una cierta distancia. Llegáis hasta la puerta de la empalizada que está abierta y os alejáis un poco de la villa.

A la salida hay un pequeño puentecito que pasa por encima de una serie de tranquilos torrentes en los que el agua a penas os llegaría hasta las rodillas. A las afueras hay un caminito que se bifurca aunque por aquí no nadie que pueda veros. Los caminos hacia lo salvaje en la isla no son concurridos por los piratas, que tienen suficiente con quedarse en el puerto contando botín, si no fuera para enterrarlo en la jungla, o para explorar las antiguas runas pictas de la zona. A lo lejos hay un volcán por el que emana tranquilo el magma.

Los seis guardias os siguen, pero ahora mismo no os ven. Que haréis?

Les esperaréis para hablarles cara a cara?, os esconderéis y les atacaréis por la espalda? uireis?

Camina ansioso con la parte plana de la espada recién comprada apoyada en un hombro. Con el antebrazo, hace contrapeso en el pomo, permitiendo que permanezca en su sitio sin caerse.

- Tengo ganas de estrenar a esta pequeña - da un par de palmaditas al filo del arma - pero creo que primero deberíamos permitir que hablen. Si nos siguen de esa forma no estarán tramando nada bueno, pero no quiero matarlos sin saber quien les envía.

el norteño sigue el camino con sus compañeros, y al perder de vista a los perseguidores, saca su espada para tenerla a mano.

- Hagamos una cosa. Domingo y yo les esperamos aqui en mitad del camino, y vosotros os poneis uno en cada lateral. Si se ponen gallitos les atacais cada uno por un lado.

-Un buen plan... asiente Domingo yo voy a fingir que me lastimado una pata o algo así, quizá se confíen de esta manera.

Acto seguido, el pirata se tira al suelo y se agarra una pierna, como si se la hubiera torcido.

-Vosotros será mejor que os escondáis ya... le dice a los grandullones.

Cuando estos se esconden(Si es que van a esconderse), el zingaro empieza a soltar insultos y al maldecir la puñetera isla y su irregular terreno.

- Si es que te lo he dicho una y mil veces, mi buen Domingo. No miras por donde vas, y así por supuesto no puedes dejar de meter la pata una y mil veces. Vas a lograr retrasarnos - digo mientras me ajusto mis guantes y flexiono los dedos, metiéndome poco a poco en el papel... y calentando mis manos para el rato de esgrima que a buen seguro se acerca a nosotros.

me retiro hacia el lado del camino, y me oculto en el bosque. aparte de eso, voy retrocidiendo hacia los "otros"

Sale del camino por el lado contrario que su compatriota, sin soltar la enorme espada y tratando de no perder de vista a los dos zíngaros y su sencilla puesta en escena.