Partida Rol por web

Miras las brasas. Tus ojos están fijos en las llamas mientras el calor de la hoguera te reconforta. Una mano amiga se posa en tu hombro. No apartas tu mirada de las llamas. Alguien, sentado en tu misma rama afina un laúd. Detrás de vosotros, en otra hoguera más pequeña, están guisando una sopa de verduras cuyo aroma impregna el aire del bosque oscuro que os rodea.

El ser que ha posado su mano sobre tu hombro te rodea y se acuclilla delante de ti. Entonces, tus ojos, enfocan su rostro sonriente, colorado y bonachón.

-Estás en un reino muy lejano. Muy, muy lejos de tu hogar. En Feywild, Pandora Eagle- le digo cuando veo que arruga el entrecejo, como si no me conociera -Este bosque está encantado y sólo los de nuestra especie son inmunes a ese sortilegio. Cuando salgas de aquí te costará mucho recordarlo pero haré que esta cena quede grabada en tu memoria.- Sonrió y coloco un vaso de madera en sus manos con vino caliente y especiado. Hago entrechocar el suyo con el mío -Hyrsan es mi nombre. Llevas aquí lo que serían siete días en tu mundo y ahora serás mis ojos y mis oídos en el mundo material. Tú me ayudas y yo te ayudo- Vuelve a entrechocar vuestros vasos y bebe un sorbo.

-¡Ah! Bebe, la receta es tuya. Me ayudaste a perfeccionarla.- Sonríe y bebe un poco más -Está riquísimo. ¿Notas el anís estrellado? El clavo se entremezcla con la canela y los cítricos unen los sabores como el tambor de Clir mantiene el ritmo en la concertada.- Miro hacia Fay que ha terminado de afinar -¿Qué haremos hoy? ¿Una épica lírica, una tanda de poemas, la representación de alguna comedia?- me pregunta -Hoy, cantaremos historias- respondo sin borrar la sonrisa a lo que él se levanta entusiasmado para informar al resto. Aprovecho para sentarme en su lugar, junto a Pandora.

-Hay magia pero es peligrosa, Pandora. La magia protege vuestro reino y abusar de ella debilita esas defensas. ¿Entiendes? Los humanos piensan que la magia es un poder que está ahí para ellos, para usarlo cuando deseen pero todo trae consecuencias. en tu mundo existen dos bandos: Los Corruptos de Feywild y los Mestizos de Feywild. Los primeros quieren abusar de la magia, los segundos protegerla. Los primeros quieren traer la civilización y a los humanos a nuestro mundo, talar, esquilmar y construir.- Hago un gesto con la mano -Me estoy poniendo serio y hoy es una noche de celebraciones y alegría.-

Hace dos días que dejasteis la playa. Lucilla y Pandora duermen profundamente. Raedrik está de guardia y pasea rodeando el perímetro del improvisado campamento. La luna brilla en el cielo estrellado. Arti, sentado con las piernas cruzadas de espaldas al fuego, lo mira con semblante serio. Siverius, el bardo mueve las brasas con un palo. Sauko y él hicieron un agujero lo bastante profundo como para que un pequeño fuego no fuera detectado en la noche. Aún no sabían si los hombres del Perro de Hystrix que divisaron en esos botes los persiguen y toda precaución es poca.

Lizzy, como la noche anterior, regresa de su paseo nocturno. Dhara y Thomas están sentados en un tronco uno junto al otro, en el lado opuesto en el que se encuentran Sauko y Siverius.

En el tronco de Dhara y Thomas hay espacio para Lizzy.

Miro a Thomas al otro lado del fuego -Mañana llegaremos al cruce del pastor. Allí, en la posada La Hilandera, pasarán la noche los captores de tus padres. Créeme, llevo muchos años recorriendo estos caminos.- Bajé la vista al fuego -Ayer dudé un poco pero ahora estoy completamente seguro. Sé donde estamos y pude calcular la distancia recorrida en barco.- Volví a mirar a Thomas, a Dhara, a la recién llegada Lizzy. -Llegaremos a La Hilandera mañana al anochecer pero si los captores de tus padres no se detienen, nos los encontraremos de frente a media tarde.-

El bardo hablaba más serio de lo habitual en él. Me giré para mirarlo -¿Qué pasa? ¿Te atenaza el miedo?- pese a la broma vi en su rostro que no era ese el motivo y, por un momento, casi vi a un hombre tenaz, calculador y decidido tras su mirada en lugar del habitual bromista.

