Partida Rol por web

Ante su pregunta solo respondió - presiento, que tanto como tu dios y la sangre para ti...

Observo la conversación sin decir nada, solo moviendo la cabeza mientras unos van hablando y luego otros. Cuando Krishnarj dice al kobold que mate a Amok se me oye reir por lo bajo, imaginando el cadaver del pobre kobold.

¿Y que tan importante es acabar con Amok? Dudo que este, Miro de arriba a abajo al Kobold. pueda solo, pero quizá podemos darle un apoyo desde las sombras. ¿O es que tu también temes al ogro?

Sonrió de medio lado, una mueca lupina y salvaje que en cualquier otro momento y tiempo habría precedido al derramamiento de sangre y a un doloroso tormento. Esta vez, sin embargo, no hubo nada de eso, aunque el movimiento nervioso de sus manos para cualquiera que observara dio a entender que no era por falta de ganas. 

- Bien entonces, ¿cómo propones recuperarlas? Es posible que no se lleven ese arcón a donde vamos, y por tanto se te acaba el tiempo. - Entrecerró los ojos. - Sería una lástima que tus armas se quedaran aquí, para ser fundidas o vendidas por unas monedas de oro para pagar cosas tan mundanas como comida o bebida. Tal vez hasta algún guardia baboso ya esté tocando tu flauta. - Se relamió, mostrando los dientes. - Pobre sílfide, si...

Brincó de golpe molesta por la posibilidad que mencionaba, levantándose de golpe un metro hacia atrás. Su capa no parecía molestarle para moverse con soltura, lejos de eso, incluso parecía que se ajustaba con precisión a sus movimientos - si supiera como recuperarlas sin problemas ya no estaría aquí - dijo con un tono realmente molesto, tal vez el hecho de que tuvieran sus armas y su flauta, era lo único que contenía a la chica, si osaran insultarlas mas de lo que ya hizo uno escupiendo en el cofre, quizás se quedarían sin rehén que le hiciera ser más tranquila.

De un salto hacia atrás, poniéndose en pie, la cara afable de la chica cambió, parecía molesta por algo, y en un momento comenzó a caminar hacia el patio.

Contemplo a Hazir y luego deslizo la mirada por los presentes advirtiendo que no se consideran inferiores a mí sino iguales. El humano ignora mi voluntad, la orden dada hacia el Kovold y sugiere un plan distitno. Me molesta profundamente. No encontraré subordinados en este grupo sólo iguales tan traiconeros como yo mismo -Haced lo que queráis- digo en un tono seco y algo distante. -Ya he comprobado cómo son. No podré engañarlos o seducirlos como al resto. Debo pensar en la táctica y, si es necesario, cambiar la estrategia.- Sonrío -Cuando sepáis la ruta buscadme en el patio. Si es que conseguís descubrir algo- Miro a Tizok, poner en duda sus habilidades, creerle dévil, ayudará a que me diga lo sumiso que puede llegar a ser.

Me levanto y mientras camino hacia la salida puedo comprender por qué esta gente va a viajar con migo. No son como los otros presos, como yo, ellos saben pensar en mayor o menor medida.

El Hobgoblin se levanta de la mesa y sale de la estancia en silencio, visiblemente ensimismado. Poco a poco los presos van escurriéndose de vuelta al patio y cada vez quedan menos en el comedor. -Daos prisa escoria- se oye decir a uno de los guardias, apremiando a los rezagados a salir de aquel lugar.

Asiento a la propuesta de Hazir -Haré lo que sea-, afirmo con contundencia y ferviente deseo de favorecer cualquier opción para salvar la vida. Tras ello, miro cómo se marcha el hobgoblin. -Una vacante- mi reducido cerebro comienza a pensar no sin dificultad -puede ser Amok o...- Descrto ambas ideas agitando la cabeza. No soy lo suficientemente fuerte, pero soy pequeño, escurridizo. Miro a Tizok -Puedo acompañarte. Ambos somos pequeños y yo soy más delgado que tú. Los barrotes cerca de los barracones son más anchos. Si me ayudáis a saltar el muro...- dejo la frase sin acabar porque la barbilla me tiembla y no quiero que se den cuenta de este hecho. -¿Qué estás haciendo Cisco?¿Meterte en los barracones de los guardias? Si te pillan eres kovold muerto- pero ya me había comprometido. Una parte de mí esperaba que Tizok negara mi compañía, otra parte sabía que no lo haría y una minúscula, muy pequeña, tan pequeña que quedaba eclipsada por las otras dos, estaba entuisasmada con la idea de ser de utilidad.

-Si Krishnarj trama algo juro que le reorceré el cuello y le sacaré las tripas- sentencio mientras se marcha. Luego escucho la propuesta de Cisko y miro a Tizoc. Irían los dos solos y puede que, por culpa de este kovold, los pillen a los dos. Debe ser el trasgo quien opine.

