Partida Rol por web

-¿Ishrad?- repitió Crinwel -¿Y quién cojones es Ishrad?- comentó en un tono más bajo pero no inaudible. -Ya es la hora- dijo otra voz más sesgada que la primera. Al tiempo hubo unos gruñidos, el sonido de alguien arrastrándose y un golpe seco. -¡Ya era hora!- dijo Crinwel -Ve a la celda vacía, hay alguien ahí- escuchaste los pasos y pronto una nueva pieza del tablero (un enano) se plantó delante de tu celda, mirándote con semblante serio...

Cambié el puro de comisura con un movimiento de mandíbula -Menudo despojo- dije mirando de arriba abajo al humano que acababan de traer -¿Quién eres, humano?- enarqué una ceja poblada e inspiré evaluando la situación. Quizá fuera un espía, un miembro Scahrossar que habían metido en sus propias celdas para ver qué tramaban sus aliados o si se comunicaban con alguien.

Desenvainé la ballesta pesada, cargué y apunté entre los barrotes al cráneo del recién llegado -Tienes cinco segundos. 5, 4, 3...-

Soldado de Arkania, nos enviaron para enfrentarnos a los Scharossar y devolver la ciudad a la reina Azur. Pero no nos ha ido bien. El cabrón del inquisidor consiguió separarme de mi grupo y aquí estoy. Miro al enano desafiante, si me quería matar sería fácil para el, pero no me asustaba la muerte.

¿Y tu quien eres? ¿Aparte de un tipo que solo sabe amenzar a un hombre encadenado?

El primero cayó mucho más fácil de lo que imaginaba, el segundo, sin Yzbilla, afuera no tardarían en llegar los otros guardias, teníamos que apurarnos, afortunadamente ella descargó un potente proyectil que derribó al guardia... en el piso, en medio de la oscuridad... era una presa indefensa que simplemente no pude dejarla pasar, los instintos de cazador se apoderaron de mi cuerpo mientras mis manos se tensaban junto con la cuerda y las flechas, en segundos los 4 proyectiles cruzaron el aire zumbando hacia su objetivo

Me llevé la mano a la herida, sentí el calor del líquido escarlata. Resulta difícil describir los sentimientos que me inundaron en la oscuridad de aquel almacén, sobre un charco de mi propia sangre. Dejé que Grook me ayudara a levantarme. Estaba mareada. Aún sentía el dolor donde el filo estuvo a punto de costar muy caro a la misión.

-Puedo hacer que la reina nos siga a Arkhania, pero si muero... el plan se irá al traste.- bajé la mirada. Ahradiel regresaba con la sonrisa de haber acabado con el último de ellos. Miré la varita... -¿cuándo la había usado?¿cuánto de su poder había descargado contra su verdugo?- los recuerdos se confundían, todo ocurrió muy deprisa.

-¿Estás bien?- pregunté entonces a Lyssdar, el otro que había resultado herido en el combate. -Reunámonos con los demás antes de que esto se llene de guardias- terminé. Al ponerme en pie me tambaleé por alzarme demasiado deprisa, fue sólo un momento, me recompuse y caminé hacia la salida del almacén.

    La entrada en combate repentina surte el efecto que esperaba, la amenaza es una mera treta para desviar la atención de los guardias y parece surtir efecto, al menos parcialmente. Eso es bueno, si ponen los ojos en nosotros no los tendrán para los elfos. Poco después emerge Hazir, su salvajismo cumple la función con la misma eficiencia que lo ha hecho hasta ahora, llevándose por delante a uno de nuestros enemigos y mejorando nuestra situación, pero no podemos cantar victoria aún, quedan otros tantos y uno de ellos se cruza en mi camino con su mandoble, golpeo una vez más el escudo con mi maza en señal de aceptar el desafío y recompongo mi guardia presto a realizar el primer envite.