Asentí a sus palabras -Sí. No estaría de más tener pensado cómo actuar y lo que vamos a hacer.-

Me acerqué al campamento -No han encendido fuego alguno o lo han ocultado. Si nos siguen y nos entretenemos demasiado mañana en La Hilandera o en el camino podrían darnos alcance.- Comento apuntado aquel detalle.

Asiento con la capucha puesta. -Yo haré lo que ella diga- añado mirando a Lizzy Rai. -Después de rescatar a la madre de Thomas deberíamos ir al templo de La Orden Negra más cercano.- Añado sin dejar de mirarla. Algo que ya había repetido en más de una ocasión.

Miré uno a uno a los presentes. -En el bote teníamos una conversación interesante pero llegamos a la orilla y nos pusimos a huir. No hemos tenido tiempo a retomarla pero, por lo que os he ido conociendo estos días, no estáis en disposición de ayudarme.- Concluí, algo completamente cierto. En este mundo no hay camaradería si no hay oro de por medio. -Necesito llegar a Tres Verdades del Rey o cualquier otra ciudad con una casa noble de renombre que escuche de mis labios lo que está sucediendo en el norte. El rey debe saber lo que está ocurriendo y confío en que tu padre, Davis Harwood me dé consejo una vez que lo rescatemos.- Concluí con el único motivo que me movió a ayudarlos.

No acababa de entender nada ¿7 días? No lo recordaba. Tomó un sorbo cuando se lo dijeron tosiendo ligeramente al sentir el licor bajando por su garganta, notando que se calentaban sus músculos que no acababan de olvidar el frío del norte.

- ambos son Feywild, la familia no debería enfrentarse, no se darán cuenta hasta que la pierdan y queden solo el viento meciendo sus penas y la oscura soledad - pensó que ella ni siquiera tenía familia, quienes temían la magia se la arrebataron - ¿Porque quieren abusar de aquello de lo que rehuyen o de lo que exterminan... Es absurdo.

Pero en el fondo no quería estropearle la fiesta a aquel hombre, parecía saber de ella y no huía o le buscaba dañar, dio otro sorbo soportándolo mejor que el primero.

- yo... ¿No cargaba un violín? - ¿Lo había perdido? - creo que era importante... - Plañidera le pegaría un par de gritos luego, se supone que se lo iba a entregar a ella.

Mostró una sonrisa sencilla, pero la mejor que pudo dada su confusión y pérdida de un objeto que se le había confiado - dices que te ayude, pero ni siquiera sé si puedo hacer algo por mi misma, sigo siendo arrastrada de un lado a otro como si fuera una nube blanca en medio de una tormenta...

Aquella bebida era increíble, cada sorbo era mejor que el anterior, y decía que era receta suya. Imposible, ella nunca había tomado vino...

Siempre le gustó su ratito de estar sola, esos agradables paseos nocturnos donde todo estaba tan en calma, y además tenía buena vista en la oscuridad así que no se sentía más peligroso, al contrario, estaba en su salsa. Sin embargo ahora que tenía a Faela, esa sombra compañera, tenía un motivo de peso más para hacerlo. Cuanto más aprendieran ambas de la una y la otra, y más se familiarizara su sombra con el exterior, más podrían ayudar las dos llegado el momento de salvar a los padres de Thomas.

Al regresar, del paseo, con la de momento frágil Faela de vuelta a la seguridad de su interior, Lizzy se mantuvo en silencio pero escuchando. Se acercó al tronco donde estaban Thomas y Dhara, les saludó con un gesto de cabeza y se sentó junto a ellos frente al fuego. Lizzy miró a cada uno mientras hablaban, atenta.

Desde que conoció al excéntrico bardo Lizzy le tuvo respeto a pesar de que, al menos allá en la posada, todo el mundo se reía de él. Verle ahora así de serio le confirmaba que su intuición, una vez más, no andaba errada. Raedrik casi les lía una buena pero al final, por el momento había decidido guardar las armas. Al menos, según explicaba, hasta que rescataran a Davis Harwood. Y tenía razón con que ellos no podrian ayudarle a enfrentar un ejército...