En cuanto a la opción de Hazir, no comparto su empatía hacia este tipo de criaturas. -No lo necesitamos- sentencio mirando a Cisco, -si demuestra ser de utilidad puede que me plantee ayudarle pero, por ahora, sólo es una criatura pequeña, indefensa y asustadiza que sólo dara problemas.- Acto seguido miro a Tizoc -¿Quieres que te acompañe a los barracones alguien como él? Puede que sus gemidos alteren a los guardias y os pillen a los dos- Veo cómo mis palabras hieren al kovold, bien, debe espavilar si quiere vivir. Que luche por su libertad como lo vamos a hacer todos.
 

Sales del comedor, cruzas el patio y descubres que el cofre sigue ahí. Nadie lo ha movido. Adviertes que es muy grande. Tanto como para contener tus armas y el equipo que pudieran llevar el resto de presos que vinieron en los carros contigo. Tampoco hay guardias cerca y sólo unas rejas de grueso hierro te separan de ella. El bahúl se encuentra a unos nueve piés (más o menos tres metros) de la reja.

Éste hecho denuncia que "vuestro equipaje" aguarda ahí a ser recogido junto con vosotros. Si no, los guardias ya habría abierto el cofre y repartido sus pertenencias. Esto es algo alentador y, al mismo tiempo, inquietante. Allí donde vais llevan vuestras pertenencias. ¿Os querrán por vuestras habilidades?¿A qué clase de prisión os trasladarán?

Nickar se marcha dejándote a solas sentado en una de las mesas del comedor. El hobgoblin también se va con cara de pocos amigos y el resto de recién llegados cuchichea con la bárbara rubia, el trasgo y el tipo de las vendas.

No le había gustado la mirada que el hobgoblin les había dedicado. Podía ver el desprecio en esos ojos. Y podía imaginarse por qué. Seguramente Krishnarj estaba acostumbrado a que los presos de por allí le dijeran inmediatamente “sí, mi señor” a cada orden que daba. Ellos no estaban accediendo ciegamente a seguir sus órdenes y eso no le gustaba. Claro, que siempre podía estar molesto con la llegada del kobold y que se le notara en los gestos y la mirada. Pero el instinto del ladrón le decía que había que cuidarse de aquel hobgoblin.

 - Tranquillité, ma cherie. Es evidente que está tramando algo, pero por el moment le somos de utilidad. Hay que procurar que siga siendo así para evitar que nos traicione. No es la meilleur carta del mundo, pero es lo mejor que tenemos.

Luego volvió a centrar su atención en Hazir y Cisco. El kobold estaba bastante dispuesto a ayudar en todo lo que pudiera para poder librarse del funesto destino que le esperaba en aquella prisión. Pero eso de ir a los barracones con Tizoc…

 -¿Eres sigiloso, mon ami Cisco? Porque Tizoc sí que lo es. Es capaz de deslizarse como un silencioso áspid, aparte de que sabe trepar como nadie en este groupe. Además, su tamaño le permite hallar escondites con mucha facilidad, va a ser casi imposible que lo detecten. ¿Puedes decir lo mismo de toi? ¿Serás capaz de evitar que les gardes te detecten? Porque si te encuentran en los barracones no van a trasladarte de prison, directamente van a ejecutarte. ¿Te merece la pena correr ese risque?

Vale, puede que exagerara un tanto las habilidades de Tizoc o incluso que se inventara alguna, pero maquillar la realidad un poco nunca estaba de más. Sobre todo cuando intentaba evitar que un tembloroso y asustadizo kobold echase a perder la única oportunidad que tenían de salir de allí con vida.

Con un suspiro de aburrimiento y cansancio se puso en pie tras la marcha de Nickar y del hobgoblin. Observó irse a ambos, la primera molesta y el segundo no sabía decir muy bien si frustrado o enfadado, pero sin duda sin muchas ganas de hablar. Sin saber muy bien que hacer, y decidiendo tentar a la suerte una vez más, se estiró y, cuando parecía que iba a irse siguiendo las órdenes de aquellos desagradables guardias, se acercó a la mesa dónde los demás hablaban. 

- ¿Qué tal por aquí? - Preguntó a modo de saludo, mientras esbozaba una sonrisa de medio lado, mirando de reojo a la bárbara. 

El último en hablar había sido Sergei, pero ya había terminado para cuando Pain se reunió con ellos. Las miradas se dirigían hacia un Kovold diminuto, tembloroso y pensativo y todo apuntaba a que esperaban que hablara. Los ojos del Kovold se dirigieron a Pain y guardó silencio aprovechando la interrupción para pensar qué contestar.

"Vaya, creo que interrumpo algo", pensó mientras observaba al Kobold, apartando la vista de Alona. El pequeño reptil, tembloroso y sin duda acobardado por ser el centro de tanta atención, parecía estar pensando algo, para ser exactos algo que decir. El qué, no tenía ni idea, pero si había acaparado la atención de todos, podía ser interesante.

