Partida Rol por web

Ars Diavoli Et Literari

Justicia y Ley

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29/09/2009, 15:58
Rodrigo Castro

Os acercáis a la entrada de la universidad con paso firme y os cruzáis con el que parece ser el teniente de alguaciles al cargo que acaba de hablar con el par de corchetes que guardan la entrada. Es un hombre en torno a los 40 años, de adusta expresión y acerados ojos grises sobre unos poblados bigote y barba.

A todas luces el hombres es antiguo veterano de Flandes, entre otras razones porque carga encima media herrería de lo bueno de Toledo y Vizcaya.

Se acerca a vosotros y tras una reverencia a Don Rodrigo se dirige a él.

Caballero, tengo que pedirle que se aleje de esta zona. Mi nombre es Rodrigo Castro y soy el teniente de alguaciles. No es mi intención faltarle, ni mucho menos, pero en este lugar ha habido un asesinato y no es menester que alguien de su posición se mezcle con los restos del villano.

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29/09/2009, 18:02
Ambrosio de Casares

Notas de juego

Ambrosio no considera correcto intervenir cuando se están dirigiendo a Don Rodrigo, ya que se supone que está a su servicio, y permanece en un discreto segundo plano de momento.

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29/09/2009, 22:46
Rodrigo de Rivas

Bien hallada sea vuesamerced, Don Rodrigo. Yo también respondo ante tal españolísimo nombre, nombre de rey también, en cierto modo; soy Rodrigo de Rivas, caballero de Santiago, cristiano fiel y soldado de su Majestad, me hallo en esta ciudad de visita, bien recomendado por su fama de culta e ilustre ciudad.

Hago una breve pausa, mientras observo la magnitud y magnificencia de la Universidad de Salamanca. Protegiéndome los ojos del sol con la ayuda de la mano.

Hasta aquí nada he mentido, y puedo estar tranquilo.

Éste es mi fiel criado Diego y aqueste otro un buen amigo mío, hombre culto como los aquí residentes. Veníamos, como le digo, señor teniente, de visita, para relajarnos antes de volver a luchar en el Mediterráneo. Mas cuál ha sido nuestra sorpresa de enterarnos de que en tan prestigioso lugar ha acaecido un crimen, atroz en apariencia pues el populacho rumorea que ha sido quebrantado el quinto mandamiento. Esto es algo, que como caballero, cristiano y leal súbdito me atormenta, así pues venía a indagar las causas o los culpables de tan horrible sacrilegio.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Apariencia +2 ¿no?

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30/09/2009, 19:15
Ambrosio de Casares

Mi Señor es persona extremadamente piadosa, Don Rodrigo - añado a modo de explicación - y han llegado a nuestros oídos inquietantes rumores sobre este asunto...

Dicen que el mismo Belcebú podría haber empleado sus oscuras artes... - susurro acercando la cabeza al oído del corchete por un momento - Enseguida se adivina que es usted hombre de mundo, y esto seguro de que tendrá sus dudas, como yo mismo, ya que no soy más que un pobre pecador, pero mi Señor Don Rodrigo... - termino, dirigiéndole una significativa mirada y señalándome el pecho para llamar su atención sobre la Cruz de Santiago que luce el de Rivas.

Por ello nuestra inquietud y deseo de colaborar en lo posible con esta investigación - añado, separándome un poco y levantando algo la voz - Mi Señor no puede permitir que persona alguna, en especial de noble cuna, se encuentre en tan graves apuros sin prestar su ayuda desinteresada, y nos han dicho que el hombre que... - hago una pausa, buscando la palabra adecuada - ahora descansa para siempre, era criado de una afamada familia de esta noble ciudad...

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01/10/2009, 18:55
Rodrigo Castro

El teniente de alguaciles os mira extrañado y se encoge de hombros.

¿Colaborar decís? —pregunta extrañado.

Acto seguido observa la intachable estampa de Don Rodrigo y se mesa la barba.