Asintió cuando el jinete negro, que finalmente se había presentado como Sauko¹, la avisó que tenían que ir en algún momento al templo de la Orden Negra más cercano, después de que rescataran a los Harwood. Era bueno saber que tendrían su apoyo hasta entonces, que estaba en el mismo bando que ellos, que ella al menos.

Y por último teníamos al asesino. Arti. No le cabía duda de que Arti no dudaría en asesinar a Raedrick o a cualquiera de ellos por la noche si se lo ordenasen Thomas o Dhara. No solo intimidaba a Lizzy, sino que además a ella no le gustaba su compañía. Sí, era un compañero en esta búsqueda para rescatar a los Harwood, pero... ¿y luego, qué? ¿Qué pasaría si Thomas o Dhara se negaban a acompañarlo a donde les quería llevar? La lealtad de Arti no estaba, a fin de cuentas con los herederos, no del todo. Tenía misión de llevárselos y lo haría por las buenas o por las malas. Lizzy no confiaba en él.

La noche era fresca, sin llegar a hacer frío, y el pequeño fuego daba calor suficiente para mantenerlos templados. La luna y las llamas iluminaban lo justo para poder ver a todos y cada uno de los presentes, y a ellos observaba, intranquilo. Como aquél bardo acababa de corroborar, nos acercábamos, y aquél variopinto grupo no estaba unido; si, todos se habían unido con la misión de rescatar a mis padres, pero la tensión era palpable en el ambiente y parecía a punto de estallar. Un mal gesto, una orden equivocada, una palabra fuera de lugar, y las cosas podían tornarse en violencia rápidamente. La tensión de tener enemigos a la espalda y enemigos a los que hacer frente en el horizonte no ayudaba.

—Mi padre te ayudara, cuando le rescatemos —aseguré. Davis siempre había sido un buen hombre, y haría lo que fuera por una buena causa, incluso si eso le ponía en peligro; al fin y al cabo, eso es lo que había dado pie a la situación en la que nos encontrábamos—. Pero primero hay que hacerlo. Si se detienen en la taberna será más fácil, podríamos incluso evitar el enfrentamiento, si somos hábiles. —Al decir eso, mi mirada se centró en Arti y Sauko; algo me decía que, esos dos, se valdrían por si solos en esa situación—. Pero si nos los encontramos de frente será una pelea directa, no tenemos tiempo para pararnos en el camino, pensar en emboscadas y arriesgarnos a que tarden más y nos den alcance los mercenarios que nos siguen, si es que siguen haciéndolo.

Decidí, consciente, evitar hablar de lo que haríamos después. Tenía claro que debía poner a salvo a mis padres, de la manera que fuera, y también que no quería perder a algunos de mis acompañantes. Ni a Lizzy ni a Dhara. Y de Arti no estaba del todo seguro, pero creía que, llegado el caso, nos seguiría donde fuera necesario, así que podríamos ir con Sauko si eso nos daba un lugar seguro donde refugiarnos. A los demás les agradecía la ayuda que estaban prestando, pero de momento no me importaba lo que hicieran una vez cumplido mi objetivo. Y hasta entonces, prefería no darle vueltas, ni a eso ni a nada; cuanto más lo hacía, peor era, más miedo tenía en el fondo de mi corazón de no llegar a tiempo, de no ser lo bastante bueno, de fracasar.

—Será mejor dormir bien cuánto podamos —dije por decir algo.

Tal vez fue esas ganas de evadirme, u otra cosa, que me llevó, mientras decía a todos de descansar, a coger de manera involuntaria el libro que celosamente había guardado, el mismo tomo que mi madre no había querido que leyera y que había rescatado del incendio. Nada me impedía, más que la promesa que había hecho, ojear ahora aquél volumen. Y aunque era un hombre de palabra, sabía que esa no iba a poder mantenerla. Debo saber que secretos oculta mi pasado, pensé. Y con esas, comencé a leer.

-JAJAJA- Río sonoramente por su alusión a la familia -Eso es como decir que todas las criaturas de tu dimensión son familia- niego con la cabeza -Qué inocente eres. No. Pero hay algo en lo que no te equivocas. Los mestizos son criaturas creadas con un progenitor de cada mundo. Uno aquí, en Feywild y otro allí en tu hogar. Ellos nos cuidan desde allí y nosotros desde aquí. ¿O pensabas que tu amiga Aya sobrevivió a la corrupción de la saga sin ayuda?- sonrío ampliamente -En cambio, los mestizos de Feywild tienen propósitos más oscuros y peligrosos que nos ponen en peligro a todos.- Añado alzando un dedo, con un toque de pomposidad -En cualquier caso, me opongo tajantemente a cualquier tipo de tortura física y mucho más al asesinato. Quitar una vida, crear un agujero en la existencia de sus conocidos...- niego con la cabeza expresando profundo rechazo y vuelvo a hundir medio rostro en mi jarra.