Sin esperar respuesta a su pregunta inicial, para la que tampoco buscaba realmente contestación, sonrió de medio lado y se apoyó sobre la mesa, fijando toda su atención en la sabandija.

- ¿Queréis que os ayude? - Había una mueca de terrible placer en su mente mientras imaginaba la clase de torturas que podía hacer a un ser como a ese, y todas aquellas ideas se reflejaban con sumo deleite en sus fríos ojos.

Estaba claro que al trasgoide no le gustaba que tuvieran ideas propias. Sin embargo, aún le eran de utilidad, por lo que de momento no les traicionaría. O eso esperaba Hazir. Parece que Alona estaba dispuesta a matarle en cuanto les mirara mal, por lo que Hazir no se preocupó demasiado. Si se atrevía a tramar algo contra ellos, la hermosa bárbara le sacaría las tripas por la garganta en lo que tarda un mirlo en parpadear. 

Pareció que Leblanc pensaba como él. Aquel hombre le caía bien, estaba claro que iba a ser de ayuda. Preguntó a Cisco, y Hazir asintió, mirándole también. Tenía ganas de saber cuáles eran las habilidades de su nuevo amigo. Además, no quería enviarle a los barracones si iba a ser demasiado peligroso para él o para Tizoc. 

Ante el grito de los guardias, Hazir se dispuso a sugerir que se marcharan para seguir hablando con el kóbold en el patio, pero entonces llegó Pain. 

Pain. No le gustaba aquel hombre, ni un pelo. Sus miradas eran más venenosas que una cobra real, y había algo en él que sugería que no eran sólo miradas. Cuando clavó su atención en el kóbold, Hazir se levanto con elegancia del asiento, y, en un movimiento que parecía totalmente casual y nada intencionado, se situó entre Pain y el pequeño Cisco. La mirada de Pain hacia el kóbold presagiaba muchas cosas, pero ninguna buena.

-Buenos días, Pain. Estamos perfectamente-dijo, igual de cortés que siempre-Gracias, pero no necesitamos ayuda con nada de momento. Nos disponíamos ya mismo a abandonar el comedor-dirigió una significativa mirada a todos los demás de su mesa-para que los guardias no se pongan nerviosos. 

Se giró hacia el resto.

-¿Vamos?

Soy la primera en levantarme sosteniendo la mirada de "Pian". Tras ello contesto a Hazir -Vamos- sentencio dirigiéndome hacia la salida y, una vez en el patio, camino hacia uno de los muros.

Paso junto a "Pain" y le susurro -Puedes seguirme- le digo acentuando el doble sentido de esa frase.

El goblin asintió a las ultimas palabras del otro goblin con actitud servil. Luego el goblin se marchó y se quedaron solos un instante. Otro cruce de ideas y palabras en el que no participó, prefería escuchar a los demás. Y entonces apareció Pain. Aquel tipo le erizaba los pelos de la espalda y la forma en que miró al kobold no le gustó nada. Aquel tipo era un peligro. 

Cisko ven conmigo. - dijo el goblin mientras se levantaba. - Os veremos cuando me haya enterado de algo, mirad a ver si os enteráis de algo más. - añadió mientras se levantaba y le hacía un gesto al kobold para que le siguiese. 

Salís al patio dejando el comedor vacío. Advertís que Nickar está junto a los portones por los que entraron los nuevos pero no hay rastro de los carros ni los jinentes. Lo único que queda el el cofre que descargaron. Un par de guardias se acerca a él con un gran petate, una gran hacha de hasta larga y una maza enorme.

-¡Eh!- Se escucha gritar a Amok -¡Esa maza es mía!- comenta reconociendo el arma y todas las miradas se orientan hacia la pareja de guardias. Incluso Alona parece identificar el hacha, prueba evidente de que aquellos que os han fichado os quieren con todas vuestras pertenencias.

Los guardias dejan el petate y las armas junto al cofre, con visible desprecio, y continúan con sus asuntos.

Para cuando volvéis la vista al patio, advertis que Tizoc y Cisco no se encuentran cerca.

Cisco demuestra ser lo suficientemente sigiloso como para hacerte sentir tranquilo. Ambos os escabullís, tú encabezas la marcha, y poco a poco, despacio pero seguros, os acercáis a los barracones superando los obstáculos y las vigilancias de los soldados apostados por allí.

Os acercáis todo lo que podéis a los barracones. Estás ya en el mismo punto en el que escuchaste la conversación anterior, pero Cisco te señala otro camino, no hay nadie en los barracones por lo que decides seguirle. Dais un pequeño rodeo ascendente y os colocáis justo encima de los soldados, sobre las vigas. El grosos de las mismas es suficiente para ocultaros pero uno de los soldados se tumba boca arriba, mirando hacia vuestra dirección. No os queda más remedio que aguardar a que se duerma para moveros, sin embargo, aquel es un lugar espléndido para escuchar cualquier conversación.