Antes de que Izbilla pudiera salir del almacén le tomé el brazo con suavidad -Espera un momento, recibiste un golpe muy fuerte, deja que al menos te revise primero- dicho esto, saqué de mi mochila unas cuantas vendas y algo de agua limpia, no poseía la capacidad de usar magia curativa, pero, cuanto menos, podría limpiar y desinfectar las heridas, también la vendé para cubrir la herida y darle algo más de apoyo, una vez terminé con ella pasé con Lyssdar y repetí el proceso, con el fue bastante más fácil, su herida no era tan grave como la de Izbilla y sabía que los drows eran resistentes, sobre todo los de esa familia

No pudo más que sonreír maliciosamente, sin nada significativo que añadir, ante el plan que habían urdido. Después de todo, apuñalar por la espalda a quienes intentaban utilizarlo siempre le dejaba un buen sabor de boca. Que además le dieran las gracias por ello, incluso lo mejoraba.

Durante el camino hacia la anhelada salida de las alcantarillas se mantuvo en silencio, pensativo. Sobre cómo se estaba desarrollando la misión, por supuesto; pero sobre todo acerca de la conversación que acababa de tener lugar. Sobre qué habría realmente en la cabeza del rey Maximilian, quiénes fueran sus personas de confianza y quiénes sus detractores. En definitiva, más sobre la guerra interna de Arkhania que lo concerniente a Azur, deteniéndose especialmente en un nombre: Leixle Ir'van. Nadie hizo ninguna pregunta sobre ella una vez que La Hiena la mencionó, lo que le hacía pensar que sus compañeros la conocían o al menos sabían quién era. En cualquier caso, las preguntas más interesantes tendrían que esperar a después de la misión. Prometía ser una conversación larga y particularmente con Yzlin, ya que muchas cosas relativas a la ex-medusa le habían llamado la atención a nivel personal, pero no podían perder más tiempo.

Y respecto a la misión, las cosas estaban lejos de ir como le habría gustado. Afrontaban la parte más exigente y peligrosa bastante debilitados con todos los obstáculos que les habían preparado ahí abajo, antes siquiera de poder entrar en la ciudad. En su caso, con su reserva arcana casi completamente consumida. Al principio, cuando estuvo a punto de caer a las primeras de cambio con la brutal descarga propinada por los lagartos, decidió que no merecía la pena reservar su poder si aquello iba a causar una temprana reunión con el Rey Muerto, pero había llegado al punto en que no le quedaba otra alternativa. Tendría que ser selectivo y utilizar todos los trucos a su disposición, pero tal como habían salido las cosas... quizá no fuera lo más terrible del mundo caer antes de llegar al final de esta misión. De ese modo, en caso de descubrirse que pretendían fingir la muerte de la reina (lo cual veía más que probable), estaría en posición de alegar desconocimiento del plan.

Al fin llegaron al lugar que les había descrito La Hiena, bajo el almacén. Fue fácil colarse por esos agujeros del techo, entre su tamaño y el hecho de que podía desplazarse por las paredes casi tan fácilmente como por el suelo, gracias a su armadura. Y eso es exactamente lo que siguió haciendo una vez empezó la escaramuza con los guardias, seguir ascendiendo por la pared y mantenerse al margen de ese combate. Pero fue el único que pudo reaccionar a tiempo y mantenerse al margen tras la primera descarga de flechas por cortesía de Ahradiel, por lo que Lyssdar e Yzlin se convirtieron en los objetivos del ataque enemigo. Lo que demostró lo que se temía, que la resistencia de Yzlin ante un ataque directo era equivalente a la suya propia o a la del caído Serge. No podían perderla, ella había reservado su poder mucho más que él, así que con un gruñido de frustración descendió hasta el suelo y no dudo en utilizar una de sus tres pociones sobre la ex-medusa. Antes siquiera de comprobar si había sido suficiente, se giró para encarar al espadachín, manteniéndose entre él e Yzlin y atento para utilizar un escudo mágico si fuera necesario. Pero la descarga de poder que salió desde detrás suya pareció suficiente para eliminar la amenaza y sellar la venganza de su compañera. Mientras tanto, Ahradiel había dado cuenta rápidamente del otro guardia y el almacén parecía asegurado.