-¡Sí! Traías mi violín.- Hago un gesto hacia la funda sobre la mesa más cercana y junto a otros instrumentos. -Estaba desafinado pero en perfecto estado. Te doy las gracias de nuevo ya que no recordarás la primera vez que lo hice. Jajaja.-

Sin borrar la sonrisa escuché las palabras de Pandora.

-Eres una nube blanca en medio de una tormenta. ¿Sabes la esperanza que da eso?- bromeo tomando su ejemplo y dándole la vuelta -A todos nos arrastra la marea la primera vez que la enfrentamos. No te lamentes por eso. Todo tu pasado, todo lo que has vivido, te ha traído a este preciso momento. Siempre puedes decidir. Decidiste ayudarme. Decidí ayudarte. Ahora estás preparada para elegir tu propio camino.

¿Sigues queriendo encontrar a Aya?- No necesito su respuesta. Lo veo en su rostro -¡Pues despierta al mundo...

-Hemos mirado al cielo desde hace miles de años- comenta Dhara mientras sales del sueño -siempre preguntándonos qué va a ocurrir o qué puede influir en lo que ocurra-mira fijamente a Raedrik –Tus paseos vigilando el campamento Raedrik, al compás bajo la sombra de las estrellas… coincidir el paso de uno con la luz de una estrella suele simbolizar fortuna-.

Ahora se gira hacia Thomas, el brillo del fuego reflejaba en sus ojos –El fuego suele servir para purificar, pero es mal compañero de la providencia- bromea con él.

-Compañía- indica al grupo –nos espera un largo e intenso viaje- 

A la mañana siguiente salisteis pronto tras un desayuno rápido y algo escaso. A primera hora del día hubo algunas conversaciones, estabais animados pues llegaba la oportunidad de liberar a los padres de Thomas. Sin embargo, tras el almuerzo tomado tan rápido como el desayuno y casi en su misma medida, la caminata de la tarde pasó en un silencio tenso. Con las miradas escrutando al frente, al camino, temiendo encontraros de frente con la comitiva. No ocurrió.

Al anochecer, tras un recodo del camino, divisasteis el Cruce del Pastor. La Hilandera era posada y venta, un edificio de buen tamaño. Olía a guiso de verduras, cerveza, mierda de caballo y humo. Llegasteis a ella desde el sur. La primera intersección, a vuestra izquierda, un pequeño y serpenteante camino discurre en dirección a un priorato de monjes ermitaños. Nada más pasar de largo en esa bifurcación la pared de La Hilandera se extiende en esa linde del camino principal. Casi frente a su puerta se encuentra otra intersección a la derecha. Tan ancha como el camino es una vía comercial muy larga. Nada más llegar al portón iluminado con antorchas hay quien no puede evitar mirar hacia el norte, al camino en cuyo extremo está Nana de Jubón.

La puerta está abierta y hay ambiente dentro. A la derecha se extiende la venta cerrada ya a esas horas. A la izquierda está la recepción y la taberna. Tras los edificios se distingue el prado cercado por el muro y vallado donde pastan rebaños de ovejas. Podéis contar 5 en total. De vez en cuanto la brisa nocturna trae el olor de las porquerizas del otro extremo. Entre ovejas y cerdos están los corrales.

Salpicados aquí y allá hay varios árboles frutales pero la higuera del patio supera en tamaño.

Delante de la venta hay varios carros cuyas monturas están en la cuadra. Un par de mozos juegan a las cartas. Os miran y, viendo que no traéis monturas, siguen con sus quehaceres ociosos.

El olor del guiso es mucho más intenso en el patio.