Bueno, supongo que no hay nada de malo en que se interesen en el tema. Acompañenme vuestras mercedes —dice mientras hace una señal al corchete que guarda la puerta.

Cruzáis la puerta y en un instante veis un cuerpo colgado de un árbol en el centro del claustro de la universidad. Según os acercáis ves el cuerpo semidesnudo de un hombre. Tiene ligeras mutilaciones en forma de extraños signos y símbolos en rostro, brazos, piernas y tórax. Un examen más cercano os revela que el ojo izquierdo ha sido extirpado.

Pues ahí lo tiene vuestra merced —dice dirigiéndose claramente a Don Rodrigo.

La expresión de repugnancia del alguacil concuerda con la imagen que estáis viendo. Es desagradable y al tal Castro no le agrada demasiado su presencia.

No sabemos el nombre del pobre zagal, por si lo preguntan. Sólo sabemos que era criado del joven de Ayala.

Notas de juego

Haced una tirada de Espíritu difícil (2d6+6)

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01/10/2009, 20:48
Ambrosio de Casares

Sorprendido por la facilidad con que hemos convencido al teniente de nuestras buenas intenciones, opto por callar y no romper el mágico momento.

Al entrar al patio la imagen es dantesca. He visto ahorcados anteriormente, desde luego, pero siempre con la piadosa capucha cubriendo su rostro, por no hablar de las extrañas marcas que mutilan el torso.

Su ojo..., le falta el ojo..., arrancado... - la impresión es demasiado fuerte, y palideciendo de repente me doy la vuelta y busco con premura un lugar en el que expulsar la bilis que mis intestinos se empeñan en devolver hacia arriba - Perdonen vuestras mercedes..., ha sido demasiado para mi - acierto a disculparme, aún mareado.

- Tiradas (1)
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02/10/2009, 09:21
Rodrigo de Rivas

¡En el nombre del señor! ¿Quién...qué ha osado cometer tal sacrilegio? Esto es inhumano, es más, es diabólico. Ahora comprendo los rumores, pero no ha podido ser el Diablo, sino algún servidor suyo. ¡Juro por mí que hallaré al culpable, y arderá en las brasas de la justicia!

Aún no he terminado de gritar encolerizado cuando una nauseabunda sensación recorre mi cuerpo, estremeciéndolo. En consecuencia acompaño a mi amigo Ambrosio en su nada agradable situación.

Don Rodrigo -digo mientras me limpio la boca con un pañuelo- ¿han avisado ustedes a la noble familia? ¿Se les ha notificado la tragedia? O quizá pueda ilustrarnos sobre los enemigos que tal familia pudiere tener, no me refiero a las envidias habituales, sino a un odio profundo.

Como el que me profesa a mí el Conde de Aranda

- Tiradas (1)

Notas de juego

Aiba, lo había desglosado, bueno 2+5+6=13, no la paso

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07/10/2009, 20:52
Rodrigo Castro

El tal Rodrigo se encoge de hombros.

Eso es lo que tratamos de averigurar, buen señor, el quien haya podido comenter tal... —dice dejando por supuesto el resto de la frase.

Poco después asiente tras la pregunta de Don Rodrigo.

Sí, claro que sí. Se ha avisado al noble de Ayala y se encuentra en esta universidad. Ya ha visto la presente fechoría y se ha retirado a reflexión.

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08/10/2009, 19:44
Ambrosio de Casares

Parece que aquí, mi señor Don Rodrigo, están las habas contadas y poco más podremos ayudar a estos señores por el momento - digo agachándo la cabeza con humildad dirigiéndome al de Rivas - y quizá no sea momento adecuado para ser recibidos por el Señor de Ayala, ya que seguramente estará afectado por lo sucedido, al tratarse de un criado suyo...

Por Dios todopoderoso, Ambrosio, si tú mismo estás afectado y no le conocías de nada al pobre desgraciado..., tendrás pesadillas un mes con esta estampa - pienso para mi.