- ¿Ese es el plan para sacarla de aquí? ¿Llevarla a donde está la gente que quiere matarla? - preguntó distraídamente, mientras se acercaba a la puerta e intentaba escuchar lo que había en el otro lado al tiempo que Ahradiel vendaba sus heridas, para discernir si las cosas iban bien para los demás. Eso sí, escuchó desde un lateral de la puerta, ya que no le resultaba nada difícil imaginarse a Hazir echándola abajo de una patada. - ¿Cómo ocultarla una vez allí?

-Soldado de Arkania, nos enviaron para enfrentarnos a los Scharossar y devolver la ciudad a la reina Azur. Pero no nos ha ido bien. El cabrón del inquisidor consiguió separarme de mi grupo y aquí estoy- Niego con la cabeza a medida que habla -Arkania ha deseado la ciudad Azur desde que tiene conocimiento de ella. Estoy seguro de que tus señores han provocado esta situación sólo para enviaros y que nos confiemos. Pero no confiaré en los perros de Arkhania.-

-¿Y tu quien eres? ¿Aparte de un tipo que solo sabe amenzar a un hombre encadenado?- Bajó la punta de la flecha -Soy Thyrrick- digo pensativo. Puede que el actual monarca de la ciudad vecina respete el pacto con nuestra princesa y el ataque surja del exterior. Lo cierto es que no hay noticias de que los Scahrossar tengan presencia en Arkhania. -Te daré el beneficio de la duda- concluyo finalmente. Me aparto de la vista de este nuevo soldado para dirigirme al resto de presos -Os podría sacar de aquí...- comienzo a decir.

-No- contestan -Sacarnos sólo dará la voz de alarma. Si es cierto que Arkhania viene en nuestra ayuda... busca a sus compañeros. Sin duda irán a salvar primero a la reina. Encuéntralos y ayúdales.-

Emito un sonoro gruñido -¿Qué ayude a los perros...? Está bien- comento a regañadientes ante la evidencia de pasos acercándose. Para cuando la puerta de la prisión se abre en el interior reina el silencio.

Una pareja de combatientes entran y se detienen delante de tu celda. -Parece que tienes compañía. Vas a decirnos cuántos más vinieron contigo y cuáles fueron vuestras órdenes- anuncia uno de ellos señalándote con el dedo mientras el otro tantea un manojo de llaves. El que habló desenvaina un arco largo compuesto, se aleja unos pasos y apunta. -Nos acompañarás a la sala de tortura- puedes imaginar sus sonrisas tras los cascos.

Te sacan de la celda bajo un tenso silencio por parte del resto de presos. Camináis por pasillos casi a oscuras. La sala de torturas no está muy lejos por lo que sabes que tienes poco tiempo antes de llegar. La luz del amanecer se filtra por ventanas altas pero aún no es suficiente para iluminar vuestro camino.

Hazir eliminó a uno de los guardias mientras Socar y Lyth se dirigían al del espadón. El diestro combatiente logró eliminar los ataques de Lythrai y el primer ataque de Socar, pero no el segundo, que le impactó de lleno en la coraza al mismo momento que el alfanjón de Hazir caía sobre él hiriéndole en el antebrazo derecho. El combatiente quizá podría haber hecho frente a un adversario, quizá dos. Pero ellos tres representaban una amenaza muy superior a sus posibilidades y, para colmo, al trío se unió La Hiena traidora que había cambiado de bando.

El seguidor Scahrossar no tardó en yacer muerto en el suelo.