Un hombre gordo discute con otro más menguado. Entre ellos hay un perro ovejero que los mira inclinando la cabeza -...turbia. El agua baja turbia y deja roales marrones en las camisas. La fuente del cabrero es la única que aún es cristal limpio y su frescura no se puede igualar. Su agua es tan buena como la de aquí o mejor. Te lo digo yo.- 

Una mujer regordeta de pelo rizado y rubio está tras el mostrador de recepción que hay que rodear para acceder a la escalera y, así, a la planta superior. Se afana en remeter la camisa de un pequeño chaval despeinado. Un mequetrefe con cara de pillo que, pese a su metro de altura, tiene una mirada despierta y astuta.

De ahí, podéis ver espaldas de hombres que beben, ríen, hablan y juegan sumidos en la cálida atmósfera del interior, esperando que el guiso esté listo. Advertís que habéis llegado temprano, a tiempo si queréis comer.

Me acerco a los mozos que juegan a las cartas haciendo tintinear mi bolsa -¡Disculpad que interrumpa tan emocionante jueg...! ¿Estáis jugando al largo coronel? No hombre no, ese juego es aburridísimo. Tenéis que jugar al maquiavélico. ¿Lo conocéis? ¡¿No?!- niego con la cabeza -Os propongo un trato. Voy a entretener al personal durante la cena y me gusta conocer a mi público antes de entrar en escena. Si me decís el número de hombres que ha llegado hoy y están ahí dentro y algo sobre ellos como... si les gustaría la canción del juglar y la moza o preferirían monaguillo pícaro o quizá algo más caballeresco como el galán enjoyado. Cuando termine la cena vuelvo y os enseño el mejor juego al que habéis jugado nunca. ¿Eh? No tenéis nada que perder. Además, si se me da bien, os invito a una ronda mientras jugamos. ¿Qué me decís?-

Los muchachos se muestran entusiasmados y empiezan a enumerar a los visitantes que aún están dentro. -Sam tres dedos, Bozar la gorda... ese de ahí es Pajarito Dreix y aquel Bramti Pol. También están en viejo Sin, el tacaño Tarry, la bella leanor ¡Hoy tiene el corsé que parece que le van a explotar las tetas JAJAJAJ!- El otro ríe -Jajajaja, sí y los ojos se le iban a salir mirando a ese tío grande y corpulento. ¿Cómo dijo que se llamaba?

-¡Ah! Sí, ha venido un grupo hará cosa de un par de horas. El tipo grande se llamaba Gag, Gong o algo así. Sacaron a dos nobles de una carreta.-

-Nah, pero esos no cuentan, esos están arriba.-

Sigo en mi papel pero lanzo una mirada sutil a mis compañeros en la que muestro una amplia sonrisa y asiento a Thomas.

-Excelente. Monaguillo pícaro será mi apuesta para esta noche. ¡Nos vemos luego!- comento regresando con mis compañeros al exterior. -Están aquí-

Por precaución, os habéis mantenido en el exterior, al cobijo de las sombras mirando desde la lejanía. No habéis entrado del todo en el patio centra y, salvo los dos mozos de las cuadras el resto no os han visto a todos vosotros.

-Lo mejor es entrar por separado- apunta Arti alzando la vista a las ventanas donde las antorchas proyectan la sombra de las ramas bajas de la gran higuera.

Nadie conocía a Pandora, la cual había tenido tiempo mientras caminaba de "pensar" o recordar cosas que no siquiera recordaba, suspiró fijando con fuerza los moños de su cabeza semi enrollándose primero en sus cuernos para asegurar que el viento o el movimiento no revelaran lo que prefería mantener en secreto. Finalmente volvía a realizar su pelo hacia la base del cuerno atándolo con firmeza con la ayuda de sus listones.

Procuró que los cuernos no se vieran demasiado en el proceso y tomando aire alisó sus finas vestiduras.

- A mi no me conocen sin duda, si pico a la puerta puedo hacerme pasar por el servicio queriendo saber cuántos platos de guiso desean, y preguntar. si bajarán a cenar o si prefieren que les suba los cuencos - algo en sus recuerdos le había hecho ganar algo de valor. Miró a Lizzy y Dhara... - creo que ella parece más inofensiva - decía indicando a Lizzy - podría acompañarme y entre ambas iniciar si lo veis conveniente el ataque, si estáis cerca podréis ayudarnos en seguida. O quizás os parezca demasiado arriesgado.

Miró al guarda que debiera dar el mensaje del ataque del Norte* - corroboraré tu versión, cuando arreglemos esto, pero no me culpes si deciden no creerme.