Quizá, mi señor, podríamos volver en otro momento o presentar nuestros respetos al señor de Ayala - sugiero, con el mismo tono servil - ¿Tal vez sepáis dónde reside, para que Don Rodrigo pueda acercarse a visitarlo en momento más conveniente? - pregunto al teniente - ¿Quién sabe?, tal vez podamos averigüar algo que ayude a esclarecer esta dolorosa situación...

 

 

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08/10/2009, 20:25
Rodrigo de Rivas

Cierto, mi buen amigo, el hombre debe estar bastante afectado por tal... -miro de nuevo el cuerpo- hecho. Quizá en otro momento podamos presentarnos nuestras condolencias.

O encontrar pruebas para formular acusaciones fundamentadas, pues tal atrocidad no debe quedar impune, ni ante la justicia humana, ni la divina...

Ahora me retiraré a consultar al clero, y su brazo armado, qué puede hacerse para colaborar.

Ya era hora de nombrar al Santo Oficio, a ver cómo reaccionan el alguacil al mentar a sus...colegas.

 

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08/10/2009, 20:40
Rodrigo Castro

El hombre da un respingo cuando el buen Don Rodrigo mienta al santo oficio pero pronto se repone y compone el gesto.

Si lo desean pueden hablar con Don Francisco ahora mismo. Yo puedo avisarle de que desean una entrevista con él y dudo que no acceda a recibirles —dice un tanto acelerado.

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09/10/2009, 10:32
Ambrosio de Casares

Sin pronunciar palabras dirijo una significativa mirada cómplice a Don Rodrigo que dice bien a las claras "Adelante!".

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15/10/2009, 22:48
Rodrigo de Rivas

Deseo...me gustaría hablar con ese Don Francisco, de caballero a caballero, si a vuesamerced no le importa claro está.

No creo que te importe demasiado, después de nombrar a unos temibles amigos. Vive Dios que sus lacayos abren más puertas que el dinero y la fama.

Ya que estamos, Don Rodrigo, amigo mío, me podría decir que título ostenta el señor, he oído decir que era marqués, mas no estoy muy seguro de eso, pues soy de memoria frágil.

La duda es cierta, pero si nos hacemos un poco los depistados tal vez el hombre crea que mentar a la Inquisición ha sido pura casualidad y que responde a una pregunta lógica entre gente tan pura de sangre como mi persona.

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16/10/2009, 13:47
Ambrosio de Casares

Magnífica idea, Señor - añado en tono servil a lo dicho por el de Rivas - tal vez Don Francisco tenga en mente algún hecho que pueda hacer interpretar esta situación desde un punto de vista meramente mundano, quizá una venganza..., que aunque deleznable, habría sido cometida por hombres, y no por demonios. No habría motivo, en ese caso, para recurrir a la Santa Inquisición, seguramente... - termino, tratando de tranquilizar un poco al teniente ofreciéndole una vía de escape.

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19/10/2009, 16:11
Rodrigo Castro

El teniente de alguaciles caminaba en busca de una entrevista con el tal Francisco de Ayala cuando Don Rodrigo interrumpe con una pregunta.

A todas luces hijo segundón de la familia de Salvatierra, señor mío —dice antes de continuar su camino.

Tras un instante de espera no podéis evitar lanzar alguna tímida mirada sobre el cuerpo que cuelga del árbol, aún en contra de vuestro agrado. Os sorprende especialmente el extraño mosaico de dibujos que se representa sobre el cuerpo del difunto. Nuevamente volvéis la mirada y esta vez lográis contener los intestinos. La llegada de vuelta del teniente ha reprimido vuestro estómago.

Acompáñenme, señores —dice mientras hace un gesto de invitación con la mano derecha.

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19/10/2009, 16:19
Francisco de Ayala

Don Rodrigo Castro os acompaña y os presenta ante el joven Francisco de Ayala, de los Salvatierra, que se halla sentado detrás de una mesa de brazos cruzados, con el rostro apenado.