Mientras tanto, en el interior del almacén. Ahradiel que había atendido la herida de Yzlin sanaba ahora a Lyssdar mientras Grook pegaba la oreja a la puerta y era consciente del final del combate. Segundos después el grupo salió y todos estuvieron reunidos de nuevo.

Jadeante, miraba el cuerpo del Scahrossar muerto sintiendo la superioridad de ver caído un soldado que horas antes le había inspirado temor. Pero el mercenario sabía que muchos más llegarían en breve pues el sonido del combate se alzó sobre el silenciosos amanecer de una ciudad sitiada que no despertaba como era habitual en ella. -Tenemos que movernos hacia el puerto- sentenció La Hiena mirando hacia la dirección que debían tomar.

-Y debemos hacerlo rápido- Lyssdar se dirigió hacia una esquina tras salir del almacén y ver que todos estaban bien. Yzlin y él habían sido los únicos heridos pero aún podían continuar. El drow agradeció los cuidados de su compañero elfo grabando el momento en su memoria pues jamás pensó que vería a un elfo de la superficie curar uno de su raza.

Allí, en aquella esquina, Lyssdar oteaba la calle principal -Cuatro, no cinco. Arcos largos desenvainados. Se acercan a paso rápido.- Sin más, se apartó de la esquina para reunirse con el grupo que debían emprender la marcha con urgencia... ¿o quizá se detendrían para luchar? sus nudillos palidecieron apretando las empuñaduras de sus armas.

-¡La reina!¡Los nobles!- digo excitado por la situación -Hay que ir a por ellos- Theod hacía lo posible por controlar los temblores -Y debemos meternos en el agua para quitarnos la mugre de las alcantarillas o nos seguirán por el olor- comentó al colocarse junto aquellos que recibieron las rociadas de los cienos sépticos.

Me dejo llevar por los guardias una vez que han venido a buscarme y me desvelan que van a llevarme a la sala de torturas. Al ver sus sucias sonrisas, les escupo en la armadura.

Mucha risa con alguien atado y desarmado, sino no seriais mas que cadaveres, maldita escoria.

A medio camino invoco una llamarada, dejando ciegos a mis captores, y aprovechando la sorpresa intento liberarme, pero la presa del guardia es demasiado dura. Sin embargo, aprovechando que me está tocando directamente, uso mis habilidades mágicas para electrocutar al guardia que me apresa.

Bueno, lo peor había pasado, al menos de momento, aún así, teníamos que salir de aquí, aunque pudiesemos acabar relativamente fácil con los arqueros que se aproximaban no tardarían en llegar más, y más, y más... por lo que lo más sensato sería, de hecho, ocultarnos y enjuagarnos, así que tomé uno de los cuerpos de los guardias que abatimos y lo levanté sobre mi hombro -vamonos de aquí, llevémonos los cadáveres, los uniformes y las armaduras nos serán útiles más adelante, ahora andando, debemos encontrar un sitio donde lavarnos y ocultarnos-

Miro a Grook -Los gobernantes quieren matarla. Jamás podrán imaginar que está con nosotros en la prisión- añado aunque con cierta desconfianza. En la prisión tendríamos que protegerla de los presos y si se llega a desvelar el secreto, la tendrán justo donde quieren. -Si se te ocurre un plan mejor estoy dispuesta a escucharlo- comento con esperanza.

Pero no había tiempo, agradecí los cuidados del elfo Ahradiel y casi empujada por la mayoría, salí del almacén viendo con alivio que todos estaban bien.

-¿Llevarnos los cuerpos?- es una idea, una posibilidad, pero reducirá nuestra marcha. Negué con la cabeza al tiempo que avanzaba hacia el puerto. -Ahradiel, las armaduras estarán manchadas de sangre o destrozadas- miro a Socar, el alfanjón siempre sediendo te Hazir, a Lithrai. -Encontraremos guardias de sobra a nuestro paso. Ahora lo importante es desaparecer.- Y sin más, camino hacia donde va la mayoría.