- toca desviar la corriente - pensó - incluso si resulto ser solo un riachuelo que se separa de un gran canal haré de una nube blanca en medio de una tormenta, un tifón imparable... solo ella entendía que pensaba pero ese atisbo de valor procuraría atesorarlo para avanzar por sí misma.

Durante el camino estuviste pensando en lo que ocurrió la noche anterior. Comenzaste a ojear el libro atraído por su texto. Lo abriste y el mundo a tu alrededor pareció desvanecerse en la lejanía una sensación que habías sentido antes. Épicas novelas de caballeros hacían que te sumergieras en la lectura olvidándote incluso de comer a veces. No. Pero aquello era distinto. Diferente porque no reconocías el idioma, los símbolos, las palabras. No eran más que garabatos en páginas amarillentas y quebradizas por el paso de los años. Quizá, lo que te mantuvo absorto tanto tiempo fueran las ilustraciones realizadas a tinta. Cuerpos abiertos mostrando las entrañas, algunos hinchados y con muecas de dolor horripilantes. Secciones de miembros con tanto detalle que te parecía distinguir músculo, cartílago y hueso aunque todo estuviera dibujado en el mismo color. Y las criaturas, seres horripilantes de infinidad de formas. Algunos parecían insectos deformes, otros babosas humanoides, había también hombres con miembros o cabeza de distintos animales.

Mientras veías lo que parecía el rostro de un lobo con cuernos de carnero sentiste un chasquido en tu cabeza seguido de un intenso dolor. Cerraste el libro y lo pusiste a un lado.

-En la más inmensa y absoluta oscuridad. Tan negra que no se puede describir. Estás sentado, con las piernas cruzadas, sobre la blanca cubierta de un barco pequeño. Te encuentras solo, con tu espada a un lado enfundada en su vaina de cuero viejo y desgastado. No hay viento y el oscuro mar está en absoluta calma, con un perverso espejo negro en una noche sin luna, sin nada que reflejar excepto a ti si llegases a asomarte al abismo.

Reflexionas sobre los distintas clases de muerte. En algunas el cuerpo perdura un tiempo, en tanto que en otras desaparece completamente a la vez que el alma. Esto no sucede, por lo general, más que en soledad y, no habiendo asistido nadie a ese final, decimos que el hombre se ha perdido para siempre o que ha partido para un largo viaje, lo que es cabalmente verdad. Pero a veces, la cosa se produce en presencia de varios, cuyo testimonio viene a ser la prueba. Hay una clase de muerte en que el alma muere también, y aun se ha comprobado que puede suceder que el cuerpo continúe vigoroso durante muchísimos años. Y a veces (existen pruebas irrefutables), el alma muere al mismo tiempo que el cuerpo, pero según algunos, resucita en el mismo lugar en que el cuerpo se convirtió en polvo.

Sumido en estos pensamientos te adentras cada vez más en tu propia mente, reflexionando hacia el interior de la esencia del ser, entre misterios insondables de negrura inmensa y absoluta. Ahí, en la más inmensa y absoluta oscuridad, algo se ilumina, una luz moteada que brilla por sí misma. Entiendes que se trata de un ojo redondeado cuya pupila es una gruesa línea negra. Delante de ello hay luces diminutas que se acercan con rapidez, más luces, se dirige a una redonda y azul, grande y hermosa, distingues tierra oscura y océanos negros, extensiones de tierra y mar, tierra cerca de la costa, árboles, caminos, praderas, colinas... aldeas, ciudades a lo lejos y casas desperdigadas. Más caminos y, de pronto tú, visto desde arriba junto a una hoguera leyéndote leer un libro. Sientes el chasquido seguido del dolor de cabeza. Cierras el libro y lo dejas a un lado al tiempo que rápidamente la visión se aleja mucho más rápido de lo que se acercó. Esa pupila alargada se dilata, ciega, deja de ver. El ojo se cierra y todo vuelve a ser oscuridad.-

Te incorporas como un resorte, completamente despierto, el corazón te tamborilea en el pecho. Junto a ti está el libro cerrado, al alcance de tu mano. No te has movido pero sientes que no estás donde estabas. Coges el libro y lo guardas en el macuto justo cuando todos van despertando, Raedrick habla muy alto, Arti igual. Siverius se queja con lamentos poco creíbles. No hay tiempo que perder. Debéis partir en dirección al Cruce del Pastor y rescatar a tus padres.