Francisco Ayala de Salvatierra es un joven de apenas 22 años cumplidos, con un fino bigote comenzando a espesarle y el porte que le otorga saberse noble. Sin embargo su actitud no os resulta ostentosa ni desdeñosa, pero sí de superioridad. Le acompaña un hombre más mayor, de pelo negro entrecano abundante y rizado bigote; de rostro descarnado y ojos crueles y fanáticos.

El joven de Ayala no se levanta y hace un gesto con la mano para que os sentéis, momento en el cual don Rodrigo Castro se excusa para retirarse.

Sentaos y decidme que es aquello que necesitan de mi —sentencia.

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19/10/2009, 17:25
Ambrosio de Casares

Mientras espero respetuosamente a que el de Rivas tome asiento e inicie la conversación en primer lugar, examino con detenimiento al hombre que acompaña al jovenzuelo.

Este es perro viejo, y lleva collar punzante, sin ninguna duda - pienso con preocupación - Espero que Don Rodrigo sea cuidadoso con sus palabras, o las cosas pueden ponerse feas...

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19/10/2009, 20:42
Rodrigo de Rivas

Excelencia, como ya la he dicho al muy amable teniente de alguaciles respondo al nombre de Rodrigo de Rivas, caballero de Santiago y leal servidor de su majestad el cuarto Felipe. Nos encontrábamos en Castilla de camino a Santiago, tras haber servido en el Mediterráneo, cuando decidimos desviarnos para conemplar la fábrica de las más brillantes mentes de las Españas; y ,como ya le he dicho al alguacil, nos ha sorpendido el revuelo general que ha causado su...bueno, lo que ya sabe que le ha ocurrido a su criado, excelencia.

El noble es algo más joven que yo, mas de noble cuna, y merece ser tratado con todo el respeto que le corresponde, así pues, no intemos engañarle o embaucarle, tampoco adularle en exceso, pues puede tomarnos por unos gorrones y farsantes.

Así pues, visto el suceso, y juzgado de inmediato que no es un crimen digamos...convencional, presento desinteresadamente mis servicios -pongo la mano izquierda en mi pecho- y los de mi buen amigo y criado -señalo con la diestra a don Ambrosio, esperando que no se altere por llamarle criado mío- Ambrosio, al que por un momento he olvidado.

Creo que ha sido un buen teatro.

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20/10/2009, 01:57
Ambrosio de Casares

Y no podría servir a mejor amo, os lo aseguro - añado, levantándome y haciendo una exagerada reverencia - La preocupación de mi señor es grande, y justa, a la vista de la oscura, y si me permiten, "demoniaca"... - me persigno en este punto - apariencia que ha tomado el asunto que aún cuelga del un árbol del patio - añado, dirigiéndome al muchacho pero en especial al hombre mayor, sin quitarle demasiado la vista de encima - ..., eso, por no hablar de la generosidad que demuestra, desde luego, al presentaros de esta manera su predisposición a serviros en cuanto pueda ayudaros, noble señor...

Como criado, toca dorar la píldora de mi señor embelleciendo sus virtudes,  y hablar demasiado - pienso para mis adentros, volviendo a sentarme - veamos a donde conduce ese "demoniaca" con tonillo, añadido a las premisas que sin duda les habrá dado el teniente sobre La Santa...

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20/10/2009, 09:54
Francisco de Ayala

El tal Francisco mira al otro hombre, más mayor, con extrañeza y un instante después vuelve la mirada a vosotros.

¿Y qué interés tienen vuestras mercedes para ayudarme si todo está en manos de la corchetería? —dice ladino.

Tras un instante de incómodo silencio vuelve a hablar.

Que no es que yo me oponga a que metan las narices en asuntos de otros, es más, puede que incluso me fíe más de ustedes que de los corchetes. Simplemente es que me honda en la curiosidad tan magnánimo gesto de vuestra merced, Don Rodrigo de Santiago.